Franco Vielma. La Haine
López es hoy, probablemente, el único hijo
favorito de la burguesía local que ha sido sentenciado por la justicia
venezolana en tiempos recientes
Durante los actos del 12 de febrero de 2014, y que
dieron inicio a las guarimbas en Venezuela ante la vista de todo el país,
Leopoldo López Mendoza convocó a sus seguidores a lo que siempre estuvo lejos
de ser una reacción espontánea de la población de la clase media del país
contra el Gobierno venezolano.
Las guarimbas se impusieron como imperio de
terror, asesinando indiscriminadamente, amurallando y confinando a miles de
familias detrás de barricadas en urbanizaciones en varias ciudades del país.
Pero los hechos concretos por los que López Mendoza fue juzgado, fueron
aquellos que dieron cuenta de su actuación pública y notoria en la instigación
a la violencia, que devino en el ataque contra la sede del Ministerio Público y
quienes allí se encontraban antes de su incendio.
Al respecto, los fiscales, durante 70 audiencias
de juicio y mediante 108 órganos de prueba evacuados, dejaron en evidencia la
instigación que López tuvo sobre sus partidarios, acción que desató la “euforia
negativa en sus simpatizantes” y que conllevó al ataque contra la sede
principal del Ministerio Público. Tal acción generó pánico a más de 800
trabajadores y sus hijos, quienes se encontraban en el edificio.
Algunas cuestiones sobre Leopoldo López y su
juicio
Leopoldo López Mendoza contó para su defensa con
el pool de abogados criminalistas mejor pagados de Venezuela. No podía ser de
otra manera tratándose de un verdadero burgués con pedigrí, cosa que dista
mucho de la imagen que se le pretendió hacer durante su juicio, de “preso
político” y “perseguido”. Nunca, en ningún juicio contra los verdaderos presos
políticos que hay en cárceles de EEUU, se ha visto que estos acusados hayan
sido objeto de rigurosas y supercostosas defensas de la mano de los abogados
más caros de ese país.
No es para menos. Leopoldo López Mendoza es en
esencia el único verdadero hijo de ricos juzgado en Venezuela en años
recientes, para no decir que es el único que ha sido juzgado en la historia de
Venezuela luego de la Guerra Federal, pues, excluyendo a algunos ricos
corruptos juzgados en el siglo XX, López es quizás el único aristócrata con una
larga línea ascendente de riqueza y poder que pagará un crimen ante la
justicia.
Sobrino-nieto del viejo Eugenio Mendoza,
empresario acaudaladísimo que fue dueño de la Cargill, dueño de constructoras
contratistas que en la era adeca hicieron una fortuna inmensa con negocios con
el Gobierno. A lo largo del país hay urbanizaciones llamadas “Fundación
Mendoza”, que eran urbanismos privados para la clase media construidos por la
empresa de esta familia. El viejo Eugenio también fue dueño del Banco La
Guaira, Venepal y la cementera Vencemos.
Esta familia es de la misma casta de los Mendoza
de la Polar, quienes provienen de la línea del viejo Lorenzo Alejandro Mendoza
Fleury, el abuelo del actual Lorenzo Mendoza que hoy dirige la Polar, familia
de Leopoldo. La mamá de Leopoldo, Antonieta Mendoza, fue ex directora de Pdvsa,
y fue quien corruptamente financió desde ahí el nacimiento del partido Primero
Justicia.
Gran parte de la fortuna familiar del viejo Eugenio
fue expoliada o extraída del país por esa familia, pues grandes empresas como
Cargill y Vencemos pasaron a manos de consorcios transnacionales luego de ser
vendidas o, en su defecto, las compró a sobreprecio el mismo Estado venezolano
en la era adeca, para luego privatizarlas a precio de gallina flaca.
Leopoldo López Mendoza fue defendido, entre otros,
por el abogado Juan Carlos Gutiérrez, quien adquiriera notoriedad por ser el
defensor del Hannibal Lecter venezolano, el violador y asesino, profesor,
político y excandidato presidencial, el psiquiatra Edmundo Chirinos, durante su
juicio por el asesinato de la estudiante Roxana Vargas.
Hagamos un alto acá para una reflexión.
Básicamente, la “lógica” del derecho y del legítimo derecho a la defensa se basa
en el juego de que, valiéndose casi de cualquier artimaña viable legalmente, un
abogado puede virtualmente torcerle el brazo a la justicia para colocar a
asesinos y criminales en las calles. En eso consiste el cinismo de la abogacía,
plagada de profesionales tremendamente ambiciosos. Es la misma lógica que hace
que un abogado reciba dinero de un Pablo Escobar para que le defienda y éste
sea absuelto de culpas.
En el mundo del derecho, un abogado “exitoso”
sería catalogado como tal por ser capaz de colocar en las calles a Charles
Manson. Y esa “lógica” muy bien pagada fue la que inspiró al abogado de Edmundo
Chirinos a defender a Leopoldo López Mendoza. En ese mundo del
seudoprofesionalismo por la “justicia” no se trata de que los victimarios
respondan ante la justicia y ante sus víctimas, se trata de que sean absueltos
a como dé lugar.
