- Porque cosifica la realidad humana al reducirla a la voluntad del poder del Estado.
- Porque niega otros movimientos de la historia que no sean las dialécticas derivadas de los intereses de los Estados.
- Porque presenta una visión del mundo en la que la población de los Estados es una caja negra dentro de la que desaparecen las contradicciones y antagonismos entre las clases sociales.
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
PROPUESTA DE EXIGENCIAS AL POSIBLE PRÓXIMO GOBIERNO DE AMPLIAS ALIANZAS
HASTA LOS COJONES DEL ASUNTO LUIS RUBIALES Y DE TODO EL SHOW
TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
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4 de abril de 2020
CORONAVIRUS, INTERESES DE ESTADO Y CONSPIRATONTOS
Por Marat
1.-Si un Estado no tiene enemigo se
lo inventa
Conviene profundizar en este
axioma cínico para explicarlo.
Dentro de un sistema global
capitalista, o de cualquier otra formación económico-social dividida entre
dominantes y dominados, en el que la competencia sustituye casi siempre a la
cooperación, en la que la lógica del beneficio capitalista hace de conceptos
como igualdad o solidaridad un sarcasmo de las Relaciones Internacionales
(RR.II.), el ajuste a la dualidad amigo/enemigo es fundamental para los Estados
tanto a nivel interno (nacional) como externo (internacional).
Hacia el interior de la
comunidad, el enemigo facilita el cierre de filas, ayuda a imponer la ideología
dominante, legitima el orden social como defensa frente al ataque, real,
imaginario o inventado, favorece la creación de consensos y del consentimiento
ante las medidas para combatirlo y permite justificar la represión de la
disidencia como persecución a los supuestos agentes del enemigo dentro de la nación.
Hacia el exterior (la sociedad
internacional), la figura del enemigo ayuda a disfrazar la agresión como legítima
defensa, ofrece la opción de la guerra como salida a una competencia por los
mercados que ya no da más de sí, redefine las reglas morales del juego,
estableciendo tanto las normas escritas como no escritas en el escenario
internacional y, cuando todo ello lo lleva a cabo una potencia regional o mundial,
organiza las alianzas (enemigo común) y los bloques antagónicos de intereses en
litigio.
La escuela norteamericana del realismo político (Hans J. Morgenthau. “Política entre las naciones”), define a
los Estados como actores políticos principales, casi exclusivos, en el marco de
las RR.II., estableciendo como elemento nuclear de dicho enfoque el interés (antecedente en Hobbes)
centrado en la idea de poder (antecedente
en Maquiavelo).
De Maquiavelo y Hobbes a Von
Clausewitz (“De la Guerra”), Von
Bismarck como estadista o Karl Schmitt, fundamentador jurídico del
sistema nacionalsocialista, el realismo político ha estado presente como base
argumental o como práctica política casi desde el principio mismo de la
existencia del Estado, si bien sin llegar a fundamentar un “corpus teórico”,
como sí hace la escuela del realismo político norteamericano, no solo en las
RR.II. sino también en el interior de las naciones como ejercicio de poder.
Esta especie de sacralización del
poder del Estado tiende a ignorar, no solo la existencia de las luchas de
clases en su interior sino también la importancia que desde el siglo XIX van
adquiriendo otros agentes a nivel internacional como la opinión pública
mundial, los movimientos internacionales de masas, etc.
Pareciera que el señalado como
poder omnímodo de los Estados no pudiera admitir, o temiera, a otros actores
internacionales aparentemente menos poderosos.
La visión puramente estatista del
mundo es triplemente reaccionaria:
2.-Fabricantes de “conspiraciones” y conspiranoia
La primera acepción que da la RAE
sobre el verbo conspirar es la siguiente:
“Dicho de varias personas: Unirse contra
su superior o soberano”. Alude a una idea de jerarquía que puede pertenecer
a la vida civil o al Estado.
La segunda de las acepciones
posee un mayor grado de indeterminación: “Dicho
de varias personas: Unirse contra un particular para hacerle daño”. En este
caso el matiz puede ser más horizontal.
De cualquier modo, el verbo
conspirar implica una acción de varias personas unidas por un mismo fin en el
que hay un daño a un tercero, sea éste persona particular o institucional.
Las conspiraciones existen y han
existido a lo largo de la historia pero el movimiento histórico no se explica
por las conspiraciones sino por las relaciones sociales de producción entre las
clases sociales, sus luchas de intereses antagónicos, estamentos en el pasado,
dentro de unas formaciones económico-sociales concretas y por las
transformaciones que éstas experimentan hasta su sustitución por otras.
Una de las conspiraciones más
famosas de la historia es la que planeó y ejecutó el asesinato de Julio César, el general invicto en mil batallas bajo
cuya dirigencia fue derrotado el jefe galo Vercingétorix, el de Astérix. El
complot fue planeado y ejecutado por Marco Junio Bruto, Décimo Bruto
(imagínense cómo serían los otros nueve), Casio (no confundir con la marca de
relojes), en el que participaron unas 60 altas personalidades, entre senadores
y militares (a estos siempre les ha ido la marcha). Murió cosido con 23
puñaladas, lo que debía tocar a casi una por cada tres. Habiendo más de un
Bruto en el complot éste debiera haberse llamado “Una conjura brutal”
Según el historiador Plutarco,
César había sido advertido del complot por un adivino, lo que fue inmortalizado
por Shakespeare en su famosa frase “¡Cuídate de los idus de Marzo!” de su
obra “Julio César”. Dice Plutarco:
“Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido
del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba
al Senado, Julio César encontró al vidente y riendo le dijo: “Los idus de marzo
ya han llegado”; a lo que el vidente contestó compasivamente: “Sí, pero aún no
han acabado””
Llamativamente los casos de
supuestas o pretendidas conspiraciones que más difusión tienen en Internet
actualmente, lugar privilegiado de los conspiranoicos, tienen como actor a uno
o varios Estados o a un conjunto de individuos que ocupan los lugares más altos
de la escala social, económica y política y conspiran para la dominación
mundial de la toda Humanidad y parte del extranjero.
Retengamos éste último hecho
porque volveremos sobre él más adelante para ver la estupidez astronómica que
hay detrás de los extravagantes delirios actuales sobre las conspiraciones.
No voy a perder ni un minuto en
responder a las “teorías” sobre el 11-S, la de la dominación mundial por una
élite vinculada con los extraterrestres o con las lagartijas, los Illuminati o
cualquiera otra bufonada, propia de idiotas conectados en vena a Internet las
24 horas del día los 365 días del año, pastoreados por gente sin escrúpulos que
busca dinero y notoriedad. Si estos majaderos tuvieran una vida social normal
–y sospecho que sexual. Ellos tienen el codo derecho de tenista y ellas son
devotas seguidoras de la tecnología digital, de dedo -, lo que excluye a la que
cultivan en la red, se dedicarían a cosas más productivas que buscar emociones
intensas en desenmascarar absurdas conspiraciones mundiales que descubren, ¡oh
casualidad de casualidades!, en Google, en Facebook o en Youtube. Para ser tan
oscuras esas conspiraciones bien que las encuentran en lugares de afluencia
online masivas. Son más gilipollas que los acumuladores de papel higiénico, más
preocupados por sus culos que por su salud física o mental.
Pero sí que me interesa la
porquería virtual sobre el coronavirus que estos días se difunde sobre
conspiraciones chinas o norteamericanas.
Cualquier persona que utilice su
cerebro al menos 10 minutos al día y posea algo más de una neurona, entenderá
que si hay una teoría que afirma que a los chinos se les escapó el COVID-Q9 de
un laboratorio en el que lo habían fabricado, y ello contaminó al resto del
mundo, y si hay otra que acusa a Estados Unidos de haber provocado la pandemia
para hundir a China, es que hay intereses de Estado detrás de ambas teorías.
“La guerra es la prolongación de la política por otros medios”,
decía Von Clausewitz y EEUU y China la están haciendo a bulazo (de bulo)
limpio.
Solo un breve inciso para preguntar
a todos esos ociosos dedicados a la teoría general de la conspiración como base
de sus pobres vidas cómo es posible que las dos superpotencias más grandes del
mundo hayan fabricado dos conspiraciones para un mismo virus y ambas hayan
descubierto que fue el otro el que lo fabricó y, aún más, como es posible que
hayan llegado a ser superpotencias y dominar el mundo, teniendo a gente tan poco inteligente para salvaguardar
sus secretos.
Desde la llegada de Trump a la
presidencia USA se ha acentuado el enfrentamiento económico que en el pasado
era soterrada, y se disfrazaba de cooperación, entre dicho país y China.
El discurso previo a su mandato y
el inicial de la Presidencia de Trump puso el énfasis en la decadencia del
papel de Estados Unidos en el mundo, en la emergencia de la amenaza china a la
dominación mundial de la superpotencia norteamericana y en la necesidad de que
ésta recuperase su papel hegemónico.
