Mostrando entradas con la etiqueta UGT. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta UGT. Mostrar todas las entradas

19 de marzo de 2018

CON LAS COSAS DE COMER NO SE JUEGA Y LAS PENSIONES SON COSAS DE COMER


Por Marat

Vivimos tiempos revueltos y confusos, tiempos en los que gentes que se dicen de “izquierda” apoyan engaños anticientíficos como la homeopatía o se declaran decididos antivacunas, tiempos en los que algunos que se autodenominan revolucionarios apoyan revoluciones burguesas independentistas de gobiernos que han practicado brutales recortes contra los trabajadores y la sanidad pública, tiempos en los que gentes que se dicen defensores de la clase trabajadora se envuelven en la bandera española, tiempos en los que pseudocomunistas consideran un referente político a un patético payaso con tupé, heredero de una monarquía absoluta asiática, tiempos en los que quieren convencernos de que una mujer trabajadora y otra empresaria y burguesa deben ir del bracete a protestar por los derechos de la mujer, así en genérico, por eso de que para algunas que los progres consideran como un referente de “izquierda”, “la mujer es una clase social”, así, con todas las letras. Y sin despeinarse, oiga.

Podría seguir con esta antología del disparate político pero no quiero enfadarme.

Y en estos tiempos confusos y revueltos nos ha tocado vivir a los comunistas que nos consideramos marxistas “a lo Marx”, no a lo que determinados exégetas de sus propias interpretaciones o intenciones de llevar el ascua a su sardina política dicen que dijo Marx.

Interpretar a Marx “a lo Max” conduce a situar la centralidad de la clase en el análisis de las contradicciones, supone asumir el concepto de explotación y darse cuenta de que el salario directo, indirecto o diferido (la pensión) proviene del trabajo sea en su forma de pensión contributiva o de viudedad, porque la de viudedad se cobra porque el finado cotizó previamente.

En consecuencia, las pensiones expresan, incluso en esa situación en la que ya no se está trabajando , el antagonismo capital-trabajo porque tienen su antecedente no solo en la cotización del trabajador sino también, y como origen de todo ello, en la plusvalía que le ha sido arrancada previamente a ese trabajador. Sin ella, a ningún empresario le interesaría contratar a nadie, sea de forma asalariada (trabajador por cuenta ajena) o comercial (falso autónomo y autónomo dependiente).

Hago este inciso de dos párrafos con la intención de señalar dos cuestiones que considero esenciales:
  • La primera, que por mucho que se intente escamotear, desde el ciudadanismo, -y presentar las pensiones como “derecho ciudadano” o incluso “derecho humano”, -el vínculo de las pensiones con el trabajo es innegable. Así lo certifican los antecedentes de las políticas de prestaciones económicas y sociales en España y en otros países en los que surgieron las pensiones públicas.
Por hacer un poco de historia es necesario hablar de los antecedentes de los sistemas de protección laboral. El Decreto de 5 de diciembre de 1883 creado por la Comisión de Reformas Sociales, para el estudio de las cuestiones que interesan a la mejora o bienestar de las clases obreras. Más tarde, al iniciarse el siglo XX, se aprobará la Ley acerca de los Accidentes de Trabajo de 30 de enero de 1900 introdujo el primer seguro social. En 1908 el gobierno de Antonio Maura creará el Instituto Nacional de Previsión. Por fin, en 1921 con Eduardo Dato en el gobierno, se regula el “retiro obrero”, que había sido creado en 1919 y es el inicio de las pensiones de jubilación en España. En ese mismo año, con Juan de la Cierva como Ministro de Gobernación se organizaría Para quien tenga la tentación de pensar que esto se debió a la sensibilidad social de sucesivos gobiernos liberales españoles, le recomiendo la lectura de “El movimiento obrero en la Historia de España”(2 tomos), de Manuel Tuón de Lara. Sin la organización sindical y política de la clase trabajadora ninguna conquista de la misma se habría logrado.

