La Huelga General ha sido un éxito indiscutible, por mucho que lo nieguen los piquetes tóxicos antihuelga de la patronal, su gobierno natural y la Brunete mediática que les acompaña.
No quiero dejar pasar la ocasión sin felicitar a la clase trabajadora del Estado español, a los huelguistas y al conjunto del movimiento sindical, con la excepción de algunas siglas de esquiroles organizados como la CSIF. Para estos todo mi desprecio.
El éxito de la huelga tiene un mérito extraordinario si tenemos en cuenta que
1) Los piquetes de la patronal CEOE y de sus empresas asociadas se han dedicado a intimidar, coaccionar, atemorizar, chantajear y amenazar a sus empleados que secundasen la huelga. Cientos de blogs y los propios sindicatos se han hecho eco de cuáles han sido esas empresas, por lo que son fácilmente identificables las más de 1500 grandes empresas denunciadas, sólo la punta del iceberg del matonismo empresarial. En el caso de las PYMES la presión a no secundar la huelga es aún mayor. El aliento del patrón la sienten de contínuo sobre sus cogotes los trabajadores precarios que ya están padeciendo la Reforma Laboral.
2) Ha carecido de medios de comunicación masivos que la apoyen. La práctica totalidad, con la excepción del digital del rotativo ya desaparecido, Público, cuya plantilla amenazada de despido secundó la huelga, ha intentado la desmovilización de los trabajadores, afirmando la inutilidad de la huelga, la inevitabilidad de las medidas antisociales y de la Contrarreforma Laboral del gobierno del PP, el carácter antipatriótico de los huelguistas y ha llenado de insultos a los líderes sindicales y a sus organizaciones.
3) El Gobierno del PP ha intentado la desmoralización de quienes deseasen secundar la huelga afirmando su mantenella y no enmendalla; esto es, la inamovilidad de su posición y el carácter intocable de la Reforma.
4) La reproducción del discurso ideológico de la clase dominante por parte de muchos trabajadores, carentes de conciencia de clase, les ha llevado a asumir como propios los intereses de sus enemigos de clase, los capitalistas, y a atacar a las organizaciones naturales de los trabajadores, los sindicatos. Bajo el discurso de descalificación de los sindicatos mayoritarios se buscaban indecentes excusas para no secundar la huelga general. Lo importante para ellos dejaban de ser, de este modo, las razones de la huelga para justificar su rechazo a la misma por sus convocantes más conocidos, a pesar de que fuesen decenas las organizaciones sindicales que, desde diferentes territorios del Estado, la apoyasen. Es claro que, para estos analfabetos políticos, el problema no son CCOO ni UGT sino cualquier cosa que huela a sindicato. Se trata del tipo de tontos útiles que culpan a los sindicatos de la ruina del país pero jamás critican a los capitalistas, a los que secretamente admiran y respetan. Si la huelga la hubiera convocado el sindicalismo alternativo, se hubieran negado a seguirla en base a la excusa de su falta de representatividad. Cuando se nace con moral de esclavo, las cadenas se antojan collares de oro.
5) La propia actitud pusilánime de CCOO y UGT ha tenido cierto efecto disuasorio respecto al seguimiento de la huelga. Ambas organizaciones se han mostrado empeñadas en un planteamiento del conflicto de perfil bajo, repitiendo de forma machacona su voluntad de diálogo y negociación con el gobierno, de acuerdo a un modelo sindical que la muerte del Estado del Bienestar y del pacto social han enterrado ya –al menos desde las posturas de la patronal y su gobierno- y pactando servicios mínimos para evitar que se los impusiesen. A esta huelga debiera haberse ido a cara de perro, sin otra voluntad que la de exigir la retirada de la Reforma Laboral y el fin de los recortes sociales y sin pactar ningún servicio mínimo que no sea el de algunos servicios esenciales (sanidad, bomberos y muy poco más). Asumir posturas contemporizadoras significa partir de una posición débil que no da suficiente confianza de vencer a quienes deben apoyar la huelga en un contexto social y de realidades personales especialmente difícil.
