21 de diciembre de 2015

TRABAJO Y DOMINACIÓN: REFLEXIONES SOBRE EL PODER

Marcela B. Zangaro. La Haine

Para nosotros, reflexionar acerca del trabajo y la dominación implica una obligación y un desafío. La obligación consiste en no perder de vista que, para hacerlo, se debe considerar el poder como un factor de análisis fundamental. La manera en la que entendamos el poder definirá un abordaje particular de esa relación entre trabajo y dominación. El desafío, por su parte, es resultado de aceptar esa obligación: nuestra reflexión debe ser capaz de ser sensible a las variaciones del ejercicio del poder en el trabajo, aunque este parezca no sufrir modificaciones. En las próximas páginas acercaremos algunas de nuestras ideas respecto de estas dos cuestiones.

Una reflexión sobre el poder como relación
Toda forma de dominación es un modo de ejercicio del poder. Pero la palabra “dominación” encierra un peligro: el sentido común suele asociar con demasiada frecuencia la dominación con un ejercicio de poder monolítico, absoluto y, por lo general, descendente. Esto es, cuando el sentido común dice que un grupo A domina a un grupo B (o un sujeto A, a un sujeto B) piensa en cómo A, al que se supone como un conjunto coherente, determina de manera completa y total (absoluta) y sin fisuras (monolítica) el accionar de B, considerado también como un conjunto coherente, al que le adjudica una posición social inferior (por ello el ejercicio del dominio es descendente). El grupo A sería el de los dominantes y el B, el de los dominados. Esta idea de dominación suele tener como corolario que la acción parece ser un privilegio exclusivo de los integrantes del grupo A, es decir, los que parecen estar en condiciones de actuar, de tener un papel activo, son los miembros de ese grupo; y a los del grupo B solo les queda un papel pasivo: ser dominados, padecer la dominación. La aplicación de esta perspectiva a la reflexión sobre el trabajo implicaría que existe un grupo social o, en términos más específicos, una clase, que detenta el privilegio de la acción e impone su dominio o ejerce coacción sobre otro grupo (u otra clase), que lo padece; y por el privilegio que deriva de ese dominio, la clase dominante impone la obligación, que se convierte en ineludible para la clase dominada, de trabajar.

Si esto fuera suficiente para explicar las sociedades que se organizan en torno a una clase que trabaja y otra que vive del trabajo ajeno, nuestra comprensión de la realidad no implicaría mayor desafío porque sería simple y lineal. Sin embargo, todos aquellos que cotidianamente vivimos en estas sociedades capitalistas sabemos (porque lo experimentamos), que esta explicación no es útil para dar cuenta de nuestra realidad, porque esta es mucho menos lineal y mucho más compleja. Entonces, si esa forma de consideración de la relación entre poder y trabajo no es del todo adecuada, ¿cuál podríamos adoptar?

Podríamos partir, como lo hacen algunos pensadores contemporáneos, del punto de vista de que el poder es una relación entre sujetos que interactúan. Este punto de partida, a diferencia del anterior, nos permite pensar no solo en qué medida los dominados somos co-responsables del mantenimiento de las relaciones de dominación y en qué medida los dominadores dependen de nosotros para seguir siéndolo sino también en cómo las acciones de unos impactan en las de los otros. Un punto de vista relacional del poder permite reconocer el carácter activo en todas las partes implicadas.[1]

Ahora, si bien abordar la dominación desde el punto de vista relacional del poder permite una apertura hacia la consideración de la acción de los sujetos implicados, reducir la primera al segundo sería un error, porque podría llevarnos a sobreestimar el poder de la acción voluntaria de los sujetos: bastaría con querer dejar de estar sometidos al trabajo para ya no estarlo; bastaría con renunciar al trabajo para salir de la sociedad salarial. Esto es, bastaría simplemente con querer cambiar la relación para que esta sufriera, efectivamente, cambio. Sin embargo, la cosa no es tan sencilla.

