Todo es un show. La banalización de la realidad política como parte del gran circo que aliena mentes y voluntades |
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
PROPUESTA DE EXIGENCIAS AL POSIBLE PRÓXIMO GOBIERNO DE AMPLIAS ALIANZAS
HASTA LOS COJONES DEL ASUNTO LUIS RUBIALES Y DE TODO EL SHOW
TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
Mostrando entradas con la etiqueta Constitución. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Constitución. Mostrar todas las entradas
20 de mayo de 2019
CHARLATÁN
Por
Marat
charlatán:
“Que habla mucho y sin sustancia...embaucador” RAE
Existe
un sector social difuso, no organizado, pero consciente, y sospecho
que creciente que se niega a tragar las píldoras “roja”
(pseudoroja) o “azul” del Matrix de nuestro presente político
colectivo.
Ir
a contracorriente hoy y no comprar falsas ilusiones tiene un precio:
el de ser acusado de radical y de no ofrecer alternativas porque la
de organizarse como clase, al margen de los flautistas de Hamelín
del momento, combatir allá donde se producen y reproducen las
contradicciones capital- trabajo y preparar la resistencia,
formándose políticamente para no ser tratados como idiotas, exige
demasiado esfuerzo. Por eso para muchos en el mientras tanto, hay que
reincidir en el bucle eterno de seguir una y un millón de veces la
senda que, inevitablemente, nos lleva a la derrota porque ello
permite esquivar el sacrificio y los caminos más duros y difíciles.
Se
nos rechaza a quienes estamos en otra cosa distinta al circo del
parlamentarismo porque pone en evidencia que el rey está desnudo y
que los ilusos de la ilusión democrática son cómplices acomodados
y conscientes de la mentira que se autoadministran a sí mismos.
Pero
lo cierto es que las mentiras tienen las patas cada vez más cortas,
que los charlatanes no son parte de la solución sino de un problema
que demora la solución necesaria del enfrentamiento de clase contra
clase, vendiendo el falso elixir curalotodo del “si se quiere, se
puede”, cuando sabemos que ocupar el poder, como inquilinos sin
tomarlo, no es otra cosa que convertirse en asalariados del capital
que marca los límites del juego, sus tiempos y los ritmos de
aplicación de sus curas de caballo contra la clase trabajadora; unas
veces a cargo de progres, otra de ultraliberales y pronto de un
fascismo que llegará por abandonar la perspectiva de clase, mentir y
autoengañarse en que basta con desear el cambio social para que este
llegue y repetir lo mismo una y otra vez, esperando resultados
diferentes, que diría Albert Einstein.
El
momento político actual español, europeo y mundial es el idóneo
para los charlatanes de feria de la gran demagogia democrática,
vendedores de crecepelos para calvos, oferentes de soluciones
definitivas, fáciles y al alcance de la mano, sin sacrificio
militante alguno para el votante. De Revilluca, el aldeano, hoy
demócrata al que se le entiende todo, y ayer franquista, al
peronista Errejón, que es como un falangista pero con verborrea
hueca y pedante importada de Argentina, pasando por el siempre
crispado don Crispín Iglesias que, ante tanto desafuero, nos ofrece
como bálsamo de Fierabrás el caducado ungüento que ayer vendía el
youtuber- predicador Anguita, su maestro. Y es que no hay nada como
ir de “influencer”, aunque decreciente, en el gallinero
parlamentario.
En
esta campaña electoral, Pablo Iglesias Turrión -nada que ver con
Pablo Iglesias Posse-, sería comparar la noche con el día, no para
de repetir una media verdad que como todo el mundo sabe es peor que
una mentira. Me refiero a los supuestos derechos de la Constitución
que no se cumplen. El economista marxista Diego Guerrero también lo
aborda en el Capítulo 5 del texto “Desempleo,
keynesianismo y teoría laboral del valor”.
En el EEC (Espacio de Encuentro Comunista) lo hemos trabajado con
detenimiento. Pueden encontrarlo ustedes en el siguiente enlace:
https://encuentrocomunista.org/static/media/medialibrary/2019/05/EEC-SituacionTrabajo2019.pdf
En
lo que sigue me limito en extractar un parte del mismo con el
objetivo de por lo menos se sepa de qué está hablando el charlatán
cuando dice que la Constitución dice eso que no dice y que él dice
que dice en relación al Derecho al trabajo, al derecho a la
vivienda, etc.
Y
es que este charlatán olvida conscientemente la lógica del capital:
la de la rentabilidad sustentada en la explotación del trabajo
asalariado y esta lógica funciona sí o sí por encima de la
voluntad de las personas y por supuesto de todo gobierno por muy
progre que quiera ser. Si esto no fuera así no sería capitalismo
sino otra cosa.
Les
dejo con el extracto. Es algo largo pero clarificador.
“Las
experiencias laborales que hemos puesto en común en todo el bloque
anterior de intervenciones, nos muestran el estado actual de un
proceso que ha sido conducido sistemáticamente desde mediados de los
años setenta.
Lo
que vamos a intentar ahora es mostrar una panorámica de cómo se ha
conducido este proceso. Para ello necesitaremos entrar en varias
áreas: desde dar algunas pinceladas de derecho -como por ejemplo,
explicar por qué en la práctica no tenemos derecho al trabajo-
hasta ir viendo cómo se ha ido modificando el tipo de contratación
para que ahora se hayan generalizado las situaciones que acabamos de
poner en común. Al final del documento se incluyen los enlaces a la
legislación mencionada.
Y
es que para moldear las relaciones laborales de manera que satisfagan
los intereses del capital, se hacen leyes que quitan las líneas de
protección que los trabajadores habían arrancado anteriormente con
sus luchas. Esto se lleva haciendo sistemáticamente desde el inicio
de la Transición Política en todos los ámbitos legislativos y de
negociación social, cualquiera que haya sido el partido que ocupara
el poder. Lo adornan como leyes para mejorar el empleo, luchar contra
el paro juvenil, para aumentar la competitividad del país, etc. Pero
la esencia es abaratar el factor trabajo y, como consecuencia,
incrementar la tasa de explotación y de plusvalía.
Las
leyes deben ser vistas en su conjunto, más allá del ámbito, del
título o del epígrafe donde decidan poner las palabras más
altisonantes y bonitas. Si se clasifica un derecho como fundamental
pero luego no se establece quién debe garantizar su cumplimiento, o
si la ley que lo desarrolla le quita en la práctica tal rango, el
concepto jurídico de fundamental no coincide con lo que los
trabajadores entendemos por tal. La cosa se hace más evidente si
comprobamos que los derechos del capital experimentan un trato
opuesto.