En el año 2008 mientras se le hacía el juicio a
Edmundo Chirinos, Gutiérrez fue riguroso en la dilación del caso mediante
diferimientos del mismo, la desestimación de hallazgos forenses, la
desestimación de testigos informantes y hasta la desestimación de la
legitimidad del diario de Roxana Vargas, la estudiante asesinada, donde reseñó
su relación sentimental con quien terminó siendo su verdugo. Al encontrarse
todos los elementos de prueba, Chirinos fue sentenciado a 20 años de cárcel y
luego Gutiérrez conseguiría el beneficio de casa por cárcel para Chirinos,
quien moriría poco tiempo después.
Así funciona la antilógica de la “justicia” penal.
Para los defensores, se trata de hacer lucir lo que es como lo que no es. El
juicio contra Leopoldo López se extendió más de lo esperado, asumiendo que la
defensa se basó en una estrategia de desgaste contra varios testigos
presenciales y expertos durante más de un año. Hubo testigos expertos,
semiólogos, quienes se encargaron de realizar peritajes al discurso y tuits de
Leopoldo López antes y durante los eventos del 12 de febrero de 2014,
concluyendo mediante sus investigaciones, debidamente respaldadas, que Leopoldo
López instigó a la violencia y que ante el país participó en un concierto
público que se tradujo en el ataque violento a un edificio y a personas que se
encontraban dentro.
Las rondas de preguntas de la defensa fueron
maratónicas, duraron de 11 a 14 horas, hasta horas de la madrugada. Consistían
en preguntas reiteradas, tendenciosas y rigurosas contra los peritos,
intentando producir inconsistencias en sus comentarios y en sus informes.
Leopoldo López Mendoza, quien es abogado,
participó activamente en su defensa. Interrogó, amedrentó y hasta intimidó a
los testigos expertos y presenciales de lo ocurrido el 12 de febrero de 2014.
López empleó técnicas de desgaste psicológico contra varios testigos,
planteando situaciones hipotéticas en las que él sería Presidente de la
República y que, en ese escenario, los testigos podrían ser objeto de demandas
y acciones legales, por actuar en un juicio contra su persona, pues, según López,
estos testigos se han valido de su perfil profesional para manchar su nombre en
un juicio. Básicamente, López y sus abogados intentaron hacer inhibir a varios
testigos.
Por otro lado, la parte de la Fiscalía en el caso
sufrió ataques de diversa índole puertas afuera de los tribunales.
Amedrentamiento, llamadas anónimas, amenazas a ellos y a sus familiares. Estos
abogados acusadores se vieron obligados al confinamiento y a la protección del
Estado, entendiendo que lidiaban contra la amenaza potencial de factores de la
derecha fascista venezolana, demostradamente asesina y criminal.
No olvidemos lo revelado por Diosdado Cabello al
iniciarse la etapa final del juicio a López, quien declaró ante los
funcionarios públicos [que López había dicho]: “Cuando sea presidente ya
verán”.
¿Víctima o victimario?
El juicio de López desnudó paradojas tremendas, ya
que mediáticamente se presentaba como un “juicio político”, siendo en realidad
una de las más duras batallas legales que ha ganado el poder público contra
factores históricamente intocables de Venezuela. Básicamente, unos fiscales
asalariados del Estado han logrado demostrar lo evidente, frente a la defensa
privada más costosa de Venezuela: Leopoldo López Mendoza cometió crímenes
frente a los ojos del país, ha sido juzgado y sentenciado. Es este un hecho
inédito en la historia del sistema penal venezolano.
López Mendoza ha sido inscrito en la historia
venezolana como un episodio espantoso, que bajo ninguna circunstancia debe
reeditarse, y he ahí que la batalla por la justicia y la verdad ya no tendrá
lugar en los tribunales, sino que volverá a la calle hecha debate nacional. En
la oposición los llamados son ya a la violencia. El juicio y la sentencia, ya
son un escenario de confrontación real de la política, es cuerpo de dos
discursos nacionales que se contraponen. No hay que permitirle a los violentos
que impongan su juego de la pseudopolítica. La justicia ha hablado, con
imparcialidad, con autonomía, con transparencia y con severidad, pese a las más
estruendosas presiones políticas y económicas nacionales e internacionales. La
justicia se ha impuesto, pese a la presión del fascismo y sus matones. La pena
contra López Mendoza es proporcional y exacta a la característica de sus
crímenes. Se ha hecho justicia.
Enhorabuena para las víctimas de las guarimbas,
Leopoldo López Mendoza es culpable y ha sido sentenciado: ¡Basta de impunidad!
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Mientras tanto Pablo Pablito Pablete, Mesías de los podemitas, sale en defensa del inductor al asesinato de venezolanos, Leopoldo López
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Mientras tanto Pablo Pablito Pablete, Mesías de los podemitas, sale en defensa del inductor al asesinato de venezolanos, Leopoldo López
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