21 de junio de 2020

FERNANDO SIMÓN, SERVIDOR PÚBLICO


Por Marat
Son pocas las expresiones que hoy en día no están contaminadas por el desgaste o por el envilecimiento de todo cuanto las connota. Las sociedades fragmentadas carecen de consenso en los términos que conllevan alguna carga moral y no hacen prisioneros.

La de “servidor público” no es una excepción. Y sin embargo, quiero reivindicarla, al menos en tres de sus concreciones: la sanitaria, la científica y la de la enseñanza. Pido disculpas por adelantado porque, seguramente, me olvido de alguna otra que debiera ser incuestionable, pero ahora mismo no soy capaz de precisarla.

Sin la sanitaria estaríamos expuestos a cada hora cada ser humano a la ruleta de la muerte por las que hoy consideramos las más nimias enfermedades, que aún asolan al Tercer Mundo, sencillamente porque allí el capital farmacéutico no encuentra mercado lo bastante interesante para su beneficio económico.

Sin la investigación científica, con todos los intereses del capital que están detrás, aún andaríamos con el taparrabos de la ignorancia, ese que nos quieren inocular los terraplanistas, las pseudociencias de la naturopatía y de la homeopatía en la que se ha ido convirtiendo el mundo de las farmacias.

Sin la enseñanza estaríamos ante la más completa indefensión de los explotados y los oprimidos, imposibilitados de llegar comprender las causas de lo que les sucede cuando la lógica del beneficio empresarial y del matonismo del poder les convierte hoy también en esclavos. Y esto sin olvidar que la enseñanza bajo el capitalismo es uno de sus aparatos ideológicos de dominación de clase. Pero, a pesar de ello, la enseñanza es un medio útil para dudar y comprender la realidad que nos rodea.

Esa es mi concepción del “servidor público”. No la de la persona que sirve al gobierno de turno sino la que ayuda a salir del dolor y la oscuridad a sus semejantes.

Ese es el atributo que creo que le corresponde a Fernando Simón,  director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, el de “servidor público”, en el sentido que le he dado y no en otro que cualquiera, con mayor o menor razón, pudiera considerar.

Fernando Simón hoy es, para muchos,  un “héroe del pueblo”, un matador de la COVID-19. No creo que lo sea ni que él se considere tal cosa.

Más bien lo considero como el especialista en epidemiología en un país sin tradiciones en este tipo de especialidad, entre otras cosas porque no las ha padecido apenas hasta ahora desde que se erradicó la poliomelitis en 1955.

Por mucho que haya trabajado en Mozambique y en Burundi o en América Latina, por mucho que se haya  especializado en malaria, sida y tuberculosis, no deja de ser un español, formado en España, con uno de los mejores curriculums en su especialidad pero que no vive habitualmente en los países pandémicos por naturaleza de Asia, África o América Latina. Era, seguramente, la mejor opción especialista para esta pandemia que hemos sufrido en nuestro país (lo fue también para el PP cuando la crisis del ébola y entonces nadie, tampoco, el PP en aquella ocasión se lo reprochó pero, casualmente, hoy sí, junto con los fascistas de VOX) pero no era infalible. Solo dios lo es pero, como nos enseñó Camus en “La peste”, dios no existe y, en tales circunstancias, aún menos.  

Se le reprocha desde la ignorancia de determinados ámbitos ciudadanos, potenciada por el cálculo del voto posible entre la derecha reaccionaria y la extrema derecha, haber considerado que no existían apenas riesgos de la epidemia unos días antes de la declaración del Estado de Alarma en España y que el número posible de diagnosticados iba a ser algo anecdótico. Es cierto que dijo eso pero se suele “olvidar” que China mantenía por entonces un control sobre la información de lo que allí estaba sucediendo casi absoluto y que apenas la compartía con otros Estados y que en Italia la declaración del Estado de Emergencia se producía con solo dos casos el 31 de Enero de este año. Incomprensiblemente, en medio del Estado de Emergencia en Italia se jugó el partido entre el Atlanta y el Valencia el 19 de febrero: 40.000 asistentes entre italianos y españoles. Si en Italia no se veía mayor peligro en realizar eventos multitudinarios como ese, ¿debía considerarse lo contrario en España? Bastante más tarde supimos que el virus se propagaba con mayor nivel de riesgo en espacios cerrados que en abiertos y que la densidad de población era más determinante que el número de habitantes. No le competía al doctor Simón tomar tal decisión sino al Ejecutivo español pero ¿se imaginan qué hubiera sucedido si a primeros de Febrero, cuando apenas había noticias de afectados en España, se hubiera adelantado el Estado de Alarma? ¿Creen de verdad que una sociedad acepta medidas tan drásticas como las tomadas posteriormente sin verle las orejas al lobo? Hoy Italia, a pesar de la anticipación en sus medidas sanitarias, arroja la cifras de 6.000 muertos más que España. Y no sirve el cuento de la ocultación de datos porque ese supuesto comportamiento vale para cualquier Estado de cualquier país.