6) El papel esquirol y revienta -huelgas que una parte de los “indignados” –no todos, por supuesto- ha venido haciendo en los meses y semanas previos a la huelga, entre ellos la plataforma DRY, que se sumó a la misma a regañadientes sólo 9 días antes de su realización y como consecuencia de la presión recibida desde amplios sectores, incluyendo a una parte de sus propias bases. La cínica disculpa de que necesitaban tiempo para discutirlo internamente, cuando ante otras cuestiones han sido mucho más rápidos en sus debates, trataba de ocultar su deseo de ganar tiempo para no dar su apoyo al paro. Por otra parte, en el entorno del M 15M no ha sido inusual encontrar un discurso tanto solapado como abiertamente antihuelga, más centrado en el ataque a los sindicatos que más capacidad tenían de sacarla adelante que en razonar los motivos de la huelga. En otros casos, bajo el aparente radicalismo de que una huelga de 24 horas no servía para nada justificaban una parte de los simpatizantes y miembros de dicho movimiento su rechazo a la misma. El sustrato ideológico pequeñoburgués que está en la base de este movimiento explica ese tipo de posturas de apariencia radical, en ocasiones, y posiciones políticas reaccionarias, de fondo.
Por estos formidables obstáculos que la huelga general llegase a realizarse, en un contexto de miedo a perder el puesto de trabajo por las represalias empresariales, de pesimismo como excusa para la desmovilización social, de ataques brutales desde los más variados y diversos frentes, ha sido un éxito. Y que la huelga haya paralizado sectores clave de la actividad económica del país ha sido un éxito aún mayor.
Pero la huelga ya ha finalizado.
Es el momento de preguntarse qué hacer al día siguiente de la misma porque las razones que la han justificado siguen ahí y las agresiones contra la clase trabajadora y los sindicatos van a continuar y, no lo duden, se harán más y más salvajes según vaya profundizándose la crisis y acercándose el momento de quiebra definitiva de la economía española, que entrará en este semestre en una nueva fase más aguda de depresión. Cada medida antisocial de este gobierno acelera y da bríos a una profundización en el camino de la quiebra y el rescate.
En primer lugar, es necesario romper con, denunciar y combatir el discurso de conciliación de clases y de interés nacional. El pretendido “interés nacional” es una trampa para cazar osos, el instrumento más cínico para imponer a los trabajadores el sacrificio de las consecuencias de una crisis que no han provocado ellos sino los capitalistas.
Este discurso de conciliación de clases tiene un doble origen:
Por estos formidables obstáculos que la huelga general llegase a realizarse, en un contexto de miedo a perder el puesto de trabajo por las represalias empresariales, de pesimismo como excusa para la desmovilización social, de ataques brutales desde los más variados y diversos frentes, ha sido un éxito. Y que la huelga haya paralizado sectores clave de la actividad económica del país ha sido un éxito aún mayor.
Pero la huelga ya ha finalizado.
Es el momento de preguntarse qué hacer al día siguiente de la misma porque las razones que la han justificado siguen ahí y las agresiones contra la clase trabajadora y los sindicatos van a continuar y, no lo duden, se harán más y más salvajes según vaya profundizándose la crisis y acercándose el momento de quiebra definitiva de la economía española, que entrará en este semestre en una nueva fase más aguda de depresión. Cada medida antisocial de este gobierno acelera y da bríos a una profundización en el camino de la quiebra y el rescate.
En primer lugar, es necesario romper con, denunciar y combatir el discurso de conciliación de clases y de interés nacional. El pretendido “interés nacional” es una trampa para cazar osos, el instrumento más cínico para imponer a los trabajadores el sacrificio de las consecuencias de una crisis que no han provocado ellos sino los capitalistas.
