Mostrando entradas con la etiqueta Europa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Europa. Mostrar todas las entradas

27 de febrero de 2022

INVASIÓN DE UCRANIA POR RUSIA: GUERRA DE POSICIONES DISFRAZADA DE GUERRA RELÁMPAGO

Por Marat

Es sobradamente conocida la frase de von Clausewitz “la guerra es la continuación de la política por otros medios”; en este caso, de la diplomacia. De hecho, ésta no desaparece ni siquiera en el caso de guerra total, aquella que busca la exterminación total y definitiva del enemigo (inútil quimera); antes bien, la búsqueda de una salida diplomática y un acuerdo ventajoso para quien cree llevar la ventaja bélica es el objetivo del profesional de la política.

Aquél, al contrario que el político amateur o que el ser humano común, que reproduce el discurso oficial de la propaganda de cada bando en la contienda, sabe que necesita amarrar la superioridad táctica de la que dispone en un momento dado para lograr una salida a la coyuntura que le permita obtener réditos políticos y estratégicos a la situación de la que goza en dicho momento. Esto ha sido históricamente así, también en las dos Guerras Mundiales.

A menudo los expertos en estrategia militar hablan de la guerra de posiciones, o estancamiento de los frentes, como consecuencia del fracaso de la guerra relámpago, tan del gusto de la tradición bélica germana.

Pero ¿quién dice que la guerra de posiciones sea siempre la consecuencia de una guerra relámpago que se agotó por parte de quien antes llevaba la iniciativa y no el punto de partida destinado a un equilibrio de fuerzas del beligerante que anteriormente ocupaba una posición de debilidad? El matiz es importante porque implica emplear el ataque no para destruir definitivamente al enemigo, lo que se sabe previamente imposible, sobre el que se golpea sino para hacer tablas con otro que no es agredido directamente en la contienda pero hacia el que se envía un mensaje disuasorio con el fin de sacrificar, al menos parcialmente, a su peón y lograr por parte del agresor el restablecimiento de su status como potencia interlocutora en el tablero de las hegemonías estratégicas mundiales.

El mundo es el tablero geoestratégico mundial.

En Oriente Medio Rusia había recuperado posiciones, vía Irán, desestructurado parcialmente a los terroristas del Daesh, títeres de EE.UU., en apoyo del gobierno sirio y logrado un cierto acercamiento a alguna de las petromonarquías feudales y financiadoras del terrorismo islámico del Golfo (Putin es un Maquiavelo moderno pasado por la versión con menos escrúpulos morales de Rasputín, lo que le eleva a la categoría ética de los Clinton, los Bush, padre e hijo, y Obama).

Pero en Europa, la subordinación de las principales potencias a los intereses económicos, militares y políticos de EE.UU. provocaban un sentimiento del nacionalismo panruso sobre el que Putin se ha apoyado para revertir el papel de Ucrania al menos hasta la situación de Estado tapón entre el área europeo OTAN y sus fronteras.

Disponer de un nuevo Presidente ucraniano, con un perfil similar a Yanukóvich, sería lo ideal para los deseos del Estado ruso, más allá de Putin y los objetivos económicos respecto al mercado ucraniano de la camarilla capitalista rusa, hacerse con partes del territorio ucraniano de influencia étnica, cultural e idiomática rusa con salida al mar una conquista en el área de influencia militar y de negocios del Mar Negro, a través del Mar de Azov. La limpieza étnica entre comunidades de mayor sentimiento ucraniano o ruso  una amenaza que Putin esgrime desde el lado de las víctimas rusas del Donbas y sobre las que el ejército ucraniano viene empleándose con fiereza, causando miles de muertos.

La no entrada en la OTAN de Ucrania sería para Rusia una victoria menor si no consiguiese las anteriores y, seguramente, más difícil de vender a sus ciudadanos si el coste económico y en vidas de su invasión para sus tropas fuese costoso y prolongado. Por ese motivo, el recurso a terror sobre la población civil ucraniana mediante bombardeos, misiles tierra-aire y uso de tropas islámicas chechenas indica la prisa por lograr una rápida rendición de Ucrania. Si surge una resistencia civil que supla al “extraño” comportamiento pasivo del ejército ucraniano en los primeros días de la invasión puede que los cálculos del Kremlin se conviertan en amarga cosecha, que la situación se pudra y que haya un efecto boomerang sobre la estabilidad de Rusia y su gobierno.

Lenin concedía una importancia fundamental al factor tiempo. De hecho, en más de una ocasión habló del momento preciso para la acción y de cómo no debían demorarse los tiempos de los acontecimientos pero Putin puede que le haya leído poco o mal. Veremos como camina la historia inmediata.

