9 de noviembre de 2010

COMBATIENDO A LOS BÁRBAROS

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Todorov no forma parte de mis referencias políticas ni filosóficas pero, como el príncipe Hamlet, soy de la opinión de que “hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía”. La entrevista a este experto en semiótica y en otras disciplinas del pensamiento humanista me parece interesante por sí misma, más allá de sus posiciones políticas y sus creencias, especialmente por lo que tiene de defensa de la razón en estos tiempos oscuros de vuelta a la caverna reaccionaria y fascista. Espero que lo disfruten como yo lo he hecho.
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Tzvetan Todorov es un humanista a la vieja usanza, interesado en el amplio espectro del conocimiento humano entendido como un camino hacia la integridad y el saber. Lingüista, filósofo, historiador, crítico literario, interesado tanto en la semiótica como en los desarraigos del siglo XX, este hombre nacido en la Bulgaria comunista antes de la guerra y emigrado a París a los 24 años, autor de libros fundamentales en prácticamente todos los terrenos en los que ha incursionado, es un impenitente devoto de la claridad del pensamiento como arma contra la intolerancia, la incomprensión y el totalitarismo en todas sus formas. De paso por Buenos Aires, invitado por la Fundación Osde para dar unas charlas la semana pasada, accedió a hablar con Radar apenas conocidos los funestos resultados de las elecciones en Estados Unidos.

Por Martín Granovsky. Página 12


Es alto, canoso, tiene ojos curiosos y da la mano fuerte. Su francés es perfecto. Tzvetan Todorov nació en Bulgaria en 1939 pero vive en París desde 1963. Se fue por un año a Francia y se quedó. Estudió con Roland Barthes. Escribió, entre otros libros, Teoría de los géneros literarios, Los aventureros del absoluto, La conquista de América y La experiencia totalitaria. Vino a dar conferencias en la Argentina y aceptó dialogar con Radar. La entrevista se realizó en la mañana del miércoles, cuando ya era sabido en detalle que los extremistas del Tea Party habían sido el corazón de la victoria republicana en los Estados Unidos.

Usted escribió que el ultraliberalismo es una forma fundamentalista.
–Sí, y lo sostengo –insiste Todorov.

Se lo preguntaba por el arraigo del movimiento del Tea Party en los Estados Unidos.
–Bueno, en Europa conocemos lo que es el populismo.

En América latina también, pero sospecho que se usa para nombrar cosas distintas. Aquí la palabra se utiliza para sintetizar –o criticar, depende del caso– experiencias de centroizquierda con partidos débiles y líderes fuertes.
–Lo sabía. Por eso me refiero al caso europeo, que es distinto. En Europa es cada vez más decisivo el voto populista de extrema derecha. Un voto que crece porque tiene éxito en focalizar el enemigo de cada pueblo en el extranjero diferente.

Ahora el gran tema en Francia es la expulsión de los gitanos a Rumania. ¿A eso se refiere?
–Es un tema grave pero no es el permanente en la estigmatización. En general, la focalización sobre el extranjero que le mencionaba se refiere al diferente que a menudo, además, profesa la fe islámica. Y esto influye en todos los gobiernos.

Pero la extrema derecha populista que usted refiere no llegó al gobierno.
–Claro, pero la derecha de siempre, la derecha a la que estamos habituados y conocemos bien, no puede gobernar si no se apoya en la extrema derecha. El poder necesita ese apoyo.

En Suecia ganaron los conservadores pero por primera vez la extrema derecha obtuvo el 10 por ciento de los votos y tiene representación parlamentaria.
–En Dinamarca y los Países Bajos la situación es todavía peor. En esos dos países la cuestión del apoyo de la extrema derecha a la derecha tradicional no es solamente social, lo cual de por sí representa un punto grave, sino de mayorías parlamentarias. Los conservadores de Dinamarca y los Países Bajos precisan el voto de la extrema derecha en el Parlamento. Por eso los gobiernos de derecha aceptan muchas posiciones de la extrema derecha.

¿Y en Italia?
–Pasa algo parecido con la Liga del Norte, que también tiene una posición activa en contra del extranjero diferente y peor si tiene relación con el Islam. La Liga del Norte está en el gobierno asociada con Silvio Berlusconi.

