5 de marzo de 2014

RUSIA, UCRANIA, LA CAVERNA Y LA “MARCA ESPAÑA”

Gustavo Vidal Manzanares. Nueva Tribuna  

Poco ha tardado la caverna celtíbera en excretar embustes y tópicos al albur del conflicto en Ucrania. Hasta el punto que muchos comenzamos a pensar que la falacia conforma la esencia cavernaria y cualquier acontecimiento es solo un pretexto que les brinda el placer de mentir.

Así, comienza a circular la tendencia del “comunista Putin” o “los comunistas rusos”. Cualquier persona informada sabe que el muro cayó en 1989 y que en Rusia se instauró una suerte de capitalismo desenfrenado presidido por privatizaciones masivas, corrupción y mafia.

Pero el problema es que hay muy poca gente informada y la caverna aprovecha para confundir: los comunistas (y ya de paso, los socialistas, izquierdistas, etc.) invaden países. De modo que no tardaremos en escuchar en bares y taxis “los comunistas, o sea la izquierda, ha invadido…”.

Al hilo de lo anterior, la caverna ha aprovechado para expender otras de sus tergiversadas píldoras: “Los progres trasnochados se manifestaron cuando el NO a la guerra… ¿Por qué no se manifiestan ahora, a ver, ¿por qué?”. No faltarán descerebrados (porque en este país “gozamos” de un overbooking  de descerebrados) que repitan ese mantra.

Por mi parte, estoy convencido de que en España se producirían encendidas manifestaciones si, como ocurrió en Irak, se perpetrara un bombardeo masivo de Ucrania y el presidente del gobierno nos embarcara en su invasión.

Es evidente que nos encontramos ante dos situaciones geopolíticas muy diferentes, pero… ¿Cuánto españolito podría captar la diferencia? Por otra parte, ¿cuántos españoles saben que en Ucrania, hace poco, se produjo un golpe de estado que aupó a los nazis al poder? “Curiosamente” esto fue presentado por la caverna como “la calle toma el poder en Ucrania”. Quienes tanto se escandalizan cuando arde un contenedor o se arroja una piedra a un antidisturbios aplauden si grupos nazis recorren las calles, fusil en mano, amedrentando rusos y sembrando el terror para tomar el poder y comenzar a perseguir judíos, izquierdistas, homosexuales…

Y sí, leyeron bien, los nazis habían protagonizado recientemente un golpe de estado en Ucrania. Unos nazis tan nazis como aquellos que, en los años 30, quemaban libros, perseguían judíos y apaleaban “disidentes” y “subversivos”.

No es casualidad que, hasta la pasada intervención de Rusia, en Ucrania se estuvieran ya propinando palizas a “disidentes y comunistas” a la vez que empezaba el ataque a sinagogas. Por no hablar de la persecución de minorías como los gays, blanco fijo de todos los fanáticos.

Sin duda la derecha usará estos acontecimientos para tergiversar, sembrar consignas falsas y manipular. Pero lo terrible no es la clase de derecha que padecemos en España. Mucho más grave es la estulticia del ciudadano medio, del “españó, españó, españó”.

De este modo, tras un golpe de estado nazi se produce una invasión militar de un terreno geoestratégico por donde circula el 85% del gas consumido en Europa. Las consecuencias asustan por lo incalculable hasta el punto de temer por una tercera guerra mundial… pero, ¡no importa!, pocas horas después de la intervención militar de Putin, el trending topic de twitter excluía las tendencias “Rusia” y “Ucrania” sabiamente desplazadas por “MonoBurgos”, “golazoMessi” e “Ikertitular”… la caverna mintiendo y manipulando groseramente, el español medio tragando esas bolas, podrido de inconsciencia, absorto en el fútbol … marca España, sin duda.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Ayer mismo viví en primera persona lo que denuncia el autor del artículo: el rebuzno del analfabeto político de la caverna de bar.

Vivo en un barrio de clase trabajadora de la zona suroeste de Madrid. En el bar al que suelo ir a tomarme una cerveza al mediodía y leer el periódico, La Sexta soltaba su veneno, cada vez con más defectuoso disfraz “progre”, que no de izquierdas. Se veían en la televisión imágenes de soldados rusos parando una avanzada de otros soldados ucranianos que iban a protestar por lo que los medios venden como invasión de Crimea (aunque por tratado lleven muchos años allí), por no decir ya de toda Ucrania.

Los soldados ucranianos resultaban patéticos en su patriotismo de hojalata frente a los rusos que se limitaron a conminarles que no dieran un solo paso más. Luego se vio como se produjo un conato de protesta y cabreo de los soldados ucranianos mientras su oficial les calmaba y discutía con el oficial ruso que en ningún momento perdió la calma.

Estas imágenes fueron seguidas por las del Presidente Putin en distintos momentos políticos de estos días.

