Rolando
Astarita. rolandoastarita.blog
Primero:
En la nota afirmo que la constitución de Catalunya como Estado
independiente no es históricamente progresiva. Mi crítico objeta
que Catalunya no se constituyó todavía como Estado independiente.
Pero esta objeción es absurda. Es que antes de que se concrete una
Catalunya independiente, la misma existe como programa. Y es este
proyecto el que critico en la nota.
Luego
mi crítico recuerda que el Estado español niega el derecho a la
autodeterminación. Pero esto también lo afirma la nota. A
continuación mi crítico dice que el Estado español es enemigo de
los trabajadores. Lo cual también es cierto. Pero aquí agrego que
el Estado catalán también es enemigo de los trabajadores; y que
también será enemigo de los trabajadores un Estado independiente
dirigido por la burguesía catalana. Pero esto último, como buen
nacionalista, mi crítico ni lo menta. Y se dedica a exaltar las
particularidades del pueblo catalán, al que presenta como más
progresista frente a “los atrasados” habitantes de Madrid
y aledaños. Lo cual le sirve para sostener que la eventual formación
de un Estado catalán independiente favorecerá la lucha de clases.
Sin embargo, una clase obrera en “unidad nacional” con
“su” burguesía (sea esta grande o pequeña) no está en mejor
condición para desarrollar la lucha de clases que una clase obrera
que ha roto, ideológica y políticamente, con el nacionalismo.
Dicho
de otra manera, el internacionalismo no es un adorno del programa
socialista. El internacionalismo es la negación más acabada de la
ideología burguesa que busca dividir a la clase obrera y enganchar
“a los trabajadores patriotas” detrás del carro de la
explotación. Por eso el nacionalismo no favorecerá lucha de clases
alguna en Catalunya.
Segundo:
A mi afirmación de que no existe una relación de explotación sobre
Catalunya, mi crítico contesta: “El Estado español y su
burguesía saquea a toda la clase trabajadora en todos los
territorios donde se extiende. Catalunya incluida”. Mi critico
yuxtapone entonces el hecho de que toda la clase trabajadora es
explotada “por el Estado español y su burguesía” con la
afirmación de que “Catalunya” es explotada. Pero
“Catalunya” es una abstracción si no se tienen en cuenta
las clases sociales que la componen; y si no se tiene en cuenta al
Estado catalán. Esto es, si no se tiene en cuenta a la burguesía
catalana (grande o pequeña) que explota a obreros catalanes y a los
obreros de todos los lugares en los que tiene inversiones. Pero de
eso, mi crítico ni palabra, por supuesto.Y también “Catalunya”
es una abstracción si no se tiene en cuenta a los políticos y altos
funcionarios catalanes que viven de la plusvalía. Sobre esto, de
nuevo, mi crítico ni palabra. Pero no solo esto, “Catalunya”
es una abstracción si no se dice que la burguesía catalana no es
explotada. Un punto que los nacionalistas jamás quieren poner sobre
la mesa.
Tercero:
En la nota afirmé que “no estamos en presencia de alguna forma
de nacionalismo feudal enfrentado a un nacionalismo catalán
democrático-burgués progresista.” Mi crítico responde
diciendo que existe un imperialismo español de corte fascista,
frente al cual el nacionalismo catalán es socialdemócrata, con una
corriente en ascenso de socialismo revolucionario y la burguesía en
descenso. Se trata del típico (en el stalinismo y similares) apoyo a
la burguesía “democrático-progresista” contra “el
fascismo”. Pero la realidad es que, por un lado, el gobierno y
el régimen español no son fascistas (¿hay que recordar lo que es
el fascismo?). Y por otra parte, hay que subrayar que el régimen
catalán no se distingue cualitativamente, en el plano de los
derechos democráticos, de cualquier otro régimen o gobierno, sea de
alguna otra zona autonómica, sea el gobierno central, o de cualquier
otro país de la zona del euro.
Con
esto estoy diciendo que la lucha contra las medidas represivas del
gobierno de Rajoy, destinadas a impedir el referéndum, y
eventualmente la secesión de Catalunya, no es excusa para embellecer
indebidamente a la burguesía y a la pequeña burguesía catalana. De
nuevo, este embellecimiento de un ala de la burguesía –para lo
cual siempre se presenta como fascista, o semi-fascista al ala
contraria- es lo tradicional en toda estrategia de colaboración de
clases “nacional y popular”. Estoy acostumbrado a este
discurso (la crítica de la izquierda pequeño burguesa argentina
dice que Macri es fascista) y no me impresiona. En este marco, vuelvo
a subrayar que la crítica a la burguesía catalana es central en la
lucha de los socialistas por la independencia de clase. Un socialista
catalán no debe criticar solo a la burguesía “extranjera”;
tiene que criticar a “su” burguesía (sea esta grande o
pequeña).
