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9 de diciembre de 2019

El MERCADO DEL MIEDO ¿POR QUÉ Y A QUIÉN BENEFICIA?


Por Marat

¿Qué tienen en común noticias como el llamado apocalipsis antropocénico, que nos advierte de la extinción de la vida sobre la tierra y el de humanidad en particular, la amenaza recurrente del fin de las pensiones públicas, la enumeración del sinfín de males que traería la desmembración de España, el supuesto fin de la civilización occidental a manos de una supuesta invasión de inmigrantes de grupos étnicos “exóticos”, en el que un adolescente mena es, más o menos, un yihadista del DAESH, el choque de civilizaciones, la interesada promoción mediática de cualquier noticia relacionada con la extrema derecha y el fascismo nacional e internacional, la insistencia en una previsible descomposición de la UE como antesala de un momento previo al verano de 1914 (instantes antes de la I GM), las noticias que insisten en la insostenibilidad del Estado del Bienestar o el creciente peso de las secciones o páginas de sucesos en la información de los “telediarios” y la prensa?

Antes de darles una respuesta directa, imagínense que conducen ustedes un vehículo por una carretera comarcal o local en medio de una noche cerrada, sin iluminación en el arcén y con la luna oculta tras unas nubes que apenas atisba.

De repente, un obstáculo aparece a apenas dos metros de su coche. Usted frena en seco, sintiendo toda la presión de la desaceleración sobre su cuerpo. Es un venado cruzado en mitad de la carretera, que le mira con los característicos ojos rojos que provocan los faros de su vehículo incidiendo sobre los vasos sanguíneos de su retina. Usted logra frenar a sólo unos centímetros del animal y contempla ese momento en el que la muerte y la vida se funden en la parálisis del animal que ha sido incapaz de reaccionar ante el peligro de morir aplastado. Afortunadamente, el cérvido reacciona y, de un salto, salva la distancia entre el centro de la calzada y la otra orilla de la misma ¡Ufffff!

Quisiera que usted se detuviese en la idea de “la parálisis del animal”. Es un asunto central en la exposición de lo que intento contarle.

Cuando a un ser humano o a una sociedad se les aturde con más problemas de los que pueden digerir y a los que les es posible hacerles frente, todos y a la vez, la parálisis es la respuesta esperable ¿Va entendiendo usted de qué le hablo?

¿Acaso los problemas que les describí en el primer párrafo son una invención? ¿No hay en ellos siquiera un punto, por pequeño que sea, de realidad? No seré yo quien lo niegue.

La cuestión no es siquiera el grado de verdad que haya en ellos (es sabido que la verdad es un concepto casi teológico del que hay prácticamente tantos sacerdotes como fieles. Otra cosa distinta es la realidad y cómo se analiza) sino para qué sirve, con qué fines y a quién/es beneficia y, sobre todo, en contra de quiénes.

La humanidad, a lo largo de su historia, jamás se ha planteado desafíos que no pudiera afrontar. El riesgo de los problemas actuales no está tanto en su importancia real y en el cómo pueden afectar a la sociedad como en que se asuman como insuperables. 

Si en todo el alarmismo social, político, económico y civilizatorio con el que se nos condena a las puertas del infierno tuviese una víctima sería la de los eludidos en él; las víctimas de un sistema capitalista que no logra levantar cabeza tras el inicio de la última fase de su crisis, la iniciada en 2007.

Las clases subalternas, trabajadores asalariados, autónomos en lucha por su propia supervivencia, nuevos sectores salarizados de los antiguos sectores profesionales, empobrecidos por la recesión, mujeres de sectores en los que la sobreexplotación es su única salida laboral, trabajadores desfasados de los nuevos sistemas de producción, víctimas de los procesos de reestructuración de plantillas que ya no logran prejubilaciones ni despidos ventajosos, personas caídas en la mendicidad, serán las que paguen los conflictos identitarios entre banderas nacionales ¿Cuándo se convirtió aquello de no dividir a los trabajadores en patrias, desde una posición internacionalista, en España la única nación o Cataluña, una grande y libre? ¿Por qué se enfrentan banderas dentro de la UE del capital entre norte rico y supuestamente trabajador y sur dependiente y supuestamente vago? ¿Durante cuánto tiempo servirá la satanización del sin papeles a la ausencia de reivindicaciones de derechos por parte de quienes prefieren culparles a ellos de sus desgracias que enfrentarse el sistema económico que salva beneficios empresariales y condena a unos y a otros a la una vida de sobreexplotación, subsidios y precariedad?

En paralelo, las necesidades de acumulación del capital se llevarán a cabo reduciendo salarios, pensiones o despidos, empobreciendo mediante austeridades impuestas y adaptaciones a la vida cotidiana las renovaciones tecnológicas en beneficio del medio ambiente y de sistemas de ahorro energético y de descarbonización , poniendo en pie una quinta revolución industrial y de servicios en la que la emergencia planetaria anulará la cobertura de  necesidades sociales, mientras las clases subalternas sufragarán los costes de la transición ecológica hacia una renacida reproducción ampliada del capital, que vendrá del cambio de sistema tecnológico y productivo, energético y de los transportes y que será impuesta, vía fiscal, por una “democracia” crecientemente autoritaria.   

¿Reflexionamos por un momento sobre el por qué y el para qué del mercado del miedo y de sus mercaderes? ¿Nos preguntamos por la función de los medios de des-información, oficiales y de las fake news, competidores por el poder del discurso finalmente hegemónico entre las distintas facciones del capital?

¿Ustedes qué son? ¿Cervatillos cegados por los focos del vehículo mediático, en el que su y juicio libertad se limita a elegir la cabecera del medio que ha de intoxicarles? ¿Borrachos de la taberna física o de las redes sociales, en las que depositan la rabia impotente de las frustraciones que les causa tanto miedo inducido?

¿Son conscientes de que pertenecen a la clase social perdedora y que seguir siéndolo depende de que acepten o no su destino y se organicen en el mundo real, abandonando el llanto tanguista de las redes sociales, que les condena a la impotencia como objetos sin conciencia de sujetos?

¿Continuarán culpando al político, que pinta menos ante la posibilidad de cambiar la realidad que Harry el Sucio en la Comisión de Amor y Espiritualidad del 15-M, de sus males en lugar de al poder real, el económico, que es el que dicta al político lo que tiene que hacer (nos vamos a reír con las medidas sociales del futuro gobierno de coalición, al que ya han apretado las tuercas los grandes empresarios), al que si no se enfrentan les devolverá a las condiciones de vida de sus abuelos?

¿Seguirán creyendo aún que las revoluciones se hacen en el Facebook o Twitter en lugar de viéndose las caras y reuniéndose con sus iguales o que ser militante de una organización de clase es lo mismo que ser un adscrito 2.0 a Podemos o al PACMA o a los defensores de la última extravagancia surgida del frikimundo paralelo de las multidivididas y enfrentadas "diversidades"?

Ustedes mismos.