La lucha por los mercados mundiales,
por conservar o arrebatar áreas de influencia económica en Europa,
Latinoamérica o África, por conquistar la hegemonía tecnológica, clave para
mantener (USA) o arrancar la hegemonía mundial (China), se trasladó al comercio
mundial y ha sido desde entonces la explicación principal del ambiente de los
últimos años de la globalización mundial. Mientras la superpotencia emergente
se esforzaba por alcanzar su dominación, la declinante se debatía entre el
ensimismamiento interno o la amenaza constante a la estabilidad económica
capitalista mundial en la fase declinante de la débil recuperación de la crisis
iniciada a partir de 2013.
Reducir el imperialismo
capitalista a una sola potencia mundial significa no entender la naturaleza
capitalista de la otra gran potencia, reducir el imperialismo solo a la
característica belicosa de USA, sin comprender las características del
imperialismo señaladas por Lenin en “El
imperialismo, fase superior del capitalismo” e ignorar olímpicamente las
contradicciones interimperialistas de las que hablaba el mismo.
Es en este contexto, y con una
intención de uso tanto de consumo interno como externo, en el que hay que
entender los puntos de arranque de los cruces de acusaciones sobre cuál de los
dos Estados es el causante de la pandemia.
En el consumo interno, los
dirigentes de ambos países han de lidiar con sus opiniones públicas y las críticas
a sus actuaciones para frenar la pandemia del COVID-19.
Recordemos que las autoridades
chinas intentaron ocultar al principio la dimensión del problema durante el mes
de diciembre, desprestigiaron e intentaron acallar al doctor Li Wenliang, que
había intentado avisar a sus colegas médicos sobre un virus que creía que se
parecía al SARS, otro coronavirus mortal, y que finalmente dicho doctor murió
al contagiarse mientras trataba a pacientes de la por entonces epidemia.
Por su parte, el psicópata
genocida Presidente Trump se juega la elección al amagar con asumir el coste de
más de 250.000 vidas de norteamericanos, con tal de no confinar a toda la
población y paralizar la actividad económica, mientras su país es el que más
casos de infectados presenta. Necesita inventar un enemigo y nadie como el
gobierno Chino para jugar ese rol.
Llegados a este punto, lo de
menos es que la conspiración por parte de uno o de los dos países sea real o
bulo inventado por sus respectivos entornos políticos. Lo relevante es para qué
y a qué objetivos sirve.
Evidentemente ni el Presidente XI
Jinping ni el mafioso Trump se encargan de difundir personalmente el bulo
conspiranoico. El primero es la cara amable de la dictadura capitalista china,
el segundo es el malvado de ópera bufa del imperio más criminal de la historia
de la humanidad pero no es tan estúpido como el papel que representa.
De ello se encargan personajes de
segunda fila. En el caso chino, el portavoz del Ministerio de Relaciones
Exteriores, Zhao Lijian fue el encargado de lanzar la teoría de la culpabilidad
de Estados Unidos. En el de USA es el entorno de ultraderecha del Presidente.
No hay que rebuscar mucho para acabar dando con la cochambre panfletaria como la
que publican en Breitbart News e Infowars. Por cierto, no está de más recordar
como algunos sectores que actuaban en su día en torno al 15M en las redes
babeaban y difundían la mierda que soltaba por su boca en sus vídeos Alex Jones
(Infowars), que ahora se forra online vendiendo productos como suplementos
vitamínicos, alimentos de supervivencia para resistir al COVID-19, ropa y
accesorios para armas.
A nivel exterior, culpar desde
China a Estados Unidos de la propagación del virus es una forma de control de
daños a la imagen de un país al que la extrema derecha norteamericana señala
como responsable al hablar del “virus chino”, del “virus de Wuhan” o
directamente de que se les escapó de un laboratorio, cuando los principales
expertos en pandemias víricas están de acuerdo en que su origen está en elsalto de animal a humano, provocando reacciones de sinofobia (xenofobia contra
las personas chinas o de origen chino). Una y otra superpotencia tienen
intereses bastardos en fabricar sus respectivas teorías de la conspiración del
coronavirus
Los esbirros que propagan el bulo
conspiracionista por un salario sirven conscientemente al poder de ambos imperialismos.
Condenar moralmente a quien es amoral por definición es absurdo, lo mismo que a
la ultraderecha dedicada a la propagación del odio por los bulos que cada día
crea y elabora contra las políticas de confinamiento y protección de la
población, a fin de defender los intereses del capital. La única respuesta que
cabe frente a esa gentuza de estercolero es desenmascararla y acabar con ella.
Pero el idiota, el ignorante, el
que carece de sentido crítico, el que difunde el conspiracionismo porque otros
muchos lo han hecho antes, el que actúa frente a la realidad de forma
autoreferencial, seleccionando solo los datos que confirman lo que previamente
está empeñado en sostener, el que hace oídos sordos a los argumentos
racionales, es el bobo útil.
Conspira no solo contra los
intereses colectivos de las clases subalternas sino contra los suyos propios.
Es el correo de intereses de un capitalismo mundial, al que sirve como conspiratonto, que hará pagar, cuando
pase la pandemia del coronavirus, a la clase trabajadora la caída de su tasa de
ganancia en forma de recortes sociales mucho mayores de los hasta ahora
conocidos, pobreza, paro y austeridad. Su papel como difusor de teorías
interesadas de la conspiración en torno al coronavirus sirve para distraer a
las futuras víctimas de ese negro futuro que se nos viene encima.
Quien elige a uno de los
imperialismos (sea el yankee, el chino, el ruso, el alemán o cualesquiera otro)
como el bueno y al otro como el malo, siendo todos ellos partes del mismo
capitalismo mundial, es una sabandija despreciable, sea de modo consciente o
inconsciente, como esos idiotas que reenvían cualquier bulo, sin pensar en las
consecuencias de sus propios actos.
3.-Apéndice: nuevas oleadas de basura mediática con la excusa del
coronavirus
Vivimos tiempos en los que la
irracionalidad, la estupidez, las ideas reaccionarias, la vuelta al pensamiento
mágico, la expansión de las supersticiones, crecen de manera vertiginosa.
Hemos salido de la
modernidad, durante siglos marcada por la confianza en el conocimiento
científico, la razón humana, el progreso y el creciente laicismo para adentrarnos
en una nueva medievalización del pensamiento.
En el mismo escenario que el
regreso de los fascismos, el crédito del bulo por encima de la búsqueda de la
verdad de los hechos, el conspiracionismo y la conspiranoia como “método” de
interpretación del mundo, se encuentran otros fenómenos que están inaugurando
una nueva época de oscurantismo. No es casualidad. Obedecen a una misma causa.
La pérdida de confianza en la razón, la ciencia y el progreso de la humanidad
como mecanismos de la interpretación del mundo, de nuestras vidas y de
construcción de nuestra realidad colectiva.
La crisis capitalista, sin visos
de ser superada de modo igualitario por una nueva formación económico-social
más justa y a la medida del ser humano, la inestabilidad del mundo, la realidad
líquida, evocando a Bauman, el miedo difuso al futuro, los crecientes desafíos
y amenazas a los que nos enfrentamos como especie, está abriendo la puerta a
nuevos monstruos.
Pero a su vez hay una
intoxicación permanente e intencionada de la mente humana con el fin de
acentuar y acelerar este proceso.
En este punto, creo necesario
señalar que la difusión que se da a este tipo de contenidos en las redes sociales
no es imputable a estas mismas sino a los propios contenidos que se difunden, a
la intención de quienes los producen para consumo rápido e irreflexivo (y por
supuesto a los ignorantes que los comparten, como acto de fe o bien por curiosidad,
mero divertimento o aburrimiento), y al algoritmo con el que se prioriza lo
banal, el narcisismo, lo irracional, lo extravagante, lo reaccionario, lo
pseudocientífico frente a lo relevante, lo igualitario, lo democrático, lo
racional y lo científico.
Quienes culpan sin más a las
redes sociales sin tener en cuenta lo anterior actúan del mismo modo en el que
bobo mira el dedo del sabio mientras éste señala la luna. No es el medio el responsable
de toda la basura que hay en ella sino la manipulación del mismo por parte de
quienes controlan el medio y los intereses que hay detrás de dicha
manipulación.
Al fenómeno de la pandemia del
coronavirus se han adosado otros dos epifenómenos como los parásitos que se
fijan a la piel de un animal y sobre los que merece la pena que nos detengamos,
por mucho que no hayan adquirido la notoriedad del discurso conspiracionista o
conspiranoico pero que previsiblemente irán en aumento en los próximos tiempos.
Uno de ellos, estaba ya entre
nosotros. El otro ha acabado por emerger siguiendo la lógica de un discurso en
sí mismo patológico.
Me refiero al brote de ecofascismo, que sigue una línea de
discurso previo que lleva hasta sus últimas consecuencias, y a las supersticiones, esoterismos y
pseudociencias que ahora proliferan con más auge en Internet, movidas por
el negocio de gente sin escrúpulos y seguidas y difundidas por ignorantes.