Cuarto:
En la nota planteé que “la formación de pequeños Estados
nacionales a lo largo y ancho de la Península Ibérica puede ser un
factor de mayor atraso y rivalidades” Mi crítico afirma que “no
hay ninguna base para tal afirmación pues la rivalidad precisamente
nace de la opresión nacional que practica el Estado español,
negando a las naciones su condición de nación”. La realidad
es que la formación de Estados nacionales conllevará,
inevitablemente, la creación de nuevas fronteras nacionales, que
generarán un campo más amplio para la imposición de barreras
aduaneras y de todo tipo. Son dinámicas inherentes a la competencia
capitalista. Esto es, no tienen que ver con una conformación
particular de un Estado. Si el pueblo catalán decide entonces la
formación de un Estado independiente, está en su derecho. Pero los
socialistas no decimos por eso que alentamos la formación de más y
más fronteras nacionales. Nuestro programa es el opuesto, queremos
acabar con las fronteras nacionales. Afirmo esto dejando de lado, en
este punto, que la burguesía catalana no es “oprimida”.
Es una clase explotadora y opresora, como toda otra burguesía
europea.
Quinto:
En la nota afirmé que “la exaltación del nacionalismo y del
particularismo no tiene nada de beneficioso para la clase obrera y el
socialismo. Y en Catalunya hasta podrían generarse mayores
divisiones en la clase obrera (por no hablar de la relación con los
trabajadores del resto de España)… Combatir al nacionalismo y
preservar la unidad de la clase obrera”. Mi crítico afirma:
“Lo que no tiene nada de beneficioso es que el Estado español
imponga al pueblo catalán su nacionalidad y niegue el derecho de
autodeterminación”. Pero en la nota defiendo el derecho a la
autodeterminación de Catalunya. Y ataco el nacionalismo. Lo cual
demuestra que se puede estar en contra de toda imposición
antidemocrática –como es impedir el referéndum y coartar el
derecho a la secesión- y al mismo tiempo estar en contra del
nacionalismo, de la exaltación patriótica y particularista.
Además,
mi crítico afirma: “La unidad obrera no significa unidad de
España”. Estamos de acuerdo. Pero también hay que decir que a los
marxistas no nos interesa la unidad obrera detrás de un proyecto
burgués nacionalista, ni detrás de una burguesía (sea grande o
pequeña) nacionalista. Para que lo entiendan los nacionalistas de
izquierda: la unidad de la clase obrera catalana, en base a la
independencia de clase, jamás podrá ser sinónimo de la unidad de
Catalunya (¿o hay que recordarles de nuevo que Catalunya es una
abstracción si dejamos de lado las clases sociales?).
Por
último, mi crítico dice que mi nota defiende “la unidad
impuesta por el Estado español”; que da alas “a la
reacción” y que niega “derechos a la clase trabajadora
catalana para su independencia de clase”.
Creo
poder comprender semejantes exabruptos. Las pasiones nacionalistas
siempre enceguecen. Pero la realidad es que mi nota critica la unidad
impuesta por el Estado español desde el momento que reivindica la
consigna –de larga tradición socialista- de autodeterminación
(incluido el derecho a la secesión). En este respecto, es absurdo
sostener que esa consigna fue planteada por el socialismo para
defender “unidades impuestas” y “dar alas a la reacción”. Y
también la realidad es que no hay otra manera de luchar por la
independencia de clase que decir la simple verdad a los trabajadores:
la explotación no cambiará un milímetro cambiando la nacionalidad
del explotador. Pero este es precisamente el punto que siempre pone
nerviosos a los nacionalistas, incluido a mi crítico.
NOTA
DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Quizá si lo dice alguien con
el prestigio de Astarita, este texto tenga mejor acogida que si lo
dice un servidor, que suscribe punto por punto (y que ha escrito
cosas muy parecidas sobre el tema catalán) lo que el autor argentino
y que, por tanto, vive a mucha distancia de este país, pero con una
visión que tanto ciego voluntario no alcanzaría en años.
En el caso de su detractor de
Borroka Garaia poco que decir, salvo que cuando se mezcla el
txacolí con el cava, el pedo es antológico y provoca delirium
tremens.
No espero que ni los
nacionalistas, que de izquierda no tienen nada, ni sus sucursales y
epígonos en el resto del territorio del Estado, que traicionan a la
clase trabajadora y a la menor idea de progreso con su papel de
comparsas de la burguesía, reflexionen lo más mínimo con este
texto -ni pueden intelectualmente, ni quieren porque carecen de la
honestidad moral e intelectual para hacerlo- pero sí que espero que
quienes se han visto arrastrados por la emocionalidad de estos días
pasados puedan encontrar en él cierta luz.