SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
PROPUESTA DE EXIGENCIAS AL POSIBLE PRÓXIMO GOBIERNO DE AMPLIAS ALIANZAS
HASTA LOS COJONES DEL ASUNTO LUIS RUBIALES Y DE TODO EL SHOW
TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
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6 de mayo de 2017
¿LEYES MORDAZA O ALGO MÁS? HABLEMOS DE REPRESIÓN POLÍTICA DE CLASE
Por
Marat
-¿Estamos
solo ante un recorte a la libertad de expresión o la represión
tiene un contenido más profundo? ¿Cabe hablar de una "represión
política de clase"? ¿Cómo definirla?
Es indudable que el PP es un
partido con vocación censora, de origen y pulsiones franquistas, que
a lo largo de su historia ha mostrado en sobradas ocasiones una
auténtica falta de voluntad para aceptar la crítica política, por
lo que su comportamiento de recortar la libertad de expresión, de
opinión y de manifestación forman parte de su concepto del orden
social y la de seguridad ciudadana.
Pero, si no contextualizamos el
momento histórico en el que vivimos y en el que se producen dichos
ataques, si no abrimos el foco para entender causas más profundas
que explican lo que sucede, estaremos hablando de represión en
genérico, sin comprender lo que realmente está ocurriendo.
Hay una tendencia
pequeñoburguesa, de apariencia pseudoradical que alude a la
represión sin más, tratando de articular todas las represiones bajo
un mismo concepto en una apelación a la libertad que recuerda
demasiado al liberalismo político. Por ese camino podríamos acabar
debatiendo solo de libertad de prensa y de información y de libertad
de expresión en redes sociales.
Lo cierto es que los ataques a
la libertad de expresión, de opinión, de manifestación, de
reunión, se vienen sucediendo de forma generalizada en la mayoría
de los países del mundo. Estas agresiones se han incrementado de
forma exponencial desde el inicio de la crisis capitalista que, en lo
social, se ha plasmado en un incremento del desempleo, en la
precarización de gran parte del existente, en recortes en derechos
sociales y prestaciones y en salarios, así como en el
empobrecimiento de amplias capas de la población trabajadora.
Frente a ello, la clase
trabajadora reaccionó con manifestaciones populares, protestas,
huelgas, etc. para impedir lo que David Harvey denominó como
acumulación por desposesión que ha producido una brutal
transferencia de las rentas del trabajo a las del capital.
Para lograr la recuperación de
su tasa de ganancia, que ya se está produciendo, en gran parte del
mundo capitalista y en España en concreto, el capital necesitaba
quebrar las resistencias de los asalariados y el medio más útil que
ha encontrado es la criminalización de la protesta social, a través
de una represión política de clase, de una clase, la capitalista
sobre otra, la trabajadora.
Cabe hablar de represión
política porque, para cumplir los objetivos de incremento de la tasa
de beneficio del capital existe por parte de éste, de su Estado, y
de determinados instrumentos de poder social de la burguesía, existe
una estrategia punitiva, coactiva y disuasoria que responde a un
planteamiento político. Y, sin lugar a dudas, es de clase porque se
ejerce por parte de la clase dominante sobre las subalternas,
principalmente la trabajadora.
Creo que éste sería el punto
de arranque desde el que situar lo que es represión política de
clase, antes de expresar en qué dimensiones se manifiesta y de qué
modo se despliega.
-¿En
qué aspectos concretos se plasma la represión política de clase?
¿Solo en cuestiones de legislación como el nuevo Código Penal y la
Ley de Seguridad Ciudadana o va mucho más allá de lo jurídico?
En primer lugar quisiera hacer
una observación en relación a la Ley Orgánica de Protección de la
Seguridad Ciudadana, la llamada Ley Mordaza, aprobada en 2015 y ahora
en debate parlamentario, para su supuesta derogación por parte de
algunos grupos parlamentarios.
Me resulta cuando menos
sospechoso que progres y progreliberales hayan insistido tanto en
hablar solo de esta ley y callar respecto al nuevo Código Penal, en
primer lugar porque aunque la Ley Mordaza se haya concentrado mucho
en castigar con multas, algunas de ellas brutales (hasta 600.000 €),
las libertades de expresión, manifestación, reunión y opinión, lo
cierto es que el Código Penal reprime también dichos derechos en un
número importante de sus artículos y lo hace con penas de prisión.
Sospecho que, en la medida en
que el mundo de los juristas progres, los ciudadanistas y los
universitarios pequeñoburgueses concentraron sus críticas sobre la
Ley Orgánica de Protección de la Seguridad Ciudadana y que el
movimiento sindical y eso que algunos se empeñan en llamar aún la
“izquierda”, y que no deja de ser colaboracionismo de clase con
mentalidad de monja oenegera, asumieron ese discurso, todas las leyes
desde las dos citadas a las reformadas de Enjuiciamiento Criminal y
la de Seguridad Privada, todo de se ha teñido de ley mordaza, como
si en el fondo la represión política de clase no existiera y el
problema se limitase a un recorte de libertades que más bien, por el
sobrenombre de Mordaza, fueran ante todo de expresión. Puro
liberalismo político que podría suscribir perfectamente un partido
como Ciudadanos.
