10 de junio de 2016

SILENCIANDO A ESTADOS UNIDOS MIENTRAS SE PREPARA PARA LA GUERRA

John Pilger. sott.net

Regresando a EE.UU en su año de elecciones, estoy impresionado por el silencio. He cubierto cuatro campañas presidenciales, comenzando con 1968; estaba con Robert Kennedy cuando le dieron un balazo y vi a su asesino, preparándose para matarlo. Fue un bautizo al estilo estadounidense, junto con la violencia que salivaba por parte de la policía de Chicago, en la convención amañada por el Partido Democrático. La gran contrarrevolución había comenzado.

El primero en ser asesinado ese año, Martin Luther King, se había atrevido a relacionar el sufrimiento de los afroamericanos con las personas en Vietnam. Cuando Janis Joplin cantó: "la libertad es solo otra palabra que no tiene nada que perder”, ella le habló, tal vez, de forma inconsciente a millones de víctimas estadounidenses en lugares lejanos.

"Perdimos 58.000 soldados jóvenes en Vietnam, y ellos murieron defendiendo nuestra libertad. Ahora, no se olvide de esto". Así lo dijo un guía del Servicio de Parques Nacionales, mientras filmaba la semana pasada en el monumento a Lincoln en Washington. Él estaba hablando a una fiesta escolar de adolescentes con camisas de color naranja brillante. Como si de memoria hubiera cambiado la verdad sobre Vietnam a una mentira que no puede ser desafiada.

Los millones de vietnamitas que murieron, que fueron mutilados, envenenados y despojados por la invasión estadounidense, no tienen un lugar histórico en la mente de los jóvenes, sin mencionar a los 60.000 estimados veteranos que se suicidaron. Un amigo mío, un marino que quedó parapléjico en Vietnam, era cuestionado en varias ocasiones con un: "¿en qué bando luchaste?"

Hace algunos años asistí a una exhibición popular llamada, "El Precio de la Libertad", en el venerable Instituto Smithsonian en Washington. Las filas de personas ordinarias, en su mayoría niños, que atravesaban por una gruta de revisionismo al estilo de una fila para ver a Papa Noel, eran el objetivo de una variedad de mentiras; el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki salvó "un millón de vidas"; Irak fue "liberado [mediante] bombardeos aéreos con una precisión sin precedentes." El tema era infalíblemente heroico: solos los estadounidenses pagan el precio de la libertad.

La campaña electoral de 2016 es notable no solo por el ascenso de Donald Trump y Bernie Sanders, sino también por la resilencia de un silencio perdurable sobre una divinidad asesina auto-otorgada. Un tercio de los miembros de las Naciones Unidas, han sentido el arranque de Washington, volcando gobiernos, transformando la democracia, imponiendo bloqueos y boicots. La mayoría de los presidentes responsables de esto, han sido liberales -Truman, Kennedy, Johnson, Carter, Clinton y Obama.

El registro impresionante de la perfidia es totalmente silenciado en la mente del público, el fallecido Harold Pinter escribió, que "nunca ocurrió [...] Nada sucedió nunca. Incluso mientras estaba sucediendo no estaba sucediendo. No importaba. Era sin interés. No importaba [...]". Pinter expresó una fingida admiración por lo que llamó "una manipulación bastante clínica de la energía en todo el mundo, mientras que pasaba como una fuerza del bien universal. Es un acto brillante, incluso ingenioso, un gran éxito de hipnosis."

Tome a Obama como ejemplo. Mientras se prepara para dejar la oficina, la adulación ha empezado otra vez. Él es "cool". Uno de los presidentes más violentos, Obama, cedió el reino al desacreditado profesor creador de guerra del Pentágono. Procesó más delatores - los que dicen la verdad - que cualquier otro presidente. Pronunció la culpabilidad de Chelsea Manning antes de su juicio. Hoy en día, Obama dirige una campaña mundial sin precedentes de terrorismo y asesinato por parte de aviones no tripulados.