Desde
este punto de vista, lo primero que debemos poner negro sobre blanco
es que la Constitución Española no contempla como derechos
fundamentales y, por lo tanto, no garantiza ni obliga a los poderes
públicos su defensa y cumplimiento, aquellos que para cualquier
persona lo son; nos referimos, por ejemplo, a la vivienda, a la
educación en todos sus niveles y, por supuesto, el derecho al
trabajo. Teniendo presente que, en una sociedad capitalista como la
nuestra, el trabajo es lo único que te permite tener y mantener
regularmente unos ingresos y, por lo tanto, unos mínimos niveles de
subsistencia, el carecer del mismo y de la posibilidad de exigirlo es
la condición para verte sometido a las condiciones de explotación
que impongan los empresarios.
La
Constitución contempla en su artículo 53 cuáles son los derechos
de los que podemos reclamar su cumplimiento. Esta distinción entre
derechos reclamables (los derechos contemplados entre los artículos
14 y 29) y los simples derechos, es básica, ya que solo los primeros
permiten que cualquier persona puede exigir su aplicación, y son los
que los poderes públicos están obligados a proteger; el resto de
“simples” derechos sólo pueden ser reclamables si la ley que los
desarrolla lo contempla.
Vemos
por ejemplo que el derecho a la vivienda no lo contempla la
Constitución como un derecho fundamental en la práctica y, por lo
tanto, como un derecho que podamos exigir. La Constitución lo trata
en los siguientes términos en el artículo 47: “Todos
los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y
adecuada”.
Es curioso que se utilice el verbo “disfrutar”,
pero no diga “tener”
ni “poseer”.
Es decir, defiende que podamos disfrutar una vivienda cuando la
tengamos, es decir, cuando la compremos o la podamos alquilar. Todos
sabemos que, cuando no pagamos la hipoteca o no pagamos el alquiler,
los poderes públicos junto a la policía te quitan el derecho a
disfrutar de la vivienda de la que te desalojan.
Hay
un derecho que sí está catalogado como fundamental, pero con un
ámbito de actuación restringido. Nos referimos a la educación, que
solo es reclamable y gratuita en el período de enseñanza
obligatoria (Artículo 27.4), desde los 6 a los 16 años. El resto de
la enseñanza ya no es un derecho fundamental en la práctica. Ello
es lo que permite que, en la nueva educación superior, los dos
últimos años de máster estén disponibles solo para quien pueda
pagárselos, restringiendo el acceso del resto -todos ellos hijos de
trabajadores- a los futuros trabajos menos cualificados.
Para
poder apreciar el contraste, antes de entrar de lleno con el derecho
al trabajo, vamos a echar un breve vistazo a cómo se tratan los
derechos del capital. En principio, éstos figuran, junto con el
trabajo, en el mismo rango que el artículo 53 establece como no
reclamables. Sin embargo, los propios artículos que recogen los
derechos del capital se encargan de dar un rango especial a estos.
Así, el artículo 33 reconoce el derecho a la propiedad privada, y
en su apartado 3 nos aclara que “nadie
podrá ser privado de sus bienes y derechos”.
Mientras tanto, en el artículos 38 “se
reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de
mercado”
indicando seguidamente con claridad que “los
poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio”.
De esta forma quedan salvaguardados en virtud del artículo 24, que
indica que “todas
las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los
jueces y tribunales en el ejercicio de sus derecho e intereses
legítimos”.
Para que no quede nada sin atar, los códigos civiles, mercantiles y
penales refuerzan esta protección en innumerables ámbitos.
Sin
embargo, el derecho al trabajo, ubicado en la misma sección de no
reclamables que los del capital, no goza de la misma elevación de
rango en su desarrollo. El artículo 35 se limita a afirmar en el
punto 1 que “todos
los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al
trabajo...”
y en el punto 2 se limita a estipular que “La
ley regulará un Estatuto de los Trabajadores”.
Si nos vamos al susodicho Estatuto de los Trabajadores, que
desarrolla este supuesto derecho al trabajo, contemplamos que no hay
a quién reclamarlo y el derecho que se contempla no es el derecho al
trabajo sino el derecho a trabajar cuando tengas un empleo. El
Artículo 4 apartado 2 del Estatuto nos dice que: “en
relación al trabajo, los trabajadores tienen derecho a la ocupación
efectiva”.
Más arriba indicábamos en relación al derecho a la vivienda un
trabalenguas parecido.
La
Constitución no puede reconocer el trabajo como un derecho exigible
por dos motivos: primero, porque en el capitalismo el trabajo es una
mercancía que los trabajadores vendemos, y el legislador no puede
garantizar por decreto su venta; segundo -y no menos importante-,
porque la inseguridad al buscar trabajo es necesaria para poder sacar
el máximo provecho desde el punto de vista de la explotación. No en
vano, en el artículo 38, que ya vimos que pedía a los poderes
públicos garantizar la economía de mercado, afirma además que “los
poderes públicos también tienen que velar por la defensa de la
productividad de acuerdo con las exigencias de la economía”.
Mas adelante veremos como esta exigencia de ser productivos es una
constante.
Pero
no solo no garantizan el trabajo ni la Constitución ni el Estatuto,
sino que este último deja claros los condicionantes que aplican
cuando se tiene. En el artículo 5, apartado a) se indica que: “los
trabajadores deben cumplir las órdenes e instrucciones del
empresario en el ejercicio regular de sus facultades directivas…”,
y en el apartado e) se indica expresamente que los trabajadores
“deben
contribuir a la mejora de la productividad”.
Así que “nuestro” Estatuto no solo no hace efectivo el derecho
al trabajo, sino que se encarga de dejar clara nuestra dependencia:
cuando trabajamos debemos ser rentables y obedecer lo que diga el
empresario, que es el que tiene las facultades directivas. En este
sentido, se hace patente el juego de nombres y de discurso para que
las leyes del capital se naturalicen por parte de los trabajadores.
El nombre de Estatuto de los Trabajadores no se corresponde con su
contenido. Lo que contempla esta ley no es ni más ni menos que una
relación social entre empresarios y trabajadores, y esta relación
es una relación de explotación. De una forma mucho más apropiada,
la ley anterior al Estatuto de los Trabajadores tenía el descriptivo
título de “Ley
de Relaciones Laborales”.
