1 de agosto de 2019

EL VÉRTIGO POLÍTICO DE UNOS PACTOS QUE NO FUERON


Por Marat

"Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo al abismo, también éste mira dentro de ti" (Friedrich Nietzsche. “Más allá del bien y del mal”)

A estas alturas explicar cómo fueron los juegos florales que precedieron a las dos últimas sesiones fallidas de investidura del candidato Sánchez o cuáles fueron los pasos que condujeron al doble fiasco sería ocioso. Quienes hayan seguido el proceso ya tienen sus propias configuraciones de los hechos en sus cabezas.

Me parece mucho más interesante tratar de entender cuáles fueron las motivaciones -frenos en realidad- que llevaron a los dos protagonistas, Sánchez e Iglesias, principales del frustrado pacto de investidura a hacerlo fracasar.

El argumento aireado desde ciertos columnistas de la prensa de derechas de que Iglesias podría merendarse cuando quisiera a Sánchez en un gobierno de coalición, dada su supuesta mayor altura política, es pintorescamente falaz, dado que el Presidente del gobierno tiene siempre la potestad de nombrar y, sobre todo, de cesar ministros y hasta vicepresidentes del mismo. Recuérdese el caso de Alfonso Guerra y de su salida del gobierno González. Lo del menos sería la argumentación de los motivos, dado que en política, algo que debiera saberse, las decisiones preceden a las justificaciones.

En cualquier caso, las crisis de gobierno para cambiar a miembros o partes del ejecutivo son situaciones que los Presidentes de gobierno prefieren no verse en la necesidad de afrontar, mucho más en una situación como la que nos ocupa en la que la derecha y sus medios se han ocupado de anunciar como de administración débil, dado los apoyos que necesitaría para su constitución.

Tampoco parece que el argumento sostenido por Podemos y su entorno, “reconocido” por el propio Sánchez en noviembre de 2017 en el programa “Salvados”, espolón de proa televisivo de as progresía, de presiones por parte del IBEX (parece no haber otro capitalismo que el que representan estas empresas cotizadas para los progres) para que Podemos no entrase en el gobierno.

Es obvio que el capital tratará siempre de potenciar las posibilidades para formar gobierno a las opciones políticas que más le aseguren la continuidad en la realización de sus beneficios y de poner obstáculos a su logro por aquellos que puedan poner en peligro su acumulación de capital. Pero éste, el de Podemos, no es el caso.

No lo ha sido en el caso de la Comunidad de Castilla-La Mancha, no lo ha sido en los gobiernos municipales de Barcelona o de Madrid. En el de Madrid, la dedicación de la hasta hace muy poco socia de Podemos, señora Carmena, a reducir el gasto, también sus partidas sociales y a apoyar el pelotazo urbanístico del plan Chamartín no parecen medidas que amenacen demasiado los intereses del capital.

Por otro lado, la constante rebaja programática de Podemos desde su constitución en marzo de de 2014 indica una constante e incansable busca de la respetablidad burguesa dentro del supermercado de marcas electorales.

Si esto no fuera suficiente, el ejemplo del león griego (como le denominó Pablo Iglesias en el cierre de la campaña de Syriza en septiembre de 2015) Tsipras deja claro lo que cabe esperarse de la denominada “izquierda alternativa”.

Podemos es, como Iznogud, el califa en lugar del califa. Para entendernos la socialdemocracia que viene a llenar el hueco dejado por el social-liberalismo del PSOE, como la llamada izquierda radical europea hace con respecto a los partidos socialistas. Esto, y no otra cosa, es la izquierda de la izquierda. Y a estas alturas de la historia ya debiera quedar claro cuál ha sido el papel histórico de la socialdemocracia y su desfase actual respecto a un capitalismo que ya no necesita pacto social alguno, que da por superada la etapa del Estado del Bienestar y que en realidad es el que gobierna con títeres interpuestos, sean estos del color asumido que sean.