En el caso del ecofascismo del que
ahora empiezan a hacerse eco algunos medios de comunicación que antes daban
alas a su desarrollo ideológico es necesario explicar de qué hablamos.
El ecofacismo actual, ligado a la
crisis del coronavirus, poco tiene que ver con los neofascistas que pueblan
Europa y gran parte del mundo, por mucho que ellos actúen con el oportunismo que
les es propio, fomentándolo a través de ideas como la conexión patria-naturaleza-paisaje,
del mismo modo que Edelweiss, por una pirueta histórica paso de ser un símbolo de
la resistencia pasiva frente al nazismo, a ser la flor de éste, al evocar el
clima agreste y las montañas en las que nace, tan queridas por esta ideología.
Viene de la mentalidad reaccionaria
de algunas corrientes ecologistas y del totalitarismo que irradia el veganismo
mayoritario.
Imágenes que estos días de
confinamiento nos mostraban vídeos y fotografías de jabalíes hozando en la
basura de los extrarradios de una ciudad, delfines saltando alegremente en
aguas de las que habían desaparecido hacía años, descensos meteóricos del CO2 en
grandes ciudades, cuyo aire era antes irrespirable, ríos muertos cuyas aguas ahora
cristalinas volvían a estar llenas de peces,…Imágenes idílicas que nos
mostraban al coronavirus como el gran salvador de Gaia, como la oportunidad
para la regeneración del Planeta mientras los seres humanos permanecían
confinados en casa, conectados a un tubo de respiración en las UCIs del mundo,
hacinados en las morgues de las ciudades. No, el virus no era el asesino sino
el ser humano el que destruía el Planeta. Según tan aberrante idea, la Tierra
se estaría “purgando” de la maldad destructiva del ser humano, salvándose al
eliminar a buena parte de la humanidad. Puro ultramaltusianismo nazi, no muy
alejado de las aberraciones de ese grupo de zumbados de origen estadounidense –de
donde provienen la mayoría de los grupos de tarados del mundo- que se hace
llamar Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria y que propugna que el ser
humano deje de reproducirse. Claro, mejor adoptar gatitos y perritos, dónde va
a parar.
Ese relato, aparentemente naif,
que había sido antes alimentado por los medios del sistema en su “bienintencionada”
intención de dar buenas noticias en medio del caos, el miedo y la muerte, tenía
sus precedentes.
Recordemos como tan solo un mes
antes de que estallara el coronavirus los veganos aún llamaban asesinos a los
omnívoros por comer carne, los antitaurinos brindaban por la cogida del torero,
deseando su muerte, o las corrientes más acríticas del ecologismo echaban sobre
las espaldas individuales a partes iguales culpa y responsabilidad de destruir
o salvar el Planeta, mientras esquivaban la condena al capitalismo como sistema
de explotación del ser humano, de empobrecimiento de gran parte del mundo y de
esquilmación de la naturaleza y de los recursos naturales. Y es que, genios de
la responsabilidad individual en la lucha contra el cambio climático, el
capitalismo al que evitáis criticar carece de sentido social o de sensibilidad
medioambiental. Para él, el ridículo e hipócrita término de “sostenibilidad” solo se refiere a la
de la tasa de ganancia y a la rentabilidad de la actividad económica. Y lo
demás, como siempre, mera propaganda.
En las redes sociales el
algoritmo selecciona y segmenta las opiniones y preferencias, que no siempre
son previas sino que pueden partir de contenidos compartidos sin ser consciente
de su significado pero que van creando una comunidad de pensamiento en el que
se va formando la opinión de grupo. La responsabilidad del individuo debiera
estar en tener criterio propio para discernir lo cierto de la basura, pero lo
cierto es que en los tiempos actuales en los que se produce una sobresaturación
de información, una sobreexposición a la misma y una velocidad de bombardeo de
los contenidos, la capacidad de reflexión es mínima en la mayoría de los
individuos que, en muchos casos, tienen una baja comprensión del significado de
lo que leen, escuchan o ven, frecuentemente de forma descontextualizada y sin
capacidad de reflexión. Compartir o no contenidos se convierte en un acto de
impulso, frecuentemente limitándose la motivación de hacerlo por el título de
la “noticia” o quien sea el emisor. Uno no siempre nace fascista, como no
siempre nace imbécil. Acabar siendo un fascista, o un memo que le da al botón
de compartir sin saber lo que hace, es un proceso.
El confinamiento, que en España
se prolongará previsiblemente bastante más allá de un mes, el miedo al virus y
la muerte, la sensación de una realidad que se nos escapa, convertida en pesadilla
de la que no podemos despertar, la percepción de fragilidad de cada ser humano,
la conciencia de que nos abocamos a un mundo cada vez más inseguro, golpean duramente
sobre la mente humana.
Mantener la capacidad de raciocinio,
cuando se ha impuesto el aislamiento social, la desmoralización colectiva está
ampliamente extendida y la posibilidad de interacción en la creación de discurso
social, desde hace mucho tiempo vertical, es casi un imposible. El discurso hoy
se ha convertido en una consigna nacional, repetida machaconamente por todos
los medios mayoritarios de la comunicación, salvo los de extrema derecha, que
hacen su guerra no contra la pandemia sino contra el gobierno.
En ese estado de cosas, cuando el
desánimo es la tónica general, la razón parece batirse en retirada, la
esperanza en la ciencia se tambalea y emergen de nuevo las sombras de las
supersticiones, los charlatanes de números 806, los esoterismos más
estrambóticos, los desaprensivos de las sanaciones espirituales, propagandistas
de las pseudociencias y pseudoterapeutas, tarotistas, etc.
En estos días, diferentes
instituciones y sociedades médicas se han visto obligadas a exigir, una vez
más, al Gobierno español que ponga coto a los desmanes de pseudociencias y
homeópatas por la gravedad para la vida humana del engaño con el que tratan de
convencer a los sectores más crédulos de la sociedad de que su chamanismo de
ocasión puede enfrentar al coronavirus.
Estos mercaderes del miedo, la
ignorancia y la reacción llevan mucho tiempo vendiendo su mercadería del engaño
pero, en medio de la pandemia del coronavirus, pueden añadir más letalidad con
su homeopatía de agua con azúcar para desesperados y necios y el timo de la
falsa esperanza en el resto de pseudociencias y demás inmundicia espiritualista.
Frente al asalto a la razón, que
denunció el filósofo marxista George Lukács, en estos tiempos oscuros de
confusión ideológica es necesario levantar de nuevo el pensamiento racional y el conocimiento
científico.
Frente al conspiracionismo y la
conspiranoia es necesario el análisis
concreto de la realidad concreta, la
explicación dialéctica de la historia con sus procesos sociales, económicos y
políticos, dentro del que los antagonismos
entre las clases sociales cobran una especial importancia para comprender
el mundo en el que vivimos, demostrando que la realidad no se mueve por fuerza
oscuras y secretas sino por una lucha de
clases que se produce cotidianamente a la vista de todos y que solo la
ignorancia, el cinismo o la falta de compromiso político pueden negarlo.
Frente al fascismo, con el ropaje
que se presente, solo la lucha
ideológica y la organización de
clase con una perspectiva anticapitalista
y socialista pueden dar la respuesta.
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USA
27 de septiembre de 2016
TIEMPOS OSCUROS DE CONFUSIÓN IDEOLÓGICA
Por
Marat
1.-Rotura
del
eje articulador del sistema-mundo capitalista
El
mundo jamás ha sido perfecto: enfrentamientos entre clases sociales,
antagonismos entre las naciones, luchas por su cuota de poder dentro
de la clase dominante, tensiones
ideológicas que expresan las contradicciones anteriores,…
Pero
pocas veces que no sean un fin de ciclo, una etapa agonizante hemos
visto tal descoyuntamiento del orden social.
Miremos
un momento a nuestro alrededor.
Una
crisis capitalista que anuncia nuevas acometidas dentro
de una situación económica que no sólo no remonta sino que da
signos de que al
estancamiento mundial le sucederá una nueva caída.
Unos
Estados nacionales del primer mundo incapaces de atender al creciente
empobrecimiento de sus clases trabajadoras.
Su
condición de
Estados de la burguesía se
ha plasmado al desproveer a las clases subalternas
de la gran mayoría de sus conquistas históricas, amenazando
con rematar la faena.
Un
mundo árabe o
islámico, según el caso, que
se desangra en
guerras causadas por un
terrorismo financiado por el
imperialismo; guerras
que no
parecen
importar a casi nadie,
salvo cuando esas
guerras hacen que cientos de miles de sus víctimas huyan hacia
Occidente y se
convierten entonces en un problema.
El derribo por la
violencia de gobiernos laicos y la destrucción de países en estas
zonas está causando un desastre tan grande que las
“soluciones militares posteriores” tienen un
efecto boomerang contra los países que previamente les han armado.