¿Por qué usted marca una diferencia en Francia?
–Porque tiene otros matices. Nicolas Sarkozy adopta a menudo temas y obsesiones de la extrema derecha. Pero no exclusivamente de ella. Es un político pragmático preocupado sobre todo por conservar el poder. Así como hoy plantea la cuestión de los gitanos, al principio de su mandato incluso tomó temas de la izquierda.

¿El movimiento del Tea Party en los Estados Unidos también se inscribe en las corrientes que usted señalaba en Europa?
–En los Estados Unidos, sobre todo en medio de la crisis, hay un movimiento antiinmigratorio. Pero ése no es el tema fundamental del Tea Party. Como la economía anda tan mal, la crítica se dirige al gobierno de Barack Obama y parte de raíces propias. En los Estados Unidos hay una especie de filosofía de vida ultraindividualista. Esa filosofía dice que el ser humano es responsable de lo que vive solo por sí mismo. Es decir: cada individuo es responsable del destino de su vida. Pero esa filosofía de vida agrega que el éxito económico es una medida suficiente para calibrar una vida. Una posición, evidentemente, fantasiosa.

¿Por qué fantasiosa? Todos sus libros hablan de las responsabilidades del ser humano y del individuo.
–Claro, pero no en soledad. Yo estoy profundamente convencido de que los seres humanos tienen necesidad de los otros. Defender la libertad o el derecho del individuo es un valor positivo. Es preciso proteger a los individuos de la violencia de los otros individuos y del Estado. Pero el individuo depende de los demás. La dimensión social del ser humano no puede –no debe– ser eliminada. La economía no puede ser un objetivo último sino un medio.
Usted critica la centralidad de la noción de éxito económico en la concepción que definió como “ultraindividualista”. Si el éxito fuera un valor a tener a en cuenta, cosa que sería discutible, ¿cuál sería su concepción de éxito?
–Tampoco yo me guío por el éxito como fin de la vida. Pero si, como ser humano, al final de mi vida me preguntaran qué es el éxito, respondería que es haber vivido una vida en la que viví, amé y respeté y fui respetado por los otros a los que amé y respeté. Disculpe que use tanto la palabra “vida” o el verbo “vivir”, pero prefiero no buscar ni sinónimos ni otras formas de decirlo. El éxito de una vida entera, de una vida completa, es el éxito en las relaciones humanas. Una vida sin amor habrá sido desastrosa.

Leí que usted critica también las vidas basadas sólo en el intelecto. En idioma argentino hablaríamos de una vida sin poner el cuerpo.
–Claro. Y lo mismo sucede con una vida encaminada sólo al éxito económico como fin último. Aunque suene redundante, sería una vida que excluye la vida humana.

Le impresiona el Tea Party.
–Es que más allá de los fenómenos como el de Dinamarca o los Países Bajos, y en cierto modo Italia, la tradición europea es diferente. En Europa durante muchos años todos los gobiernos, de izquierda o de derecha, siguieron un modelo basado en el Estado de bienestar, el Welfare State. Se fundamenta en la solidaridad de toda la población, que se expresa, al final, en medidas adoptadas desde el Estado. Hablo, por ejemplo, de la progresividad de los impuestos. Si se gana más, se paga más. La redistribución de ingresos es el principio constitutivo del Estado. La tradición que aparece con el Tea Party se alimenta, en el origen, de la conquista de un espacio vital. Un híbrido que combina la ideología del sheriff y el espacio del predicador.

¿Qué aporta el predicador?
–La certidumbre de que si yo sigo buscando mi espacio vital y el éxito con un resultado económico como fin último, tengo razón porque Dios me lo dijo.

Estoy predestinado como individuo.
–Sí. Por eso hay un carácter religioso de tipo fundamentalista muy importante. Fíjese que en esa búsqueda...

La búsqueda parece una batalla.
–Así es. Y en esa batalla reaparecen incluso temas del pasado reciente. Obama hasta es acusado de instaurar el Gulag. Sería, para ellos, un comunista.