Como bien señalan algunos marxistas críticos, las relaciones sociales paulatinamente van adquiriendo independencia de las prácticas que les dieron origen y “se vuelven” sobre los individuos, imponiéndoseles como obligaciones externas y objetivas. La sociedad nos impone trabajar para vivir; el mercado pone un precio a nuestra fuerza de trabajo; el estado regula nuestra relación salarial; la competencia determina nuestra posibilidad de empleabilidad. Sociedad, mercado, estado o competencia cobran una existencia que va más allá de la interacción (y de la voluntad) de los individuos y, en la medida que logran esta independencia, ejercen su poder sobre los sujetos de manera objetiva e impersonal[2]. En esto también se apoya la eficacia de las relaciones de poder, de las relaciones de dominio que nos ligan al trabajo.

La complejidad del poder en el trabajo
Si hacemos del poder un concepto fundamental para comprender las formas de dominación en el trabajo, y partimos de la idea de que el poder da cuenta de una relación compleja entre sujetos (individuales y colectivos), debemos considerar las diversas modalidades que ese poder adopta. Vamos a proponer que, en relación con el trabajo, es posible considerar tres modalidades de poder: como comando, como socialidad y como gobierno.

El poder como comando se ejerce cuando el eje del dominio está puesto en el proceso de trabajo. Para el capitalismo, dominar el proceso de trabajo es un objetivo fundamental. Tengamos en cuenta que el capital es resultado de la apropiación unilateral del trabajo y de los productos del trabajo por parte de los capitalistas; del no pago del trabajo que las personas hacen por encima del que necesitan para su propia subsistencia, es decir, del plustrabajo. Para el capitalista, ejercer el poder sobre el proceso de trabajo implica dominar las formas en las que el trabajo se realiza con el fin de que produzca cada vez más plusvalor. Por ello, el capitalismo funciona aplicando una “selección natural” (naturalmente capitalista) de los procesos de trabajo: los que no generen mercancías cuyo costo de producción asegure la ganancia deseable serán abandonados o cambiados. Y aquí vemos, también, cómo las formas de dominio se vuelven impersonales: serán las condiciones generales de la competencia capitalista en un determinado momento las que impongan características al proceso de trabajo.

Para el trabajador, en cambio, ejercer el poder sobre el proceso de trabajo puede significar retacear al capitalista espacios concretos de dominio. Cuando el trabajador reserva para sí y no comparte con el capitalista todo el saber-hacer (individual o colectivo) de una actividad; cuando disimula el tiempo necesario para producir o cuando se resiste a la estandarización de los procedimientos, por ejemplo, pelea el comando sobre el proceso de trabajo, busca ejercer él también el dominio sobre las formas concretas de trabajar y, muchas veces, ese accionar es causa de cambios en los procesos.

La socialidad es otra de las modalidades de ejercicio del poder en el trabajo. Opera sobre las formas concretas en las que se organiza el trabajo como resultado de la cooperación del colectivo de trabajadores. Cierto es que las más de las veces la forma que adopta la dimensión colectiva está íntimamente relacionada con cómo se plantea el proceso de trabajo: el tipo de socialidad que se genera en torno de una línea de montaje difiere de la que se genera en una oficina o entre sujetos que teletrabajan. Pero sin importar esto, lo cierto es que el capitalismo busca ejercer su poder sobre las maneras en las que los sujetos interactúan juntos en el proceso de trabajo a fin de que, a partir de ese actuar, adopten una forma particular de cooperación y un ser social capitalista, que responde siempre al objetivo de valorización.

Los trabajadores, por su parte, ejercen la modalidad social del poder cuando plantean sus reglas de cooperación, cuando buscan reconocerse como un colectivo con particularidades e intereses propios frente a de los designios del capital, ya sea en los intersticios del poder capitalista o en franca oposición a él. Cuando plantean formas comunes de protección contra las adversidades del trabajo; cuando llevan adelante colectivamente reclamos; cuando apoyan demandas de otros grupos de trabajadores distintos a ellos mismos, por ejemplo, los trabajadores buscan ejercitar su poder en la dimensión social.