Al menos a Podemos, a pesar de la puesta en escena gritona e hiperventilada de sus huestes (radicales de salón), cabe admitirle una mayor dignidad que la de la Izquierda Unida de antes de Garzón y con Garzón, muchos de cuyos miembros se autodenominan comunistas, insultando a tan digna ideología, al igual que hacen los cabestros de la extrema derecha cuando tildan de comunista a Podemos. Una formación cuya autodenominación es la de “la izquierda” no es otra cosa que socialdemocracia mal disfrazada que intenta legitimarse desde el voto y su presencia en el circo parlamentario del Estado burgués. A la altura del siglo XXI los intentos de justificar su “parlamentaritis” (cretinismo parlamentario para Marx) con el recurso a la presencia de los bolcheviques en la Duma rusa prerevolucionaria indica que ni han aprendido las elecciones posteriores de la historia en cuanto a la “utilidad” que dan las lecciones a los comunistas y que ellos de tal no tienen nada.

Así pues, el argumento de las presiones de la CEOE que dio Sánchez para la no presencia de Podemos en un hipotético gobierno PSOE hace algo más de año y medio suena a cuerno quemado y a anticipación de la fase de disculpas cambiantes de estos meses para no integrarle en el mismo.

En realidad, los ataques mediáticos a Podemos y a Iglesias desde los medios de la derecha y la extrema derecha no son tan diferentes a los que le hacen al PSOE y a Sánchez, a pesar de que este partido y la izquierda no son otra cosa que una de las patas de la legitimación del orden político y económico de la burguesía y Sánchez un cínico sin escrúpulos ni ideología pero con una autoconfianza digna de mejor causa. Y es que para que la ficción de un pluralismo real funcione es necesaria una apariencia de tensión sistémica donde todo es consenso respecto al sistema de dominación del capital, cuyo instrumento de legitimación es la democracia burguesa, que cada vez se niega más a sí misma.

El motivo por el que Sánchez y el PSOE han hecho todo lo posible para evitar un auténtico gobierno de coalición no es otro que el de cobrarse la pieza de Podemos y de su dirección, acabando con este partido, al arrastrarle a unas nuevas elecciones generales.

Unas elecciones generales que le pueden costar al PSOE y a su secretario general la presidencia del gobierno, al desmovilizar a parte de su electorado, harto del espectáculo de estos meses. Pero Sánchez, animado por esa especie de Rasputín palaciego que es Iván Redondo, ha visto la ocasión para que los votos perdidos primero por Zapatero, un patético correveidile de las izquierdas, y después por el fallecido Pérez Rubalcaba, y guarecidos en Podemos durante estos años, vuelvan ahora a lo que en el pasado llamaban “la casa común de la izquierda”, el PSOE. Podemos ya cumplió su papel de guardar los votos del PSOE y ahora Sánchez pasa a recogerlos....si le sale bien la operación.

Luego habrá factores coadyuvantes y añadidos a la decisión de frustrar el pacto de gobierno de coalición por la dirección “socialista”, tales como el carácter errático e inestable de Iglesias o la imagen que pueda contaminar a un gobierno el tener un socio en descomposición política. Pero todos ellos son de orden menor y no la razón principal de la teatralización del desencuentro desde el PSOE.

Asistimos a una lenta recuperación del bipartidismo, no por la confianza en los dos grandes partidos (PP y PSOE) sino por la creciente decepción que van generando los ya no tan nuevos partidos (C´s y Podemos). La dirección del PSOE añora los viejos tiempos sino de las grandes mayorías de González sí al menos la del último Zapatero y sabe que la estabilidad la logrará en buena medida, aunque no en exclusiva (vuelve a a amenazar una nueva fase de la ya eterna crisis capitalista en el horizonte, lo que acabará con cualquier veleidad de incremento del gasto público) mediante mayoría absoluta o suficiente para gobernar cómodamente. Es la hora de que los votos del PSOE, guardados durante estos últimos 5 años en Podemos vuelvan a casa. E Iglesias también lo sabe.

