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4 de abril de 2020

CORONAVIRUS, INTERESES DE ESTADO Y CONSPIRATONTOS

Atuendo y atrezzo obligados del conspiratonto: cucrucho de
plata, camiseta con inscripción "sex machine", gafas
culobotella, cajas de pizza y del Happy Meal de 
McDonald´s vacías, montones de latas de Coca-Cola 
por el suelo, 7 pantallas de ordenador, montones 
de frascos llenos de orines, un wc portatil, 3 cajas 
de condones DUREX caducadas,...
Por Marat

1.-Si un Estado no tiene enemigo se lo inventa

Conviene profundizar en este axioma cínico para explicarlo.

Dentro de un sistema global capitalista, o de cualquier otra formación económico-social dividida entre dominantes y dominados, en el que la competencia sustituye casi siempre a la cooperación, en la que la lógica del beneficio capitalista hace de conceptos como igualdad o solidaridad un sarcasmo de las Relaciones Internacionales (RR.II.), el ajuste a la dualidad amigo/enemigo es fundamental para los Estados tanto a nivel interno (nacional) como externo (internacional).

Hacia el interior de la comunidad, el enemigo facilita el cierre de filas, ayuda a imponer la ideología dominante, legitima el orden social como defensa frente al ataque, real, imaginario o inventado, favorece la creación de consensos y del consentimiento ante las medidas para combatirlo y permite justificar la represión de la disidencia como persecución a los supuestos agentes del enemigo dentro de la nación.

Hacia el exterior (la sociedad internacional), la figura del enemigo ayuda a disfrazar la agresión como legítima defensa, ofrece la opción de la guerra como salida a una competencia por los mercados que ya no da más de sí, redefine las reglas morales del juego, estableciendo tanto las normas escritas como no escritas en el escenario internacional y, cuando todo ello lo lleva a cabo una potencia regional o mundial, organiza las alianzas (enemigo común) y los bloques antagónicos de intereses en litigio.

La escuela norteamericana del realismo político (Hans J. Morgenthau. “Política entre las naciones”), define a los Estados como actores políticos principales, casi exclusivos, en el marco de las RR.II., estableciendo como elemento nuclear de dicho enfoque el interés (antecedente en Hobbes) centrado en la idea de poder (antecedente en Maquiavelo).

De Maquiavelo y Hobbes a Von Clausewitz (“De la Guerra”), Von Bismarck como estadista o Karl Schmitt, fundamentador jurídico del sistema nacionalsocialista, el realismo político ha estado presente como base argumental o como práctica política casi desde el principio mismo de la existencia del Estado, si bien sin llegar a fundamentar un “corpus teórico”, como sí hace la escuela del realismo político norteamericano, no solo en las RR.II. sino también en el interior de las naciones como ejercicio de poder.

Esta especie de sacralización del poder del Estado tiende a ignorar, no solo la existencia de las luchas de clases en su interior sino también la importancia que desde el siglo XIX van adquiriendo otros agentes a nivel internacional como la opinión pública mundial, los movimientos internacionales de masas, etc.

Pareciera que el señalado como poder omnímodo de los Estados no pudiera admitir, o temiera, a otros actores internacionales aparentemente menos poderosos. 
La visión puramente estatista del mundo es triplemente reaccionaria:
  •          Porque cosifica la realidad humana al reducirla a la voluntad del poder del Estado.
  •      Porque niega otros movimientos de la historia que no sean las dialécticas derivadas de los intereses de los Estados.
  •      Porque presenta una visión del mundo en la que la población de los Estados es una caja negra dentro de la que desaparecen las contradicciones y antagonismos entre las clases sociales.

2.-Fabricantes de “conspiraciones” y conspiranoia
La primera acepción que da la RAE sobre el verbo conspirar es la siguiente: “Dicho de varias personas: Unirse contra su superior o soberano”. Alude a una idea de jerarquía que puede pertenecer a la vida civil o al Estado.

La segunda de las acepciones posee un mayor grado de indeterminación: “Dicho de varias personas: Unirse contra un particular para hacerle daño”. En este caso el matiz puede ser más horizontal.

De cualquier modo, el verbo conspirar implica una acción de varias personas unidas por un mismo fin en el que hay un daño a un tercero, sea éste persona particular o institucional.
Las conspiraciones existen y han existido a lo largo de la historia pero el movimiento histórico no se explica por las conspiraciones sino por las relaciones sociales de producción entre las clases sociales, sus luchas de intereses antagónicos, estamentos en el pasado, dentro de unas formaciones económico-sociales concretas y por las transformaciones que éstas experimentan hasta su sustitución por otras.

Una de las conspiraciones más famosas de la historia es la que planeó y ejecutó el asesinato de Julio César, el general invicto en mil batallas bajo cuya dirigencia fue derrotado el jefe galo Vercingétorix, el de Astérix. El complot fue planeado y ejecutado por Marco Junio Bruto, Décimo Bruto (imagínense cómo serían los otros nueve), Casio (no confundir con la marca de relojes), en el que participaron unas 60 altas personalidades, entre senadores y militares (a estos siempre les ha ido la marcha). Murió cosido con 23 puñaladas, lo que debía tocar a casi una por cada tres. Habiendo más de un Bruto en el complot éste debiera haberse llamado “Una conjura brutal”

Según el historiador Plutarco, César había sido advertido del complot por un adivino, lo que fue inmortalizado por Shakespeare en su famosa frase  “¡Cuídate de los idus de Marzo!” de su obra “Julio César”. Dice Plutarco:

“Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: “Los idus de marzo ya han llegado”; a lo que el vidente contestó compasivamente: “Sí, pero aún no han acabado””

Llamativamente los casos de supuestas o pretendidas conspiraciones que más difusión tienen en Internet actualmente, lugar privilegiado de los conspiranoicos, tienen como actor a uno o varios Estados o a un conjunto de individuos que ocupan los lugares más altos de la escala social, económica y política y conspiran para la dominación mundial de la toda Humanidad y parte del extranjero. 

Retengamos éste último hecho porque volveremos sobre él más adelante para ver la estupidez astronómica que hay detrás de los extravagantes delirios actuales sobre las conspiraciones.

No voy a perder ni un minuto en responder a las “teorías” sobre el 11-S, la de la dominación mundial por una élite vinculada con los extraterrestres o con las lagartijas, los Illuminati o cualquiera otra bufonada, propia de idiotas conectados en vena a Internet las 24 horas del día los 365 días del año, pastoreados por gente sin escrúpulos que busca dinero y notoriedad. Si estos majaderos tuvieran una vida social normal –y sospecho que sexual. Ellos tienen el codo derecho de tenista y ellas son devotas seguidoras de la tecnología digital, de dedo -, lo que excluye a la que cultivan en la red, se dedicarían a cosas más productivas que buscar emociones intensas en desenmascarar absurdas conspiraciones mundiales que descubren, ¡oh casualidad de casualidades!, en Google, en Facebook o en Youtube. Para ser tan oscuras esas conspiraciones bien que las encuentran en lugares de afluencia online masivas. Son más gilipollas que los acumuladores de papel higiénico, más preocupados por sus culos que por su salud física o mental.

Pero sí que me interesa la porquería virtual sobre el coronavirus que estos días se difunde sobre conspiraciones chinas o norteamericanas.

Cualquier persona que utilice su cerebro al menos 10 minutos al día y posea algo más de una neurona, entenderá que si hay una teoría que afirma que a los chinos se les escapó el COVID-Q9 de un laboratorio en el que lo habían fabricado, y ello contaminó al resto del mundo, y si hay otra que acusa a Estados Unidos de haber provocado la pandemia para hundir a China, es que hay intereses de Estado detrás de ambas teorías.

“La guerra es la prolongación de la política por otros medios”, decía Von Clausewitz y EEUU y China la están haciendo a bulazo (de bulo) limpio.

Solo un breve inciso para preguntar a todos esos ociosos dedicados a la teoría general de la conspiración como base de sus pobres vidas cómo es posible que las dos superpotencias más grandes del mundo hayan fabricado dos conspiraciones para un mismo virus y ambas hayan descubierto que fue el otro el que lo fabricó y, aún más, como es posible que hayan llegado a ser superpotencias y dominar el mundo, teniendo a gente tan poco inteligente para salvaguardar sus secretos.

Desde la llegada de Trump a la presidencia USA se ha acentuado el enfrentamiento económico que en el pasado era soterrada, y se disfrazaba de cooperación, entre dicho país y China.

El discurso previo a su mandato y el inicial de la Presidencia de Trump puso el énfasis en la decadencia del papel de Estados Unidos en el mundo, en la emergencia de la amenaza china a la dominación mundial de la superpotencia norteamericana y en la necesidad de que ésta recuperase su papel hegemónico.