Pero lo cierto es que a la
tuitera Casandra le han aplicado el artículo 578 del Código Penal,
que condena con penas de prisión de 1 a 3 años por enaltecimiento
del terrorismo.
Continúo. El artículo 315.3
del Código Penal está pensado directamente para criminalizar a los
piquetes en una huelga. Dice así:
“315.3 Quienes actuando en
grupo o individualmente, pero de acuerdo con otros, coaccionen a
otras personas a iniciar o continuar una huelga, serán castigados
con la pena de prisión de un año y nueve meses hasta tres años o
con la pena de multa de dieciocho meses a veinticuatro meses”.
Este es el artículo por el que
se juzgo a los 8 sindicalistas de Airbus por su participación en
piquetes informativos durante la Huelga General de 2010. Hay que
decir que no fueron declarados inocentes sino absueltos por falta de
pruebas, lo que no es sino un modo indirecto de mantener la
criminalización de la acción de los piquetes.
Ni que decir tiene que los
piquetes empresariales que amenazan con despidos ante una huelga de
sus empleados jamás han sido condenados. Es su Estado, sus leyes y
su justicia porque el Estado y el conjunto de sus aparatos tienen un
carácter de clase en cuanto a los intereses de la burguesía a la
que defienden
A Alfon se le condenó a 4 años
de cárcel, en régimen FIES. con el artículo 568 del antiguo Código
Penal, ratificado en el reformado del 2015, por tenencia de
explosivos, cuando su abogado dio datos más que suficientes de que
aquellas pruebas habían sido fabricadas por los policías que le
detuvieron. Razón real de su condena: ejemplarizar en carne joven e
inocente el compromiso de un joven comunista con la lucha de la clase
trabajadora en la Huelga General del 14N de 2012 cuando se dirigía a
un piquete.
Andrés Bódalo fue condenado a
penas de prisión en base a los artículos 550 y 551.2 del nuevo
Código Penal
Art. 550.1: “Son reos de
atentado los que agredieren o, con intimidación grave o violencia,
opusieren resistencia grave a la autoridad, a sus agentes o
funcionarios públicos, o los acometieren, cuando se hallen en el
ejercicio de las funciones de sus cargos o con ocasión de ellas.”
Art. 551.2: “Cuando el
acto de violencia ejecutado resulte potencialmente peligroso para la
vida de las personas o pueda causar lesiones graves. En particular,
están incluidos los supuestos de lanzamiento de objetos contundentes
o líquidos inflamables, el incendio y la utilización de
explosivos.”
En el caso, de la supuesta
agresión de Bódalo al teniente de alcalde de Jodar, del PSOE, no
pasó nada de esto y además no hubo agresión, tal y como señalan
vídeos en los que se puede ver la protesta a las puertas del
Ayuntamiento.
Podríamos continuar hablando
de artículos del nuevo Código Penal que reprimen y criminalizan la
lucha social, tales como el 553, el 554, el 556, el 557, el 557, el
557 tercero, el 558, el 559 y el 560, pero creo que sería bueno que
ustedes mismos se tomen el esfuerzo de buscarlos y saquen
conclusiones por sí mismos
En estos días se han producido
ya las peticiones fiscales contra varios sindicalistas de la CNT en
Cataluña. Uno es el caso de una protesta a las puertas del Casino de
Poble Nou, en una debate electoral durante la campaña de las
elecciones municipales del 2015. El piquete que participaba en la
protesta fue atacado por agentes provocadores, que eran Guardias
Urbanos vestidos de paisano. Por el corte del suministro eléctrico
de la televisión catalana durante ese debate se pide a un
sindicalista penas de 2 y 4 meses de cárcel y al otro 6 meses de
prisión. La Guardia Urbana, junto con el Ayuntamiento de los progres
de Ada Colau se presentarán como acusación particular. A la hora de
reprimir, reaccionarios, liberales y progres sirven a los intereses
de clase de su Estado capitalista.
Otro de los casos es el del
Corte Inglés, en el que varios sindicalistas de CNT serán juzgados
por una campaña de boicot contra esta cadena de establecimientos por
su participación en procesos penales contra sindicalistas en el
contexto de la huelga general del 29M del 2012 y por su represión
antisindical contra sus empleados, En esa campaña fueron detenidos 3
sindicalistas a los que se pide penas de 5 años de cárcel.
A partir de las huelgas
generales, que arrancan del 2011, cerca de 600 sindicalistas de las
más diversas organizaciones pueden ser encausados y se les pide
penas de prisión y multas elevadas. Desde los nombrados, hasta
sindicatos de la minería, pasando por trabajadores de Coca-Cola, de
la Universidad Autónoma de Barcelona, de Arcelor, jornaleros
andaluces, etc. etc. están conociendo una persecución brutal, de la
que no se habla desde los medios de comunicación del capital y muy
poco desde los alternativos porque, la gran mayoría de estos, o se
han apuntado al ciudadanismo o al identitarismo posmoderno.