Desde la actuación de Podemos la razón principal del fracaso de las negociaciones ha estado en la tensión entre la necesidad de ocupar “poder” para parar la hemorragia en sus filas y retener el máximo posible del voto que se le escapa como arena entre los dedos, por un lado, y por el otro, la intuición de Iglesias de que por mucho ministerio social que lograse, con contenido o sin él, la podadora de Bruselas iba a recortar el gasto al máximo -y sin él no el no hay política social ni reversión de anteriores recortes que valgan- y los pocos éxitos que el gobierno pudiese materializar los iba a capitalizar Sánchez y el PSOE y no el coletas ni Podemos, pues el primero sería el Presidente (él concentra la valoración de una administración) y el PSOE, por conformar la mayoría de los ministerios.

Como la Penélope de la Odisea, que deshacía por la noche lo que tejía por el día, el Podemos negociador, favorable al pacto y hasta contemporizador, mostrándose flexible y haciendo concesiones una detrás de otra (el sacrificio del Mesías redimiendo a los suyos) era saboteada por poner la entrada en el gobierno muy por delante del acuerdo programático, las exigencias en público de ministerios concretos, la demostración ante su auditorio de la desconfianza en el candidato a socio y la actitud de vigía receloso que exhibe sus exigencias como modo de control al gobierno, papel que le está encomendada a la oposición en una sistema de democracia formal.

Ingenuo papel este último pues no hay mayor vigilante sobre el gobierno, sea monocolor o compuesto, que el poder fáctico del capital, de sus medios de opinión, de las instancias judiciales del Estado y de los poderes en la sombra de los altos estamentos del funcionariado.

La realidad es que Iglesias temía que, al asumir Podemos sus parcelas de gobernabilidad adquiriese también la factura del coste social de carecer de autonomía de lo político para llevar a cabo políticas sociales con presupuesto real y suficiente en un país semiintervenido en lo económico desde las altas instancias de la UE y del capital.

Como el asno de Buridán que muere por inanición al no saber elegir entre un montón de avena y un cubo de agua (la versión dominante habla de dos montones de heno), Iglesias (el “negociador” Echenique fue solo su brazo tonto o chico de los recados, lo que ha sido siempre) entró en catatonía y finalmente implosionó en un fracaso de unas negociaciones (ahora sigue atrapado en el bucle del gobierno de coalición sin encontrar la puerta de salida) que el tahúr Sánchez jamás se planteó llevar a buen puerto, pues solo ganaba tiempo para agotar los plazos y convocar nuevas elecciones, que ya veremos si no son un fiasco, no solo para Podemos sino también para el PSOE y el propio Sánchez.

En realidad, ninguno de los dos actores, Sánchez e Iglesias, cada uno por distinto motivo, tenía intención real de un pacto de coalición de gobierno pero, como son malos actores y abusaron de la sobreexposición de su teatro de vodevil, se les notó demasiado, lo que ha acabado con la paciencia de un tipo de votante que oscila entre el cinismo y la penosa ingenuidad de creerse que hay diferencias reales entre los gobiernos de derecha y de izquierda, máxime en tiempos de crisis capitalista, en la que el gasto es absolutamente antagónico con el beneficio y la elevación de la tasa de ganancia.

Otras consideraciones de carácter más psicológico, como la mala sintonía entre los dos machos alfa, la desconfianza mutua, la torpeza de los negociadores y otros “relatos” queden para los Peñafieles de la opinión publicada y el chascarrillo fácil.

