Por
Marat
El
21 de Noviembre pasado los medios de comunicación informaban, en
medio de un ruido mediático centrado en “otras cuestiones”, de
una noticia que mereció un tratamiento más destacado y una mayor
acogida social de los obtenidos: la aprehensión del mayor alijo de
heroína de esta droga en España por la policía. 331 kilos de
enorme pureza que llegó al puerto de Barcelona, con destino a los
narcopisos de Barcelona y Madrid.
Quien
tuviera los oídos abiertos al mundo y a lo que en él sucede de
verdad, y no a lo que nos dicen quienes marcan la agenda de nuestras
vidas que hemos de escuchar, llevábamos algún tiempo oyendo que la
heroína estaba empezando a asomar de nuevo en los barrios obreros,
que era mucho más pura y barata que en el pasado, que una generación
nueva, de nuestros jóvenes, se asomaba otra vez a la locura, que
pronto no sería ya el caballo
llamado muerte de los viejos yonkis en extinción sino que
tendría nuevo un nuevo reemplazo de esclavos.
A
los 23 años, hace ahora casi 33, mientras me quedaba solo cerrando
bares con un amigo, celebrando los últimos estertores de su
cumpleaños, vi los ojos parados de la muerte de una chaval que no
superaría los 25 al ayudar a sacar su cadáver del water de un pub
que ya no existe en la Plaza de Malasaña (Madrid).
Un
mes antes perdí a otro amigo, de esos que conoces un día en el
bar de la facultad y que al verano siguiente vuelve en los huesos,
habiendo sido antes un gordito simpático ligón y, al preguntarle
por su delgadez, te dice que por la dieta del cucurucho. Pero su
atonía muscular, sus ojeras y su desinterés por todo me indicaban
otra cosa. Ese curso ya no volvió tras las vacaciones de semana
santa. Supe luego que había muerto y también de qué.
Casi
15 años después perdí a otro amigo más, alguien a quien había
conocido como alumno de un curso que dí sobre investigación social
y técnicas cualitativas. Simplemente desapareció tras haber vuelto,
supuestamente, a su tierra, Gandía. La policía le dio por muerto.
No pude parar su proceso de destrucción por más que lo intenté.
En
mi barrió vi algunos matados hace unos 10 años. No podía evitar un
sentimiento de asco y pena a partes iguales.
Me
olvidé de todo después de eso.
Pero
hacia finales de noviembre de este año distintos medios echaron su ojos sobre el
barrio de Tetuán (Madrid) y su pretendida degradación. Hace unos 4
años trabajé durante unos meses en una zona que estaba alrededor de
las calles que quedan desde la plaza de Castilla hacia Bravo Murillo,
a la altura del metro de Tetuán. Noté que ante los atracos
habituales, el puterió envejecido, la basura que inundaba las calles
y la degradación general del barrio no había apenas intervención
policial ni acción municipal que intentase dignificar la zona. A
solo unas manzanas de Plaza de Castilla, a tan poca distancia de la
milla de oro del capitalismo patrio e internacional.
Soy
un hombre lento, que diría J.M. Coetzee. Me doy cuenta de las cosas
siempre muy pasadas éstas, a veces semanas. Pensé para mí luego:
alguien quiere hablar ahora de la degradación de un barrio que lleva
mucho tiempo degradado. Y me vino a la cabeza El Raval,
ese barrio al que siempre iba cuando viajaba a Barcelona hace años.
Putas, yonkis, mezquitas fundamentalistas semilegales, sijs
pacifistas, peluquerías del tercer y cuarto mundo, locutorios y
tiendas de móviles para inmigrantes pobres, lavanderías, basuras
en las calles, buena y mala gente, bares magníficos llenos de gente
canalla y pantagruélicos bocadillos de butifarra. Un mundo
imperfecto, un mundo del deshecho humano y de lo mejor que nuestra
especie da, un mundo mejorable y dignificable. Lo convirtieron en un
barrio al que querían llenar de centros culturales que no respondían
a las necesidades sociales del barrio, en un lugar lleno de oficinas
de la generalitat y el ayuntamiento, en un barrio con nuevos
edificios, tras destruir los viejos, para la clase media y media
alta. La pelea aún continúa. Hay quienes resisten defendiendo lo
mejor del viejo barrio, luchando porque éste sea mejorado pero sin
expulsar a las clases populares que lo han habitado históricamente. Contra la gentrificación.
Nunca
he hecho apología de la pobreza ni de lo cutre. Creo que nos
merecemos aquello por lo que peleamos, no por nacer, sino por
defenderlo. Creo que hay una diferencia enorme entre defender los
derechos conquistados por los explotados y hacer por ampliarlos y
derrotar a nuestros enemigos de clase y pensar que los “Derechos
Humanos” deben garantizarnos nada. Las cosas no vienen de cuna sino
de lucha.
Dicho
esto, tengo mis sospechas de que el capital, es decir, los bancos,
los especuladores inmobiliarios, los constructores, determinados
políticos, nos estén echando encima a la miseria asesina de los
vendedores de droga en nuestros barrios con el fin de reconvertirlos
en espacios para la mal llamada clase media, una vez que expulsaron a
los jóvenes hace 20 años de Madrid a los pueblos del sur.
Hace pocos días supimos que la zona de Puente de Vallecas se había llenado de basura en narcopisos. Los vecinos se están organizando contra esos menuderos de la muerte. Es lo que toca y lo que hay que hacer.
Hace pocos días supimos que la zona de Puente de Vallecas se había llenado de basura en narcopisos. Los vecinos se están organizando contra esos menuderos de la muerte. Es lo que toca y lo que hay que hacer.
Ya
han entrado también en barrios como Villaverde, Latina, Usera,
Carabanchel. No ha sucedido ahora. Hace tiempo de eso pero los medios
de comunicación ya hablan de ello. Hay evidentes intereses en utilizar esta cuestión para fines inconfesables, económicos y políticos. Les importa un carajo la vida de las víctimas que van a caer bajo la dictadura mortal de la aguja o el chino. Madres y padres necesitan organizarse antes de
que se oculte el problema humano. Todos ellos barrios de nuestra
clase, la trabajadora. Podemos verlo de muchas maneras. Yo lo veo de
un modo básico: van a por nosotros. Y dicho esto, creo que es el
momento de organizarse.
Como
pelearon las madres gallegas en su día, con Carmen Avendaño y
Erguete al frente de la
lucha de entonces. Es el momento de aprender de ellas. De darnos
cuenta de que esos canallas asesinos van por nuestros hijos y de
hacer frente a esa inmundicia. Reivindiquemos la vida, la sonrisa y
la esperanza de un mundo en el que podamos ser.
En
este blog no os pediré vuestro acuerdo con mi línea política pero
será un lugar que expresará las voces de vuestra protesta contra
los asesinos de vuestros hijos cuando queráis que lo haga. Del mismo modo os pido que en vuestra lucha no se mezclen sectas religiosas ni políticas. Mantened vuestra independencia. Será vuestra credibilidad