La represión política de la
clase burguesa contra los trabajadores se lleva a cabo mediante una
legislación absolutamente restrictiva que impida y recorte al máximo
su derecho a la protesta, pero también la ejercen esos fiscales y jueces a los que no les tiembla la mano pidiendo penas de cárcel o
condenando a ellas. Del mismo modo que se ejerce desde unos cuerpos
y fuerzas de seguridad del Estado que actúan con completa impunidad
al golpear, detener y cumplir con fiero celo con la legislación del
Estado capitalista y algo más que celo. Para ser antidisturbios hay
que estar hecho de una pasta especial.
Pero cuando hablamos de
represión política de clase, no debemos detenernos en los aparatos
del Estado, sea éste central, autonómico o local, ni en sus leyes.
Hay más.
La prensa del sistema
criminaliza a los trabajadores que luchan en defensa de sus derechos,
llama privilegiados a mineros, conductores del metro o del AVE, o a
los estibadores, como si sus salarios no los ganasen por la
peligrosidad o responsabilidad de sus empleos o porque resultan
enormemente rentables para sus empresas. Los hace parecer
insolidarios frente a otros trabajadores, callando la auténtica
insolidaridad de los empresarios que están volviendo a elevar sus
tasas de ganancia a costa de salarios de miseria (el 47% gana menos
de 1.000 euros al mes, casi 6 millones de ellos, el 32% se encuentra
en riesgo de pobreza), con empleos precarios y despidos casi
gratuitos.
No solo la prensa del capital
reprime a los trabajadores. Los propios empresarios lo hacen también
ante cualquier atisbo de descontento o de querer cambiar las
situaciones injustas dentro de la empresa. Es frecuente en muchas
empresas que Recursos Humanos se encargue de aclarar al nuevo
empleado qué sindicatos cuentan con la aceptación de la empresa y
cuáles no, que se ejerzan represalias, mobbing e incluso despidos
contra trabajadores que quieren presentarse en candidaturas a las
elecciones sindicales, o que defienden la estrategia de la acción
directa a partir de la base organizada de sus secciones sindicales y
sus afiliados, por sindicatos de clase auténticamente combativos, en
lugar de hacerlo en las listas de los burócratas y pactistas.
Obligar a realizar horas extraordinarias no pagadas por parte de los
pequeños y medianos empresarios, esos patrióticos que tanto le
gustan a Podemos, es también una forma de represión política de
clase. En los últimos días hemos tenido el ejemplo del
telecocinero Jordi Cruz sobreexplotando a sus trabajadores casi por
la cara o del canalla del Presidente de la CEOE que afirma que se
aprende más trabajando gratis que en la Universidad. A ellos se ha
unido una caterva de malnacidos darwinistas sociales que han llegado
a sugerir que habría que pagar por aprender trabajando para un
empresario. A estos sí que habría que aplicarles la ley
antiterrorista.
Pero la mayor represión
política de clase que existe es no tener trabajo porque te obliga a
aceptar las condiciones que puedan ofrecerte, por miserables que
éstas sean, porque te obliga a venderte como un trabajador sumiso y
obediente, a callar ante los atropellos de tus derechos laborales. El
trabajador en paro es jurídicamente libre de vender su fuerza de
trabajo pero, una vez que lo ha hecho, ya no es dueño ni de las
condiciones en las que desempeña éste ni de su propio trabajo. Las
reglas le vienen impuestas porque la empresa no es un órgano
democrático sino un lugar en el que se ejerce la dictadura de una
clase sobre otra.
Y es que no es cierto esa
tontería que dice la Constitución de que tenemos derecho al
trabajo. Es un derecho meramente enunciativo y potestativo. A lo que
tenemos derechos, según indica el artículo 5 del Estatuto de los
Trabajadores, auténtica ley de relaciones laborales, o de
explotación del capital al trabajo, es a la ocupación efectiva del
puesto de trabajo, una vez, que existe un contrato; es decir, el
trabajador contratado tiene derecho al desempeño de unas funciones
acordes a su puesto de trabajo y a la categoría laboral contratada,
siempre dentro de la máxima de resultar rentable al empresario. Si
no hay contrato de trabajo, no hay derecho a ocupación efectiva
alguna.
La represión política de
clase es el modo intenso y violento, porque la violencia no es solo
física, de ejercer la lucha de clases desde el capital y sus
instrumentos políticos, policiales, mediáticos, empresariales,
jurídicos, legales e ideológicos -un aspecto sobre el que algún
día deberé concentrarme- contra la clase trabajadora.