La lucha por los mercados mundiales, por conservar o arrebatar áreas de influencia económica en Europa, Latinoamérica o África, por conquistar la hegemonía tecnológica, clave para mantener (USA) o arrancar la hegemonía mundial (China), se trasladó al comercio mundial y ha sido desde entonces la explicación principal del ambiente de los últimos años de la globalización mundial. Mientras la superpotencia emergente se esforzaba por alcanzar su dominación, la declinante se debatía entre el ensimismamiento interno o la amenaza constante a la estabilidad económica capitalista mundial en la fase declinante de la débil recuperación de la crisis iniciada a partir de 2013.

Reducir el imperialismo capitalista a una sola potencia mundial significa no entender la naturaleza capitalista de la otra gran potencia, reducir el imperialismo solo a la característica belicosa de USA, sin comprender las características del imperialismo señaladas por Lenin en “El imperialismo, fase superior del capitalismo” e ignorar olímpicamente las contradicciones interimperialistas de las que hablaba el mismo.

Es en este contexto, y con una intención de uso tanto de consumo interno como externo, en el que hay que entender los puntos de arranque de los cruces de acusaciones sobre cuál de los dos Estados es el causante de la pandemia.

En el consumo interno, los dirigentes de ambos países han de lidiar con sus opiniones públicas y las críticas a sus actuaciones para frenar la pandemia del COVID-19.

Recordemos que las autoridades chinas intentaron ocultar al principio la dimensión del problema durante el mes de diciembre, desprestigiaron e intentaron acallar al doctor Li Wenliang, que había intentado avisar a sus colegas médicos sobre un virus que creía que se parecía al SARS, otro coronavirus mortal, y que finalmente dicho doctor murió al contagiarse mientras trataba a pacientes de la por entonces epidemia.   

Por su parte, el psicópata genocida Presidente Trump se juega la elección al amagar con asumir el coste de más de 250.000 vidas de norteamericanos, con tal de no confinar a toda la población y paralizar la actividad económica, mientras su país es el que más casos de infectados presenta. Necesita inventar un enemigo y nadie como el gobierno Chino para jugar ese rol.

Llegados a este punto, lo de menos es que la conspiración por parte de uno o de los dos países sea real o bulo inventado por sus respectivos entornos políticos. Lo relevante es para qué y a qué objetivos sirve.  

Evidentemente ni el Presidente XI Jinping ni el mafioso Trump se encargan de difundir personalmente el bulo conspiranoico. El primero es la cara amable de la dictadura capitalista china, el segundo es el malvado de ópera bufa del imperio más criminal de la historia de la humanidad pero no es tan estúpido como el papel que representa.

De ello se encargan personajes de segunda fila. En el caso chino, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian fue el encargado de lanzar la teoría de la culpabilidad de Estados Unidos. En el de USA es el entorno de ultraderecha del Presidente. No hay que rebuscar mucho para acabar dando con la cochambre panfletaria como la que publican en Breitbart News e Infowars. Por cierto, no está de más recordar como algunos sectores que actuaban en su día en torno al 15M en las redes babeaban y difundían la mierda que soltaba por su boca en sus vídeos Alex Jones (Infowars), que ahora se forra online vendiendo productos como suplementos vitamínicos, alimentos de supervivencia para resistir al COVID-19, ropa y accesorios para armas.

A nivel exterior, culpar desde China a Estados Unidos de la propagación del virus es una forma de control de daños a la imagen de un país al que la extrema derecha norteamericana señala como responsable al hablar del “virus chino”, del “virus de Wuhan” o directamente de que se les escapó de un laboratorio, cuando los principales expertos en pandemias víricas están de acuerdo en que su origen está en elsalto de animal a humano, provocando reacciones de sinofobia (xenofobia contra las personas chinas o de origen chino). Una y otra superpotencia tienen intereses bastardos en fabricar sus respectivas teorías de la conspiración del coronavirus

Los esbirros que propagan el bulo conspiracionista por un salario sirven conscientemente al poder de ambos imperialismos. Condenar moralmente a quien es amoral por definición es absurdo, lo mismo que a la ultraderecha dedicada a la propagación del odio por los bulos que cada día crea y elabora contra las políticas de confinamiento y protección de la población, a fin de defender los intereses del capital. La única respuesta que cabe frente a esa gentuza de estercolero es desenmascararla y acabar con ella.

Pero el idiota, el ignorante, el que carece de sentido crítico, el que difunde el conspiracionismo porque otros muchos lo han hecho antes, el que actúa frente a la realidad de forma autoreferencial, seleccionando solo los datos que confirman lo que previamente está empeñado en sostener, el que hace oídos sordos a los argumentos racionales, es el bobo útil.

Conspira no solo contra los intereses colectivos de las clases subalternas sino contra los suyos propios. Es el correo de intereses de un capitalismo mundial, al que sirve como conspiratonto, que hará pagar, cuando pase la pandemia del coronavirus, a la clase trabajadora la caída de su tasa de ganancia en forma de recortes sociales mucho mayores de los hasta ahora conocidos, pobreza, paro y austeridad. Su papel como difusor de teorías interesadas de la conspiración en torno al coronavirus sirve para distraer a las futuras víctimas de ese negro futuro que se nos viene encima.

Quien elige a uno de los imperialismos (sea el yankee, el chino, el ruso, el alemán o cualesquiera otro) como el bueno y al otro como el malo, siendo todos ellos partes del mismo capitalismo mundial, es una sabandija despreciable, sea de modo consciente o inconsciente, como esos idiotas que reenvían cualquier bulo, sin pensar en las consecuencias de sus propios actos.  

3.-Apéndice: nuevas oleadas de basura mediática con la excusa del coronavirus
Vivimos tiempos en los que la irracionalidad, la estupidez, las ideas reaccionarias, la vuelta al pensamiento mágico, la expansión de las supersticiones, crecen de manera vertiginosa.

Hemos salido de la modernidad, durante siglos marcada por la confianza en el conocimiento científico, la razón humana, el progreso y el creciente laicismo para adentrarnos en una nueva medievalización del pensamiento.

En el mismo escenario que el regreso de los fascismos, el crédito del bulo por encima de la búsqueda de la verdad de los hechos, el conspiracionismo y la conspiranoia como “método” de interpretación del mundo, se encuentran otros fenómenos que están inaugurando una nueva época de oscurantismo. No es casualidad. Obedecen a una misma causa. La pérdida de confianza en la razón, la ciencia y el progreso de la humanidad como mecanismos de la interpretación del mundo, de nuestras vidas y de construcción de nuestra realidad colectiva. 

La crisis capitalista, sin visos de ser superada de modo igualitario por una nueva formación económico-social más justa y a la medida del ser humano, la inestabilidad del mundo, la realidad líquida, evocando a Bauman, el miedo difuso al futuro, los crecientes desafíos y amenazas a los que nos enfrentamos como especie, está abriendo la puerta a nuevos monstruos.

Pero a su vez hay una intoxicación permanente e intencionada de la mente humana con el fin de acentuar y acelerar este proceso.

En este punto, creo necesario señalar que la difusión que se da a este tipo de contenidos en las redes sociales no es imputable a estas mismas sino a los propios contenidos que se difunden, a la intención de quienes los producen para consumo rápido e irreflexivo (y por supuesto a los ignorantes que los comparten, como acto de fe o bien por curiosidad, mero divertimento o aburrimiento), y al algoritmo con el que se prioriza lo banal, el narcisismo, lo irracional, lo extravagante, lo reaccionario, lo pseudocientífico frente a lo relevante, lo igualitario, lo democrático, lo racional y lo científico.

Quienes culpan sin más a las redes sociales sin tener en cuenta lo anterior actúan del mismo modo en el que bobo mira el dedo del sabio mientras éste señala la luna. No es el medio el responsable de toda la basura que hay en ella sino la manipulación del mismo por parte de quienes controlan el medio y los intereses que hay detrás de dicha manipulación.

Al fenómeno de la pandemia del coronavirus se han adosado otros dos epifenómenos como los parásitos que se fijan a la piel de un animal y sobre los que merece la pena que nos detengamos, por mucho que no hayan adquirido la notoriedad del discurso conspiracionista o conspiranoico pero que previsiblemente irán en aumento en los próximos tiempos.

Uno de ellos, estaba ya entre nosotros. El otro ha acabado por emerger siguiendo la lógica de un discurso en sí mismo patológico.