En
América Latina, un reformismo
mal disfrazado
de revolucionario
repite el mismo camino
que en los
años 20 del pasado siglo
intentó
en Europa la
socialdemocracia. Sin
radicalizar sus procesos de transformación no ha
cambia ni la naturaleza
del poder económico ni la de sus Estados, por
mucho que sus gobiernos sean progresistas.
En unos casos su
proyecto se está agotando porque dependía de la suficiente
capacidad económica para subvencionar a las clases populares de sus
países. Mientras el
dinero de la venta de sus materias primas fluyó en abundancia fue
posible lograrlo. Pero
eso ocurría sin que realmente se produjese un ascenso de las
clases populares al
poder popular, que sólo puede venir de la socialización de los
medios de producción. Hoy, cuando
la venta de sus materias primas (petroleo y gas) ha caído en
los mercados internacionales, la
presión de los sectores oligárquicos a los que se permitió
organizarse y del imperialismo ha sido capaz de lanzar a una parte de
los apoyos sociales de dichos gobiernos contra ellos, al descender la
capacidad de sufragar el gasto social.
En
Europa, el supraestado de la UE se descompone a marchas forzadas,
mientras el presidente de la Comisión Europa, Junker, se presenta a
sus socios carente de soluciones
mágicas en medio de la mayor crisis de su historia. Una crisis de
múltiples cabezas: económica, política, de identidad (Brexit,
euroescépticos), de refugiados, de repliegue nacionalista,…
Las
contradicciones interimperialistas entre las grandes superpotencias
se dirimen en luchas por influencia económica, alianzas estratégicas
variables con otras potencias de entidad menor, guerras por los
recursos naturales de terceros
países y amplia manipulación mundial de la opinión pública a
través de sus áreas y entornos de influencia.
La
presión de la propaganda, expresada en su sentido más vulgar,
exigiendo alineamientos acríticos y lealtades cerradas hacia cada
actor imperial es tal que sólo el palmero más entusiasta es digno
de respeto dentro de cada ámbito de verdades eternas inducidas.
Llamativamente
las tres superpotencias son sistemas de uno y otro modo capitalistas
y
forman parte del sistema-mundo capitalista. Ello
no debe
obviar en absoluto el
hecho de que, de las tres, es con
mucho EEUU la potencia
más peligrosa, agresiva y provocadora tanto en lo económico, como
en lo político, y en lo militar.
Asumir
esto y denunciarlo no debiera nunca convertir a una parte de quienes
se reclaman marxistas en voceros de las otras dos superpotencias. Esa
no fue nunca la posición del sector que rompió con la
socialdemocracia oponiéndose
a la I GM
porque comprendía que aquella era una manifestación exacerbada de
las luchas dentro del imperialismo global.
Es
necesario denunciar sistemáticamente la violencia terrorista del
imperialismo norteamericano. El
papel de Rusia y China es muchísimo menos agresivo, y sí
fundamentalmente defensivo,
pero eso no significa convertirse en corresponsales de dos países
capitalistas que también
tienen sus propios
intereses económicos. Esto
no debiera ser difícil de comprender desde
una perspectiva comunista.
Un
sentimiento de temor al futuro, de
inestabilidad en
el presente y de vuelta
de viejos fantasmas del pasado -guerra,
pobreza, fascismo, terrorismo viejo y nuevo, incluido el
cibernético,...- se ha instalado en las sociedades capitalistas. El
malestar social se combina con un pesimismo ante el mañana, una
pasividad ante lo que ocurre, y una rabia cuya dirección puede
seguir un camino muy adverso para la clase trabajadora, si
ésta no toma en sus manos su propio destino y se organiza
autónomamente al margen de los intereses de otras
clases sociales en una estrategia de clase contra clase, de trabajo
frente a capital.
El
eje político ya no se alinea correctamente con el económico pero
tampoco lo hace con el ideológico ni con el social.
La
homeostasis del
sistema-mundo capitalista (capacidad
de autorregularse y mantener su equilibrio
interno)
consistía en una
aceptable articulación de los elementos económico, social,
político e ideológico.
Dentro
del primer mundo, el crecimiento económico y las políticas
redistributivas garantizaban altos índices de empleo, un cierto
bienestar de amplios sectores de la clase trabajadora y un salario
indirecto basado en los servicios públicos. El
pacto capital-trabajo
garantizaba la paz
social, donde sindicatos y patronal, partidos conservadores y
socialdemócratas eran factores clave de dicha estabilidad. En lo
ideológico, el capitalismo abría ante sí un horizonte de felicidad
y futuro para amplias capas de trabajadores que paulatinamente iban
entrando en una cultura de consumo, simulacro de democracia social y
medio de autoadscripción a una clase media a la que en realidad no
pertenecían pero a la que aspiraban y con la que soñaban. La idea
de ascenso social de unas generaciones a otras daba una fuerte
legitimación social al sistema. El eje central que permitía que
funcionara de manera armónica todo el sistema era una positiva tasa
de ganancia
del capital. Mientras esto se mantuviera , todo el edificio estaría
sólidamente asentado.
Pero
en los años 60 del pasado siglo el
capital empezó a detectar problemas con el mantenimiento de su tasa
de ganancia. Su capacidad productiva se había elevado mucho con
equipos cada vez más sofisticados y la competencia obligaba a una
innovación permanente con períodos de amortización cada vez más
cortos, lo que afectaba a su rentabilidad. Algunos mercados de
demanda apuntaban ya signos de madurez, al menos en los países
económicamente más desarrollados.
El
resto supongo que ustedes lo conocen. En los años 70
comienzan los
experimentos neoliberales de los Chicago Boys, aunque para ello
necesitaran hacerlo primero en la dictadura chilena, con el
desmantelamiento de las pensiones públicas. Luego llegarían
Thatcher y
Reagan, la desregulación financiera, el
desvío de parte de las ganancias de la economía productiva a la
especulativa, un
proceso imparable hacia la financiarización de la economía, la
crisis de las punto com como antecedente de la madre de todas las
crisis del capitalismo que se inició en el último trimestre del
2007 y que aún hoy arrastra el mundo, a pesar del cacareo de los
apologetas del sistema que tratan de hacernos creer que lo peor ya ha
pasado.
Por
en medio, el hundimiento de la Unión Soviética en 1991 y antes la
desaparición de la RDA irían abriendo una
dinámica cuyas consecuencias no
han dejado de actuar durante todo este tiempo:
la desaparición de una de las federaciones de repúblicas más
grandes del mundo, con la consiguiente aparición de fuertes
tensiones dentro de una parte de las antiguas repúblicas; guerras
internas dentro del territorio de algunas de esas repúblicas; la
aparición de movimientos fundamentalistas islámicos; conflictos
bélicos interétnicos que desmembraron la antigua
Yugoslavia, en una
dinámica que fue estimulada exteriormente
por grupos terroristas financiados por fundaciones globalistas y por
potencias como Alemania;
movimientos
nacionalistas, racistas, de extrema derecha y xenófobos en varios
países del este de Europa, incluso bastante antes de la crisis de
los refugiados; la unificación alemana, que pocos vieron con temor
en su día pero que hoy empieza a preocupar no sólo por la fuerza
con la que impone sus tesis en la UE sino por el exitoso rebrote de
alternativas fascistas en el país.
Aunque
el capitalismo globalizado, con la extensión de sus lacras de paro,
pobreza, crimen en los negocios, parece haber ganado la partida sobre
la clase trabajadora, lo ha hecho dejando un efecto de creciente
deslegitimación de sus estructuras políticas
Crece
la abstención en las elecciones generales , regionales y municipales
en muchos países, ha crecido también en las elecciones al
Parlamento Europeo en en los países que se incorporaron a la UE en
2003, 2007 y 2013.
Los
Estados experimentan en los países de la UE un doble efecto,
producto de dos corrientes antagónicas entre sí.
A)
Desde
los países, una
efervescencia nacionalista que rechaza
la pérdida de soberanía de los Estados,
derivada del incremento de competencias por parte de las
instituciones europeas.
Hasta
hoy esas
tensiones explican una parte importante del euroescepticismo que
cuestiona el futuro de la UE -aunque éste no recoge la
condena
de
la UE desde posiciones de clase y a la izquierda de la izquierda- y
que
descarga en la burocracia de Bruselas una crítica que se queda sólo
a medio camino. La
negación a la Unión Europea
no señala que el origen de la pérdida de soberanía está en el
propio sistema capitalista, que es el que se malesconde tras las
instituciones políticas de la Unión. La
disminución
de la
autoridad
de los Estados da alas a los movimientos secesionistas en territorios
como el de España o el Reino Unido.
B)
A
su vez, en la UE se producen tensiones interestatales (Norte-Sur y
este de Europa vs
eje alemán).
Estas
tensiones
reflejan
intereses encontrados entre
algunos
sectores
de las burguesías de unos
países
frente a otros,
que sus medios de comunicación azuzan. El
conflicto de intereses intercapitalista hace
luz de gas sobre el
rechazo de clase a
la Europa comunitaria. Este tipo de crítica es
aún muy débil por la fragilidad, minoría y
deficiencias en el análisis de
la
cuestión por parte las
organizaciones “izquierdistas”.
