SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
PROPUESTA DE EXIGENCIAS AL POSIBLE PRÓXIMO GOBIERNO DE AMPLIAS ALIANZAS
HASTA LOS COJONES DEL ASUNTO LUIS RUBIALES Y DE TODO EL SHOW
TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
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29 de diciembre de 2017
DE 2017 A 2018: LA POLÍTICA-FICCIÓN EN BUCLE PERMANENTE
Por
Marat
1.-Hiperrealismo,
máscara que esconde el mundo de lo real
Seguramente
muchos de ustedes habrán pasado alguna vez delante de la fachada de
un edificio en rehabilitación, cubierto por una lona que representa
una escena, generalmente muy marcadamente “realista”, cuyo
objetivo es engañar a la vista, creando efectos ópticos de una
realidad intensificada, que sustituye la fealdad de la obra de
construcción en proceso que se oculta tras ella. Es lo que se conoce
como trampantojo.
El
simulacro, la creación de una ilusión a través de una realidad
virtual que sustituya a la real es hoy la práctica generalizada de
las redes sociales, los medios de íncomunicación y aislamiento
estanco de las opiniones, según se atienda a una audiencia de
derechas o de “izquierdas”, “facha” (hoy es fascista todo el
que no piensa y jalea lo que uno mismo cotorrea) o “progre”,
“indepe” o “unionista” -cada lector/espectador parece pensar
“mi medio me engaña muy bien”-.
Hace tiempo que lo importante ya no es la realidad; es
decir, las condiciones materiales que afectan a la vida de los seres
humanos y que determinan sus vidas, sino la opinión publicada por el
periodista mercenario de turno o por el “cuñao” más falsario de
cualquier red social de enajenación colectiva.
Lo
que los cursis llaman el imperio de la “posverdad”, o de las
noticias falsas, no necesita atiborrar de mentiras a una audiencia
cada vez más inerme para distinguir ficción de realidad sino que
basta con esconder ésta bajo montañas de “información” más o
menos veraz o distorsionada. La mentira más eficaz es la que no
se basa en un dato falso sino la que es capaz de esconder otras
realidades que al poder, siempre económico y siempre origen y
superior de todos los demás “pseudopoderes” que le son vicarios,
le interesa encubrir o reordenar dentro de la jerarquía de
importancias que construyen la percepción
social de un mundo de “realidades virtuales”.
2.-Antecedentes
de la política-ficción
Hace ya unos cuantos años, el
mundo entró en el escenario de la representación virtual, del como
si, del cosmorama. El primer ejemplo que alcanza mi recuerdo es el
del debut de la guerrilla zapatista. Un hijo universitario de la
burguesía mejicana, enfundado en un pasamontañas, lanzó a un grupo
de guerrilleros, más
virtuales que reales, aunque el sacrificio mortal de una parte de
dicho grupo no lo fue en absoluto, a las noticias de alcance mundial.
El llamado “relato posmoderno” se había hecho carne y empezó a
habitar entre nosotros. En lugar de las explosiones revolucionarias,
se hizo teatro, mientras los esclavos modernos eran bautizados bajo
el fuego de artillería del neocapitalismo, ahora sin frenos ni
temores a la esperanza de los desheredados de la tierra, una vez
destruido a manos de sus dirigentes el principal enemigo del
capitalismo mundial en 1991. Fukuyama parecía tener razón con
aquello del “fin de la historia”.
El conflicto, la barricada, la
representación del clase contra clase en el cuerpo a cuerpo de un
proletariado organizado y consciente sería sustituida, a partir de
entonces, por la flashmob, y la propia representación, televisada,
guionizada, filmada e incluso grabada en vídeos de móviles por los
propios participantes, que se habían convertido, a sabiendas, en
“rebeldes empotrados” en los medios de comunicación.
La pretendida resistencia
mundializada vivió su Thermidor al pasar de Seattle, con sus bloques
negros, al Porto Alegre de un Lula colaborador del capital mundial,
donde los “antiglobalización” debatían abierta y amigablemente
con Fundaciones como la Open Society Foundations o la Ford. Entonces,
quienes tuvimos cierta sensación de que había algo que no era como
nos decían, que el concepto de explotación había sido escamoteado
para ocultarlo bajo el de cien mil menores opresiones y con antídotos
“empoderadores” y “economías colaborativas”, empezamos a
sospechar que la revolución, si lo era de verdad, no iba a ser
televisada.
Y llegaron, más tarde, las
revoluciones árabes, que luego darían lugar a los inviernos
yihadistas, con sus community manager financiados por fundaciones
globalistas. Y aún después un 15M y un Podemos convertidos en
grandes platós de televisión. Cuando estos últimos empezaron a
fallarles a ambos, el soufflé se vino abajo.
Toda forma de protesta o de
rebelión que no cuestiona la dominación capitalista, allí donde
ésta y su plusvalía se producen, perpetúa y legitima a la misma
como expresión de la democracia burguesa ligada a su orden, aún
cuando se vea más o menos reprimida. Son válvulas de escape y, casi
siempre, luchas entre fracciones de la propia burguesía.
3.-Danza
espectral de simulacros en cascada
Es
demasiado tedioso hacer un
resumen de todo este año
que acaba para dar paso a uno nuevo aún más vacío pero,
contradiciendo
a Machado, solo “pasajero” porque, con cada cambio de fecha,
nuestra realidad colectiva
se hará aún más
estomagante, dando vueltas
sobre sí mismo en un contínuo sin fin.
Debiera
bastar con un análisis
somero de algunas de las
últimas noticias-trampantojo de
estos días últimos para contraponer luego las realidades que en la
agenda política y mediática y el cacareo de los tontos amplifican.
Si
hace casi 3 meses la República catalana se declaró de forma
“simbólica”, proclamándose y desproclámandose - “levantándose
y sentándose”, que
dijo cierto político de cuyo nombre no quiero acordarme-, dejando
incólume la bandera española en el Palau de la Generalitat, yéndose
de fin de semana buena parte del Govern y la otra al dorado turismo
belga, todo el resto de lo que ha protagonizado la política del
corral de comedias ibérico con posterioridad, salvo el
encarcelamiento de un grupo de Consellers y de los Jordis, ha sido
pura y simplemente una
performance dentro de un mundo virtual, de ficción y pose.
En
torno a la convocatoria del 1-O vino el delirio del diario El País
con los hacker rusos que interferirían en el recuento de las
votaciones, y su correlato “indepe” de que habría pucharazo, a
pesar de que en varias ocasiones los gobiernos nacionalistas catalanes
habían recurrido a la empresa Indra, sobre la que ahora lanzaban
sus sospechas. La frase de Mao de que “cuando un Estado no tiene
enemigos, se los crea” se hacía realidad en sentido bidireccional.
O al menos, demostraba que los necesita, imaginarios o reales.
En
ese proceso, como afirmé en
un anterior artículo, la clase trabajadora había carecido de
representación política, toda vez que el debate electoral y previo,
durante los últimos meses del procés, había sido ocultado y hasta
rechazado tanto por los partidos burgueses (de las dos formaciones
nacionalistas catalanas, de las tres españolas, así como de la
progre de la CUP y de la transversal de los Comunes-Podemos, en cuyos
programas los intereses de la clase trabajadora estaban absolutamente
ocultados por el debate sobre el procés porque “esto
va de democracia”. Y
en relación a ese discurso en el que la pequeña burguesía catalana
llevaba la voz cantante, tomaron postura todos los partidos
parlamentarios españoles y catalanes.
Otra
cosa es que el procés fuera o no, de verdad, “de democracia” y
no de los intereses de una fracción de la pequeña y mediana
burguesía catalana en afirmarse sobre su idea del “mercado único”
de su territorio. Y sobre todo, otra cosa muy distinta es cómo
empieza a pintarles, por encima de la aritmética parlamentaria, en
la partida que juegan frente al Estado español.