Me refiero al brote de ecofascismo, que sigue una línea de discurso previo que lleva hasta sus últimas consecuencias, y a las supersticiones, esoterismos y pseudociencias que ahora proliferan con más auge en Internet, movidas por el negocio de gente sin escrúpulos y seguidas y difundidas por ignorantes.

En el caso del ecofascismo del que ahora empiezan a hacerse eco algunos medios de comunicación que antes daban alas a su desarrollo ideológico es necesario explicar de qué hablamos.

El ecofacismo actual, ligado a la crisis del coronavirus, poco tiene que ver con los neofascistas que pueblan Europa y gran parte del mundo, por mucho que ellos actúen con el oportunismo que les es propio, fomentándolo a través de ideas como la conexión patria-naturaleza-paisaje, del mismo modo que Edelweiss, por una pirueta histórica paso de ser un símbolo de la resistencia pasiva frente al nazismo, a ser la flor de éste, al evocar el clima agreste y las montañas en las que nace, tan queridas por esta ideología.
Viene de la mentalidad reaccionaria de algunas corrientes ecologistas y del totalitarismo que irradia el veganismo mayoritario.  

Imágenes que estos días de confinamiento nos mostraban vídeos y fotografías de jabalíes hozando en la basura de los extrarradios de una ciudad, delfines saltando alegremente en aguas de las que habían desaparecido hacía años, descensos meteóricos del CO2 en grandes ciudades, cuyo aire era antes irrespirable, ríos muertos cuyas aguas ahora cristalinas volvían a estar llenas de peces,…Imágenes idílicas que nos mostraban al coronavirus como el gran salvador de Gaia, como la oportunidad para la regeneración del Planeta mientras los seres humanos permanecían confinados en casa, conectados a un tubo de respiración en las UCIs del mundo, hacinados en las morgues de las ciudades. No, el virus no era el asesino sino el ser humano el que destruía el Planeta. Según tan aberrante idea, la Tierra se estaría “purgando” de la maldad destructiva del ser humano, salvándose al eliminar a buena parte de la humanidad. Puro ultramaltusianismo nazi, no muy alejado de las aberraciones de ese grupo de zumbados de origen estadounidense –de donde provienen la mayoría de los grupos de tarados del mundo- que se hace llamar Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria y que propugna que el ser humano deje de reproducirse. Claro, mejor adoptar gatitos y perritos, dónde va a parar.

Ese relato, aparentemente naif, que había sido antes alimentado por los medios del sistema en su “bienintencionada” intención de dar buenas noticias en medio del caos, el miedo y la muerte, tenía sus precedentes.

Recordemos como tan solo un mes antes de que estallara el coronavirus los veganos aún llamaban asesinos a los omnívoros por comer carne, los antitaurinos brindaban por la cogida del torero, deseando su muerte, o las corrientes más acríticas del ecologismo echaban sobre las espaldas individuales a partes iguales culpa y responsabilidad de destruir o salvar el Planeta, mientras esquivaban la condena al capitalismo como sistema de explotación del ser humano, de empobrecimiento de gran parte del mundo y de esquilmación de la naturaleza y de los recursos naturales. Y es que, genios de la responsabilidad individual en la lucha contra el cambio climático, el capitalismo al que evitáis criticar carece de sentido social o de sensibilidad medioambiental. Para él, el ridículo e hipócrita término de “sostenibilidad” solo se refiere a la de la tasa de ganancia y a la rentabilidad de la actividad económica. Y lo demás, como siempre, mera propaganda.      

En las redes sociales el algoritmo selecciona y segmenta las opiniones y preferencias, que no siempre son previas sino que pueden partir de contenidos compartidos sin ser consciente de su significado pero que van creando una comunidad de pensamiento en el que se va formando la opinión de grupo. La responsabilidad del individuo debiera estar en tener criterio propio para discernir lo cierto de la basura, pero lo cierto es que en los tiempos actuales en los que se produce una sobresaturación de información, una sobreexposición a la misma y una velocidad de bombardeo de los contenidos, la capacidad de reflexión es mínima en la mayoría de los individuos que, en muchos casos, tienen una baja comprensión del significado de lo que leen, escuchan o ven, frecuentemente de forma descontextualizada y sin capacidad de reflexión. Compartir o no contenidos se convierte en un acto de impulso, frecuentemente limitándose la motivación de hacerlo por el título de la “noticia” o quien sea el emisor. Uno no siempre nace fascista, como no siempre nace imbécil. Acabar siendo un fascista, o un memo que le da al botón de compartir sin saber lo que hace, es un proceso.

El confinamiento, que en España se prolongará previsiblemente bastante más allá de un mes, el miedo al virus y la muerte, la sensación de una realidad que se nos escapa, convertida en pesadilla de la que no podemos despertar, la percepción de fragilidad de cada ser humano, la conciencia de que nos abocamos a un mundo cada vez más inseguro, golpean duramente sobre la mente humana.

Mantener la capacidad de raciocinio, cuando se ha impuesto el aislamiento social, la desmoralización colectiva está ampliamente extendida y la posibilidad de interacción en la creación de discurso social, desde hace mucho tiempo vertical, es casi un imposible. El discurso hoy se ha convertido en una consigna nacional, repetida machaconamente por todos los medios mayoritarios de la comunicación, salvo los de extrema derecha, que hacen su guerra no contra la pandemia sino contra el gobierno.   

En ese estado de cosas, cuando el desánimo es la tónica general, la razón parece batirse en retirada, la esperanza en la ciencia se tambalea y emergen de nuevo las sombras de las supersticiones, los charlatanes de números 806, los esoterismos más estrambóticos, los desaprensivos de las sanaciones espirituales, propagandistas de las pseudociencias y pseudoterapeutas, tarotistas, etc.

En estos días, diferentes instituciones y sociedades médicas se han visto obligadas a exigir, una vez más, al Gobierno español que ponga coto a los desmanes de pseudociencias y homeópatas por la gravedad para la vida humana del engaño con el que tratan de convencer a los sectores más crédulos de la sociedad de que su chamanismo de ocasión puede enfrentar al coronavirus.

Estos mercaderes del miedo, la ignorancia y la reacción llevan mucho tiempo vendiendo su mercadería del engaño pero, en medio de la pandemia del coronavirus, pueden añadir más letalidad con su homeopatía de agua con azúcar para desesperados y necios y el timo de la falsa esperanza en el resto de pseudociencias y demás inmundicia espiritualista.   

Frente al asalto a la razón, que denunció el filósofo marxista George Lukács, en estos tiempos oscuros de confusión ideológica es necesario levantar de nuevo el pensamiento racional y el conocimiento científico.  

Frente al conspiracionismo y la conspiranoia es necesario el análisis concreto de la realidad concreta,  la explicación dialéctica de la historia con sus procesos sociales, económicos y políticos, dentro del que los antagonismos entre las clases sociales cobran una especial importancia para comprender el mundo en el que vivimos, demostrando que la realidad no se mueve por fuerza oscuras y secretas sino por una lucha de clases que se produce cotidianamente a la vista de todos y que solo la ignorancia, el cinismo o la falta de compromiso político pueden negarlo.

Frente al fascismo, con el ropaje que se presente, solo la lucha ideológica y la organización de clase con una perspectiva anticapitalista y socialista pueden dar la respuesta.

27 de septiembre de 2016

TIEMPOS OSCUROS DE CONFUSIÓN IDEOLÓGICA

Por Marat


1.-Rotura del eje articulador del sistema-mundo capitalista
Imagínense que el mundo en el que vivimos fuera un cubo de Rubik. Imaginen que a ese cubo se le hubiera roto el eje principal (la cruceta) y que, como consecuencia, las piezas que lo componen fueran a su aire, incapaces de componer caras del mismo color y de resolver el juego en ninguna circunstancia. Posiblemente las caras acabasen desprendiéndose y las piezas saltando por los aires

El mundo jamás ha sido perfecto: enfrentamientos entre clases sociales, antagonismos entre las naciones, luchas por su cuota de poder dentro de la clase dominante, tensiones ideológicas que expresan las contradicciones anteriores,…

Pero pocas veces que no sean un fin de ciclo, una etapa agonizante hemos visto tal descoyuntamiento del orden social.

Miremos un momento a nuestro alrededor.

Una crisis capitalista que anuncia nuevas acometidas dentro de una situación económica que no sólo no remonta sino que da signos de que al estancamiento mundial le sucederá una nueva caída.

Unos Estados nacionales del primer mundo incapaces de atender al creciente empobrecimiento de sus clases trabajadoras. Su condición de Estados de la burguesía se ha plasmado al desproveer a las clases subalternas de la gran mayoría de sus conquistas históricas, amenazando con rematar la faena.