Y, por supuesto, es represión
política de clase impedir al trabajador dar la respuesta
contundente, merecida y acorde con el ejercicio de la violencia que
supone por parte del capital, sus partidos, todos los que aceptan el
juego democrático-burgués, su legalidad y su Estado, ante su acción
de arrebatar conquistas sociales, derechos por los que se ha peleado
durante generaciones y formas de salario indirecto como la sanidad
pública, los subsidios de desempleo o las pensiones, hoy amenazadas.
-¿A
qué se debe la persecución, encarcelamiento, represión de un
creciente número de personas? ¿Es sólo cuestión de la que la
derecha del PP es muy franquista o hay motivos más profundos? ¿Cuál
es el contexto?
Como señalaba al principio,
la persecución, la represión, el encarcelamiento de un creciente
número de personas en España, que son presos políticos, por mucho
que se pretenda negar, no se debe solo a que el PP sea un partido
reaccionario y temeroso de la libertad. Como decía Marx "Nadie
combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La
libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de
algunos, otras veces como derecho de todos". Y
éste es el privilegio que hoy defiende el capital, su libertad de
empresa, su libertad para sobreexplotar al trabajador. Persigue y
reprime al trabajador que se moviliza para dar escarmiento a toda la
clase en carne ajena, vaciar las calles, lograr el
acatamiento,imponer su ley. Solo de ese modo puede reproducirse
económicamente porque es
un mito indemostrable que la
tarta tenga un reparto equitativo y
que crezca para todos. Crece
para quienes pueden imponer su
poder organizado de oprimir a los demás.
Y esa es una posición de clase
contra clase. Lo contrario es caer en un democratismo pequeñoburgués
que defiende las libertades en genérico, sin concretar para qué han
de servir y quienes necesitan de ellas por encima de todos los demás
grupos sociales.
-¿Cómo
enfrentarse a estas políticas represivas?
-Si la clase dominante se
organiza para defender con leyes, policías, miedo y represión, sus
privilegios, es obvio que la dominada necesita hacerlo también
articularse para contraatacar y defender sus derechos, las conquistas
que le han sido arrebatadas y pasar a la ofensiva. Porque las ideas
no viven sin organización. Y necesita hacerlo al margen y de modo
independiente de todas las demás clases, sobre todo de las
intermedias, o autopercibidas como tales, que solo buscan salvarse de
la quema y reacomodarse para mantener el máximo de sus intereses,
siempre ligados a la pervivencia del capitalismo, aunque éste, por
la dinámica de su desarrollo y de la concentración del capital
tienda, finalmente, a hacerla desaparecer y proletarizarla.
Y necesita hacerlo de modo
combativo, sin ilusiones democráticas de cambios mediante los
instrumentos del parlamentarismo burgués. Quizá deba hacerlo, eso
está por ver -y ésta es una idea que lanzo como reflexión
particular que desarrollaré en un futuro- rearticulando nuevas
formas de organización que ya no sean ni las puramente partidarias
ni las puramente sindicales, sino un híbrido superador de ambas. Las
transformaciones sociales que están trayendo la descomposición de
las tradicionales formas organizativas y las que se están
produciendo en el mundo de la producción requieren de respuestas
adecuadas a los tiempos que nos está tocando vivir. Pero, mientras
esas formas organizativas no cambien, necesitamos sindicatos
auténticamente combativos y fuertes, que sean lo opuesto a esos
burócratas del pacto y la concertación sociales. Lo mismo cabe
pedir las organizaciones políticas de nuestra clase, las cuáles es
más que obvio que no están en absoluto a la altura de las
circunstancias sino envueltas en una caquexia terminal, casi siempre
investida de una arrogancia falsamente vanguardista que solo se
corresponde con su indigencia teórica y su alejamiento absoluto de
las necesidades y la realidad de los trabajadores.
Y, desde luego, es necesario
hacerlo de un modo unitario desde dentro de la clase, superando la
atomización en múltiples plataformas de solidaridad, una por preso,
y haciendo converger las luchas antirrepresivas de manera conjunta y
desde una perspectiva de clase, justo la que tienen nuestros
enemigos.
Y para acabar, algo que sé que
va a ser polémico porque tiene esa intención. Es hora de superar
cierto estilo sindical de un cristianismo cuasi gandhiano que permite
que a sus afiliados se les abrase a multas y a peticiones de cárcel,
llevándoles por unas vías que constituyen la estrategia de ponerles
a los píes de los caballos, cuando algunos de sus dirigentes se
protegen como aforados parlamentarios y limitándose a ponerse la
camiseta con el rostro de alguno de sus presos. A los militantes se
les cuida y protege. Pero si eliges el camino del sacrificio ponte a
la cabeza de él, asegurándote de que tú serás el primer
represaliado. Lo contrario es suicida y golfo.
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17 de marzo de 2017
“CASTA” O “TRAMA”, LA TÁCTICA “PROGRE” DEL ENGAÑO ES LA MISMA
La trama. Sin comentarios |
Por
Marat
Un
amigo y camarada querido me recomienda ahondar en el análisis de lo
que son y representan los “progres” y me sugiere deslindar a las
organizaciones de matriz obrera histórica de esa cosa en la que ha
devenido el aún publicitado término “izquierda” bajo la forma
del neolenguaje “progre”.