A
partir de este cuerpo legal, lo que vamos a exponer brevemente a
continuación es cómo esta ley de “derechos” de los trabajadores
nació y se ha ido modificando en favor del capital y en detrimento
de los trabajadores. El conjunto de Reformas Laborales, Acuerdos de
Negociación Colectiva y todo tipo de negociaciones que se han dado
bajo el paraguas del denominado Diálogo Social -nombre que no
designa más que la aceptación falaz de que los trabajadores y
empresarios tenemos intereses comunes-, ha supuesto una constante
pérdida de derechos que en la práctica suponen un trasvase del
salario de los trabajadores en beneficio del capital. El gráfico 1
que vimos más arriba permite contemplar de un vistazo cómo, siendo
el trabajo el único que crea valor añadido -el único que crea
valor-, pierde cada año más de la mitad de él, apropiado
(expropiado legalmente), por los empresarios. Veamos el proceso.
Partimos
de una situación previa de mediados de los 70, en los que la Ley
de Relaciones Laborales, de abril de 1976,
contemplaba algunos derechos clave que protegían al trabajador. Unos
derechos que se han ido desmontando paulatinamente con las sucesivas
Reformas Laborales. Empezando esta tarea en los Pactos de la Moncloa
y en el Estatuto de los Trabajadores.
Para
ponernos en contexto: el año 1976, después de la muerte de Franco,
es cuando confluye el mayor número de huelgas que se ha dado en este
país. Es el año en el que se producen los conocidos como “sucesos
de Vitoria”, del 3 de marzo de 1976, ciudad que estaba en Huelga
General, y en los que la represión policial ordenada por los luego
demócratas Fraga y Martín Villa, provocó la muerte de seis
trabajadores. Pues bien, en ese año es cuando se consigue la mayor
protección al trabajo en España, y eso ocurre con un criminal
fascista como era el presidente Arias Navarro. No porque fuera bueno,
sino porque la presión en ese momento de tal aluvión de huelgas
tenía al régimen contra las cuerdas.
Si
nos atenemos al contrato
de trabajo,
la redacción actual del Estatuto de los Trabajadores en su artículo
15 dice: “el
contrato de trabajo podrá concertarse por tiempo indefinido o por
una duración determinada”.
Sin embargo, lo que decía la Ley de Relaciones Laborales del 76 era:
“el
contrato de trabajo se presume por tiempo concertado indefinido sin
más excepciones de las siguientes...”.
Si con la ley actual da lo mismo hacer un contrato indefinido que
temporal, antes del Estatuto de los Trabajadores todos los contratos
eran por defecto fijos, una vez pasaban el período de prueba de
quince días. Las excepciones eran las que, por su razón, hacían de
un trabajo algo temporal (vendimia, etc.). Es decir, el contrato
obedecía a las condiciones del trabajo.
¿Qué
ha hecho el Estatuto de los Trabajadores que tenemos ahora? Copiar la
redacción de la Ley de Contratos de Trabajo que tenía Franco en el
año 1942: “el
contrato de trabajo podrá celebrarse por tiempo indefinido, por
tiempo cierto, expreso, tácito o por una duración determinada”.
Después de dar la vuelta a lo largo de cuarenta años, la democracia
española coincide punto por punto con la redacción que tenía
Franco en su ley de Contratos de Trabajo de 1942”.
7 de diciembre de 2017
ANIVERSARIO DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA. 39 AÑOS DE COMPLICIDAD REFORMISTA CONTRA LA CLASE TRABAJADORA
Colección de payasos del sistema parlamentario español. Solo faltaban los de los grupos catalalanes y vascos. Sus payasadas las hacen en circos locales |
Por
Marat
El
pasado 6 de febrero se ha conmemorado por tierra (largo puente
vacacional), mar (filibusteros mediáticos) y aire (conmilitones del
circo estatal de marcas parlamentarias) la fiesta del 39 aniversario
de la aprobación de la Constitución española.
Es
socorrido entre los progres y la socialdemocracia (no me refiero al
PSOE, social-liberal) hablar de ella con un tono de tanguista
estafado, apelando al incumplimiento de los supuestos derechos
sociales de la Constitución española.
El
señor Anguita fue el precursor socialdemócrata de esta cantinela
tontuna, manteniendo inasequible al desaliento la exigencia de que se
cumpliera la Constitución en cuanto a los citados derechos sociales.
Para él y para los posteriores coordinadores federales de la
socialdemócrata IU, una Constitución que cumpliera con dichos
derechos sería casi revolucionario.
En
el caso de los progres de Podemos nos encontramos con una combinación
calculada de estímulo de la estupidez y de mentiras a partes iguales
en cuanto a la defensa de los mágicos derechos sociales de la
Constitución española. Pablo Iglesias, a quien ahora la web
oportunista llamada Insurgente
que tanto le defendió en su día, llama traidor, ha declarado: "Uno
de los grandes acuerdos de la Constitución de 1978 era la garantía
de los derechos sociales para todos los ciudadanos y una promesa de
prosperidad que en muchos aspectos se cumplió. Ese gran acuerdo está
roto".
Decía
Lenin, a propósito de este tipo de vendedores de productos
homeopáticos que, “se denomina ilusiones constitucionalistas al
error político que consiste en tomar por existente, normal,
jurídico, reglamentado y legal, en una palabra, “constitucional”,
un régimen que en realidad no existe” (“Entre dos
revoluciones”. V. Illich).
Y
es que el régimen de democracia parlamentaria, ratificado en
referéndum el 6 de Diciembre de 1978, consagra en su artículo 38
“la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado”.
Y, por si fuera poco claro al respecto, señala que “los poderes
públicos garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la
productividad, de acuerdo con las exigencias de la economía
general”. Para entendernos, la clave que va a definir el lugar
que le corresponden a los mitológicos derechos sociales es el de la
rentabilidad capitalista. Si no hay un beneficio suficiente, y de
determinar cuánto es un “beneficio suficiente” de las empresas
se encargan lo economistas liberales, se pueden guardar reformistas y
progres dichos derechos en el lugar en el que se entierran las decepciones nunca admitidas: la papelera de reciclaje de sus "relatos". En
cuanto a la coletilla final que se añade al párrafo, “y, en su
caso, de la planificación” es solo un señuelo para dummies
que asocian exclusivamente planificación y sistema económico
socialista. Solo la demagogia liberal puede defender que los
ministerios de economía de los gobiernos, los bancos centrales y
otras instituciones (estadísticas oficiales, organismos sectoriales
empresariales, etc.) no llevan a cabo intentos, más o menos
logrados, a pesar del carácter cíclico de las crisis capitalistas,
de planificar la “economía libre de mercado”.