“Pero
el demócrata, como representa a la pequeña burguesía, es decir, a
una clase de transición, en la que los intereses de dos clases se
embotan el uno contra el otro, cree estar por encima del antagonismo
de clases en general. Los demócratas reconocen que tienen que
enfrente a una clase privilegiada, pero ello, con todo el resto de la
nación que los circunda, forman el pueblo. Lo que ellos representan
es el interés del pueblo. Por eso, cuando se prepara una lucha, no
necesitan examinar los intereses y las oposiciones de las distintas
clases. No necesitan ponderar con demasiada escrupulosidad sus
propios medios. No tienen más que dar la señal, para que el pueblo,
con todos sus recursos inagotables, caiga sobre los opresores. Y si,
al poner en práctica la cosa, sus intereses resultan no interesar y
su poder ser impotencia, la culpa la tienen los sofistas perniciosos,
que escinden al pueblo indivisible en varios campos enemigos, o el
ejército, demasiado embrutecido y cegado para ver en los fines puros
de la democracia lo mejor para él, o bien ha fracasado por un
detalle de ejecución, o ha surgido una casualidad imprevista que ha
malogrado la partida por esta vez. En todo caso, el demócrata sale
de la derrota más ignominiosa tan inmaculado como inocente entró en
ella, con la convicción readquirida de que tiene necesariamente que
vencer, no de que él mismo y su partido tienen que abandonar la
vieja posición, sino de que, por el contrario, son las condiciones
las que tienen que madurar para ponerse a tono con él”.
(“El 18 Brumario
de Luis Bonaparte”.
Karl Marx)
Luego
vendría la resaca posterior, en la que todo
lo virtual se precipitó. Casi todos los actores principales se lanzaron como posesos a emitir gestos, por aquello de que la democracia
burguesa es no solo representación en cuanto a simbolización de un
supuesto pueblo-universo, del que se esconden los antagonismos de
clase, por una muestra de diputados, sino porque es pura
escenificación y apariencia.
Así
el PP, casi desaparecido del Parlament exigía a Arrimadas que se
postulase para Presidenta del Govern, a sabiendas de que a ésta solo
le quedaba “hacer un Rajoy”, al estilo de cómo éste hizo tras
las elecciones del 20 de Diciembre del 2015, dada la imposibilidad de
que los constitucionalistas sumaran los votos suficientes para formar
gobierno.
El
ex President Puigdemont, con
poco cuerpo de mártir, pero mucho
de turista de lujo, que
había mantenido curiosos rifirrafes con su ex vicepresident
Junqueras, que ocupaba una celda en la cárcel de Estremera, acerca
de la dignidad con la que cada uno afrontaba las consecuencias del
1-O y de quién debía ser President tras las elecciones del 21-D, a
pesar de ser el más votado de las candidaturas independentistas
demostraba una querencia por su “exilio” de pegote digna de mejor
causa.
El
ex portavoz del Govern, Jordi Turull, manifestaba recientemente la
posibilidad de que el candidato de los independentistas, Carles
Puigdemont fuera ungido “urbi
(a la ciudad sagrada de la
patria catalana) et
orbe” (y al mundo, en
Bruselas) President
de forma telemática o, en palabras de desaprobación de tal
despropósito del Lehendakari Urkullu, “por Internet”. Con un
Iphone de última generación, siempre se podrían hacer Consells de
Govern por whatsapp. Al fin y al cabo, la wikidemocracia o democracia
2.0 creó la frikada del Partido X y permite disponer de una app para
saber dónde hay bolsas para recoger excrementos caninos. Las
Carmenadas del cambio nunca defraudan… a las extravagancias de los
pijoprogres y animalistas.
Pero
como todo lo que degenera tiende a empeorar aún más, el efecto
Arrimadas, asociado a la
tendencia del independentismo catalán a no respetar su propio
sentido del ridículo, dio alas a una iniciativa que, partiendo de lo
estrambótico, ha alcanzado altas cotas de popularidad. Me refiero a
la iniciativa Tabarnia
(Tarragona y Barcelona).
Ésta,
nacida años atrás, encontró, ante las vacaciones de los políticos
y la menor generación de ridiculeces mediáticas propias de ellos,
su oportunidad en las redes sociales. Sin duda, el triunfo de
Ciudadanos en Cataluña dio alas a los sectores españolistas para
relanzar la idea. Con la complicidad del renacido patriotismo español
fuera de la República Simbólica de Catalunya, la operación
Tabarnia alcanzó rápidamente una difusión inconcebible en otras
fechas.
A
través del simétrico juego de las ideas fuerza y los conceptos que
el propio independentismo catalán había acuñado a lo largo de
años: Barcelona
is not Catalonia/ Catalunya
is not Spanish, Catalunya ens roba/Espanya ens roba, Tabarnia da a
Cataluña mucho más de lo que recibe/Cataluña da a España mucho
más de lo que recibe,
etc.,
los
tabarneses plantearon una reivindicación autonómica al margen de Cataluña y dentro del
Estado español tan real como la República catalana, han puesto el
dedo en la llaga del soberanismo catalán y le ha dejado sin
discurso, hasta el punto de que algunos de ellos les acusan de
insolidarios, de ricos y privilegiados contra el resto de Cataluña y
de secesionistas ¿Quien
iba a decir a los “indepes” que iban a españolear tanto en sus
argumentos?
Sea
como sea, Tabarnia contra Cataluña, Cataluña contra Tabarnia,
constituyen la expresión más evidente de que un discurso
identitario en términos de pueblo y de patria conducen al absurdo de
olvidar que hay otras realidades no nacionales, constituidas por las
clases sociales, siempre antagónicas entre sí. Cuando las
organizaciones políticas “progres” (esa cosa que hoy siguen
reclamando muchos como la izquierda) abandonan la defensa de la clase
trabajadora, lo que encontramos es el discurso de una gran burguesía
que no quiere perder un mercado más amplio, el español y el
internacional asociado al mismo a través de la UE), que dan eco a
Tabarnia, contra una pequeña y mediana burguesías, potenciadas al
calor del dinero público de la Generalitat. Sus enfrentamientos
solo los puede pagar la clase trabajadora silenciada en dicha
confrontación.
Y
mientras tanto, si Ferreras, el reportero más dicharachero de toda
La Sexta, que se cayó de pequeño en el plató de Al Rojo Vivo, se
va a de vacaciones y no puede retransmitir la política del circo
parlamentario en plan “atención: minuto y resultado” del
“furbo”, siempre nos quedará el diputado de guardia “indepe”,
superRufián, haciendo honor a su nombre y, desde la máquina de
escribir a las esposas de sexo divertido (pudo haber sacado un pollo
de plástico de un maletín, ¿porqué no?), involucionar ahora hacia
la adolescencia de un “niño
rata” de los videojuegos
Pero
no hay culebrón que no sea eterno. Antes de brindar con cava, la
señora Colau seguirá poniendo en aprietos a sus socios podemitas,
que culparon a los indepes de romper el consenso del 78, poniendo un
lazo marillo gigante en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona por
la libertad de los Jordis. Tampoco es cosa de encadenarse o convocar
una mani, que al fin y al cabo otros le han descubierto que es más
cómodo y sencillo, en lugar de salir a las calles frías y llenas de
gente que va en masa a terminar de hacer las compras para Nochevieja,
firmar en change.org la petición del premio Nobel de la Paz a los
dirigentes de dos entidades supersubvencionadas por la Generalitat,
como si fueran Nelson Mandela.
En
fin, puedo imaginarme todo lo que no ha sucedido, a partir de este
mundo de política virtual, incluido a Puigdemont dando las
campanadas de las 12 de la última noche del año para TV3.
4.-La
realidad que oculta el trampantojo catalán
Estoy
convencido de que ustedes me van a disculpar de que, llegados a este
punto, sea algo más parco en su extensión.
