29 de abril de 2014

RUSIA, EL OGRO IDEAL

Armando B. Ginés. Diario-Octubre

El régimen capitalista mundializado necesita enemigos o adversarios para seguir alimentando su existencia. Con el derrumbe de las estructuras políticas de la URSS y otros países de corte similar, el capitalismo y EE.UU. se quedaron sin referencia opositora ideológica. El neoliberalismo empezó su andadura en completa libertad, inundando todo el espectro social e implementando a placer sus medidas de choque contra la clase trabajadora y lo público, con resistencias muy puntuales en algunas zonas geográficas de la denominada globalización.

La izquierda en su conjunto entró en barrena fruto de la desorientación que provocó el desmembramiento de las repúblicas soviéticas. El capitalismo campaba a sus anchas al no tener un opositor que mediatizara sus ideas y programas políticos, mientras las clases populares tuvieron que adoptar por obligación una actitud defensiva a ultranza.

Someter a la clase trabajadora fue el primer hito del neoliberalismo económico, actitud beligerante de las élites que también alcanzó de lleno a las capas medias de las sociedades del bienestar. La intranquilidad social fue en aumento, deteriorándose las condiciones de vida en Occidente de forma paulatina y sostenida. El surgimiento de las tendencias posmodernistas vinieron a dar sustento y soporte ideológico al neoliberalismo a través de discursos blandos que hablaban de un futuro radiante donde la individualidad autorrealizativa iba a ser el final feliz de las disputas ideológicas y la lucha de clases.

La cruda realidad desmintió con hechos palpables y demoledores el relato idílico de las derechas neoliberales y de las socialdemocracias afines al capitalismo. La pobreza y la precariedad vital acrecentaron su intensidad súbitamente y el edificio basado en el neoliberalismo posmoderno mostró sus carencias y fauces reaccionarias sin tapujos.

Las inquietudes en las sociedades occidentales tomaron cuerpo en protestas y movilizaciones masivas. Y el régimen globalizado capitalista no tuvo más remedio que inventar nuevas fórmulas para polarizar la tensión acumulada hacia fantasmas políticos creados a propósito para canalizar y desviar la atención del descontento popular.

La guerra contra el terrorismo internacional fue el estreno de esta estrategia o molde para anular y desvirtuar las movilizaciones en marcha. Todos teníamos ya un enemigo común, el terror yihadista musulmán, táctica que sirvió para apretar las tuercas legales y restringir los derechos de reunión, expresión y en materia civil básica. Todo por la seguridad era el lema repetido hasta la saciedad.

Cuando el fenómeno terrorista se atenuó en los medios de comunicación, el enemigo maléfico cambió de protagonista estelar, buscando adversarios ideológicos en las experiencias más o menos revolucionarias latinoamericanas de Venezuela, Ecuador y Bolivia. En estos tres países se buscaban mecanismos originales y radicales para hacer frente al expolio neoliberal, y además con la sanción mayoritaria de las urnas. Demasiado para las elites hegemónicas.

El peligro que suponían las trayectorias lideradas por Chávez, Correa y Morales había que contrarrestarlo de modo fulminante, comenzando una marea orquestada a escala universal contra sus políticas progresistas de reparto de la riqueza y de nacionalización de los recursos principales de carácter natural o económico.
Caracas, Quito y La Paz se transformaron en diablos comunistas que había que combatir de manera expeditiva, no fuera a ser que el efecto contagio y el éxito de sus programas llegaran a calar en la izquierda de otros lares, sobre todo en Europa. La desestabilización política de los tres países citados pasó a convertirse en asunto prioritario en la agenda de EE.UU. y la Unión Europea.

Ahora mismo, estamos en la tercera fase ideológica del imperio neoliberal posmoderno. El capitalismo no puede vivir sin un opositor fuerte que valide sus discursos derechistas y sus flagrantes injusticias sociales y de todo orden. Rusia reúne todos los requisitos para tomar el relevo del terrorismo, Venezuela, Ecuador y Bolivia en el imaginario popular de demonio político malvado, recurrente y sin ninguna arista positiva en sus determinantes esenciales constitutivos.

Con inteligencia y parsimonia calculada, se ha ido llevando el conflicto internacional a los aledaños domésticos de Moscú. Crear problemas financieros y de seguridad a Rusia es la táctica actual para así impedir que el enorme país pueda resolver sus cuitas internas de modo pacífico al tener que reservar y destinar ingentes cantidades de recursos humanos y económicos a la defensa de sus fronteras e intereses geoestratégicos.

Llevar la guerra a Moscú es el factor clave de la situación que hoy vivimos entre una telaraña mediática bien urdida que presenta unilateralmente a Putin y Moscú como agresores ficticios de una conflagración diseñada por el Pentágono y el estamento multinacional y militar de Washington.