La Alemania de Biskmark en 1884 fue el primer país en el mundo en adoptar un seguro social para la vejez. Según “Trabajo”, la revista de la OIT, poco sospechosa de bolchevismo, “las motivaciones del canciller alemán para introducir el seguro social, según reconoció la Organización Internacional del Trabajo (OIT), fueron promover el bienestar de los trabajadores –a fin de que la economía alemana siguiera funcionando con la máxima eficiencia– y eludir la demanda de opciones socialistas más radicales.” (“De Bismarck a Beveridge: seguridad social para todos”. Nº 7 septiembre de 2009). Ya vemos que, para el capital, la caridad empieza por uno mismo y la mejor previsión es la que protege de los vientos de la ira obrera.
  • La segunda cuestión, no por evidente menos importante, es el carácter de clase del Estado capitalista. Ninguna reforma favorable a la clase trabajadora hubiera sido posible si, dentro de la correlación de fuerzas en la lucha de clases entre trabajo y capital, el segundo no hubiera comprendido que si no cedía en alguna de las demandas de la clase trabajadora, hubiera perdido todo. Lo entendieron mucho mejor tras 1917. “A contrario sensu”, cuando la clase trabajadora y sus organizaciones olvidan este principio, lo ganado un día acaban perdiéndolo otro. Y en esa cuestión, el Estado capitalista, como “consejo de administración de los intereses de la clase burguesa” aplica su lógica con la precisión de un reloj digital.
En este sentido, no cabe hacerse trampas como al solitario, pretender atajos que no existen, idealizar a la clase trabajadora como si tuviera la obligación de ser revolucionaria por decreto ley en todo momento de la historia humana (recomiendo al respecto la lectura de “Historia y conciencia de clase” de György Lukács) y menos aún a sus organizaciones que, si no no pertenecen a los que han vendido a su clase para ser premiados con algún puesto en las “agencias de colocación” del capital, andan francamente despistadas, por utilizar una expresión benevolente con ellas.

hoy la gente no se corrompe por el poco dinero que hace falta para comer, ni tampoco por el mucho que hace falta para ser libre. Lo hacen siempre por sumas intermedias: las que sirven para comprarse un coche más grande, o una casa, o una lancha motora, o cualquier otra de las mierdas a las que la publicidad reduce el horizonte vital de tantos cretinos” (“El alquimista impaciente”. Lorenzo Silva)

No, la realidad no es como quisiéramos algunos. El desarme organizativo e ideológico de nuestra clase viene de muchos años de rendiciones a manos de las organizaciones obreras, de la cooptación de muchos de sus líderes o la salarización de muchos de los pretendidos intelectuales que dicen serle próximos, de una labor extraordinariamente inteligente de los aparatos ideológicos del capital, de sus fundaciones y think tanks y, sobre todo, del abandono y desprecio por la labor ideológica hacia nuestra clase.

Pero es con esa realidad con la que nos ha tocado bailar. Y mira que es fea esa realidad porque, como el soldado atacado en la cabeza de playa por el fuego incesante del enemigo, debiéramos saber que, si perdemos las pensiones, no hay donde retroceder que no sea el mar.

¿De verdad os sorprendéis algunos de que los agentes de George Soros hayan aparecido en las manifestaciones del 17M (en las de dos convocatorias no unitarias), de verdad que os asombra que vuelvan los de las manitas agitadas hacia arriba a decir aquello de “sin banderas”, en serio que os sorprende que una tal Anita Botwin (de ctxt/Público, del medio de un empresario que despidió a trabajadores de su diario y que lo mismo apoya a Puigdemont que a Ciudadanos, diga que la convocatoria de los pensionistas le olía a 15M y que la protesta de los pensionistas le huele a 15M y que se quiere sacar otra tienda de campaña Quechua? Nadie debe de sorprenderse de que se gane su salario, ese por el que le pagan, ni del porqué, como tampoco del para qué.


No me alcanza el recuerdo de cuándo sujeté una bandera comunista entre mis manos. Soy poco dado a los símbolos. Sí que me apego a mi ideología y de ahí nadie me echa. Pero, dado que dicen los que parecen que os asustan a algunos que hay que ir “sin banderas" voy a hacerme una roja con la hoz y el martillo y os aseguro que nadie que me venga y diga “sin banderas” se va a ir de rositas, después de que tenga que asumir que la voy a seguir llevando en una mani que es de la clase trabajadora y no de quién me niega el derecho a ser miembro de una organización de esa clase.

¿Os sorprende que estos que vienen del 15M inquisitorial y transversal os impongan que neguéis vuestra identidad política y sindical? Será porque aceptáis su chantaje.

Los de CCOO y UGT son más favorables a una expresión abierta de símbolos y opciones políticas.

Fijaos que en la manifestación de Madrid de las 11 de la mañana del pasado sábado, organizada por CCOO y UGT, el grupo neonazi del Hogar Social Madrid no tuvo dificultad alguna para estar presente.