3 de junio de 2019

OPERACIÓN ERREJÓN: UN PAN COMO UNAS HOSTIAS


Por Marat

La expresión “hacer un pan como unas hostias” proviene precisamente del mundo de la panadería y alude a una elaboración frustrada de este alimento básico en el que la masa no sube porque la levadura no ha hecho su función y en lugar de un producto con una miga alta y esponjosa nos encontramos con una torta delgada y compacta, lo que recuerda a la forma de la hostia, que ni llena ni alimenta, a menos que lo haga, para el creyente, espiritualmente.

En definitiva, la frase sugiere una idea o acto malogrado.

Esto es lo que ha ocurrido con la “operación Errejón”, que ha arrancado con menor fuerza que la que tuvo en su día la “operación coleta”.

Establecida en anteriores artículos la valoración de los resultados de la “oleada electoral” (como la definimos en el Espacio de Encuentro Comunista) de abril y mayo pasados para Podemos y su marca electoral, así como las consecuencias que ello le está trayendo, me ha parecido oportuno dedicarle al menos uno a la no demasiado feliz idea del estratego Íñigo Errejón.

Conviene conocer algunos presupuestos del ex socio de Iglesias para entender los resultados electorales de la escisión de Podemos llamada Más Madrid (como ya he analizado en su momento los resultados de la nave nodriza espero que nadie venga a importunarme con quien gana o pierde más).

Hablaba Errejón en 2017, cuando aún era secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de Podemos, de la “competición virtuosa”, una expresión según la cual era positivo que compitieran varios grupos políticos en el en el segmento progre de la oferta de marcas políticas del supermercado electoral porque, al confrontar entre sí, si posteriormente existía voluntad de acordar, orientarían la línea ideológica de la sociedad en una misma dirección -progresista, se entiende-, saliendo beneficiados ambos, mucho más con su voluntad final de acordar programáticamente.

La realidad es que la estrategia de la “competición virtuosa” en las elecciones generales, cuando ya Errejón había abandonado el barco podemita, habiendo sido elegido candidato para la Presidencia de la Comunidad de Madrid por su expartido, y puesto en marcha la formación de Más Madrid, si tuvo algo de “virtuosa” fue la de contribuir a la recuperación del voto del PSOE. No debe de sorprendernos, ya que la mayor parte del voto podemita era prestado de este partido y se asentaba principalmente en el segmento de clase media que ha venido integrando históricamente una parte del voto PSOE. La otra, mayoritaria en el caso de este partido, es la clase trabajadora, le pese a quien le pese. En el mundo real, las cosas suelen ser como son, no como quisiéramos que fueran.

Por supuesto, no es Errejón un elemento tan decisivo en la caída del voto de Podemos, por mucho que se haya pasado muchas noches maquinando su venganza frente a su antiguo amigo y compinche político del pasado. Pero ha sido el golpe de gracia definitivo sobre su anterior partido y sobre su secretario general, mucho más cuando la dimensión política que había alcanzado el ex secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de Podemos transcendía a lo meramente local para alcanzar dimensión nacional e incluso internacional, dadas sus relaciones con el populismo neoreformista latinoamericano del hoy descacharrado Socialismo del Siglo XXI.

Sobre las causas profundas que habrían de llevar a la crisis terminal que hoy vive Podemos escribí a lo largo de más de 20 artículos sobre este partido. Pueden consultarlos en este blog. Podemos nació en crisis. Baste recordar la primera trifulca en el primer círculo podemita, el de Lavapiés, nada más nacidos: el enfrentamiento entre horizontalidad y verticalidad, luego resuelto mediante la oligarquización máxima del mismo. Siendo la cuestión de la democracia interna un asunto central, mal camuflado con su wikidemocracia participativa, sus referenda internos y sus apelaciones a la gente, no era ésta ni con mucho, por más que se enfrentaran una visión acratoide proveniente del 15M y una bonapartista, nacida del cesarismo clásico, la razón principal de la crisis en la que hoy agoniza Podemos.