Un mundo árabe o islámico, según el caso, que se desangra en guerras causadas por un terrorismo financiado por el imperialismo; guerras que no parecen importar a casi nadie, salvo cuando esas guerras hacen que cientos de miles de sus víctimas huyan hacia Occidente y se convierten entonces en un problema. El derribo por la violencia de gobiernos laicos y la destrucción de países en estas zonas está causando un desastre tan grande que las “soluciones militares posteriores” tienen un efecto boomerang contra los países que previamente les han armado.

En América Latina, un reformismo mal disfrazado de revolucionario repite el mismo camino que en los años 20 del pasado siglo intentó en Europa la socialdemocracia. Sin radicalizar sus procesos de transformación no ha cambia ni la naturaleza del poder económico ni la de sus Estados, por mucho que sus gobiernos sean progresistas. En unos casos su proyecto se está agotando porque dependía de la suficiente capacidad económica para subvencionar a las clases populares de sus países. Mientras el dinero de la venta de sus materias primas fluyó en abundancia fue posible lograrlo. Pero eso ocurría sin que realmente se produjese un ascenso de las clases populares al poder popular, que sólo puede venir de la socialización de los medios de producción. Hoy, cuando la venta de sus materias primas (petroleo y gas) ha caído en los mercados internacionales, la presión de los sectores oligárquicos a los que se permitió organizarse y del imperialismo ha sido capaz de lanzar a una parte de los apoyos sociales de dichos gobiernos contra ellos, al descender la capacidad de sufragar el gasto social.

En Europa, el supraestado de la UE se descompone a marchas forzadas, mientras el presidente de la Comisión Europa, Junker, se presenta a sus socios carente de soluciones mágicas en medio de la mayor crisis de su historia. Una crisis de múltiples cabezas: económica, política, de identidad (Brexit, euroescépticos), de refugiados, de repliegue nacionalista,…

Las contradicciones interimperialistas entre las grandes superpotencias se dirimen en luchas por influencia económica, alianzas estratégicas variables con otras potencias de entidad menor, guerras por los recursos naturales de terceros países y amplia manipulación mundial de la opinión pública a través de sus áreas y entornos de influencia.

La presión de la propaganda, expresada en su sentido más vulgar, exigiendo alineamientos acríticos y lealtades cerradas hacia cada actor imperial es tal que sólo el palmero más entusiasta es digno de respeto dentro de cada ámbito de verdades eternas inducidas.

Llamativamente las tres superpotencias son sistemas de uno y otro modo capitalistas y forman parte del sistema-mundo capitalista. Ello no debe obviar en absoluto el hecho de que, de las tres, es con mucho EEUU la potencia más peligrosa, agresiva y provocadora tanto en lo económico, como en lo político, y en lo militar.

Asumir esto y denunciarlo no debiera nunca convertir a una parte de quienes se reclaman marxistas en voceros de las otras dos superpotencias. Esa no fue nunca la posición del sector que rompió con la socialdemocracia oponiéndose a la I GM porque comprendía que aquella era una manifestación exacerbada de las luchas dentro del imperialismo global.

Es necesario denunciar sistemáticamente la violencia terrorista del imperialismo norteamericano. El papel de Rusia y China es muchísimo menos agresivo, y sí fundamentalmente defensivo, pero eso no significa convertirse en corresponsales de dos países capitalistas que también tienen sus propios intereses económicos. Esto no debiera ser difícil de comprender desde una perspectiva comunista.

Un sentimiento de temor al futuro, de inestabilidad en el presente y de vuelta de viejos fantasmas del pasado -guerra, pobreza, fascismo, terrorismo viejo y nuevo, incluido el cibernético,...- se ha instalado en las sociedades capitalistas. El malestar social se combina con un pesimismo ante el mañana, una pasividad ante lo que ocurre, y una rabia cuya dirección puede seguir un camino muy adverso para la clase trabajadora, si ésta no toma en sus manos su propio destino y se organiza autónomamente al margen de los intereses de otras clases sociales en una estrategia de clase contra clase, de trabajo frente a capital.

El eje político ya no se alinea correctamente con el económico pero tampoco lo hace con el ideológico ni con el social.

La homeostasis del sistema-mundo capitalista (capacidad de autorregularse y mantener su equilibrio interno) consistía en una aceptable articulación de los elementos económico, social, político e ideológico.

Dentro del primer mundo, el crecimiento económico y las políticas redistributivas garantizaban altos índices de empleo, un cierto bienestar de amplios sectores de la clase trabajadora y un salario indirecto basado en los servicios públicos. El pacto capital-trabajo garantizaba la paz social, donde sindicatos y patronal, partidos conservadores y socialdemócratas eran factores clave de dicha estabilidad. En lo ideológico, el capitalismo abría ante sí un horizonte de felicidad y futuro para amplias capas de trabajadores que paulatinamente iban entrando en una cultura de consumo, simulacro de democracia social y medio de autoadscripción a una clase media a la que en realidad no pertenecían pero a la que aspiraban y con la que soñaban. La idea de ascenso social de unas generaciones a otras daba una fuerte legitimación social al sistema. El eje central que permitía que funcionara de manera armónica todo el sistema era una positiva tasa de ganancia del capital. Mientras esto se mantuviera , todo el edificio estaría sólidamente asentado.

Pero en los años 60 del pasado siglo el capital empezó a detectar problemas con el mantenimiento de su tasa de ganancia. Su capacidad productiva se había elevado mucho con equipos cada vez más sofisticados y la competencia obligaba a una innovación permanente con períodos de amortización cada vez más cortos, lo que afectaba a su rentabilidad. Algunos mercados de demanda apuntaban ya signos de madurez, al menos en los países económicamente más desarrollados.

El resto supongo que ustedes lo conocen. En los años 70 comienzan los experimentos neoliberales de los Chicago Boys, aunque para ello necesitaran hacerlo primero en la dictadura chilena, con el desmantelamiento de las pensiones públicas. Luego llegarían Thatcher y Reagan, la desregulación financiera, el desvío de parte de las ganancias de la economía productiva a la especulativa, un proceso imparable hacia la financiarización de la economía, la crisis de las punto com como antecedente de la madre de todas las crisis del capitalismo que se inició en el último trimestre del 2007 y que aún hoy arrastra el mundo, a pesar del cacareo de los apologetas del sistema que tratan de hacernos creer que lo peor ya ha pasado.

Por en medio, el hundimiento de la Unión Soviética en 1991 y antes la desaparición de la RDA irían abriendo una dinámica cuyas consecuencias no han dejado de actuar durante todo este tiempo: la desaparición de una de las federaciones de repúblicas más grandes del mundo, con la consiguiente aparición de fuertes tensiones dentro de una parte de las antiguas repúblicas; guerras internas dentro del territorio de algunas de esas repúblicas; la aparición de movimientos fundamentalistas islámicos; conflictos bélicos interétnicos que desmembraron la antigua Yugoslavia, en una dinámica que fue estimulada exteriormente por grupos terroristas financiados por fundaciones globalistas y por potencias como Alemania; movimientos nacionalistas, racistas, de extrema derecha y xenófobos en varios países del este de Europa, incluso bastante antes de la crisis de los refugiados; la unificación alemana, que pocos vieron con temor en su día pero que hoy empieza a preocupar no sólo por la fuerza con la que impone sus tesis en la UE sino por el exitoso rebrote de alternativas fascistas en el país.

Aunque el capitalismo globalizado, con la extensión de sus lacras de paro, pobreza, crimen en los negocios, parece haber ganado la partida sobre la clase trabajadora, lo ha hecho dejando un efecto de creciente deslegitimación de sus estructuras políticas

Crece la abstención en las elecciones generales , regionales y municipales en muchos países, ha crecido también en las elecciones al Parlamento Europeo en en los países que se incorporaron a la UE en 2003, 2007 y 2013.

Los Estados experimentan en los países de la UE un doble efecto, producto de dos corrientes antagónicas entre sí.

A) Desde los países, una efervescencia nacionalista que rechaza la pérdida de soberanía de los Estados, derivada del incremento de competencias por parte de las instituciones europeas.

Hasta hoy esas tensiones explican una parte importante del euroescepticismo que cuestiona el futuro de la UE -aunque éste no recoge la condena de la UE desde posiciones de clase y a la izquierda de la izquierda- y que descarga en la burocracia de Bruselas una crítica que se queda sólo a medio camino. La negación a la Unión Europea no señala que el origen de la pérdida de soberanía está en el propio sistema capitalista, que es el que se malesconde tras las instituciones políticas de la Unión. La disminución de la autoridad de los Estados da alas a los movimientos secesionistas en territorios como el de España o el Reino Unido.