El
catalán que no haya leído La
Vanguardia, El
Periódico (impuesta o no la austeridad de la que se habla en en este segundo enlace por Montoro. Esto último importaba
poco a los patriotas pequeñoburgueses) a comprobar como el Govern de
Catalunya ha liderado los recortes sociales en el Estado español,
dato que también pueden encontrar en
otros medios, debe de pensar, sobre todo si va a colegios
privados y utiliza una sanidad de pago, que tiene el mejor de los
sistemas de protección pública posibles. Los trabajadores catalanes
no son de esa opinión.
Y
ahora hablemos de cómo el gobierno español ha usado el asunto de la
“amenaza independentista”, que veremos que acaba como rosario de
la aurora, para tapar golpe tras golpe contra la clase trabajadora. Y
solo me voy a referir a cuestiones muy cercanas en el tiempo.
Noticia
de hoy mismo: el
gobierno español endosa el pago de 96,38 millones de € a Castor,
la empresa de Florentino Pérez, a los consumidores a través del
recibo del gas. Si piensas que, porque "el Barça es
mes que un club", lo que está haciendo el gobierno español es apoyar
al Real Madrid y no al capitalismo, como hizo a Generalitat con Aguas
de Barcelona, el Banco
de Sabadell, o La
Caixa es que eres muy, muy parcial, amigo.
Seguimos:
Quinto
año en el que las pensiones suben el mínimo legal establecido, el
0,25%. Así van a quedar sus porquerías de pensiones, si ustedes no
ganaron lo suficiente para aspirar a una vejez digna. Culpa suya les
dirán. Ustedes saben que no y conocen a quienes señalar como
culpables: sus empresarios. Esos a los que los políticos protegen
¿No será hora de ir por el poder real a reclamar lo nuestro?
Continuamos:
La
subida del salario mínimo en 2018 será de 29 €. La de la luz al
inicio de 2018 se estima en un 2,6% (unos 10 euros) y la del 6,2%,
según la OCU entre un 7,1 y un 8,2%, Vean ustedes en qué se les
queda esos 29 euros.
CCOO
y UGT dicen que esto abre el camino a un cambio de tendencia, el de
ir subiendo el resto de los salarios. Están convencidos de que el interés de
las empresas porque consumamos justificará los ascensos salariales
que necesitamos y merecemos ¿Sin luchas? ¿Dijeron algo de las horas que nos
obligaban a trabajar gratis? ¿Han planteado alguna lucha, fuera de
las que imponen sus afiliados en alguna empresa porque les va la vida en ello? ¿Creéis que no
han merecido estos años de silencio del sindicalismo vertical algo más que la esperanza
de que caigan las migajas que necesita repartir el patrón para mantener el consumo sin
movilizarnos?
5.-¿Y
ahora qué?
Si
no eres un tonto a las tres, de los que siguen creyéndose lo de que
va a caer “el régimen del 78”, pasando de cuestiones como
correlación de fuerzas, organización política, compromiso
militante y cuestiones que no atañen al mero cambio de cosmética
política sino que van al fondo de la dominación de una clase por
otra, creo que es el momento de plantearse qué hacer.
En
realidad, proponer esto es muy cansado en medio de tanto Che Guevara
del twitter y de tanto niñato desclasado que cree que meterse con
Carrero Blanco o con Franco, hoy 40 y tantos años después de que uno de ellos reventará en la cama y el otro alcanzase altos vuelos, es
revolucionario.
Tú,
que sustituyes los gritos del bar de antaño por tus tonterías en
las redes sociales, ¿qué has hecho para comprometerte? ¿Cuándo
has dicho a la empresa que te estaban escamitando incluso el salario
de convenio? ¿Qué has hecho, más allá de ir a una de esas manis
“ciudadanistas” que pedían democracia, sin mayor riesgo; desde
luego no para organizar un grupo sindical alternativo y de clase a
las porquerías
de CCOO y UGT?
Si
lo has hecho: gracias tovarich, eres de los míos.
No
pido imposibles. Solo la coherencia necesaria para no subir los
decibelios si eres un puñetero cuñao desclasado o un cibercapullo
de los que se pasa el día tomando el poder o perdiendo su vida en un
mundo virtual que no cambiará jamás nada.
COMPROMISO
COTIDIANO EN EL MUNDO REAL.
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15 de noviembre de 2017
GATOPARDISMO Y PASTELEO EN EL REINO DE ESPAÑA Y EN LA REPÚBLICA SIMBÓLICA DE CATALUÑA.
Por
Marat
El
exPresident Puigdemont de la República virtual, perdón, proclamada
simbólica de Catalunya, en la que no dejó de ondear ni un segundo
la bandera rojigualda española, creada a partir de una bandera de
señales marítimas de la antigua Corona de Aragón, ha declarado al
diario belga Le Soir que “otra relación con España es
posible”. De modo más concreto afirmó: "Estoy
dispuesto y siempre lo he estado a aceptar la realidad de otra
relación con España". En palabras propias dejó claro que
él ha trabajado durante décadas para lograr otro "anclaje"
de Cataluña en España.
Unos
días antes, el Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno español
Alfonso Dastis había expresado la posibilidad de que el Estado
modifique la Carta Magna con el fin de que en un futuro se pueda
llegar a celebrar un referéndum sobre la independencia de Cataluña.
"Hemos creado un comité en el parlamento para explorar las
posibilidades que existen de reformar la Constitución para poder
amoldarla mejor a las aspiraciones de algunos catalanes".
Las
manifestaciones del gobierno español, expresando una voluntad
benévola respecto a los “insurrectos” catalanes, en la semana de
la declaración de los miembros del la Mesa del Parlament ante el
Supremo, indicaban la voluntad del pasteleo que ahora empieza a
configurarse entre los partidos de la mediana y pequeña burguesía
catalana, en un bloque, y del gran capital catalán y español, en el
otro.
La
declaración de Carme Forcadell en su comparecencia ante un Tribunal
Supremo que había manifestado sus intenciones - “Tranquilos,
esto no es la Audiencia Nacional”, en palabras del magistrado
de este órgano Pablo Llaneras-, allanó el camino hacia el
reconocimiento de una proclamación de independencia inexistente por
parte de la Presidenta de la Mesa del Parlament, Forcadell, para la
cuál aquella fue puramente “simbólica”. Y era muy cierto: en
ningún momento el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya
recogió que se hubiera producido dicha independencia. Y, vamos al
detalle, veremos que la parte resolutiva del acuerdo del 27 de
Octubre, en el que supuestamente se declaraba la independencia de
Cataluña respecto al Estado español, se limitó a pedir a
Puigdemont que buscase la manera de implementar la ley de
transitoriedad jurídica. Es ahí donde debemos entender la carta de
Puigdemont a Rajoy, tras la exigencia del segundo de retractación al
primero, tan reacia a admitir sus propias limitaciones, tan poco
enunciativa respecto a la declaración, y tan sobrada de soberbia.
La
vía Forcadell ha sido anunciada por los voceros mediáticos del
gobierno español como la idónea para la salida de la cárcel de
los consellers y el vicepresident encarcelado e incluso para los
“solidarios” con los presos huidos a Bélgica, Puigdemont y su
cuarteto de la tocata y fuga. Tanta manga ancha presenta esta vía
que ni Puigdemont ni Junqueras, ni ninguno de los consellers,
encarcelados, huidos o en libertad provisional, ni ninguno de los
miembros de la Mesa del Parlament han sido inhabilitados hasta el
momento para presentarse a las elecciones catalanas del 21D.
Llama
la atención que PP y PSOE hayan rechazado la propuesta de Ciudadanos
de multar a
los miembros del PDeCat y de ERC por
su incomparecencia a las sesiones del Parlamento español,
los cuáles por coherencia política y decencia personal debieran
haber abandonado dichas instituciones, toda vez que, una vez
declarada la República catalana, no tenía sentido sentarse en los
escaños de representación de otro parlamento nacional distinto al
suyo. Claro que, tanto a ellos como al gobierno español les cabe
argumentar que dicha
proclamación fue puramente simbólica y no ejecutiva. Si el partido
del gobierno español y el PSOE hubiesen
esgrimido este argumento
habrían admitido
tácitamente que tanto ellos como los independentistas jugaron a
una performance, algo
tan común en tiempos de política virtual, guerrillas digitales y
hasta manifestaciones
de hologramas. La
política convertida en la cultura del simulacro muestra ya que la
mentira se ha instalado en una especie de reino de Matrix.