Esto no debe sorprendernos porque si el MERP, Mesa Estatal por el Blindaje de las Pensiones, plataforma que sirvió de tapadera en la convocatoria de la manifestación del pasado sábado en Madrid a CCOO y UGT, tenía entre sus fundadores a Ciudadanos, la secta de la UCE, la CSIF (sindicato amarillo) y el Partido Pirata, que hasta no hace tanto se manifestaba con los anarcocapitalistas más antisociales posibles) entre otros, es que todo sirve.

Y es así. Ésta es la realidad que hemos heredado gracias a una izquierda que apoyaba al 15M no hace mucho. Muchos de sus afiliados siguen en ello, de yayoflautas.

Suelo decir que “nos va la vida en ello”. No es una frase hecha, ni una mera expresión política. Es que nos va la vida en el sentido más biológico del término. Las pensiones son aquello sin lo que no podríamos supervivir los trabajadores hoy. Hay demasiados pobres como para que la caridad privada o pública pudiera permitirnos sobrevivir ¿Alguno de ustedes ha pensado lo que significa ver a a su madre o a su padre buscando en las basuras? Según El País es una tendencia cultural y se llama friganismo. Espero que el/la padre/madre del/la “periodista” no tenga que deleitarse de tan suculentos platos.

Digo todo esto porque con las pensiones no se juega y las pensiones son cosas de comer.

Antes de descalificar las movilizaciones en defensa de las pensiones convendría saber a qué jugamos. Si es que queremos tirar el niño con el agua de bañarlo. Digo esto porque

Es mi pensión
Es tu pensión
Es su pensión (la de él/ella)
Son nuestras pensiones
Son vuestras pensiones
Son sus pensiones (las de ell@s),

la que está en juego y es el capital y su gobierno del momento quién ahora nos ha atacado, aunque antes lo hicieron otros gobiernos del momento del capital.

Dado que hemos llegado hasta aquí del modo en el que lo hemos hecho, yo planteo algunas preguntas a un conjunto de personas que se están escandalizando de las nuevas contaminaciones ciudadanistas y transversales que niegan la realidad de la dualidad trabajo-capital, de quienes afirman que la mujer es una clase social, así a pelo y sin distinción de si son trabajadoras o burguesas. Y sin despeinarse. De quienes creen que hemos llegado a un punto en el que hay que dar respuesta a los intentos de involución contra la clase trabajadora:
  • ¿Acaso os sorprende este resultado? ¿Es que vuestras organizaciones de referencia no han colaborado en ello? ¿De verdad, pretendéis hacernos creer que hubo un antes en el que ellas eran muy distintas y un después en el que todo se vino abajo? ¿No existió un proceso en el que muchos mlitantes colaborásteis de un modo cómplice?
  • ¿Creíais que con que el 15M fuese un soufflé como movimiento iba a desaparecer la permeabilidad de su componente ideológico en la sociedad?
  • ¿Deben los comunistas abandonar una batalla crucial de clase, en la que nos jugamos todo? Si perdemos la clase trabajadora no se recuperará de la derrota en decenios.
  • ¿Os creéis con el derecho a sumaros a la batalla contra las pensiones y a hacerle el caldo gordo al gobierno, los empresarios, la Brunete Mediática y toda la jauría capitalista; una batallla en la que nos va la vida, encizañándola de una imagen que que no debe ser contaminada porque es una conquista histórica por encima de las posiciones políticas que en ella se expresen? Los que hacéis esto desde las redes sociales, ¿a qué jugáis, qué habéis hecho para organizar a la clase a la que pertenecéis? ¿En dónde militáis, qué tiempo y esfuerzo dedicáis a hacerlo? ¿Creéis acaso que pasaros el día de tiritwitteros suple el compromiso activo del militante en cada frente de lucha? ¿Imagináis que el trabajador en activo o el pensionista asustado ante su futuro va a pasar a una fase de conciencia a partir de vuestras críticas sobre quienes intentan hacerse con la dirección de la movilización? ¿Qué hacéis, aparte de vuestras gracietas, para difundir unas reivindicaciones necesarias que impidan que los interclasistas y transversales burocratizados y los perroflautizados con la misma orientación anticlase puedan imponer una nueva derrota a nuestra clase?
Ninguno de vosotros puede darme la más mínima lección en cuanto a lucha contra el reformismo prosistema de los sindicatos del régimen ¿Qué deciros de mis posiciones sobre el 15M? Cuando muchos de vosotros que hoy renegáis agitabais las manitas en las plazas yo llevaba mucho tiempo desenmascarando la ideología de ese movimiento.