Muchas
de esas organizaciones rechazan el euro pero no a su creadora, la UE.
Otras se quedan en la superficie de la crítica, impugnando sólo a
las instituciones políticas sin entrar en un análisis en
profundidad del marco económico-social que las dio origen y que las
sostienen, así como de sus transformaciones y su inserción en el
capitalismo mundial.
Los
partidos que protagonizaron durante décadas la representación
política han entrado en una crisis que no
están en condiciones de resolver y que amenaza con llevárselos por
delante.
Los
partidos comunistas fueron
los primeros en sufrir
esa crisis tras
la implosión de la Unión Soviética.
Dónde aún mantenían cierta representación (Italia, Francia,
España,…) desaparecieron o están en trance de hacerlo, en algún
caso mediante
una metabolización postsocialdemócrata, ya que hacía tiempo que
habían dejado de ser comunistas para convertirse a un
parlamentarismo socialdemócrata de “izquierdas” (la
socialdemocracia oficial se había vuelto ya derecha). Por
muy excomunistas que fuesen ya por entonces, su raíz histórica
golpeó sobre sus propias identidades y proyectos, si
tenían alguno que no fuera la supervivencia de sus organizaciones y
profesionales de sus aparatos. Han
sobrevivido en Portugal y Grecia por su fuerte implantación
militante y su trayectoria muy insertada en las luchas sociales de
sus clases trabajadoras.
Las
dos corrientes políticas hegemónicas en Europa, conservadores y
socialdemócratas nominales, han visto laminadas
sus bases sociales y políticas de una
forma que amenaza su
supervivencia.
En
el caso de los “socialdemócratas” porque una parte de su base
trabajadora ha visto su
futuro y condiciones de vida
amenazados y
se ha
a refugiado
en opciones más “radicales” a un lado y otro del espectro
político y porque, en la práctica son casi indistinguibles
de los partidos conservadores.
En
el de la derecha conservadora por la irrupción
del populismo
próximo
a la extrema derecha (antiinmigración, xenofobia, seguridad,
nacionalismo,…) o abiertamente fascista.
Esa
crisis de representación, que ya no se reconoce en las
organizaciones clásicas, más allá de las particularidades que
afectan a cada partido, hunde sus raíces en la propia utilidad de la
representación.
La
crisis capitalista, y la absoluta independencia del capital respecto
a la capacidad de los Estados para
aparentar una mediación entre intereses sociales y económicos
antagónicos, ha desnudado el auténtico carácter de clase de dichos
Estados y puesto en evidencia lo que los marxistas ya sabíamos desde
hace mucho tiempo: que cualquier gobierno que ejerza su mandato
dentro de un aparato burocrático y legal burgués será un gobierno
del capital.
Por
este motivo se delatan
como formas políticas
inútiles para resolver las necesidades de la clases trabajadora
golpeada por la crisis capitalista y como “curanderos” que
aplican recetas que ahondan en el empobrecimiento de dichas clases.
2.-Viejos
productos con nuevas marcas, envases y etiquetados
Los
intentos de salvar a la socialdemocracia mediante formas que
aparentan renovarla -Syriza, Podemos,…- están abocadas al mismo
fracaso que el reformismo tradicional porque se han mostrado como
instrumentos dóciles del capital, más allá de su cháchara
útil
para captar el voto de
sectores populares con bajo nivel de conciencia sobre la ausencia de
salida de la crisis dentro del marco capitalista.
Mientras
el sistema necesite de la ficción democrática, requerirá del
simulacro de la representación. Por este motivo necesita refrescar
esa
apariencia de representación a
través de nuevos formatos de partidos que, en esencia, siguen
vendiendo las más viejas ideologías pero con nuevos envoltorios. En
Europa esa
“renovación” de actores va a venir principalmente desde
dos líneas políticas distintas.
-Una
que hunde sus raíces en el viejo liberalismo pero que ha dado un
salto más allá del grosero neoliberalismo y
entra en nuevas formas de expresión política que tratan de
aparentar ciertas raíces libertarias que sólo tiene en apariencia.
-Otra
que supone un intento de dotar de atractivo a un fascismo que todavía
no puede presentarse en su aspecto matonesco y criminal, salvo
parcialmente en Grecia y en Hungría.
El
liberalismo está jugando desde hace algunos años ciertas bazas de
“modernización ideológica” de su deriva neoliberal, dada la
mala prensa de esta última.
Aunque
el capitalismo no
es capaz
de salir de esta crisis, que no es una crisis más, los
segmentos
sociales y político-ideológicas que
lo ponen en tela de juicio
son reducidos.
Apenas se discute la “economía de mercado”, “el derecho a la
libre empresa” y menos aún la sociedad de consumo, fuera de
algunas condenas puramente moralistas.
Es
mucho mayor el repudio al neoliberalismo. Grupos
políticos, economistas, “opinadores” oficiales,
etc. condenan
el neoliberalismo, que
es hijo del capitalismo,
y no el capitalismo en sí mismo. El
oportunismo político de quienes rebajan su ideología hasta el saldo
por fin de existencias para que sus partidos pasen el corte
parlamentario no necesita de la censura que pueda tildarles de
anticomunistas. Ya se ofrecen ellos mismos como tales. Prefieren
hablar en un lenguaje de cura de pueblo de avaricia, de estafa, de
capitalismo salvaje y de majaderías
similares para
ocultar que la lógica del beneficio capitalista, que explica
mucho más que la moralina beata
de la crítica al neoliberalismo,
se basa en la explotación del trabajador y que ésta nace de la
extracción de la plusvalía al mismo.
Puesto
que el neoliberalismo está desacreditado, la
vía de renovación de una
oferta dentro del
supermercado de marcas electorales que
evite la idea de igualdad material ente los seres humanos está
siendo la que sigue el
discurso
de la “democracia
participativa”, el
“agorismo”, los
“wikipartidos”,
“la wikidemocracia”, la
“democracia 4.0” o
la “transparencia”.
Pero lo cierto es que
esos no son los enunciados
que se oponen
a los
recortes sociales y retroceso de derechos de los trabajadores, a
menos que se esté
actuando como la
columna del capital. Este
tipo de organizaciones no pueden plantear la cuestión de la
desaparición de lo público de un modo directo y lanzarán sus
sospechas contra
el Estado, deseando un
“Estado líquido” en la línea de las teorías de Bauman sobre la
modernidad
líquida. Este enfoque
que parece conectar, aparentemente con el anarquismo, en realidad lo
hace con el más rancio liberalismo de origen y complementa el papel
de los neoliberales con la voladura de lo público y su privatización
completa. Para borrar
la sospecha de neoliberalismo modernizado reclaman la enseñanza y la
sanidad públicas. Pero es sabido que las declaraciones de principios
significan muy poco. También las proclama el PP mientras las
destruye.
Lo relevante es ocupar
una parte del discurso supuestamente alternativo con contenidos
ideológicos que, lejos de enfrentarse al capitalismo, lo refuerzan
con la patraña de la filosofía y la “economía del bien común”,
que se sustenta en la idea de un capitalismo ético, como si eso
fuese posible.
Su
modelo social fue el 15M en España y los movimientos Occupy en USA
como disidencias controladas. Uno
de sus experimentos previos fue la revolución
ciudadana islandesa que nunca existió pero que tantos creyeron
que había hecho algo memorable.
Hoy en Islandia son muchos los desencantados con aquello como con el
15M o con los Occupy.
Sin
embargo en lo político sí
que han tenido algunos éxitos, sobre todo en la Europa nórdica
y en algún momento en Alemania. Son los “partidos piratas”, que
hacen bandera de cuestiones como el software libre, el copyleft (ley
Sinde), el fomento de Internet y el libre acceso a la red,
el ciberactivismo,… Son
partidos que han calado fundamentalmente en los sectores jóvenes
universitarios y postuniversitarios de la pequeña y mediana
burguesías. Son lo que podríamos llamar la generación Erasmus, un
segmento cuyos líderes
no han
tenido la oportunidad de ser explotados
en el trabajo y de sentirse tales,
bien porque han vivido de encadenar proyecto de investigación tras
proyecto de investigación bien porque han vivido de negocietes
asociados con las
tecnologías de la información y la comunicación,
en muchos casos subvencionados. En España, aunque no es miembro de
ningún partido pirata, un caso muy representativo de esa generación
es el concejal de Ahora Madrid Pablo
Soto, un tipo que se forró creando un sistema P2P para compartir
archivos (que servían para bajarse gratis películas y música) y
que luego se volvió forrar con varias subvenciones por un total de
1.600.000 euros para varios negocios que resultaron ruinosos excepto
para él mismo.
En
España, como los “piratas”
eran pocos, estaban
divididos y su plan
no salía adelante, se
lanzó la frikada
del Partido X,
los de “Democracia y
Punto”, apoyados por
el panfleto “Público” y el digital de referencia de Soros
en España, “El
Diario”.
