30 de diciembre de 2012

LA CRISIS Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN: HUMILLACIÓN Y CARIDAD

Pascual Serrano. PascualSerrano. net

Hace unos años me escandalicé cuando vi un concurso en una televisión privada venezolana en el que el premio consistía en la cobertura sanitaria para la intervención quirúrgica por alguna enfermedad grave que padecía el concursante o un familiar del concursante. Entonces me pareció -como era lógico- una humillación que un derecho universal como la salud, e incluso la vida, fuera motivo de concurso en atracción televisiva. Han pasado cinco años y voy comprobando cuántos derechos humanos, indiscutibles y cubiertos en Europa hasta ahora, se convierten en objeto de subasta, concurso y humillación para los ciudadanos. Así podemos encontrar cómo una asociación de comerciantes de un pueblo de Pontevedra1 coloca carteles por toda la localidad anunciando el sorteo durante las navidades de un contrato de trabajo a tiempo parcial de seis meses de duración. Y como todo puede ser peor, un colegio privado de Granada que todavía no está en funcionamiento cobra 190 euros por valorar el currículum de los aspirantes a un puesto de trabajo en el citado colegio2.

Los ejemplos no dejan de aparecer. Las madres de los alumnos de un colegio valenciano han editado un calendario donde se exhiben en ropa interior para recaudar los fondos que la Administración ha retirado y con los que se pagaba el autobús que trasladaba a sus hijos al colegio3. Y al puro estilo del caso venezolano con el que comenzábamos este texto, en un concurso de la cadena Cuatro de televisión, los niños ganadores consiguen el dinero para arreglar el tejado de su colegio. Avanzamos hacia el abismo y hasta se permiten entretenernos con él sentados en nuestro sofá viendo la televisión.
No faltara quien argumente que muchos de estos casos nacen más con vocación de denuncia que como intento de solución del problema, pero no por ello, en mi opinión, resultan menos humillantes para la ciudadanía. Por otro lado optar por posar en ropa interior en un calendario o concursar en una televisión supone un triste nivel de resignación más que de combate y reivindicación. Qué tiempos aquellos en los que el jornalero, al recibir la petición de su voto por el latifundista devenido en candidato a diputado a cambio de unas monedas, le respondió: “en mi hambre mando yo”.
Los medios también se dedican a presentar como admirables propuestas que son patéticas y trágicas. Un joven de 29 años que debe sobrevivir sacando cada noche la basura de sus vecinos por cincuenta céntimos. Y dice el periódico: “Jesús Pardel es un producto de la crisis, un emprendedor a pequeña escala, un almacén de ingenio desesperado”4. O esta otra noticia que se presenta como “un parado de 33 años pone en marcha una web para encontrar trabajo en la que da consejos e información. En tres meses ha recibido 15.000 visitas y se han puesto en contacto con él cientos de personas a través de Linkedln”5. Pero la información es pura charlatanería, la verdad es que el hombre, con dos carreras universitarias terminadas con matrícula de honor, abrió la web para encontrar trabajo y siguen sin tenerlo. Sus miles de visitas no son ningún éxito, es la desesperación de otros miles que, como él, buscan un empleo.
Por otro lado, asistimos a la apología de lo que el líder de ATTAC, Carlos Martínez, considera la receta de la derecha y sus medios de comunicación para afrontar el recorte de servicios públicos y el empobrecimiento de las clases populares: la caridad.6
Observamos un bombardeo mediático de campañas de donaciones de juguetes, recogida de comida no perecedera, aplauso a los comedores sociales y bancos de alimentos. Los medios celebran el aumento de cifras de recogida de alimentos, en lugar de preocuparles el aumento de usuarios de esos alimentos procedentes de la caridad. El objetivo es presentarnos como buenas noticias una realidad dominada por las malas. La caridad, patrimonio de las religiones, es aupada a política de Estado y principio rector de la sociedad. Así encontramos administraciones públicas, como la Diputación de Granada, que, mientras despide a los trabajadores sociales, convoca una recolecta de juguetes para niños pobres. Los bancos que no dudan en echar a al calle a las familias que no pueden pagar su hipoteca instalan cajones a la salida de los grandes almacenes para que los clientes dejen allí alimentos donados a comedores sociales.
Vale la pena observar la estrategia de los medios públicos españoles de ir incorporando la idea de la caridad y la beneficiencia como modo de afrontar las necesidades sociales e ir ignorando las obligaciones del Estado. Así encontramos noticias en la televisión pública (TVE, 1-12-2012) donde las monjitas cuentan lo contentas que están de tantos productos que les llegan solidariamente del banco de alimentos y lo agradecidos que se encuentran los desgraciados que deben sobrevivir gracias a los comedores sociales. O ese otro programa sobre beneficiencia (RNE Radio 5 el 8-11-2012), con música new age de fondo, donde cuentan un sistema que pone en contacto vía correo electrónico a personas para que unas cubran las necesidades de las otras. Un organizador de este sistema explica cómo había una persona que necesitaba una silla de ruedas, y por este mecanismo de contacto "a los pocos días recibió tres o cuatro sillas de ruedas". El Estado, por supuesto, nunca hace falta para ellos.