Este discurso de conciliación de clases tiene un doble origen:
a) Por un lado, el de los propios capitalistas y su partido natural, el PP, que nos hablan de la inevitabilidad y la necesidad de las brutales medidas contra la clase trabajadora. Frente a ello hay que decir que sus salvajes políticas son inútiles para recuperarse de la crisis fiscal de los Estados y de las economías nacionales porque debilitan el consumo y ello incrementa el desempleo y profundiza la propia crisis económica. El único objetivo que tienen la Reforma Laboral y los recortes sociales en educación, sanidad, pensiones,...es el de derrotar a la clase trabajadora, desarmarla de derechos, debilitar su capacidad reivindicativa y empobrecerlos para enriquecer a los grandes capitalistas. Nunca los ricos han sido tan ricos ni los pobres tan pobres. En la Europa de los mercaderes está surgiendo un Tercer Mundo en creciente expansión. Grecia es la vanguardia pero pronto España será uno de sus mejores alumnos.
b) Por otro lado, el discurso de los reformistas y los grandes sindicatos, que pretenden un equilibrio en la exigencia de sacrificios y un impulso a la economía a partir de la iniciativa pública de los Estados. Esa iniciativa ya se ha dado repetitivamente...para salvar a los bancos y para ayudar a grandes corporaciones empresariales. Hay que decirlo alto y claro: no hay salidas a la crisis capitalista dentro del capitalismo, ni por la vía liberal ni por la vía keynesiana (1). Esperar a la salida de la crisis y, posteriormente, a una recuperación que devuelva a los trabajadores los derechos hoy robados es tan inútil como esperar a Godot.
Desde lo anteriormente expuesto, pretender un pacto social que redistribuya equitativamente el peso de la crisis es, además de estúpido, una traición de clase propia de cobardes. Y un discurso que ya no se corresponde al nuevo ciclo sociopolítico generado por la crisis capitalista, el cuál nos devuelve retrospectivamente a una dialéctica de clases propia del siglo XIX. Entre otras cosas, porque el capital, y su gobierno, ya no quieren el pacto social. LO QUIEREN TODO. Y aceptar, sin luchar la dominación de clase que se nos impone desde el terrorismo de los capitalistas es una salida propia de idiotas y suicidas.
Si se asume la certeza de esta perspectiva, es de prever un largo ciclo de luchas sindicales sostenidas en el tiempo. La brutalidad de los recortes que el gobierno del PP nos va a imponer a los trabajadores a través de los más draconianos Presupuestos Generales del Estado que hayamos conocido desde la mal llamada transición política va a ser el elemento convocante de las siguientes movilizaciones, protestas y luchas laborales de este 2012. Pero esto es sólo “el principio del principio”, como en Diciembre pasado señaló la portavoz del Gobierno Soraya Saénz de Santamaría ante las primeras medidas “anticrisis” del equipo Rajoy.
La terca realidad se impone. Será ella la que irá radicalizando las posiciones de los grandes sindicatos mayoritarios –no la voluntad de sus ultrarreformistas dirigentes, que continúan mendigando diálogo-, de sus bases y, en consecuencia de amplios sectores de la clase trabajadora. No puede ser de otro modo puesto que los capitalistas y su gobierno natural han dinamitado el territorio del sindicalismo de concertación. Ya no hay espacio para el pacto social porque nada quieren ofrecer, ni siquiera prebendas para las cúpulas sindicales.
La realidad es dinámica. Todo cambia, nada permanece. Los sindicatos, no pueden ser, por definición revolucionarios porque sus objetivos son inmediatos y se centran en las condiciones de trabajo y salariales de los trabajadores pero sí pueden llegar a ser combativos. Tras la larga modorra de la conciencia de clase que generó el Estado del Bienestar y su ficción de que todos éramos “clase media”, se abre un período en el que se dan las condiciones objetivas para la recuperación de esa conciencia de clase entre los trabajadores. Es la crisis económica, como afirmaba el marxista Georg Lukcács, la que la instiga, aunque la labor ideológica es un complemento imprescindible.
Pero por mucho que quepa esperar, a medio plazo, un giro a la izquierda en las posiciones de los sindicatos mayoritarios, éste corre el peligro de ser espoleado por un mero oportunismo nacido de la necesidad de supervivencia de las cúpulas sindicales, ante el emerger de movimientos desde la base para provocar dicho giro.
Para evitar dicho riesgo, la posición más coherente desde el sindicalismo situado a la izquierda de CCOO y UGT no puede ser la de separarse de las bases de ambas organizaciones sino la de impulsar una unidad de acción que fuerce la solidez de la radicalización que previsiblemente va a darse en este nuevo ciclo de las luchas de los trabajadores.
