JÓVENES DE FAMILIAS INMIGRANTES ENCIENDEN LA
PROTESTA EN SUECIA
Página/12
Los incidentes, que empezaron el domingo por la
noche después de un caso de gatillo fácil policial en una barriada, se
extendieron a unos quince barrios de la capital. Echan por tierra la idea de
una Suecia pacífica e igualitaria.
Cinco noches de disturbios en la periferia pobre
de Estocolmo a manos de jóvenes de barrios desheredados de mayoría inmigrante
han echado por tierra la imagen de una Suecia pacífica e igualitaria. Los
incidentes, que comenzaron el domingo por la noche tras la muerte de un habitante
de la barriada de Husby, ultimado por la policía, que alegó legítima defensa,
se fueron extendiendo a unos 15 barrios de la capital.
El jueves por la noche, una comisaría de policía
fue atacada con piedras en el barrio de Kista y otros dos en el sur de la
capital. Aunque durante estos incidentes no hubo que lamentar muchos daños
personales –una persona herida en la cabeza por una pedrada en una
manifestación en Husby el jueves, un policía herido el miércoles por la noche–,
los daños materiales se multiplicaron.
Los bomberos dieron cuenta de 90 incendios de
coches y en edificios, uno de los cuales arrasó un restaurante el barrio de
Huddinge, en el sur de la capital. Estos actos de violencia provocaron un
debate en Suecia sobre la integración de los inmigrantes, que representan cerca
del 15 por ciento de la población y se concentran en los barrios pobres de las
grandes ciudades del país, que sufren una tasa de desempleo mayor que la media
del resto de la población.
Según responsables de asociaciones locales citados
por la prensa, los autores de los incidentes alegan que las fuerzas del orden
son racistas y acusaron a los policías de proferir insultos como “mendigos”, “monos” o “sucio negro”. La policía llamó a las
eventuales víctimas a denunciar e intentaba minimizar la gravedad de los
hechos. “Cualquier caso de personas
heridas es una tragedia, todo coche quemado es un fracaso de la sociedad (...)
pero Estocolmo no está ardiendo”, subrayó un responsable de la policía de
la capital, Ulf Johansson.
Los sociólogos subrayaban que la cólera tiene
raíces profundas. “Ser joven y vivir en
estos lugares de segregación puede ser muy difícil, no tienen prácticamente
ningún contacto con otros suecos y a menudo no entienden bien a la sociedad
sueca”, estima Aje Carlbom, antropólogo social de la universidad de Malmö.
Los barrios donde estallaron los incidentes son
conocidos por los habitantes de Estocolmo por su concentración de problemas
sociales tales como el desempleo, fracaso escolar y la ociosidad de los jóvenes.
Suecia se ha convertido en un destino muy buscado por los inmigrantes en
Europa. En la última década ha recibido a cientos de miles de personas de Irak,
Afganistán, Somalia, los Balcanes y recientemente Siria.
El primer ministro sueco, el conservador Fredrik
Reinfeldt, ferviente partidario de recibir a inmigrantes, ha querido dar la
imagen de un país unido en el Parlamento. “Querer
describir a Suecia como una capital separada de sus barrios periféricos es
peligroso, no creo que sea verdad”, afirmó, y se refirió a los autores de
los disturbios como “un pequeño grupo de
alborotadores”.
El ministro para la Integración, Erik Ullenhag,
atribuyó los disturbios a un desempleo elevado –del 8,8 por ciento en Husby en
2012 frente al 3,6 por ciento en Estocolmo–, y a otras formas de exclusión de
los barrios en los que la población inmigrante es mayoritaria. “Sabemos que hay una discriminación en estos
lugares, y estos acontecimientos no mejoran la imagen de estos barrios, donde
hay muchas cosas positivas que se producen, pero que están completamente
eclipsadas actualmente”, lamentó.
Los incidentes fueron ampliamente consignados por
la prensa internacional, que los comparó con países que ya han sufrido
episodios violentos en las periferias de sus grandes ciudades como Francia y
Reino Unido. Según Carlbom, “Suecia sufre
una fuerte segregación, pero estos barrios pueden ser mucho más duros en otros
países”.