11 de junio de 2013

LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA: ¿QUÉ HA CAMBIADO?

Mike Wayne y Deirdre O’Neill. Red Pepper

En 2012 un grupo de personas procedentes de la clase obrera de Manchester y Salford [un barrio de Manchester] se junta para crear un espectáculo teatral basado en sus propias experiencias y el libro de Engels La situación de la clase obrera en Inglaterra. Disponían de ocho semanas antes de estrenar. Esta película filma a los protagonistas desde el primer ensayo hasta el estreno y sitúa su lucha por poner en escena el espectáculo dentro del contexto de las luchas diarias de la gente común que se enfrenta a la crisis económica y las políticas de austeridad.

Las personas que se juntaron para montar el espectáculo se convirtieron, de ser un grupo de extraños -la mayoría de los cuales no había actuado nunca- en el “Colectivo harapiento” en poco menos de dos meses. La película, llena de pasión política e ira, es un testamento maravilloso de creatividad, determinación y camaradería de la gente obrera, lo que desmonta los estereotipos de la clase obrera que difunden los medios de comunicación.

¿Cuál fue la motivación que dio lugar a este documental?
La idea de la película surgió hace unos años. Trabajamos durante un año en Venezuela. Durante nuestra estancia leímos el libro escrito por Engels en 1844, La situación de la clase obrera en Inglaterra. Nos llamó la atención su relevancia en un momento en que el Reino Unido desmantela el Estado de bienestar para regresar a un capitalismo desenfrenado propio del siglo XIX en que la política servía a los ricos. ¿Qué ha cambiado? Algunas cosas sí han cambiado. Cuando Engels escribió el libro, la conciencia política obrera era muy grande y proliferaba una cultura obrera independiente. Hoy en día los obreros y sus organizaciones en el Reino Unido, especialmente en Inglaterra, se han desintegrado a consecuencia de los ataques que representan las políticas neoliberales. Queríamos traer a la memoria aquel espíritu revolucionario del libro de Engels y que también encontramos en Venezuela.

¿Cómo fue el proceso de filmación?
Hicimos un llamamiento abierto en Manchester y Salford de voluntarios que querían formar parte del proyecto. El objetivo fue que los participantes idearan una obra de teatro basada en sus propias experiencias y el texto de Engels, de forma que se produjeran dos elementos. En primer lugar establecerían las conexiones entre el texto de Engels y su propia vida y en segundo lugar contarían sus propias historias. Teníamos la idea de que la película siguiera el proceso de estrechar lazos, colaborar, crear, contar cuentos y destacar los temas de clase. Al mismo tiempo contextualizamos lo que ocurría en los ensayos dentro del marco de las actuales políticas de austeridad y una visión histórica de la situación de la clase obrera en el pasado al utilizar metraje de archivo y las palabras de Engels.

Los documentales, sobre todo los que tienen una estética de la observación, tienen con frecuencia un estilo que conduce a la imparcialidad; aquí hay una perspectiva definida sobre el tema. ¿Fue siempre vuestra intención permitir a los actores articular sus propias experiencias e interpretaciones del libro?
La idea de la película requería una puesta en escena que implicaba que nunca fuimos observadores imparciales accidentales. En este sentido el film se encuadra dentro de la tradición de cinéma vérité que se confunde a menudo con el cine de observación; en realidad se diferencia de éste porque permite al cineasta asumir una postura intervencionista. Esta tradición ha reaparecido también de forma corrupta en los documentales televisivos en los que los cineastas fijan tareas u objetivos competitivos a los protagonistas. La diferencia con nuestra película reside en que nosotros quisimos que las personas trabajaran juntos -en vez de unas contra otras- en un proyecto político.

¿Piensa que los tiempos actuales requieren una cultura cinematográfica o documental que plantee realmente las grandes preguntas sobre la sociedad británica?
Se está produciendo dentro de la sociedad británica una enorme transformación y los medios de comunicación dominantes no la están cubriendo. El Estado de bienestar, que se creó para proporcionar barreras protectoras entre las personas y el mercado, se está desmantelando. Volvemos al capitalismo de laissez faire del siglo XIX, otra razón por la que debemos releer a Engels hoy. Se está produciendo en este país un golpe de Estado corporativo mientras los medios de comunicación dominantes guardan un silencio implícito. Los mismos tiempos que corren producen una cultura documental que se hace grandes preguntas.

El objetivo de la película fue hacer un paralelismo entre la situación actual y 1844. ¿Cuál es este paralelismo?
Hay un paralelismo notable entre la Inglaterra de Engels al principio de la revolución industrial y el capitalismo desbocado de hoy. Los pobres trabajan todavía a cambio de sueldos de subsistencia, habitan viviendas deficientes, están más enfermos, mueren antes, hay poca movilidad social, la educación está diseñada para prepararlos para una vida de empleos serviles, mientras la ley, como dijo Engels, “es una vara que la burguesía ha preparado para ellos.” Tomemos como ejemplo lo que escribió Engels sobre el vínculo entre la desigualdad y el crimen y las declaraciones de los representantes de la burguesía sobre “el carácter sagrado de la propiedad” después de los disturbios que sacudieron las ciudades inglesas en 2011. David Cameron describió los mismos como “criminalidad, pura y dura.”

¿Qué relevancia tiene hoy el libro de Engels?
Lo que es tan poderoso en Engels es que disecciona las relaciones fundamentales de poder de la sociedad al hablar de clase. Es de lo que no quieren hablar los políticos o sustituyen por los prejuicios de una elite ajena a la realidad que habla de “gorrones.” Mientras tanto los medios de comunicación reciclan unos estereotipos unidimensionales de clase y gran parte del mundo académico declara que la clase es un concepto arcaico. Pero la realidad es que sin este elemento de clase no podemos, literalmente, entender los impulsores principales del cambio social y los problemas sociales endémicos. El libro de Engels no es por tanto una curiosidad histórica sino un recuerdo de lo que hemos olvidado: que la clase es todavía relevante para entender la sociedad de hoy.

¿Creen que las prácticas documentales funcionan como las prácticas sociales en términos de influir en la sociedad?
Todas las prácticas culturales son prácticas sociales. Nuestra práctica cultural fue diferente porque trabajamos de otra forma. Fue fundamental para el proyecto que la gente obrera que participó contara su historia a su manera. Las historias de la clase obrera no las suelen escribir sus protagonistas, que es lo que marca la diferencia. La dominación de los medios de comunicación por parte de una clase media cada vez más alejada de las vidas y experiencias de la clase obrera significa que sus historias se filtran a través de un prisma de clase ajeno. Con el fin de influir en la sociedad en sentido progresista, es importante el proceso y no sólo el producto final. Dentro de los medios de comunicación convencionales, el proceso de producción es jerárquico; éstos se acercan a la gente obrera y se apropian, manipulan y distorsionan sus imágenes y palabras para que encajen en un discurso preexistente.

