Página12
El
presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció al
presidente de Goldman Sachs, Gary Cohn, hacerse cargo del Consejo
Económico Nacional de la Casa Blanca, según informó ayer, sin
citar fuentes, el canal de televisión NBC News.
Cohn
es un veterano directivo de Goldman Sachs que dirige en la actualidad
las operaciones del banco de inversiones. La propuesta ya está
encima de la mesa pero todavía no está claro que Cohn vaya a
aceptarla, según las mismas fuentes, que añadieron que a finales de
noviembre pasado el presidente de Goldman Sachs empezó a barajar la
posibilidad de abandonar el banco. El Consejo Económico Nacional es
el principal órgano económico del presidente de Estados Unidos que
se encarga de coordinar la política económica de la administración,
un puesto con gran influencia dentro de la Casa Blanca.
Cohn,
de 56 años, fue presidente y director de operaciones de Goldman
Sachs durante diez años. Comenzó su carrera en Wall Street en 1983
en la Bolsa Mercantil de Nueva York, donde vendía acciones. En 1990,
se unió al grupo de Renta Fija, Divisas y Materias Primas de Goldman
Sachs y siguió a Lloyd Blankfein (Director General de Goldman Sachs)
en posiciones gerenciales en la División de Valores de la compañía.
Cohn se reporta con Blankfein y ha sido un candidato claro para
sucederle, aunque Blankfein no ha dado indicios de que planea
renunciar y finalmente no padece cáncer tras someterse el año
pasado a quimioterapia por un linfoma.
El
nuevo papel de Cohn en el gobierno vendría con un gran beneficio,
más allá de ocupar uno de los dos papeles más importantes de la
política económica en la administración entrante de Trump. Bajo
una regla de 1989, Cohn puede vender sus 190 millones de dólares en
acciones de Goldman Sachs, lo que, gracias a un aumento en las
acciones de los bancos después de las elecciones, está en su punto
más alto. En la tasa más alta de impuestos, es un beneficio por
valor de 38 millones de dólares en pagos atrasados a la hacienda. En 2013,
Susana Craig del diario The New York Times, describió a Cohn como
“El Príncipe Carlos de Wall Street”, un hombre para quien la
corona parece estar más allá de su alcance. De aceptar finalmente
la oferta, Cohn se convertiría en otro hombre de Goldman Sachs en
entrar en la próxima administración, después de que Trump
propusiera a Steven Mnuchin, ex directivo del banco, para el
cargo de secretario del Tesoro. También trabajó durante años en
Goldman Sachs Stephen Bannon, que fue elegido por el presidente
electo como estratega jefe y consejero principal de su administración
unos días después de su victorias en las elecciones del 8 de
noviembre.
A
su vez nombró al inversor privado multimillonario, Wilbur Ross, como
Secretario de Comercio. Ross es propietario de una mina de carbón
que tenía citaciones por más de 200 violaciones de seguridad, antes
de que un accidente matase una docena de trabajadores. Además, es
miembro de una fraternidad secreta de Wall Street, en la cual vestido
con zapatillas de terciopelo, cantaba canciones de teatro burlándose
de la gente pobre. Al mismo tiempo, Trump eligió a una millonaria
para dirigir el Departamento de Educación, Betsy DeVos, y a un
multimillonario con casi ninguna cualificación más allá de ser un
multimillonario como subsecretario de comercio, Todd Ricketts, un
hombre de negocios que es dueño del equipo de béisbol Chicago Cubs.
La
decisión de Trump de invitar a varios empleados de Goldman Sachs a
unirse a su administración, ciertamente desafía la imagen populista
que cultivó mientras se postulaba para el cargo presidencial. El
presidente electo cerró su campaña con un anuncio que golpeó el
establishment político y financiero, emparejando clásicamente
frases antisemitas con imágenes del presidente y CEO de Goldman
Sachs, Lloyd Blankfein, el multimillonario George Soros, la
presidenta de la Reserva Federal Janet Yellen y otras figuras
financieras.
Cohn
es el último de una larga lista de ex ejecutivos de Goldman Sachs
para asumir cargos gubernamentales en materia de política económica
y regulación financiera y se convertirá en el tercer socio de
Goldman Sachs en liderar el Consejo Económico Nacional. Robert Rubin
y Stephen Friedman, que sirvieron juntos como co-jefes de Goldman a
principios de la década de 1990, también tuvieron el mismo trabajo.
Rubin sirvió a la administración de Clinton de 1993 a 1995 y
Friedman sirvió a la administración de George W. Bush de 2002 a
2004. Rubin dejó el Consejo Económico Nacional para convertirse en
secretario del tesoro, un papel que tuvo otro presidente anterior de
Goldman Sachs, Hank Paulson, llenado durante el Presidencia de George
W. Bush.
Fuera
de la rama ejecutiva, la Reserva Federal está llena de banqueros
Goldman. Cuatro de las 12 sucursales regionales del banco central
están dirigidas por ex ejecutivos de Goldman. La Reserva Federal es
responsable de elaborar la política monetaria estadounidense y tiene
importantes obligaciones regulatorias.
NOTA
DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Los
sectores que despreciaron la orientación ideológica y de clase tras
el conglomerado que ha proyectado a Donald Trump a la Casa Blanca, y
se centraron en sus declaraciones geopolíticas y geoestratégicas,
empiezan a sentirse decepcionados, una vez que comprueban que las
intenciones del futuro nuevo Presidente son las de romper el tándem
China-Rusia, atrayéndose al segundo y combatiendo, en un primer
momento, comercialmente al primero.
Los
de la “multipolaridad” aún creen que hay potencias mundiales
buenas y malas.
Al
carácter imperialista del capitalismo le liman toda su condición
económico-financiera, la principal, y priman de modo absoluto su
condición belicista, que es absolutamente dependiente de la primera.
Soslayan
que el imperialismo es un sistema mundial, a la vez que una forma de
competencia entre las grandes potencias mundiales, por lo que limitan
aquél a una sola potencia, salvando de tal carácter a cualquier
otra que no sea solo Estados Unidos. Y lo hacen en función de
cuestiones que son de tipo coyuntural, “olvidando” cómo se
disputan en el tablero económico y geoestratégico mundial sus
repartos de influencias.
En
cualquier caso, el desprecio que hicieron al carácter ideológico y
de clase de Trump, que no es muy distinto del de Obama, salvo en los
aspectos relativos a las minorías, merece el consecuente repudio desde una posición marxista y de clase.
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