Pero un comunista se derrota a sí mismo cuando se traiciona. Y lo hace si daña la potencialidad de un movimiento que es de clase, al que es más difícil camelar con las viejas estupideces de la democracia participativa 2.0, con vender otro salvador parlamentario, cuando ya sabemos lo que es Podemos, o con el consuelo de pedir cárcel para los corruptos si no puedes pagar el abono transportes a final de mes.

Puesto que esa es la situación. Que hay una realidad de clase que afecta a los pensionistas, a los parados, a los trabajadores pobres,...lo más indecente no es que la derrota llegue desde los traidores, ni de los pequeñoburgueses con sus performances y batukadas sino del megarrevolucionario tan puro que abandona a los suyos, acobardado para dar la batalla en la calle (dejad los puñetero twitter y facebook) ante esos sujetos. Nuestra clase no lo entendería.
 
De momento, los burócratas de CCOO y UGT ya se tienen que comer que hay quienes exigimos el fin del Pacto de Toledo y el rechazo a todas las reformas de las pensiones, no solo la última sino también las que ellos pactaron tanto con el PP como con el PSOE. Y eso es un avance para impedir que nos cuelen un gol por la escuadra, dividiéndonos entre los que quieren pactar con el gobierno solo las pensiones no contributivas y las más bajas y la actualización de las jubilaciones al IPC y los que queremos que el Estado garantice todas ellas en los Presupuestos Generales del Estado porque es una conquista histórica como la educación y la sanidad y que los empresarios incrementen sus cotizaciones sociales.

Ah, y no estoy apostando dónde estar, ya que ninguno de los dos marcos de la protesta me gustan sino de organizar a la clase, defender posiciones políticas y no jugar con la lucha de los pensionistas ni con el futuro de sus pensiones

19 de febrero de 2018

TÚ, QUE ERES DE CCOO O UGT, SI NO ERES JUBILADO, ERES CÓMPLICE DEL ATAQUE A LAS PENSIONES

La única batalla que se pierde es la que se abandona

Por Marat

Pongo por delante que los sindicatos de pensionistas y jubilados de CCOO y UGT están entre los primeros que han iniciado la lucha contra la eliminación de nuestras pensiones. Muchos de sus afilados y responsables de esas secciones están implicados en la defensa de aquello que nuestra clase conquistó un día porque les/nos va la vida en ello. Hacia esos veteranos toda mi simpatía.

Hasta aquí mi reconocimiento hacia los afiliados de esos “sindicatos”. No he visto en todos estos meses de acoso a las pensiones, de anuncios de que la crisis de las pensiones públicas se debía a la esquilmación del fondo de reserva de la Seguridad Social, argumento de progres y de liberales, cuando esa crisis nació del Pacto de Toledo (miren quiénes fueron sus firmantes), que decidió que dichas jubilaciones no dependerían de los Presupuestos Generales del Estado sino de las cotizaciones de cada trabajador, ni una sola medida de fuerza del conjunto de esos dos sindicatos contra este brutal ataque.

Les sugiero que comprueben ustedes las sucesivas crisis económicas que ha atravesado España desde 1973, el modo en que se ha desregulado el mercado de trabajo, cómo se han ido depauperando los contratos de trabajo, cómo han ido descendiendo los salarios y de qué manera se han ido imponiendo las horas de trabajo no pagadas ni cotizadas por los empresarios y saquen sus conclusiones sobre de qué manera afecta todo esto a la caja única de la Seguridad Social y a las pensiones. Creo que, si se molestan en entender esta cuestión, no tendrán grandes dificultades en entender qué es lo que le pasa ahora a las pensiones, por mucho que el Estado capitalista español tenga grandes dificultades en asegurar las pensiones de los que que en los próximos años, pertenecientes a la generación del “baby boom”, supongamos para el sistema público.

Repasemos los años de “resistencia” de los dos principales sindicatos de trabajadores españoles desde entonces. Preguntémonos qué hicieron para denunciar el cambio en la capitalización de las pensiones públicas contributivas hacia una cotización dependiente exclusivamente de los trabajadores. Veamos en qué acabaron sus huelgas contra el cambio de la legislación laboral desde Felipe González, hasta Rajoy, pasando por Aznar y las dos del mejor “Presidente de la democracia” y “referente progresista mundial”, Zapatero, en ambos casos según la opinión de Pablo Iglesias, ex Presidente que allanó el camino al brutal ataque que hemos vivido bajo Rajoy. Veremos lo que nos ha traído la democracia burguesa a la clase trabajadora, así como sus gobiernos ultralibrales y progres. Consideremos qué es lo que obtuvieron estos dos “sindicatos” para nuestra clase y qué es lo que lograron, gracias a sus luchas con sordina y frenos tras las Huelgas Generales, para el mantenimiento de sus estructuras y cúpulas de burócratas dirigentes y liberados sindicales.