La entrevista con la joven de la zapatería en Moss Side [un barrio de Manchester] es un momento muy emotivo del documental. Pero muestra también una experiencia obrera colectivizada y multirracial.
Uno de los problemas del grupo que se juntó para llevar a cabo el proyecto dramático es que eran todos blancos. Inicialmente se juntaron unas treinta personas pero se retiró la mitad al percatarse de la importancia del compromiso requerido. Había algunas personas negras y asiáticas en el grupo inicial que luego se descolgaron. Lo que no valoramos, como londinenses, es la segregación tan grande que existe en Manchester debido a las distintas comunidades que allí residen. Esto constituye un problema en la medida de que la película trata de un grupo de personas que realiza el espectáculo y reproduce una visión homogénea de la clase obrera actual. De modo que sabíamos que teníamos que intentar corregir esto en la película. Cuando llegamos a Moss Side les entrevistados no nos dieron muchas alegrías al principio, ya que cuando los preguntábamos a qué clase pertenecían, contestaron que a la “clase del chanchullo” y no querían que los grabáramos. Y luego nos encontramos con Angie; la entrevista con ella fue increíble y sabíamos que la íbamos a utilizar y que iba a ser el centro de la película. Sí encontramos que mucha gente estaba enfadada, que había una frustración y dolor latentes debajo de la superficie; esto se veía en la entrevista con Angie. Esta dimensión psicológica y emocional de la opresión de clase es muy importante. No se trata de la “economía” o la “sociedad” en abstracto; se trata de la vida de las personas.

9 de junio de 2013

EL REPRESENTANTE DE CC OO AVALA EL RECORTE DE LAS PENSIONES

Miguel Ángel García Díaz es miembro de CCOO y UPyD.
Conviene ir conociendo la cantidad y la "calidad" de la
mierda que CCOO tendría que limpiar si le importase 
el respeto de la clase trabajadora
DICTAMEN DEL LLAMADO COMITÉ DE EXPERTOS

El representante de CC OO en el grupo de trabajo que ha propuesto la próxima reforma de las pensiones defiende su voto positivo aunque pide más tiempo para aplicarla.
Redacción Web. Diagonal
"He suscrito este informe porque considero que incluye todas las cuestiones fundamentales que afectan a la sostenibilidad del sistema público de pensiones. Con advertencia de los riesgos del sistema y porque deja de forma clara que el diseño del sistema está en la política", las palabras de Miguel Ángel García, responsable del Gabinete Económico de Comisiones Obreras, buscaban anticiparse a las críticas ante su voto positivo al informe que un grupo de trabajo ha remitido al Gobierno para introducir el factor de sostenibilidad en el sistema de la Seguridad Social. Las decisiones políticas seguirán siendo fundamentales para el cálculo de las pensiones futuras: "el coeficiente de longevidad" introducido en la fórmula, "es sólo un factor más", respondían los miembros del grupo de trabajo en rueda de prensa, que han insistido en que el sistema seguirá basándose en decisiones que se tomarán "en el mismo lugar en el que se toman ahora", como ha recalcado uno de los cinco miembros de trabajo en rueda de prensa.

El sindicato ha afirmado en un comunicado que el voto de su representante en el comité y la mera existencia del informe "no vincula ni al Gobierno ni a los agentes sociales", y ha asegurado que se siente vinculado a los acuerdos de febrero de 2011 que ya preveía la introducción del factor de sostenibilidad para el año 2027.

A pesar de su voto positivo, que contrasta con la negativa del representante de UGT, Miguel Ángel García, ha emitido un voto particular para que la aplicación de la reforma se lleve a cabo en 2019 y no en 2014, por dos motivos: "El fondo de reserva siendo pesimista tiene recursos para asumir el déficit de cinco años, una segunda cuestión, una reforma estructural tiene que tener tiempo suficiente para que se conozca, los cambios se tienen que valorar. Creo que es mejor que la sociedad se acostumbre a este cambio para que lo pueda incorporar de forma menos traumática", ha declarado García.

"Los medios [de comunicación] tienen un papel muy importante", a la hora de trasladar a la ciudadanía el contenido del informe, ha valorado Víctor Pérez Díaz, presidente del comité, quien ha asegurado que ninguno de los integrantes del grupo ha cobrado "ni un euro ni un céntimo de euro" por su participación en esta mesa. "Es el conjunto de la sociedad el que tiene que implicarse en este proceso". A su juicio, políticos y agentes sociales tienen que trasladar el problema a la ciudadanía. El proceso a seguir a partir de ahora lleva el texto al Pacto de Toledo y después a su discusión en las cámaras de representantes, con vista a que esta nueva reforma de las pensiones sea aprobada antes de final de año. Las líneas generales de la reforma buscan acelerar la introducción del factor de sostenibilidad y sustituye el cálculo en base al IPC por otra fórmula, el Factor de Revalorización Anual, una ecuación que introduce el componente demográfico entre otros factores. Con ello, se introduce un Factor de Equidad Intergeneracional, que liga la pensión inicial a la esperanza de vida.

El coeficiente propuesto "no va a generar pensiones más bajas, lo más probable es que las pensiones medias vayan aumentando", se ha defendido Rafael Domenech, economista jefe para Economías Desarrolladas del BBVA, "solo necesitamos que la economía crezca en términos reales para que las pensiones crezcan", aunque Domenech ha reconocido que "hay un riesgo de que descienda la pensión media real con respecto al salario medio real". Según datos de la Agencia Tributaria de noviembre de 2012, el salario medio real descendió en 2011 un 3,6% respecto al año anterior, y la evolución de los salarios desde el comienzo de la crisis ha alcanzado ya una caída 10%. En ese mismo periodo, las pensiones crecieron, aunque este incremento se ha atenuado con la puesta en marcha de políticas de recorte que han afectado especialmente a los perceptores de este tipo de rentas.
                                                                                      

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Conviene conocer los vínculos de ese comité de expertos nombrado por el Gobierno del PP para la reforma de las pensiones con el mundo de las aseguradoras privadas y sus fundaciones liberales: http://www.periodistadigital.com/economia/instituciones/2013/06/08/esttos-son-los-12-expertos-que-han-hecho-el-informe-sobre-las-pensiones.shtml

8 de junio de 2013

LO QUE NO CUENTAN LOS MASS MEDIA SOBRE EL ESTALLIDO SOCIAL EN TURQUÍA

Libred

Uno de los argumentos más usados por los grandes medios de comunicación occidentales a la hora de interpretar el origen del estallido social en las calles de Turquía es la deriva islamista y autoritaria  del Gobierno de Recep Tayip Erdogan.