Usaremos el término “gobierno” para pensar una dimensión particular de la relación poder-trabajo: aquella que tiene en cuenta cómo el poder se ejerce sobre y es ejercido por los individuos en sí mismos. Retomando y reformulando reflexiones más actuales de algunos pensadores que se ocupan de las relaciones de poder en el contexto del presente neoliberalismo, diremos para pensar la relación poder - trabajo es indispensable tener en cuenta que los individuos tienen una relación con el trabajo más allá de su inscripción colectiva; que en el día a día de su relación, el capital busca ejercer su dominio sobre el trabajador en tanto individuo particular, ligándolo al trabajo por medio de prácticas muy específicas que lo deslindan del colectivo más amplio en el que puede inscribirse. Al mismo tiempo, el trabajador opera sobre el trabajo capitalista como individuo: piensa, actúa, se siente, padece o sufre en el trabajo en la dimensión más íntimamente individual o privada. Por ello, no hay que perder de vista que los sujetos se constituyen y actúan no sólo como subjetividad colectiva, sino también como individuos, como subjetividades particulares.

La eficacia del dominio: la naturalización del trabajo
Los párrafos anteriores presentan una visión segmentada y por ello artificial de la relación entre dominación y trabajo, porque estamos imponiendo un corte analítico que separa en compartimientos el ejercicio de un poder que se da, más bien, como un todo. Un sujeto trabaja llevando adelante un proceso de trabajo y forma parte de un colectivo. El trabajo realizado es resultado del trabajador individual y de la cooperación. Por ello, las relaciones de poder que se ejercen como comando, como socialidad y como gobierno son solidarias unas con otras. Su solidaridad deriva de la coincidencia de sus objetivos. Y estos objetivos son tanto que el trabajo social se realice en términos capitalistas, es decir, logrando la valorización y la acumulación, como que efectivamente la sociedad articule sus relaciones en torno al trabajo. La medida en que se alcanzan esos objetivos, por supuesto, depende también de la respuesta de los sujetos al intento de imposición. Y se trata de una imposición porque, a diferencia de lo que pueda parecer de sentido común, el trabajo no es natural ni ha sido siempre así, tal como lo conocemos. El tipo de trabajo que caracteriza a nuestras sociedades, el hecho de que los sujetos pongamos nuestras capacidades generales de trabajo a disposición de otras personas a cambio de un salario, y el que nos relacionemos unos con otros en función de nuestro trabajo y de los productos de nuestro trabajo es particular y específicamente capitalista. Tienen su origen en el surgimiento y difusión del capitalismo. Pero habitualmente no recordamos esto. Vamos a denominar “naturalización” al proceso que se opera sobre los modos de pensar, de ser y de actuar tanto de dominadores como de dominados, que contribuye a la pérdida (u olvido) de la conciencia de este origen, del carácter socio-histórico del trabajo. Trabajar para vivir es considerado algo natural, como también se considera natural trabajar para ganar dinero (y para ganar cada vez más), trabajar para otro, morirse de hambre si no se trabaja, no percibir salario por el trabajo doméstico realizado en el propio hogar, que los dueños (de las fábricas, los negocios, las empresas, etc.) ganen más que los trabajadores por el hecho de ser dueños, etc. Las modalidades del poder que ligan a los sujetos con el trabajo operan con este trasfondo de naturalización, trasfondo que puede sufrir modificaciones de forma, pero (aunque suene redundante) no de fondo. Las modificaciones son de forma porque el mantenimiento de ciertas relaciones de poder para que la sociedad siga trabajando y las formas en que ese poder (o ese dominio) se ejerce dependen de las condiciones generales de la valorización y de las relaciones entre los sujetos en el contexto social; y estas condiciones y relaciones varían a lo largo del tiempo (como se pone en evidencia una mirada a la historia del capitalismo). Pero lo que se mantiene constante es la centralidad del trabajo como articulador social. La naturalización, entonces, es necesaria para que sobre el fondo de las variaciones puedan mantenerse sentidos o significados compatibles con la preservación de las relaciones de poder capitalistas. La naturalización va a permitir la constitución de una parrilla de racionalidad o de inteligibilidad que construye sentidos o significados del trabajo funcionales al capitalismo en cada momento de su desarrollo.