Quizá los burócratas de CCOO y UGT prefieran los planes privados de pensiones porque con ellos pueden hacer negocios, como es el caso del perteneciente a la Administración General del Estado, que cogestionan con el BBVA. A pesar de ser ruinoso para quienes lo han suscrito a estos sindicatos les da beneficios. Y no es el único fondo de pensiones privados que gestionan

Si dejamos a un lado la combativa lucha de los pensionistas de CCO y UGT en defensa de una conquista que parece que no acabamos de creernos que nos van a arrebatar (el Presidente Rajoy va dándonos algunas pistas: el ahorro para las pensiones privadas y la posibilidad de rescatarlas para crear una confianza en que funcionan), ¿qué es lo que han hecho las direcciones sindicales para defenderlas, al margen de las estupideces a las que nos tienen acostumbrados los sucesivos bonzos de las las direcciones de una y otra central? ¿Qué movilizaciones, que no sean de pensionistas, han impulsado cuando son nuestras vidas futuras, nuestra vejez, la posibilidad de no tener que depender de la caridad, las que están en juego?

Y ahora me dirijo a ti, afiliado a CCOO y UGT, que tienes el carné de esos “sindicatos”, por si acaso, como si fuera la tarjeta de fidelización de Carrefour o de puntos de cualquier gasolinera, ¿qué has hecho para presionar a tu central, a tu sección sindical, a tu comité de empresa para que exija a los sindicatos mayoritarios una respuesta contundente contra el gobierno, los partidos parlamentarios que nos entretienen a los trabajadores con sus juegos de salón y las organizaciones empresariales? ¿Nada? Vale, ya tengo tu respuesta.

No me olvido de ti, delegado sindical, Presidente del Comité de Empresa, miembro del Comité de la Sección Sindical de dichas centrales: ¿Cuál ha sido tu esfuerzo para presionar a tus dirigentes locales, regionales o nacionales, a Unai Sordo o a José María Álvarez? ¿Has escrito muchas cartas, has promovido muchas reuniones de afiliados para exigir una defensa activa de tu sindicato por las pensiones, para que éste movilice a todos sus afiliados y a toda la clase trabajadora en defensa de unas pensiones que no afectan a los pensionistas de hoy sino a todos los trabajadores incluso antes de llegar a serlo? Tranquilos, salvo honrosas excepciones, sé las respuestas de casi todos vosotros.

A lo largo de mi trayectoria política he defendido luchas justas en beneficio de mi clase, las convocara quién las convocara, Agamenón o su porquero, sencillamente porque eran justas y necesarias. Por eso, les he puesto la convocatoria como imagen que acompaña a este texto. He preferido ésta a la que pulula por la red porque el llamado lenguaje inclusivo que ahora están imponiendo las de las antorchas y las horcas ni es el mío ni creo que pretenda defender a mi clase, a pesar de que haya quien crea que es así.

Si, a pesar de tu comportamiento pasivo, de tu fatalismo resignado, de tu desclasamiento cómplice, de tirar piedras sobre tu propio tejado con tu aceptación de la dictadura de clase que nos impone el capital y de la enésima traición de tu sindicato a tu clase, reaccionas y estás dispuesto a sumarte a la batalla, que es la tuya, porque a todos nos concierne y a tu vejez también, será el momento de ir cavando trincheras, de sacar toda la artillería contra nuestros enemigos de clase y de pelear todos juntos codo con codo. 

Pero no me llamo a engaño. Ciertos sindicatos “alternativos” y alguna marcha, a la que en algún momento he apoyado ya da por perdida, sin admitirlo, la batalla y ponen en primer lugar de su convocatoria de movilización determinada Marcha Básica, lo que no es sino un modo infecto de vender la Renta Básica que progres y liberales intentan colocarnos en lugar de las coberturas sociales que un día conquistó la clase trabajadora. Toma 400 y pico euros en lugar de subdisidio de desempleo pensiones, sanidad y educación públicas y calla. Pero todo eso vestido de “izquierda real”. Compren ustedes esa marcha si quieren. Yo no perderé mi tiempo en esa trampa de la Renta Básica de la que hace algún tiempo les hablé. Yo ya me hice en su momento la pregunta de porqué para estos izquierdistas, en el peor sentido que Lenin les dio, no han puesto como punto primero y principal la defensa de las pensiones y no me costó encontrar la respuesta.

