Manlio
Dinucci. Il Manifesto
Al
contrario de lo que afirma la OTAN, los misiles que Estados Unidos
está desplegando alrededor de Rusia sí apuntan contra este último
país. Por supuesto, no se trata de interceptar los misiles rusos
intercontinentales para poner fin al “equilibrio del terror”
y poder golpear a Rusia sin temor a su respuesta. La realidad es peor
que eso…
En
su primer encuentro con los gobernantes de Suecia, Dinamarca,
Finlandia, Islandia y Noruega, el 13 de mayo, en Washington, el
presidente Barack Obama denunció «la creciente presencia y la
postura militar agresiva de Rusia en la región báltico-nórdica»,
reafirmando el compromiso de Estados Unidos con la «defensa
colectiva de Europa». Compromiso precisamente demostrado con hechos
el día anterior, cuando se inauguró, en la base aérea de Deveselu,
en Rumania, el «Aegis Ashore», instalación terrestre del
sistema de misiles Aegis de Estados Unidos.
El
secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg –presente en la
ceremonia junto al vicesecretario del Departamento de Defensa Robert
Work y el primer ministro de Rumania Dacian Ciolos– agradeció a
Estados Unidos porque con esa instalación, «la primera de ese
tipo con una base terrestre», ese país incrementa notablemente
la capacidad para «defender a los aliados europeos ante los
misiles balístico exteriores al área euro-atlántica». Y
seguidamente anunció el inicio de los trabajos para instalar en
Polonia otro «Aegis Ashore», similar al que acaba de entrar
en funcionamiento en Rumania. Esas dos instalaciones terrestres se
agregan a 4 navíos lanzamisiles del sistema Aegis desplegados por la
US Navy en la base española de Rota, que ya navegan en el
Mediterráneo, el Mar Negro y el Báltico, y a un poderoso radar
Aegis instalado en Turquía, así como a un centro de mando en
Alemania.
Afirmando
que «nuestro programa de defensa misilística representa una
inversión a largo plazo contra una amenaza a largo plazo», el
secretario general de la OTAN asegura que «esa instalación en
Rumania, al igual que la de Polonia, no está dirigida contra Rusia».
Y después aporta una explicación técnica: la base de Rumania, que
«utiliza una tecnología casi idéntica a la utilizada en los
navíos Aegis de la marina de guerra estadounidense», está
«demasiado cerca de Rusia como para poder interceptar los misiles
balísticos intercontinentales rusos».
¿A
qué tecnología se refiere Stoltenberg? Tanto los navíos como las
instalaciones terrestres Aegis están dotados de lanzadores
verticales Mk41 de Lockheed Martin, o sea son tubos verticales (en la
estructura del barco o en un bunker subterráneo) que lanzan los
misiles interceptores SM-3. Esto es lo que se ha designado como
«escudo», aunque su verdadera función es ofensiva. Si
Estados Unidos lograra instalar un sistema capaz de interceptar los
misiles balísticos, podría poner a Rusia bajo la amenaza de un
primer golpe nuclear, confiando en la capacidad del «escudo»
para neutralizar la represalia.
En
realidad, eso es imposible en la actual situación ya que Rusia e
incluso China están adoptando una serie de contramedidas que hacen
imposible la intercepción de todas las cabezas nucleares en caso de
ataque con misiles. ¿Para qué sirve entonces el sistema Aegis
basado en Europa, sistema que Estados Unidos está reforzando?
La
explicación viene de la propia firma Lockheed Martin. Al ilustrar
las características técnicas del sistema de lanzamiento vertical Mk
41 –que, como ya vimos, está instalado en los navíos lanzamisiles
Aegis y también en la base de Deveselu–, Lockheed Martin subraya
que ese sistema es capaz de lanzar «misiles para todo tipo de
misiones: antiaéreas, antinavíos, antisubmarinos y de ataque contra
objetivos terrestres». Cada tubo de lanzamiento es adaptable a
cualquier tipo de misil, incluyendo «los más grandes para la
defensa contra los misiles balísticos y los de ataque de largo
alcance». Lockheed Martin especifica incluso los tipos de
misiles: «el Standard Missile 3 (SM-3) y el misil de crucero
Tomahawk».
A
la luz de esta explicación técnica, la precisión que aporta
Stoltenberg, cuando afirma que la instalación misilística de
Deveselu está «demasiado cerca de Rusia» y que por eso no
puede interceptar los misiles balísticos intercontinentales rusos,
no resulta nada tranquilizadora. El hecho es que nadie puede saber
qué tipo de misiles se han instalado en los lanzadores verticales de
la base de Deveselu y en los que llevan los navíos que navegan al
borde de las aguas territoriales rusas. A falta de poder verificar
eso, Moscú da por seguro que hay misiles nucleares de ataque.
La
inauguración de la instalación misilística estadounidense en
Deveselu puede significar el fin del Tratado sobre las Fuerzas
Nucleares Intermedias, firmado por Estados Unidos y la URSS en 1987,
documento que permitió la eliminación de los misiles basados en
tierra y con un alcance de entre 500 y 5 500 kilómetros, o sea los
SS-20 desplegados en la URSS y los Pershing 2 y Tomahawk
estadounidenses desplegados en Alemania e Italia.
Europa
vuelve así a un clima de guerra fría, lo cual beneficia a Estados
Unidos, que de esa manera puede reforzar su influencia sobre sus
aliados europeos. No fue casualidad que, en el encuentro de
Washington, Obama resaltó el consenso europeo en cuanto a mantener
las sanciones contra Rusia, elogiando especialmente a «Dinamarca,
Finlandia y Suecia que, como miembros de la Unión Europea, apoyan
fuertemente el TTIP, tratado sobre el que yo reafirmo mi voluntad de
concluirlo antes del fin de año».
En
los lanzadores verticales de Lokheed, también cabe el misil TTIP.