1.-Un
recorrido retrospectivo:
Sabemos
que hay quienes desean una rápida unidad de todos los comunistas en
un sólo partido. Quienes dimos vida al proyecto de crear el Espacio
de Encuentro Comunista (EEC) no rechazamos tal objetivo pero somos
conscientes de que se alcance o no, no será un deseo rápido de
lograr. Hay otros muchos pasos a dar y que, en la medida en que nos
reúnan en la reflexión y el análisis político, la convivencia
solidaria, el apoyo mutuo y la lucha política, habremos logrado
metas muy importantes por las que merecerá la pena todo nuestro
esfuerzo. Si esa unidad orgánica llegase algún día a producirse ha
de haberse alcanzado con tales garantías de buen trabajo que no se
produjera una vuelta atrás, ni desacuerdos históricos que más
tarde diesen lugar a nuevas justificaciones de cisma. Hemos de
recorrer aún un largo camino de complicidades, búsqueda de puntos
comunes y aceptación natural de diferencias que no han de separarnos
sino enriquecernos. Cualesquiera que fueran el número de etapas que
el EEC en su desarrollo, y con vistas al acercamiento entre
marxistas, llegue a cubrir con éxito, el trabajo merecerá la pena
porque nos habrá trasladado al conjunto de comunistas que se
impliquen en esta tarea a mejor lugar del que nos encontrábamos
antes de intentarlo.
De
aquella primera asamblea del 26 de Septiembre, el grupo promotor del
EEC obtuvo el mandato de poner en marcha un proceso hacia la
organización de ese espacio de encuentro entre comunistas que fuese
generando una cierta articulación de este agrupamiento y una
propuesta de temas sobre los que discutir a partir de las que
pudiéramos ir facilitando el modo de entendernos y aproximarnos
entre nosotros.
Así
mismo tomamos conciencia de que debíamos alcanzar dos objetivos
concretos:
-
La
creación de un órgano coordinador de carácter eminentemente
técnico y provisional, puesto que el grupo promotor del EEC aún no
estaba legitimado por los demás comunistas del espacio para ser un
órgano elegido y con funciones de dirección política que
conectase con el conjunto de personas que se habían vinculado al
proyecto en el primer encuentro.
A partir del resultado de la discusión de dichos textos el EEC debería ir estableciendo puntos de coincidencia, reforzando lo que nos une, debatiendo sobre los aspectos en los que no coincidimos, sin cerrar la discusión en falso sino asumiendo que debíamos continuar trabajando sobre ello, pero con una profunda y leal voluntad de unidad en el proyecto de lucha por el socialismo y en la acción, marcando línea política común.
De
aquella asamblea salimos con una Comisión Gestora de carácter
provisional cuyo cometido era el de llevar al EEC hasta su tercera
asamblea en la que se debatieran los 6 documentos que deberían
elaborarse antes del 15 de Enero (objetivo logrado). En estos momentos los textos han empezado a ser discutidos en grupos en distintos territorios para posteriormente volver a tratarlos en dicha asamblea, que se celebrará los días 12 y 13 de Marzo en la sede madrileña del sindicato CoBas. Dicha asamblea deberá dotar también
al EEC de un órgano de coordinación estable que facilite tanto la
extensión territorial y sectorial como la construcción del propio
espacio y su presencia e impulso en las luchas y movilizaciones de
nuestra clase, la trabajadora, con una voluntad muy clara: contribuir
a la unidad de acción tanto de los comunistas “independientes”
(no organizados en partido) como de los que sí lo están. Si el
debate político leal y constructivo puede acercarnos, la lucha codo
a codo puede ir forjando una unidad práctica solidaria entre
comunistas y con nuestra clase.
En
definitiva, la tercera asamblea debe deliberar sobre los primeros
documentos políticos del EEC, los cuáles son materiales de arranque
teórico del Espacio, con sus inevitables insuficiencias propias de
la deficiente formación política y de análisis que padecemos hoy
los comunistas y plantearse la forma de organización del mismo para
intervenir políticamente y en lo concreto en el impulso y apoyo a la
lucha de clases.
2.-Nueva
etapa y nuevos desafíos
Cada paso dado por el EEC nos
presenta nuevos retos. No puede ser de otro modo. Hasta ahora hemos
recorrido la parte fácil del camino. Ahora viene lo complicado.
Es así porque vamos a pasar de
la intención a los hechos.
El análisis en colectivo de
los documentos evaluará no sólo nuestra capacidad de elaboración
política, sino también y de un modo especial, el talante con el que
abordamos la discusión política. Será muy distinto el resultado si
la enfocamos desde posturas rígidas y dogmáticas, en forma de
posición frente a posición, o como contraste de perspectivas con
la voluntad de acentuar los puntos de coincidencia, si enfatizamos el
continente o el contenido.
El modo en el que en el que
afrontemos este reto en la tercera asamblea, nos aproximemos a las
necesidades organizativas del EEC y la manera en que les demos
respuesta, la forma que elijamos para organizarnos, tendrán una
repercusión directa en cómo seremos percibidos, en el grado de
comodidad con el que se sientan los miembros del EEC dentro del
colectivo, especialmente quienes a su vez militan en organizaciones,
destacamentos y partidos comunistas y en el futuro mismo de este
agrupamiento de militantes.