En el llamado sindicalismo “alternativo”, referente de los indignados, hemos visto la tentación, durante las movilizaciones que prepararon la Huelga General y durante esta misma, de separarse de las acciones que debieran haber sido conjuntas para permitir una toma de contacto con esas bases sindicales de CCOO y UGT que, en buena medida, están a la izquierda de sus direcciones. Ello no sólo no beneficiaba a la huelga sino que, de hecho, la debilitaba, al dar excusas a quienes no tuvieran clara la necesidad de secundarla, de un movimiento sindical dividido, en el que cada tribu india actúa por sus lado y frecuentemente lanzándose flechas unas a otros.
De sus direcciones podemos pensar muchas cosas, creo que muy pocas buenas, pero marchar en las luchas divididos, no sólo debilita al conjunto del movimiento sindical sino a una clase trabajadora necesitada de demostraciones de la fuerza de la unidad en los momentos decisivos de la lucha.
En otras muchas cuestiones esa unidad de acción es casi imposible, salvo que se caiga en un acriticismo seguidista de la acción sindical que en muchas empresas vienen practicando de largo los sindicatos mayoritarios. Pero en esta cuestión nadie está capacitado para tirar la primera piedra.
Pero en lo fundamental, en parar las agresiones más brutales al conjunto de la clase trabajadora, no marchar juntos en los piquetes, en las movilizaciones, es renunciar a izquierdizar, por contacto, a las bases de sus sindicatos, impulsando una dinámica que imponga una combatividad basada en la convicción ante el giro y no en el oportunismo.
De lo contrario, si a unos se les puede acusar de nostálgicos del “pactismo” a otros es posible hacerlo de sectarios.
No están los tiempos para caer en la estupidez de las liebres de Iriarte que, discutiendo si eran galgos o podencos...“En esta discusión acalorada estaban cuando los perros —galgos o podencos— se les echaron encima, dando buena cuenta de ellas.” (2)
Desde lo anteriormente expuesto, pretender un pacto social que redistribuya equitativamente el peso de la crisis es, además de estúpido, una traición de clase propia de cobardes. Y un discurso que ya no se corresponde al nuevo ciclo sociopolítico generado por la crisis capitalista, el cuál nos devuelve retrospectivamente a una dialéctica de clases propia del siglo XIX. Entre otras cosas, porque el capital, y su gobierno, ya no quieren el pacto social. LO QUIEREN TODO. Y aceptar, sin luchar la dominación de clase que se nos impone desde el terrorismo de los capitalistas es una salida propia de idiotas y suicidas.
Si se asume la certeza de esta perspectiva, es de prever un largo ciclo de luchas sindicales sostenidas en el tiempo. La brutalidad de los recortes que el gobierno del PP nos va a imponer a los trabajadores a través de los más draconianos Presupuestos Generales del Estado que hayamos conocido desde la mal llamada transición política va a ser el elemento convocante de las siguientes movilizaciones, protestas y luchas laborales de este 2012. Pero esto es sólo “el principio del principio”, como en Diciembre pasado señaló la portavoz del Gobierno Soraya Saénz de Santamaría ante las primeras medidas “anticrisis” del equipo Rajoy.
La terca realidad se impone. Será ella la que irá radicalizando las posiciones de los grandes sindicatos mayoritarios –no la voluntad de sus ultrarreformistas dirigentes, que continúan mendigando diálogo-, de sus bases y, en consecuencia de amplios sectores de la clase trabajadora. No puede ser de otro modo puesto que los capitalistas y su gobierno natural han dinamitado el territorio del sindicalismo de concertación. Ya no hay espacio para el pacto social porque nada quieren ofrecer, ni siquiera prebendas para las cúpulas sindicales.
La realidad es dinámica. Todo cambia, nada permanece. Los sindicatos, no pueden ser, por definición revolucionarios porque sus objetivos son inmediatos y se centran en las condiciones de trabajo y salariales de los trabajadores pero sí pueden llegar a ser combativos. Tras la larga modorra de la conciencia de clase que generó el Estado del Bienestar y su ficción de que todos éramos “clase media”, se abre un período en el que se dan las condiciones objetivas para la recuperación de esa conciencia de clase entre los trabajadores. Es la crisis económica, como afirmaba el marxista Georg Lukcács, la que la instiga, aunque la labor ideológica es un complemento imprescindible.