Pero, por encima de lo que hasta ahora les estoy contando, creo necesario señalar que el papel del doctor Fernando Simón es especialmente inapreciable en cuestiones que van más allá de las recomendaciones que haya hecho al gobierno en cuanto a las medidas a tomar para aplanar lo que era su obsesión: la curva del coronavirus.

La primera de esas cuestiones me la señaló un amigo y militante de mi organización, el Espacio de Encuentro Comunista, cuando me dijo aquello de “Simón es alguien balsámico. Cuando aparece da tranquilidad”. Frente al miedo que atenazaba a una sociedad confinada en sus casas y en sus propias angustias, Simón, cada día ofrecía serenidad y un rayo de esperanza, justo la que necesitábamos entonces los españoles y aquellos que habían venido de lejos a buscarse la vida, como cualquier ser humano, y a convivir con nosotros, muchos en espaciales circunstancias de sobreexplotación hasta que todo se paró.

Su voz templada, la humildad con la que reconocía lo que sabía y lo que no cuando los periodistas le preguntaban en las ruedas de prensa diarias, nos transmitía paz y un deje de empatía con quienes vivíamos nuestras cotidianas paranoias, aislados de la calle y solo conectados, los que teníamos la posibilidad, con otros (familia, amigos de siempre y nuevos,…) mediante la tecnología. Esa misma tecnología que nos iba reconduciendo hacia el nuevo confinamiento del teletrabajo, pero esa realidad laboral con pérdida de derechos hay que achacársela primero al capital y luego a su gobierno de turno, el que ahora ejerce.

La segunda pista me la dio, también mi amigo y camarada, cuando me habló de cómo le recordaba la situación que estábamos viviendo a “La peste”, de Camus. Hacía muchos años que había dejado de leer a uno de mis autores preferidos, el de “Calígula”, el de “El estado de sitio”, el de “El malentendido”, el de “Los justos”, el de “El exilio y el reino”, el de “La caída”; para muchos el de “El extranjero”.    

Caí entonces en la memoria del doctor Rieux, el héroe de “La peste”. Imaginé a Simón dando un paseo por el Madrid semidesértico y pensando en sus propias angustias, nacidas de una tarea que agota a cualquier ser humano  frente a una devastación que a él y a cualquier ser humano le había de superar. Y, como a Bernard Rieux le vi entonces en mi imaginación: “Fuera le pareció a Rieux que la noche estaba llena de gemidos. En alguna parte, en el cielo negro, por encima de las farolas, un silbido sordo le hacía pensar en el invisible azote que abrasaba incansablemente el aire encendido.”.

Era eso, la empatía humana del servidor público con el dolor que no era posible que fuera ajeno para él.

Toda sociedad humana necesita de servidores públicos en el sentido que he definido, de personas que entreguen a la colectividad lo mejor de sí mismas. Al hacerlo se elevan sobre su condición de individUos y dan sentido a las mejores estrófas del poema de John Donne:

"Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.

Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo"

Defender a los Fernando Simón de cada circunstancia es proteger a quienes creen que lo colectivo es superior moralmente a lo individual y que hay una razón para hacerlo: el somos frente al salvajismo que defienden algunos de que el ser humano es un lobo para otros seres humanos. 

No le voy a juzgar a futuro. Ya lo han hecho la reacción y el fascismo y ciertos izquierdistas que le acusan de blanquear decisiones del gobierno. Solo espero de él que siga siendo el servidor público para quienes lo necesitan que ha sido hasta ahora, libre de tentaciones políticas y fiel a la idea de servicio a los demás que un día se prometió a sí mismo.