Entre
tanto, los dos “paros país”, en el que el primero fue convocado
por más sindicatos que el segundo, contaron con el beneplácito de
una Omnium Cultural y de una ANC, de las que algún día sabremos
todas sus conexiones con la burguesía catalana, todas sus
subvenciones y sus vínculos con sectores ultracatólicos, de algunas
asociaciones de PyMEs y de sectores altos funcionarios de la
Generalitat, junto con el pequeño y mediano comercios. Pero por más
que se empeñe el diputado del PDeCat, Lluis Llach, estas dos veces no
le compró la clase trabajadora catalana su “estaca”. No paró
porque, en ambos casos, supo que la fiesta no iba con ella y que no
tenía que nada que ganar en una lucha entre burguesías.
Llamativamente,
no hubo ni un solo detenido en el llamado “paro país” porque no
podían llamar huelga, ya que el ordenamiento jurídico lo limita a
la reivindicación de derechos laborales, que la burguesía catalana
ha destruido tanto o más que la española, ni general porque ni lo
era ni tenía legalidad, por la falta de representación de los
convocantes, para serlo. En las huelgas generales de los últimos
años en España ha habido cargas policiales (también de mossos),
heridos, detenidos, tiros de la policía, represión salvaje y más
de 200 amenazados con cárcel, alguno de ellos llevado preso (Alfon,
entre ellos).
Tiene
sentido preguntarse por los motivos reales y no declarados del
procés. Distinguir entre catalanismo, soberanismo, independentismo e
identidad nacional o colectiva es académicamente sugerente pero, en
el contexto de una globalización que debilita a los Estados, y que
encuentra su terreno abonado en países que, como España, no han
resuelto satisfactoriamente el encaje de buena parte de los
territorios que integran su Estado, la lógica de las patrias, con
discursos sobre naciones que exigen sus propias soberanías
estatales, se irá imponiendo progresivamente con componentes
identitarios cada vez más reaccionarios y excluyentes. En cualquier
caso, y más allá de este análisis de urgencia, la clave de las
razones por las que hoy determinados partidos nacionalistas e
independentistas se han lanzado a este simulacro de independencia se
me escapa por el momento y está en algún lugar que hoy por hoy
nadie está en condiciones de explicar porque su complejidad tiene
forma de ovillo sin un hilo suelto único que deshaga la madeja. El
argumento de que pretenden tapar sus propios asuntos de corrupción o
de que intentan chantajear al Estado me parece insuficiente para
explicar tanto la polvareda como los lodos actuales.
Es
evidente que el catalanismo necesitaba su propio clientelismo o masa
social. Omnium Cultural y la ANC eran una parte de esa base pero esa
base ya existía sin ellos. Estaba en la iglesia católica, la
cultura popular, las tradiciones, los casals, el asociacionismo
catalanista, la educación. Lo obtuvo también en la administración
autonómica.
Es
evidente que el catalanismo siempre ha buscado una intervención en
relación al Estado español claramente interesada en lo económico y
que la redistribución del poder entre una y otra burguesías era uno
de sus objetivos más deseados. Pero fue el propio Govern de la
Generalitat el que renunció a una forma de financiación similar al
cupo vasco. No obstante, conviene no ignorar que Artur Mas lanzó en
2012, en un momento especial de la crisis económica su exigencia al
gobierno del PP de un pacto fiscal para Cataluña para no sacar los
pies del tiesto constitucional.
Es
evidente que la corrupción de CiU (3%) y de su patriarca (Pujol)
desestabilizaba su futuro pero cuesta entender que un partido
aparentemente limpio como ERC aceptase unirse en su proyecto
político, siquiera tácticamente, con dicho partido.
Es
evidente desde la aparición de la coalición CiU que existía una
competencia brutal entre una pequeña y mediana burguesías más
pactistas, representadas por aquella, y la de ERC, aparentemente más
radical. Y que hemos conocido el abrazo del oso de ésta sobre la
heredera de la primera, el PdCat.
Es
evidente que la suma de Junts x Sí (PDeCat y ERC) era insuficiente
parlamentariamente para el proyecto independentista y que eso les
entregó en parte a la dependencia de las CUP pero éstas se
rindieron en términos de sometimiento a un proyecto burgués mucho
más que al de uno rupturista en términos socializantes.
Y,
sin embargo, algo me hace pensar que faltan algunas claves, que aún
no se han desvelado, y que tienen que ver con la posición de
determinados estratos de la pequeña y la mediana burguesías
catalanas respecto a las expectativas de futuro que éstas esperaban
en el juego de un órdago a la grande que, sin embargo, no era
realmente independentista.
Mi
tesis es la siguiente:
-
La lucha entre los diferentes intereses y estratos de las burguesías busca una permanente recomposición en la correlación de fuerzas de los sectores que la componen.
-
La afirmación de Marx y Engels en “El Manifiesto Comunista” de que “Hoy, el poder público viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” nunca ha sido más cierto que en el presente. En ese sentido se entiende el uso de los mecanismos institucionales de las administraciones políticas para sus propios objetivos tanto de las burguesías que sostuvieron y pactaron después con el nuevo poder triunfante tras la guerra civil española sus hegemonías dentro del bloque del capital como de las periféricas, reforzadas al calor de las administraciones autonómicas posteriores a 1978.
-
Durante cerca de 40 años la administración de la CAV (Comunidad Autónoma Vasca) o Gobierno de Euskadi fue conformando un nuevo sujeto burgués, nacido de las oportunidades que creaba la reconversión industrial de las grandes empresas del INI, las Kutxas (Cajas de Ahorro vascas), la Universidad de Deusto y las apuestas milmillonarias del Gobierno Vasco hacia una I+D+i en proyectos de innovación y desarrollo industrial dentro de los cuáles los parques tecnológicos fueron su punta de lanza. El capital de Neguri, franquista y pactista con el franquismo fue arrollado.
-
En su lugar, la economía catalana, ha pasado por una tensión entre los intereses del antiguo INI y del modelo de supercajas de ahorro actuando como grandes bancos de empresas industriales y de servicios privatizados y convertidos en punta de lanza del capitalismo español y los de una pequeña y mediana burguesías amamantadas por el clientelismo institucional, al modo en el que sucedió en el franquismo con las grandes fortunas, y de un modo también “estufero” y dependiente pero con la diferencia de que los tiempos han cambiado. Hoy el capitalismo necesita una mundialización creciente y el catalán de la pequeña y mediana burguesías intenta su supervivencia, ya que ha llegado tarde a su consolidación. Es desde aquí desde donde quizá podríamos entender la revuelta burguesa de las clases medias catalanas, su conexión con los estratos de la burguesía que representan la ANC, Omnium Cultural y ERC antes que un PDeCat que ha dejado de ser el referente de los Brufau, los Carceller o los Vilarasau, por citar solo tres ejemplos. Es la hora de los condotieri (capitanes de mercenarios) y los aventureros, tipo Oriol Soler, hombre clave en la sombra del procés (recomiendo la lectura del artículo que enlazo) y de sujetos como Jaume Roures (Público), un personaje que haría las delicias de Marx al describir al perfil de ambiciones que entronizaron a Luis Bonaparte.
Tras
la imposición por el gobierno español, sin auténtica resistencia,
del artículo 155, el encarcelamiento de algunos consellers, la
convocatoria electoral por parte del citado gobierno, el acatamiento
de todos los partidos independentistas de dicha convocatoria (la
actuación de la CUP decidiendo participar en unas elecciones que
considera “ilegítimas” es digna de mención), la admisión de
que Cataluña no estaba preparada para la independencia (Mas y el
resto), vemos cuál es la fase actual del esperpento catalán.