La ausencia de homogeneidad ideológica, que no monolitismo, donde 100 visiones políticas entrechocaban en cada momento, la ligazón de su crecimiento a lo electoral antes que a la construcción de militancia, algo muy distinto a los adscritos vía Internet, la cultura del activista frente a la del militante, la transversalidad política y social, que no se asienta en ninguna posición ideológica coherente y definida ni en ninguna clase concreta a la que apelar, aunque en la práctica se dirigía hacia una clase media que se ha ido estrechando, antes que a la clase trabajadora y sus necesidades inmediatas, el discurso de las identidades múltiples que no suman sino que son cacofonías dispersas y hasta contradictorias, los mil giros oportunistas que han ido desde la impugnación del régimen político, que no del sistema capitalista, hasta la exhibición de la Constitución como libro sagrado en el que esperar justicia e igualdad, cuando sus sus artículos sociales eran meramente enunciativos, la percepción para un sector de los electores de que Podemos ha sido el medio por el que convertir la protesta social en domesticación institucionalizada vía parlamentaria, han sido los principales factores que han traído a ese partido al lugar en el que se encuentra.

Y sobre todo hay algo respecto a lo que no dejaré de insistir. Podemos, lejos de haber nacido como un proceso de reflexión, debate y agrupamiento militante, “vino al mundo chorreando” oportunismo mediático por los cuatro costados. Hoy es posible decir que, en gran medida los éxitos iniciales de Podemos se gestaron en la Sexta, antes, y durante un año entero con Iglesias de colaborador habitual, en Intereconomía y, sin que quepa demasiada discusión en medios progres como Público y eldiario.es. Luego ha ido viniendo primero el apagón y después la desafección mediática, conforme Podemos había cumplido su función de domesticar la protesta social en forma de representación institucional. Su tiempo se ha cumplido, como se cumplirá el de otros novísimos que, como él, envejecen tan rápido, Ciudadanos y VOX. Tiempo suficiente para que el bipartidismo se reorganice.

Pero volvamos a la operación Errejón, que es lo que toca en este caso.

Si su primera “pedrada” era la de dejar sonado a un Podemos que iba de bajada, objetivo cumplido. El resto de pasos posteriores, ya tal, que diría Rajoy.

Si la primera fase de la Operación Errejón ha sido la de sumarse a la candidata Carmena al ayuntamiento de Madrid, ésta por mucho “Manuela te queremos” que organice su grupo ha sido un acto fallido. Perder las elecciones municipales, cuando tienes a tu favor todo un aparato municipal y propagándistico, cuando has vendido tu gobierno como modernidad, tolerancia, buen rollo, alegría, cariño y sonrisas mil, es un fracaso sin paliativos, por mucho que digas que ha fallado el PSOE, que perdió dos concejales y que tú te has mantenido. Pero justamente has defraudado a los barrios del sur, desde Carabanchel hasta Villaverde, desde Vallecas Villa hasta El Pozo, desde Puente de Vallecas hasta Aluche, pasando por Usera. En todos ellos vive la clase trabajadora que fue mileurista cuando las vacas gordas de la clase media y que hoy es la pagana principal de todas las políticas austericidas y del olvido del Ayuntamiento de Madrid frente al mimo de los barrios centrales y del norte de la capital, los burgueses medios. Y no me vengan con que quiénes eran los concejales de algunos de esos barrios y distritos, que si los díscolos, que si la abuela le da al jaco. La alcaldesa era la máxima responsable de todo Madrid y quién proyectaba la imagen en todos ellos. Cuando te unes, como “nueva izquierda”, término que rehuías hace solo un año, a la línea de actuación de quien ignora quiénes son las mayorías reales, siempre olvidadas de Madrid, tu operación política es un pan como unas hostias.