Pero
la clave de la obscena mentira que se encuentra tras la “ilusión
constitucionalista”, que promueven progres y socialdemócratas
respecto a la exigencia de cumplimiento de los famosos derechos
sociales, está en el diferente tratamiento que tienen los “derechos
fundamentales” de la sección primera del Capítulo II, “Sobre
derechos y libertades” del texto constitucional y los relativos
a los “derechos” de la sección segunda, que podemos calificar de
simples derechos o principios jurídicos de tipo potestativo o, para
entendernos, derechos respecto a los que no existe un mandato
imperativo constitucional en cuanto a su implementación.
Aclaremos
un poco más de qué estamos hablando: según señala el economista
marxista Diego Guerrero, “la
distinción [entre
ambos tipos de derechos]
no es irrelevante porque, tal y como reconoce el artículo 53.2,
"cualquier ciudadano podrá recabar la tutela" de los
primeros "ante los Tribunales ordinarios", mientras que no
ocurre lo mismo con los segundos. Pues bien, aunque curiosamente, los
derechos de sindicación y huelga se incluyen entre los de la sección
1ª (art. 28), el derecho al trabajo, que debería ser previo a los
citados, sólo aparece dentro de la segunda sección (en el art. 35),
indicando que ningún español puede reclamar ante los tribunales su
derecho al trabajo. (“Desempleo,
keynesianismo y teoría laboral del valor”.
Apartado 5. “El
derecho al trabajo y el desempleo en la Constitución española”.
Diego y Marina Guerrero)
Si el trabajo, del que emanan
todos los demás derechos (pensiones, la educación, la sanidad,
etc.), por ser la base sobre la que se sustenta la idea roussoniana
de contrato social entre trabajadores y capitalistas dentro de las
constituciones burguesas no está garantizado, imaginen lo que sucede
con los derivados citados del mismo.
Tienen razón los podemitas en
la idea de que el contrato social capital-trabajo ha sido roto pero
no porque no se cumplan los mal llamados derechos sociales en la
Constitución (en la práctica no se tienen esos derechos porque no
son de obligado cumplimiento) sino porque al agotamiento del modelo
keynesiano de acumulación capitalista le ha sobrevenido el de
acumulación por desposesión de la que habla David Harvey (vuelta a
la rapiña de la acumulación originaria señalada por Marx en
relación a los bienes comunes, que aquí sería la vía privatizadora
de lo público).
El fraude “ideológico” (en
el peor sentido del término que le da Marx, el de representación
invertida de la realidad o falsa conciencia) de podemitas, progres,
charlatanes de nuevas identidades opuestas a las de las clases
sociales,…) es el de vincular los supuestos derechos sociales del
ya mortecino Estado del Bienestar con los Derechos Humanos, esos que
pretenden que existen por el mero hecho de haber nacido y estar
vivos, como si fueran compatibles con la lógica del beneficio y la
inversión productiva para el capital. Su claudicación política es
tan indecente que intentan enterrar el carácter histórico de las
luchas de la clase trabajadora por la conquista de sus derechos
(jornada laboral de 8 horas, protección social, educación pública
y acceso a la cultura, etc.). Son los cómplices pequeñoburgueses y
servidores del Estado capitalista, necesarios para una nueva vuelta de
tuerca contra la clase trabajadora. Con su venta de la “ilusión
democrática”, según la cuál lo más grave que existe en
España es una falta de democracia, burguesa, juegan a patriotas de
una u otra bandera, según les indiquen los zigzags enloquecidos de
su oportunismo y a ocupantes parásitos de escaños del parlamento a
costa de los impuestos pagados por la clase trabajadora. Lenin
definió muy bien a esa ralea:
“Sólo
los canallas o los bobos pueden creer que el proletariado debe
primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el
yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y
que sólo después debe conquistar el poder. Esto es el colmo de la
estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases
y la revolución por votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo
poder” (V. Illich, “Saludo
a los comunistas italianos, franceses y alemanes”,
Obras Completas, Tomo X)
Hace
algún tiempo publiqué un artícuo sobre el salvaje atentado contra las pensiones que
estaba realizando el brazo político temporal del capital, el PP. Se
llamaba “Desmontando
la trampa del fin de las pensiones públicas”. Pueden
encontrarlo en la página 50 del enlace que acabo de ponerles.
Estamos ya en la fase de aterrorización de la clase trabajadora o
del juego de la aceptación de lo que se le viene encima, mientras la
vileza burguesa y sus “granujas republicanos de la democracia”
entretienen a los ingenuos y desclasados con banderas patrióticas catalanas o
españolas. Se venden 17 Ínsulas
Baratarias al cacique local más interesado en la oferta o, en su
defecto, 17 “naciones” leales al precio de “cupos” que pagará
la clase trabajadora con el sudor que le quede por ser robado. Y,
mientras tanto, venga el negocio de los planes de pensiones a los que
puedan pagárselas. Y al resto...que les vayan dando.
Labels:
6 de Diciembre
,
burgueses
,
Ciudadanos
,
clase trabajadora
,
Constitución
,
derechos sociales PSOE
,
Podemos
,
postmodernos.
,
PP
,
progres
,
reformistas
17 de marzo de 2017
“CASTA” O “TRAMA”, LA TÁCTICA “PROGRE” DEL ENGAÑO ES LA MISMA
La trama. Sin comentarios |
Por
Marat
Un
amigo y camarada querido me recomienda ahondar en el análisis de lo
que son y representan los “progres” y me sugiere deslindar a las
organizaciones de matriz obrera histórica de esa cosa en la que ha
devenido el aún publicitado término “izquierda” bajo la forma
del neolenguaje “progre”.
Tiene
mucha razón mi amigo. Tanto la socialdemocracia histórica, de
carácter reformista, a partir de Bernstein, como la corriente
comunista, que arranca de Marx y Engels y continúa con Lenin, Rosa
Luxemburgo y otros, tienen algo en común. Nacen de la clase
trabajadora, van a la clase trabajadora y son parte de esa misma
clase.
Hoy
la socialdemocracia histórica, convertida en social-liberalismo del
capital, agoniza, y la nueva, no tiene nada que decir, salvo invertir
términos para acabar en una Syriza o en Sanders que terminó
apoyando a una genocida con trastorno de la personalidad como Hillary
Clinton.
En
cuanto a los comunistas, diría, siendo generoso, que no estamos
precisamente en el momento previo a repetir lo de hace 100 años, el
asalto al Palacio de Invierno. Entre las sectas trotskistas y las
estalinistas se estableció el acuerdo tácito de convertir el oceáno
del marxismo, que era un pensamiento vivo, abierto, insurrecto y
humanista, en un riachuelo estancado con tendencia al lodazal y a las
enfermedades fecales. El marxismo y la idea comunista son mucho más que ellos. Han tenido durante decenios una voluntad de
hierro para conseguirlo. Finalmente, el marxismo es mucho más que
sus despojos. No lo lograrán.