Qué hay de natural hoy en el trabajo
¿Qué podríamos decir de la parrilla de racionalidad, del trasfondo de sentido sobre el que se inscriben hoy las modalidades del poder en relación con el trabajo? Para responder esta pregunta, vamos a partir de tres ejemplos simples, cotidianos. Nos interesa rescatarlos porque, justamente por poseer esas características, nos servirán para mostrar lo que se naturaliza (y pasa desapercibido) de la relación entre trabajo y dominación específicamente capitalista en la actualidad.
Ejemplo 1) Quiero ir a trabajar. Una publicidad en las páginas del suplemento Empleos del diario Clarín muestra la imagen de un reloj digital que marca una hora temprana de la mañana. La imagen está acompañada por la frase “Tengo que ir a trabajar”. Pero la parte del “Tengo que” aparece tachada y reemplazada por un “Quiero”. Ejemplo 2) El amor por la belleza paga mis cuentas. Este slogan acompaña una campaña publicitaria gráfica de la empresa Avon, en la que se convoca a las mujeres para ser revendedoras de los productos de la firma. Ejemplo 3) Controlá tus aportes y tu obra social en segundos. La frase es el centro de la campaña que la presidencia argentina y la AFIP[3] han diseñado para que cada trabajador por sí mismo (utilizando simplemente el número que lo identifica como tal) chequee si la empresa para la que trabaja ha realizado los pagos considerados “cargas sociales”.

¿Qué podemos ver en estos ejemplos? ¿Qué nos muestran como natural?[4] ¿Qué parrilla de racionalidad proponen para el trabajo? El primer ejemplo muestra la naturalización de la voluntad de trabajar. Una simple tachadura es la expresión del paso de la obligación a la voluntad, de la imposición al deseo. Las experiencias subjetivas que están atravesadas por la obligación no tienen el mismo cariz que las que están atravesadas por la voluntad o el deseo simplemente porque mientras unas implican generalmente la imposición de imperativos o de reglas externas a los sujetos mismos (esto es, resultan de una determinación externa), las segundas derivan del cumplimiento de reglas, si queremos decirlo así, que el individuo se pone a sí mismo simplemente porque quiere (es decir, internas). Asimismo, en este caso podemos ver cómo el paso de la obligación a la voluntad también resulta útil para borrar lo penoso: el desagrado de levantarse temprano por la mañana para ir a cumplir con la obligación de trabajar (sensación que todos los que trabajamos hemos experimentado más de una vez en nuestra vida) se diluye en el placer que puede proporcionar levantarse temprano para dedicar el día en hacer algo que se quiere. El trabajo, entonces, pasa de lo impuesto a lo deseado.

El segundo ejemplo, en consonancia con el anterior, muestra la naturalización de la identificación de los espacios de trabajo con los de no trabajo. Muestra que la posibilidad de pagar las cuentas propias (hecho que en una sociedad salarial se realiza a partir de la obtención de un salario) no se deriva necesariamente de la realización de una actividad abstracta y general que puede no tener ninguna vinculación con el sujeto que la ejerce sino que deriva de la puesta en juego de una actividad conectada con el sujeto, que le provoca una íntima satisfacción. Hasta hace no mucho tiempo atrás, lo natural era considerar una separación entre el tiempo-espacio de trabajo (en el que se ejercía una actividad obligatoria y no siempre muy gratificante) y el tiempo-espacio del ocio (de la o las actividades vinculadas con el gusto, el placer o los afectos). El amor por la belleza, que podría ponerse en juego en el hecho de concurrir a un taller de arte, sentarse a escuchar música, visitar un museo o, simplemente y más en consonancia con el objeto de la publicidad, en dedicarse al cuidado del propio cuerpo, puede convertirse ahora en la razón que justifica la voluntad de trabajar. El trabajo, entonces, pasa de lo displicente a lo placentero.

