19 de febrero de 2014

ALEMANIA PONE LA POLÍTICA EXTERIOR AL SERVICIO DE LA VENTA DE ARMAS

Protesta pacífica en mayo de 2013 para reclamar 
el fin de la venta de tanques de la empresa Rheinmetall 
a Arabia Saudí. / UWE HIKSCH
EL NEGOCIO DE LA GUERRA
Carmela Negrete. Diagonal

Venta de armas a dictaduras, sobornos y endurecimiento de la política exterior... todo para mejorar las cifras del sector.
Alemania es el tercer exportador de armas del mundo, un negocio que en 2011 generó más de 5.000 millones de euros. La venta de armamento a dictaduras y la utilización de sobornos para vender armas a países empobrecidos o azotados por la crisis han multiplicado las críticas contra la recién estrenada coalición de democristianos y socialdemócratas.
Una de las operaciones más polémicas es el plan de vender cien embarcaciones militares, patrulleras de fronteras, por valor de 1.400 millones de euros, al Ministerio del In­terior de Arabia Saudí, según publica el semanario Der Spiegel. Los socialdemócratas lo justifican con la excusa de que “no se trata de material para la guerra”.

Sin embargo, en la pasada legislatura, el actual jefe de la fracción en el Parlamento del Partido Social­de­mó­crata Alemán (SPD), Thomas Opper­mann, criticó las noticias que se recibieron sobre los planes del Gobierno diciendo que Merkel quería “armar hasta los dientes a Arabia Saudí”. Además, el jefe del partido, Sigmar Gabriel, había declarado en una entrevista que en el futuro tratarían de limitar las exportaciones de armas y que no querían enviar instrumentos de sometimiento a regímenes autoritarios.
No era la primera vez. En 2011 trascendían los planes para vender 200 tanques Leopard a Arabia Saudí, una operación que provocó enormes críticas en el país porque la venta ha de ser autorizada por el Minis­terio de Economía. Merkel defendió la venta, pero el trato no pudo llevarse a cabo por el escándalo: en aquellos momentos se hablaba de que Arabia Saudí podía haber apoyado al Go­bierno de Bahrein con armas para atacar a manifestantes pacíficos.

Cambio armas por deuda

La noticia de la venta de las embarcaciones salió a la luz cuando aún estaba reciente el escándalo de corrupción por el que empresas alemanas habrían sobornado con varios millones de euros a funcionarios griegos para venderles tanques en medio de la mayor crisis griega que se recuerda. Krauss-Maffei Wegmann, Rhein­me­tall y Atlas son las empresas alemanas que aparecen mencionadas en relación con las deudas provocadas por la compra de este armamento y que habrían endeudado aún más al maltrecho Estado griego. Un antiguo trabajador del Ministerio de Defensa griego y varios extrabajadores de la industria armamentística, preguntados por la Fiscalía ateniense, acusan a estas compañías del soborno. Anto­nios Kantas, que fue director de armamento en el Mi­nistro de Defensa griego, aseguraba ante la Justicia haber sido sobornado con ocho millones de euros, de los cuales 3,2 serían alemanes. La mayor parte de la inversión griega habría sido realizada en la compra de tanques. En 2003 encargó 170 tanques de combate del tipo Leopard 2, para los cuales aún el año pasado pagaba 1.700 millones de euros.

La modernización de los submarinos y la venta de otro material armamentístico cuenta también dentro de la ecuación de la deuda griega con empresas armamentísticas alemanas, que han negado haber pagado soborno alguno. Según la Fiscalía de Bremen, en el programa alemán de investigación Monitor los acusados tienen posiciones de responsabilidad dentro de estas empresas. Está por ver si se confirma ante el juez si hubo soborno, como fue el caso en 2011 con la venta de submarinos a Por­tugal por la empresa Ferrostal.

Escalada militarista

La industria armamentística alemana y sus oscuros negocios no es la única cuestión que inquieta a las organizaciones pacifistas. Tam­bién la disposición del nuevo Gobierno de “hacer frente a una mayor responsabilidad en el marco de la comunidad internacional”, según las palabras de la ministra de Defensa, Úrsula von der Leyen, pronunciadas el 1 de febrero en Munich.
Ese día, en la ciudad bávara se reunieron los lobbistas de las mayores empresas armamentísticas del mundo con representantes de alto nivel, como el secretario de Estado de EE UU, John Kerry. El presidente alemán, Joachim Gauck, dejó a todo el mundo atónito cuando pidió un papel más activo de Ale­mania en la OTAN. Es la primera vez que un presidente alemán se muestra tan “guerrero” y Merkel no tardó mucho en obedecerle.
Pocos días después, el nuevo Go­bierno decidía prolongar diez meses más la misión en Afganistán del Ejército alemán. El mismo día, aumentaban el contingente de soldados alemanes en Mali. También la participación que Alemania mantiene en la operación conjunta de la OTAN en Siria, desde donde realiza tareas de apoyo en Turquía y tiene instalados misiles Patrol, es criticada sobre todo por el partido Die Linke.
Frente a la conferencia, que provocó una vez mas el caos en el centro de Múnich, se celebró un contraprograma con manifestación, charlas de movimientos por la paz e invitados internacionales bajo el lema “Con la OTAN no hay paz”. Uno de los invitados a hablar en la manifestación fue la antigua integrante de la Frac­ción del Ejército Rojo Inge Viett. Su intervención provocó la indignación de Attac, que está planteándose no participar más en la protesta porque, según ellos, una persona que ha participado en una organización que emplea la violencia para sus fines no puede hablar de paz en el mundo.

Sobornos para la compra de armas alemanas

Durante el verano de 2010, la noticia se filtraba a varios medios de comunicación: funcionarios del Ministerio de Defensa griego se reunieron con directivos de la constructora alemana de submarinos Thyssenkrupp Marine Systems (TKMS) y sus socios de Abu Dhabi Mar (ADM) para establecer los pagos por la venta del material bélico en medio de la crisis que asola al país heleno. Mientras, el Gobierno de Angela Merkel aprobaba unas ‘ayudas’ de 22.400 millones para el rescate a Grecia. Hoy se sabe que altos cargos de empresas armamentísticas pagaron millones de euros a algunos políticos griegos para asegurarse el negocio de los submarinos.

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