Dicho “partido”
estaba integrado
por componentes
del engendro formado en
su día por liberales,
anticomunistas y sectores de la extrema derecha, llamado Asociación
DRY.
El
ciberactivismo de
la llamada
“democracia
participativa” no es otra cosa que la estabulización (de establo)
de amplios sectores sociales en la
red con el fin de lograr dos objetivos:
1)
Reorientar
el debate político hacia el simulacro de la “realización” de
las libertades individuales en el mercado tecnológico, en una
cacofonía inútil para la transformación social. La
realidad es que los discursos se conforman por ghettos opináticos,
excepto
cuando hay una masiva inversión económica para profesionalizar
community managers con
el fin de lanzar
un nuevo invento político, como sucedió con el 15M, DRY y Podemos
en su día. En
ese caso se busca crear “estados de opinión” muy amplios dentro
de la red a través de una masiva repetición de mensajes muy
sencillos, de modo que genere la sensación de amplio consenso.
2)
Mantener
una pseudoguerrilla comunicacional que, en realidad, está
compuesta por
ludópatas atrapados
en
las redes sociales
y
profesionales del asunto.
El
fin es
contribuir a vaciar las calles, tras llevarles hacia proyectos (15M,
25S, el propio Podemos,…) que son callejones sin salidas.
En
la actualidad, como temática
que ha impactado con fuerza en
España,
nos encontramos la “oportuna” emergencia de los antitaurinos,
animalistas, especistas y veganos con una base
social muy similar a la de los piratas. Cuenta
con un impresionante
apoyo mediático, sobre todo en el caso de antitaurinos y animalistas
y no les falta abundante financiación. El especismo se ha convertido
en la ideología con
pretensión hegemónica
amplias capas juveniles y no tan jóvenes, lanzado
por parte de quienes pretenden
que se reclamen
los derechos de todas las especies menos la humana a la que el
capitalismo la
está llevando a la destrucción. Pero hablar de esto no es moderno
para este tipo de ideologías cómplices de un sistema que se niega a
que se hable de sus crímenes y usa
como
señuelos a sus títeres tan fácilmente manipulables y tan carentes
de escrúpulos que no sean respecto al maltrato animal, como
si quienes no hacemos de dicha cuestión el eje central de nuestra
posición política fuésemos torturadores del resto de las especies.
El fanatismo
del que hacen gala ha logrado convertirse en moda hasta el punto
en el que personas que se dicen comunistas, patanegras M-L (línea
política de la que se reclaman pero de la que desconocen todo)
se definen animalistas, antitaurinos y otras simplezas semejantes. La
ausencia total de formación política, la ignorancia plena de lo que
significa ser comunista, unida a una frivolidad
absoluta y a una devoción
supina por “lo nuevo”
explican
este tipo de aberraciones ideológicas.
La
otra línea de refresco de la oferta política del
sistema capitalista es la de la renovación ideológica del fascismo,
como señalábamos antes.
Bajo
el paraguas del término fascista se amparan organizaciones muy
variopintas.
En
el caso de Francia, el fascismo intenta dotarse de una respetabilidad
“republicana y moderada”, en
la misma línea del
experimento de Gianfranco Fini de llevar el antiguo Movimiento Social
Italiano (mussoliniano) hacia la respetabilidad amable de un fascismo
blando en zapatillas de andar por casa.
Un
caso distinto es el de Alternativa
para
Alemania (AfD). Se
trata de un
grupo de origen euroescéptico, favorable a la salida de Alemania de
la UE que en los últimos tiempos ha acentuado su carácter xenófobo
y antiinmigrantes. Ha ido pasando de una defensa del liberalismo
económico e incluso el ultraconsdervadurismo a posiciones
abiertamente de extrema derecha. Este
cambio se ha producido
mediante el triunfo interno de su corriente más derechista
que lo ha llegado a
conectar con sectores del movimiento social racista y xenófobo
PEGIDA. Pero a su vez
este partido tiene el sentido de la oportunidad de enfatizar un
programa social y económico de defensa del resquebrajado Estado del
Bienestar alemán. Sigue la estela del nazismo cuando en la brutal
crisis económica de la república de Weimar amagó por la izquierda
para golpear por la derecha más criminal. Su
caladero de votos no proviene solamente de liberales y CDU sino
también de antiguos votantes de izquierda. Tiene una base social
importante entre trabajadores precarios (minijobs), parados,
autónomos,
funcionarios y jubilados, los grupos más afectados por las
consecuencias populares de la crisis capitalista en forma de recortes
sociales, salariales y de condiciones de contratación. Baste
decir que el 40% de los alemanes carece de capacidad de ahorro.
Allá donde los ex comunistas se convierten en ala izquierda del
sistema, fascistas y prefascistas recogen la antorcha de la protesta
que acabarán proyectando sobre las bases sociales que les aúpan
porque son la avanzadilla de la alternativa represora que se da a sí
mismo el capital.
Si
descartamos al NPD alemán y Amanecer dorado, más clásicamente
nazis, el perfil del prefascismo
en auge oscila entre el
intento de institucionalizar su imagen, buscando un aura de
respetabilidad y el de radicalizarla, “equilibrando” un discurso
que enfatiza uno de los rasgos típicos del nazismo (el odio al otro)
con rasgos sociales de defensa de los golpeados por la crisis, junto
con un rechazo más o menos pronunciado hacia la UE y el euro. En los
dos últimos aspectos,
han recogido lo que las “izquierdas” han ido abandonando al
pringarse en gobiernos que aplican las mismas recetas que la derecha,
si no peores (Tsipras en Grecia).
Hasta
ahora hemos hecho un análisis sintético
de las primeras oleadas
de signo neofascista y
prefascista y de camuflaje remozado de un neoliberalismo cibernético
porque el de aplicación práctica sufre un fuerte cuestionamiento.
Pero
estoy convencido de que a esas primeras oleadas les sucederán nuevas
mutaciones de los mismos discursos puesto que, profundamente
adentrados en un marketing de entretenimiento a las víctimas de la
crisis por parte de quienes crean y de quienes difunden las nuevas
formas de alienación política
del sistema
capitalista, es necesario renovar la oferta hasta dar con la fórmula
final que mejor les funcione.
Desconozco
cuáles serán las nuevas fórmulas con las que se disfrazarán en lo
sucesivo los nuevos liberales. Pero es obvio que el mando a distancia
(E. Dans, R.
Galli, L. Abadía,M.Varsavsky,
Fundación Everis,..
) seguirá
funcionando, aunque en el caso de España serán
seguramente
otras caras las
que les sustituyan puesto que sus conexiones con las plazas fueron ya
probadas en su día.
El
único punto del
que tengo casi certeza es en que el componente friki para la
idiotización de mentes continuará. Al fin y al cabo el frikismo
está de moda y
se ha revalorizado, el 4.0 es su partitura
como el 15M con sus extravagancias, el Partido X primero y Podemos
después, con su falta de sentido del ridículo, han
sido sus melodías.
En
cuanto a los
fascismos de nuevo cuño, viejo producto con nuevo etiquetado,
seguirán avanzando imparables penetrando ya con fuerza en campos
políticos
en los que no tendrían porqué entrar, si la realidad del
“progresismo” y de las corrientes políticas a su izquierda no
estuvieran en el estado de indigencia ideológica en el que se
encuentran.
El
discurso peronista de movimiento y patria del errejonismo y que es
parte del código genético de Podemos convive
con la
reivindicación
socialdemócrata hecha
por
Pablo Iglesias.
Quien
pretenda negar la faceta peronista de Podemos debiera comprobar cuál
es el discurso de Chantal Mouffe y de Ernesto Laclau de quienes
Iñigo Errejón toma sus excéntricas teorías.
Quién
dude de cuál era la ideología de Perón sólo debe informarse sobre
las similitudes casi absolutas entre la legislación peronista de
entidades gremiales de 1945 y la Carta del Lavoro mussoliniana de
1927.
La
representación del movimiento obrero fue “integrada” dentro de
ambos proyectos
políticos
para un mejor control de la clase trabajadora, en el clásico esquema
organicista del fascismo. Quien
busque supuestos izquierdismos de Perón en los años 60 debiera
analizar
antes
su
figura en
el contexto de
los difíciles equilibrios políticos nacionales e internacionales de
aquella época así
como
el peculiar potaje ideológico de la izquierda latinoamericana
durante tantas décadas; potaje
que aún persiste.
Es
entendiendo esos dos elementos como se comprende la abundancia de
casos, algunos de ellos citados incluso en medios, de ex miembros de
Falange y de otros grupos ultras que se han ido incorporando a
Podemos o mostrado su simpatía hacia este partido que, al fin y al
cabo, como José Antonio Primo de Rivera dijo de Falange en su día,
afirma no ser de derechas ni de izquierdas.