B) A su vez, en la UE se producen tensiones interestatales (Norte-Sur y este de Europa vs eje alemán). Estas tensiones reflejan intereses encontrados entre algunos sectores de las burguesías de unos países frente a otros, que sus medios de comunicación azuzan. El conflicto de intereses intercapitalista hace luz de gas sobre el rechazo de clase a la Europa comunitaria. Este tipo de crítica es aún muy débil por la fragilidad, minoría y deficiencias en el análisis de la cuestión por parte las organizaciones “izquierdistas”. Muchas de esas organizaciones rechazan el euro pero no a su creadora, la UE. Otras se quedan en la superficie de la crítica, impugnando sólo a las instituciones políticas sin entrar en un análisis en profundidad del marco económico-social que las dio origen y que las sostienen, así como de sus transformaciones y su inserción en el capitalismo mundial.

Los partidos que protagonizaron durante décadas la representación política han entrado en una crisis que no están en condiciones de resolver y que amenaza con llevárselos por delante.

Los partidos comunistas fueron los primeros en sufrir esa crisis tras la implosión de la Unión Soviética. Dónde aún mantenían cierta representación (Italia, Francia, España,…) desaparecieron o están en trance de hacerlo, en algún caso mediante una metabolización postsocialdemócrata, ya que hacía tiempo que habían dejado de ser comunistas para convertirse a un parlamentarismo socialdemócrata de “izquierdas” (la socialdemocracia oficial se había vuelto ya derecha). Por muy excomunistas que fuesen ya por entonces, su raíz histórica golpeó sobre sus propias identidades y proyectos, si tenían alguno que no fuera la supervivencia de sus organizaciones y profesionales de sus aparatos. Han sobrevivido en Portugal y Grecia por su fuerte implantación militante y su trayectoria muy insertada en las luchas sociales de sus clases trabajadoras.

Las dos corrientes políticas hegemónicas en Europa, conservadores y socialdemócratas nominales, han visto laminadas sus bases sociales y políticas de una forma que amenaza su supervivencia.

En el caso de los “socialdemócratas” porque una parte de su base trabajadora ha visto su futuro y condiciones de vida amenazados y se ha a refugiado en opciones más “radicales” a un lado y otro del espectro político y porque, en la práctica son casi indistinguibles de los partidos conservadores.

En el de la derecha conservadora por la irrupción del populismo próximo a la extrema derecha (antiinmigración, xenofobia, seguridad, nacionalismo,…) o abiertamente fascista.

Esa crisis de representación, que ya no se reconoce en las organizaciones clásicas, más allá de las particularidades que afectan a cada partido, hunde sus raíces en la propia utilidad de la representación.

La crisis capitalista, y la absoluta independencia del capital respecto a la capacidad de los Estados para aparentar una mediación entre intereses sociales y económicos antagónicos, ha desnudado el auténtico carácter de clase de dichos Estados y puesto en evidencia lo que los marxistas ya sabíamos desde hace mucho tiempo: que cualquier gobierno que ejerza su mandato dentro de un aparato burocrático y legal burgués será un gobierno del capital.

Por este motivo se delatan como formas políticas inútiles para resolver las necesidades de la clases trabajadora golpeada por la crisis capitalista y como “curanderos” que aplican recetas que ahondan en el empobrecimiento de dichas clases.

2.-Viejos productos con nuevas marcas, envases y etiquetados
Los intentos de salvar a la socialdemocracia mediante formas que aparentan renovarla -Syriza, Podemos,…- están abocadas al mismo fracaso que el reformismo tradicional porque se han mostrado como instrumentos dóciles del capital, más allá de su cháchara útil para captar el voto de sectores populares con bajo nivel de conciencia sobre la ausencia de salida de la crisis dentro del marco capitalista.

Mientras el sistema necesite de la ficción democrática, requerirá del simulacro de la representación. Por este motivo necesita refrescar esa apariencia de representación a través de nuevos formatos de partidos que, en esencia, siguen vendiendo las más viejas ideologías pero con nuevos envoltorios. En Europa esa “renovación” de actores va a venir principalmente desde dos líneas políticas distintas.

-Una que hunde sus raíces en el viejo liberalismo pero que ha dado un salto más allá del grosero neoliberalismo y entra en nuevas formas de expresión política que tratan de aparentar ciertas raíces libertarias que sólo tiene en apariencia.

-Otra que supone un intento de dotar de atractivo a un fascismo que todavía no puede presentarse en su aspecto matonesco y criminal, salvo parcialmente en Grecia y en Hungría.
El liberalismo está jugando desde hace algunos años ciertas bazas de “modernización ideológica” de su deriva neoliberal, dada la mala prensa de esta última.

Aunque el capitalismo no es capaz de salir de esta crisis, que no es una crisis más, los segmentos sociales y político-ideológicas que lo ponen en tela de juicio son reducidos. Apenas se discute la “economía de mercado”, “el derecho a la libre empresa” y menos aún la sociedad de consumo, fuera de algunas condenas puramente moralistas.

Es mucho mayor el repudio al neoliberalismo. Grupos políticos, economistas, “opinadores” oficiales, etc. condenan el neoliberalismo, que es hijo del capitalismo, y no el capitalismo en sí mismo. El oportunismo político de quienes rebajan su ideología hasta el saldo por fin de existencias para que sus partidos pasen el corte parlamentario no necesita de la censura que pueda tildarles de anticomunistas. Ya se ofrecen ellos mismos como tales. Prefieren hablar en un lenguaje de cura de pueblo de avaricia, de estafa, de capitalismo salvaje y de majaderías similares para ocultar que la lógica del beneficio capitalista, que explica mucho más que la moralina beata de la crítica al neoliberalismo, se basa en la explotación del trabajador y que ésta nace de la extracción de la plusvalía al mismo.

Puesto que el neoliberalismo está desacreditado, la vía de renovación de una oferta dentro del supermercado de marcas electorales que evite la idea de igualdad material ente los seres humanos está siendo la que sigue el discurso de la “democracia participativa”, el “agorismo”, los wikipartidos”, “la wikidemocracia”, la “democracia 4.0” o la “transparencia”. Pero lo cierto es que esos no son los enunciados que se oponen a los recortes sociales y retroceso de derechos de los trabajadores, a menos que se esté actuando como la columna del capital. Este tipo de organizaciones no pueden plantear la cuestión de la desaparición de lo público de un modo directo y lanzarán sus sospechas contra el Estado, deseando un “Estado líquido” en la línea de las teorías de Bauman sobre la modernidad líquida. Este enfoque que parece conectar, aparentemente con el anarquismo, en realidad lo hace con el más rancio liberalismo de origen y complementa el papel de los neoliberales con la voladura de lo público y su privatización completa. Para borrar la sospecha de neoliberalismo modernizado reclaman la enseñanza y la sanidad públicas. Pero es sabido que las declaraciones de principios significan muy poco. También las proclama el PP mientras las destruye. Lo relevante es ocupar una parte del discurso supuestamente alternativo con contenidos ideológicos que, lejos de enfrentarse al capitalismo, lo refuerzan con la patraña de la filosofía y la “economía del bien común”, que se sustenta en la idea de un capitalismo ético, como si eso fuese posible.

Su modelo social fue el 15M en España y los movimientos Occupy en USA como disidencias controladas. Uno de sus experimentos previos fue la revolución ciudadana islandesa que nunca existió pero que tantos creyeron que había hecho algo memorable. Hoy en Islandia son muchos los desencantados con aquello como con el 15M o con los Occupy.

Sin embargo en lo político sí que han tenido algunos éxitos, sobre todo en la Europa nórdica y en algún momento en Alemania. Son los “partidos piratas”, que hacen bandera de cuestiones como el software libre, el copyleft (ley Sinde), el fomento de Internet y el libre acceso a la red, el ciberactivismo,… Son partidos que han calado fundamentalmente en los sectores jóvenes universitarios y postuniversitarios de la pequeña y mediana burguesías. Son lo que podríamos llamar la generación Erasmus, un segmento cuyos líderes no han tenido la oportunidad de ser explotados en el trabajo y de sentirse tales, bien porque han vivido de encadenar proyecto de investigación tras proyecto de investigación bien porque han vivido de negocietes asociados con las tecnologías de la información y la comunicación, en muchos casos subvencionados. En España, aunque no es miembro de ningún partido pirata, un caso muy representativo de esa generación es el concejal de Ahora Madrid Pablo Soto, un tipo que se forró creando un sistema P2P para compartir archivos (que servían para bajarse gratis películas y música) y que luego se volvió forrar con varias subvenciones por un total de 1.600.000 euros para varios negocios que resultaron ruinosos excepto para él mismo.