En 2009, Obama se comprometió a ayudar a "librar al mundo de las armas nucleares" y fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Ningún presidente estadounidense ha construido más cabezas nucleares que Obama. Él está "modernizando" el arsenal del fin del mundo de Estados Unidos, incluyendo nuevas "mini" armas nucleares, cuya tecnología "inteligente" de poco tamaño y, de acuerdo con un general al frente, asegurar su uso "ya no es impensable".

James Bradley, el autor más vendido de Flags of Our Fathers y el hijo de uno de los marines que izaron la bandera en Iwo Jima, dijo, "[un] gran mito que vemos que se está llevando es a Obama como una especie de hombre pacífico que está tratando de deshacerse de las armas nucleares. Es el mayor guerrero nuclear que existe. Nos ha comprometido hacía la ruina, gastando un billón de dólares en más armas nucleares. De alguna manera, la gente vive en la fantasía de que porque él da vagas noticias, conferencias, discursos y operaciones de fotografías donde se siente bien, eso de alguna manera se une a la política real. No lo es."

En el reloj de Obama, una segunda Guerra Fría está en camino. El presidente ruso es un villano de pantomima; los chinos no han regresado de su caricatura de cerdos - cuando los chinos fueron rechazados de Estados Unidos - pero los guerreros mediáticos están trabajando en ello.

Ni Hillary Clinton ni Bernie Sanders han mencionado algo sobre esto. No hay riesgo ni peligro para Estados Unidos y para todos nosotros; para ellos, la mayor construcción militar alrededor de las fronteras de Rusia, desde la Segunda Guerra Mundial, no ha ocurrido. El 11 de mayo, Rumania salió a la luz con la base de "defensa militar" de la OTAN que tiene como objetivo su primer golpe de misiles estadounidenses en el corazón de Rusia, la segunda potencia nuclear del mundo.

En Asia, el Pentágono está enviando barcos, aviones y fuerzas especiales a Filipinas para amenazar a China. Estados Unidos ya rodea a China con cientos de bases militares que van desde la curva de Australia hacía Asia y a través de Afganistán. Obama llama a esto un "eje."

Como consecuencia directa, se ha reportado que China ha cambiado su política de armas nucleares de no usarlas a una alerta máxima, ha puesto submarinos con armas nucleares. La escalada se está apresurando.

Fue Hillary Clinton, quien como Secretaria de Estado en 2010, elevó las reivindicaciones territoriales de rocas y costas en el sur del Mar de China como un problema internacional; la histeria de la CNN y la BBC prosiguió; China estaba construyendo pistas de aterrizaje en las tierras disputadas. Durante un juego de guerra monumental en 2015, la operación Talismán Sabre, EE.UU y Australia practicaron "ahogar" los Estratos de Malacca, donde pasa la mayoría del petróleo y comercio de China. Esto no fue ninguna noticia.

Clinton declaró que Estados Unidos tenía "intereses internacionales" en estas aguas asiáticas. Se estimuló y sobornó a las Filipinas y Vietnam para que prosiguieran con los reclamos y las viejas enemistades en contra de China. En Estados Unidos, se prepara a las personas para que vieran la posición defensiva de China como una ofensa, para que así el terreno se pudiera escalar rápidamente. Una estrategia similar de provocación y propaganda se está aplicando con Rusia.

Clinton, la "candidata de las mujeres," deja un camino de golpes de Estados sangrientos: en Honduras, en Libia (más el asesinato del presidente libio) y Ucrania. El último caso se ha convertido en un parque de diversiones de la CIA, inundado de nazis y una línea que hace señas a una guerra con Rusia. Fue por medio de Ucrania - literalmente, la frontera - donde los nazis invadieron la Unión Soviética, que perdió a 27 millones de personas. Esta catástrofe épica tiene presencia aún en Rusia. La campaña presidencial de Clinton, ha recibido dinero de una de las empresas más grandes de armas. Ningún otro candidato se le acerca.

