21 de octubre de 2017

NACIONALISMO CATALÁN Y UN TEXTO DE LENIN

Rolando Astarita. rolandoastarita.blog

En los últimos días varios lectores me preguntaron sobre el proceso independentista catalán. La respuesta provisoria que di es que, aun defendiendo el derecho a la autodeterminación y repudiando la represión del gobierno central, considero que la constitución de Catalunya como Estado independiente no es históricamente progresiva. En particular, porque no existe una relación de explotación, o de saqueo colonial, sobre Catalunya. Tampoco estamos en presencia de alguna forma de nacionalismo feudal enfrentado a un nacionalismo catalán democrático-burgués progresista. En realidad, Catalunya es una de las zonas más avanzadas de España, y su modo de producción es enteramente capitalista. Por eso también la causa última de la crisis económica de España (y de Catalunya) es el capital, y no la forma de articulación del gobierno central con las regiones autonómicas.

En otros términos, no hay razón para esperar que la independización de Catalunya dé lugar a un desarrollo cualitativamente superior de sus fuerzas productivas; o a una superación de los problemas fundamentales que padecen los explotados. Tampoco podemos esperar que, por el hecho de constituirse en nación, la burguesía catalana deje de actuar como siempre lo ha hecho toda burguesía: tratando de obtener el máximo de plusvalía de sus trabajadores. Peor todavía, la formación de pequeños Estados nacionales a lo largo y ancho de la Península Ibérica puede ser un factor de mayor atraso y rivalidades. Varios pequeños mercados nacionales en competencia proteccionista no constituyen ningún porvenir venturoso (y esto sin contar los problemas derivados de la pertenencia a la zona del euro). Por eso, la crítica socialista debería desnudar el carácter embustero de la propaganda del nacionalismo burgués y pequeño burgués catalán, que está vendiendo “espejitos de colores” a las masas trabajadoras.

Pero además, la exaltación del nacionalismo y del particularismo no tiene nada de beneficioso para la clase obrera y el socialismo. Y en Catalunya hasta podrían generarse mayores divisiones en la clase obrera (por no hablar de la relación con los trabajadores del resto de España). Por eso, la lucha por la unidad obrera por encima de los nacionalismos es central para el socialismo. Cuestión que fue tratada extensamente por Lenin en sus escritos sobre la cuestión nacional.

Así, tal vez la idea principal del líder bolchevique es que los socialistas y los obreros internacionalistas tienen, frente al nacionalismo, una doble tarea: por un lado, combatir toda forma de opresión nacional y reconocer el derecho de las naciones a la autodeterminación y a la secesión. Por ejemplo, en la coyuntura de Catalunya, rechazar y combatir la represión al referéndum por parte del gobierno central y la Monarquía. Pero por otra parte, combatir al nacionalismo y preservar la unidad de la clase obrera. Sin embargo, es este segundo aspecto el que muchos socialistas dejan de lado, en especial cuando se encienden las pasiones nacionalistas de las masas. Por eso, nunca se insistirá lo suficiente en que los marxistas defendemos la unidad de los trabajadores por encima de cualquier nacionalismo.

En este sentido, y con el fin de brindar elementos para la reflexión, transcribo a continuación un pasaje de “El marxismo y la cuestión nacional” (Lenin, Collected Works, volumen 20, pp. 395-454, https://www.marxists.org/archive/lenin/works/cw/pdf/lenin-cw-vol-20.pdf). Destaco también que recientemente Ignacio Anzaldi, lector del blog, me envió un escrito – “El marxismo y la cuestión nacional”-, donde reivindica la postura de Lenin de manera muy similar a la que aquí presento. Escribía Lenin:

Los intereses de la clase trabajadora y de su lucha contra el capitalismo exigen la solidaridad completa y la mayor unidad de los trabajadores de todas las naciones; exigen resistencia a la política nacionalista de la burguesía de cada nacionalidad. Por lo tanto la Socialdemocracia se estaría desviando de la política proletaria y estaría subordinando a los trabajadores a la política de la burguesía si repudiara el derecho de las naciones a la autodeterminación, esto es, el derecho de una nación oprimida a separarse, o si apoyara todas las demandas nacionales de la burguesía de las naciones oprimidas. No hace ninguna diferencia a un trabajador contratado si es explotado principalmente por la burguesía gran rusa y no por la burguesía no rusa, o por la burguesía polaca y no por la burguesía judía, etcétera. El trabajador contratado que ha entendido sus intereses de clase es igualmente indiferente a los privilegios estatales de los capitalistas gran rusos y a las promesas de los capitalistas polacos o ucranianos de establecer un paraíso terrenal cuando obtienen privilegios estatales. El capitalismo se está desarrollando y continuará haciéndolo, de todas maneras, tanto en Estados integrales con población mixta y en Estados nacionales separados. En cualquier caso el trabajador será un objeto de explotación. La lucha exitosa contra la explotación requiere que el proletariado esté libre del nacionalismo y sea absolutamente neutral, por así decirlo, en la lucha por la supremacía que se está desarrollando entre las burguesías de varias naciones. Si el proletariado de cualquier nación otorga el menor apoyo a los privilegios de sus “propia” burguesía nacional, esto inevitablemente despertará desconfianza en el proletariado de otra nación; eso debilitará la solidaridad de clase internacional de los trabajadores y los dividirá, para deleite de la burguesía. El repudio del derecho de la autodeterminación o a la secesión significa, inevitablemente, en la práctica, el apoyo a los privilegios de la nación dominante” (p. 424-425; énfasis agregado).

Para que lo entienda cualquiera: la izquierda debe animarse a decirle a un trabajador catalán (pero lo mismo vale para un obrero argentino, ruso, estadounidense, etcétera) que es lo mismo que lo explote un capitalista catalán, que uno madrileño, alemán o estadounidense. En otras palabras, que el enemigo es el capital, en cualquiera de sus formas nacionales. Explicar también que es solo en este marco ideológico y político que los marxistas defendemos el derecho a la autodeterminación. No lo hacemos para fortalecer el nacionalismo, sino para debilitarlo. Procuramos que con la extensión de los derechos democráticos –incluido el derecho a la secesión- desaparezcan los prejuicios nacionalistas y se avance hacia la unidad sin distinción de nacionalidades, etnias o “razas”, de los explotados.