Mientras esto sucedía un grupo de jóvenes (el mayor no pasaba de los 35 años), que no tenía aspecto ni de garrulo ni de facha (alguno llevaba incluso coleta. El coleterismo debe de ser una epidemia) empezó a burlarse de los soldados rusos –ya se sabe, el tópico del aspecto rudo de los rusos), a lanzar pullas sobre la “invasión”, a indignarse (¡qué asco le he cogido a esta palabra desde hace casi 3 años!) y a proferir sandeces acerca de Putin. 

Tengo muy claro que el señor Putin no es comunista y que tiene rasgos autoritarios. Pero también tengo claro que padezco a un Presidente de Gobierno español infinitamente más ridículo, imbécil y autoritario y que Putin está demostrando una serenidad en la crisis de Ucrania que dudo mucho que “maricomplejines” Rajoy fuera capaz de gestionar si se produjese una situación así en España. Con el Prestige se cubrió de gloria.

Como estaba ya un tanto hasta las gónadas de soportar a aquellos mastuerzos y sus finas inteligencias no pude reprimir decir en voz alta. “Seguro que os gustará más el comportamiento de Estados Unidos en esta crisis y en lo que sucede en Venezuela”. ¡Qué sabrán ellos sobre lo que está haciendo USA allí! La respuesta seca y tajante por parte de uno de ellos fue: “Claro que sí”. Y arrecieron con sus estupideces propias de un lobotomizado y ya con clara intención de buscarme las cosquillas.

La alternativa que tenía era la de recorrerles el árbol genealógico desde Adán y Eva y liarme a mamporros, estando claro que, dada la desproporción numérica entre ellos y yo, saldría malparado.

Así que terminé rápidamente mi cerveza, dado que estaba a punto de explotar y no era el ambiente más propicio, y al salir les espeté mirándoles a la cara: “Está claro que os gustan mucho más los nazis de Kiev”. La respuesta volvió a ser rotunda: “Por supuesto”.

A esa gente le he escuchado en otras ocasiones delante de la televisión del bar cabrearse con las cifras del paro, emplear el sarcasmo cuando ven la imagen de Rajoy, pero también de cualquier otro dirigente político del signo que sea.

No es sencillo calificarles aparte de definirles como imbéciles manipulados y desinformados. No toda la culpa es suya, aunque alguna tendrá aquél que se traga relamiéndose de gusto toda la mierda que les colocan los medios del capital sin tratar de buscar por su cuenta otros relatos que no sean los cocinados por las empresas, porque son empresas, de comunicación.

No son meros fascistas declarados, en algunas cuestiones pueden tener incluso posturas progresistas. Son fascistas en proceso, que es de lo que también esta sociedad española se está contaminando. Es la indignación del borrego, el discurso del cretino para el que todos son iguales, la hez con patas, como la individua que el otro día me hablaba de “la dictadura de los partidos”. En su fuero secreto quisieran un führer que piense y decida por todos y les evite el trabajo de buscar alternativas. Es la canalla del que clama contra el político pero jamás contra el empresario, el tonto cínico (la peor combinación posible porque cree ser inteligente y en ese estado ya no tiene solución) indignado sin una rabia que se dirija contra el auténtico poder autor de los males que padece.

Está claro que la caverna (los medios del populismo reaccionario) produce idiotas de ese calibre pero alguna culpa tienen las izquierdas desideologizadas y con renuncia vergonzante a ser. No voy a hablar del PSOE, que directamente me produce asco sino de personajes que se sitúan supuestamente a su izquierda como el amigo Llamazares que el otro día decía tonterías de cobarde político en el programa “Al Rojo Vivo” -cada día más azul vivo- de La Sexta, mientras el majadero de Marhuenda destilaba su rusofobia y su anticomunismo baboso, que en el caso ucraniano no venía a cuento, la amiga Tania Sánchez que al día siguiente hacia equidistancia entre Rusia y USA, cuando la primera es la única que frena los instintos asesinos e imperialistas de la segunda en buena parte del mundo, o del coletero solista Pablo Iglesias, que se cubrió de miseria eludiendo defender a la revolución bolivariana en Venezuela, atacada por elfascismo terrorista de clase media, cuando la víbora de Alfonso Rojo le lanzó el órdago de insultar al gobierno del Presidente Maduro. Alguno de los groupies del nuevo mesías podrá decir que evitó caer en su trampa. Yo digo que se cubrió de indignidad.

Cuando desde las supuestas izquierdas se hacen equidistancias, se callan los ataques de las derechas, se renuncia a hacer pedagogía de las posiciones que debieran ser propias, se busca el aplauso fácil y se pretende el voto de de los sectores más reaccionarios, bajo la máxima del “ni de derechas ni de izquierdas”, puliendo todo lo que haya que pulir para convertirse en una UPyD bis, no sólo se hace renuncia de la propia identidad sino que se traiciona a la clase trabajadora, amparándose en un ciudadanismo de derechas y desclasado que está trayendo paso a paso el fascismo porque frente a él no se opone nada.


Contra esos tipos tan “modernos” tengo algo personal.