La
desestabilización política, comandada a la limón, entre la derecha
extrema y los fascistas está dando sus frutos...con la connivencia,
cuando no clara parcialidad, de jueces que no investigan atentados a
sedes de partidos, disparos contra fotografías de miembros del
gobierno español, o amenazas de militares en la reserva a las vidas
de 26 millones de españoles. La ausencia de castigo ejemplar de la
infame Margarita Robles, Ministra de Defensa augura los mismos
riesgos a los que sometió a la II República el pusilánime liberal
Azaña frente a los golpistas que acabaron por echarla abajo ¿Qué
decir del Juzgado de Instrucción número 48 de Madrid que se ha
negado a retirar el cartel xenófobo y mentiroso de VOX contra los
Menores No Acompañados (MENAS),
después
de que se lo solicitase de urgencia la Fiscalía Provincial de
Madrid?
El
envío de sobres con amenazas de
muerte en
texto y balas a Marlaska, Iglesias y la Directora de la Guardia
Civil, Gámez,
fue el instrumento facilitador del triunfo de la ausente, Ayuso (PP),
por vía interpuesta, la de su escudera Monasterio (VOX).
Ayuso
ya había
dejado claro que no participaría en el debate organizado por la
cadena SER este viernes 23 de abril, especialmente
después de que no le fuese excesivamente bien el organizado con
anterioridad en Telemadrid. Otra
cosa es la opinión militante de quienes ya
han dado por descontado su voto aunque su candidata trastabille en
cuando deja de tener un papel delante y
alguien le apriete con los suficientes reflejos para hacerlo.
La
democracia liberal-burguesa requiere de un importante grado de
espectáculo. Al fin y al cabo se presenta como un combate de
gladiadores dentro del circo romano que hoy representa la combinación
de televisión y redes sociales.
Pero cualquiera que sepa un
mínimo acerca de lo que es una performance – da igual que ésta
sea sobre telebasura de casquería que sobre casquería política-
tiene claro que el papel del clown no se improvisa sino que se
prepara previamente.
Venían
calentando motores. Ayuso lo ha hecho durante todo un año. Su última
genialidad consistió en llamar mantenidos
subvencionados a
los sectores de la clase trabajadora que acabaron en las colas del
hambre, a los que, por cierto, no alimentaban los compañeros
Ministro de la Seguridad Social, Escrivá, ni el señor Iglesias, que
tanto revindicó el Ingreso Mínimo Vital, en sustitución de unos
derechos nacidos del trabajo por una especie de caridad pública (no
lo hicieron porque no cubrieron
con
esa prestación ni
a la sexta parte de quienes lo necesitaban) sino
la solidaridad de asociaciones de vecinos, ONGs e instituciones de la
iglesia católica como Cáritas, a la que desde hace años ataca VOX
y Monasterio en particular, ahora
por
ocuparse de la atención a los menas.
Pero
la telonera Monasterio ya venía preparando el espectáculo que
habría de producirse en la SER cuando dijo aquello de que
las mujeres no pueden salir a la calle en Madrid porque los menas las
roban el bolso
o
cuando sugirió, horas antes del debate de la SER, en Radio Nacional
de España, que las balas recibidas por Iglesias y los otros dos
cargos amenazados podían ser una especie de autoamenaza.
La
presentadora del debate de la SER, Ángels Barceló, echó el resto,
abriendo fuego con la pregunta sobre los sobres con balas recibidos
por los tres políticos mencionados más arriba – otra cosa es que
hubiese planteado la cuestión cuando el debate ya estuviese avanzado
y encarrilado y no para abrir boca-, buscando un pronunciamiento de
Monasterio que, dada su trayectoria y la de sus compinches, no iba a
producirse.
Ésta se reiteró en sus
insinuaciones, negándose a condenar, sin matices, las amenazas
aludidas y exigiendo, en cambio, que Iglesias condenase los
altercados de Vallecas del mitin de VOX, a sabiendas de que el mismo
había sido una provocación, desde su planteamiento hasta la
actuación de Abascal en él, contra los vecinos del distrito.
Por
más que ese gatito de angora que es Iglesias para el capitalismo,
él, sus giros programáticos desde la fundación de Podemos, los
sapos que se ha tragado,…, hubiese querido evitar el desastre,
si te mandan cuatro balas, una para ti, otra para tu mujer y dos para
tus padres, te dicen que estáis sentenciados a la pena capital, cosa
que está fea, y la candidata de los fascistas a la Comunidad de
Madrid da a entender que es un montaje y que no te cree, además de
negarse a condenar el intento de intimidación, te sientes un tanto
incómodo.