Sobre huelgas de solo una parte de la clase trabajadora con reivindicaciones de coartada laboral pero objetivos de sustituir la lucha de clases por cuestiones bastante menos dignas les hablaré a partir del 9 de Marzo.

19 de febrero de 2012

LO QUE NO PUEDE DURAR EN CCOO Y UGT

Por Marat

Las manifestaciones sindicales de este domingo 19 de Febrero, convocadas por CCCOO y UGT en 57 ciudades del Estado español, han sido un éxito clamoroso. La clase trabajadora salió a la calle, desbordando las previsiones de los propios sindicatos que unos días antes anunciaron que sólo convocarían Huelga General contra la salvaje contrarreforma laboral del Gobierno del PP si los trabajadores se lo pedían, renunciando de este modo a su deber de liderarla y dirigirla.

La manifestación de Madrid fue la mayor que se recuerda desde las movilizaciones por el NO A LA GUERRA de 2003, haciendo palidecer a todas las anteriores de tipo interclasista y ciudadanista de 2011 que, significativamente, recibieron el beneplácito y fueron jaleadas por los medios de comunicación de la burguesía. No se trata periodísticamente de igual modo las movilizaciones de la clase trabajadora por parte de quienes están tan preocupados de que las clases medias se empobrezcan pero no les ha importado en absoluto que los trabajadores llevemos padeciendo una pérdida de derechos y de capacidad adquisitiva desde mucho antes del estallido de la crisis capitalista de 2007.

Pero lo que importa en relación con el inapelable éxito de la movilización sindical de este domingo es qué harán CCOO y UGT con él, si lo que pretenden es parar el golpe más brutal que se ha ejecutado contra la clase trabajadora y contra el sindicalismo en su conjunto desde la transición política española.

En este sentido, las declaraciones de Cándido Méndez, secretario general de UGT, durante el transcurso de la manifestación de Madrid, no anuncian nada bueno respecto a la necesidad de una respuesta contundente y sostenida en el tiempo contra las brutales medidas antisociales del Gobierno Rajoy, por mucho que así lo hayan destacado los líderes sindicales días atrás. Según la agencia de noticias Servimedia “Méndez subrayó que el objetivo de las manifestaciones "no es el de confrontar", sino el de "corregir en profundidad" la "más que reforma laboral" aprobada por el Gobierno. "Ese es nuestro objetivo", insistió el secretario general de UGT, quien agregó que las movilizaciones son "un cauce para tratar de corregir ese extravío" (1)

Las declaraciones de Fernández Toxo, secretario general de CCOO, se ajustaron al mismo esquema pactista, siempre según la misma agencia de noticias: “el líder de CCOO defendió que hay "un cauce" para evitar mayores movilizaciones, como una huelga general, que es "la negociación"”.

Esa retórica sindical del pacto social durante la actual crisis capitalista es la que nos ha conducido a los anteriores recortes de derechos laborales practicados durante el Gobierno PSOE y a la más despiadada aplicación de las medidas antisociales y de la reforma laboral, que ha dejado en pellizco de monja al aprobado en la etapa final del Gobierno Zapatero.

No denuncio el efecto del sindicalismo pactista porque sea contrario al pacto social “per se”. Lenin y Rosa Luxemburgo eran muy conscientes del carácter reformista del sindicalismo, de sus limitaciones a la defensa de los salarios y las condiciones laborales y de vida de los trabajadores y sin embargo apoyaron al sindicalismo por su capacidad para organizar a los trabajadores y contribuir a desarrollar su conciencia de clase. La utilidad o no del pacto social depende de en qué circunstancias, en qué momentos económicos, frente a qué posiciones y de qué instrumentos se sirven los sindicatos para llegar a ese pacto en unas posiciones ventajosas para sus reivindicaciones.