Pero
mi preocupación mayor no la representa ya
un partido que pierde votos en
términos absolutos elección tras elección
y
que
intenta hacer pasar sus
broncas y guerras intestinas por
debate abierto y fraternal. Las
razones para la protesta, la lucha y la resistencia no sólo no han
disminuido sino que se incrementarán pero esa “gente” no estará
en ellas ni se la espera porque su dirección está compuesta por
arribistas sin escrúpulos cuyos únicos objetivos son sus carreras
políticas profesionales. Podemos, al vender
ungüentos frente a las
medidas antisociales que la burguesía ordena
a los gobiernos y
usar a
las víctimas de las mismas
de modo meramente instrumental, decepcionará y acabará
por
ser pasado.
3.-Penetrando
con fuerza en campo enemigo
Lo
que de verdad me preocupa es la penetración ideológica de la
extrema derecha dentro del
entorno social y político comunista.
Hace
casi 9 años escribí un artículo en mi primer blog ya desaparecido,
que otro
blog amigo
tuvo
a bien recoger,
titulado “De
Gustavo Bueno a los nazbol, pasando por todo lo que arrastran sus
"discípulos"”. En
dicho artículo ya denunciaba estas infiltraciones fascistas en
entornos digitales de la izquierda marxista y revolucionaria. Quien
leyese en su día dicho artículo, largo, como tantos míos, se
encontraría con multitud de enlaces que iban desde las publicaciones
de la extrema derecha a las publicaciones comunistas y similares.
Cuando
un blog o una web recibe visitas, el gestor de contenidos que maneja
la persona/s
que lo edita/n
permite ver la procedencia de esas
visitas. Éste es un sutil modo por el que las páginas fascistas de
aquella época captaban
la atención de
blogueros
de
izquierda.
Para
ello contaban con la
curiosidad de la
persona que administraba
el blog o web de línea
marxista. En
muchos casos,
el
despistado “izquierdista” no siempre se percataba
de
la orientación política fascista del
medio que lo enlazaba,
que
solía camuflarse
bajo una ideología de tipo nazbol (nacionalbolchevique),
en ocasiones definido como tercerposicionista o de la tercera vía.
Esta ideología engañaba y sigue engañando al militante poco
formado ideológica y políticamente pues
no era raro que encontrase en
sus publicaciones menciones
a Marx, Lenin y, por supuesto, Stalin, mezcladas con otros teóricos
de ideología opuesta (Ramiro Ledesma Ramos, Ezra Pound, León
Degrelle, Oswald Mosley, Francis Parker Yockey, Corneliu Codreanu,…).
Evidentemente no iban a citar a Adolf Hitler o a Benito Mussolini,
demasiado conocidos, demasiado evidentes como nazis y fascistas y
por, desgracia, los únicos referentes de esas ideologías criminales
que conocen muchas personas que se identifican como comunistas.
Llegados
a este punto es sencillo comprender de qué modo la persona que se
dice de ideas comunistas, si carece de una sólida formación
marxista, es fácilmente contaminado de conceptos y categorías de
pensamiento ajenas y opuestas al marxismo y
de procedencia fascista. Si
además, los elementos contaminantes se los aderezaban con términos
atractivos para cualquier comunista como “Antiimperialimo” (el
manejo que hacen del concepto nada tiene que ver con el significado
que le otorgan Lenin, Hilferding o la propia Rosa Luxemburg), o con
términos evocadores como “Eurasia”, la píldora ideológica
entra más fácilmente. Para
los menos
formados, los
nacionalblocheviques y los tercerposicionistas en general empleaban
imágenes y dibujos que integraban símbolos de apariencia
comunistas mezclados con otros de tipo fascista o nazi. Les podré un
par
de ejemplos.
Lo
que los nazbol y tercerposicionistas hacían para penetrar en el
pensamiento de los militantes comunistas lo hizo con mucha mayor
destreza Gustavo Bueno Martínez, recientemente fallecido. De hecho
sugiero que se lean las conexiones de pensamiento, lenguaje y hasta
nombres entre Gustavo Bueno y sectores nazbol, que expuse en su día
en el citado artículo.
Bueno,
un hombre que empezó siendo marxista y próximo al PCE acabó siendo
miembro de la Fundación Defensa de la Nación Española (DNAES),
grupo ultranacionalista español. Se declaró tomista no creyente
(del filósofo y teólogo Tomás de Aquino), ateo católico y
nacionalista español. Sus teorías en los últimos tiempos eran un
refrito reaccionario, con alguna expresión pseumarxista despojada de
su significado real. Fue un protector, desde su revista El
Catoblepas, de católicos, monárquicos, liberales, algunos
comunistas despistados, como el ya fallecido como José María Laso, y
un buen elenco de falangistas y reaccionarios.
Ligada
al Catoblepas estaba un grupo de poder interno llamado “nódulo
materialista”, auténtico núcleo de devotos de la teoría del
“materialismo filosófico” (no confundir con el materialismo
histórico ni con materialismo dialéctico marxistas) de G. Bueno. En
ella estaba por aquél entonces un tipo excéntrico llamado Santiago
Armesilla que editaba una publicación digital llamada “Izquierda
Hispánica” (por aquello de la “Hispanidad”), un refrito de
teoría bolivariana, paridas de Bueno, populismo reaccionario y
neolenguaje que quería parecer marxista pero no se acercaba a este
pensamiento ni de lejos.
Pues
bien, el tal Armesilla hoy es militante del PCE, colabora con la
Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM), ligada al PCE, se las
da de formado en el marxismo, cosa de la que no tiene ni repajolera
idea, y ha escrito un vomitivo texto en una web ligada a militantes
del PCE, Crónica Popular, en la que presenta
a Bueno como un renovador del pensamiento marxista. Que gente
como dicho sujeto esté llegando lejos en la Universidad española, y
posiblemente acabe haciéndolo en la política, indica el nivel de
pudrimiento intelectual y moral de ambas.
Quiero
volver a Alexander Dugin, un teórico
y político que empezó
militando en el movimiento ultranacionalista ortodoxo y antisemita
ruso Pamyat, movimiento que tuvo una deriva hacia una mezcla de
elementos teóricos de la monarquía de los Romanov y el fascismo,
para pasar posteriormente a ser consejero externo del Partido
Comunista de la Federación Rusa (PCFR),
lo que no es disonante
con el fuerte componente nacionalista de dicho partido heredado
del estalinismo,
y acabar siendo un teórico del Partido Nacional Bolchevique.
Dugin rompería después
con este partido y crearía el suyo propio, Eurasia.
Dugin,
frente a la tercera vía o tercerposicionismo clásico del
los nazbol, sostiene una
nueva teoría neofascista, la llamada Cuarta Teoría Política
(superación de capitalismo, marxismo y fascismo/nazismo). Es
necesario aclarar que tanto el tercerposicionismo como la Cuarta
Teoría Política dicen rechazar al fascismo y el nazismo clásicos
por capitalistas, lo que no es sino un modo de intentar legitimar sus
ramas particulares de neofascismo o neonazismo desde una aparente
izquierdización. A
esta baza ya jugaron sectores del NSDAP
(nazis alemanes) como el
ala izquierda de Otto Strasser.
Entre
ciertos sectores de la izquierda comunista española están empezando
a calar las ideas de Dugin y de otros políticos y pensadores
neofascistas y neonazis. La
vía empleada es a
través de publicaciones aún muy minoritarias en
cuanto a seguimiento y lecturas pero que aplican el anzuelo de lo
ruso para quienes aún se niegan a ver que este país juega su propia
baza como país capitalista en la geoestrategia y la geopolítica
mundiales. Es el tipo de gente capaz de considerar
recomendables a Trump
-Hillary Clinton
me parece igual de
peligrosa-
y
a Erdogan sencillamente porque apuestan por mejorar sus relaciones
con Rusia, sin inmutarse ni tomar conciencia del
carácter profundamente reaccionario y hasta criminal de los dos
personajes que acabo de citar.
Una
de esas publicaciones es Katehon,
una web en la que basta ver la sección de vídeos para notar la
presencia de Dugin o incluso la de Marine Le Pen. No falta tampoco un
artículo de alabanzas al líder del partido de ultraderecha
Alternativa
para Alemania porque propone mejorar las relaciones con Rusia.
Prefiero no seguir con las entradas que tiene esta web y que las
comprueben ustedes. Entre sus autores
destaca de nuevo Alexander Dugin, por encima de todos, el ultra Alain
de Benoist y la publicación de extrema derecha, con colaboradores
progres, El Espía Digital. Para despistar algún autor de izquierda
radical. Puede que la recolección de artículos se haya hecho a
partir de la libre publicación y que Katehon los haya recolectado,
lo sepan sus autores o no. Pero Dugin destaca por encima de todos por
el número de artículos publicados en esta web. Por último, por si
quedaban dudas, en el quiénes
somos las aclaran: Dugin aparece de nuevo y hay dos miembros
ligados a instituciones de la iglesia ortodoxa rusa. Para dar empaque
a la publicación, el resto de miembros del Consejo de la publicación
aparecen muy ligados a la oficialidad institucional rusa.