En España, como los “piratas” eran pocos, estaban divididos y su plan no salía adelante, se lanzó la frikada del Partido X, los de “Democracia y Punto”, apoyados por el panfleto “Público” y el digital de referencia de Soros en España, “El Diario”. Dicho “partido” estaba integrado por componentes del engendro formado en su día por liberales, anticomunistas y sectores de la extrema derecha, llamado Asociación DRY.

El ciberactivismo de la llamada “democracia participativa” no es otra cosa que la estabulización (de establo) de amplios sectores sociales en la red con el fin de lograr dos objetivos:

1) Reorientar el debate político hacia el simulacro de la “realización” de las libertades individuales en el mercado tecnológico, en una cacofonía inútil para la transformación social. La realidad es que los discursos se conforman por ghettos opináticos, excepto cuando hay una masiva inversión económica para profesionalizar community managers con el fin de lanzar un nuevo invento político, como sucedió con el 15M, DRY y Podemos en su día. En ese caso se busca crear “estados de opinión” muy amplios dentro de la red a través de una masiva repetición de mensajes muy sencillos, de modo que genere la sensación de amplio consenso.
2) Mantener una pseudoguerrilla comunicacional que, en realidad, está compuesta por ludópatas atrapados en las redes sociales y profesionales del asunto. El fin es contribuir a vaciar las calles, tras llevarles hacia proyectos (15M, 25S, el propio Podemos,…) que son callejones sin salidas.

En la actualidad, como temática que ha impactado con fuerza en España, nos encontramos la “oportuna” emergencia de los antitaurinos, animalistas, especistas y veganos con una base social muy similar a la de los piratas. Cuenta con un impresionante apoyo mediático, sobre todo en el caso de antitaurinos y animalistas y no les falta abundante financiación. El especismo se ha convertido en la ideología con pretensión hegemónica amplias capas juveniles y no tan jóvenes, lanzado por parte de quienes pretenden que se reclamen los derechos de todas las especies menos la humana a la que el capitalismo la está llevando a la destrucción. Pero hablar de esto no es moderno para este tipo de ideologías cómplices de un sistema que se niega a que se hable de sus crímenes y usa como señuelos a sus títeres tan fácilmente manipulables y tan carentes de escrúpulos que no sean respecto al maltrato animal, como si quienes no hacemos de dicha cuestión el eje central de nuestra posición política fuésemos torturadores del resto de las especies. El fanatismo del que hacen gala ha logrado convertirse en moda hasta el punto en el que personas que se dicen comunistas, patanegras M-L (línea política de la que se reclaman pero de la que desconocen todo) se definen animalistas, antitaurinos y otras simplezas semejantes. La ausencia total de formación política, la ignorancia plena de lo que significa ser comunista, unida a una frivolidad absoluta y a una devoción supina por “lo nuevo” explican este tipo de aberraciones ideológicas.

La otra línea de refresco de la oferta política del sistema capitalista es la de la renovación ideológica del fascismo, como señalábamos antes.

Bajo el paraguas del término fascista se amparan organizaciones muy variopintas.

En el caso de Francia, el fascismo intenta dotarse de una respetabilidad “republicana y moderada”, en la misma línea del experimento de Gianfranco Fini de llevar el antiguo Movimiento Social Italiano (mussoliniano) hacia la respetabilidad amable de un fascismo blando en zapatillas de andar por casa.

Un caso distinto es el de Alternativa para Alemania (AfD). Se trata de un grupo de origen euroescéptico, favorable a la salida de Alemania de la UE que en los últimos tiempos ha acentuado su carácter xenófobo y antiinmigrantes. Ha ido pasando de una defensa del liberalismo económico e incluso el ultraconsdervadurismo a posiciones abiertamente de extrema derecha. Este cambio se ha producido mediante el triunfo interno de su corriente más derechista que lo ha llegado a conectar con sectores del movimiento social racista y xenófobo PEGIDA. Pero a su vez este partido tiene el sentido de la oportunidad de enfatizar un programa social y económico de defensa del resquebrajado Estado del Bienestar alemán. Sigue la estela del nazismo cuando en la brutal crisis económica de la república de Weimar amagó por la izquierda para golpear por la derecha más criminal. Su caladero de votos no proviene solamente de liberales y CDU sino también de antiguos votantes de izquierda. Tiene una base social importante entre trabajadores precarios (minijobs), parados, autónomos, funcionarios y jubilados, los grupos más afectados por las consecuencias populares de la crisis capitalista en forma de recortes sociales, salariales y de condiciones de contratación. Baste decir que el 40% de los alemanes carece de capacidad de ahorro. Allá donde los ex comunistas se convierten en ala izquierda del sistema, fascistas y prefascistas recogen la antorcha de la protesta que acabarán proyectando sobre las bases sociales que les aúpan porque son la avanzadilla de la alternativa represora que se da a sí mismo el capital.

Si descartamos al NPD alemán y Amanecer dorado, más clásicamente nazis, el perfil del prefascismo en auge oscila entre el intento de institucionalizar su imagen, buscando un aura de respetabilidad y el de radicalizarla, “equilibrando” un discurso que enfatiza uno de los rasgos típicos del nazismo (el odio al otro) con rasgos sociales de defensa de los golpeados por la crisis, junto con un rechazo más o menos pronunciado hacia la UE y el euro. En los dos últimos aspectos, han recogido lo que las “izquierdas” han ido abandonando al pringarse en gobiernos que aplican las mismas recetas que la derecha, si no peores (Tsipras en Grecia).

Hasta ahora hemos hecho un análisis sintético de las primeras oleadas de signo neofascista y prefascista y de camuflaje remozado de un neoliberalismo cibernético porque el de aplicación práctica sufre un fuerte cuestionamiento.

Pero estoy convencido de que a esas primeras oleadas les sucederán nuevas mutaciones de los mismos discursos puesto que, profundamente adentrados en un marketing de entretenimiento a las víctimas de la crisis por parte de quienes crean y de quienes difunden las nuevas formas de alienación política del sistema capitalista, es necesario renovar la oferta hasta dar con la fórmula final que mejor les funcione.

Desconozco cuáles serán las nuevas fórmulas con las que se disfrazarán en lo sucesivo los nuevos liberales. Pero es obvio que el mando a distancia (E. Dans, R. Galli, L. Abadía,M.Varsavsky, Fundación Everis,.. ) seguirá funcionando, aunque en el caso de España serán seguramente otras caras las que les sustituyan puesto que sus conexiones con las plazas fueron ya probadas en su día.

El único punto del que tengo casi certeza es en que el componente friki para la idiotización de mentes continuará. Al fin y al cabo el frikismo está de moda y se ha revalorizado, el 4.0 es su partitura como el 15M con sus extravagancias, el Partido X primero y Podemos después, con su falta de sentido del ridículo, han sido sus melodías.

En cuanto a los fascismos de nuevo cuño, viejo producto con nuevo etiquetado, seguirán avanzando imparables penetrando ya con fuerza en campos políticos en los que no tendrían porqué entrar, si la realidad del “progresismo” y de las corrientes políticas a su izquierda no estuvieran en el estado de indigencia ideológica en el que se encuentran.

El discurso peronista de movimiento y patria del errejonismo y que es parte del código genético de Podemos convive con la reivindicación socialdemócrata hecha por Pablo Iglesias.

Quien pretenda negar la faceta peronista de Podemos debiera comprobar cuál es el discurso de Chantal Mouffe y de Ernesto Laclau de quienes Iñigo Errejón toma sus excéntricas teorías.

Quién dude de cuál era la ideología de Perón sólo debe informarse sobre las similitudes casi absolutas entre la legislación peronista de entidades gremiales de 1945 y la Carta del Lavoro mussoliniana de 1927. La representación del movimiento obrero fue “integrada” dentro de ambos proyectos políticos para un mejor control de la clase trabajadora, en el clásico esquema organicista del fascismo. Quien busque supuestos izquierdismos de Perón en los años 60 debiera analizar antes su figura en el contexto de los difíciles equilibrios políticos nacionales e internacionales de aquella época así como el peculiar potaje ideológico de la izquierda latinoamericana durante tantas décadas; potaje que aún persiste.

Es entendiendo esos dos elementos como se comprende la abundancia de casos, algunos de ellos citados incluso en medios, de ex miembros de Falange y de otros grupos ultras que se han ido incorporando a Podemos o mostrado su simpatía hacia este partido que, al fin y al cabo, como José Antonio Primo de Rivera dijo de Falange en su día, afirma no ser de derechas ni de izquierdas.