Pero por mucho que quepa esperar, a medio plazo, un giro a la izquierda en las posiciones de los sindicatos mayoritarios, éste corre el peligro de ser espoleado por un mero oportunismo nacido de la necesidad de supervivencia de las cúpulas sindicales, ante el emerger de movimientos desde la base para provocar dicho giro.
Para evitar dicho riesgo, la posición más coherente desde el sindicalismo situado a la izquierda de CCOO y UGT no puede ser la de separarse de las bases de ambas organizaciones sino la de impulsar una unidad de acción que fuerce la solidez de la radicalización que previsiblemente va a darse en este nuevo ciclo de las luchas de los trabajadores.
En el llamado sindicalismo “alternativo”, referente de los indignados, hemos visto la tentación, durante las movilizaciones que prepararon la Huelga General y durante esta misma, de separarse de las acciones que debieran haber sido conjuntas para permitir una toma de contacto con esas bases sindicales de CCOO y UGT que, en buena medida, están a la izquierda de sus direcciones. Ello no sólo no beneficiaba a la huelga sino que, de hecho, la debilitaba, al dar excusas a quienes no tuvieran clara la necesidad de secundarla, de un movimiento sindical dividido, en el que cada tribu india actúa por sus lado y frecuentemente lanzándose flechas unas a otros.
De sus direcciones podemos pensar muchas cosas, creo que muy pocas buenas, pero marchar en las luchas divididos, no sólo debilita al conjunto del movimiento sindical sino a una clase trabajadora necesitada de demostraciones de la fuerza de la unidad en los momentos decisivos de la lucha.
En otras muchas cuestiones esa unidad de acción es casi imposible, salvo que se caiga en un acriticismo seguidista de la acción sindical que en muchas empresas vienen practicando de largo los sindicatos mayoritarios. Pero en esta cuestión nadie está capacitado para tirar la primera piedra.
Pero en lo fundamental, en parar las agresiones más brutales al conjunto de la clase trabajadora, no marchar juntos en los piquetes, en las movilizaciones, es renunciar a izquierdizar, por contacto, a las bases de sus sindicatos, impulsando una dinámica que imponga una combatividad basada en la convicción ante el giro y no en el oportunismo.
De lo contrario, si a unos se les puede acusar de nostálgicos del “pactismo” a otros es posible hacerlo de sectarios.
No están los tiempos para caer en la estupidez de las liebres de Iriarte que, discutiendo si eran galgos o podencos...“En esta discusión acalorada estaban cuando los perros —galgos o podencos— se les echaron encima, dando buena cuenta de ellas.” (2)
PS: Al vuelo de las últimas reflexiones de este texto sugiero la lectura del interesante artículo “¿A DÓNDE NOS LLEVA EL “ALTERNATIVISMO” DE LA IZQUIERDA SINDICAL?” (3)
NOTAS:
(1) http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2012/01/contra-keynes-y-los-keynesianos.html
(2) Iriarte, Tomás. “¿Galgos o podencos?”
(3) http://arevolucionarianopasaran.wordpress.com/2012/03/25/panfleto-a-donde-nos-lleva-el-alternativismo-de-la-izquierda-sindical/
NOTAS:
(1) http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2012/01/contra-keynes-y-los-keynesianos.html
(2) Iriarte, Tomás. “¿Galgos o podencos?”