El tercer ejemplo, por su parte, naturaliza el hecho de que los trabajadores mismos debemos devenir contralores del cumplimiento de ciertas obligaciones laborales. En este caso, la de los aportes patronales. Esto es, se pretende la naturalización de la idea de que los trabajadores mismos debemos velar por el mantenimiento de la clase trabajadora, de que los trabajadores activos debemos devenir contralores de que nuestro dinero se destine al mantenimiento de los trabajadores inactivos (porque eso es lo que, de hecho hacemos con nuestros aportes). Simplemente enviando por celular un mensaje de texto que nosotros mismo pagamos, cada uno puede hacer lo que se supone que años atrás hacía, por ejemplo, el estado. Y más aún, cada uno de nosotros lo hacemos de manera individual y a título individual: ya no se trata de ejercer en forma colectiva un control sobre la acción de la patronal para reivindicar un derecho, como puede hacer un sindicato o una asamblea a de trabajadores, sino de velar por el interés individual de manera individual. Es cada uno como individuo el que debe ejercer de manera personal el control. El cumplimiento de ciertas condiciones de trabajo, entonces, pasa de una ser una responsabilidad pública a ser una responsabilidad privada.

Estos ejemplos muestran modos de ver la realidad del trabajo, significados que circulan y a partir de los cuales la comprendemos. Los significados tienen un papel constitutivo en la forma en la que pensamos la realidad y, por lo tanto, en la forma en la que llevamos adelante nuestras prácticas; constituyen la parrilla de racionalidad que naturaliza modos de ver, de ser y de actuar. Parte de la eficacia de las relaciones de dominación o poder descansa en la difusión de dicha parrilla.

Ahora, si también pensamos estos ejemplos en línea con las ideas que veníamos desarrollando desde el comienzo de este trabajo, podríamos decir que evidencian la modalidad de socialidad y la de gobierno del poder desde el punto de vista de los que pretenden definir la parrilla de racionalidad que otorga sentido a la relación capital-trabajo. Muestran cómo en la actualidad del poder opera buscando desarticular en la experiencia del sujeto individual la separación entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio para hacer de todo el tiempo, tiempo de trabajo; opera buscando articular los deseos, los gustos y las preferencias individuales con las actividades productoras de valor; opera buscando desarticular instancias de acción colectiva para establecer una relación laboral sobre base puramente individuales. En definitiva, los ejemplos muestran el ejercicio del poder en el trabajo se ejerce cada vez más buscando estrechar el círculo que encierra al individuo dentro del trabajo.

Pero si la modalidad de socialidad y la de gobierno son solidarias con la de comando, ¿qué pasa esta última? ¿Cómo se desenvuelven sus mutuas relaciones en la actualidad? Desde el último tercio del siglo pasado se registra una tendencia a la intelectualización de los procesos de trabajo, que se generaliza cada vez más. Esto significa que el ejercicio eficiente de la actividad, el trabajo que crea valor, está cada vez menos ligado al ejercicio físico de una actividad (pensemos en el trabajado fordista en la línea de montaje) y cada vez más ligado a un ejercicio intelectual del trabajo (pensemos ahora en el trabajo en una fábrica robotizada en la que el trabajador regula y controla el programa informático que pone en funcionamiento la producción). Esta intelectualización implica sustanciales modificaciones en los procesos de trabajo. Y, en cierta medida, cuanto más intelectualizado está el proceso más difícil es para el capital controlar de manera directa lo que hace el trabajador porque el trabajo es más difícil de observar, conocer y de predecir. Muchos de los procesos de trabajo actuales demandan la puesta en juego de capacidades vinculadas con procesos cognitivos (como la abstracción, la aprehensión de conceptos y procesos, el procesamiento eficiente y no ambiguo de la información, expresión lingüística adecuada) y también afectivos (el saber participar, compartir, aceptar el disenso, etc.), que no son fácilmente expropiables y transferibles a una máquina; y el hecho que estas capacidades deban ponerse en juego siguiendo los parámetros de productividad, implica un enorme desafío para el capital. El capital busca hacer frente a esta situación que pone en riesgo su dominio tratando de desarticular todas las instancias que implican que el trabajo sea visto como algo ajeno al individuo, que contribuyen a que consideremos al trabajo como algo extraño. Por eso, busca que lo que no puede expropiar sea puesto en juego de manera voluntaria: que el trabajador acepte voluntariamente el cumplimiento del trabajo y voluntariamente utilice de manera productiva sus capacidades comunicacionales y relacionales, su creatividad y su compromiso con la actividad. Y trata, también, de que ese ejercicio se gestione de la manera más aislada posible, desarticulando instancias de acción colectivas, por la potencialidad de disrupción que ellas conllevan.