Pero mi preocupación mayor no la representa ya un partido que pierde votos en términos absolutos elección tras elección y que intenta hacer pasar sus broncas y guerras intestinas por debate abierto y fraternal. Las razones para la protesta, la lucha y la resistencia no sólo no han disminuido sino que se incrementarán pero esa “gente” no estará en ellas ni se la espera porque su dirección está compuesta por arribistas sin escrúpulos cuyos únicos objetivos son sus carreras políticas profesionales. Podemos, al vender ungüentos frente a las medidas antisociales que la burguesía ordena a los gobiernos y usar a las víctimas de las mismas de modo meramente instrumental, decepcionará y acabará por ser pasado.

3.-Penetrando con fuerza en campo enemigo
Lo que de verdad me preocupa es la penetración ideológica de la extrema derecha dentro del entorno social y político comunista.

Hace casi 9 años escribí un artículo en mi primer blog ya desaparecido, que otro blog amigo tuvo a bien recoger, titulado De Gustavo Bueno a los nazbol, pasando por todo lo que arrastran sus "discípulos"”. En dicho artículo ya denunciaba estas infiltraciones fascistas en entornos digitales de la izquierda marxista y revolucionaria. Quien leyese en su día dicho artículo, largo, como tantos míos, se encontraría con multitud de enlaces que iban desde las publicaciones de la extrema derecha a las publicaciones comunistas y similares.

Cuando un blog o una web recibe visitas, el gestor de contenidos que maneja la persona/s que lo edita/n permite ver la procedencia de esas visitas. Éste es un sutil modo por el que las páginas fascistas de aquella época captaban la atención de blogueros de izquierda. Para ello contaban con la curiosidad de la persona que administraba el blog o web de línea marxista. En muchos casos, el despistado “izquierdista” no siempre se percataba de la orientación política fascista del medio que lo enlazaba, que solía camuflarse bajo una ideología de tipo nazbol (nacionalbolchevique), en ocasiones definido como tercerposicionista o de la tercera vía. Esta ideología engañaba y sigue engañando al militante poco formado ideológica y políticamente pues no era raro que encontrase en sus publicaciones menciones a Marx, Lenin y, por supuesto, Stalin, mezcladas con otros teóricos de ideología opuesta (Ramiro Ledesma Ramos, Ezra Pound, León Degrelle, Oswald Mosley, Francis Parker Yockey, Corneliu Codreanu,…). Evidentemente no iban a citar a Adolf Hitler o a Benito Mussolini, demasiado conocidos, demasiado evidentes como nazis y fascistas y por, desgracia, los únicos referentes de esas ideologías criminales que conocen muchas personas que se identifican como comunistas.

Llegados a este punto es sencillo comprender de qué modo la persona que se dice de ideas comunistas, si carece de una sólida formación marxista, es fácilmente contaminado de conceptos y categorías de pensamiento ajenas y opuestas al marxismo y de procedencia fascista. Si además, los elementos contaminantes se los aderezaban con términos atractivos para cualquier comunista como “Antiimperialimo” (el manejo que hacen del concepto nada tiene que ver con el significado que le otorgan Lenin, Hilferding o la propia Rosa Luxemburg), o con términos evocadores como “Eurasia”, la píldora ideológica entra más fácilmente. Para los menos formados, los nacionalblocheviques y los tercerposicionistas en general empleaban imágenes y dibujos que integraban símbolos de apariencia comunistas mezclados con otros de tipo fascista o nazi. Les podré un par de ejemplos.







El término nacionalbolchevique no es nuevo. Tiene su origen en los años 20 en la URSS y alcanzó cierto relieve en la Alemania previa al ascenso de Hitler al poder. Pero se revitalizó a partir de la caída de la Unión Soviética con políticos, a la vez que intelectuales, como Eduard Limonov y Alexander Dugin, del que les hablaré más tarde.