(3) http://arevolucionarianopasaran.wordpress.com/2012/03/25/panfleto-a-donde-nos-lleva-el-alternativismo-de-la-izquierda-sindical/
¿En qué parte de mi artículo, celorio, he apoyado yo el pactismo de los "sindicatos de la tele", como tu les llamas? ¿Todavía no has entendido la diferencia entre "unión" y "unidad de acción en la lucha"? En cuanto al "gracias, no tomaré nada", decididamente: no sabes de lo que estás hablando. Esa expresión es parte del título del artículo "¿15 DE MAYO? NO GRACIAS, NO "TOMARÉ" NADA...."(http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2011/05/15-de-mayo-no-gracias-no-tomare-nada.html). Si a estas alturas eres uno de los que se presta a la crucifixión de los sindicatos mayoritarios, que son tan "de clase" como los que tu llamas así, entre otras cosas porque la gran mayoría de los trabajadores afiliados sindicales de este país milita en ellos y no en aquellos a los únicos que aplicas tal categoría, si a estas alturas no entiendes que hay una operación para criminalizarlos desde el PP, la CEOE y la derecha mediática de este país ( “al primer piquete que haya mañana,
ResponderEliminarespero que lo atropelle un coche policia”
Jimenez Losantos), si no entiendes que una cosa es la crítica a sus cúpulas ("LO QUE NO PUEDE DURAR EN CCCOO Y UGT": http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2012/02/lo-que-no-puede-durar-en-ccoo-y-ugt.html) y otra a su base social, si a estas alturas prefieres a los 15 Memos, buena parte de cuyas bases se han dedicado durante un período del proceso hacia la huelga a sembrar dudas sobre si ésta debiera
llevarse a cabo porque sería hegemonizada por los sindicatos mayoritarios...es que además, de no entender nada y ser un sectario, tienes aquella cultura política que tan bien vino a Hitler para llegar al poder cuando ponía en circulación el término "socialfascista", en vez de contribuir a forjar el "frente de hierro" entre reformistas y revolucionarios, que pidió entonces Trotsky...eso si podemos dilucidar quienes son hoy revolucionarios, a tenor de ciertas posiciones como las que tu defiendes. Creo que no tienes ni puta idea del momento en el que estamos. Si caen CCOO y UGT, ¿quienes sacarán adelante la siguiente huelga general? ¿Los que el 27-E de 2011 la convocaron y, sin desconvocarla, la convirtieron en manifestaciones? ¿Los que desde entonces acuñaron aquello de "hacia la huelga general" y no tuvieron los cojones de sacarla ellos solos adelante en más de un año? Fuera de Ego Euskal Herría y parcialmente de Galiza y algo en Andalucía la realidad de implantación social del sindicalismo alternativo se llama ficción. Se crece cuando se tienen posiciones correctas y se es capaz de impulsar un giro a la izquierda desde una unidad con las bases -sí, CON LAS BASES- del resto del sindicalismo y no con maximalismos ridículos, insidiosos e insultantes como el que tu mantienes.
¿Quienes son revolucionarios? en los paises llamados comunistas muchos contrarevolucionarios y ejecutados eran los verdaderos comunistas y revolucionarios.
ResponderEliminarNo soy socialfascista, apoyo la huelga general, pero indefinida, y no el pactismo, sino la derogación de la reforma. Los sindicatos del Estado son bastante más socialfascistas que yo. Deberías informarte mejor de a lo que se han dedicado los sindicatos desde la transición (ETT´s, reciente retraso en la edad de jubilación etc, financiación..) Apoyo a la base social de los sindicatos de la tele, aunque a veces esta pobre gente sea engañada (pagar su cuota sindical para luego ser despedida en un ERE pactado por el propio sindicato, un ERE con el que el propio sindicato se lleva un dinero, un escándalo)
Decir que un afiliado a CCOO/UGT "milita" es no saber lo que se está diciendo. La inmensa mayoría de los sindicados no militan, utilizan el sindicato como una gestora de servicios a cambio de su carnet.