Los
progres actuales son cínicos que han perdido la razón de aquello
que les hizo ser seres vivos, los mayores, pero les ha “colocado”
en muchos casos, y los jóvenes simplemente son ignorantes sin
conexión con las luchas de los desposeídos. Tendrán que cagarla
por sí solos. Podrán hacerlo. Soberbia no les falta.
Dicho
lo anterior, uno tiene la impresión de que estamos en el peor de los
escenarios políticos, sociales, ideológicos y, por supuesto,
económicos, a pesar de las proclamaciones de buenaventura y de
recuperación de los medios epígonos del capital y del conformismo
de quienes dices cosas como “no hay posibilidad de revolución.
Lo que hace falta, aquí y ahora (¡urgente! Rebajas por
fin de existencias) es un gobierno de cambio”. Cuando nos
aclaren su contenido y cómo harán para poner el cascabel al gato
del poder económico, seguro que nos convencen.
No
sé si la revolución social sucederá finalmente. Estoy convencido, con Rosa Luxemburgo, de que la disyuntiva es, ahora más que antes,
“socialismo o barbarie”. Sé que el mundo capitalista lleva
decenios dando signos de agotamiento pero, en tanto que no surja una
fuerza esclava que, nacida de la contradicción entre la producción
social y el beneficio privado, que se oponga con proyecto y voluntad
propias, la agonía criminal de la dominación continuará.
Hace
unos años llegaron con el mantra de “la casta”. No se sabía si
hablaban de políticos o de poder económico; indefinición calculada
al estilo de la los subproductos que vendía el 15M. Poco tardaron en
convertirse ellos mismos en “casta política”, en demostrar que
los cargos les enloquecían, que podían matarse entre ellos por lo
que para muchos era su primer puesto de trabajo: Querían envejecer dentro
de “lo viejo”. Han sido una camarilla de oportunistas sin
escrúpulos. Para ellos lo ideológico y lo estratégico solo eran
trampantojos de una lucha por el puesto, nunca por el poder. Jamás
tuvieron voluntad de tomarlo por asalto, ni por consenso. Solo
querían escañear sus currículums, que para eso son unos "preparaos".
Ahora,
tras poner en evidencia que su Vistalegre II no era sino el
esperpento de su propia fecha de nacimiento, han dado con un nuevo
invento, tras salir flojos de remos del envite: han creado el
término, que es menos que concepto, aunque quieran venderlo como
idea luminosa, de “la trama”.
Leamos
a los dos grandes teóricos podemitas del nuevo tótem llamado “trama”:
“Entonces,
¿por qué centrar el debate en el término trama? Primero, como
hemos dicho, porque define los poderes reales: económicos, políticos
y mediáticos. En segundo lugar, porque enlaza con una subjetividad
organizada; la trama se organiza, conspira, se articula y controla el
poder del Estado, haciendo de la corrupción un componente
estructural del sistema político. Aunque a alguno se le erice el
pelo, la actual forma del Estado no es la de un régimen democrático
salpicado por casos de corrupción, sino la de un régimen
oligárquico atravesado por la corrupción y apenas disimulado por
instituciones aparentemente democráticas. Más de cien años
después, y con una larga dictadura de por medio, la descripción que
Joaquín Costa efectuó de la Restauración canovista conserva una
vigencia asombrosa: “no es el régimen parlamentario la regla, y
excepción de ella los vicios y las corruptelas denunciadas en la
prensa y en el Parlamento; al revés, eso que llamamos desviaciones y
corruptelas constituyen el régimen, son la misma regla”(1)
Los firmantes de dicho texto
son Monereo y Hector Illueca, dos pelotilleros de Anguita -el que
decía aquello de que cumplir la Constitución y los derechos humanos
sería revolucionario, como si ambos no consagrasen el derecho a la
empresa privada, base del capitalismo y de la explotación- en su
Frente Cívico. Y ahora podemitas
Ambos
son dos subalternos
que intentan
colocar la idea de
que el Estado bajo el
capitalismo, y dentro de unas políticas de regeneración de la vida
pública, es neutro, lo
mismo que ya vendió en
su día el PCE
(“Eurocomunismo y Estado”,
de Santiago Carrillo)
y que el cadáver de dicho
partido vuelve
a mercadear
ahora
con su bufonada de que
la dictadura del proletariado
es
la “democracia participativa”,
como si la factura ideológica
burguesa que ha ido
adquiriendo el concepto en su evolución no
fuera una grosera falsificación
Para
algunos, el grupo de “Pablito y los podemitas” ha dado un giro a
la izquierda con la puesta en circulación de su nueva palabra tótem:
“la trama”. Si a ello se le une la convocatoria de
manifestaciones el 25 de Marzo por los derechos sociales, a los que
liga con los derechos humanos, señalando al Ibex 35 como el origen
del mal de esos derechos y, apuntando hacia las connivencias de los
dos principales partidos con el poder económico y mediático, la
convicción de dicho giro será plena para quienes siempre se
detienen en la apariencia, sin intentar rascar sobre su superficie
para dar con la realidad. Nada más lejos que tal creencia.
En
primer lugar, aunque la cultura política del podemita medio no sea
muy elevada, ni siquiera en ese racimo de “politólogos” que
dirigen el partido, en el caso de sus ideólogos, al menos en el de
Illueca y Monereo, presuponer ignorancia es ser demasiado generosos
con ellos. Simplemente son unos cínicos.
Por
mucho que disimulen estos matones de la metafísica podemita, conocen
a Marx y saben que, para él, el Estado capitalista es una
superestructura determinada por la infraestructura económica sobre
la que se asienta todo lo demás y conocen que, bajo el capitalismo,
el Estado no es un órgano neutro moldeable según quien gobierne y
su voluntad. No se les escapa aquello de “Hoy, el poder público
viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que
rige los intereses colectivos de la clase burguesa” de
“El Manifiesto Comunista” de 1848. Recurrir a Joaquín Costa,
un regeneracionista, -con todas las connotaciones que tuvo el
regeneracionismo en España, incluidas las más reaccionarias-, para
explicar las viejas corruptelas, les revela como lo que son:
pequeñoburgueses que solo pretenden limpiar, fijar y dar esplendor
al Estado del capital al que quieren servir y ya, de hecho, sirven
En
segundo lugar, al destacar las connivencias entre Estado, grandes
corporaciones económicas y complejos comunicacionales, lo que hacen es enfatizar la corrupción que hemos mencionado, desviando con ello la
naturaleza de la formación económica capitalista, sus relaciones de
poder y entre las clases dominantes y subalternas (empresarios y
trabajadores) y el andamiaje juridico-legal que sustenta todo el
sistema y que lo dota de apariencia de legalidad.