De esta manera, los ‘mass media’ centran toda la atención en la disyuntiva islamismo-laicismo y autoritarismo-democracia, llevando a cabo un análisis simplista y parcial de la realidad que vive estos días el país euroasiático.

Y es que para poder analizar con mayor profundidad la reciente revuelta popular en las calles de ciudades como Estambul o Ankara, habría que adoptar algo más de perspectiva y poner la lupa en las políticas socioeconómicas que el Ejecutivo viene desarrollando durante estos últimos años.

El Gobierno de Erdogan, integrado por el Partido Justicia y Desarrollo (AKP), irrumpe en el poder en el año 2002 en un contexto de crisis económica (crisis financiera de 2001) donde acuerda un programa de medidas de claro corte neoliberal con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que pasan por la privatización del sector público, reformas laborales y drásticos recortes sociales.

Un año después de llegar al Gobierno, en 2003, se abre el camino a la privatización de la empresa pública de telecomunicaciones Turk Telekom [1]. Al año siguiente, en 2004, se ponen a la venta compañías de licor, fábricas de acero y Aerolíneas Turcas [2].

Desde entonces, se inicia un proceso que no tiene marcha atrás: En 2007, se da luz verde a la privatización de la compañía pública de tabacos de Turquía, Tekel [3]. En 2008, es el turno de la red eléctrica, con la venta de dos compañías de distribución en Ankara y Sakarya-Kocaeli [4]. Además, ese mismo año se anuncia la venta del banco de propiedad estatal Halkbank y la privatización del 15 por ciento de las acciones de Turk Telekom.
En 2009, el Gobierno aprueba una legislación para otorgar el agua de los ríos, los lagos y los estanques a las corporaciones privadas. Esto significa que los recursos hídricos pueden transferirse a corporaciones, que hasta el momento sólo controlaban los servicios de distribución [5].

Debido a esto, la Confederación de los sindicatos campesinos turcos, Çiftçi-Sen, junto con más de 100 otras fuerzas de oposición social que defienden el reconocimiento del derecho al agua, forman una plataforma llamada “No a la comercialización del agua” y se manifiestan masivamente el 15 de marzo de 2009 en Estambul, en el marco del Foro Mundial del Agua [6].

En 2011, el Gobierno de Erdogan inicia las negociaciones para la privatización [7] de 2.000 kilómetros de autopistas y puentes del país. De esta manera el Ejecutivo turco pretende ceder al capital privado hasta nueve carreteras de peaje y dos puentes sobre el Bósforo, vías de comunicación muy importantes en el área de Estambul.

A través de la llamada “Administración de Privatizaciones” (OIB por sus siglas en turco), Erdogan busca tirar adelante un paquete de privatizaciones en el país que incluye el textil, la minería, el petróleo, la alimentación o el transporte marítimo, entre otros [8].

En febrero de ese mismo año, 10.000 personas se manifiestan en el centro de Ankara en rechazo a la reforma laboral del Gobierno, que entre las medidas, destacan la reducción del salario mínimo para los jóvenes, la posibilidad de traslado de los funcionarios y permite la contratación de empleados sin seguro social [9].

Muchos de los allí presentes corean gritos de “Esto es Ankara, no el Cairo”, “Tayyip ha llegado tu turno” y “Tayyip, te deseamos un final feliz como a Mubarak”.

Las directrices neoliberales aplicadas durante estos últimos años han generado un aumento de la desigualdad social en el país. Según la revista Forbes, en Estambul, capital financiera de Turquía, había un total de 35 multimillonarios en marzo de 2008 (en comparación con 25 en 2007), situándose en el puesto 4º en el mundo. Un informe para empresarios interesados en invertir en Turquía elaborado por el banco español Banesto asegura que “el país está marcado por la existencia de fuertes desigualdades de rentas” [10]. Muchos empleados en Turquía no cobran más del salario mínimo de unos 570 dólares y el ingreso per cápita es casi la mitad que los ingresos medios europeos.

Quizás este conjunto de factores ayude a explicar el malestar social que ha dado origen a los disturbios que hoy vive Turquía, más allá del enfoque liberal que se pretende dar desde la prensa de Occidente.

Referencias:

7 de junio de 2013

LA MUERTE DEL JOVEN MERIC DESTAPA EL NEOFASCISMO FRANCÉS

A la caza de homosexuales e izquierdistas

La ocupación de las calles de París por la ultraderecha usando como pretexto la ley de uniones homosexuales desemboca en la muerte de un joven de izquierdas brutalmente agredido. Un estudio constata la creciente derechización de las opiniones públicas europeas en materia social.

Dabid lazkanoiturburu. Gara

La brutal agresión neofascista que provocó la muerte al joven de izquierda Clément  Meric, un estudiante de 19 años, es la última de una serie de ataques perpetrados por unos movimientos que han encontrado un caldo de cultivo ideal en una Francia hundida en una crisis económica feroz y tensionada por la oposición visceral de los sectores retrógrados al derecho a la unión entre parejas del mismo sexo.

El suceso tuvo lugar el miércoles por la tarde en el céntrico barrio parisino de la estación de Saint Lazare, donde se había organizado un mercadillo de ropa. Un grupo de jóvenes con estética skinhead llegó y comenzó a provocar a un grupo en el que se encontraba el joven estudiante de Ciencias Políticas. Uno de ellos le propinó al menos un fuerte golpe con un puño americano y la víctima cayó al suelo tras golpearse la cabeza con un poste. Ingresada en el hospital con diagnóstico de muerte cerebral, falleció ayer.

El ministro francés de Interior, Manuel Valls, anunció la detención de cuatro jóvenes, entre ellos «el autor probable» de la agresión, y el Partido de Izquierda pidió abiertamente la disolución de los grupos de extrema derecha, que están multiplicando los ataques en las últimas semanas tanto en la capital como en otras ciudades del Estado francés.

Todo el arco político francés denunció los hechos, incluso el presidente, François Hollande, de visita en Tokio. Hasta la líder del ultraderechista Front National, Marine Le Pen, se apresuró a desmarcarse del «terrible e injustificable» ataque.

Lo cierto es que, como recuerda la izquierda, la agresión contra el joven Meric ha salido a la luz pública por lo dramático de sus consecuencias, pero se enmarca en una creciente oleada de ataques que ha tenido como objetivo preferente, que no único, a los homosexuales. Al calor de las multitudinarias manifestaciones contra la ley Taubira (bautizada con el nombre de la ministra de Justicia y principal proponente), y que pillaron a contrapié tanto a la derecha clásica de la UMP como al Front National, han reaparecido con fuerza grupúsculos de extrema derecha decididos a pasar a la acción.