Pero lo cierto es que tras la Huelga General del 29-S, a la que fueron obligados por las circunstancias, para no verse desacreditados por su pasividad ante las políticas antisociales del anterior gobierno, CCOO y UGT tomaron la vía de la desmovilización y la paz social, se limitaron después a amagar con una segunda Huelga General, de la que rápidamente desistieron, volvieron a las meses de negociación y escenificaron sucesivos “desencuentros sindicales” con el Gobierno del PSOE y con una patronal apasionadamente antiobrera pero sin ninguna intención de agitar la calle. Con estos antecedentes, ¿qué motivos tenemos los trabajadores para esperar de CCOO y UGT un giro hacia una lucha sostenida en el tiempo contra los desmanes del nuevo Gobierno del PP y de la CEOE? Ninguno.

Pero con este comportamiento desmovilizador ante el pacto social no sería más que una crítica parcial, insuficiente y errónea, al perder la perspectiva de lo que significa “pacto social” en el momento actual de la dinámica capital-trabajo.

La realidad es que el modelo de sindicalismo de concertación o de pacto social, como quieran llamarlo, ha muerto.

El sindicalismo de concertación sólo adquiere sentido dentro del marco de Estado capitalista del Bienestar. El pacto social era el instrumento de regulación del capitalismo dentro de una estructura de Estado corporativo destinado a hacer de “árbitro” entre los intereses contrapuestos de trabajadores y empresarios. Y en ese contexto las formas de salario indirecto, marcos de relaciones laborales, despido, protección al desempleo, leyes de fomento del empleo y otros muchos contenidos, eran la forma establecida para negociaciones y acuerdos entre empresarios y trabajadores, con los gobiernos en el papel de maestros de ceremonias, nunca neutrales, por supuesto.

Pero el Estado capitalista del Bienestar ha sido barrido definitivamente por la vuelta al Estado mínimo liberal decimonónico. Y créanme cuando les insisto, artículo tras artículo, que la desaparición del Estado capitalista del Bienestar es algo ya irreversible. Cuando ya no hay nada que negociar, ni deseo de hacerlo, dada la correlación de fuerzas entre los trabajadores y los capitalistas, absolutamente desventajosa para los primeros, lo que el reeditado Estado liberal puede ofrecerlos es sólo policía, pelotas de goma y gases lacrimógenos. El ejemplo más avanzado del despertar del sueño de “capitalismo de rostro humano” es Grecia y su sindicalismo combativo.

Este modelo sindical ya periclitado es el que explica la profesionalización del papel de dirigente sindical, el perfil gerencial de los principales líderes de ambos sindicatos, la concepción del sindicato como empresa de servicios, el burocratismo de las estructuras sindicales, el distanciamiento de los intereses de casta de las direcciones sindicales, que acaban asumiendo un rol empresarial, frente a los intereses de los trabajadores...Explica con muchísima más claridad la degradación del sindicalismo mayoritario en España, que posibilitó que un personaje execrable y derechista como José María Fidalgo llegase a ser secretario general de CCOO en su día, que los frecuentes recursos a la calificación de traición por parte de las cúpulas sindicales de CCOO y UGT. Como desahogo, llamar traidor a un político, dirigente sindical u organización de trabajadores, es muy eficaz – yo he utilizado esa expresión en relación a las dos centrales sindicales en más de una ocasión y me he quedado muy a gusto- pero los desahogos tienden a cerrar la reflexión y a comprender la realidad más bien poco.

Desde esa visión que diluye el papel del sindicato en la lucha de clases a mero cogestor de las relaciones empresariales se comprende la psicología de esos dirigentes sindicales que, aupados a la cúpula de sus organizaciones durante 18, 20, 30 años y más, acaban asumiendo una ideología de clases medias. No de otro modo se entiende la preocupación de Cándido Méndez por el achatamiento de la clase media, su clase de pertenencia y de referencia: “esto es mucho más que una reforma laboral. Tiene elementos de continuidad, pero es más grave. Las consecuencias prácticas son las de alterar nuestro modelo de convivencia actual y sus consecuencias serán las de provocar un retroceso en la sociedad, que se verá en la reducción del porcentaje de la clase media -que yo prefiero hablar de clase trabajadora- en nuestro país. Supondrá un retroceso a cuando la clase media era del 15%, iremos hacia atrás en el tiempo hasta 1975” (2)

Pero volvamos sobre la cuestión de la muerte del modelo de sindicalismo de concertación. La nueva reforma laboral consagra el fin de la primacía de los convenios laborales de rama o sector sobre los de empresa, lo que debilita la posición de los trabajadores ante sus reivindicaciones, al no permitir que una fuerza sindical de escala compense las debilidades de los sindicatos en empresas de menor dimensión y tradición sindical y a obligar a un conflicto a cara de perro, si se desea arrancar conquistas en una situación de crisis especialmente difícil, frente al poder de la empresa que ahora tendrá mayor capacidad de chantaje e intimidación sobre trabajadores y sindicatos.

