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14 de julio de 2020

MEDIA HORA ANTES DEL DESASTRE


Por Marat

En dimensiones de medida histórica las horas no existen, salvo aquellas que son decisivas. Pero éstas lo son porque se han acumulado tal conjunto de acontecimientos, tan decisivos, tales correlaciones de fuerzas entre contrarios que lo que se precipita en minutos solo es consecuencia de todo lo demás.

En cualquier caso, media hora, en términos históricos pueden ser unos días, semanas, quizá meses, desde luego muy pocos años.

El rebrote del “bicho” campa ya descontrolado por el territorio de España, se reinventa con nuevos bríos allá donde los gobiernos habían pretendido dar lecciones al mundo sobre la eficacia de sus medidas preventivas y sanitarias (Suecia, Portugal Nueva Zelanda, Alemania, Singapur,…) y galopa enloquecido por Estados Unidos, Brasil, otros países de América Latina y la oficialmente inexistente África.

Oficialmente han muerto ya por la pandemia más de 600.000 personas. Dejando de lado errores “involuntarios” de los gobiernos en las declaraciones de cifras, allá donde el sistema estadístico de los Estados ha perfeccionado su mentira, y la imposibilidad de declarar algo más concreto que la indeterminada expresión “miles” en ese tercer mundo en el que la vida vale menos que el cartón con el que se confeccionan decenas de miles de ataúdes.

 Según la OMS 13 millones de personas han sido ya afectadas por el COVID-19. Según se mire, una cifra despreciable, si tenemos en cuenta que habitamos el Planeta 7.700 millones de personas, apenas, el 0,002%. Nos falta aún mucho para alcanzar la inmunidad de rebaño frente a la pandemia, de la que hablan los expertos. Para ser tan expertos no se ponen de acuerdo en si se logra dentro de una horquilla que va del ¡10 al 40%! de la población o es necesario alcanzar el 60%. Todo es cosa de sumar unos cuantos millones de muertos en términos absolutos para alcanzar la ansiada inmunidad ¡Qué asépticas son las cifras para lograr la profilaxis ideal!

Lo que ya no se viene porque ya está aquí desde hace meses, es el incremento de la pobreza de la que amplios sectores de la clase trabajadora no se habían recuperado en los últimos 4-5 años en los que nos decían que “habíamos” –¿quiénes, qué clase social?- salido de la crisis. 49 millones de nuevos pobres en el mundo se sumarán a los miles de millones ya existentes. Una cifra insignificante, si no fuera porque una parte importante de ellos pertenecerán al primer mundo, donde los mendigos, los sin techo y los que aún no lo son, pero malviven creando “colas del hambre”, sí son noticia, aunque menor y siempre políticamente utilizada por los distintos partidos del sistema para sumar votos a su causa y restarla al oponente, sin que se haga nada para, al menos, paliar su situación, salvo prometerles un Ingreso Mínimo Vital que un mes después de iniciarse el plazo de solicitud del mismo ha dejado fuera a la mitad de sus peticionarios y ha convertido prestaciones derivadas del derecho al trabajo en asistencialismo para los nuevos mendicantes que no tendrán derecho a una pensión de contributiva sino de caridad en el futuro, si para entonces existe.

Veremos en España a muchos miles de personas más de las que ya veíamos limpiando parabrisas de los coches en los semáforos, pidiendo en los metros o a la entrada de las Iglesias, niños desnutridos, hombres mayores que no pertenecen a ninguno de los colectivos protegidos, a los que l@s “periodistas” oficiales han convertido en únicos perfiles de la pobreza, engrosar las filas de los “Juan Nadie”, ignorados por todos, avergonzadamente escondidos en las filas de entrada a las sedes parroquiales de Cáritas.

Veremos cómo las distintas fracciones del capital europeo revisten de intereses y conflictos entre socios de la UE y entre naciones lo que no es otra cosa que el reparto de los restos del naufragio que dejará el paisaje tras cada episodio del COVID  y de otras posibles devastaciones que hayan de venir no demasiado tarde, en un planeta que se agota.

Veremos cómo las promesas que hicieron  los gobiernos progreliberales de España, Francia, Italia y Portugal de solidaridad europea para la reconstrucción tras la pandemia se tornan lanzas contra las clases trabajadoras de esos países, en forma de nuevos recortes sociales y privatizaciones de servicios, y como sus economías se convierten definitivamente en las de los criados empobrecidos y endeudados de la UE.

Veremos, una vez más, como tantas en la historia hasta el punto en el que la memoria ya no alcanza, que la izquierda es la quintacolumna contra la clase trabajadora, y el fascismo da un salto de gigante desde una plataforma ya muy sólida hacia la conquista de los bastiones definitivos de la gobernabilidad europea. Y veremos cómo quienes dan el golpe de gracia a la razón política hacen compatibles programas descarnadamente capitalistas y antisociales, revestidos en ocasiones de asistencialismo social, con la represión política más brutal contra la clase trabajadora y las libertades políticas.

Veremos cómo  las tres áreas del imperialismo capitalista –la UE, Estados Unidos y la entente China-Rusia- tensan las relaciones internacionales, haciendo chantaje de tambores de guerra a sus propios pueblos y sometiendo a unas clases trabajadoras, absolutamente domesticadas a los intereses de las tres fracciones del capital internacional; las cuáles se van echando paulatinamente en brazos del fascismo mientras la izquierda continúa traicionándola en nombre de sus ridículas “diversidades” que dicen anticapitalistas, sin demostrar en qué lo son. Su práctica es la de mamporreros del capital, como lo son sus amigos “diversos”.  

Media hora antes, en términos históricos, de que todo eso suceda, disfruten de la playa, echen un polvo en condiciones, de los que ya ni se acuerdan cómo eran, con o sin mascarilla, colgada del codo , de una oreja, en la frente o como antifaz, celebren la subida de su equipo a primera división a rostro descubierto y dándose abrazos –sobran en el mundo imbéciles por millones-. Total, ni el Ministerio de Sanidad, ni las autonomías se ha gastado un euro ni en recursos humanos, ni en equipos EPI, ni en rastreadores, ni en unidades de UCIs, ni en PCRs porque la consigna es consumamos y levantemos la economía hasta morir, la del capital, pero eso importa una m.   

Ustedes, mientras tanto, descubran que para cobrar un ERTE hay que sortear las de Caín, que les mienten cuando les dicen que las Oficinas de la Seguridad Social están abiertas para atender sus peticiones de que no les roben la promesa de un miserable Ingreso Mínimo Vital de 462 euros y de que los funcionarios del Sepe (las oficinas del paro) se “olvidan” de sellarles por defecto, como anunciaron mientras estaban cerradas por la pandemia, las demandas del desempleo o les niegan por correo electrónico los subsidios que por derecho les corresponden sin darles explicación alguna.

Disfruten de esta media hora antes del desastre. Total, no actúan como si les importase demasiado lo que suceda a partir del minuto 31.