A
Iglesias
no le quedaba otra opción que exigir la retractación de Monasterio
respecto a sus retiradas palabras o coger la puerta y largarse,
previo aviso de hacerlo, y eso hizo, mientras la cínica e indecente
fascista le conminaba a ello. He ahí la victoria de Ayuso, por vía
interpuesta de su esbirra. Cualquier oportunidad de debate
programático, de hablar de la gestión de la pandemia en Madrid, de
propuestas políticas, para hacer frente a la situación de cientos
de miles de trabajadores y autónomos empobrecidos, estaba ya cegada.
La mierda rebosaba ya los micrófonos de la SER. Y Monasterio se
encargó de seguir lanzando lodo para rematar el programa, sin
otras cortapisas que los amagos de enfado- ¡ayyy, no seas mala!- de
Ángels Barceló.
Si
hubiera habido un ápice de ética
periodística
por parte de la
moderadora,
hubiera
expulsado del debate a la portavoz dual de VOX-PP o le hubiera
cerrado el micrófono por el resto del programa.
Si los otros portavoces de
izquierda, Gabilondo y Mónica García, hubiesen tenido un mínimo de
dignidad se hubieran ido con él coletas. De Bal, el candidato de C´s
nada que decir porque carece, como su presidenta Arrimadas, del más
elemental sentido de la decencia y la autoestima, toda vez que,
expulsados del gobierno de Ayuso, se empeñan en volver al lugar en
el que fueron humillados. Por fortuna, los resultados del 4M nos
evitarán ver un espectáculo tan bochornoso por parte de un partido
que aparentó ser socialdemócrata en Cataluña y acabó por ser
liberal-conservador, previo paso por la foto de Colón.
La
jugada estaba planificada de antemano. Los dos tuits, el del PP y el
de VOX, luego borrados, señalando a Iglesias la misma expresión-
cierra
al
salir-
son un argumento más que confirma la tesis antes planteada.
Las
posteriores intervenciones de los opinadores oficiales de la SER,
tanto de Barceló, como de sus contertulios de mesa camilla y
abrevadero de
tocino radiofónico que tendían a repartir culpas entre la fascista
provocadora y calumniadora y el coletas, equilibrando actuaciones,
son de una vileza repugnante. Poner en la balanza, siquiera, a la
víctima potencial y a la individua que cuestiona la veracidad de la
amenaza y estimula a los matones de su cuerda, es abyecto.
Pero la estrategia ha
funcionado. Monasterio ha salvado a Ayuso de nuevos debates. A partir
de ahora solo habrá ruido y ventilador de la mierda sin posibilidad
alguna de datos.
Iglesias
no me parece un político respetable. Desde el minuto 0 de la
fundación de Podemos vengo denunciando el engaño que suponen tanto
él, como su camarilla y su partido para las necesidades de
la clase trabajadora, tanto
las
inmediatas,
que
atañen a su subsistencia material, como a las secundarias, que se
refieren a su liberación del trabajo explotado y al desarrollo de su
potencial humano.
De
alguien que se disfrazó de incendiario para acabar siendo
la
coartada exigentemente
social de
un gobierno social-liberal que seguirá el sendero de Zapatero, como
éste lo hizo
del
de González, para terminar
aceptando
los dictados de recortes sociales, privatizaciones y conculcación de
derechos del capital europeo, poco puedo esperar.
Pero,
al contrario que esa multitud
de decepcionados de la ilusión
democrática,
como antes lo fueron del 15M, al que también combatí, no soy
alguien que coloque
a todos mis adversarios al mismo nivel.
Sé
que hay tontos útiles y fanáticos – de ese mal no está exenta
ninguna ideología, incluso las más emancipadoras- que consideran
que el enemigo principal es el que aparenta pertenecer a la misma
rama del árbol, por más que la historia haya señalado con sus
hechos a los mayores monstruos que convirtieron el siglo XX en una
pesadilla.
Escribir
poesía después de Auschwitz
es
un acto de barbarie, escribió
Theodor Adorno. No pertenezco a esa secta ni a ninguna otra. Con mi
propia cabeza asumo mis contradicciones y sé cuál es no mi
adversario, los pseudorrevolucionarios, sino mi enemigo absoluto:
el fascismo, hijo del capitalismo.