La virulencia y el éxito en participación (cientos de miles de personas en cada convocatoria) de la oposición a esta ley igualitaria ha sorprendido tanto dentro como fuera del Estado francés. No obstante, un repaso a la historia francesa que repare en el peso de las fuerzas reaccionarias sirve para situar la cuestión. Como recuerda Bernard Schmid en Viento Sur, se trata de «sectores que van más allá de su tradicional actitud de defensa del orden social existente de forma pasiva». El autor añade que «la memoria de la ruptura revolucionaria de los años 1789-1793, y la forma como el orden burgués se impuso al ancienne régime (entre otros instrumentos, con la guillotina) han hecho que este campo esté dispuesto a movilizarse contra los cambios que considera catastróficos o que le conducen al abismo».

Y no hay duda de que la ley de igualdad de las personas del mismo sexo en el ámbito del reconocimiento legal de su unión es, a ojos de este sector, uno de ellos. Un sector que tiene continuidad histórica tanto en la Francia colaboracionista del régimen de Vichy como en el indudable peso político del Front National, extrema derecha homologada, como en amplios sectores del electorado de la UMP (sarkozysmo).
El cuestionamiento por parte de los opositores a la ley Taubira, ante la que oponen la primacía de una supuesta «ley natural» (lo que les permite proseguir con sus protestas pese a su aprobación) ha resucitado viejos fantasmas.

El suicidio en la catedral de Notre Dame de uno de los teóricos de la extrema derecha francesa, acompañado de un testamento-llamamiento para ir más allá de la protesta contra los homosexuales, debía haber encendido, más allá del simbolismo e individualismo de la acción, bastantes alarmas.

Dominique Venner, ensayista y prolífico autor de obras que defienden el supremacismo europeo, se disparó en la sien con una pistola el 21 de mayo, cinco días antes de la manifestación, nuevamente multitudinaria, contra la ley de igualdad de los homosexuales. En su mensaje, hacía un llamamiento a proseguir con la lucha pero alertaba de un «peligro» mucho mayor: el de que «Francia caiga en manos de los islamistas».

Venner, militante de la organización paramilitar de las OAS (grupos de choque en la Guerra de Argelia), era uno de los principales teóricos e impulsores del autodenominado «nacionalismo revolucionario francés». Lo que nos devuelve directamente a la muerte del joven Meric, que la Policía imputa al grupo «Juventud Nacionalista Revolucionaria».

Este movimiento, fundado en 1987, está formado actualmente por bandas «neonazis» con estética skinhead y supone una amalgama que combina una visión en la que priman los estados nación con elementos socializantes (aunque ferozmente anticomunistas).

Salvando las distancias geográficas y políticas, este grupo se reclama émulo del Movimiento Nacional Bolchevique, liderado por el ruso Eduard Limonov, una suerte de mezcolanza entre paneslavismo y estalinismo que tiene su correspondencia en el ámbito estético (hoz y martillo en lugar de la esvástica sobre un fondo igualmente negro).

Si Limonov luchó junto a las milicias serbias en el cerco de Sarajevo (Bosnia), la Juventud Nacionalista Revolucionaria francesa no tiene empacho alguno en reivindicar modelos como el baazismo (iraquí y sirio) e incluso en alabar a figuras como el desaparecido Hugo Chávez y al presidente iraní, Mahmud Ahmedineyad. Asegura compartir con estos últimos su antiimperialismo (frente a EEUU).

En el ámbito nacional (siempre francés, por supuesto), rechaza el liberalismo económico y aboga por un modelo económico corporativo y orgánico en la línea de lo que fueron movimientos como el fascismo italiano en sus inicios o el falangismo español.

Y es que muchas veces se pasa por alto el componente (o la excusa) socialistoide de este tipo de movimientos a lo largo de la historia, incluido el nacional-socialismo hitleriano.

Estas últimas reflexiones quedarían en unos insuficientes apuntes históricos si no fuera porque la situación que vive el Estado francés, y en general buena parte del continente europeo, no revistiera circunstancias de urgencia como las que dieron pie a la emergencia de aquellos movimientos fascistas.

Ayer mismo se conoció que la tasa de paro en el Hexágono ascendió en el primer trimestre del año al 10,4%, el nivel más alto desde 1998. Y la situación tiene todos los visos de empeorar.

Ante ello, la izquierda y los sindicatos han cedido todo el protagonismo y el escenario a la reacción, como ha quedado patente con las protestas anti-gays.

Muchos lo fiaron todo a la llegada al Elíseo del «socialreformista» Hollande, quien en un año de legislatura ha generado una insatisfacción general que ha llegado a cifras igualmente récord.


Hora es de que la izquierda se ponga las pilas para arrebatar la calle a sus actuales ocupantes y evitar que sus «grupos de choque» sigan sembrando de pánico, y muerte, las calles de París, Toulouse, Marsella...

6 de junio de 2013

SOBRE EL HAMBRE

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:

El hambre es uno de Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis.

Tener hambre no es tener un sano apetito ni ganas de comer. Sufrir hambre es una etapa de un camino que conduce a la muerte –otro de los Jinetes del Apocalipsis- y, cuando posee dimensión epidémica, no nace del accidente, del azar o de factores ligados a la voluntad humana sino de la injusticia, la desigualdad, la opresión de unos seres humanos sobre otros, el reparto desigual de la riqueza, y mucho más desigual de la pobreza, y de una situación social, económica y política que lo amparan, protegen y promueven. Pero esto ya lo saben ustedes.

En diferentes momentos históricos la vieja “civilizada Europa”, madre de dos Guerras Mundiales, ha conocido el hambre. Uno de esos momentos más recientes fue “el hambre de la patata”, la Gran Hambruna Irlandesa, de 1845 a 1849. Entre dos millones y dos millones y medio de personas murieron entonces por efecto de esta devastadora lacra. Más de dos millones de irlandeses emigraron a Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá, Chile, Argentina y Australia en lo que se conoció como la Diáspora Irlandesa. Otros dos millones de personas se desplazaron dentro del país huyendo de las zonas de mayor hambruna. Sus efectos continuaron durante décadas y la población de Irlanda todavía no ha recobrado los niveles previos a la hambruna. Entre 1841 y 1851 la población del país disminuyó de 8,2 a 6,6 millones. Irlanda perdió una cuarta parte de su población. No es cierto que este desastre humano (no humanitario porque de humanitario no tiene mucho) se deba al mildiú, la ineficiencia económica o los métodos inadecuados de cultivo, como nos quieren contar los grandes maquilladores históricos. Estos sólo fueron factores facilitadores.