La
reciente rehabilitación de la propuesta de la “interdependencia”,
esbozada por Puigdemont en Enero del presente año, y relanzada ahora
por el mismo, no deja de ser una variante de la teoría del Estado
vasco asociado al español, o plan Ibarretxe. Todos sabemos el
recorrido que tuvo. No deja de ser una pose hacia el posibilismo y la
retirada táctica hacia aguas menos turbulentas para el
independentismo.
El
intento de portavoces y del entorno social y mediático
independentista de esconder que sus instituciones y los líderes del
procés habían engañado al pueblo catalán, al admitir hace unas
semanas que Cataluña no estaba preparada para la independencia, con
la nueva teoría de que no es que no estuvieran preparados para la
independencia sino que no estaban preparados para desarrollar la
república catalana “haciendo frente a un Estado autoritario sin
límites para aplicar la violencia”, en
palabras del portavoz de ERC Sergi Sabrià, les devuelve la imagen de
su indignidad y de la estupidez de sus propios argumentos. Si durante
años el entorno soberanista e independentista ha estado difundiendo
la idea del “déficit democrático” del Estado español, de su
carácter franquista y fascista, no
cabe la salida de la ingenuidad respecto al comportamiento
del aparato represivo del Estado español. Y tampoco vale acudir a
que esperasen que las instituciones de la UE limitasen su actuación
represora, por cuanto sus demandas independentistas no tuvieron eco
alguno que no fuese el de determinados sectores identitarios de
algunos grupos políticos europeos ligados a la extrema derecha.
Las
declaraciones del portavoz de
ERC en el Congreso, Joan Tardá, admitiendo
que en Cataluña no hay aún una mayoría social que quiera
independizarse de España (“todavía
no somos independientes porque no ha existido una mayoría de
catalanes que así lo hubieran querido”),
cuando con un 47% quisieron imponerse a un 53% de la sociedad
catalana y entonces no ser mayoría no era un problema para las
aspiraciones independentistas, remachan la evidencia del engaño. Y
lo ha dicho sin despeinarse ni soltar el brazo del cabestrillo, con
el que seguirá en campaña hasta pasado el 21-D, cual manco de
Ciutadella.
Pero
lo cierto es que ha habido una rendición indigna de los promotores
del procés, que estamos ante una fase de pasteleo que pronto se
volverá empalagoso entre los representantes políticos de una y otra
parte (el catalán y el español) de la burguesía, que ésta es que
la impone los acuerdos, que vamos a conocer un quinto pacto de ambas
élites políticas (la primera la de Cambó, la segunda la de
Compayns, la tercera la de Tarradellas y la cuarta la de Pujol) y que
la frustración catalana es sólo parangonable al comportamiento
históricamente posibilista de sus élites políticas, como lo fue
tras la guerra civil con un franquismo al que su burguesía se
entregó, como agradecimiento al aplastamiento fascista de una
revolución proletaria que temió su burguesía desde finales del
siglo XIX y el primer tercio del XX.
Esto
no acabará ni con las demandas de una Cataluña que 5 siglos después
no ha logrado un acomodamiento satisfactorio dentro del Estado
español, ni con los objetivos de su burguesía que ha dejado en
pañales a los impugnadores de un “régimen del 78” pero no de un
sistema capitalista al que burgueses y pseudoradicales acatan, unos
por convicción, otros por incapacidad política de oponerlo.
La
derrota actual y sin paliativos del independentismo puede incluso
encontrarse con una vuelta a la casilla de salida tras unas
elecciones que pudieran ser ganadas por los hoy derrotados pero, en
ese caso, veremos, con sorpresa de muchos a un Junqueras actuar como
un hombre con visión de Estado (burgués), quizá como un Íñigo
Urkullu, con altura de miras y capacidad de aunar voluntades en pro
del bien común...del capital catalán y español ¿Quién se lo iba
a decir a él, ex Conseller d'Economia i Hisenda de la Generalitat de
Catalunya? Al fin y al cabo, él
es un hombre que cree necesario que haya misas por televisión.
Casi estoy por llamarle Jordi...Pujol. Quien tenía el objetivo primero y fundamental, antes que cualquier otro, de sobrepasar a un partido concreto del catalanismo y de abrir camino a la burguesía pequeña y mediana era él, quien más responsabilidades tuvo en que fuera posible poner en marcha los procedimientos del día siguiente a la declaración que nunca se implementaron era él, quien siempre aparecía en las fotos del procés con cara de distancia y hasta de cierto disgusto también era él.
En
el presente, esas burguesías ya no tienen nada que temer. La clase
trabajadora ha vuelto a ser solo clase en sí. Sobrevive en su
cotidianedad como puede, ha dejado de ser peligrosa hace mucho
tiempo, se ha vuelto descreída. No tiene hacia dónde volverse, ni
banderas que la representen, ni esperanza futura a la que agarrarse,
ni quien eleve su voz desde dentro de ella,...ni siquiera desde
fuera. Eso sí, de momento, miren ustedes donde están las esteladas
y las rojiguldas en los balcones y verán que los que lo pasan mal no
les compran esa película que ustedes los patriotas de cada tribu
intentan imponer. Y ahí están, desde luego, muy por encima y lejos
de sus supuestos voceros, hasta ahora y afortunadamente.
Pero,
a pesar de todo este pasteleo, apaño y arreglo y entre las
burguesías de uno y otro lado del Ebro, hay un hecho positivo que
nace de su dominio del escenario político e ideológico. Se trata de
la derrota de las izquierdas. Sin ella la clase trabajadora podría
empezar a crear su propio relato autónomo y a generar sus propias
organizaciones porque lo que hoy se llama izquierda no responde ni a
sus necesidades ni a sus demandas.
Solo
quien cree en la quimera de que la II República fue revolución y
que una III sería socialismo, solo quien cree en que una revuelta
democrático-burguesa pueda abrir camino a una revolución obrera,
sin querer ver la realidad del poder absoluto que hoy tiene la
burguesía, solo quien cree que democracia equivale a igualdad,
cuando la primera es siempre burguesa, solo quien cree que cambiar
las figuras políticas del parlamentarismo puede cambiar la realidad
social de verdad, puede esperar otra cosa que la que hay.
Las
“izquierdas” podemitas y las más soberanistas de los Comunes se
han enredado en la miseria del catalanismo independentista.
El
papel de Ada Calau, cada vez más próxima al independentismo
catalán, tendrá su respuesta en un buen sector de sus votantes. No
es que sea una política que ha abandonado una posición social,
que nunca de clase, en beneficio del soberanismo. Es que para un
demócrata burgués progresista y bienintencionado empieza a no ser
demasiado confiable, tras cada uno de sus juegos que empezaron por la
ambivalente equidistancia y han acabado en un discurso del gusto de
ERC e incluso del PDeCat.
Su partido, En Común, con sus constantes juegos de una cosa y la contraria, ha acabado por jugar en el terreno de la burguesía catalanista, con un perfil progre cada vez menos definido y una capacidad de interlocución en España cada vez más débil. Sus alianzas con Podemos se resistirán en un futuro próximo pues sus intereses electorales van a ir difiriendo cada vez más claramente.
Su partido, En Común, con sus constantes juegos de una cosa y la contraria, ha acabado por jugar en el terreno de la burguesía catalanista, con un perfil progre cada vez menos definido y una capacidad de interlocución en España cada vez más débil. Sus alianzas con Podemos se resistirán en un futuro próximo pues sus intereses electorales van a ir difiriendo cada vez más claramente.
Si
Iglesias intenta ahora desligarse, no lo logrará sin perder pelos en
la gatera y sin la consecuencia en Cataluña de las contradicciones
entre lo que dejó hacer y lo que ahora intenta reconducir. En el
resto del Estado, el precio que pagará Podemos, al intentar restañar
las heridas catalanas, le irá conduciendo hacia la evidencia de que
ni es un partido de clase ni tampoco es ya siquiera un partido
democrático radical burgués sino un grupo cuyas contradicciones
internas le harán saltar en pedazos o le conducirán a una IU bis
pero con una base más inestable.