Tiene
mucha razón mi amigo. Tanto la socialdemocracia histórica, de
carácter reformista, a partir de Bernstein, como la corriente
comunista, que arranca de Marx y Engels y continúa con Lenin, Rosa
Luxemburgo y otros, tienen algo en común. Nacen de la clase
trabajadora, van a la clase trabajadora y son parte de esa misma
clase.
Hoy
la socialdemocracia histórica, convertida en social-liberalismo del
capital, agoniza, y la nueva, no tiene nada que decir, salvo invertir
términos para acabar en una Syriza o en Sanders que terminó
apoyando a una genocida con trastorno de la personalidad como Hillary
Clinton.
En
cuanto a los comunistas, diría, siendo generoso, que no estamos
precisamente en el momento previo a repetir lo de hace 100 años, el
asalto al Palacio de Invierno. Entre las sectas trotskistas y las
estalinistas se estableció el acuerdo tácito de convertir el oceáno
del marxismo, que era un pensamiento vivo, abierto, insurrecto y
humanista, en un riachuelo estancado con tendencia al lodazal y a las
enfermedades fecales. El marxismo y la idea comunista son mucho más que ellos. Han tenido durante decenios una voluntad de
hierro para conseguirlo. Finalmente, el marxismo es mucho más que
sus despojos. No lo lograrán.
Los
progres actuales son cínicos que han perdido la razón de aquello
que les hizo ser seres vivos, los mayores, pero les ha “colocado”
en muchos casos, y los jóvenes simplemente son ignorantes sin
conexión con las luchas de los desposeídos. Tendrán que cagarla
por sí solos. Podrán hacerlo. Soberbia no les falta.
Dicho
lo anterior, uno tiene la impresión de que estamos en el peor de los
escenarios políticos, sociales, ideológicos y, por supuesto,
económicos, a pesar de las proclamaciones de buenaventura y de
recuperación de los medios epígonos del capital y del conformismo
de quienes dices cosas como “no hay posibilidad de revolución.
Lo que hace falta, aquí y ahora (¡urgente! Rebajas por
fin de existencias) es un gobierno de cambio”. Cuando nos
aclaren su contenido y cómo harán para poner el cascabel al gato
del poder económico, seguro que nos convencen.
No
sé si la revolución social sucederá finalmente. Estoy convencido, con Rosa Luxemburgo, de que la disyuntiva es, ahora más que antes,
“socialismo o barbarie”. Sé que el mundo capitalista lleva
decenios dando signos de agotamiento pero, en tanto que no surja una
fuerza esclava que, nacida de la contradicción entre la producción
social y el beneficio privado, que se oponga con proyecto y voluntad
propias, la agonía criminal de la dominación continuará.
Hace
unos años llegaron con el mantra de “la casta”. No se sabía si
hablaban de políticos o de poder económico; indefinición calculada
al estilo de la los subproductos que vendía el 15M. Poco tardaron en
convertirse ellos mismos en “casta política”, en demostrar que
los cargos les enloquecían, que podían matarse entre ellos por lo
que para muchos era su primer puesto de trabajo: Querían envejecer dentro
de “lo viejo”. Han sido una camarilla de oportunistas sin
escrúpulos. Para ellos lo ideológico y lo estratégico solo eran
trampantojos de una lucha por el puesto, nunca por el poder. Jamás
tuvieron voluntad de tomarlo por asalto, ni por consenso. Solo
querían escañear sus currículums, que para eso son unos "preparaos".
Ahora,
tras poner en evidencia que su Vistalegre II no era sino el
esperpento de su propia fecha de nacimiento, han dado con un nuevo
invento, tras salir flojos de remos del envite: han creado el
término, que es menos que concepto, aunque quieran venderlo como
idea luminosa, de “la trama”.