Pero Obama no es ni siquiera un radical, un hombre de izquierda en términos norteamericanos.
–No, claro, es un político del mainstream, también en el vocabulario norteamericano. Un político normal que está dentro del sistema político. Pero pasa a ser un comunista, en la crítica del Tea Party, porque parece que quisiera regular la vida de los individuos. Tenga en cuenta que cuando el Tea Party y los legisladores que reciben su influencia critican la cobertura médica obligatoria votada por impulso de Obama este año, acusan al presidente norteamericano de meterse en cada vida. El razonamiento es así: “Si yo trabajé y con mi esfuerzo logré un buen seguro y una buena cobertura médica, lo cual me permitirá una buena jubilación privada, ¿por qué debo trabajar para los que no trabajaron y entonces no alcanzaron mi éxito?”. Falta la solidaridad elemental, y eso me parece deplorable.

“Deplorable” es una palabra fuerte.
–Por supuesto. Esa forma de pensar procede, antropológicamente, de una ignorancia de la necesidad del otro. Y lo paradójico es que también tiene escasas posibilidades de generar las condiciones para el éxito económico individual de la clase media. Le voy a explicar mi lógica de razonamiento, para que no quede como un simple slogan. La sociedad queda desequilibrada. Si queda desequilibrada, pierde la fuerza para combatir la extensión de la droga o el desempleo. Para solucionar temas de esa magnitud es necesario contar con toda la población. No alcanza sólo con una parte. Como ve, el Tea Party tiene raíces en una ideología vigente en sectores de los Estados Unidos desde hace mucho tiempo, pero sus efectos son concretos hoy. La lectura es que Obama y su proyecto chocaron con el poder económico.

Y ese poder lo venció en estas elecciones de mitad de mandato.
–Las conclusiones son impactantes. El hombre más poderoso del planeta, que es el presidente de los Estados Unidos, es impotente contra los intereses del gran capital. El mensaje es que las instituciones no permiten ni siquiera que un presidente legítimamente electo despliegue otra política distinta, aunque sea levemente distinta, de la que ellos defienden. La reciente decisión de la Corte Suprema que permite a las empresas hacer contribuciones a la campaña electoral representa un freno a los políticos democráticos. En ese ambiente ultraliberal la democracia corre peligro.

¿Tanto?
–Efectivamente. El pueblo se expresa a través de las elecciones. En 2008 se expresó votando a Obama. Pero en la práctica el pueblo no puede gobernar porque no se lo permiten los individuos más poderosos. Si eso fuese verdad, si esa tendencia se profundizara, estaremos asistiendo a una mutación radical. Tan radical como la Revolución Francesa, que en 1789 pasó de una monarquía hereditaria a una asamblea elegida por los ciudadanos. Los que respetamos la integridad del individuo –y no hablo ahora, como usted advertirá, del ultraindividualismo– debemos preocuparnos cuando el dominio de unos pocos políticos poderosos reemplaza la voluntad de los individuos.

¿Cómo la reemplazan?
–Usan, entre otras, dos herramientas. El lobbying y el control de los medios de comunicación. Un ejemplo casi caricaturesco es Italia, donde Berlusconi personalmente es dueño de la mayor cadena de televisión privada y, como presidente del consejo de ministros, controla a las demás señales. Al mismo tiempo despliega un ultraliberalismo combinando el uso de los medios de comunicación más poderosos con presiones sobre la Justicia. Por eso es esencial mantener el pluralismo en la prensa. Hay que evitar que sea controlada por un pequeño grupo de individuos. De oligarcas, como se dice en Rusia. En Francia, Sarkozy se ocupó personalmente de que el aporte de capitales que necesitaba el diario Le Monde no pudiera resolverse con empresarios que no le resultaban simpáticos. En los Estados Unidos, muchas emisoras de radio y canales de televisión como Fox machacan y machacan con un mensaje populista.

¿Populista?
–Sí, ya sé lo que me va a decir. Sé que la palabra “populista” tiene una acepción diferente en la Argentina. Me refiero, por ejemplo, a los mensajes del líder de la extrema derecha francesa Jean Marie Le Pen. ¿En qué consiste su populismo? En que encuentra fórmulas tan falsas como eficaces de llegar al pueblo. Dice: “En Francia hay tres millones de desocupados y tres millones de inmigrantes. Yo les voy a decir cómo se resuelve el problema: echando a los inmigrantes”. Así actúa el populismo ultraconservador. Si Obama aumenta los impuestos para los sectores más poderosos, dirá que el aumento de impuestos afecta a la clase media y lo repetirá hasta el cansancio.