Su
alianza con la IU actual está comprometida a medio plazo. El intento
de Garzón de marcar diferencias en relación a Cataluña es un paso
más en lo que ya se observa en cuestiones como la la gestión
municipal en Madrid y otras cuestiones que se irán marcando con el
tiempo. Los restos de IU se irán disolviendo en un piélago de
miserias cada vez más contradictorio, reformista y agotado.
El
PSC podría cosechar a muy corto plazo algunos réditos en el marasmo
del catalanismo no radical pero, a medio plazo, generará muevas
contradicciones con el PSOE, por la diferencia de intereses
espuriamente electorales y tácticos dentro de la dinámica
contradictoria Cataluña-España.
El
resto, la llamada izquierda radical o izquierda a la izquierda de la
izquierda, es nada hoy. Mañana será menos aún. Su incapacidad
teórica, su sectarismo, su naftalina ideológica, su tendencia al
coyunturalismo oportunista, dispuesta a encontrar crisis de
legitimidad del Estado burgués desde los propios agitadores
burgueses, antes que construcción de organización autónoma de
clase, desde la clase y para la clase trabajadora, les ha convertido
en prisioneros de Zenda del soberanismo independentista, primero del
idealizado vasco, luego del catalán. Atrapados entre la teoría de
un febrero que conduce a un octubre, hace ya muchos años que habían
demostrado ser inoperantes desde una teoría del antiimperialismo
incapaz de operar en terreno propio contra el capitalismo más
inmediato y de acercarse a la realidad de la clase trabajadora
realmente existente y no fantaseada en sus ritualizadas
conceptualizaciones.
La
izquierda reformista y la que se autodenomina revolucionaria serán un deshecho a medio plazo, por muchos más motivos, y quizá, más profundos
que el hecho catalán. Desde hace decenios ni tienen función
transformadora ni poseen utilidad real para una clase a la que o han sustituido por “la gente” o solo ritualizan. Son “izquierdas morralla”. Su vacío no dejará necesidad de la misma sino
oportunidad de un nuevo comienzo absolutamente distinto.
Pero esa,
como dijo Kipling, es otra historia.
30 de octubre de 2017
DECLARACIÓN DE LA REPÚBLICA CATALANA Y 155: ANATOMÍA DE UN INSTANTE
La paradoja del momento presente la resume la imagen de hoy mismo de la cúpula del Palau de la Generalitat |
Por
Marat
Pretender
hacer una radiografía de duración permanente sobre el momento
político catalán y español, sería una fantasía de locos. Los
acontecimientos se suceden a velocidad frenética entre simulacros,
mentideros, desmentidos, amagos y acciones contradictorias en apenas
minutos, recaderos interpalaciegos, y movimientos tácticos
permanentes. Es imposible esperar que lo que hoy se presenta con una
coyuntura concreta lo haga mañana del mismo modo.
Pero
no hay error en reafirmar la eternamente joven expresión de Marx de
que “la historia se repite siempre dos veces. La primera como
tragedia. La segunda como farsa”. Entre la proclamación de la
República catalana durante la II República Española y la errática
y dubitativa declaración del pasado 27 de Octubre dista mucho más
que 86 años. Si el pronunciamiento de entonces ayudó a traer la II
República (que no dejó de ser burguesa nunca, por otra parte) el
actual, lejos de “provocar la crisis del régimen del 78”,
lo refuerza porque abre una dinámica de enfrentamiento entre
pueblos, ni siquiera entre derechas e izquierdas, puesto que liga al
progresismo reformista a una dinámica en la que es la derecha la que
marca la pauta, la temática y el campo de juego. Una lectura
inteligente y honesta de la obra “El 18 Brumario de Luis
Bonaparte” nos daría algunos retratos del momento, sin que
necesitemos obtener de la misma todas las conclusiones
sino solo las relativas a nuestro momento.
No
deseo hacer un análisis de largo recorrido. No quisiera estar
demasiado despegado del momento. Me limitaré a presentar algunos
fotogramas del instante preciso en el que vivimos. Los
acontecimientos que han de producirse solo dentro de unas horas
devorarán cualquier predicción respecto a lo que ocurra media hora
después. La aceleración histórica bajo cuya tiranía mediática
vivimos -esa que hace que cada político esté sometido a la
dictadura de los informativos- hace que solo quienes adoptan la
distancia necesaria sobre los hechos del momento y conocen la
historia puedan anticipar la historia futura.
Pero
sí quisiera quedarme con algunos hechos últimos, ahorrándoles el
tener que seguir una gran parte de un relato previo que ustedes ya
conocen. Sabrán cómo interpretar los últimos.
Un
molt honorable President de la Generalitat que amaga, para
desbloquear la situación a la que puede conducir a su Govern la
aplicación del artículo 155 de la Constitución española, con
convocar elecciones autonómicas el jueves 26 de Octubre que,
finalmente no convoca.
Ese
mismo molt honorable President de la Generalitat que al día
siguiente, decide que vuelve por sus fueros y proclama una República
catalana que sabe que no tendrá recorrido alguno.
Un
Gobierno central del Estado español que aplica un artículo 155 de
la Constitución cuya eficacia podría ser disuasoria pero, si no lo
es, carece de capacidad y resortes suficientes para imponer a la
administración autónoma catalana el acatamiento constitucional.
Finalmente será el propio capital con sus presiones empresariales,
incluso de capitalistas independentistas, y el poder de la Hacienda
central del Estado español los que dispongan del poder suficiente
para generar acatamiento.
Un
molt honorable President de la Generalitat Puigdemont que llama a la
resistencia frente al Estado español y su artículo 155 mientras el director general de los Mossos, Pere Soler, ha acatado
disciplinadamente su cese. Si eso sucede en el aparato represor de la
administración catalana, seleccionado y diseñado en sus mandos de
acuerdo a los objetivos nacionalistas, imaginen cómo irá el resto.
Lo mismo ha hecho el Mayor Trapero acatando su destitución y
sustitución por su número dos y pidiendo lealtad a las nuevas a
autoridades del artículo 155. Ferrán López, el citado número 2,
ha aceptado su nombramiento por parte de quienes se están ocupando
de desmontar la República catalana.
Una
política exterior catalana, Diplocat, financiada
en el pasado por el promotor de “revoluciones naranjas” y “de
colores”, George Soros, que ha visto sus embajadas en el
extranjero cerradas por el Gobierno español y, en consecuencia, con
una pérdida más que evidente de proyección internacional y de
influencia sobre ámbitos de decisión y de presión
internacionales.
Unos
sectores progresistas, que no revolucionarios, que en Cataluña han asumido la hegemonía dirigente de la pequeña y mediana burguesías catalanas y en el resto del Estado español han caído en la “ilusión
democrática” de esperar que una crisis institucional abra camino a
un cambio en la correlación de fuerzas políticas, que no sociales, porque la que tiene que ver con la lucha de clases hace tiempo que
han abandonado en la práctica. En Cataluña cayeron en la alianza
con sus burguesías en un “paro (al que se avergonzaron de llamar
huelga) país” que no reivindicaba derechos de la clase trabajadora
sino demandas nacionales y que era convocado por sindicatos, Govern
(¿dónde vieron antes a un gobierno burgués apoyar un “paro”?)
y asociaciones de la pequeña y mediana empresa. A ello hemos de unir
la actuación de una pseudorevolucionaria CUP que no llamó a tomar
el poder para la clase trabajadora sino a defender las instituciones
catalanas y al molt honorable y no demasiado bolchevique President
Puigdemont. En el resto del territorio del Estado español hemos
visto a unas “izquierdas” que basculaban entre una mayor
comprensión hacia una de las dos burguesías nacionalistas
instigadoras del enfrentamiento (la catalana) o que caían
directamente en la fantasía de un febrero (analogía de la
revolución “democrática” del reformismo ruso de 1917) de
revolución burguesa que podría abrir pasó a un octubre posterior.