5 de junio de 2020

LEPENIZACIÓN DE VOX Y ENVILECIMIENTO DE LA POLÍTICA ESPAÑOLA


Viñeta del dibujante árabe Osama Ayyach
Por Marat

A finales de abril de 2019 escribí en un artículo de La Barricada… lo siguiente:
“Cuando vuelvan mal dadas en la economía, la rabia social que ya no canaliza Podemos y que no puede organizar ni dar dirección política una opción de clase porque ya no hay comunistas, si tienen la habilidad para abandonar la línea liberal de la extrema derecha austriaca o brasileña que hoy les inspira, y optan por la social de Marine Le Pen, ahí sí que estaremos ante un auténtico problema porque, entonces lo que hoy es ultraderecha puede pasar a ser fascismo organizado y escuadrista realmente peligroso”. Me refería a VOX, obviamente.

Intentar hacer prospectiva política, anticipando posibles escenarios de futuro, a partir del análisis de unos cuantos datos, siempre subjetivos en su elección e interpretación, es algo arriesgado, especialmente en tiempos en los que la brutal aceleración histórica corrige de manera inmediata las previsiones que hicimos 5 minutos antes.  

Generalmente en unas hipótesis de marco general se acierta en unas cosas y se yerra en otras, casi siempre a partir de una combinación de azar y de una acertada o no elección de las variables que van a intervenir en el futuro y de cómo se comportarán.

Ejemplo de error fue en el mismo texto aludido afirmar la muerte política del PP y de su Presidente Casado. El clima de miedo ante las consecuencias económicas del confinamiento y de su larga y, en mi opinión, necesaria duración para aplanar la curva de muertes por la COVID-19, le ha dado alas para desplegar su estrategia de tensión y degradación del ambiente político español, en donde VOX ha jugado un papel decisivo. Y les ha funcionado a ambos, más allá de lo que digan las encuestas, que demuestran que el cliente que paga por ellas siempre tiene la razón, sea quien sea este cliente. Pero, ¿quién esperaba al coronavirus? Salvo algún conspiranoico que, como las sectas religiosas siempre están anunciando la peor calamidad, y alguna vez han de acertar, por aquello de que un reloj parado da la hora correcta 2 veces al día, Bill Gates, que es más listo que toda la humanidad junta y parte de la existencia extraterrestre y los Simpson, que desde que apareció esa serie de dibujos amarillos ha previsto todo lo sucedido en el mundo, nadie.

Las consecuencias económicas mundiales de la COVID-19 han impactado de lleno en una crisis capitalista que había experimentado una débil recuperación y que en los últimos años daba claros signos de agotamiento de dicha etapa expansiva. Evidentemente a esta recuperación de bríos del PP han contribuido los errores del propio gobierno de progres, no en el planteamiento y enfoque de las medidas para afrontar la pandemia sino en la gestión de su comunicación para hacerlo, sus propios bandazos y, por supuesto, su falta de capacidad de respuesta en forma de medidas mínimamente eficaces para paliar las consecuencias sociales y económicas de la paralización de la actividad económica del país para las clases populares en general y la trabajadora en particular.

En cambio, sí creo haber acertado en la cuestión de la “lepenización” de VOX. Pero ¿de qué estoy hablando cuando señalo que este partido se ha “lepenizado”?

Por lepenización entiendo el acercamiento a las posiciones “sociales” del antiguo Frente Nacional (FN) francés, hoy  Agrupación Nacional (Rassemblement National, RN) de Marine Le Pen, hija del fundador del partido y elemento central de del éxito electoral del fascismo francés.

Es necesario señalar que el fascismo “social” de Marine Le Pen, en Europa y en el mundo, es más una excepción que la regla. 

Rassemblement National, antes Frente Nacional, se presenta como la opción de las clases populares francesas, plantea supuestas políticas de protección social a éstas y defiende la recuperación de la soberanía nacional como mecanismo para lograr esa protección frente a “la UE de las oligarquías”, como si la economía francesa no estuviera conectada, como la española, con otras economías internacionales. Les funciona perfectamente en un país en el que la revolución burguesa de 1789 fundió los conceptos pueblo y nación, y en el que ya no existen ni el gaullismo ni la izquierda, por definición reformista por mucho que vocifere, de los social-liberales del PSF ni de los socialdemócratas del PCF. Tan solo queda, tambaleante y desnortada, como un boxeador sonado,  la versión francesa del anguitismo, también en lo histriónico y populista, representada por la Francia Insumisa de Melenchon, a quienes solo la suprema ignorancia puede confundir con el marxismo.