Leamos
a los dos grandes teóricos podemitas del nuevo tótem llamado “trama”:
“Entonces,
¿por qué centrar el debate en el término trama? Primero, como
hemos dicho, porque define los poderes reales: económicos, políticos
y mediáticos. En segundo lugar, porque enlaza con una subjetividad
organizada; la trama se organiza, conspira, se articula y controla el
poder del Estado, haciendo de la corrupción un componente
estructural del sistema político. Aunque a alguno se le erice el
pelo, la actual forma del Estado no es la de un régimen democrático
salpicado por casos de corrupción, sino la de un régimen
oligárquico atravesado por la corrupción y apenas disimulado por
instituciones aparentemente democráticas. Más de cien años
después, y con una larga dictadura de por medio, la descripción que
Joaquín Costa efectuó de la Restauración canovista conserva una
vigencia asombrosa: “no es el régimen parlamentario la regla, y
excepción de ella los vicios y las corruptelas denunciadas en la
prensa y en el Parlamento; al revés, eso que llamamos desviaciones y
corruptelas constituyen el régimen, son la misma regla”(1)
Los firmantes de dicho texto
son Monereo y Hector Illueca, dos pelotilleros de Anguita -el que
decía aquello de que cumplir la Constitución y los derechos humanos
sería revolucionario, como si ambos no consagrasen el derecho a la
empresa privada, base del capitalismo y de la explotación- en su
Frente Cívico. Y ahora podemitas
Ambos
son dos subalternos
que intentan
colocar la idea de
que el Estado bajo el
capitalismo, y dentro de unas políticas de regeneración de la vida
pública, es neutro, lo
mismo que ya vendió en
su día el PCE
(“Eurocomunismo y Estado”,
de Santiago Carrillo)
y que el cadáver de dicho
partido vuelve
a mercadear
ahora
con su bufonada de que
la dictadura del proletariado
es
la “democracia participativa”,
como si la factura ideológica
burguesa que ha ido
adquiriendo el concepto en su evolución no
fuera una grosera falsificación
Para
algunos, el grupo de “Pablito y los podemitas” ha dado un giro a
la izquierda con la puesta en circulación de su nueva palabra tótem:
“la trama”. Si a ello se le une la convocatoria de
manifestaciones el 25 de Marzo por los derechos sociales, a los que
liga con los derechos humanos, señalando al Ibex 35 como el origen
del mal de esos derechos y, apuntando hacia las connivencias de los
dos principales partidos con el poder económico y mediático, la
convicción de dicho giro será plena para quienes siempre se
detienen en la apariencia, sin intentar rascar sobre su superficie
para dar con la realidad. Nada más lejos que tal creencia.
En
primer lugar, aunque la cultura política del podemita medio no sea
muy elevada, ni siquiera en ese racimo de “politólogos” que
dirigen el partido, en el caso de sus ideólogos, al menos en el de
Illueca y Monereo, presuponer ignorancia es ser demasiado generosos
con ellos. Simplemente son unos cínicos.
Por
mucho que disimulen estos matones de la metafísica podemita, conocen
a Marx y saben que, para él, el Estado capitalista es una
superestructura determinada por la infraestructura económica sobre
la que se asienta todo lo demás y conocen que, bajo el capitalismo,
el Estado no es un órgano neutro moldeable según quien gobierne y
su voluntad. No se les escapa aquello de “Hoy, el poder público
viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que
rige los intereses colectivos de la clase burguesa” de
“El Manifiesto Comunista” de 1848. Recurrir a Joaquín Costa,
un regeneracionista, -con todas las connotaciones que tuvo el
regeneracionismo en España, incluidas las más reaccionarias-, para
explicar las viejas corruptelas, les revela como lo que son:
pequeñoburgueses que solo pretenden limpiar, fijar y dar esplendor
al Estado del capital al que quieren servir y ya, de hecho, sirven
En
segundo lugar, al destacar las connivencias entre Estado, grandes
corporaciones económicas y complejos comunicacionales, lo que hacen es enfatizar la corrupción que hemos mencionado, desviando con ello la
naturaleza de la formación económica capitalista, sus relaciones de
poder y entre las clases dominantes y subalternas (empresarios y
trabajadores) y el andamiaje juridico-legal que sustenta todo el
sistema y que lo dota de apariencia de legalidad.
El
PP y la burguesía catalana del 3-4%, los
empresarios corruptores, la Fundación Civio, Transparencia
Internacional y, en general el sistema capitalista en España,
estarán agradecidos con semejante enfoque. Contribuyen
a dar fuerza de ley a la propuesta, que ya ha entrado en el Congreso
de los Diputados, que ayudará a legalizar la corrupción, al
enterrar bajo una serie de procedimientos legales cuestiones
que no estarán presentes en los documentos de relación entre
políticos/miembros de las administraciones del Estado y empresarios
grandes, medianos y pequeños. Estos
podrán continuar
engrasando la máquina capitalista, bajo la apariencia de legalidad,
como ya sucede en Estados Unidos y en muchos países de la Unión
Europea. Aunque el artículo fue publicado hace mucho
tiempo como para que hoy lo hicieran en el mismo lugar (ATTAC) y
proviene de
autora argentina, de otras latitudes distintas a Estados Unidos y la
Unión Europea, la política y la legislación comparadas son
disciplinas muy empleadas que ayudan a que nos sirva su reflexión.
El texto, relacionado con las propuestas regularizadoras de los
lobbies, se llama “Legalizar
la corrupción.
En
tercer lugar, al tener
que ver el argumentario de “la trama”
con el Ibex 35 -el
libro del podemita Rubén Juste “Ibex
35, una historia herética del poder de España”
es
parte del complejo ideológico del asunto-, lo que se escamotea es un
análisis de la crisis capitalista y
de toda
la estructura económica
de
España. Ésta
es mucho más que el Ibex 35,
Se
oculta, con un planteamiento como el de ·la trama”, la
forma
e la
que las legalizadas nuevas relaciones laborales favorecen a la
acumulación capitalista, a la vez que potencian la sobreexplotación
de los asalariados y convierten a los parados en servidumbre barata y
permanente (ejército industrial de reserva, que decía Marx, y que
hoy podríamos llamar trabajadores de disponibilidad incondicional).