Difícil de entender abandonando las posiciones de clase en sus
prácticas durante la crisis política, apoyando a los sectores que
explotan a la clase trabajadora catalana, y favoreciendo que se
divida a l@s trabajador@s
en patrias.
Una
convocatoria electoral autonómica para Cataluña para el 21 de
Diciembre por parte del Estado español que sitúa al soberanismo en la disyuntiva de participar en las elecciones, y ver cómo les va en
ellas, o boicotearlas y enajenarse la posibilidad de gobernar en el
territorio. Si el PdCat, o lo que quede de él, se apresta a
presentarse a las elecciones convocadas desde la legalidad española
contra la catalana, Junqueras (ERC) pide, junto con el molt honorable
President Puigdemont, aceptar la convocatoria, realizada por el
gobierno central, que no posee las competencias para hacerlo, sino el
President de la Generalitat destituida. Parece
que la CUP mientras defiende la legitimidad del President se va
abriendo a las próximas autonómicas, abandonando su peregrina
propuesta de “paella insumisa” (Mireia Boya y Anna Gabriel). Habrá que
ver de qué modo afectarán unas condiciones que le han sido impuestas
desde fuera a una República proclamada, pero inexistente, y cómo todo ello impactará sobre la credibilidad del propio proyecto independentista y a sus
promotores.
Un
comportamiento de PdCat y de ERC que les lleva a mantener al día
siguiente de la proclamación de la República catalana sus escaños
en el Congreso y en el Senado españoles y a votar previamente en
contra un artículo, el 155, cuando su desacato al mismo debiera
haberles conducido, en coherencia, a abandonar el pleno del Senado.
El argumento de que dejar sus escaños en Congreso y Senado “sería
solo un gesto estético” parece sostenerse mal desde la una
posición que, en realidad, no es meramente “estética” sino
moral y de congruencia.
Una
realidad opuesta en los gobiernos, parlamentos y bloques políticos
hegemónicos de España y de Cataluña. En la primera el gobierno, el
senado y el bloque constitucionalista de PP, PSOE y Ciudadanos actúan
unidos, aprueban el artículo 155 y el gobierno va aprobando un
desarrollo y aplicación del mismo, día tras día, en el BOE. En la segunda, el
bloque independentista presenta fisuras más que notables, el PdCat
ha tenido ya dimisiones tanto en el partido como en la Generalitat y,
tras una noche de fuegos artificiales y fiesta en la Plaza de San
Jaume, el Govern se va a dormir y de fin de semana, sin tomar auténticas
decisiones que viabilicen y muestran la voluntad ejecutiva de puesta
en marcha de la República catalana. Decisiones imparables frente a
pasividad.
Una
economía muy interrelacionada en la que la inestabilidad política y
social que tanto asusta al inversor capitalista golpeará sobre
Cataluña y sobre el resto del Estado español.
La
continuación de la luz de gas sobre los conflictos sociales de clase
que afectan a trabajadoras y trabajadores tanto de Cataluña como del
resto del territorio español, ahogados por una dinámica de patrias
que es dirigida por el discurso burgués a uno y otro lado del Ebro.
Si cabe extraer una conclusión sobre dicha dinámica es la de que
ambas burguesías mantienen un acuerdo quizá más que tácito para
ocultar la realidad de una clase trabajadora a la que ambas explotan
y desposeen.
Cabe
aventurar algunas conclusiones acerca de la recién proclamada
República catalana y sobre la crisis a la que ha conducido el choque de
trenes entre el nacionalismo español y el catalán.
El
procés y la declaración unilateral de independencia han sido, para
un sector importante de la población catalana que ha acompañado al
mismo, más una afirmación de soberanía que un camino que realmente
creyesen posible. Han vivido una especie de catarsis colectiva, un
psicodrama social que les ha permitido vivir "un como si", como si el sueño
fuera posible. Ahora empiezan a despertar del mismo y a comprender
sus límites. La República catalana ha sido tan virtual como los
falsos reconocimientos de la misma en redes sociales por parte de
supuestos gobiernos nórdicos y de repúblicas bálticas. Al menos
les quedará el consuelo de que Osetia del Sur ha afirmado que va a
estudiar si reconocerá a la nueva república o no.
El
procés no ha acabado, aunque la independencia de Cataluña ha
quedado postergada “sine die”. A tenor de la aceptación de la
convocatoria electoral, que empieza a ser aceptado por los partidos
independentistas, la permanencia de sus representantes en el
Parlamento español y el acatamiento de sectores funcionariales
(cargos de los mossos) del control de la situación por las
autoridades españolas, cabe pensar que el procés ha entrado en una
fase de realismo posibilista y que la estrategia de largo plazo del
independentismo está empezando a ser sustituida por giros
tacticistas rápidos que dejarán descolgados y con un sentimiento de
frustración a gran parte de los sectores soberanistas de la
población catalana, como apunté en anteriores artículos. El
despertador de ese sueño es a 30 de Octubre la bandera rojigualda
ondeando en el Palau de Sant Jordi, junto a la señera y un despacho
vacío del molt honorable President de la Generalitat a la que éste
hoy no ha acudido hasta el momento, mientras algún Conseller como
Josep Rull va a ser desalojado del suyo por los mossos d´esquadra y el resto de ellos han obtenido un breve permiso del gobierno ocupante para recoger sus pertenencias de sus, hasta el pasado viernes, despachos de los que las fotografías del ya cesado President han
ido desapareciendo.
Por su parte, la Presidenta del Parlament, Carme Forcadell, acaba de desconvocar la reunión de la ;esa de la institución, asumiendo de hecho que el la misma está disuelta, lo que no es sino el reconocimiento de la fuerza del Estado como ley de hecho.
Las
declaraciones del diputado de la CUP del Parlament de la República
catalana, Benet Salellas, cuestionando la capacidad de materializarse
dicha república indica la abismal distancia entre deseo y realidad:
"No hay estructuras de estado preparadas ni medidas de
efectividad republicana que estén empezando a desarrollarse. El
Govern no estaba preparado para un escenario de unilateralidad pura".
En el mismo sentido, el diputado cupaire señalaba que su partido "no
comprende por qué después de la proclamación de la República el
Gobierno no está promulgando los decretos que la misma resolución".
Las
posibilidades que se plasmen o frustren de una candidatura unitaria
del independentismo catalán serán la piedra de toque de su capacidad para mantener un bloque más o menos unido que hoy
vive tensiones internas, y que hace muy pocos días se fracturaba
entre acusaciones de traición. En cualquier caso, la participación
de candidaturas independentistas en las elecciones del 21-D será la
deslegitimación absoluta de un procés por parte de sus promotores,
al asumir como legales unas elecciones que solo Puigdemont hubiera podido
convocar de continuar en el cargo.
Del
grado de extensión y la intensidad de la aplicación del artículo
155 por parte del gobierno español y del comportamiento revachista o
de perfil bajo de una posible nueva mayoría unionista en la sociedad
catalana dependerá que la situación de crisis social y política se
vaya atemperando o se incrementen la tensión y la fractura sociales.
El
denominado “régimen del 78”, lejos de entrar en crisis, se verá
notablemente fortalecido por varios factores.
El
primero, la reacción españolista y el incremento del nacionalismo
español.
El
segundo, la unidad de la que han dado muestra tanto PSOE como PP y el heredero actualizado de dicho régimen del 78 en torno a legalidad
española y la unidad territorial, Ciudadanos. Enfrente, tienen a partidos que no
han demostrado una claridad en su proyecto reformista de corte
meramente institucional ni una unidad suficiente respecto al mismo,
según los escollos en su camino hacia la independencia iban
mostrando los límites del proceso.