Pero no es sólo cuestión de propaganda, ¿no? O, en todo caso, esa propaganda simplificadora se asienta en el miedo provocado por la desocupación y la crisis, o por la falta de políticas más decididas, al estilo de Franklin Delano Roosevelt en 1933.
–Y además la población no está bien informada y no suele entrar en razonamientos teóricos complejos. La experiencia cotidiana de Francia es que aumentan los precios y que al mismo tiempo el jefe del Gobierno habla bien. Y un señor Le Pen dice: “Los gitanos se quedaron con tu plata”. Recordemos que en 1933 Adolf Hitler fue elegido por sufragio universal. El populismo tal como se lo describo apela a un razonamiento simplificado, rápido, comprensible para todos. Y digo esto no como ángel. No somos un mundo habitado por ángeles. Tampoco por demonios, claro. Me incluyo. O sea, gente que está informada y lee los diarios o hasta los escribe. Lo incluyo a usted, si me permite.

Por supuesto. Cualquier explicación basada en la lógica ángel-demonio es de fanáticos. Profesor, como periodista y como lector siempre me llamó la atención una frase suya: que hacerse entender, para un intelectual, es un tema ético. Creo que la dijo ironizando sobre Jacques Lacan cuando daba conferencias. Pero más allá de Lacan, ¿por qué dijo “ético” y no “estético”?
–Porque la ética se funda en la relación con los demás seres humanos. Implica un respeto. Y entonces no se deben usar medios indignos. La seducción está muy bien y se justifica cuando se busca despertar la simpatía de un individuo. Hay que mostrarse elocuente, simpático, apelar a todos los fuegos artificiales de los que uno disponga. Eso vale para un hombre, para una mujer, para cualquiera. Pero en el espacio público considero que practicar la demagogia populista en una suerte de discurso oscuro con apariencias de profundidad transgrede un contrato.

¿Qué contrato?
–El que se establece entre interlocutores, entre personas. Por eso es un contrato ético.


CONSEJO EUROPEO 28-29 OCTUBRE: LAS ELITES DISÉÑAN LA EUROPA NEOLIBERAL DEL FUTURO

Alvaro Rein | Sin Permiso


Desde la crisis del euro y de la deuda pública Europea de Mayo del 2010 las clases dirigentes europeas han acelerado notablemente su proyecto de rediseñar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) Europeo y el sistema entero de gobierno económico europeo.

La motivación es obvia: evitar que el sistema vuelva a encontrarse al borde del precipicio si emergen nuevos episodios de inestabilidad como los suscitados por la crisis griega de Mayo.

Este era el empeño principal de la reunión de los líderes de la UE del 28-29 de Octubre en Bruselas, que aprobó las propuestas del ´task force on economic governance´.

Los contenidos de las propuestas se pueden dividir en dos grandes áreas: 1) endurecer notablemente  la disciplina fiscal impuesta por el PEC sobre los gobiernos de la zona euro; 2) crear un mecanismo permanente de resolución de crisis que sustituya al Fondo de Estabilidad Financiera Europea (EFSF por sus siglas en inglés) y al Mecanismo de Estabilidad Financiera Europea (EFSM por sus siglas en inglés) que fueron creados en Mayo de 2010 pero que caducan a mediados de 2013. Además de esto se empieza a discutir sobre la propuesta alemana de crear un mecanismo que permita la reestructuración y el impago de la deuda pública.

Como es habitual en la Europa de las elites, los líderes de Alemania y Francia (Merkel y Sarkozy) se pusieron antes de acuerdo sobre los principios básicos de estas propuestas en su reunión de Deauville del 18 de Octubre de 2010, como se puede consultar en la declaración conjunta franco-alemana que emitieron ese mismo día.

Para convencer a los ingleses de que apoyasen las propuestas en el Consejo Europeo y permitiesen una reforma del Tratado de Lisboa bastó que Merkel le prometiese a Cameron una drástica reducción en el aumento anual previsto del presupuesto de la UE, que ahora crecerá en un 2,9% en vez de un 6%. A pesar de que Inglaterra estaría exenta de la aplicación de las sanciones por incumplimiento del PEC que propone Alemania (gracias al Protocolo 15 del Tratado de Lisboa), podría bloquear la aprobación de dichas propuestas en el Consejo Europeo. Por lo que Cameron aprovechó la ocasión para emplear a fondo su posición de fuerza y obtener contrapartidas a cambio de apoyar medidas que en cualquier caso no iban a afectar a Inglaterra. Así se trapichea en las esferas más altas de la UE con las políticas que afectan a millones de ciudadanos.