Por ese motivo es tan importante el control de la información, mediante la censura desde el gobierno ruso y sus aparatos oficiales de propaganda, que hablan de una guerra a la que está prohibido llamar guerra, desde uno declos lados decla mentira y mediante el falseamiento de imágenes o el uso de las mismas, correspondientes a otros tiempos, entornos y situaciones, por parte de la «prensa libre», desde Europa y EEUU, como denuncia la Agencia France Press (AFP), poco sospechosa de ser agente de Putin. Nada nuevo bajo el sol de la guerra. Los periodistas, que con tan ridícula vehemencia proclaman siempre ser defensores de «la verdad» son casi siempre mercenarios s tanto la línea al servicio de los intereses de sus clientes.

Si le sale bien a Putin la jugada puede que volvamos a lo que fue conocido tras la Ii GM como “do ut des”, o “ política del toma y daca”. Entre la URSS y EE.UU. se comían peones a nivel mundial, consensuaban los daños en cada campo de influencias y los grados de tensión global. Todo muy civilizado, salvo para las víctimas (como en la liquidación física de un millón de comunistas durante la dictadura de Suharto en Indonesia), y más previsible...también para el capitalismo mundial. De vez en cuando escenificaban sus obras de teatro, como las guerras de Vietnam, Corea o la crisis de los misiles de Cuba y la URSS jugaba al descoloque del imperialismo anglosajón, por ejemplo, apoyando a la dictadura argentina frente al neocolonialismo británico en la guerra de las Malvinas.

En cualquier caso, si alguien piensa que estamos sólo ante un drama de geostrategia militar es que no ha entendido aquello de las contradicciones interimperialistas, que no existe sólo una potencia hegemónica imperialista, que el imperialismo no consiste solamente en acciones bélicas, que detrás de todo ello está la necesidad de acumulación capitalista, que si una fracción del capital mundial pierde influencia en un área del Planeta – la energía es decisiva – intenta recuperarla en otra y la competencia por los mercados es a muerte.

6 de abril de 2014

EUROPA SE DESCARGA PERSIGUIENDO A LOS GITANOS

Deportaciones gitanas en el siglo XX
Perseguidos, discriminados, expulsados y excluidos, en Europa los gitanos son objeto de un permanente e implacable acoso. En 2013, el gobierno socialista de Hollande desalojó a cerca de 21.000 gitanos de los terrenos que ocupaban