El
tercero el consenso social que están siendo capaces de generar
dichos partidos entre sectores mayoritarios de la sociedad española,
y muy significativos dentro de la catalana, que se han visto
asustados ante las consecuencias que la crisis institucional y la
amenaza de la económica, sobre Cataluña en particular y España en
general, por la desconfianza de inversores y empresas
ante la inestabilidad política y social que ha provocado el proceso.
Una parte muy amplia de dichos sectores justifica ya la aplicación
de medidas de fuerza más o menos limitadas.
La
auténtica derrota del independentismo la ha ejecutado la gran y
mediana empresa que, más allá de sus filias o fobias hacia el
procés, ha sufrido un ataque de patriotismo del bolsillo,
presionando con sus exilios de sedes sociales fuera de Cataluña. El
artículo 155 ha sido la puntilla legal que ha empleado el Estado
español. Las posibilidades de éxito de las imposiciones coactivas para la aplicación del mismo dependerán fundamentalmente de la
poderosísima capacidad de intervención del Ministerio de Hacienda
español sobre la catalana y del grado de realismo y acatamiento de
los altos funcionarios de la administración de Cataluña y de las
clases medias sostenedoras del procés.
Coger las de Villadiego, exiliarse en Bélgica, tras acogerse a santuario de un aliado, que tiene amistades con organizaciones fascistas de Bruselas, y verse a sí mismo como una mezcla de De Gaulle en el exilio, hablando al pueblo desde la BBC, y de MacArthur en plan "volveré", mientras te comportas como alguien que deja tirados a quienes se sacrificaron por ti, significa que el esperpento catalán huye hacia donde los aventureros políticos han perdido su norte. Quizá un día descubramos un nuevo significado de la palabra "resistencia". La idea de patria huele tan mal como el agujero en el que se esconden quienes pretendieron hacernos creer que serían mártires y se comportan como ratas en su escapada.
Que la ANC, con su máximo dirigente en la cárcel avale presentarse a una elecciones que ha convocado Rajoy y no el "exiliado" Puigdemont, probablemente no sea un motivo para bajarse del burro aquellos cuya deshonestidad intelectual les impide toda reflexión que pueda crearles duda alguna sobre aquello que defienden.
Coger las de Villadiego, exiliarse en Bélgica, tras acogerse a santuario de un aliado, que tiene amistades con organizaciones fascistas de Bruselas, y verse a sí mismo como una mezcla de De Gaulle en el exilio, hablando al pueblo desde la BBC, y de MacArthur en plan "volveré", mientras te comportas como alguien que deja tirados a quienes se sacrificaron por ti, significa que el esperpento catalán huye hacia donde los aventureros políticos han perdido su norte. Quizá un día descubramos un nuevo significado de la palabra "resistencia". La idea de patria huele tan mal como el agujero en el que se esconden quienes pretendieron hacernos creer que serían mártires y se comportan como ratas en su escapada.
Que la ANC, con su máximo dirigente en la cárcel avale presentarse a una elecciones que ha convocado Rajoy y no el "exiliado" Puigdemont, probablemente no sea un motivo para bajarse del burro aquellos cuya deshonestidad intelectual les impide toda reflexión que pueda crearles duda alguna sobre aquello que defienden.
La
izquierda, o lo que la opinión pública y la publicada entienden por
tal, y el republicanismo español entrarán en una grave crisis cuyas
consecuencias y efectos se irán dilucidando en los próximos
tiempos.
De
momento, el reconocimiento por parte de Anticapitalistas, grupo
integrante de Podemos, ha sido desautorizado por el Consejo Ciudadano
Estatal de este partido y En Podem (Cataluña) ha sido intervenido
por dicho Consejo, en aplicación de su particular 155 sobre su
filial catalana, tras las graves diferencias de ésta con su
organización española, sobre todo por parte de su líder Albano
Dante Fachín. Veremos en qué acaba esta cuestión.
En
los restos de IU ya se están produciendo tensiones internas cuyas
repercusiones pueden incrementarse por un efecto rebote o dominó de
la crisis de Podemos, visibilizada por las declaraciones españolistas
de Carolina Bescansa, sobre su socio político.
El
caso del PSC, organización hermana del PSOE, ha vivido estos días
fuertes tensiones internas entre su realidad catalana -buena parte de
su dirección- y española, la que se concentra en el cinturón
industrial de las ciudades que constituyen la conurbación
barcelonesa (el gran Barcelona y otras localidades de tamaño
considerable). A pesar de sus enfrentamientos internos es previsible
que una parte del voto nacionalista moderado que ya no se reconoce en
el PdCat y de En Podem y los Comunes, cuyas inclinaciones hacia el
soberanismo han sido muy marcadas, gire hacia el PSC.
El
republicanismo español se ha visto atrapado en su contradicción de
reivindicación de un Estado federal para todo el territorio, nunca
concretado como propuesta, y una delegación del sostenimiento de la
reivindicación de III República española en una República
catalana cuyo proyecto es en gran medida ajeno, desligado del federalismo y que
no se reconoce en ella.
Las
organizaciones “a la izquierda de la izquierda”, muy atomizadas,
de muy reducidas dimensiones y carentes prácticamente de influencia
política alguna respecto a la gran mayoría de la clase trabajadora,
ahondarán en su marginalidad como consecuencia de su desvinculación
práctica y real de una posición de clase. Su enfeudamiento a los
nacionalismos burgueses y pequeñoburgueses vasco y catalán y su
aceptación de la estrategia de exportación de nacionalismos
promovidos en los distintos territorios del Estado español, siguiendo el modelo de Izquierda Castellana, que grupos
autodenominados comunistas asumen como forma de acabar con el
denominado régimen del 78 y con la monarquía española, están
actuando como mecanismos de refuerzo de ambos, por la reacción de un
nacionalismo español y de una extrema derecha que no habían
detonado hasta el momento con la fuerza con la que ahora se
presentan.
En
la práctica, un reformismo moderado, con formas y lenguaje
aparentemente radicales, y un radicalismo democrático, a su
izquierda, vienen a cubrir el papel y los objetivos que en el siglo
XIX representaban facciones de la pequeña y mediana burguesías a través de los "partidos democráticos", aspirantes a reformas que
cambiasen la configuración institucional de los Estados capitalistas
y sus formas de representación pero sin alterar nada de sustancial
de la base material y económica en la que se sustentaban. Apelan, como entonces, a la clase
trabajadora, de la que buscan el apoyo a sus causas pero supeditando
los intereses de ésta a los objetivos reformistas que constituyen el
programa político de ciertos estratos de las clases medias urbanas.
No son partidos de clase, por mucho que una parte de ellos lo
proclame o, al menos, no de la clase trabajadora, entendido dicho
carácter como el propio de organizaciones que defienden los
intereses de los asalariados de forma autónoma a los
del resto de clases sociales. La ausencia de una centralidad en el
discurso y la práctica de clasista es evidente en todos ellos.
La
clase trabajadora seguirá sin tener quién la escriba desde las
organizaciones políticas en el sentido de la defensa de unos
intereses específicos e independientes de los de cualquier otra
clase social y otra causa que no sea la suya, la de sus propias
reivindicaciones sociales y objetivos de emancipación.
Pero
como decía Lenin, emulando las palabras de Goethe, «la teoría
es gris amigo mío, pero el árbol de la vida es eternamente verde».
La realidad es que los problemas de la clase trabajadora, los
despidos, los bajos salarios, los desahucios, la pobreza de amplias
capas de la clase trabajadora... volverán más pronto que tarde a
hacerse presentes en un escenario en el que fueron opacadas por una
confrontación que a las burguesías de un lado y otro del Ebro
venía muy bien. Y entonces puede que sea el momento de pedir
cuentas a los partidos “progresistas” por el juego practicado en
la promoción por acción y reacción, respectivamente, de los
nacionalismos catalán y español. Con la esperanza de pasar pronto
página a esta estrambótica farsa...hasta la próxima charlotada tan
del gusto de los habitantes de este extremo de Europa.
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