La necesidad de que las relaciones de poder que ligan al sujeto con el trabajo se inclinen a su favor hace que el capital busque conectar de manera cada vez más estrecha al trabajador con el trabajo favoreciendo una parrilla de racionalidad que identifique trabajo, vida y placer. Cada vez que esta identificación se efectiviza se pone en evidencia la eficacia del dominio y se muestra que las relaciones sociales se desenvuelven de manera favorable al capital. Cada vez que impugnamos esta identificación, mostramos no solo la posibilidad de entablar otros significados, otras prácticas y otras relaciones que aquellas dichas como naturales, sino también que la acción no es privilegio de unos pocos. Mostramos, en definitiva, los intersticios posibles de lucha contra la dominación.

NOTAS
[1]. Y nos permite también ver cómo ese carácter activo, a veces, puede resultar útil, y no contrario, a las relaciones mismas de dominación. Tomemos por caso los reclamos por trabajo o salario dignos. Este tipo de demandas implica reclamar por el mantenimiento de la relación laboral y salarial, esto es, por el mantenimiento de la relación de dominación capitalista.
[2]. Podemos pensar esto a partir del ejemplo del matrimonio. El compromiso que comienza con la acción voluntaria de dos individuos de encarar una vida en común se vuelve una determinación impersonal y objetiva sobre esos individuos cuando, como institución, les impone un conjunto de obligaciones que ya no derivan de ese acuerdo voluntario.
[3]. Administración Federal de Ingresos Públicos de la República Argentina.

[4]. Los comentarios que se incluyen a continuación no pretenden dar cuenta de un análisis exhaustivo de los ejemplos dado que eso excedería el objetivo y la extensión esperados de esta intervención.

18 de diciembre de 2015

NO FUTURE

Por Marat
Creo que es la primera vez que uso esta tribuna para hablar de mí. No lo he hecho antes ni pretendí sacar ventaja de este sitio, que no es mío sino de todos los que lo comparten conmigo. Espero no hacerlo más. Sólo es un desahogo.

El 30 de Enero de 2016 cumpliré 54 años. Llevo 4 años en paro. Soy un profesional libre que siempre ha trabajado para empresas. Mi profesión era de la investigador social (no, no es la de espía, idiota). Durante muchos años fui una persona considerada muy capacitada en mi profesión.

Pero no tenía idiomas. En mi época pocos los tenían. No podía recibir el "briefing" en inglés ni podía organizar el "timing" en ese idioma. Menos aún ocuparme de una estrategia de "branding" global o del "customer" basado en el "data mining". Sufrí a ignorantes sin otra ventaja que el idioma del imperio uno detrás de otro. No es envidia sino empiria de muchos años.

Nunca nadie cuestionó mis datos, ni mi talento, ni mi inteligencia, aunque los éxitos fueran de otros, de las empresas que contrataban mi esfuerzo y mi pensamiento a un precio infinitamente inferior al que ellas cobraban. Esto significaba días y noches trabajando, a veces sin descanso, 80 ó 90 horas seguidas. Aislamiento social total, perdida de contacto hasta con mis más próximos, falta de vida. La seguridad social corría de mi cuenta.