También
sé que esta vez la guerra, como la mayoría de las batallas que han
de precederla, está perdida de
antemano porque,
frente a la izquierda, por naturaleza meramente reformista, pero
ahora tecnocrática, postmoderna,
alejada de las vidas de la gente común, pequeñoburguesa,
biempensante,
timorata
ante la lucha descarnada de clases, preocupada
por cuestiones de derechos por cuotas y no por los de la inmensa
mayoría, está un fascismo orgulloso, pujante, seguro de sí mismo,
reinventado en nombre de una falsa libertad, la del individuo contra
el colectivo, que da la batalla ideológica, que ha organizado a su
base social en esferas de influencia y que suministra material de
odio a aquellos a los que la izquierda hace más de 50 años
abandonó, dotándoles
de bandera, falsos propósitos, mensajes, por más que falsos, muy
sencillos de entender, y una aureola romántica de oposición en la
que el más descerebrado e ignorante de los seres humanos puede
sentirse parte de una comunidad de nuevos resistentes.
Frente a todo eso no hay nada.
No se puede combatir al fascismo
si no se combate al capitalismo. Aquél nace siempre cuando las
crisis capitalistas no son meramente coyunturales y las necesidades
humanas de amplias capas de la población afectan de manera
extraordinaria tanto a sus condiciones de vida material como
espiritual.
Hoy no es posible desde los
gobiernos social-liberales, o progres si lo prefieren, un gasto
social suficiente para demostrar que el reformismo es capaz de
paliar, que no solventar, las necesidades de las clases trabajadora y
populares. Se asume la deuda de partida y nadie afrontaría el riesgo
de amagar de nuevo a lo Tsipras para acabar por aceptar, como el
gobierno griego de entonces, todas los castigos posteriores. Se traga
de entrada, a ver si las nuevas medidas de austeridad son menos
sangrientas que los de la fase anterior de la crisis capitalista.
Tampoco
hay
proyecto
emancipador alguno que sea capaz de conquistar mentes y corazones
hacia una sociedad igualitaria, emancipada del trabajo asalariado y
en la que el ser humano pueda desarrollar todo su potencial
intelectual,
solidario y liberado de sus necesidades inmediatas. El socialismo es
negado por aquellos que son acusados de ser comunistas por parte de
quienes inculpan
de tal cosa a alguien con un mínimo de empatía hacia sus vecinos.
En
los años 30 del pasado siglo la bestia triunfó y aplastó al
antifascismo en toda Europa. Afortunadamente, existía la Unión
Soviética, que acabó con
ella.
No fue el desembarco de Normandía el que la derrotó.
Incluso si se derrotase a Ayuso y VOX mordiese el polvo de no poder asaltar el gobierno de la Comunidad de Madrid, algo que no desearía el PP porque sabe que con su candidata puede no ser suficiente, una victoria de la izquierda representaría muy poco. Tan solo significaría enfrentarse al hecho de no poder hacer una política social muy diferente a la de la derecha, entre otras cosas porque el terreno de juego económico es ajeno incluso a España. La realidad la marca la marcha del capitalismo a nivel mundial y lo que dicta éste es la recuperación de la tasa de ganancia del capital, no de los niveles de vida de las clases trabajadoras. Ahí está la piedra de toque que asegura el futuro al fascismo reformado, ahora de tipo turboliberal.
Sin
embargo, creo que aún son importantes los gestos, por cuanto pueden
señalar ejemplos; ahora el lenguaje políticamente correcto llama a
eso referentes. Así nos va, que no nos entiende ni Cristo.
A él sí que le entendían los que menos han comprendido siempre y
más necesitaban saber.
Por
eso creo que el numerito montado por Gabilondo, el intelectual
tolerante con lo que jamás debe ser tolerado y pusilánime igualador
de falsos radicales con criminales fascistas, y de Mónica García,
alguien para mí más respetable, una
hora y pico después de que Iglesias tuviese un inédito arranque de
dignidad, obligado por las circunstancias, es deshonesto y tardío.
Haber dejado solos al tonto a las tres de Edmundo Bal con Rocío
Monasterio
y
con la progre de nómina Ángels Barceló hubiera sido lo que
correspondía.