Hoy, Rassemblement National es el primer partido de Francia, por delante del macronismo liberal y elitista, al que solo la unión de los demás partidos en apoyo del ex banquero pudo frenar en su día pero una operación política, organizada desde el propio Eliseo con el apoyo y financiación de élites económicas, difícilmente lo podría lograr hoy.

Solo la clase trabajadora francesa resiste desde unos sindicatos debilitados pero muy combativos, con la excepción de la “socialista” y pactista CFDT. Pero ha de atravesar, sin referencia política alguna, el estrecho  paso entre el Escila de Macron, que los reprime salvajemente en las calles, y el Caribdis del lepenismo que acabará con las pocas libertades que aún quedan en Francia cuando logre encaramarse al gobierno y asentarse en él, ya sin oponentes.  Entonces ya no necesitará el simulacro de su dimensión social y se homologará a los demás fascismos neoliberales. Hasta entonces, se disfrazará de lo que no es.

Por su parte, VOX, por mucho que recuerde al señorito parásito que no vive de su trabajo sino de lo que el oportunismo le procura (Abascal y Ortega Smith son buenos ejemplos de ello), tuvo en su refundación, una vez acabado el liderazgo del apolillado Vidal-Quadras, la extraña anotación de algunos detalles que dejaban abiertos varios escenarios posibles:

  • Si, por un lado, VOX tiene un programa económico ultraliberal, proponiendo la privatización de lo que dejó por privatizar el PP, el resto de la sanidad privada, dar la última estocada a las pensiones mediante sistemas de capitalización y potenciar aún más la educación privada, con el cheque escolar, por el otro, hizo un guiño en la campaña de las pasadas elecciones generales a sectores de la clase trabajadora con el lema “la España que madruga”. Se supone que las clases altas lo hacen también para ir al golf y volverse a la cama después de un duro partido de este sufrido “deporte”; lema que también utilizó el PP, y con anterioridad el partido de Marine Le Pen. 
  •   Si, por una parte, VOX, se presenta como defensor de la libertad frente a la “dictadura progre” del gobierno social (¿dónde?)- comunista (¿¿¿dónde???)-bolivariano (¿qué demonios tiene que ver el populismo bonapartista con ser socialista o comunista?), por otra, deja clara la importancia que otorga a al algunas de sus referencias ideológicas al citar, tanto en debates preelectorales como en redes sociales, al fundador de las JONS, Ramiro Ledesma Ramos, representante del sector más “obrerista” de Falange Española de las JONS, luego expulsado de Falange por diferencias con el señorito burgués  José Antonio. Hay que señalar que ninguno de los medios de comunicación que se hicieron eco de la mención de Abascal a Ledesma Ramos señala que éste se sentía ideológicamente próximo a las tesis del ala izquierda del NSDAP (partido nazi alemán), representado por los hermanos Otto y Gregor Strasser y por el jefe de las SA Ernst Röhm. No creo que esta omisión se deba solo a la casi generalizada ignorancia del sector periodístico sino, en gran medida, a una autocontención mediática en las críticas y el rechazo a lo que VOX es y representa. Al fin y al cabo, siempre conviene tener a mano a los encargados de hacer limpieza cuando se necesite y no es cosa de desprestigiarlos en exceso. 
Pero esa “lepenización”, o guiños a lo “social”, ha experimentado un acelerón oportunista con el escenario de paro y brutal extensión de la pobreza entre la clase trabajadora, proletarización de importantes sectores de las clases medias patrimoniales (la de negocios propios) y las de elevados salarios, que se verán abocadas al desempleo o, en gran medida, recortadas en sus niveles de vida; así como con las nuevas medidas de austeridad, recortes sociales y privatizaciones que no tardarán en llegar.