La realidad es que la propiedad de la tierra irlandesa era en el siglo XIX británica, siendo los campesinos irlandeses sus aparceros. Los irlandeses cultivaban el trigo que se exportaba a Inglaterra, mientras ellos se alimentaban de los productos de la huerta familiar: patatas, que sufrieron la devastación del mildiú y una pérdida radical de las cosechas. Fue el sometimiento irlandés bajo los británicos la causa de que la enfermedad de la patata tuviera tan trágicas consecuencias. Los patatales morían y los trigales disfrutaban de grandes cosechas pero los irlandeses no podían acceder a este alimento pues pertenecía a los terratenientes ingleses. No se sabe de ningún terrateniente británico que abriera sus despensas a los hambrientos irlandeses. La corona inglesa no tomó medida paliativa alguna con sus súbditos irlandeses literalmente muertos de hambre. Que los irlandeses murieran o emigraran aseguraba aún más el dominio inglés en un territorio hostil y fuertemente cruzado de un sentimiento nacional independentista. Mientras tanto, los terratenientes británicos siguieron exigiendo a sus aparceros el pago del arriendo.

Desconozco los efectos cuantitativos de los períodos de entreguerras (entre la I y la II G.M.) con la crisis de la Gran Depresión en Europa y USA pero sabemos que la mortalidad se incrementó notablemente, el crecimiento vegetativo se estancó e incluso se convirtió en negativo. Las grandes ciudades rusas y parte de su territorio rural se vieron desabastecidas de alimentos, por la falta de brazos campesinos, empleados en la I Guerra Mundial, el envío de gran parte de la producción agrícola al frente para alimentar a las tropas y el creciente incremento de los alimentos. En Alemania y en otros países de la Europa central, pero también de las grandes ciudades USA, la gente caía desmayada de hambre por las calles. El desempleo conducía al suicidio por desesperación y a la muerte por hambre. Mientras tanto, a un lado y otro del Atlántico,  los grandes terratenientes agrícolas quemaban las cosechas para impedir que los precios agrícolas bajaran.

Esta imagen desapareció de las ciudades del centro del capitalismo con la expansión económica tras la II G.M. y la recuperación de las grandes tasas de ganancia del capital, que practicó una política económica de cierta “redistribución de la riqueza” que permitiese el consumo de masas. Durante unos sesenta años el hambre en el mundo ha sido cosa principalmente de negros africanos pero como eran pobres y disfuncionales para el capitalismo de consumo de masas parecían no existir como denuncia que alzase su voz, salvo para el gran negocio de la caridad y la “solidaridad” profesionalizada de ONGs y otros vividores a costa de la pobreza ajena.

Hoy, la crisis global del capitalismo, ha vuelto a colocar el hambre en las calles y ciudades de Europa y USA, casi siempre como cifras abstractas, en ocasiones como rostros que el sensacionalismo mediático aprovecha para vender más periódicos o aumentar la cuota de pantalla de las cadenas televisivas  y para recordarnos que si nos rebelamos y perjudicamos el clima social –ya sabemos que el capitalismo es cobarde y gusta de la tranquilidad, que viene de tranca- las cosas pueden irnos aún peor a los desposeídos, por lo que nos conminan a callar y trabajar, los que aún tienen trabajo y a esperar resignadamente, como Godot, la mágica recuperación de los beneficios empresariales que son, según ellos, los que nos dan de comer. Mientras tanto, algo de pan nos dejarán caer las organizaciones caritativas de las iglesias y grupos nazi-fascistas como Amanecer Dorado en Grecia o España 2000 por estos lares, realizando unos y otros su “benefactora” propaganda por alimentos, eso sí, siempre limitada a nacionales.

Ni el hambre es culpa de quienes la padecen, como nos dicen los liberales que nos recuerdan cada día que sólo el esfuerzo y el trabajo es causa del progreso de las naciones (curioso discurso de quienes viven del trabajo y la miseria ajenos, la cultura del pelotazo y la corrupción), ni su existencia nace del azar o los desastres naturales. Es inducido por el capitalismo, del que sus víctimas tendemos a señalar su carácter criminal sólo cuando la situación se vuelve insostenible para nosotros y al que aceptamos pasiva o entusiásticamente cuando nos caen algunas migajas de sus banquetes.

Hoy he encontrado algunos textos sobre el hambre en distintos lugares del mundo que deseo compartir con ustedes. ¡Bon appétit!

DESNUTRICIÓN INFANTIL, EFECTO DEVASTADOR DE 5 AÑOS DE CRISIS ECONÓMICA EN ESPAÑA

En Andalucía firman decreto para garantizar tres comidas al día a los niños

Más de 28 por ciento de los menores no se alimentan como aconseja Naciones Unidas

Armando G. Tejeda. La Jornada

El hambre y la pobreza se han extendido sin piedad entre los niños españoles. En Andalucía, la región con mayor desempleo y desigualdad en el país, se puso en marcha un plan para atajar un fenómeno que amenaza con llevar a la exclusión a buena parte de la sociedad, el cual consistirá en dar desayuno o merienda a alrededor de 50 mil menores en los próximos meses.

Este programa llegará a 5 por ciento de la población infantil andaluza, gracias a un decreto del gobierno de coalición del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Izquierda Unida (IU), en el que se declaró obligatorio que todos los niños coman tres veces al día. El almuerzo consistirá en una torta de chorizo, un jugo de frutas, galletas, mantequilla y una manzana.

Como en los peores años de la posguerra o de la gran depresión de principios del siglo XX, España vive una pesadilla que no da tregua y que enfrenta a la población con el pasado, cuando la gente se alimentaba de pan, chorizo y vino. Es la peor cara de la crisis que afecta a este país desde hace cinco años y que ha multiplicado el desempleo: 27.1 por ciento, es decir, casi seis millones de personas; la pobreza, que afecta ya a 25 por ciento de la población, y la desnutrición infantil con dos de cada cinco niños mal nutridos.
Los últimos informes, tanto públicos como de organizaciones internacionales, confirman que la crisis y sus efectos devastadores han provocado un enorme incremento en la desnutrición infantil. En el conjunto del país más de 28 por ciento de los niños no se alimentan como aconseja la Organización de Naciones Unidas, mientras en la región de Andalucía la cifra alcanza 35 por ciento.

Este panorama fue el detonante para que el pasado abril, en un gesto insólito de los gobiernos autonómicos de España, la Junta de Andalucía, por medio de la Consejería de Igualdad, aprobara un decreto de lucha contra la exclusión social, en el que se desarrolla una línea de trabajo alimentaria que se enfoca en la desnutrición infantil, al garantizar, por ley, que todos los niños de la región coman tres veces al día, y deja un margen legal al gobierno para dotar los recursos que hagan posible dar de comer a los niños más pobres y con más desnutrición (5 por ciento).