Conceden el premio Príncipe de Asturias de la Concordia a la Federación Española del Banco de Alimentos. No deja de ser cínico que la institución que más simboliza el privilegio y la desigualdad se permita premiar en nombre de la preocupación por el hambre de los más desfavorecidos. Durante la ceremonia de la entrega, Radio Nacional emite en directo (RNE Radio 5 26-10-2012) y al llegar el momento del premio de la Concordia, dice Felipe de Borbón: "[...] así trabaja la Federacion Española del Banco de Alimentos, ofreciéndonos un permanente ejemplo de qué es la Civilización". El que se necesite la caridad de un Banco de Alimentos donde tengan que recurrir para alimentarse personas capacitadas para trabajar es un ejemplo de la vergüenza y criminalidad del capitalismo, no de civilización.


Todos los actores responsables de la crisis y encargados de su solución se desinteresan de su verdadera función para apuntarse a una caridad que ni si siquiera ejercen ellos, sino que nos invitan a los demás a ejercerla. Como señala Carlos Martínez, “tal vez el año que viene volvamos a ver la campaña de los años cincuenta y sesenta de 'siente un pobre en su mesa' perfectamente denunciada en una de las mejores películas de cine español, 'Plácido'”. “Volvemos a la España fría gris y triste de los años sesenta, incluido el autoritarismo y la hipocresía de la burguesía y las clases medias altas. Volvemos a la Campaña de Navidad y Reyes de la OJE (la organización juvenil franco-falangista). Volvemos a campañas de radio en favor de caritativas monjas y las damas de los roperos. Vivimos unas navidades perfectamente neo-franquistas, rematadas con el mensaje de su patético heredero”, añade el portavoz de ATTAC.
Una vez más, los medios se muestran como el principal ariete de la ideología que quiere sembrar la resignación. Para ello sus cartas son la apología de una caridad con sonrisas y aplausos que reniega de la justicia social, y el entretenimiento y la frivolidad ante el atropello de derechos humanos fundamentales.
Pascual Serrano es periodista. Su último libro es "Periodismo canalla. Los medios contra la información". Icaria Editorial.


6 Martínez, Carlos. “El peligroso resurgir de la caridad” http://www.attac.es/2012/12/27/el-peligroso-resurgir-de-la-caridad/

28 de diciembre de 2012

"EL CAPITALISMO EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA" DE FRED GOLDSTEIN


Olmedo Beluche. Kaosenlared

Fred Goldstein, dirigente de la organización estadounidense Mundo Obrero - Workers World, de quien ya conocíamos sus lúcidos análisis sobre la crisis económica capitalista en el periódico homónimo de dicha organización, acaba de publicar su último libro: "El capitalismo en un callejón sin salida.Destrucción de empleo, sobreproducción y crisis en la era de la alta tecnología. Un punto de vista marxista". Traducido por Manuel Talens y Atenea Acevedo, en 148 páginas, 9 capítulos y una adenda, Goldstein realiza una radiografía de la crisis económica que azota a Estados Unidos y el resto del mundo.

Goldstein utiliza estadísticas oficiales y citas de reputados analistas burgueses, combinándolas con las categorías económicas de Carlos Marx, para producir un análisis brillante, ameno, que cualquier trabajador puede comprender, para producir una perspectiva novedosa de la actual crisis mundial del capitalismo. De salida afirma: "Estamos ante una crisis histórica". Con elementos similares a otras, pero en un nivel completamente nuevo que lo lleva a la conclusión de que el sistema está ante "un callejón sin salida". No se trata de una crisis cíclica como las que han caracterizado al capitalismo desde el siglo XIX.