¿Pero de qué tratan estas propuestas exactamente?

En lo que concierne a la disciplina fiscal, estamos ante el rediseño más importante del PEC desde el tratado de Maastricht.

El task force, por ejemplo, propone crear un mecanismo de coordinación ex-ante de las políticas macro y fiscales de los países de la zona euro. Este mecanismo obligará a los gobiernos de cada país a consultar con la Comisión Europea y el Consejo de ministros europeos los presupuestos nacionales antes de que se hayan siquiera discutido en el parlamento del país. Propone además obligar a los gobiernos a incluir las recomendaciones de la Comisión/Consejo en la propuesta presupuestaria que los gobiernos presenten a sus parlamentos nacionales. Un ataque en toda regla contra la soberanía y la democracia nacionales.  

Endurecer y facilitar (a través de un proceso sancionador más rápido y automático) la aplicación de sanciones a los países que incumplan el pacto de estabilidad. Ahora ya no bastará con reducir el déficit por debajo del 3%, sino que además tienes que convencer a la Comisión de que vas a ser capaz de reducir la deuda por debajo del 60% del PIB de manera sostenible y rápida. Además, las sanciones se podrán aplicar si la mayoría del Consejo no se opone a ello (reverse majority rule), no si la mayoría del Consejo está de acuerdo con ello.

Al Presidente de la UE, Van Rompuy, se le encarga que siga estudiando la posibilidad de suspender el derecho de voto a los países que incumplan el pacto de estabilidad. La idea es que, como acabar aplicándole multas financieras significativas a los países que incumplan el PEC (países que en tales situaciones seguramente ya se encontrarían en dificultades económicas importantes) puede convertirse en algo complicado de hacer en la práctica, quizás acabe siendo más eficaz aplicarles sanciones políticas sustitutorias. Esta es una de las famosas propuestas controvertidas de Alemania (Merkel) ante la que el presidente de Comisión Europea (Barroso) se rasgaba las vestiduras durante la reunión del Consejo Europeo.

Desde el punto de vista de la gestión eficaz de la Europa neoliberal, uno puede imaginarse lo que le haría a la ya maltrecha legitimidad popular de la UE en los países afectados por tales sanciones políticas la aplicación de una medida así. El descontento popular que suscitaría sería sin duda algo arriesgado de gestionar políticamente para cualquier gobierno. Quizás más importante para el buen gobierno de la Europa neoliberal sería el riesgo de que una medida así suscitaría una importante desconfianza y resentimiento por parte de las elites políticas de la UE del país afectado y que posiblemente debilitaría la solidaridad entre las clases dirigentes europeas en el futuro.

El task force propone también crear un nuevo marco de ´surveillance´ macroeconómico para vigilar a los países (como España por ejemplo) que acumulen desequilibrios por cuenta corriente y desequilibrios competitivos importantes. La propuesta permitiría, además, que se sancione a los países que no implementen las recomendaciones de la Comisión y el Consejo para corregir esos desequilibrios. Asegurar la estabilidad fiscal en cada país de la zona euro es demasiado complejo como para confiarlo en unas simples reglas fiscales mecánicas como las contenidas en el PEC. La crisis demostró que países como España, que aparentemente cumplen con todos los criterios del PEC, pueden desmadrar sus cuentas públicas de un día para otro en situaciones de crisis económica como la que acabamos de vivir y crear problemas para la estabilidad financiera de la zona euro. Por ello hay que ampliar el campo de análisis preventivo para tener en cuanta también aquellos desequilibrios macroeconómicos y competitivos que amenacen con destrozar las cuentas públicas en una situación de crisis. Un ejemplo, las cuentas públicas españolas aparentemente eran sólidas al iniciarse la crisis pero esta solidez se basaba en el aumento de la recaudación fiscal que había producido un modelo de crecimiento insostenible construido sobre una burbuja del sector inmobiliario y de la construcción. Vigilar los desequilibrios que van más allá de lo puramente fiscal es un poco la idea detrás de esta propuesta.