Es ese escenario el que explica el salto oportunista de VOX. La organización fascista ha difundido recientemente vídeos en las redes sociales y en su canal de Youtube en los que se presenta como heredero natural del espíritu del 15M, según señalan en ellos traicionado por Podemos . En un formato testimonial, dos hombres y una mujer establecen un vínculo entre la ilusión, luego rota, del 15M y la esperanza que sienten con VOX (“lo nuevo”, rellenable con salsas al gusto de cada comensal, actúa en los dos casos como fetiche que los dota de significado, como “lo nuevo” fue también el sagrado valor en el caso del ya viejo Podemos) y entre la rabia organizada que representaban los indignados de entonces y los de ahora. Podría llegar a funcionar hasta cierto punto porque la ignorancia que existía entre muchos de quienes participaron en el movimiento del 15M corre pareja a los que componen la hinchada de VOX y el grado de fanatismo y cerrazón es similar.

Sorprende, porque es antagónico con su programa ultraliberal que, entre sus medidas para "proteger España", hayan incluido la propuesta de que el Estado asuma el pago de la nómina, drante tres meses, de todos los trabajadores afectados por la inactividad económica derivada de la COVID-19 así como que, en el caso de los autónomos, el Estado cubra "el pago de una cantidad equivalente al ingreso medio de de su facturación en los tres meses anteriores". 

Esas medidas para "proteger España"  incluyen también la suspensión de todos los impustos que gravan el consumo de suministro de los hagares (agua, luz y gas). Llamativo que a estos ultraliberales en lo económico y fascistas en lo político lo que les preocupe es la parte de los impuestos del servicio y no la el pago del servicio en sí, cuyo abono dejan intacto, cuando estamos ante una situación de emergencia social, que deja a cientos de miles de hogares sin capacidad de pago de dichos servicios, cuyo suministro ya protege el gobierno prohibiendo su corte por impago. 

Y, para remate "popular", añaden en su Plan de Emergencia Nacional por los efectos de la pandemia la propuesta de que se suspenda el pago de la parte del capital en la cuota de amortización de los préstamos hipotecarios; moratoria que ya fue apobada por el gobierno para que fuera asumida por los bancos en los casos de afectados laboralmente por la COVID-19 que lo solicitasen. 

El supuesto apoyo a la existencia de algún tipo de Ingreso Mínimo Vital (IMV), que es ridículo e insultante en su menguada cuantía para las necesidades reales de cualquier candidato a percibirla, sea a nivel individual o familiar, ha sido otro de los giros “sociales” de VOX, que ha pasado del exabrupto despectivo de “la paguita” y de los subsidiados a los que se compra el voto a otro que admite que hay una situación de emergencia social nacional. En palabras de Jorge Buxadé, portavoz del Comité de Acción Política de estos fascistas, VOX “no está en contra” del mismo. Esta pirueta la ha dado después de calificar el citado portavoz hace más de un mes a este subsidio no contributivo de “solución venezolana” y de “paguita clientelar y para menas”. A ver cómo vas a incendiar de odio a los "cacerolos" de los barrios obreros cuando esos mismos "cacerolos" se vean ante la disyuntiva de aceptar tan exiguo subsidio o ser fieles cabestros obedientes al partido, renunciar a ello y comerse los mocos.  Pero como la cabra tira al monte, no pueden renunciar a segur intoxicando de odio y mentiras al desgraciado analfabeto político que ya había decidido hace mucho qué mentiras iba a comprar del conjunto de las  ofrecidas en el supermercado de marcas electorales. Y han decidido dar otro giro más en relación al asunto de la “paguita”, uniéndola a otro de sus chivos expiatorios, la emigración y, dentro de ella, la de los más desesperados, “los que llegan en patera”, según afirman el generalisímo Santiago Abascal y su cabo furriel Ignacio Garriga en las redes sociales.