En su Introducción, Goldstein, compara la crisis abierta en 2007 con dos grandes crisis anteriores, las de 1873 y 1929. Éstas constituyen las únicas crisis ("callejones sin salida") con las que encuentra similitudes el actual momento, porque fueron crisis de "larga duración" (aunque no usa este concepto) y de las que sólo se salió mediante la guerra y la expansión imperialista del mercado.

La primera se extendió hasta 1896 y se inició con la crisis de los ferrocarriles y la especulación de tierras, llegando la tasa de desempleo a dos dígitos, pese a un ligero repunte en 1879. Bajo su influjo se produjeron grandes movimientos huelguísticos, como el de Haymarket por las ocho horas de trabajo (1886), la huelga del acero en Homestead (1892) y la de los ferrocarriles Pullman (1894). EE UU sólo la superó cuando inició su expansión imperialista de fines de siglo (Guerra de 1898 con España).

La segunda tuvo el año 1929 como referencia, con el Crack Bursátil, pero había iniciado antes con quiebras bancarias y el colapso de la especulación de tierras,  se extiende hasta 1939, con un ligero repunte en 1934. Durante esta fase también sobrevino una oleada de huelgas en San Francisco, Minneapolis y Toledo, y ocupación de fábricas, como la de Flint, que dio origen al sindicato de General Motors. Sólo fue superada con la inmensa destrucción de Guerra Mundial.

"En ambas, el funcionamiento automático del mercado capitalista, el ciclo normal de auge y caída del desarrollo capitalista, se quedó exhausto. El capitalismo llegó a un punto en el que ninguna medida de carácter económico podía por sí sola mantener el sistema en movimiento ni hacerlo avanzar por más tiempo. Estaba sumido en la parálisis económica; el desempleo masivo sobrepasaba la capacidad del sistema."

Ambas estuvieron precedidas por períodos de prosperidad e innovaciones tecnológicas, como la actual. En las tres (1873, 1929 y 2007) las fases de auge han estado caracterizadas por su debilidad y su carácter central es la "recuperación sin empleo". En las anteriores la superación de la crisis llegó de la mano de la expansión imperialista. La diferencia con la actual reside justamente en eso, un mundo "globalizado", donde no hay nuevos mercados de los que apoderarse y un desempleo crónico internacional que limita objetivamente la capacidad de recuperación.

"A medida que la clase dominante se queda sin opciones y avanza hacia la aventura militar y la reacción política, las medidas tradicionales de recuperación ya no podrán rein­vertir la crisis. Eso hace que la situación sea históricamente favorable a la intervención de la clase obrera y de los opri­midos para resolver la crisis de manera revolucionaria... El sistema basado en las ganancias está entrando en una fase que únicamente puede arrastrar hacia atrás a la humanidad. Las masas están llegando a un punto en que les resulta imposible continuar por el viejo camino, porque el capitalismo bloquea su supervivencia. La humanidad solo puede avanzar si limpia el camino para sobrevivir, lo cual significa nada menos que la destrucción del capitalismo".

En el Capítulo 1, titulado "Una crisis sistémica", Goldstein aborda el tema de la falsa recuperación de 2009-2010, citando a un analista del Banco Lehman, Allen Sinaí, para establecer que el endeble crecimiento económico se está haciendo sin la creación de puestos de trabajo, lo cual no permitirá sostenerlo por la lógica contracción de la demanda, dado el alto desempleo y los bajos salarios. En dos años se han destruido 7 millones de empleos en EE UU, a los cuales hay que agregar 4 millones de jóvenes que han accedido al mercado de trabajo. Justamente, "el callejón sin salida", se produce cuando la tasa de contrataciones es menor a la tasa de despidos. Pese a los billones de dólares inyectados para el salvamento de los bancos, esta medida no conlleva creación de puestos de trabajo.

Goldstein aporta cifras sobre la alta tasa de desempleo en todo el mundo, sobre todo entre la juventud trabajadora, que en EE UU llega al 20%, en España al 40%, en Egipto o Túnez y otros países de África supera el 50%. "El desempleo juvenil es el signo más dramático de la capacidad cada vez menor del capitalismo para absorber la mano de obra en todo el mundo. La nueva generación de trabajadores que ingresan en la fuerza de trabajo está ma­yoritariamente excluida y si trabajan es a cambio de bajos salarios. El desempleo juvenil es una medida clave del estan­camiento de un sistema en franca decadencia", dice.