Sanders, la esperanza para muchos estadounidenses jóvenes, no es muy diferente de la visión propietaria de Clinton, de un mundo más allá de Estados Unidos. Él apoyó el bombardeo ilegal de Bill Clinton en Serbia. Apoya el terrorismo de Obama mediante drones, la provocación de Rusia y el regreso de las fuerzas especiales (escuadrones de la muerte) a Irak. No tiene nada que decir de las amenazas a China y el riesgo acelerado de una guerra nuclear. Él está de acuerdo con que Edward Snowden deba ser enjuiciado y llama a Hugo Chávez - quien es como él, un demócrata social - "un dictador comunista muerto." Promete apoyar a Clinton si es nominada.

La elección entre Trump y Clinton es la vieja ilusión de que la elección no es elección: dos lados de la misma moneda. Con las minorías que pagan los cristales rotos y la promesa de "convertir a Estados Unidos en lo mejor otra vez," Trump es un populista doméstico de extrema derecha; sin embargo, el peligro de Clinton puede ser más letal para el mundo.

"Solo Donald Trump ha dicho algo significativo y crítico sobre la política exteriores de EE.UU," escribió Stepeh Cohen, profesor emérito de historia rusa en la universidad de Princeton y NYU, uno de los pocos expertos en Rusia que están en Estados Unidos y ha hablado del riesgo de una guerra.

Durante una transmisión de radio, Cohen se refirió a preguntas críticas que Trump por sí solo sacó a coalición. Entre ellas están; ¿por qué Estados Unidos está "en todas partes alrededor del mundo?" ¿Cuál es la misión real de la OTAN?¿Por qué Estados Unidos siempre busca un cambio de régimen en Irak, Siria, Libia y Ucrania?¿Por qué Washington trata a Rusia y a Vladimir Putin como enemigos?

La histeria en los medios liberales sobre Trump, sirve como una ilusión de un "debate libre y abierto" y "de la democracia trabajando." Sus puntos de vista sobre los inmigrantes y musulmanes son grotescos, sin embargo, el deportador en jefe de las personas vulnerables de Estados Unidos, no es ni Trump ni Obama, cuya traición a la gente de color es su legado: tales como el almacenamiento de una población carcelaria, sobre todo negra, ahora más numerosa que los goulag de Stalin.

Puede que esta campaña presidencial no sea sobre el populismo, sino sobre el liberalismo estadounidense, una ideología que se ve a sí misma como moderna y, por lo tanto, superior y la única verdad real. Los del ala derecha son semejantes a los imperialistas cristianos del siglo 19, con un deber otorgado por Dios de convertir, cooptar o conquistar.

En Gran Bretaña esto es Blairismo. El criminal de guerra cristiano, Tony Blair, se salió con la suya durante su secreta preparación de la invasión de Irak, en gran parte porque la clase política liberal y los medios cayeron en la trampa de esta idea de "la Britannia cool." En el periódico The Guardian, el aplauso era ensordecedor: fue llamado "místico." Una distracción conocida como la identidad política, importada de Estados Unidos, descansó con facilidad bajo su cuidado.

Se declaró que la historia había terminado, las clases fueron abolidas y el género promovido como feminismo; muchas mujeres se convirtieron en Ministros Públicos de la Nueva Labor. Ellas votaron el primer día del Parlamento para cortar los beneficios de padres solteros, en su mayoría mujeres, así fue la instrucción. La mayoría votó por una invasión que produjo 700.000 viudas iraquíes.

El equivalente en EE.UU, son los belicistas políticamente correctos del New York Times, el Washington Post y la cadena de televisión que dominó el debate político. Vi un debate furioso en la CNN sobre las infidelidades de Trump. Era claro, ellos decían, no se puede confiar en un hombre como él para la Casa Blanca. La sabiduría recibida parecía ser "agárrese la nariz" y vote por Clinton: cualquiera que sea, menos Trump. De esa manera, se detiene el monstruo y se preserva un sistema de arcadas para otra guerra.