Bajo
la consigna de que las
ballenas del capitalismo español nos desposeen y roban queda
enterrada la realidad de una pirámide social en la
que todo propietario de empresa con trabajadores está en condiciones
de hacer con ellos lo que quiera, no solo las grandes empresas, de
las que no se mencionan ni las condiciones de trabajo ni las
contractuales.
Es
la vieja consigna tramposa indignada del 1% contra el 99%, como si no
existieran ni la proximidad vital de la explotación concreta ni otra
realidad empresarial que las 35 empresa citadas.
En
cuarto lugar, en la medida en que la categoría “trama” se
contrapone para los podemitas al concepto derechos, debiera llamar
la atención que Podemos hable de los siguientes derechos concretos:
ingresos, vivienda, infancia, sanidad, pensiones, servicios sociales,
ayudas a la dependencia, alimentación y no precariedad-. Pero
excluye el derecho al trabajo. Ello les sitúa en el marco de
aceptación del concepto “ocupación efectiva del trabajador”
del Estatuto de los Trabajadores. Éste indica que el empresario ha
de facilitar al trabajador funciones propias de su categoría
profesional -de acuerdo con la jornada que el trabajador tenga
atribuida, y el resto de las condiciones pactadas en el contrato-, y
los medios necesarios para su ejercicio, como consecuencia del
contrato de trabajo y de la necesaria asunción del riesgo que ello
implica. Pero ello no significa un compromiso real del empleador con
el trabajador sino la aceptación de unas condiciones dadas, siempre que el
trabajo realmente se efectúe; esto es, si te dan trabajo. Para ser más claros aún, para el Estatuto de los Trabajadores, que es el que de verdad rige, y no los derechos meramente enunciativos de la Constitución, si tienes trabajo, tienes los derechos señalados respecto al modo y condiciones de su desempeño, pero ello no significa en absoluto que tengas derecho al trabajo. Podemos, sibilinamente, se sitúa fuera de la defensa del derecho
al trabajo. Es consciente de que en la práctica el tener un trabajo no es un derecho. Pero lo hace sin atreverse claramente a ofrecer, de modo explícito y
alternativo, su vieja consigna de la Renta Básica Universal, que va y
viene en su formulación, de la que, en un futuro capítulo expondré
su carácter liberal, reaccionario y precursor del “búscate la
vida, que ya no hay nada público, Págatelo con el dinero que te
dimos”.
Por
lo demás, no hay nada nuevo que ustedes, si quisieran, no debieran
haber intuido ya. La decisión sobre lo que uno es en esta vida,
yunque, martillo o masa amorfa, le corresponde a cada cual. Sigan
disfrutando de First Dates y de Jugones.
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16 de enero de 2017
INTERMÓN OXFAM Y EL CÁNDIDO CUENTO DE LA REDISTRIBUCIÓN
60 años viviendo del cuento y 2.000 contando el mismo cuento |
Por Marat
No puedo con los
curas. Se me atragantan. Y no porque no admita que hay dentro de
ellos una parte realmente comprometida con un mundo de justicia e
igualdad reales pero su tendencia a buscar la vía más pacífica y
pacifista para lograrlo les lleva a esconder las causas reales de la
desigualdad. Por lo mismo no puedo ni soporto a la vieja
socialdemocracia ni menos aún a los progres, que ya han olvidado
incluso las raíces de la desigualdad en una estructura de clases que
se asienta en la explotación dentro del mundo laboral y en la
apropiación del trabajo ajeno. Esto para no hablar de plusvalía,
que a algunos les suena a “viejo comunismo rancio de Marx”,
aunque no conocen nada de Marx, ni siquiera a través de la vía
falsificada de los planes de estudio de los que ha sido excluido ya
hace años. Pero los ignorantes tienen un inmarcesible apego a dar
lecciones de “cuñao” de lo que ni siquiera alcanzan a hablar de
oídas.
Lo de los curas va
por Intermón Oxfan. Esta organización (ONG), plagada de
profesionales a sueldo a costa de la pobreza, nació católica en
1956 y ligada Secretariado de Misiones y Propaganda de la Compañía
de Jesús (los jesuitas). Era entonces una organización
asistencialista. Hoy, más laica formalmente, sigue manteniendo
vínculos con los jesuitas y con la misma orientación de dar
cataplasmas a la pobreza.
Para Intermón Oxfam
es necesario luchar contra la pobreza mediante un mayor aumento del
gasto público (de los Estados) para hacer frente a la lucha contra
la pobreza global y la desigualdad.
En su último
informe, “Una economía para el 99%”, esta ONG se
plantea la necesidad de “repensar el modelo económico”.