En
cuanto a la publicación El Espía Digital es
una de esas publicaciones de la extrema derecha más extrema que anda
aún enganchada con el rancio y cuartelero ¡Gibraltar español!, tal
y como vemos en su petición
de firmas en change.org, una de esas plataformas
que
hacen negocio con el
ciberactivismo.
El
Jano Andaluz, en un largo artículo
publicado
en su blog,
desvela quiénes están detrás de la publicación El Espía Digital.
El número de ultraderechistas en dicha publicación es inmenso,
algunos como su propio director con
un pasado en organizaciones nazis y neonazis violentas (Bases
Autónomas, MSR,...), algo que se ha difundido ya en varios medios,
hasta el punto de que ha decidido simplificar su nombre de Juan
Antonio Aguilar a Juan Aguilar, en un intento por “camuflar” ese
pasado. Ello no impidió que Juan Carlos Monedero le invitase en su
día como tertuliano en su programa La
Tuerka. ¿Responde
la razón de esta entrevista a una
colaboración
La
Tuerka-El
Espía Digital por aquello de que ésta última página tiene
conexiones con Hispan TV, en
la que Pablo Iglesias presenta su programa Fort Apache? Lo ignoro.
Juan
Antonio Aguilar es también un colaborador habitual de Russia Today
No
faltan militares golpistas o hijas de militares que participaron en
el 23-F. Como tampoco faltan artículos, a mansalva de Alexander
Dugin (112
entradas con este nombre)
como
tampoco del falangista y analista
militar Gustavo Morales, colaborador
habitual de la casa , de
Hispan TV, de Russia Today (RT) y
de Página
Transversal, una publicación digital ligada al pensamiento
nazbol, en la que tampoco falta Alexander Dugin.
Los
sitios recomendados por esta página son El Espía Digital, Katehon y
La Cuarta Teoría Política (en español). Así uno no se pierde.
Conviene
señalar que
Gustavo Morales fue miembro
creador de la Asociación DRY, escisión
muy
por
la derecha de su entidad de origen, Democracia
Real Ya, que
era bastante de derechas. La
Asociación DRY llegó a pedir relaciones políticas al Nudo Patriota
Español (fascistas). Victor
García, otro de los fundadores de ADRY,
es o ha sido miembro de Podemos.
No
quiero olvidarme tampoco, dentro de los colaboradores de El Espía
Digital, Fernando J. Muniesa, Presidente
del Consejo Editorial de dicha publicación.
A
Fernando
J. Muniesa hay quienes le acusan de ser un ex colaborador del
CNI-CESID implicado en las escuchas a políticos de la Comunidad de
Madrid por Encargo de Esperanza Aguirre. Igualmente
diversas fuentes le vinculan también con Xavier Anglada, líder de
la ultraderechista Plataforma por Cataluña (PxC), muy centrada en el
rechazo hacia los inmigrantes extranjeros en ese territorio.
Puede
que lo anterior no sea cierto pero sí lo es su vinculación con los
servicios secretos españoles, que el mismo ha señalado en varios
libros. También lo es que es el Presidente del Consejo Editorial de
El Espía Digital en cuyo newsletter
colabora habitualmente.
Me
resulta sorprendente y
preocupante que
esos artículos aparezcan también publicados en un digital que se
dice progresista, Diario
16. 50
artículos lleva publicados ya en él. Pero
cuando se acude a ver las entradas que publica en el newsletter de El
Espía Digital no aparece un enlace a Diario 16, ni siquiera la
mención de que ha sido publicado en dicho medio, lo que nos lleva a
pensar que el mismo artículo aparece en ambos a la vez y
no es consecuencia de que un medio copie los contenidos del otro.
Con
el currículo de Muniesa como
espía, con las acusaciones que se han vertido sobre él, con su
condición de Presidente del Consejo Editorial de El Espía Digital,
no puedo menos que preguntarme qué hace este señor en Diario 16 y
si este diario desconocía dicha trayectoria. Admito que yo tampoco
sabía nada sobre
quién era Fernando J. Muniesa
hasta que me puse a escribir este largo artículo pero yo soy uno y
en el diario son unos cuantos más, además de que no se empieza a
escribir en un medio sin que se busquen referencias acerca de un
posible colaborador. La búsqueda de datos personales en Internet de
alguien que se va a incorporar a una plantilla es algo que hace
cualquier empresa que se precie de ser tal desde un tamaño pequeño
en adelante.
Dicho
todo lo anterior, quiero explicar porqué
funciona la penetración del pensamiento nazbol
y reaccionario tanto de Katehon como de El Espía Digital entre un
sector de personas que se consideran a sí mismas comunistas.
La
histórica tradición del internacionalismo proletario sufrió tras
la revolución de octubre, más marcadamente tras la muerte de Lenin,
una mutación consistente en la subordinación de las organizaciones
de la III Internacional a los intereses de Estado de la URSS,
comprensible por el acoso externo a la revolución y por la situación
posterior al ser atacado dicho país
por
la Alemania nazi, pero que tuvo sus efectos perniciosos en cuanto a
que los objetivos internacionales de clase se identificaron con los
de Estado. Habrá
quien intente justificarlo en base a que dicho Estado era el primero
obrero de la historia y a que su supervivencia era la base que
garantizaba la expansión del socialismo en otros lugares del mundo.
Pero es una tesis como mínimo falaz ya que Yalta demostró que no
era así y que se pactaban repartos de influencia en Europa y la
posterior
doctrina
de la Coexistencia
Pacífica
intentó pactar esto a nivel mundial, aunque
algunos episodíos internacionales la rompieron ocasionalmente.
Todo ello tuvo sus consecuencias sobre las organizaciones comunistas
en el mundo y las posibilidades del socialismo internacional. Y si no
que le
pregunten al KKE (Partido
Comunista de Grecia) por
el rechazo de
la URSS a apoyar
a su
organización guerrillera
ELAS
tras la II G.M., en
cumplimiento delos
acuerdos de Yalta que contrajo dicho Estado con USA y el resto de
potencias vencedoras.
Esta
pauta se ha mantenido mimética y acríticamente tras las
desaparición de la URSS. Para muchos comunistas Rusia y sus
intereses siguen
representando algo parecido, a pesar de que esa visión sólo se dé
en su cabeza y de
que
la Rusia de hoy proteja los intereses internacionales de sus
oligarquías económicas a las que Putin sirve, siempre que le
sustenten su concepción geostratégica mundial que, como dije
anteriormente, es mucho menos agresiva que la de USA pero no por ello
es progresista. Al
respecto no estaría de más que quienes actúan de voceros acríticos
de los intereses rusos desde una posición pretendidamente comunista
conociesen cuál es la categorización
que hace el KKE de este país, sus burguesías y su gobierno en el
contexto de la posibilidad de una guerra, producto de las
contradicciones interimperialistas.
Meta
usted en las dos publicaciones digitales muchos
contenidos que tengan que ver con Rusia, con sus intereses
estratégicos a nivel internacional, ponga enlaces a sus
publicaciones y de sus aliados y el reflejo condicionado
pavloviano
hará el resto. Si
a ello le añade usted algún colaborador progresista o incluso
marxista el resultado funcionará. Cabe preguntarse si los
progresistas o los “marxistas” que colaboran en publicaciones de
este tipo lo hacen a sabiendas de lo que en realidad son
políticamente esos medios o no.
Toda
esta infiltración de conceptos, contenidos e ideas ajenas y hasta
opuestas al pensamiento marxista se hace posible por la debacle que
ha sufrido el movimiento comunista internacional al menos desde el
hundimiento de la Unión Soviética,
cuyo efecto ha sido devastador para nosotros, independientemente de
en qué corriente nos situemos. La debilidad teórica y organizativa
ha hecho el resto. Comunistas
políticamente muy poco formados, ideológicamente involucionados,
ajenos a los fundamentos del marxismo y con un profundo sentimiento
de orfandad que les ha llevado a encontrar referentes internacionales
en países
con gobiernos que hace 25 años sería impensable para un comunista,
están
siendo abducidos por el pensamiento más reaccionario. La última
trinchera
que necesitaba derrotar el capital a través de un refrescamiento de
sus ideologías de enfrentamiento éramos nosotros y nos están
destrozando y
no por nuestra debilidad sino por el riesgo de que nos metabolicen,
convirtiéndonos en lo que nunca hemos sido: otra cosa.
¿Alternativas
frente a ello ? Creo
que la denuncia de estos hechos es ya, en sí misma, una alternativa
necesaria, por reducido que sea su eco receptor. En otros textos que
he escrito anteriormente he planteado también algunos ejes
necesarios para la recuperación del marxismo y de la identidad
comunista.
Aún
así, creo que sería necesario desarrollar propuestas frente a este
terrible desafío; respuestas que deben ser también tarea de más
comunistas que hayan detectado este riesgo tangible de involución
política dentro de nuestro campo ideológico.
En
cualquier caso, no descarto un segundo artículo con contenido
propositivo frente a la amenaza aquí analizada.
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