El plan tiene un presupuesto de 16 millones de euros y se apoyará también en las ONG que trabajan en la región para hacer más eficiente el reparto, así como de los centros escolares, donde también se distribuirán los paquetes de alimentos. La consejera de Igualdad, Susana Díaz, explicó en su día que este plan de trabajo pretendía poner rostro a la crisis a través de nuestros menores, que son los más vulnerables en un momento de mucha debilidad y de una crisis brutal como la que estamos viviendo. Hay que reconocer que casi seis de cada cien infantes en Andalucía están situación de pobreza extrema, algo ante lo que hay que ser contundentes, porque estamos influyendo en el desarrollo y el futuro de los niños.


EL HAMBRE AUMENTA EN GRAN BRETAÑA

Matt Carr. IPS

Los drásticos recortes a la seguridad social implementados por el gobierno de coalición tienen un impacto cada vez más notorio en Gran Bretaña, donde las medidas de austeridad que buscan hacer frente a la crisis financiera hacen estragos entre los sectores más vulnerables.

Un relevamiento publicado en el sitio web Netmums concluyó que, con regularidad, una de cada cinco madres británicas no tiene qué darles de comer a sus hijos. Actualmente, miles dependen de organizaciones benéficas y bancos de alimentos de emergencia para alimentarse a sí mismas y a sus familias.
En los últimos 12 meses, The Trussell Trust, el mayor operador de bancos de alimentos en Gran Bretaña, dijo haber suministrado alimentos a 350.000 personas, lo que representa 100.000 más de lo previsto y supone un aumento de 170 por ciento en relación al año anterior.

Las personas recurren a bancos de alimentos por muchos motivos. Algunas están subempleadas, otras son víctimas de violencia doméstica. Otras sucumbieron ante usureros que se aprovechan de los pobres ofreciéndoles préstamos con intereses exorbitantes. Pero la mayoría están sin empleo, y les quitaron o recortaron los beneficios sociales a consecuencia de la arremetida del gobierno contra lo que considera una población de vagos y “parásitos”.

Todos estos factores alimentaron lo que The Trussell Trust llama una “epidemia” de hambre, que se vuelve cada vez más visible en localidades de todo el país.
Clay Cross, por ejemplo, es un pequeño pueblo de 5.000 habitantes en las colinas de la zona rural del norte de Derbyshire, que otrora fue un centro de la industria británica del carbón.

Como muchos pueblos y aldeas del área con un pasado extractivo, Clay Cross pasó épocas duras desde el cierre de su mina en los años 80, pero en los últimos tiempos las cosas empezaron a empeorar mucho más.

Una noche, IPS visitó el banco de alimentos local de The Trussell Trust, en la iglesia de Saint Bartholomew. En su interior, voluntarios exponían parte de las dos toneladas de alimentos donados por comerciantes durante una recolección de dos días en varios supermercados Tesco el fin de semana anterior.

El banco de alimentos se inauguró apenas en agosto de 2012, pero desde entonces atendió a 1.147 personas, y está abriendo otros en las cercanías.

Uno de sus clientes era David, quien ahora trabaja como voluntario para el Trust. Extaxista, durante 12 años se dedicó a cuidar de forma permanente y remunerada a su esposa discapacitada. Pero el año pasado, cuando ella falleció, perdió su salario de cuidador y permaneció siete semanas sin ingresos, mientras esperaba los beneficios por desempleo. En ese tiempo vivió gracias a tres sacos de provisiones que le dio el banco de alimentos, recordó.

Los retrasos en los pagos de beneficios son algunos de los motivos más comunes para que la gente recurra al banco de alimentos, y muchos de quienes lo hacen se sienten profundamente avergonzados y humillados.

El coordinador del proyecto, James Herbert, y su equipo, están dispuestos a superar estas reservas y a dar la bienvenida a quienes se acercan, pero también les indigna el hecho de que se requieran esos servicios.

“Es reprensible. El gobierno local y nacional debería estar avergonzado de dejar a las personas en una situación en la que tienen que depender de una organización benéfica para alimentar a sus familias”, planteó.

La mayoría de los usuarios del servicio llegan al Trust enviados por organizaciones de caridad o por agencias del gobierno, con cupones que les permiten retirar alimentos apenas tres o cuatro veces.

Bernard (nombre ficticio) acaba de llegar, enviado por primera vez de su centro de empleo local. Mentor voluntario de 38 años, trabajaba con jóvenes infractores, y gozó de beneficios por desempleo hasta hace dos semanas, cuando se los recortaron porque no se postuló a uno de los trabajos ofrecidos por su centro local de empleo.

Según él, nunca recibió el ofrecimiento, y apeló la decisión. Si tiene éxito, puede recibir un fondo semanal de 29 libras (45 dólares) por penurias económicas o la plena restauración de sus beneficios de 71 libras (110 dólares). De lo contrario, no recibirá nada por otras seis semanas, aunque vive en un apartamento sin gas, ni electricidad, ni alimentos.

“Si soy un parásito, soy un parásito, pero a fin de cuentas, ¿qué más voy a a hacer? ¿Voy a salir a robar para sobrevivir? Si en el siglo XXI, en una de las naciones más avanzadas del mundo, la gente tiene que acudir a bancos de alimentos, hay algo que no está del todo bien, ¿no?”, planteó.

Colin Hampton, coordinador del Centro para Trabajadores Desempleados de Derbyshire, coincidió: “La situación es peor ahora que en los años 80. Las personas vienen a nosotros pidiendo alimentos en situaciones desesperadas, y nosotros las enviamos a los bancos de alimentos. Pero aunque apreciamos que la gente intente ayudar, nuestra mayor preocupación es que, a menos que expresemos nuestra indignación, esto se convertirá en la norma, y las personas necesitan preguntar por qué está ocurriendo esto”, dijo.

El primer ministro británico David Cameron elogió el trabajo de The Trussell Trust, pero los bancos de alimentos son consecuencia directa de políticas gubernamentales diseñadas para quitar beneficios sociales sin importar las consecuencias. El parlamentario laborista Peter Hain acusó al gobierno de “aterrorizar” a los desempleados de su distrito obligándolos a elegir entre morir de hambre y realizar trabajos mal pagados.

El sistema de la Ley de Pobres, del siglo XIX, tuvo otrora una actitud similarmente punitiva y disuasiva hacia los trabajadores industriales pobres. Actualmente, el hambre es una consecuencia de la pobreza manufacturada en la séptima economía más grande del mundo, y los más vulnerables vuelven a ser victimizados y castigados.

En estas circunstancias, los bancos de alimentos pueden ser un sustituto conveniente de la asistencia reglamentaria, habilitando a los herederos políticos de la difunta (ex primera ministra) Margaret Thatcher (1925-2013) a despojar aún más la red de seguridad social partiendo de la idea de que la población puede estar hambrienta, pero por lo menos no se está muriendo de hambre.