Se propone crear un mecanismo permanente para la resolución de futuras crisis ‘a la griega’ y reformar el tratado de Lisboa para darle cabida. Ésta es otra de las propuestas estelares de Alemania. Las clases dirigentes alemanas tienen un problema: según ellas cualquier plan de rescate de gobiernos de la zona euro acabará siempre inevitablemente teniendo que ser financiado en su mayor parte por sus propios contribuyentes. Esto ya les acarreó serios problemas a la hora de convencer al público alemán de que era necesario crear mecanismos como el EFSF y el EFSM en mayo para salvar a países en situaciones como las de Grecia, aunque solo fuese por el bien mayor de la estabilidad del capitalismo europeo. Lo consiguieron solo a cambio de numerosas condiciones, entre las cuales se encontraba la premisa de que estos mecanismos serían solo temporales y que se les impondrían duras condiciones de ajuste a los países receptores de estas ayudas para que se ´espabilasen´ y no hubiese una próxima vez. El Tribunal Constitucional alemán estuvo a punto de bloquear, por inconstitucional, la participación alemana en el EFSF y solo lo permitió al final bajo la premisa de que se trataría solo de medidas ´temporales´. El problema es que nadie se espera que las crisis del capitalismo europeo se acaben para siempre en 2013, ni que mecanismos como el PEC, por muy duros que sean, puedan realmente desterrar cualquier posibilidad de que se produzcan nuevas crisis fiscales europeas en el futuro.

La única forma que tiene Merkel de ´blindarse´ legalmente ante la amenaza del Tribunal Constitucional alemán es que la existencia de un mecanismo de resolución de crisis permanente esté amparado legalmente por el tratado de Lisboa. El problema para el resto de las elites europeas es que la última vez que se intentó reformar los tratados de la UE se abrió una caja de Pandora muy arriesgada de controlar políticamente (como por otra parte sucede cada vez que se le da la oportunidad a la ciudadanía europea de decir lo que realmente piensa de la UE) y se tardó más de ocho años en llegar al actual tratado de Lisboa.

Por lo visto, en medio de este dilema entra en escena el Presidente de la UE Van Rompuy para calmar a las clases dirigentes diciéndoles que no se preocupen, que se puede reformar el tratado de Lisboa a través de un fast track approach y legislación secundaria basados en los artículos 48.6  y 48.7 del tratado de Lisboa, que evitaría tener que recurrir a cosas desagradables como referenda populares en países como Irlanda y Dinamarca y quizás también pueda evitar tener que pedir aprobación parlamentaria en cada uno de los países miembros de la UE.

La propuesta alemana de crear un marco que permita el impago y la reestructuración ordenada de la deuda pública en la zona euro divide a las clases dirigentes Europeas. Las recomendaciones del ´task force´ aluden a esta propuesta controvertida solo de un modo tangencial y abstracto refiriéndose solo ´...al papel del sector privado´. La declaración de Deauville del 18 de Octubre de Sarkozy y Merkel habla de ´...una participación adecuada de los acreedores privados...’.

Sin embargo, la idea general alemana está bastante clara. Se trata de incluir al lado de la cláusula que establezca un mecanismo permanente de resolución de crisis otro mecanismo que permita impagos y una reestructuración ordenada de la deuda de los países que cometan impago. De acuerdo con los informes de la prensa, los alemanes están pensando en permitir la prolongación del vencimiento de la deuda o la congelación de los pagos de intereses sobre la deuda en aquellos casos en los que los gobiernos se vean en dificultades de poder seguir pagando. Es decir, una suspensión temporal de los derechos de los acreedores y posiblemente también una renegociación de la deuda en la que los acreedores reciban  al final del día menos del 100% de lo que se les debe. El gobierno Finlandés ha lanzado también una propuesta que incluya las llamadas ‘cláusulas de acción colectivas´ que impidan que una minoría de acreedores bloquee un plan de reestructuración de deuda.