El Capítulo 2, se titula "Capitalismo de bajos salarios y recuperación con desempleo", en el cual demuestra cómo la relativa recuperación de 2009, y el aumento de la productividad, se están dando no sólo sin empleos, sino destruyendo el nivel de vida de las familias trabajadoras en EE UU: con 40-50 millones de pobres (extremos) y una caída del ingreso familiar del 6,7%; que entre los afrodescendientes llega al 10% y en los latinos al 7,2%. Cita a la "Ley general de acumulación capitalista" de Marx para explicar el fenómeno por cual el capitalismo crece gracias al desarrollo tecnológico pero a costa de crear un ejército industrial de reserva que, a la larga, produce las crisis de "sobreproducción", dada la incapacidad de los asalariados de absorber las mercancías por sus bajos ingresos.

Al respecto cita al director de la Reserva Federal, Bernanke: “Esto se debe a un incremento récord en la productividad. Con los años, las nuevas tecnologías, los procesos y los productos han permitido que las empresas manufactureras produzcan cada vez más con menos trabajadores.”

El Capítulo 3, titulado "Tecnología avanzada y desempleo masivo", aborda la crisis de 2001 para señalar que su superación se basó en una expansión artificial del crédito y la promoción de hipotecas a intereses variables para los consumidores, gracias a una serie de juegos financieros promovidos por Alan Greenspan, ex director de la Reserva Federal en beneficio de los bancos. Junto a ello, y manteniendo una baja recuperación del empleo, hubo un aumento exponencial de la productividad en la industria, basada en el desarrollo tecnológico, que alcanzó, en 2003, un incremento en horas/trabajador de 5,7%, y a fines de ese año llegaba a 9,7%, para ubicarse en 24% entre 2001 y 2006. Hay una sección interesante que explica cómo la informática permite aumentar demencialmente la explotación (productividad) por trabajador incluso en las tiendas minoristas.

Al final de la recuperación posterior a 2001, el aumento de la productividad llevó a que la crisis se expresara como una típica crisis de sobreproducción en el esquema previsto por Marx: respecto a la capacidad de absorción del mercado se habían producido 1,3 millones de viviendas de más; el parque automotriz, con capacidad de producir 18 millones de autos anuales, vio reducida la producción a 11 millones, en 2009; igual para el acero y otros productos. Conclusión: "El sistema se ha vuelto tan productivo que ya no puede producir. Esta es la última contradicción del capitalismo, cuya trayectoria hasta su final científico y lógico Marx des­cribió en la ley general de la acumulación capitalista".

El Capítulo 4, "La productividad está estrangulando la producción", empieza citando a Morton Zuckerman, editor de U.S. News & World Report, que estable que durante la primera década de este siglo, luego de la crisis 2000-2001, la creación de empleo fue CERO!. Lo alarmante de la situación se evidencia cuando se compara con las décadas precedentes: en los años 40 se crearon 38% más empleos respecto a la anterior; en los 50 fue 24%; en los 60 se crearon 31% puestos de trabajo; en los 70 fueron 27%; en los 80 se llegó al 20%; y en los 90 se crearon 20% más de empleos.
Goldstein achaca la pérdida de 11 millones de puestos de trabajo en la presente década a la alta productividad impulsada por la revolución tecnológica. Pone algunos ejemplos: en Ohio, la DuPont crea una planta de fabricar materiales para producir energía solar a un costo de 175 millones de dólares, pero sólo crea 70 empleos (2,5 millones por puesto de trabajo); En Midland, Michigan, la Hemlock Simiconductor, crea otra planta de células fotovoltáicas a un costo de 1,000 millones de dólares, pero sólo crea 300 puestos de trabajo (3,3 millones por cada empleo).
Una sección interesante de este capítulo se titula "La educación no es la respuesta", y en ella desmiente las versiones usuales de que es con la educación se supera la crisis y la gente accede a los puestos de trabajo. La realidad norteamericana demuestra que hay millones de jóvenes con títulos universitarios que no encuentran lugar en el mercado de trabajo. "El capitalismo está llegando a un punto en el que basta un aumento de la producción para que ésta se vea superada por la sobreproducción. Eso hace que la patronal utilice su dinero para la especulación, los préstamos, la recompra de acciones, el aumento de los dividendos, etc., mientras que más de treinta millones de trabajadores sufren de desem­pleo y subempleo en EE.UU."