Las controversias de la actualidad nada tienen que ver con un enfrentamiento entre la libertad capitalista y los supuestos delirios de grandeza de Rusia, antes al contrario se trata de una estrategia del neoliberalismo para seguir dominando en la esfera mundial lastrando las capacidades autóctonas de las izquierdas trasformadoras de los países capitalistas.

Se pretende que Rusia aglutine los miedos provocados por el capitalismo, una estrategia ideológica de largo recorrido que neutralice desde su raíz el descontento social por el desmantelamiento de los estados del bienestar y la precariedad laboral existente ahora. Inducir el odio emocional a Rusia es el santo y seña de la nueva fase imperialista para lograr coyunturas favorables al statu quo capitalista.

Construir y difundir nuevos pánicos irracionales logrará desactivar en gran medida la operatividad de la izquierda más radical comprometida con una sociedad más justa, democrática y equitativa. Hay un sedimento cultural contra Rusia larvado durante muchas décadas muy similar a los nacionalismos de impulso sentimental o a los rifirrafes cotidianos por cuestiones deportivas, principalmente en el campo futbolístico.

De momento, las izquierdas europeas está haciendo el juego y bailando al son que marcan las tendencias mediáticas de Occidente. Son tan puristas y estrictas con las ideologías ajenas que son incapaces de ver más allá de los clichés secundarios que conforman imágenes estereotipadas de los líderes y sistemas políticos nominados como adversarios de la opulencia capitalista.

Putin tiene muchos defectos y tics autoritarios, dicen las malas lenguas. Chávez era un populista, al igual que lo son Correa y Morales. De estas imágenes construidas ad hoc son incapaces de salir las izquierdas occidentales. Tienen miedo a pensar por sí mismas y a romper el escudo ombliguista de superioridad que les afecta como un virus desde el fin del mundo bipolar surgido tras la segunda guerra mundial.

Si la actual estrategia del neoliberalismo mete en cintura a Rusia, todos padeceremos las consecuencias de la nueva situación internacional. Una victoria hipotética de las tesis de Washington afianzaría las políticas de recortes y de privatización generalizada. Los mercados se sentirían más fuertes y la clase trabajadora más débil.

La edición tercera de la guerra universal es una quimera para generar pánico instrumental en los países occidentales. Habrá escaramuzas bélicas, sin duda alguna, pero todo terminará con pactos más o menos diplomáticos. El aislamiento de Rusia frente a las huestes fascistas de Ucrania financiadas por Wall Street y Bruselas, hará que Moscú tenga que dialogar a la baja para salvar un conflicto mayor. Si las izquierdas occidentales fueran capaces de realizar un análisis más complejo, independiente, libre y crítico de la situación actual, Washington, la Unión Europea y los mercados tendrán que domeñar sus intereses y entrar al diálogo con Rusia menos envalentonados y seguros de sí mismos.

Muy difícil que la izquierda europea se sacuda sus complejos históricos de inferioridad con las derechas transnacionales. Existe demasiado lastre acumulado en renuncias para que de botepronto surja una actitud plural más valiente y decidida.

Putin no es dios ni encarna un mundo nuevo más solidario que el actual. El neoliberalismo, menos aún. Pero Rusia si es un contrapeso contra los designios arbitrarios de Obama y la OTAN. Callar y ponerse a las órdenes del capitalismo no es la mejor solución ni la única posible.

Rusia es el enemigo ideal para concitar adhesiones acríticas y sentimentales a la explotación capitalista, un adversario formidable para que las políticas neoliberales sigan su curso en los próximos años hasta el advenimiento de un nuevo enemigo que tome el testigo de Moscú. El capitalismo tiene que inventarse opositores ficticios, tanto internos como externos, para colonizar las mentes de las masas populares menos politizadas con binomios excluyentes que las haga pensar en guerras de las galaxias virtuales y de aventuras infinitas.

Mientras se piensa en guerras, los problemas cotidianos pasan a un segundo plano. Las penas con religión o ideología maniqueísta parecen menos penas. De esta forma, el pensamiento crítico se va deslavazando hasta quedar en mero residuo inocuo y desechable. Rusia es para Occidente lo que el Barcelona para los madridistas y el Real Madrid para los culés: el ogro que necesitan para evadirse de su cruda realidad social.

ESPAÑA DESTRUYÓ 184.600 EMPLEOS EN EL PRIMER TRIMESTRE: EL PARO SUBE AL 25,93%

elEconomista.es 

Sigue la tendencia: hay menos gente en paro, pero también menos ciudadanos trabajando. Durante el primer trimestre de este año, el desempleo bajó en 2.300 personas en comparación con los últimos tres meses de 2013. Es un dato positivo en cuanto supone el primer descenso del paro en un primer trimestre desde el año 2005, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Además, en los últimos doce meses la cifra total de desempleados se ha reducido en 344.900 personas.

Ahora bien, hay que valorar este descenso de los parados junto a otro dato: la caída de los ocupados, de la gente que está trabajando. Hasta 184.600 personas menos que en el trimestre anterior.