Lo que los nazbol y tercerposicionistas hacían para penetrar en el pensamiento de los militantes comunistas lo hizo con mucha mayor destreza Gustavo Bueno Martínez, recientemente fallecido. De hecho sugiero que se lean las conexiones de pensamiento, lenguaje y hasta nombres entre Gustavo Bueno y sectores nazbol, que expuse en su día en el citado artículo.
Bueno, un hombre que empezó siendo marxista y próximo al PCE acabó siendo miembro de la Fundación Defensa de la Nación Española (DNAES), grupo ultranacionalista español. Se declaró tomista no creyente (del filósofo y teólogo Tomás de Aquino), ateo católico y nacionalista español. Sus teorías en los últimos tiempos eran un refrito reaccionario, con alguna expresión pseumarxista despojada de su significado real. Fue un protector, desde su revista El Catoblepas, de católicos, monárquicos, liberales, algunos comunistas despistados, como el ya fallecido como José María Laso, y un buen elenco de falangistas y reaccionarios.
Ligada al Catoblepas estaba un grupo de poder interno llamado “nódulo materialista”, auténtico núcleo de devotos de la teoría del “materialismo filosófico” (no confundir con el materialismo histórico ni con materialismo dialéctico marxistas) de G. Bueno. En ella estaba por aquél entonces un tipo excéntrico llamado Santiago Armesilla que editaba una publicación digital llamada “Izquierda Hispánica” (por aquello de la “Hispanidad”), un refrito de teoría bolivariana, paridas de Bueno, populismo reaccionario y neolenguaje que quería parecer marxista pero no se acercaba a este pensamiento ni de lejos.
Pues bien, el tal Armesilla hoy es militante del PCE, colabora con la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM), ligada al PCE, se las da de formado en el marxismo, cosa de la que no tiene ni repajolera idea, y ha escrito un vomitivo texto en una web ligada a militantes del PCE, Crónica Popular, en la que presenta a Bueno como un renovador del pensamiento marxista. Que gente como dicho sujeto esté llegando lejos en la Universidad española, y posiblemente acabe haciéndolo en la política, indica el nivel de pudrimiento intelectual y moral de ambas.
Quiero volver a Alexander Dugin, un teórico y político que empezó militando en el movimiento ultranacionalista ortodoxo y antisemita ruso Pamyat, movimiento que tuvo una deriva hacia una mezcla de elementos teóricos de la monarquía de los Romanov y el fascismo, para pasar posteriormente a ser consejero externo del Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), lo que no es disonante con el fuerte componente nacionalista de dicho partido heredado del estalinismo, y acabar siendo un teórico del Partido Nacional Bolchevique. Dugin rompería después con este partido y crearía el suyo propio, Eurasia.
Dugin, frente a la tercera vía o tercerposicionismo clásico del los nazbol, sostiene una nueva teoría neofascista, la llamada Cuarta Teoría Política (superación de capitalismo, marxismo y fascismo/nazismo). Es necesario aclarar que tanto el tercerposicionismo como la Cuarta Teoría Política dicen rechazar al fascismo y el nazismo clásicos por capitalistas, lo que no es sino un modo de intentar legitimar sus ramas particulares de neofascismo o neonazismo desde una aparente izquierdización. A esta baza ya jugaron sectores del NSDAP (nazis alemanes) como el ala izquierda de Otto Strasser.
Entre ciertos sectores de la izquierda comunista española están empezando a calar las ideas de Dugin y de otros políticos y pensadores neofascistas y neonazis. La vía empleada es a través de publicaciones aún muy minoritarias en cuanto a seguimiento y lecturas pero que aplican el anzuelo de lo ruso para quienes aún se niegan a ver que este país juega su propia baza como país capitalista en la geoestrategia y la geopolítica mundiales. Es el tipo de gente capaz de considerar recomendables a Trump -Hillary Clinton me parece igual de peligrosa- y a Erdogan sencillamente porque apuestan por mejorar sus relaciones con Rusia, sin inmutarse ni tomar conciencia del carácter profundamente reaccionario y hasta criminal de los dos personajes que acabo de citar.
Una de esas publicaciones es Katehon, una web en la que basta ver la sección de vídeos para notar la presencia de Dugin o incluso la de Marine Le Pen. No falta tampoco un artículo de alabanzas al líder del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania porque propone mejorar las relaciones con Rusia. Prefiero no seguir con las entradas que tiene esta web y que las comprueben ustedes. Entre sus autores destaca de nuevo Alexander Dugin, por encima de todos, el ultra Alain de Benoist y la publicación de extrema derecha, con colaboradores progres, El Espía Digital. Para despistar algún autor de izquierda radical. Puede que la recolección de artículos se haya hecho a partir de la libre publicación y que Katehon los haya recolectado, lo sepan sus autores o no. Pero Dugin destaca por encima de todos por el número de artículos publicados en esta web. Por último, por si quedaban dudas, en el quiénes somos las aclaran: Dugin aparece de nuevo y hay dos miembros ligados a instituciones de la iglesia ortodoxa rusa. Para dar empaque a la publicación, el resto de miembros del Consejo de la publicación aparecen muy ligados a la oficialidad institucional rusa.
En cuanto a la publicación El Espía Digital es una de esas publicaciones de la extrema derecha más extrema que anda aún enganchada con el rancio y cuartelero ¡Gibraltar español!, tal y como vemos en su petición de firmas en change.org, una de esas plataformas que hacen negocio con el ciberactivismo.
El Jano Andaluz, en un largo artículo publicado en su blog, desvela quiénes están detrás de la publicación El Espía Digital. El número de ultraderechistas en dicha publicación es inmenso, algunos como su propio director con un pasado en organizaciones nazis y neonazis violentas (Bases Autónomas, MSR,...), algo que se ha difundido ya en varios medios, hasta el punto de que ha decidido simplificar su nombre de Juan Antonio Aguilar a Juan Aguilar, en un intento por “camuflar” ese pasado. Ello no impidió que Juan Carlos Monedero le invitase en su día como tertuliano en su programa La Tuerka. ¿Responde la razón de esta entrevista a una colaboración La Tuerka-El Espía Digital por aquello de que ésta última página tiene conexiones con Hispan TV, en la que Pablo Iglesias presenta su programa Fort Apache? Lo ignoro. Juan Antonio Aguilar es también un colaborador habitual de Russia Today
No faltan militares golpistas o hijas de militares que participaron en el 23-F. Como tampoco faltan artículos, a mansalva de Alexander Dugin (112 entradas con este nombre) como tampoco del falangista y analista militar Gustavo Morales, colaborador habitual de la casa , de Hispan TV, de Russia Today (RT) y de Página Transversal, una publicación digital ligada al pensamiento nazbol, en la que tampoco falta Alexander Dugin. Los sitios recomendados por esta página son El Espía Digital, Katehon y La Cuarta Teoría Política (en español). Así uno no se pierde.
Conviene señalar que Gustavo Morales fue miembro creador de la Asociación DRY, escisión muy por la derecha de su entidad de origen, Democracia Real Ya, que era bastante de derechas. La Asociación DRY llegó a pedir relaciones políticas al Nudo Patriota Español (fascistas). Victor García, otro de los fundadores de ADRY, es o ha sido miembro de Podemos.
No quiero olvidarme tampoco, dentro de los colaboradores de El Espía Digital, Fernando J. Muniesa, Presidente del Consejo Editorial de dicha publicación.
A Fernando J. Muniesa hay quienes le acusan de ser un ex colaborador del CNI-CESID implicado en las escuchas a políticos de la Comunidad de Madrid por Encargo de Esperanza Aguirre. Igualmente diversas fuentes le vinculan también con Xavier Anglada, líder de la ultraderechista Plataforma por Cataluña (PxC), muy centrada en el rechazo hacia los inmigrantes extranjeros en ese territorio.
Puede que lo anterior no sea cierto pero sí lo es su vinculación con los servicios secretos españoles, que el mismo ha señalado en varios libros. También lo es que es el Presidente del Consejo Editorial de El Espía Digital en cuyo newsletter colabora habitualmente.
Me resulta sorprendente y preocupante que esos artículos aparezcan también publicados en un digital que se dice progresista, Diario 16. 50 artículos lleva publicados ya en él. Pero cuando se acude a ver las entradas que publica en el newsletter de El Espía Digital no aparece un enlace a Diario 16, ni siquiera la mención de que ha sido publicado en dicho medio, lo que nos lleva a pensar que el mismo artículo aparece en ambos a la vez y no es consecuencia de que un medio copie los contenidos del otro.
Con el currículo de Muniesa como espía, con las acusaciones que se han vertido sobre él, con su condición de Presidente del Consejo Editorial de El Espía Digital, no puedo menos que preguntarme qué hace este señor en Diario 16 y si este diario desconocía dicha trayectoria. Admito que yo tampoco sabía nada sobre quién era Fernando J. Muniesa hasta que me puse a escribir este largo artículo pero yo soy uno y en el diario son unos cuantos más, además de que no se empieza a escribir en un medio sin que se busquen referencias acerca de un posible colaborador. La búsqueda de datos personales en Internet de alguien que se va a incorporar a una plantilla es algo que hace cualquier empresa que se precie de ser tal desde un tamaño pequeño en adelante.
Dicho todo lo anterior, quiero explicar porqué funciona la penetración del pensamiento nazbol y reaccionario tanto de Katehon como de El Espía Digital entre un sector de personas que se consideran a sí mismas comunistas.
La histórica tradición del internacionalismo proletario sufrió tras la revolución de octubre, más marcadamente tras la muerte de Lenin, una mutación consistente en la subordinación de las organizaciones de la III Internacional a los intereses de Estado de la URSS, comprensible por el acoso externo a la revolución y por la situación posterior al ser atacado dicho país por la Alemania nazi, pero que tuvo sus efectos perniciosos en cuanto a que los objetivos internacionales de clase se identificaron con los de Estado. Habrá quien intente justificarlo en base a que dicho Estado era el primero obrero de la historia y a que su supervivencia era la base que garantizaba la expansión del socialismo en otros lugares del mundo. Pero es una tesis como mínimo falaz ya que Yalta demostró que no era así y que se pactaban repartos de influencia en Europa y la posterior doctrina de la Coexistencia Pacífica intentó pactar esto a nivel mundial, aunque algunos episodíos internacionales la rompieron ocasionalmente. Todo ello tuvo sus consecuencias sobre las organizaciones comunistas en el mundo y las posibilidades del socialismo internacional. Y si no que le pregunten al KKE (Partido Comunista de Grecia) por el rechazo de la URSS a apoyar a su organización guerrillera ELAS tras la II G.M., en cumplimiento delos acuerdos de Yalta que contrajo dicho Estado con USA y el resto de potencias vencedoras.
Esta pauta se ha mantenido mimética y acríticamente tras las desaparición de la URSS. Para muchos comunistas Rusia y sus intereses siguen representando algo parecido, a pesar de que esa visión sólo se dé en su cabeza y de que la Rusia de hoy proteja los intereses internacionales de sus oligarquías económicas a las que Putin sirve, siempre que le sustenten su concepción geostratégica mundial que, como dije anteriormente, es mucho menos agresiva que la de USA pero no por ello es progresista. Al respecto no estaría de más que quienes actúan de voceros acríticos de los intereses rusos desde una posición pretendidamente comunista conociesen cuál es la categorización que hace el KKE de este país, sus burguesías y su gobierno en el contexto de la posibilidad de una guerra, producto de las contradicciones interimperialistas.
Meta usted en las dos publicaciones digitales muchos contenidos que tengan que ver con Rusia, con sus intereses estratégicos a nivel internacional, ponga enlaces a sus publicaciones y de sus aliados y el reflejo condicionado pavloviano hará el resto. Si a ello le añade usted algún colaborador progresista o incluso marxista el resultado funcionará. Cabe preguntarse si los progresistas o los “marxistas” que colaboran en publicaciones de este tipo lo hacen a sabiendas de lo que en realidad son políticamente esos medios o no.
Toda esta infiltración de conceptos, contenidos e ideas ajenas y hasta opuestas al pensamiento marxista se hace posible por la debacle que ha sufrido el movimiento comunista internacional al menos desde el hundimiento de la Unión Soviética, cuyo efecto ha sido devastador para nosotros, independientemente de en qué corriente nos situemos. La debilidad teórica y organizativa ha hecho el resto. Comunistas políticamente muy poco formados, ideológicamente involucionados, ajenos a los fundamentos del marxismo y con un profundo sentimiento de orfandad que les ha llevado a encontrar referentes internacionales en países con gobiernos que hace 25 años sería impensable para un comunista, están siendo abducidos por el pensamiento más reaccionario. La última trinchera que necesitaba derrotar el capital a través de un refrescamiento de sus ideologías de enfrentamiento éramos nosotros y nos están destrozando y no por nuestra debilidad sino por el riesgo de que nos metabolicen, convirtiéndonos en lo que nunca hemos sido: otra cosa.
¿Alternativas frente a ello ? Creo que la denuncia de estos hechos es ya, en sí misma, una alternativa necesaria, por reducido que sea su eco receptor. En otros textos que he escrito anteriormente he planteado también algunos ejes necesarios para la recuperación del marxismo y de la identidad comunista.
Aún así, creo que sería necesario desarrollar propuestas frente a este terrible desafío; respuestas que deben ser también tarea de más comunistas que hayan detectado este riesgo tangible de involución política dentro de nuestro campo ideológico.
En cualquier caso, no descarto un segundo artículo con contenido propositivo frente a la amenaza aquí analizada.