Es cierto que se exceptúa de la exigencia de “tener residencia legal y efectiva en España y haberla tenido de forma continuada e ininterrumpida durante al menos el año inmediatamente anterior a la fecha de presentación de la solicitud” para ser perceptor del IMV a “las personas víctimas de trata de seres humanos y de explotación sexual, que acreditarán esta condición a través de un informe emitido por los servicios públicos encargados de la atención integral a estas víctimas o por los servicios sociales, así como por cualquier otro medio de acreditación que se desarrolle reglamentariamente” pero no estaría de más hacerse las siguientes preguntas:
  •          ¿Cómo se acredita que los de las pateras son “víctimas de trata de seres humanos”? ¿Se envían cuestionarios a los responsables de la red de trata de seres humanos en Libia, Mauritania, Marruecos o donde sea, pidiendo que faciliten el listado de nombres y apellidos de quienes han llegado a España en patera?
  •       ¿Saben ustedes que se habla explícitamente de “trata de seres humanos y de explotación sexual” pero que no se menciona, por lo que se excluye, a los que trafican con seres humanos, probablemente la mayoría de los casos de quienes llegan en patera? ¿Saben que la “trata” se refiere a redes de explotación laboral o sexual, mientras que el “tráfico ilegal” de personas se limita a facilitar que los sin papeles entren ilegalmente en un país extranjero sin otro vínculo posterior pero no están contemplados en la excepción de la exigencia de residencia legal en España durante al menos un año ?  
  •      ¿Se imaginan la diligencia con la que los funcionarios de las Comunidades gobernadas por el PP (Galicia) o en colaboración con VOX y Ciudadanos (Madrid, Andalucía, Murcia) o solo con VOX (Ceuta), o solo con Ciudadanos (Castilla-León) emitirán sus informes que demuestren la trata de seres humanos de los llegados en patera, toda vez que la gestión de la IMV corresponderá a las Comunidades Autónomas y no al Estado central? Yo no. Si usted sí lo imagina es que no ha vivido lo que pasó con la ley de dependencia durante todos estos años en las Comunidades, cuya gestión también les correspondió a estos niveles de la estructura del Estado, gobernadas por la derecha. A lo mejor es que usted no estaba en España porque acaba de llegar en patera.  
En esta contradicción entre atacar o admitir la existencia de un subsidio no contributivo, exiguo, insuficiente y meramente asistencial como es el IMV, se expresa la tensión interna de VOX entre sus vínculos con el franquismo sociológico, amplio en la sociedad española, pero programáticamente incapaz de proyecto político alguno, o la vía lepenista, que se ha demostrado triunfante en Francia. De cuál de las dos corrientes internas domine finalmente en VOX dependerá en buena medida su futuro.   
El escenario es absolutamente propicio para un fascismo lepenista en medio del gobierno de la izquierda –la única existente, la que se limita a reformar, si le dejan, cuando le dejan. Los comunistas que lo son no hablan de izquierda y derecha sino de lucha de clases, explotación capitalista y socialismo- que ya no gobierna nada, al que la geometría variable se le ha vuelto navajas en cada esquina, amistades peligrosas y amantes volubles cada vez más caras. Ese escenario se complica aún más con un gobierno de izquierda  que deja a 400.000 trabajadores, y sus familias, fuera de los ERTEs, que engaña con un IMV que es una mierda y consecuencia de un proceso de desvinculación del salario diferido (desempleo y pensiones) de los derechos conquistados por los trabajadores y ligados al trabajo . Y aún peor, con un IMV que centenares de miles de seres humanos de la economía formal (la que implica un contrato o una cotización social de autónomo) o de la sumergida (que ya no se elige porque se sabe que no hay futuro en ella ni tras ella, sino en la que se cae de modo sobrevenido) no cobrarán, dejándolos a los pies de los caballos de de la caridad religiosa o, en el mejor de los casos, de la solidaridad social.

Después de que un sujeto como Aznar se haya manifestado partidario del IMV, aunque con carácter temporal, deberían los más entusiastas del mismo preguntarse hasta qué punto la pérdida de conquistas sociales ligadas al trabajo y a una pensión contributiva, es decir, la que más les costará eliminar, no estará propiciando un camino abierto al asistencialismo sin derechos consolidados, al que tantos de nosotros deberemos recurrir para sobrevivir pero sin olvidar todo lo que perdemos por el camino con fórmulas como la aludida. 

El contexto ambiental, el clima político no puede ser peor. Como en las sucesivas ocasiones en las que la derecha española ha alcanzado el gobierno desde Aznar, los reaccionarios del PP intentan volver al gobierno mediante la defenestración del que temporalmente lo ocupa. Casado y sus compinches, la marquesa del Largo Periscopio y la virgen doliente y viuda de la Comunidad de Madrid, que dice que no tolerarará que se califique de "fascistas" a quienes considera sus socios principales, compiten con los fascistas de VOX en la intoxicación, el insulto, las acusaciones políticas y personales más abyectas, la grosera tergiversación de los hechos, la mentira y las medias verdades.