El
PP y la burguesía catalana del 3-4%, los
empresarios corruptores, la Fundación Civio, Transparencia
Internacional y, en general el sistema capitalista en España,
estarán agradecidos con semejante enfoque. Contribuyen
a dar fuerza de ley a la propuesta, que ya ha entrado en el Congreso
de los Diputados, que ayudará a legalizar la corrupción, al
enterrar bajo una serie de procedimientos legales cuestiones
que no estarán presentes en los documentos de relación entre
políticos/miembros de las administraciones del Estado y empresarios
grandes, medianos y pequeños. Estos
podrán continuar
engrasando la máquina capitalista, bajo la apariencia de legalidad,
como ya sucede en Estados Unidos y en muchos países de la Unión
Europea. Aunque el artículo fue publicado hace mucho
tiempo como para que hoy lo hicieran en el mismo lugar (ATTAC) y
proviene de
autora argentina, de otras latitudes distintas a Estados Unidos y la
Unión Europea, la política y la legislación comparadas son
disciplinas muy empleadas que ayudan a que nos sirva su reflexión.
El texto, relacionado con las propuestas regularizadoras de los
lobbies, se llama “Legalizar
la corrupción.
En
tercer lugar, al tener
que ver el argumentario de “la trama”
con el Ibex 35 -el
libro del podemita Rubén Juste “Ibex
35, una historia herética del poder de España”
es
parte del complejo ideológico del asunto-, lo que se escamotea es un
análisis de la crisis capitalista y
de toda
la estructura económica
de
España. Ésta
es mucho más que el Ibex 35,
Se
oculta, con un planteamiento como el de ·la trama”, la
forma
e la
que las legalizadas nuevas relaciones laborales favorecen a la
acumulación capitalista, a la vez que potencian la sobreexplotación
de los asalariados y convierten a los parados en servidumbre barata y
permanente (ejército industrial de reserva, que decía Marx, y que
hoy podríamos llamar trabajadores de disponibilidad incondicional).
Bajo
la consigna de que las
ballenas del capitalismo español nos desposeen y roban queda
enterrada la realidad de una pirámide social en la
que todo propietario de empresa con trabajadores está en condiciones
de hacer con ellos lo que quiera, no solo las grandes empresas, de
las que no se mencionan ni las condiciones de trabajo ni las
contractuales.
Es
la vieja consigna tramposa indignada del 1% contra el 99%, como si no
existieran ni la proximidad vital de la explotación concreta ni otra
realidad empresarial que las 35 empresa citadas.
En
cuarto lugar, en la medida en que la categoría “trama” se
contrapone para los podemitas al concepto derechos, debiera llamar
la atención que Podemos hable de los siguientes derechos concretos:
ingresos, vivienda, infancia, sanidad, pensiones, servicios sociales,
ayudas a la dependencia, alimentación y no precariedad-. Pero
excluye el derecho al trabajo. Ello les sitúa en el marco de
aceptación del concepto “ocupación efectiva del trabajador”
del Estatuto de los Trabajadores. Éste indica que el empresario ha
de facilitar al trabajador funciones propias de su categoría
profesional -de acuerdo con la jornada que el trabajador tenga
atribuida, y el resto de las condiciones pactadas en el contrato-, y
los medios necesarios para su ejercicio, como consecuencia del
contrato de trabajo y de la necesaria asunción del riesgo que ello
implica. Pero ello no significa un compromiso real del empleador con
el trabajador sino la aceptación de unas condiciones dadas, siempre que el
trabajo realmente se efectúe; esto es, si te dan trabajo. Para ser más claros aún, para el Estatuto de los Trabajadores, que es el que de verdad rige, y no los derechos meramente enunciativos de la Constitución, si tienes trabajo, tienes los derechos señalados respecto al modo y condiciones de su desempeño, pero ello no significa en absoluto que tengas derecho al trabajo. Podemos, sibilinamente, se sitúa fuera de la defensa del derecho
al trabajo. Es consciente de que en la práctica el tener un trabajo no es un derecho. Pero lo hace sin atreverse claramente a ofrecer, de modo explícito y
alternativo, su vieja consigna de la Renta Básica Universal, que va y
viene en su formulación, de la que, en un futuro capítulo expondré
su carácter liberal, reaccionario y precursor del “búscate la
vida, que ya no hay nada público, Págatelo con el dinero que te
dimos”.
Por
lo demás, no hay nada nuevo que ustedes, si quisieran, no debieran
haber intuido ya. La decisión sobre lo que uno es en esta vida,
yunque, martillo o masa amorfa, le corresponde a cada cual. Sigan
disfrutando de First Dates y de Jugones.
Labels:
capitalismo
,
Constitución
,
corrupción
,
derechos
,
Echenique
,
Estado
,
Ibex35
,
La casta
,
la trama
,
mantra
,
medios de comunicación
,
Monereo. podemitas
,
Pablito y los podemitas
,
Pablo Iglesias
,
Podemos
14 de mayo de 2016
ANGUITA, ¡LA PASTILLITA!
Por
Marat
Soy
de los que pega patinazos gloriosos. Con él pegué uno antológico.
Fui uno de los delegados de Madrid al XII Congreso del PCE y, aunque
en este partido el voto por delegación no era algo inflexible (los
elegidos por un territorio no tenían porqué llevar una posición en
bloque), al menos en mi época, en ningún momento oculté que
apostaba por él como Secretario General del PCE.
Me
reservo para mí lo que en ese congreso vi y cuánto me enseño, a
mis 26 años, sobre las pequeñeces de la política.
Mi
primer contacto personal con Julio Anguita, en la Puerta del Sol
-faltaba mucho para lo de las manitas- me hizo caer los palos del
sombrajo y me demostró que, si no tonto con avaricia, yo era un
ingenuo de marca mayor.
El
PCE tenía ya por entonces una pirámide de edad de su militancia muy
envejecida y Anguita, como todo político vendecrecepelos -todos los
“buscavotos”-, quería darse un baño de masas juvenil
repartiendo octavillas, como presentación callejera ante “el
pueblo soberano”, como le gustaba decir.
En un momento del reparto se dirigió a mí y me dijo, clavando
su pupila en mi pupila, “Fíjate.