Apoyo tu visión de un "frente de hierro", pero creo que los sindicatos de plastilina no están por la labor, puesto que están articulados con el estado y se dedican a la política, no a defender los intereses de la clase trabajadora. También lógicamente concuerdo con tu artículo de crítica a los sindicatos mayoritarios. O vuelven a posiciones de confrontación después del órdago que supone la actual reforma o van a perder la credibilidad que les queda
Dices además que los sindicatos minoritarios no tienen la implantación social necesaria para llevar a la sociedad a la huelga, pero los logros en las empresas donde están implantados son notables. Justificas que no hay que apoyarles por su baja "representatividad". A diferencia de los mayoritarios , no es lo que buscan. Lo tuyo es la psicología del voto útil llevado al sindicalismo
Te paso un documento interesante elaborado por la CNT, un sindicato que si no está de acuerdo con tu postura, seguramente para tí sea de derechas y fan del ex-comunista Jimenez Losantos
http://cnt.es/sites/default/files/dossier_legitimidad_sindicatos.pdf
Salud
Vayamos por partes, celorio:
ResponderEliminarEn primer lugar, esa andanada que me lanzas alude a “países llamados comunistas” y a la ejecución y denominación como contrarrevolucionarios de “verdaderos comunistas y revolucionarios” da en hueso. Contrarrevolucionarios, además de procesos de Moscú infamantes contra auténticos comunistas también los hubo. Nunca he sido estalinista. Si una posición respecto a las libertades me ha definido siempre es la de Rosa Luxemburgo. Seguramente conocerás dicha posición. Eso sí, mi posición política no se alimenta del permanente mantra sobre lo malos que eran aquellos países que, por cierto, ningún marxista llamó nunca “países comunistas”, entre otras cosas porque nunca confundió definición política del partido en el gobierno con modelo de sociedad. Ni siquiera Stalin dijo nunca que la URSS fuera un país de sociedad comunista. Pero no porque fuera un etapista, que lo era, sino porque el comunismo para Marx es una sociedad que ha superado el Estado. Aclarado este punto, continúo.
Apoyas la HUELGA GENERAL INDEFINIDA, dices ¿Con qué sindicatos, con cuántos trabajadores, en qué momento consideras que debe lanzarse? ¿O es más bien un “desideratum” de pureza ideológica lanzada contra quienes consideremos que, decir eso EN ESTOS MOMENTOS, es una boutade más a la que cierto radicalismo nos tiene acostumbrados? Para hacer mimbres hay que tener cestos y no los tienes ni sindicales, no sociales de trabajadores, ni de momento concreto. ¿Te suena eso de los procesos, la acumulación de fuerzas, la dinámica hacia la toma de conciencia de la clase trabajadora, la maduración de las condiciones objetivas y el análisis concreto de la realidad –y de la situación- concreta? Posiblemente quien te reproche el absurdo de tal planteamiento te parezca un pactista, vendido, burócrata sindical y afiliado a un “sindicato de la tele”. No dejo de pensar que muchos son diminutos Iznogud-es con deseo de ser califas en lugar del califa o, como decía aquella canción de la movida madrileña, “quisiera ser un bote de Colón para salir en la televisión”.
Yo también estoy en contra del pactismo y de la derogación de la reforma (creo haberlo dicho en varias ocasiones) pero difícilmente ese “apoyo a la base social de los sindicatos de la tele” y al "frente de hierro", son sinceros, entre otras cosas porque para hacerlo no funciona usar permanentemente la agresión contra los sindicatos a los que esos trabajadores están afiliados . La táctica del sectario suele ser la de llamar a la unidad de acción y lucha, boicoteándola desde la agresión verbal permanente (sindicatos de la tele, sindicatos de plastilina. No conozco apenas escisiones que no lleven en sus siglas la palabra UNIDAD. ¿Te suena lo del patriotismo de organización? Es lo que la gente como tú estimuláis en muchos de esos afiliados. Yo escribí hace tiempo algo muy similar a eso de que no hay militancia en los sindicatos burocratizados pero hete aquí que los piquetes de la huelga general, formados en su inmensa mayoría, te pongas como te pongas, por miembros de CCCO y UGT no estaban formados sólo por delegados sindicales. Hubieran sido entonces muy pocos. Te aseguro que ser piquete implica cierta dosis de riesgo y exige cierto grado de compromiso que no es el de simple afiliado. Podría hablarte de unas cuantas empresas que conozco directamente en la que los miembros de CCOO echaron el resto desde días antes del 29-M para sacar la huelga adelante. En todo caso, reconozco que usar el término “milita” no ha sido lo más afortunado de mi contrarréplica anterior. Duverger ya explicó en su día que en las grandes organizaciones de masas (800.000 afiliados CCOO) la distancia entre afilado y militante es mayor que en las pequeñas. En estas últimas, como no sean todos muy militantes van jodidos. Aún así te podría hablar de unos cuantos miembros que conozco que tienen carné sindical de organizaciones fetén y ultracombativas y ellos se los rascan a dos manos (sigo...)