Eduardo Febbro. Página/12.
Los han perseguido por toda Europa, los siguen acechando y no siquiera el territorio de las palabras los protege de la infamia. El diccionario de la Real Academia Española asimila la palabra gitano con una connotación despreciativa, como si el hecho de ser gitano implicara “engaño” o una negatividad en potencia. Perseguidos, discriminados, expulsados y excluidos, en Europa los gitanos son objeto de un permanente e implacable acoso. Suecia acaba de admitir oficialmente que, durante el siglo XX, llevó a cabo una política de segregación contra los gitanos, quienes eran vistos como “incapacitados sociales”. Entre los años ’30 y ’70 el Estado sueco llegó incluso a esterilizar a las mujeres gitanas. El señalamiento y las políticas represivas contra los gitanos están hoy en pleno auge. En Europa occidental, Francia, Gran Bretaña y Alemania los tratan con mano de hierro mientras que en Europa del Este países como Hungría, Eslovaquia y la República Checa han llegado a un menosprecio racial extremo. En Gran Bretaña, los gitanos son regularmente expulsados de los terrenos donde viven, en Alemania el gobierno de la canciller Angela Merkel prepara un dispositivo destinado a que los romaníes –principalmente rumanos y búlgaros– no permanezcan más de seis meses en el país si no encuentran trabajo. En cuanto a Francia, desde que el ex presidente conservador Nicolas Sarkozy se comprometió en 2010 a desmantelar los campamentos gitanos, las operaciones policiales y las expulsiones no han cesado. En 2013, el gobierno socialista de François Hollande desalojó a cerca de 21.000 gitanos de los terrenos que ocupaban.
Deportaciones gitanas en el siglo XXI
El doctor Laurent El Ghozi, miembro de Romeurope, una asociación que defiende los derechos de los gitanos, señala: “Los gitanos son objeto de un desprecio específico. Se observan reacciones violentas, hostiles, contra poblaciones pobres, migrantes, supuestamente nómadas o gitanas”. Hay, de hecho, todo un país del Tercer Mundo en el seno de la Unión Europea, una suerte de nación paria compuesta por los 12 millones de gitanos repartidos en varios países del Viejo Continente. Los gitanos actualmente constituyen el grupo étnico minoritario más importante dentro de la Unión Europea. Y también el más oprimido. Romaníes, gitanos, zíngaros o simplemente pueblo gitano, desde que llegaron de la India hace diez siglos estas comunidades jamás conocieron un trato de igual a igual. No tienen ni los mismos derechos y ni siquiera se les reconoce públicamente el genocidio perpetrado contra ellos por la Alemania nazi. En todos los países ocupados por el régimen del Tercer Reich el pueblo gitano fue víctima del mismo exterminio que los judíos. Más de 600 mil murieron en los campos de la muerte. Thomas Hammarberg, ex comisario europeo para los derechos humanos, resume sin concesiones el calvario: “En Europa, los diversos grupos de romaníes sufrieron cinco siglos de represión vergonzosa desde que llegaron de la India al cabo de una larga migración. Los métodos represivos fueron variados: desde la esclavitud a la matanza, pasando por la asimilación forzada, la expulsión o la internación”. Han cambiado algunos métodos, pero el tratamiento que reciben no. Segregación escolar, exclusión laboral, requisitos imposibles de alcanzar para encontrar una vivienda, separatismo social, la UE no ha logrado poner en marcha un proceso de integración que respete las diferencias. La paradoja es enorme: se habla de romaníes, gitanos u otras denominaciones para señalar a personas que serían extranjeras o inmigrados. Inexacto. Michaël Guet –trabaja en el Consejo de Europa en la oficina del representante especial a cargo de los romaníes– recuerda que “la mayoría de los romaníes son ciudadanos europeos y, por consiguiente, no son migrantes en el sentido estricto de la legislación europea”. Lo mismo afirma Viviane Reding, vicepresidenta de la Comisión Europea y encargada de la Justicia: “Hay 12 millones de romaníes en Europa que, como nosotros, están en Europa en su propia casa. Ayudar a que se integren es nuestras responsabilidad”. Sin embargo, se los trata como ingredientes tóxicos de la sociedad. Cuando ocupó la cartera de Interior, el actual primer ministro francés, Manuel Valls, había dicho que “esas poblaciones tienen modos de vida que son considerablemente diferentes a los nuestros”.
Las tensiones se agudizaron tanto más cuando, en 2010, la ampliación de la UE a los países del Este incrementó la circulación de gitanos. 8 por ciento de la población húngara es gitana, 9 por ciento de la eslovaca, 10 por ciento de la búlgara, y 9 por ciento de la rumana. En Francia hay 400 mil (0,6 por ciento de la población), en Argentina 300 mil y en Brasil 800 mil. Según la Unión Romaní Internacional, en América latina habría poco más de un millón y medio de gitanos. Durante un coloquio organizado a principios de abril en Bruselas por la UE, Viviane Reding dijo que “la vida cotidiana de los gitanos empezaba a mejorar”. Nada es menos seguro. En París, la familia Muntean lleva años en busca de un departamento: “Es lo mínimo y lo imposible”, dice el padre. Los expulsaron en 2010 del terreno donde vivían (Sarkozy), estuvieron un tiempo en locales prestados por asociaciones, luego vivieron en una carpa en plena calle hasta que la policía los desalojó. Terminaron en un hangar perteneciente a la Municipalidad de París, pero el municipio hizo un juicio para sacarlos de ahí, además de las varias intimaciones que recibieron para dejar el territorio francés. De hecho, los gitanos que provienen de algunos países de la UE no gozan de los mismos derechos que otros ciudadanos de la Unión. Si son oriundos de Rumania o Bulgaria, su estatuto está sometido a las medidas de adhesión transitorias de esos países, lo que tiene como consecuencia limitar los oficios que pueden ejercer y el tiempo de residencia legal.
Las condiciones en que, en octubre del año pasado, fue expulsada de Francia Leonarda Dibriani, una estudiante kosovar de 15 años, pone de relieve la inhumanidad que impera en todo lo que hace a los gitanos. Leonarda fue detenida cuando participaba en una excursión escolar con sus compañeros del Colegio André Malraux, de la localidad de Pontalier, al este de Francia. La policía la fue a buscar al autobús, la hizo bajar frente a todos sus compañeros y luego la expulsó por no tener papeles junto a su madre y sus cinco hermanos. Ser nómada, vivir en casas rodantes, exponer los orígenes de otras culturas infunde miedo. Objeto de mitos, odios y supersticiones absurdas, los gitanos conforman una minoría contra la cual, a lo largo de los siglos, los poderes políticos se han ensañado. Allí donde van sufren un proceso feroz de aislamiento y desintegración. En Hungría, los hijos de gitanos son escolarizados mayoritariamente en escuelas para deficientes mentales.
Paul-Marie Couteaux, candidato del partido de extrema derecha Frente Nacional en el distrito 6 de París, en las elecciones municipales de finales de marzo y principios de abril, tiene muy claro lo que quiere hacer con ellos: pretende concentrarlos “en campos” y califica la presencia de los gitanos en su barrio como una “lepra” que “afea la estética de París”. Excluidos de la vivienda, de la educación y del trabajo, los romaníes no tienen muchas opciones al alcance. Por eso, en buena parte, montan campamentos para vivir, con lo cual se crea una suerte de villa miseria improvisada en localidades donde hay terrenos libres. Y allí se enciende otro foco de represión y menosprecio: “Vivir con una villa miseria al lado es tener delante de los ojos una miseria intolerable, así como los comportamientos ligados a la miseria. El romaní no es espontáneamente un ladrón o sucio, pero vivir en una economía de supervivencia puede acarrear comportamientos eventualmente delictuosos”, cuenta el doctor Laurent El Ghozi, miembro de Romeurope.