18 de mayo de 2015

ELECCIONES EN TIEMPO DE GUERRA

Formamos en parte de un mundo en guerra y participamos en ella. Es cierto que nuestro territorio no es un frente de batalla y que nuestras bajas no son muy numerosas, pero esto no quiere decir que no participemos de forma cada vez más activa en la guerra y que no asumamos los costes y riesgos de forma creciente.

Nuestro territorio tiene una importancia geoestratégica decisiva y su utilización es necesaria en la guerra que se ha desatado por el dominio del mundo. Esa posición determinó que ya en 1953 se instalaran bases militares norteamericanas en Torrejón, Morón, Rota y Zaragoza y que posteriormente en 1982 entráramos a formar parte de la OTAN.

Desde entonces nuestra complicidad y participación en la guerra no ha hecho más que crecer; somos el sexto país exportador de armas del mundo, hemos enviado 137.000 efectivos militares a 50 países en cuatro continentes, todos los ministerios, excepto dos, contribuyen al gasto militar, camuflando los presupuestos militares; tenemos una deuda de más de 30.000 millones de euros por la compra de armamento; la base de Rota forma parte del escudo antimisiles, la base de Morón es sede de las Fuerzas de Acción Rápida (Punta de Lanza) de la OTAN; en la base de Torrejón se construye un super bunker para alojar un Centro de Operaciones Aéreas Coordinadas de la OTAN.

En el próximo mes de octubre se realizarán en el estrecho de Gibraltar las mayores maniobras de la OTAN desde la guerra fría. España será el país anfitrión y la Brigada de la Legión Rey Alfonso XIII será acreditada como fuerza de intervención rápida, capaz de desplegar 5.000 efectivos en cualquier lugar del mundo en 48 horas.

¿Podemos seguir  ignorando que participamos en la guerra? 

¿Podemos negar nuestra complicidad en el sufrimiento de millones de personas? 

¿Podemos negar nuestra responsabilidad en el riesgo que estamos asumiendo? 

Recordemos que esta guerra-mundo ya se ha cobrado 16,5 millones de vidas, que el 90% de las víctimas de guerra son civiles no combatientes y que de ellas más del 50% son mujeres y niños; que en el 2014 hemos alcanzado la cifra récord de refugiados que superan los 50 millones de personas.

Continúa los sacrificios de nuestra población, se repite constantemente que los recortes son necesarios, pero el militarismo en todos sus aspectos no para de crecer. Ante tanta evidencia la inmensa mayoría de las organizaciones políticas y sociales guardan silencio. Ahora, en período electoral cuando todos exhiben sus programas y propuestas y todo se llena de buenas intenciones, la guerra y nuestra participación en ella se silencian. Tan preocupados por los presupuestos y nadie denuncia los gastos militares; tan preocupados por la seguridad y nadie denuncia la militarización del país y nuestra participación en la guerra; tan preocupados y tan "solidarios" con la emigración y no se denuncia que las guerras en las que participamos son el principal causante.

Aceptar este silencio es asumir un papel cómplice y aceptar el recorte democrático que nos dice de qué no podemos hablar.

Emplazamos a las organizaciones que se presentan a las elecciones a que se pronuncien sobre el tema de la guerra y nuestra participación en cualquier forma en ella.