Tras este recorte del desempleo, el número total de parados alcanzó la cifra de 5.933.300 personas a cierre de marzo. No obstante, como consecuencia de la evolución de la población activa, que bajó en 187.000 personas entre enero y marzo, la tasa de paro escaló dos décimas y se situó a cierre del primer trimestre en el 25,93%, tal y como esperaban los expertos. 

Dentro del periodo de crisis, en todos los primeros trimestres desde 2008 el paro ha registrado subidas, siendo la más pronunciada la del primer trimestre de 2009, cuando la economía española sumó 811.400 desempleados.

¿Y el efecto desánimo? El número de activos, personas en edad de trabajar, sigue menguando en España. Entre enero y marzo, la población activa disminuyó en 187.000 personas, hasta un total de 22,88 millones. Aunque sorprende aún más la reducción experimentada en un año (en comparación con el primer trimestre de 2013): en un total de 424.500 personas. 

Por su parte, la tasa de actividad se sitúa en el 59,46% , la más baja desde el segundo trimestre de 2007. 

Se destruyeron 184.600 empleos
En el primer trimestre de este año se destruyeron 184.600 empleos. Es el menor descenso en este este trimestre desde 2008, cuando se perdieron 97.900 puestos de trabajo. En el último año, la ocupación ha descendido en 79.600 personas. En concreto, a cierre de marzo había un total de 16,85 millones de personas trabajando, lejos de los 20,40 millones de cierre de 2007.

Si entramos en el detalle se observa que todos los empleos destruidos entre enero y marzo pertenecían al sector privado, que registró un retroceso de la ocupación de 195.800 personas, mientras que el empleo público aumentó en este trimestre en 11.100 personas. El sector público acumula un ajuste de 31.200 puestos de trabajo en el último año, mientras que el privado ha destruido 48.400 empleos.

En el primer trimestre de 2014, el número de asalariados retrocedió en 164.000 personas, de las que 112.400 tenían contrato temporal y 51.600 eran asalariados indefinidos.

Paro de larga duración
Otro de los datos que destaca de la última EPA es que de los más de 5,9 millones de parados contabilizados en España al finalizar marzo, el 14,85% son jóvenes menores de 25 años y más de la mitad, el 50,1%, son parados de larga duración, otro de los colectivos que más sufre la crisis.

De hecho, el número de parados de larga duración (más de un año en el paro) se incrementó en 9.900 personas en el primer trimestre, un 0,33% más que en el trimestre anterior, hasta rozar casi los tres millones de personas (2.975.800). En el último año, los parados de larga duración han aumentado en 49.300 personas.

La tasa de paro juvenil escala al 55,48%
Más datos. El número de jóvenes en paro menores de 25 años bajó en 25.700 personas en el primer trimestre, situando la cifra total de jóvenes en situación de desempleo en 881.400 al finalizar marzo.

No obstante, pese al descenso absoluto del desempleo juvenil, la tasa de paro de este colectivo escaló hasta el 55,48% al término del primer trimestre, lo que supone seis décimas más que en el trimestre anterior, cuando el desempleo de los jóvenes menores de 25 años se situó en el 54,88%.

La evolución de la tasa de paro de los jóvenes depende de cómo se comporte la actividad. Aunque ha descendido el desempleo, también lo ha hecho el número de activos menores de 25 años y además a mayor ritmo.

Suben los hogares con todos los miembros en paro
Otro dato que preocupa de la Encuesta de Población Activa es que los hogares con todos sus miembros en paro subieron en el primer trimestre del año en 53.100, hasta situarse en 1.978.900.

Por su parte, los hogares con todos sus integrantes ocupados se redujeron en 27.900 durante enero y marzo de este año, un 0,3% respecto al trimestre anterior, hasta un total de 8.659.500 hogares. En el último año, las familias con todos sus miembros ocupados han subido en 121.200 (+1,4%).


Datos por comunidades

Las mayores bajadas del número de parados este trimestre respecto al anterior se dan en Andalucía (59.200 menos), Canarias (9.300) y Comunidad de Madrid (8.600). Por el contrario, los mayores incrementos del desempleo se observan en Illes Balears (18.800 parados más) y Galicia (16.100).


En variación anual, el paro baja en casi todas las comunidades, y sólo Galicia presenta un incremento de cierta consideración (9.100 parados más). Los mayores descensos del desempleo se dan en Cataluña (108.800 parados menos) y Andalucía (78.300).

Mientras Navarra registra la tasa de paro más baja de España (17,12%), Andalucía, en el extremo opuesto, presenta una tasa del 34,94%.
Por sectores, el desempleo aumenta en los servicios (27.700 parados más), en la construcción (7.200) y en la industria (5.100). Por el contrario, disminuye en la agricultura (?5.400). El paro crece en 9.900 entre las personas perdieron su empleo hace más de un año. En cambio, los parados que buscan primer empleo bajan en 46.800.


Cambio de base

El INE recuerda que la EPA que se publica hoy se calcula con la nueva base de población para ajustarla al censo de 2011.