Cuanto más fieles sean las
estructuras del EEC a la filosofía de encuentro, de espacio
compartido, de flexibilidad en la forma organizativa, de lugar común
y acogedor para comunistas sin y con partido, dónde nadie tenga que
dejarse el carné de su organización a la entrada, más
posibilidades tendrá el proyecto de crecer y de convertirse en una
referencia compartida, querida, deseable y de pertenencia para los
comunistas en general.
Cuanto más rígidas fuesen
esas estructuras, cuanto más cercanas a la forma de organizarse y de
dotarse de una dirección clásica de partido, más dudas y
suspicacias podrían producirse, mayores dificultades para que
comunistas con partido se acercasen a lo que pudiera parecerles un
esbozo de tal y más riesgos de que el proyecto del EEC se malograse.
Necesitamos coordinarnos antes que dirigirnos y necesitamos
agruparnos desde la base antes que crear núcleos territoriales y
sectoriales al modo partido. Es obvio que el EEC no puede ser una
especie de suprapartido de partidos. Ni sería democrático para los
militantes de partidos que trabajasen dentro del EEC, al verse
abocados a elegir entre dos lealtades/disciplinas, ni sería eficaz
para los objetivos generales que pretendemos.
Pero a la vez es necesario
sortear el riesgo de una visión de invitado-delegado que algunos
militantes de organizaciones comunistas pudieran llegar a considerar
como su aportación al EEC. Para que la idea del espacio y del
encuentro funcione es necesario que los comunistas organizados en
partidos lo sientan suyo, no se limiten a “enviar” a un miembro
de su organización en calidad de “visitante” o de persona más o
menos activa que participa en el EEC pero sin más compromiso de su
organización con el debate y la unidad de acción que entre todos
debemos forjar.
El ánimo fundacional del
Espacio de Encuentro Comunista es el de un punto de encuentro
conceptual, una propuesta de elaboración política, trabajo,
formación y lucha en el que se participa no por bloques ni
corrientes políticas, ni por delegación sino con un compromiso de
trabajo militante puesto en común entre una amplia diversidad de
comunistas sin y con partido.
Para que se contagie de forma
amplia y general esa concepción de trabajo conjunto y solidario
entre comunistas, para que se impregnen de esa visión tanto los que
están organizados en partidos como los que no, es necesario que el
proyecto no se sustente sobre todo en el trabajo de los comunistas
sin partido sino que participen de él un considerable número de
militantes organizados de modo más clásico. De otra forma no se
romperían las inercias de los comportamientos estancos, las
divisiones y recelos y los sectarismos entre nosotros. Por ese camino
a lo sumo llegaríamos a la fórmula de las plataformas que
históricamente no han sido capaces de superar los meros acuerdos
cupulares, de compromisos mínimos ni de generar hábitos de trabajo
conjunto por la base.
Esta nueva cultura de relación
entre comunistas, lejos de debilitar a las organizaciones
preexistentes, las reforzaría porque las dotaría de una base social
de la que honestamente hemos de reconocer que apenas disponemos los
comunistas actualmente.
Actuar de este modo es también
un modo de compartir experiencias, conocimientos, recursos humanos,
voluntades y energías conjuntas, independientemente de que en el
presente las organizaciones comunistas existentes tengan sus propias
tareas y objetivos.
Éste y no otro es el camino
para que sea posible recuperar el prestigio y la influencia de la
idea comunista dentro la clase trabajadora, algo tan necesario cuando
el colapso de lo que se conoce como “la izquierda” no ha ido
acompañado por un giro hacia lo que específicamente representamos
los comunistas, marcados por una debilidad política y organizativa
que aún no hemos superado, y nos ha afectado incluso a nosotros
mismos, en ocasiones con la penetración de ideas reformistas en
nuestras filas. Es cierto que lo anterior ha de ir acompañado de la
capacidad de vencer otras insuficiencias políticas pero también lo
es que la condición de marchar juntos se vuelve imperiosamente
indispensable.
La formación política y de
cuadros comunistas es una tarea imprescindible y urgente, hoy que
tantas capacidades humanas nos faltan para dar respuesta a los
interrogantes que nos plantea la clase trabajadora y a la necesidad
de levantar de nuevo la corriente de pensamiento y acción
revolucionaria marxista.
Sin cuadros políticos y
militantes formados no podremos extender, hacer crecer, consolidar y
dar credibilidad a nuestro propósito.
Precisamente porque los cuadros
políticos no se improvisan en unos meses es tan apremiante que la
formación política sea uno de los primeros objetivos a la salida de
la tercera asamblea, cuestión en la que nos deberemos poner manos a
la obra de manera inmediata.
Por último, y aunque hemos
insistido con anterioridad en ello, es necesario que, al término de
la tercera asamblea, el EEC salga con una adecuada correlación entre
teoría (formación, debate) y praxis (lucha política y lucha de
masas) porque
“Es cierto que el arma de
la crítica no puede sustituir a la crítica de las armas, que el
poder material tiene que derrocarse con el poder material, pero
también la teoría se convierte en poder material tan pronto como se
apodera de las masas”. (“En torno a la Crítica de la
Filosofía del Derecho”. K.Marx)
o, si se prefiere,
“No hay teoría
revolucionaria sin practica revolucionaria y viceversa” (Lenin)