19 de enero de 2014

EN EL MEJOR DE LOS MUNDOS

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Un interesante artículo sobre la distancia entre las mentiras oficiales acerca de la "recuperación" económica y la realidad que no aparece o que directamente es condenada a zonas marginales de las ediciones de prensa y las noticias.

Rafael Poch iba muy bien en su artículo hasta que le dio pro repetir en el último párrafo el mantra para botarates del famoso 1% que nadie ha sustentado hasta el día de hoy sobre argumentos y, sobre todo, datos sólidos y reales.

Lo cierto es que eso del 99% frente al 1% y del 1% frente al 99% es, no sólo reaccionario al poner los intereses de la clase trabajadora servicio de las llamadas clases medias y medias altas, sino directamente falso. Basta con comprobar cómo hay un sector significativo de cómplices del capitalismo que no han visto reducido sus elevados salarios durante toda la crisis sino incluso incrementado y cómo no todos los beneficios empresariales se concentran sólo en las grandes empresas, bancos y corporaciones multinacionales sino también en una parte de la mediana empresa que, bien por su elevada composición tecnológica, bien por pertenecer a sectores que cubren bienes de primera necesidad, bien por estar orientada su producción a los sectores no castigados por la crisis, continúan férreamente enganchados objetiva y subjetivamente a los intereses del capitalismo, actuando de voceros del mismo y sin verse afectados por la crisis derivada de la pasión acumuladora de capital por parte del supuesto 1%.

No se trata de incrementar ficticia y falazmente el porcentaje de damnificados por el capitalismo sino de reflejar la propia realidad del número porque, a menudo convertirlo en fetiche sólo sirve para crear ilusiones que no se corresponden a la realidad y para pretender construir "hegemonías (cómo se abusa de este término por parte de quienes no tienen ni puñetera idea de lo que están hablando) que sólo están en la cabeza de sujetos cuyas alternativas a este capitalismo son sólo su "humanización".

Al fin y al cabo, la gran mayoría de esta sociedad está compuesta por trabajadores, parados y falsos autónomos que, en realidad, son autónomos dependientes y, por tanto, personas estas últimas que ni siquiera pueden discutir sus condiciones de trabajo o salariales sino aceptarlas o joderse. 

Sobre esa base, y definiendo los objetivos políticos, se construye proyecto y lucha, y no sobre eslóganes de marketing para gilipollas desclasados y analfabetos políticos, que repiten como loros aquello que oyen, sin cuestionarse jamás de qué coño están hablando.

Establecida esta salvedad, les dejo con el artículo del periodista de la columna "Diario de Berlín" de La Vanguardia

Rafael Poch. La Vanguardia

¡Hurra, salimos de la crisis! En Alemania, gran locomotora de este tren absurdo, la noticia de la semana ha sido el pésimo resultado económico del año 2013: un crecimiento del 0,4% (en 2012 fue del 0,7% y en 2011 del 3%), es decir, rayando la recesión. “El peor resultado desde 2009”, según la muy oficial Oficina Federal de Estadística (Destatis), autora del informe. El motivo: los países en recesión de la UE y el enfriamiento de China empujan hacia abajo las exportaciones alemanas. Esta noticia era clara e ineludible, pero los medios de comunicación alemanes, simplemente, le dieron la vuelta: “La economía alemana crecerá con fuerza” (Deutsche Welle), “Perspectivas optimistas para la economía” (primer canal de televisión). Los tres principales diarios le dedicaron pequeñas gacetillas en portada con titulares que remitían a otros territorios. “Los alemanes ahorran menos y compran más”, titulaba el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Sí, el informe de Destatis menciona un “incremento” del consumo del 0,9%, pero es completamente irrelevante porque el consumo alemán sigue siendo miserable. Ese aspecto podía más que la noticia en sí sobre el resultado de 2013.

Y lo mismo hicieron el Süddeutsche Zeitung (“La economía en inflexión,  el Banco Mundial pronostica fuertes crecimientos para los próximos tres años”) y Die Welt (“La economía alemana crecerá con fuerza”). Es decir los siempre inciertos pronósticos para el futuro (un repaso a los de los últimos años confirma que los errores de bulto son bastante frecuentes) pudieron más que el hecho, establecido, del año.

Embellecer la situación de la economía alemana es aquí tendencia. Una tendencia descarada. Cada día la radio y la tele loan lo bien que va todo en materia de empleo, donde no hay progreso, o en el sector del automóvil, que no lo tiene nada bien para el año que viene, etc., etc.

El discreto crecimiento alemán en 2013, inquietantemente dependiente de las exportaciones tan expuestas a los vaivenes de la coyuntura europea y global, no es muy diferente del de Francia (0,2%), cuya economía tiene una estructura mucho más diversificada. Sin embargo en Francia están convencidos de que el país es un desastre, mientras que en Alemania creen que todo va mucho mejor de lo que es en realidad. La respuesta a esta paradoja es siempre la misma: el aparato de propaganda, los medios de comunicación, en ambos países secuestrados en una incestuosa espiral de corrupción, manipulación y estructural ausencia de toda independencia y pluralismo. La misma energía manipuladora al servicio de la oligarquía que en Alemania se enfoca hacia el embellecimiento, en Francia se dirige hacia el derrotismo.

Un magnífico documental francés explica muy bien esa enfermedad mediática, común a todos los sistemas occidentales. Sin ella nunca habríamos llegado tan suavemente a la actual involución social y degeneración de la democracia.

Por lo demás, seguimos en el mejor de los mundos. El Presidente alemán, Joachim Gauck, un ex clérigo de la Alemania del Este oportunista que se puso la medalla de disidente sin haberlo sido y que es un completo retrógrado en cuestiones sociales, ha loado esta semana el neoliberalismo. En un discurso conmemorando el sesenta aniversario del Instituto Walter Eucken, ha alertado contra el peligro de una economía excesivamente regulada por los estados y ha calificado de “asombroso” el desprestigio del término “neoliberalismo”. Es como si la estafa del casino neoliberal no se hubiera producido. A base de vulgar propaganda manipulada, la tesis de que la crisis se debe al exceso de gasto social se ha consolidado.

Mientras desde el Reino Unido se proponen nuevas “reformas” para la Unión Europea en dirección a una mayor desregulación (las “reformas” son siempre para eso) y en Bruselas se sigue cocinando la siguiente barbaridad, el acuerdo de “libre” comercio con Estados Unidos, en Francia el timorato presidente Hollande anuncia cambios que podrían haber sido diseñados en Berlín o Bruselas y que van directamente encaminados a apuntalar el triunfo del Front National.

La frase de oro de Hollande en su conferencia de prensa: “¿Quienes somos?, no solo un país que tuvo posesiones coloniales, somos una potencia que aún tiene los medios (…) si ese gran país, esa capacidad militar, esos soldados admirables, no tienen una economía capaz de crear la dinámica necesaria, será el impacto de Francia el que se reducirá”. Toda una declaración de principios para la Europa inservible. La responsabilidad de la socialdemocracia en el desastre europeo que se está alimentando es extraordinaria.

La Europa del momento es una suma del obtuso egoísmo económico alemán, el timorato seguidismo francés, el profundo conformismo social español con la corrupción y el neocaciquismo postfranquista (más allá de las gesticulaciones), y de la general estupidez imperial-militarista. Mientras tanto, el 95% del aumento de los ingresos registrado en Estados Unidos desde 2009 ha ido a parar al 1% más privilegiado de la sociedad, ha explicado esta semana la directora del FMI, Christine Lagarde. En Europa no es muy diferente. ¿Es esa una receta de estabilidad?