Si con el objetivo de que revalide tu alcaldesa su mandato propones que, para aislar a VOX, con el que estabas dispuesto a hablar hace solo dos meses, un partido cuya amenaza antidemocrática inmediata ha caído en las municipales y autonómicas muy por debajo de las generales, estás dispuesto a llegar a acuerdos con Ciudadanos, es que te has convertido en el brazo tontiprogre español del ultraliberal Macron, el mismo que reprime salvajemente y criminaliza a los sectores populares de los chalecos amarillos. Un pan como unas hostias.

Si en las elecciones autonómicas Más Madrid, cuya papeleta llevaba tu careto y el de Carmena, que no se presentaba a esa convocatoria, para que no hubiera dudas sobre a quién se votaba, del mismo modo en que aparecías en las municipales junto al rostro de Carmena, a pesar de no presentarte, sacaste menos votos (471.538, el 14,65%) que los que consiguió tu plataforma electoral en el municipio (503.990, el 30,94 %), es que has hecho un pan como unas hostias.

Si crees que tu victoria principal es la de vencer a un muerto, tu ex partido, es que eres un necrófago mucho menos inteligente de lo que te gustaría parecer porque, al menos el engendro Podemos fue aupado por los medios del capital a partir de una potencialidad de voto muy superior, la que dejaba abierta un PSOE tras la dimisión de Rubalcaba, muchos millones de votos potenciales. Hoy el PSOE ha recuperado la mayoría de los que que les dejó en préstamo a Podemos para que se los guardase (he observado que el artículo que escribí en su día ha vuelto a ser visitado con cierta frecuencia en estas semanas) y tú intentas levantar un techo de voto a partir de los restos de un partido que ha perdido la mitad de los que tuvo en su día. Como buitre, perteneces a la parte inferior de la cadena trófica y estás haciendo un pan como unas hostias.

En un tiempo en el que todo se sabe, salvo entre los fanáticos y los desinformados que, aunque carezcan de cultura política se enteran de más de lo que parece, tu camino desde el coqueteo con Izquierda Anticapitalista, hasta tu presencia en Podemos, combatiéndoles, ahora tu posición a la derecha y enfrentado a muerte con la dirección de los podemitas, que tiene bemoles, con lo que se han ido corriendo hacia el “realismo”, y tus intentos de congraciarte con los anticapi Kichi y Teresa Rodríguez, se hace tortuoso y lleno de miserias. Es con tu imagen de trepa oportunista con la que vas labrando tu destino. Con ella estás haciendo un pan como unas hostias.

Tus zigzagueos ideológicos últimos desde el peronismo reaccionario, vía Laclau, hasta tu propuesta de partido verde y feminista, a caballo entre Dïe Grünen y Ocasio y, según sople el viento lo que toque, son una evidencia más de que eres una especie de veleta a lo Rivera, sin principios ni decencia política. Haces de tu trayectoria política un pan como unas hostias.

Que repitas el esquema estúpido de Podemos -construcción desde arriba, dependencia de los medios del capital, imágenes en las papeletas (hiperliderazgo), plataforma de amiguetes “notables” (mediocres, como en Podemos, con ambición de vivir de la política como profesión. Se os nota que leísteis a Max Weber), ausencia de línea política coherente y declarada, proyecto de alianzas de “totum revolutum” -ese en el que, en cuanto se harten de verte de gran timonel, te dejarán solo en la chalupa- y picoteo de oportunidad allá donde haya hueco, transversalidad ideológica más elástica que la del chicle Boomer- indica que tu condición de teórico de la política está la altura de cualquiera de esos vendedores del capitalismo “win-win” y de uno de tantos predicadores de las virtudes de la economía colaborativa y las “start tups”. Lo tuyo es hacer panes como hostias, aunque los vendas como si fueran de masa madre.

Pero no se fíen. Aunque los constructores de hostias que venden panes tengan las patas cortas, siempre habrá desde el poder del capital quienes no les desdeñen como posibles juguetes de la ilusión democrática para ilusos. Quizá el reloj parado acierte en su hora cuando quien dicta el sentido del tiempo decida que lo haga. La ruleta gira y gira....