Me piden autógrafos. Como
si fuera
Jesucristo”,
seguramente tomándome por más gilipollas de lo que era. Es decir,
un tío que ha sido
Alcalde de Córdoba,
por mucho que la ciudad sea pequeña y el edil sea un tanto vecino,
¿no está acostumbrado a las manifestaciones de admiración popular?
Aquello, para alguien que siempre
le ha asqueado el culto a la personalidad de dirigentes, líderes y
lidercillos, me produjo
una decepción infinita mezclada con una sensación de que estaba
ante alguien con un ego estomagante.
Por entonces yo ya había leído
aquello del esclavo que iba tras los desfiles de César diciéndole lo de “respice
post te, hominem te esse memento”
(“Mira hacia atrás
y recuerda que sólo eres un hombre”). Unos años después, su mesianismo de chiflado narcisista ("Hay
que llevar a don Quijote a los Presupuestos Generales del Estado". Y a ti al manicomio, majo), junto con el hartazgo por las broncas internas que había vivido desde 1976, me condujeron marcharme en silencio.
Luego
ya tuvo piezas inigualables como aquella, recién elegido candidato
de IU a las elecciones generales de 1986, que aunque la sacó de su postración electoral, no era precisamente como para afirmar “me
siento psicológicamente presidente de gobierno”.
Fue entonces
cuando el periodista Fernando Poblet, de RNE, dijo en su programa
libre y anárquico “Las mil y una”, dentro de su
aguijoneante sección “Prensa hidráulica”, aquello de “con
Anguita se cumple la máxima de que un interesante político local
llega a Madrid y un extraño hechizo de la capital hace que se
comporte como un gañán”.
Tampoco
se quedó manco Anguita cuando dijo "Soy inmune al
desaliento, cómo los antiguos falangistas antes de ser corrompidos
por Franco, con quien coincido además en la reforma agraria y en la
nacionalización de la banca". Lo de la querencia por la
Falange le venía de muy lejos, tanto que de joven recibió el premio
José Antonio Primo de Rivera por un texto hagiográfico sobre el
personaje. Él mismo admite que en su juventud vistió la camisa azul
mahón.
A
partir de ahí la cosa fue a peor, a pesar de que su carisma aún
lograse tiempos dulces para
su formación política
(1993 y 1996 que, aún así, no le permitieron a IU quitarse de
encima la maldición de no
ser capaz de romper el
límite de los 23
diputados logrados por
el PCE en 1979). Difícil
embate para una
Izquierda Unida que quería hacer del sorpasso
al PSOE su objetivo y que, retóricas aparte sobre el famoso hilo
rojo anguitiano, fiaba su proyecto al triunfo electoral.
Llegaría por esa época su jugueteo con Pedro Jota Ramírez. No hablo de
ninguna pinza. El PSOE se la habría ganado a pulso, si la hubiese
habido. Digo que si EL PAÍS te niega el pan y la sal, se construye
poder por la base, pero no te entregas a la derechuza mediática más reaccionaria.
Eran
tiempos en los que Anguita soltaba perlas del tipo “Algún día
el alma inmortal del PCE transmigrará en IU”, mientras parecía
levitar a dos palmos del suelo. Profética frase: hoy el PCE e IU,
escoltados por sus direcciones, transmigran en Podemos. Pero de alma
inmortal nada. Los han matado desde el reformismo y el oportunismo
más zafios.
Su
mejor acierto fue la posición que abanderó contra el Acuerdo de
Maastricht, origen de de la Europa de contención del déficit que
hoy tenemos, más allá e independientemente de la crisis capitalista
actual. Bien porque se adelantó a su tiempo, bien porque IU no supo
transmitir el significado real de lo que se nos venía encima, fue un
potencial de lucha no explotado por esta organización.
Luego
la crisis de los social-liberales de Nueva Izquierda (toda involución
ideológica tiende a reivindicar la palabra “nuev@”), que tuvo
como una de sus coartadas precisamente la diferencia de posiciones
respecto a Maastricht, de la que él no fue responsable, sino los
propios liquidadores en su camino hacia el PSOE y sus sucesivos
infartos que le dejarían fuera de combate como Coordinador General
de IU. Ese fue un momento que Paco Frutos aprovechó para demostrar,
una vez más, una de tantas, su soberana incompetencia; esta vez en su función
de sustituto a la candidatura de Presidente del Gobierno (2.000),
pactando a lo Garzón, con Joaquín Almunia (PSOE) y llevando a IU a
un fracaso electoral estrepitoso (8 diputados). Otros vinieron que hicieron bueno a Paco Frutos, ¡eh Garzón! (2015, 2 diputados).
A
Anguita su retirada tras el infarto no le sentó bien. En lugar de
aprovechar su retiro de la primera línea de la política para estar callado, por "no despejar las dudas definitivamente", que decía Groucho, y aprender
un poco de humildad, fue cuando empezó con aquello de la gran
importancia de la Constitución y los Derechos Humanos, cuestiones de
las que enseguida hablaremos.
Quizá
por su pasado profesional como pedagogo, quizá por su extraordinario
ego, le pasó lo que al “maestro Siruela (no ciruela), que
no sabía leer y puso escuela”. Negar que tras su ampulosidad
retórica haya una cierta pátina de erudición sería estúpido por
injusto -otra cosa muy distinta es que sepa de verdad de qué
habla, que es lo que hace al culto- pero a partir de entonces, y
quizá por la falta de organización que le respaldase, quedó
patente que Anguita era uno de esos con mucho empaque y poco fondo.
Sus
grandes “aportaciones teóricas” vinieron después de dejar sus
cargos en IU y en el PCE
La
primera de ellas fue la idea de que “cumplir
la Constitución”
era revolucionario, precisamente de una Constitución que consagraba
la economía capitalista, la Monarquía y “la
unidad indisoluble de la nación española”.
Para Anguita la parte de derechos sociales de la Constitución
(trabajo, vivienda, sanidad, educación, pensiones,…) era la base
de su potencial “revolucionario”.
Volvamos
a la cuestión de ser erudito o culto. Si Anguita tuviera suficiente
cultura política sabría que en una Constitución hay artículos
imperativos (les acabo de citar tres) y otros que son potestativos.
Es decir, que están ahí para hacer bonito y pasárselos por...Salvo
que el señor Anguita sea un cínico y un demagogo peronista
como su amigo Pablo
Iglesias, al que no hace mucho comparó con Lenin ("Pablo
Iglesias es un sabio adaptador de Lenin a las circunstancias
actuales"). Hace poco, como se da cuenta, de que le hacen poco caso, por no decir menos que el lobo a la zanahoria, ha vuelto con la matraca constitucional: "Muchos
rojos imbéciles hablan de cambiarla. No, tío, primero cumple esta y
luego la cambiamos" Dí que sí, campeón, haciendo amigos.