 El Capítulo 5, aborda un tema en boga en Europa y en EE UU con el llamado "abismo fiscal": "Los banqueros saquean el erario, se hace un llamado a la austeridad". Citando a Andrew Haldane, del Bank of England, este capítulo aborda la tortuosa relación histórica entre los bancos y el Estado y cómo, en tiempos de crisis, los tenedores de bonos y dueños de la deuda, impulsan la "austeridad" como doctrina porque lo que más temen es que el gasto social, en tiempo de contracción, lleva a mayor emisión de moneda, depreciación e inflación. Por lo cual, para ellos, es preferible recortes masivos del gasto social y despidos de empleados públicos para asegurar el cobro de la deuda y sus intereses. En EEUU, se han perdido 600 mil empleos públicos en el último lustro. No les importa si la austeridad sume al sistema aún más en la espiral de la crisis, para los bancos lo principal es cobrar y no en moneda devaluada.

El Capítulo 6, se titula "El capitalismo ha superado la capacidad de regeneración del planeta". Aquí empieza, sin proponérselo, desmitificando aquello de que las economías de los BRIC representen un "capitalismo alternativo". Por el contrario, la expansión de las BRIC se basa en la extensión de las transnacionales imperialistas en el proceso de globalización. Aquí la referencia metodológica es la "Ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia", de Marx, para establecer tres cosas relacionadas: la competencia capitalista, la cual motiva la carrera tecnológica y la expansión global en busca de mercados y fuentes de materias primas. Se han vencido las fronteras nacionales y el capitalismo alcanzó sus límites planetarios. ¿A dónde más expandirse? Goldstein concluye: "El capitalismo ha hecho de cada rincón del globo un espacio propio de explotación y sin duda ha superado su capacidad de regeneración. No solo amenaza la supervivencia económica de la población mundial, sino la fuente misma de la vida, la naturaleza y el medio ambiente. Solo el socialismo puede salvar al planeta".

En el Capítulo 7, "El capitalismo amenaza la vida en el planeta", se establece el principio de que el sistema ya no es sólo producción, sino también "polución". Un ejemplo dramático de la amenaza ambiental del sistema lo es el masivo derrame de petróleo en el Golfo de México producido por la British Petroleun, en 2010. ¿Cómo se explica que una empresa con un capital de 290 mil millones de dólares, presente en 80 países, con ganancias 8 mil millones en 2011, decidió no gastar 500 mil dólares en un disparador acústico de seguridad que habría evitado el desastre ambiental?

Lo de la B.P. no es nada, comparado con los daños ambientales producidos por Chevron-Texaco en la Amazonía del Ecuador, donde vertieron toneladas de desechos de hidrocarburos de manera irresponsable directamente en suelos y ríos. Ni hablar de la industria minera y maderera que arrasa los bosques desde Amazonas a Indonesia, sabiendo que son los principales productores del oxígeno que respiramos los seres vivos. O las emisiones de CO2 que están derritiendo los glaciares. "Este desdén por el planeta y todo lo que en él se encuen­tra ilustra, una vez más, la irracionalidad y las contradiccio­nes inherentes al capitalismo en tanto sistema económico", nos dice Goldstein. Y concluye: "Desde un punto de vista puramente ambientalista, el capitalismo ha dejado de ser históricamente viable. En tanto no derroquemos al capitalismo la vida en el planeta estará amenazada".

El Capítulo 8, lleva el interesante título de "Materialismo histórico: robots y revolución". Aquí se aborda el problema de la creciente tecnificación, en especial de la informática y la digitalización, cuya aplicación no se restringe a una sola rama de la economía, y está produciendo el masivo "desempleo tecnológico", el cual, llegado a cierto punto, plantea el dilema "¿De dónde saldrá el mercado?". Goldstein cita los libros "Race against the machine" de Brynjolfsson y McAfee, "The age of turbulence", de Martin Ford y al propio Greenspan, quienes están preocupados por este asunto. Pero agrega que ninguno de ellos entiende lo que Marx ya dijo desde El Manifiesto Comunista, el problema no es la máquina, sino la burguesía. "Parafraseando a Marx, la burguesía ha conjurado a un brujo –la robotización, la producción automática, el soft­ware y las tecnologías de la comunicación– cuyo único pro­pósito es desembarazarse de la mano de obra", nos dice. Pero, contrario al pesimismo de esos autores, Goldstein confía en la capacidad de clase obrera para actuar y cambiar el sistema.