El clima perfecto para la peor involución política es éste. Un momento en el que la izquierda demuestra una vez más que su reformismo intrínseco está ya agotado porque ya no dispone siquiera del recurso al keynesianismo capitalista de recuperación del consumo sino que se le impone a nivel mundial el salvamento de las empresas y corporaciones capitalistas, mediante grandes inversiones mancomunadas europeas y nuevas emisiones de deuda pública, que pagará de nuevo la clase trabajadora, y un fascismo que se irá presentando, cada vez más, como solidario "con toda la nación" (empresarios y trabajadores, explotadores y explotados). Y toda esa amenaza se presenta sin una organización alternativa de clase contra clase y de defensa de la independencia de los intereses de la clase trabajadora.
   
La violencia verbal de la Brunete mediática se ha unido al griterío de borrachos pendencieros de taberna del circo parlamentario. No es algo extraño al parlamentarismo burgués. Forma parte del espectáculo circense de artificio con el que sus señorías aparentan unas diferencias irreconciliables cuando, en realidad, ninguno de los bandos defiende sistemas económicos antagónicos sino que tan solo compiten por quiénes serán los esbirros políticos preferidos por el capitalismo.

Acusar a este gobierno de acobardados minisocialdemócratas de ser social-comunista es tan falso como afirmar que 462 € mensuales, para quien los cobre, desincentivará la búsqueda de empleo, cuando la realidad es que su absoluta insuficiencia obligará muchos parados a aceptar salarios aún más miserables que los que cobraban antes de la pandemia para alcanzar unos ingresos de mera supervivencia.

Pero toda esta sarta de mentiras, falsificaciones y calumnias enrarece el clima social, crispando a un país de desinformados que solo acuden al abrevadero más sensacionalista y previamente acorde con la opinión distorsionada que ya tenían. El envenenamiento de las conciencias se hace por compartimentos estancos en los que nunca se cruza al otro lado para contrastar las deformaciones que se degluten con fervor de fanático idiotizado e ignorante, y forjarse, de este modo, opiniones propias, comprobando las mentiras de unos y otros.

Hoy desde el circo parlamentario, hasta la calle, pasando, cómo no, por todos los medios de desinformación y redes anti“sociales” de propagación del odio, son un gigantesco estercolero del que solo es posible escapar encerrándose para siempre en casa y negándose a ver la televisión, escuchar la radio o conectarse a Internet, tansformándose en un Robinson absoluto.   

Pero eso es justamente lo que quieren tanto “progres”, como reaccionarios, como fascistas, que quienes no nos sentimos representados por ninguno de ellos –el parado que sabe lo que se le viene encima, el trabajador con contrato que ve en peligro su empleo, el precario, el autónomo que ya no puede pagar su cuota a la Seguridad Social, el sumergido hasta el cuello,… que son conscientes de que este fuego de artificio puede acabar por arrasar a la sociedad pero no resuelve su situación- cerremos la boca, nos quedemos en casa, asumamos pasivamente nuestro destino y nos neguemos a salir a la calle para defender primero, la protección de nuestras necesidades más elementales, y después, señalar que bajo un sistema económico que opone la explotación y la sobreexplotación laborales y la búsqueda del beneficio a la defensa de nuestras vidas, éstas carecen de valor y de futuro algunos.      

La pelea que ya toca es la pelea real. La defensa de la sanidad pública que salva vidas, junto a cada centro de salud y al lado de cada hospital, impedir que los ERTEs se conviertan en despidos libres de los EREs, exigir que cada parado, de la COVID-19 o no, tenga cobertura decente  de desempleo, vinculada al trabajo y no a un asistencialismo no contributivo para las pensiones, exigir que nadie pierda su vivienda, sea de alquiler o propia,… No hay otra lucha inmediata que merezca adquirir la importancia de ésta. Priorizar cualquier otra, o incluso ponerla a la misma altura que las anteriores, es un fraude en defensa de los intereses de cada chiringuito político; fraude que, de paso, da balones de oxígeno al capitalismo, que necesita para mantener su tasa de beneficio del sacrificio de nuestras vidas y de la eliminación de nuestras conquistas históricas como trabajadores.

Solo así se combate el fascismo. Solo así se desintoxica a los dopados por el odio y el fanatismo.