RECORTES FISCALES EN ESTADOS UNIDOS APUNTAN A LOS MÁS POBRES

Matthew Charles Cardinale. IPS

El Congreso legislativo de Estados Unidos está a punto de hacer recortes de miles de millones de dólares al Programa de Asistencia Nutricional Complementaria, comúnmente conocido por sus cupones de alimentos, que abarca a millones de pobres e indigentes.
Los aportes se reducirían en noviembre, cuando expiren los que habían sido incluidos, en versión aumentada, en la Ley de Recuperación y Reinversión de 2009, o paquete de estímulo federal.

La merma será de entre ocho y 25 dólares por mes y por individuo, dependiendo del tamaño del hogar que integre. El beneficio promedio ya es tan bajo que llega a 1,46 dólares por comida por persona.

Pero eso no es suficiente para el actual Congreso, que busca exprimir aún más el dinero del programa de emergencia alimentaria.

Grupos como los Demócratas Progresistas de Estados Unidos han hecho circular por Internet una petición para oponerse a los recortes.

“Hay una puja por poner fin a los derechos de ayuda social y, si eso ocurre sin importar qué fórmula usen, la gente resultará perjudicada”, dijo Joyce Dorsey, primera vicepresidenta de la Asociación Nacional de Acción Comunitaria, a IPS.

“Todavía es difícil hallar empleos o quien lo tiene no recibe un salario que le permitan a una persona llevar un nivel de vida adecuado, entonces naturalmente necesita asistencia”, agregó.

Actualmente, 47,5 millones de personas reciben ayuda alimentaria de emergencia a través del Programa de Asistencia Nutricional Complementaria (SNAP, por sus siglas en inglés), según los datos más recientes del Departamento de Agricultura, lo cual equivalen a más de 15 por ciento de los habitantes de Estados Unidos.

El debate se centra en la Ley de Reforma Agrícola, Alimentos y Empleos de 2013, conocida comúnmente como Ley Agrícola, que el Congreso suele volver a aprobar cada cinco años para fijar las políticas nacionales en materia de agricultura, nutrición, conservación y silvicultura.

El Comité de Agricultura de la Cámara de Representantes, liderado por el opositor Partido Republicano, aprobó el 15 de mayo recortes por casi 21.000 millones de dólares al SNAP. El cambio de requisitos para postularse para recibir la ayuda que conlleva el proyecto implicará una pérdida de beneficios para casi dos millones de personas, entre ellas niños y niñas.

Se trata de personas que hoy pueden solicitar cupones de alimentos porque sus ingresos líquidos están bajo la línea de pobreza, aunque tengan bienes o ingresos brutos que los sitúen por encima del umbral de postulación al SNAP.

Actualmente, las leyes federales permiten que estas personas accedan al SNAP si se consideran aptas para beneficiarse de otro programa estatal bajo la Ayuda Temporal para Familias Necesitadas.

Según el Centro sobre Prioridades Presupuestarias y Políticas, se verán impactados muchos hogares de bajos ingresos de Estados Unidos que poseen un automóvil modesto. Esto también puede incluir a familias trabajadoras con altos costos en materia de cuidado de niños o a ancianos con costosas facturas médicas.

El proyecto de la Cámara de Representantes también elimina los pagos de incentivos del SNAP a estados que han mejorado la precisión en los pagos y la entrega de servicios, y recorta los fondos dedicados a educar sobre nutrición.

Además, restringe una opción que permite a los estados aprobar familias para beneficiarse del programa si estas ya califican para recibir ayuda en materia de calefacción por ser de bajos ingresos, algo que también hace la versión del Senado sobre la Ley Agrícola.

El 14 de mayo, el Comité de Agricultura del Senado, liderado por el gobernante Partido Demócrata, aprobó en una audiencia recortes al SNAP por 4.100 millones de dólares.
“Esto frena los pagos excesivos a un pequeño número de individuos en el programa (…) que pueden reclamar una cobertura para calefacción que no tiene, o ayuda alimentaria, para recibir beneficios” que están por encima de lo previsto, dijo Cullin Schwarz, portavoz de la senadora demócrata Debbie Stabenow, presidenta del Comité.

Schwarz dijo a IPS que los estados están usando tácticas administrativas, como calificar a personas para pagos por separado de ayuda energética de menos de 10 dólares anuales, supuestamente con el único propósito de aumentar sus posibilidades de postularse a los cupones de alimentos.

“Quince estados brindan una suma muy pequeña de ayuda para calefacción en el hogar, de apenas un dólar por año”, lo cual “no ayuda realmente a nadie a pagar por ese servicio”, sostuvo.

En caso de aprobarse el proyecto del Senado, la Oficina de Presupuesto del Congreso estima que 500.000 personas recibirán, en promedio, 90 dólares menos.
Pero la oficina de Stabenow insiste en que este no es un recorte a la estructura de beneficios. “Obtendrán exactamente lo que se suponía que obtendrían en el programa basado en sus gastos reales”, dijo Schwarz.

Ante la pregunta de qué considera que resultará de las negociaciones entre las dos cámaras, Schwarz respondió: “Si los republicanos pueden presentar maneras adicionales de reducir el gasto que no reduzcan los beneficios estándar o perjudiquen a familias verdaderamente necesitadas… estamos abiertos a discutirlas”.

La senadora demócrata Kirsten Gillibrand propuso una enmienda para quitar los recortes al SNAP de la Ley Agrícola, y compensar los costos limitando los reembolsos por seguros de cultivos a los proveedores.

“Las familias que viven en la pobreza, nuestros niños, nuestros veteranos, nuestros ancianos, parte de nuestro personal activo, sufrirán si recortamos los cupones de alimentos. Creo que no deberíamos equilibrar la deuda o el déficit sobre las espaldas de estos estadounidenses que trabajan duro y que simplemente tienen hambre”, dijo Gillibrand durante la audiencia.

La enmienda fue rechazada. Más de la mitad de los demócratas se unieron a casi todos los republicanos para vetarla.

Sin embargo, una enmienda propuesta por el senador republicano David Vitter para que violadores, pedófilos y asesinos no puedan ser beneficiarios del SNAP, fue aprobada por unanimidad.


4 de junio de 2013

LA ECONOMÍA DEL ‘IMPASSE’

Aunque para los organismos financieros internacionales, la crisis mundial se aleja, señalan un nuevo peligro: la “guerra de divisas o carrera de devaluaciones competitivas”. Una competición en la que se juegan las hegemonías y las correlaciones de fuerzas regionales y mundiales. Así lo entienden Japón, EE UU, Suiza, Reino Unido y, con un papel más discreto, la Unión Europea y China. Aportamos un análisis.