Cada vez que escucho o leo la palabra repensar sé que estoy ante un
vendedor de humo, que no tiene intención alguna de transformar la
realidad. A estas alturas del capitalismo ya debiéramos saber dónde
se produce el origen de la desigualdad, que no es ni en la cuna ni en
la diferencia de salarios, por adelantar alguna conclusión sobre
dicho informe.
Y cada vez que leo o
escucho a alguien hablar del 99% y del 1% sé que un charlatán
quiere jugar al engaño. No hay un 99% de personas oprimidas por un
supuesto 1% porque el capitalismo es una estructura social que
requiere de algo más de base que el 1% y porque de las estructuras
de dominación de la burguesía participan otros sectores que no son
los plutócratas más megaricos. Está toda esa clase alta,
media-alta y media, que tiene medios de producción propios, contrata
trabajadores y los sobreexplota con salarios de miseria, largas
jornadas laborales, contratos basura, represión y amenazas de
despido si se quejan. Así que esos no son oprimidos y, francamente,
si los muchimillonarios, al concentrar su riqueza, amenazan la
estabilidad de los sectores de las medianas y pequeñas empresas no
seré yo quien llore por ellos. No me hablen de que crean empleo
porque, mucho de ese empleo es de tipo inducido; es decir, que
proviene del que genera indirectamente el gran capital, que también
es enemigo y opresor de la clase trabajadora.
Y es que muchos,
iletrados, ignorantes o gentes de mala fe, tratan de desvincular
pobreza y clase social. Pero “los pobres” pertenecen a una clase
social determinada, cada vez más trabajadores ocupados están bajo
el umbral de la pobreza y los parados tampoco pertenecen a los ricos
(la burguesía capitalista, que decimos los comunistas rancios).
Cuando se alude al
“modelo económico”, y no al sistema económico, de
lo que se está hablando es de una forma de lograr productividad,
crecimiento y redistribución pero sin poner en tela de juicio las
bases sociales de ese sistema económico que no son otras que el
trabajo asalariado, unas relaciones sociales de producción
capital-trabajo, una propiedad privada de los medios de producción
y, consecuentemente a lo que acabo de señalar, una apropiación
privada del beneficio. Y es aquí donde se encuentra la madre del
cordero. Éstas y no otras son la base de la desigualdad y de la
pobreza.
Una propiedad social
(no digo simplemente estatal) de los medios de producción
conllevaría, inevitablemente, un reparto más justo e igualitario de
la riqueza nacional e internacional, si dichas relaciones sociales de
producción cambiasen desde la base e implicasen un intercambio justo
y equivalente entre los países.
Pero Intermón Oxfam
pretende personalizar, en lugar de hablar de un sistema de relaciones
sociales dentro del mundo empresarial, y contarnos que entre Amancio
Ortega, de Inditex, su hija Sandra Ortega y Juan Roig, de Mercadona
acumulan tanta riqueza como el 30% más pobre de España. Prefiere
contarnos también que en nuestro país el ejecutivo que más cobra
tiene un sueldo 96 veces superior al empleado medio,
Cuando las cifras
son escandalosas bloquean el pensamiento y la capacidad de
reflexionar sobre las raíces reales de la desigualdad.
De este modo
Intermón Oxfan puede vendernos que hay que hacer políticas fiscales
más redistributivas y subir los salarios a 1.000 euros para que haya
un reparto más equitativo de los bienes como, si el Estado, que es
el destinatario de tales peticiones, no fuera el Estado de una clase
social concreta y como si la burguesía fuese a permitir que se
dañara su tasa de acumulación, vía impuestos o vía salarios más
elevados.
A base de cifras
escandalosas, los curas y sus laicos monaguillos pretenden hacernos
tontos, que nos conformemos con unas migajas más, que no nos van a
ser concedidas sino en la medida en que podamos consumir más y hacer
más ricos a a los ricos para los que estas gentes bondadosas rezan
y trabajan, que no queramos cortar el nudo gordiano del
capital que nos atenaza y que jamás reclamemos para nosotros, no ya
el fruto de nuestro trabajo, que siempre será un salario, mayor o
menor pero injusto, sino la abolición de unas relaciones
contractuales en la que la producción es social pero la riqueza es
privada.
¿Nos sorprende que
la cumbre de los megaricos en Davos arranque, mañana martes 17 de
Enero con la cuestión de la “reforma del capitalismo” en su
agenda, el mismo cuento que el G-20 propuso en 2009? No debiera. Las
religiones y los capitalistas ponen de manera eterna el la zanahoria
delante del burro; una zanahoria que el asno nunca llegará a
alcanzar mientras la misma mano sujete el palo del que cuelga.
Pero eso sería socialismo, algo defendido por comunistas. Y ya se sabe que los que nos acunan y duermen con cuentos, recordando a León Felipe, son mucho más eficaces -pregúntense para quienes y con qué objetivos- que las arengas que les soltamos los rancios marxistas.
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