En el nuevo contexto de más que despido libre, la afiliación sindical con la nueva normativa que impone la reforma laboral corre el peligro de descender vertiginosamente porque la capacidad de represalias contra el trabajador díscolo será brutal y la posibilidad de acción sindical desde las secciones sindicales y los comités de empresa se verá muy mermada, entre otras cosas porque los empresarios, con la nueva reforma laboral en la mano, podrán hacer exactamente lo que les dé la gana, sin siquiera consultar a los sindicatos.

Esto es lo que explica que el presidente de CEOE, Rosell, y el de CEPYME, Terciado celebrasen alborozados y entre risas hasta que el primero reclama al segundo “Serios, muy serios, que si no...” (3) y lo que explica también que, logrado el primer objetivo neoesclavista de la reforma laboral, vayan ahora por el segundo: el recorte a la ley de huelga.

En este nuevo escenario, la apuesta de CCOO y UGT a seguir aferrándose a un modelo sindical de concertación, cuando los empresarios y su gobierno natural ya no desean mantener el pacto social ni van a ofrecer nada a cambio del mismo que no sea más precaridad en el empleo, pobreza y desigualdad, es suicida. Supondría la desaparición del sindicalismo a medio plazo. Y digo del sindicalismo en general y no del sindicalismo mayoritario porque, salvo para la CNT, que no participa del esquema de representación, el espacio de acción sindical se reduciría de forma absolutamente drástica y dramática.

Ignoro cuál es la alternativa frente a esta situación pero recuerdo aún aquella vieja frase de Marcelino Camacho, “la democracia se ha quedado a la puerta de las empresas”. Nunca fue más terriblemente cierta que ahora.

Cuanto mas insistan Toxo y Méndez en amagar sin dar –“una escalada del deterioro del clima social” (4)-, cuanto más insistan en retrasar la huelga general, mayor será su debilitamiento progresivo en el ámbito de las empresas, mayor será el grado de represión empresarial y gubernamental sobre los trabajadores, menor el respeto de quienes sólo conocen y respetan el lenguaje de la fuerza: la derecha y los capitalistas.

Y no valdrá tampoco una huelga general sin proyección política. En las actuales circunstancias de vuelta al capitalismo sin careta toda huelga general requiere, para tener alguna posibilidad de efecto sobre la realidad, ser una huelga general política. Y no valdrá tampoco una huelga sin solución de continuidad. Los griegos han comprendido muy bien la necesidad de una lucha sostenida en el tiempo. No hay ya posibilidad de componendas. Son ellos, los capitalistas, o nosotros, los trabajadores.

Pero nadie se engañe. En estos momentos, hoy por hoy, como ha demostrado aplastantemente la impresionante afluencia de trabajadores a las manifestaciones del 19 de Febrero, CCOO y UGT aún representan a los trabajadores (no sabemos por cuanto tiempo) y son los únicos con capacidad de plantear una Huelga General a la que se llegue tras un proceso de creciente movilización social, en las empresas y en la calle y de sostener una movilización permanente, si no nos vuelven a dejar en la estacada como tantas veces han hecho antes. Quienes no representan a los trabajadores son los tanta dificultad tienen para definirse desde una opción de clase, que tanto empeño tienen en llamarse a sí mismos “ciudadanos indignados” y que gritan “no nos representan”. Esos sí que no nos representan a la clase trabajadora.

Ahora que la Brunete mediática de Intereconomía, La Razón, ABC, El Mundo, los Pedro Jota Ramírez, los Luis María Ansón o los Jiménez Losantos se aprestan a preparar pierna de sindicalista a la brasa, para cubrirle el flanco propagandístico a la derecha política y a los empresarios más fascistas de Europa, que sean otros “indignados” los que confluyen en la unidad de destino del acoso y derribo a los sindicatos mayoritarios. Yo no. Los asuntos pendientes que tenga con ellos los resolveré cuando toque.





NOTAS:
(1) http://www.servimedia.es/Noticias/DetalleNoticia.aspx?seccion=22&id=205395
(2) http://www.20minutos.es/entrevistas/candido-mendez/360/
(3) http://www.publico.es/dinero/422461/serios-muy-serios-que-si-no
(4) Ver anterior enlace