El Capítulo 9, y último, se titula "La nueva etapa del Imperialismo y la perspectiva de la lucha" y empieza recordando que Lenin fue uno de los primeros en analizar el fenómeno del imperialismo como fase superior del capitalismo, y que uno de sus principales aportes teóricos lo fue el señalar que las enormes riquezas extraídas por las potencias del mundo colonial, habían servido para comprar a la élite superior de la clase obrera de los países imperiales, creando una "aristocracia obrera", privilegiada y políticamente conservadora, que aportaba estabilidad al sistema. La diferencia con el momento actual es que la globalización neoliberal el imperialismo actúa en sentido contrario, está destruyendo los privilegios de la aristocracia obrera de los países del Norte al ponerla a competir con los trabajadores peor pagados del Sur.

Al respecto cita un libro anterior suyo, "Low-wage capitalism": “Mientras que antes la exportación de capital solía utilizarse para fomentar un estrato superior de la clase obrera en los países imperialistas, suavizar la lucha de clases y promover estabilidad social, con la nueva división mundial del trabajo la exportación de capital se utiliza para bajar los niveles de vida de los trabajadores de los países imperialistas, diezmar las capas superiores de los trabajadores y algunos sectores de la clase media y destruir la seguridad laboral y las prestaciones sociales.

 ”Esto socavará inevitablemente los cimientos de la estabilidad social y sentará las bases para el renacimiento de la lucha de clases en el interior de los gigantes corpora­tivos explotadores. Por otra parte, la expansión a escala planetaria de la socialización del proceso del trabajo y el rápido crecimiento de una clase obrera internacional están haciendo que la solidaridad de clase transfronteriza se con­vierta en algo obligatorio contra el imperialismo".

La Adenda está dedicada a reflexionar para el movimiento Ocuppy Wall Street (OWS), muy semejante a los Indignados de España, que se movilizó en 2011-12, bajo la consigna "Somos el 99% frente al 1%", para denunciar la creciente desigualdad social de un sistema capitalista en el que una minoría de la sociedad acapara de manera obscena la riqueza contra la mayoría. Goldstein le pregunta al OWS cuál es el objetivo de la lucha, ¿sólo reducir un poco la desigualdad social? ¿Poner algunas restricciones a los banqueros? 

"¿Debemos parar en la lucha para reducir la desigualdad en el capi­talismo, vamos a luchar para ayudar a forjar las “cadenas de oro” con las que el capital arrastra a los trabajadores o vamos a llevar la lucha contra la desigualdad hasta sus últi­mas consecuencias y luchar para romper las cadenas de la dominación de clase? La desigualdad entre las clases sólo podrá abolirse con la eliminación de la clase capitalista junto al sistema de explotación sobre el que construye toda su obscena riqueza".

El reformismo dentro de los marcos del capitalismo no puede solucionar ningún problema de fondo, porque el sistema está montado con el único fin de sostener la lógica infernal de la ganancia capitalista, que ya amenaza la vida en el planeta. La única alternativa es una revolución social que establezca una forma humana, racional y ecológica de economía: el socialismo.

"El ser determina la conciencia, pero no de forma automática ni necesariamente a corto plazo. De hecho, la conciencia va a la zaga de los acontecimientos, pero termina por ponerse al día cuando la vida ya no puede seguir siendo como antes", nos dice Goldstein, para concluir un panorama tan negativo con una actitud optimista, respecto a que la clase trabajadora terminará asumiendo la tarea histórica de superar al capitalismo.

Leyendo a Fred Goldstein no podemos dejar de recordar a León Trotsky, cuando en el marco de otra "crisis sin salida", en los años treinta, afirmaba: "En general, los requisitos económicos previos para la revolución proletaria han llegado ya al punto más alto de madurez... Las fuerzas productivas de la humanidad están estancadas. Ya las nuevas invenciones y los nuevos progresos técnicos no pueden elevar el nivel de la riqueza material. Las bajas repentinas y cíclicas de los valores..., imponen a las masas privaciones  y sufrimientos siempre mayores. El crecimiento de la desocupación ahonda a su vez la crisis financiera... Las condiciones objetivas de la revolución proletaria no sólo están maduras, sino que han empezado a descomponerse. Sin una revolución socialista en el próximo período histórico, la civilización humana está bajo la amenaza de ser arrasada por una catástrofe. Todo depende del proletariado, es decir, principalmente de su vanguardia revolucionaria. La crisis histórica de la humanidad se reduce a la crisis histórica de la dirección revolucionaria" (El Programa de Transición).

Panamá, 27 de diciembre de 2012.
El libro se puede conseguir  en el enlace http://www.rosa-blindada.info/?p=1876

Y para quienes quieran leer el texto en inglés: http://lowwagecapitalism.com/descargar archivos: