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16 de enero de 2017

INTERMÓN OXFAM Y EL CÁNDIDO CUENTO DE LA REDISTRIBUCIÓN

60 años viviendo del cuento y 2.000
 contando el mismo cuento
Por Marat

No puedo con los curas. Se me atragantan. Y no porque no admita que hay dentro de ellos una parte realmente comprometida con un mundo de justicia e igualdad reales pero su tendencia a buscar la vía más pacífica y pacifista para lograrlo les lleva a esconder las causas reales de la desigualdad. Por lo mismo no puedo ni soporto a la vieja socialdemocracia ni menos aún a los progres, que ya han olvidado incluso las raíces de la desigualdad en una estructura de clases que se asienta en la explotación dentro del mundo laboral y en la apropiación del trabajo ajeno. Esto para no hablar de plusvalía, que a algunos les suena a “viejo comunismo rancio de Marx”, aunque no conocen nada de Marx, ni siquiera a través de la vía falsificada de los planes de estudio de los que ha sido excluido ya hace años. Pero los ignorantes tienen un inmarcesible apego a dar lecciones de “cuñao” de lo que ni siquiera alcanzan a hablar de oídas.

Lo de los curas va por Intermón Oxfan. Esta organización (ONG), plagada de profesionales a sueldo a costa de la pobreza, nació católica en 1956 y ligada Secretariado de Misiones y Propaganda de la Compañía de Jesús (los jesuitas). Era entonces una organización asistencialista. Hoy, más laica formalmente, sigue manteniendo vínculos con los jesuitas y con la misma orientación de dar cataplasmas a la pobreza.

Para Intermón Oxfam es necesario luchar contra la pobreza mediante un mayor aumento del gasto público (de los Estados) para hacer frente a la lucha contra la pobreza global y la desigualdad.

En su último informe, “Una economía para el 99%”, esta ONG se plantea la necesidad de “repensar el modelo económico”. Cada vez que escucho o leo la palabra repensar sé que estoy ante un vendedor de humo, que no tiene intención alguna de transformar la realidad. A estas alturas del capitalismo ya debiéramos saber dónde se produce el origen de la desigualdad, que no es ni en la cuna ni en la diferencia de salarios, por adelantar alguna conclusión sobre dicho informe.

Y cada vez que leo o escucho a alguien hablar del 99% y del 1% sé que un charlatán quiere jugar al engaño. No hay un 99% de personas oprimidas por un supuesto 1% porque el capitalismo es una estructura social que requiere de algo más de base que el 1% y porque de las estructuras de dominación de la burguesía participan otros sectores que no son los plutócratas más megaricos. Está toda esa clase alta, media-alta y media, que tiene medios de producción propios, contrata trabajadores y los sobreexplota con salarios de miseria, largas jornadas laborales, contratos basura, represión y amenazas de despido si se quejan. Así que esos no son oprimidos y, francamente, si los muchimillonarios, al concentrar su riqueza, amenazan la estabilidad de los sectores de las medianas y pequeñas empresas no seré yo quien llore por ellos. No me hablen de que crean empleo porque, mucho de ese empleo es de tipo inducido; es decir, que proviene del que genera indirectamente el gran capital, que también es enemigo y opresor de la clase trabajadora.

Y es que muchos, iletrados, ignorantes o gentes de mala fe, tratan de desvincular pobreza y clase social. Pero “los pobres” pertenecen a una clase social determinada, cada vez más trabajadores ocupados están bajo el umbral de la pobreza y los parados tampoco pertenecen a los ricos (la burguesía capitalista, que decimos los comunistas rancios).

Cuando se alude al “modelo económico”, y no al sistema económico, de lo que se está hablando es de una forma de lograr productividad, crecimiento y redistribución pero sin poner en tela de juicio las bases sociales de ese sistema económico que no son otras que el trabajo asalariado, unas relaciones sociales de producción capital-trabajo, una propiedad privada de los medios de producción y, consecuentemente a lo que acabo de señalar, una apropiación privada del beneficio. Y es aquí donde se encuentra la madre del cordero. Éstas y no otras son la base de la desigualdad y de la pobreza.

Una propiedad social (no digo simplemente estatal) de los medios de producción conllevaría, inevitablemente, un reparto más justo e igualitario de la riqueza nacional e internacional, si dichas relaciones sociales de producción cambiasen desde la base e implicasen un intercambio justo y equivalente entre los países.

Pero Intermón Oxfam pretende personalizar, en lugar de hablar de un sistema de relaciones sociales dentro del mundo empresarial, y contarnos que entre Amancio Ortega, de Inditex, su hija Sandra Ortega y Juan Roig, de Mercadona acumulan tanta riqueza como el 30% más pobre de España. Prefiere contarnos también que en nuestro país el ejecutivo que más cobra tiene un sueldo 96 veces superior al empleado medio,

Cuando las cifras son escandalosas bloquean el pensamiento y la capacidad de reflexionar sobre las raíces reales de la desigualdad.

De este modo Intermón Oxfan puede vendernos que hay que hacer políticas fiscales más redistributivas y subir los salarios a 1.000 euros para que haya un reparto más equitativo de los bienes como, si el Estado, que es el destinatario de tales peticiones, no fuera el Estado de una clase social concreta y como si la burguesía fuese a permitir que se dañara su tasa de acumulación, vía impuestos o vía salarios más elevados.

A base de cifras escandalosas, los curas y sus laicos monaguillos pretenden hacernos tontos, que nos conformemos con unas migajas más, que no nos van a ser concedidas sino en la medida en que podamos consumir más y hacer más ricos a a los ricos para los que estas gentes bondadosas rezan y trabajan, que no queramos cortar el nudo gordiano del capital que nos atenaza y que jamás reclamemos para nosotros, no ya el fruto de nuestro trabajo, que siempre será un salario, mayor o menor pero injusto, sino la abolición de unas relaciones contractuales en la que la producción es social pero la riqueza es privada.

¿Nos sorprende que la cumbre de los megaricos en Davos arranque, mañana martes 17 de Enero con la cuestión de la “reforma del capitalismo” en su agenda, el mismo cuento que el G-20 propuso en 2009? No debiera. Las religiones y los capitalistas ponen de manera eterna el la zanahoria delante del burro; una zanahoria que el asno nunca llegará a alcanzar mientras la misma mano sujete el palo del que cuelga.   

Pero eso sería socialismo, algo defendido por comunistas. Y ya se sabe que los que nos acunan y duermen con cuentos, recordando a León Felipe, son mucho más eficaces -pregúntense para quienes y con qué objetivos- que las arengas que les soltamos los rancios marxistas.