Isidro López. Diagonal

El pasado 7 de abril, el Ban¬co Cen¬tral de Japón lanzó una de las mayores inyecciones monetarias que se recuerdan en la historia económica reciente. Nada menos que un 30% del PIB de Japón se va a lanzar a la esfera de la circulación monetaria en los próximos dos años. Esta medida se suma a ya casi tres años de intervención monetaria de la Reserva Federal de EE UU (la Fed) en el mismo sentido: lanzar inyecciones masivas de liquidez que contrarresten, por la vía de la abundancia de dinero, lo que estas instituciones leen como una tendencia deflacionista. Por supuesto, y de entrada, estas intervenciones chocan frontalmente con lo que ha sido, al menos sobre el papel, la ortodoxia dominante de los bancos centrales durante los 30 años de ciclo neoliberal, el monetarismo, que precisamente se hizo fuerte institucionalmente dando instrucciones muy sencillas a los banqueros centrales: controlar la inflación mediante restricciones de la oferta de dinero. Por supuesto, los sectores liberales doctrinarios han puesto el grito en el cielo porque estas medidas impiden el ajuste y, más importante, tapan, momentáneamente, los nichos de beneficio dependientes de los intereses de los bonos soberanos de deuda, incluidos los de deuda española.

Hasta cierto punto tienen razón, pero resulta que, a diferencia de lo que sucede con una institución enteramente neoliberal como el BCE, tanto la Fed como el Banco Central de Japón son instituciones mucho más sensibles a las corrientes democráticas de fondo, y mucho más poderosas en la escena geopolítica, y si tienen que poner la paz social en sus países por encima de la ortodoxia monetarista, lo harán. Si tienen que disponer enormes sumas para rescatar a sus bancos, lo harán también.

Una vez puestas en marcha estas políticas expansivas, la pregunta fundamental es si van a ser lo suficientemente profundas como para generar un nuevo ciclo de crecimiento global, o si simplemente van a alargar una nueva irrupción de los problemas estructurales que subyacen al ciclo financiero. Desde luego, si nos tenemos que fiar de los resultados de dos años de políticas expansivas de la Fed, hay que dudar mucho de que los medios monetarios sean capaces, por sí mismos, de generar el grado de actividad económica que necesita la recuperación. Por el momento, lo que han logrado los estímulos es relanzar un miniciclo de crecimiento en las bolsas y mantener en torno al 0-1% los niveles de crecimiento en los EE UU. Es decir, cambiar la recesión por estancamiento. Los problemas que arrastra el capitalismo global desde la crisis de los ‘70 –exceso de capacidad productiva y de competencia, debilidad de la rentabilidad industrial, debilidad de la demanda–, y que volvieron a emerger con toda fuerza después de 2007 con el desplome de la ‘solución financiera’ post-burbuja tecnológica de 2001, son demasiado profundos como para resolverse con una inyección monetaria, por potente que sea. En realidad estas líneas políticas vuelven a mostrarnos que las potentes instituciones económicas diseñadas a lo largo del siglo XX tienen la suficiente fuerza como para contener los perfiles más fulminantes de la depresión. Pero también nos muestran que tanto su sumisión última a las caóticas y depredatorias dinámicas de la financiarización, como el altísimo grado de integración de los polos geográficos de la economía global, les impiden la composición de un ciclo de crecimiento ‘desde arriba’. Una vez más, como sucede en la escala nacional, vemos que la única manera de romper el largo impasse es un cambio político profundo, también a nivel global, en esa estructura de poder financiero a la que llamamos neo¬liberalismo.

De hecho, es bastante posible que la intención de los responsables de estas medidas no sea tanto abrir un ciclo de crecimiento, algo impensable sin una destrucción de capital coordinada a nivel global, como, siguiendo las grandes líneas de la geopolítica de la financiarización, redistribuir espacialmente los costes de la crisis. En este sentido, la agresividad de la decisión japonesa no es comprensible sin tener en cuenta que su intención es devaluar competitivamente el yen para relanzar las exportaciones en un envite a EE UU, pero también a China y a Corea del Sur.

Hay que tener en cuenta que para EE UU, la devaluación del dólar es siempre un dilema: por un lado, relanza las exportaciones, pero, por otro, siempre se arriesga a que parte de la descomunal masa de liquidez que captan los activos financieros denominados en dólares salga buscando otros productos financieros más rentables. Hay que recordar que el dominio americano de estos flujos y su centralización en Wall Street, y su sucursal en Londres, son la fuente principal del dominio americano de la financiarización. También conviene recordar que la última bajada significativa del dólar en el periodo 2007/2009 provocó la salida de flujos de capital financiero a corto plazo hacia los mercados de derivados en petróleo y alimentos, lo que, a su vez, provocó que Europa tuviera que subir tipos de interés y trasladar la crisis al continente, donde, al encontrar Alemania su posición dominante en ese modelo de obtención de beneficios al que llamamos “crisis del euro”, se ha quedado estancada.

Por lo que a nosotros toca, estos posicionamientos globales pueden abrir una nueva fase de la crisis en los países del sur de Europa. La apertura de un nuevo ciclo bursátil mediante las medidas expansivas ha aliviado la presión sobre los mercados de deuda, al producir una fuente alternativa de beneficios financieros. Esto significa que las primas de riesgo, tanto de España como de Italia, se han relajado significativamente. Y aunque el peso de la deuda pendiente es lo bastante grande como para ser determinante en la política de los próximos meses, Bruselas-Berlín va a tener que sacar adelante sus programas de austeridad, recortes y privatizaciones sin el instrumento disciplinario de la prima de riesgo.

En esta situación, y siempre teniendo en cuenta que en ausencia de ciclos significativos de crecimiento pueden volver los ataques a las primas en cualquier momento, los gobiernos del Sur van a intentar retrasar, nunca revertir, el programa económico de Berlín, que, por otro lado, y salvo giro político inesperado, va a intentar redoblar su política de descarga de costes de la crisis sobre los países del Sur.
Y es que, en este nuevo contexto económico, las consecuencias de sus decisiones políticas no dejan de volverse sobre Alemania, que ya se ha opuesto con todas sus fuerzas a las políticas japonesas, al secado progresivo de sus mercados del sur de Europa por culpa de la austeridad, a una crisis bancaria propia siempre alargada y a una limitación voluntaria y miope de las funciones del BCE. A lo que hay que sumarle una revalorización del euro frente a dólar y yen que daña aún más las exportaciones germanas. La solución que le queda a Ale¬mania para desplazar a futuro una crisis social interna cada vez más cercana es que su Estado siga financiándose comparativamente barato, y para eso es necesario que el sur de Europa se financie caro. Frente a esto, sólo una rebelión contra el Gobierno alemán y sus aliados en las finanzas puede poner a Europa en la vía de la recuperación.