Comparto lo que dices de que los sindicatos mayoritarios “o vuelven a posiciones de confrontación después del órdago que supone la actual reforma o van a perder la credibilidad que les queda”. Pero eso no garantiza que si vuelven a un sindicalismo combativo no pierdan base social; entre otras cosas porque la represión sindical está siendo ya brutal, con miembros de sindicatos mayoritarios y con miembros de sindicatos minoritarios. La acción sindical en las empresas se va a volver tremendamente dura.
ResponderEliminarPuede ser que “los logros en las empresas donde están implantados –los sindicatos minoritarios (sean) notables”, como tú dices. Pero la posición de la izquierda alternativa sindical en el conflicto de funcionarios, sentándose a negociar con la Generalitat junto a los dirigentes de CCOO y UGT, sin salirse ni un milímetro de la hoja de ruta marcada por éstos -sin jornadas de huelga, ni unidad de los distintos sectores...- es un ejemplo de la unidad que no ayuda a avanzar el levantar una verdadera alternativa de lucha (http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2012/03/donde-nos-lleva-el-alternativismo-de-la.html). Podría hablarte del papel revienta Huelgas del Presidente del Comité de Empresa de los autobuses de Barcelona, Josep Garganté, de CGT oponiéndose a la huelga general del 29M en Barcelona. O de la negativa Solidaridad Obrera, otra de las escisiones del sindicalismo fetén de la CNT, a apoyar la huelga del 29-S del 2010 en Metro Madrid. Es cierto que debido a la traición por el penoso pacto alcanzado por CCOO y UGT meses antes con la dirección de Metro, a espaldas de estos y de otros sindicatos. Lo mismo que digo una cosa digo otra. Pero negarse a apoyar una huelga general para la que había entonces también más que motivos es igualmente traición; ésta nacida del sectarismo de quienes dan lecciones de pureza.
En ningún sitio he dicho que “que no hay que apoyarles por su baja "representatividad””. Dime dónde he escrito eso o retráctate. Es lo correcto. Cierto que he hablado de baja “representatividad” pero, salvo CNT, casi todos los demás pasan por el aro de las elecciones sindicales que, te recuerdo, es lo mismo de lo que me acusas a mí: “Lo tuyo es la psicología del voto útil llevado al sindicalismo”. Para dar lecciones de pureza hay que ser el más limpio. CNT puede decir que no participa en elecciones sindicales pero utiliza los resquicios de ese sindicalismo vertical del que hablas para funcionar desde secciones sindicales, lo que es pasar por una parte de la ley. Anarcosindicalismo hasta cierto punto. En cuanto a la cuestión de sus delegados es cierto que los elige la asamblea a mano alzada y no en voto secreto en urnas pero no deja de ser menos cierto que, en la practica, el sindicalismo de CNT es sobre todo el de una asociación de propagandistas a la puerta de la empresa (la pancarta) antes que de un sindicalismo dentro de la propia empresa. Sé que lo que te digo es reduccionista y que CNT ha crecido en los últimos tiempos pero también los demás, incluidos los mayoritarios. El 10% de afiliación de la masa trabajadora a sus siglas no es diferente del 10% francés, país de grandes tradiciones sindicales a lo largo de su historia y que abrió, con los reformistas CFDT y CGT (sé que hay otros como FO) las grandes luchas de los primeros años de esta crisis capitalista.
Mis sindicatos hoy son todos los que han estado en la huelga general del 29M porque todos son expresión de la clase trabajadora. Los reformistas, a los que hay que empujar y desbordar a las cúpulas de sus direcciones pero sin que sus bases se sientan agredidas por vuestros ataques permanentes ( continuaré criticándoles todo lo que vea necesario, teniendo claro quién es el enemigo y quién el oponente), y los alternativos a su izquierda porque aquí no sobra nadie y menos unas posiciones de izquierda necesarias para traer a otros hacia ella.
PD. Creo que mi análisis sobre porqué CCOO y UGT acabarán girando hacia posiciones más combativas directamente no te lo leíste.