Desde el punto de vista del gobierno alemán, como es imposible fiarse de sus socios ‘despilfarradores’ europeos (particularmente, los de la llamada ´periferia´) y no han conseguido imponer su plan inicial –que las sanciones por incumplimiento del PEC se impusiesen de modo totalmente automático, sin siquiera tener que recurrir a una votación del Consejo (evitando así posibles negociaciones de última hora entre ´políticos´ para eludir la aplicación de sanciones)—, hay que fomentar que sean los propios mercados los que sancionen y dobleguen a los gobiernos que incumplan el PEC. Y esto ¿cómo se consigue? Fácil, se le hace creer al mercado que el impago es una posibilidad real y que los alemanes no van a estar siempre allí para rescatar a futuras grecias. Con lo cual los mercados de deuda empezarán a ponerle precio a este riesgo y a hacer pagar tipos de interés más elevados a los países mas ‘irresponsables’ con sus cuentas públicas.

Esta propuesta no podría ser más controvertida entre las clases dirigentes. El presidente del BCE, Trichet, por ejemplo, ya ha puesto el grito en el cielo y se opone con uñas y dientes, aunque poco puede hacer para impedirlo si los ‘malditos políticos’ en cuyas manos están al final las decisiones más importantes de como gestionar el capitalismo europeo llegan a un acuerdo entre ellos. Para colmo, el gobernador del banco central alemán y candidato favorito a sustituir a Trichet, Axel Weber, va por ahí dando discursos y argumentando en favor de la propuesta alemana de crear un mecanismo de reestructuración e impago ordenado de la deuda. El propio boletín de octubre del banco central alemán contiene una discusión en favor de las ventajas que puede acarrear permitir, bajo determinadas circunstancias, el impago y la reestructuración ordenada de la deuda pública.

Desde el punto de vista de Trichet, se está jugando con fuego de manera irresponsable. Hablar de permitir el impago no solo puede llevar a que cunda el pánico en los mercados financieros al menos de manera temporal en una situación de fragilidad como la actual. De hecho, la semana pasada los mercados iniciaron una nueva ronda de ventas de deuda griega que rompía con la tendencia de estrechamiento de la prima de riesgo de la deuda griega que se había conseguido en semanas anteriores con las distintas medidas Europeas de apoyo al país. Esta oleada de ventas también salpicó a Irlanda y Portugal (aunque en esos dos países había también causas interiores que influyeron en las ventas), ya que los inversores justamente se empezaban a plantear que si se habla de la posibilidad de permitir un impago en Grecia mejor ir preparándose también para otros impagos en Portugal e Irlanda.

Permitir el impago llevaría a enquistar la percepción de los mercados de que efectivamente creer en la posibilidad de crear un marco capaz de imponer la disciplina fiscal en la zona euro es solo una utopía y que al final habrá que ponerle un precio totalmente distinto a la deuda de cada uno de los países de la zona euro de modo permanente. Es decir que esto de la coordinación y homogenización de las políticas fiscales para permitir que funcione de manera efectiva un área económica común con una moneda única es un cuento chino en el que no creen ni los propios líderes europeos. Esta perspectiva es la que más temen los detractores de la propuesta alemana. Su contrapropuesta es sencilla: más disciplina fiscal a través del endurecimiento del PEC, y ni hablar de impago, que contradice la credibilidad de la primera propuesta.

Ante este debate y las distintas propuestas, uno se pregunta qué esta proponiendo como alternativa la izquierda que no estén ya discutiendo o hayan ya puesto en práctica las clases dirigentes para salvar su sistema. Como se puede ver, las propuestas de impago y reestructuración de deuda que proponen varios economistas de izquierda son perfectamente asumibles desde una de las visiones existentes de gestión del neoliberalismo capitalista, el cual, encima, las tiene bastante mejor concretadas. Otras propuestas que se realizaron desde la izquierda como la de pedir que el BCE comprase deuda pública ya ha sido puesta por obra por el BCE, a fin de garantizar la estabilidad del sistema. Se demuestra una vez más que la clase dirigente capitalista en momentos de crisis es mucho más flexible en la aplicación de sus dogmas que la izquierda, sobre todo cuando de lo que se trata es de salvar su sistema.

Ante este panorama, se plantea con urgencia que desde la izquierda social y política se empiece ya a proponer alternativas de envergadura para crear una Europa alternativa a la del neoliberalismo.

Álvaro Rein es el heterónimo de un analista económico que colabora regularmente con Sin Permiso en temas de  política financiera europea.