Télam.com.arg
Los
policías exhortan al gobierno a tomar "medidas excepcionales",
que incluyen la pérdida de la ciudadanía, para impedir que se
reagrupen con las "células dormidas" del yihadismo en el
país.
El
sindicato nacional de la policía tunecina aseguró en un comunicado
distribuido este domingo que "el retorno a Túnez de terroristas
desde focos de tensión es alarmante y puede conducir a la
somalización del país", donde ya el sábado, cientos de
personas se manifestaron ante el parlamento contra esos regresos
desde Siria, Irak y Libia.
El
hecho de que los autores de los atentados de Niza y de Berlín hayan
sido yihadistas de nacionalidad tunecina ha ampliado el debate desde
el periodismo, donde se viralizó e intensificó a medida que pasaban
los días, a los medios políticos.
De
hecho, el sábado la policía de Túnez detuvo a tres supuestos
islamistas radicales, entre ellos el sobrino del tunecino sindicado
como autor del atentado de Berlín, Anis Amri, muerto el viernes en
un tiroteo con la policía en Italia.
Los
tres, de edades comprendidas entre 18 y 28 años, fueron arrestados
en el pueblo de Fuchana, junto a la capital tunecina, y en el pueblo
natal de Amri, Oueslatia, en el centro del país, precisó el
Ministerio del Interior en un comunicado.
En
pleno debate llegó extraditado el sábado a la capital el yihadista
Moez Fazzani presunto implicado en atentados terroristas entre los
que destacan los del museo de El Bardo que causó el pasado año la
muerte de una cincuentena de turistas.
Fuzzani
fue entregado por las autoridades sudanesas según precisó el
portavoz del polo judicial de lucha antiterrorista, Sufian Selliti.
El
portavoz añadió que "es uno de los dirigentes de la
organización terrorista y mantiene relaciones con la mayoría de los
terroristas del Estado Islámico que se han orientado a Siria y libia
para recibir entrenamiento militar".
Hay
al menos 5.000 tunecinos en las filas de organizaciones yihadistas en
el extranjero, según un grupo de trabajo de la ONU citado por el
portal France24, y crece la inquietud ante la perspectiva de su
regreso. Ya han retornado 800, según informaciones brindadas por el
ministro del interior, Hédi Majdoub.
Túnez
fue el primer país que, después de una rebelión popular
desencadenada en 2011 por el suicidio de un joven debido a su
situación económica, vio aparecer un movimiento yihadista armado,
que asesinó más de cien soldados y policías, así como 20 civiles
y 59 turistas extranjeros.
Tampoco
quedó nunca en claro qué participación pueden haber tenido estos
grupos en los magnicidos de al menos dos populares dirigentes
progresistas y laicos durante la etapa de la transición democrática
del país en la que el islamista partido Ennahda tuvo las riendas del
gobierno.
NOTA
DEL EDITOR DE ESTE BLOG
De “rebelión popular”
tiene tanto lo que ocurrió en la “Revolución de los Jazmines”
como los Cascos Blancos sirios de instrumentos de la paz. No hay que
hacer mucho esfuerzo para ver el papel que jugaron los servicios
secretos norteamericanos, en primer lugar la CÍA, así como las
fundaciones globalistas CANVAS u Open Society Foundations y sus
cursos de formación de jóvenes ciberactivistas tunecinos, que tan
importante papel jugaron en la convocatoria y organización de las
manifestaciones contra el gobierno tunecino. La constitución de una "Liga Árabe del Net" (de la red) indica hasta qué punto estaban orquestadas globalmente estas "revoluciones". Igualmente es sabida ya
la disputa entre los servicios secretos franceses (DGSE) y los
norteamericanos (CIA) para echar a Ben Alí del poder, una vez que
ya no garantizaba sus intereses en aquél país y reconducir la
situación hacia un gobierno “amigo”, que continuara las
políticas neoliberales en aquel país, como así ha sucedido. No
siempre las masas protagonizan la historia; a veces son títeres de
quienes juegan detrás de las bambalinas, como ha sucedido tanto en
las “revoluciones árabes” como en las de colores.
En cualquier caso, tanto el
“entrañable” sicario del imperialismo norteamericano, Santiago
Alba Rico, como su patrón estarían de enhorabuena si surgiese otro Estado
fallido más en África, al estilo de Somalia o Libia, donde los asesinos yihadistas controlen buena parte del territorio.