Pero
para demagogia, la perla que acaba de regalar al mundo.
En
pleno estado de “delírium trémens”, ha comparado al también
militante OTANista de
Podemos, hombre
de confianza de Washington, según reveló Wikileaks, y
ex JUJEM con Zapatero, con el comandante Chávez. Interrogado
sobre la negativa de la dirección de IU Almería de que Julio
Rodríguez fuese en la lista común con Podemos, respondió: "También
hay militares de izquierdas, como Chávez"
y se quedó, como siempre que suelta una de sus necedades,
más ancho que largo.
Otra
aportación anguitiana es considerar que con el cumplimiento de los
derechos humanos se cambia radicalmente el mundo: "Yo, que
soy comunista, hace tiempo renuncié a plantear el comunismo como
alternativa o el socialismo, porque eso no llega a la gente. A la
gente sí le llega un derecho humano". Aquí entramos ya no
en la erudición vs. cultura sino directamente en la burrície.
Además de que la Declaración Universal de los Derechos Humanos es
puramente potestativa, salvo en los artículos que a USA le interese
exigir a otros países, mientras los viola ella misma, es que Anguita
olvida lo principal: que aunque el articulado de dicha declaración
consagra derechos sociales (consecuencia del pacto entre los aliados
tras la II G.M., entre los que la URSS era claramente la potencia que
derrotó al nazismo, a la que era inevitable conceder un
reconocimiento en lo “social”), lo cierto es que el componente
económico de esta “constitución universal” deja claro qué
sistema consagra:
Artículo
17
1.
Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y
colectivamente.
2.
Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad
¿Quién
define qué es arbitrario? ¿La expropiación sin indemnización de
los medios de producción en un proceso revolucionario lo sería?
A
pocas entendederas que se tenga, se comprende fácilmente que la
consagración del capitalismo como sistema económico basado en la
lógica del beneficio y la acumulación, es la causa principal por la
que los derechos sociales se convierten en puramente potestativos. Y
ya no les digo en épocas de crisis capitalista y trasferencia a
cascoporro de las rentas del trabajo al capital.
La
tercera aportación teórica del gran Julio, quizá la más relevante
de todas ellas, por su riqueza paradigmática, plagada de "significantes vacíos" a rellenar -doy las gracias a Laclau (de forma
póstuma) y a su monaguillo Errejón por tamaña boutade- con lo que
a usted le salga del níspero, fue la siguiente:
"Lo
único que os pido es que midáis a los políticos por lo que hacen,
por el ejemplo, y aunque sea de la extrema derecha, si es un hombre
decente y los otros son unos ladrones, votad al de la extrema
derecha. Eso me lo manda mi inteligencia de hombre de izquierdas.
Votad al honrado, al ladrón no lo votéis aunque tenga la hoz y el
martillo."
Este
tipo de argumentos, válidos para cuñados en cenas de Navidad son,
además de rastreros y fascistas, de una simpleza desgarradora.
Veamos:
a)
Admitir a un sujeto de extrema derecha como modelo a votar porque es
“honrado” es burlarse del sufrimiento humano causado por los 40
años de fascismo en España o del carácter intrínsecamente
perverso y asesino del nazismo. No me sorprende este tipo de
argumentaciones en alguien que fue falangista en su juventud. Me
sorprende mucho más, aunque no hasta el punto de hacerme caer de
espaldas, que este señor llegase a ser secretario general del PCE,
Coordinador General de IU y candidato por esta coalición a la
Presidencia del Gobierno. Y digo que no me hace caer de espaldas
porque IU siempre fue socialdémócrata, lo mismo que el PCE desde
1956 (“política de reconciliación nacional”).
b)
El comunista que es ladrón no es comunista, por mucha hoz y martillo
que se ponga, porque demuestra no ser coherente con sus supuestos
principios, contrarios a la apropiación privada de lo público, que
es de lo que está hablando el señor Anguita.
c)
Sitúa a Anguita, en la práctica, en la creencia de que las urnas
son el camino para cambiar el mundo y a la honradez como una cuestión
personal y no cómo algo que tiene que ver con la “acumulación
(capitalista) por desposesión” de la que habla Harvey y que
explica las razones profundas de los procesos de de privatización no
sólo de servicios sino también de funciones que hacía en el pasado
la administración y que hoy subcontrata a empresas privadas. Busquen
aquí las causas de la mayor parte de la corrupción institucional, y
en el carácter de clase del Estado, y déjense de atender a la
moralina de charcutero del señor Anguita.
La
mayor parte de estás “anguitadas” de don Julio pertenecen a la
época en la que, no pudiendo vivir sin practicar el mangoneo y el
liderazgo, creó el Colectivo Prometeo (un guiño la pedantería de
su frase “la izquierda disputa a dios la capacidad de crear”,
en línea con Prometeo que robó el fuego sagrado a los dioses para
dárselo a los hombres).
De
ahí arrancaría el Frente Cívico Somos Mayoría, conocido como
Frente Cívico, y uno de cuyos fines era expandir el ciudadanismo y
la transversalidad,
no sólo social sino también ideológica, al estilo del 15M,
para lo que contó con la inestimable colaboración de personajes
como el cómico Juan Carlos Monedero (el de “Podemos
es una maquina de amor”,
el
tránsfuga intrigante Manuel
Monereo y otros tan
turbios y de extraños tránsitos políticos, que no ideológicos,
como el nazi Jorge Verstrynge, hoy en Podemos. Verstrynge,
ex asesor de Paco Frutos, admirador de Marine Le Pen, como él mismo
ha confesado (escúchenle en este vídeo
a partir del minuto 12:43), escribió un informe
en 2008 sobre inmigración donde además de regarlo
de absurdeces (y quién sabe de qué cosas más) mostró su lado más
abiertamente racista.
Y
así llegamos hasta sus abrazos últimos con Pablo Iglesias y
su defensa del ex JEMAD Julio Rodríguez
No
sé a ustedes pero a mí me ha hastiado demasiado hablar tanto de
este personaje y sus “anguitadas” o “anguiteces” y sólo me
queda decirle “Anguita, ¡la pastilla!”
Labels:
Chávez
,
Constitución
,
Derechos Humanos
,
Garzón
,
Iglesias
,
IU
,
Julio Anguita
,
Julio Rodríguez pedante
,
Maastricht
,
pastilla
,
perlas
,
Podemos
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)