Antes de esa profesión he ejercido otras muchas y después también, gran parte de ellas en negro, como tú, que intentas aprovechar la ocasión para buscar miserias. Los hijos de la clase trabajadora con conciencia de dónde venimos y de lo que somos no tenemos escrúpulos. He pintado más de 800 patas de más de 200 sillas. He pegado carteles de grupos musicales hasta convertir mi pelo en una especie de pegote de payaso. He sido estibador portuario. He repartido guías de teléfono, cargando más de 30 kilos encima donde no había ascensores para recoger las viejas (era así entonces) y recibido una bolsita de azúcar, y no es broma, para que me tomara un café en zonas burguesas (en las casas más obreras no era rara la propina o la Coca-Cola). He repartido entradas para actuaciones, soportando borrachos, tontos nocturnos y sujetos impertinentes He pintado y empapelado paredes de casas. He cargado y descargado camiones. He dado clases particulares. He vendido mi sangre -se sigue haciendo- Nadie que no sepa lo que es pasarlas putas puede decirme que está mal hacerlo. He sido teleencuestador, soportando las tontunas de viejas, tipos imbéciles y mamás odiosas a las que yo mismo importunaba con mis llamadas. He hecho tantas cosas… Pero ¿saben ustedes? Se me han hinchado las “pelotas” de recibir hostias, de ser un perdedor (ahora los pijo-clasistas nos llaman "losers"), de saber que soy más inteligente que muchos de los que me despreciaron por no haber hecho la mierda de sus masters, por no ser un necio en varios idiomas y por no aspirar al futuro al que muchos de ustedes aspiran antes de que alguien se ocupe, por caridad o dinero, de quitarles la baba o las cacas en su pútrida vejez, sin haberse cuestionado, antes de la soledad de la residencia de tercera edad, qué cojones han hecho en el mundo y para qué.

Seguramente antes de un año pierda el piso que he estado pagando desde hace casi 15. No voy a llamar a la PAH. Cuando eso ocurra no se enterarán, no porque crea que no necesitemos solidaridad los golpeados por el capital o porque considere que sea gente que no lucha sino porque su propuesta de dación en pago, que siempre he combatido, me parece una golfería de eunucos del capitalismo.

Quienes proponen que se admita la dación en pago, tras largos años de pagar “la letra”, sin exigir el derecho a techo como única demanda, no merecen mi respeto.

Tengo muy claro que ya no encontraré un trabajo digno. Sé que lo más seguro es que encuentre exactamente ninguno. Se que los Linkedin, los Infojobs y otros muchos que casi nada ofrecen me han marcado hace mucho tiempo. No me quejo. Voy de frente, no me escondo y es fácil detectar al que nunca hay que contratar. Alguien que, como dirán muchos miserable
s, se lo he buscado.

Soy un ser humano medianamente inteligente y capaz para cualquier trabajo. Jamás pondré por delante ni mi cultura ni mi intelecto para rivalizar contra otro trabajador. Eso es lo que buscan, convertirnos en sus mercancías compitiendo entre sí para su beneficio. Sería un cretino, un canalla y un desclasado, lo que no soy. Por tanto, ni ruego, ni pido, ni imploro, ni me ofrezco, ni me promociono. Cualquier trabajo que otros trabajadores hagan puedo hacerlo yo también, como otro más, ni mejor ni peor. Puede usted explotarme bajo unas condiciones que esté dispuesto a aceptar porque aún puedo decirle que “en mi hambre mando yo”

Sólo me pregunto en que basura de sistema económico vivimos y qué tipo de esclavos lo aceptan que no somos capaces de pasar a cuchillo a nuestros amos económicos y tantos siguen mamándole el miembro a a sus empresarios, jefes de personal y seres ruines que les impiden tener un mínimo de dignidad.

Supongo que siempre habrá un hijo de puta o un imbécil para el que si esto lo escribe Marat toca insultarle. Estoy acostumbrado a las necedades de los mal nacidos anónimos. Tanto como me odiáis por mi ideología os desprecio yo por ser gentuza tan indeseable.

En cualquier caso, como parado, vuelvo a plantearme lo mismo: ¿acaso carezco de derechos, he dejado ya de ser un ser humano, puesto que no produzco?

Señores del PP, del PSOE, de Ciudadanos, de Podemos, de IU/UP y de lo que se ponga por delante: ustedes son fabricantes de mentiras para idiotas agradecidos, ustedes mienten más que hablan, ustedes son títeres del mismo capital que me ha explotado desde los 14 años, ustedes son tan despeciables que siguen engañando a la clase trabajadora, de la que se han negado a hablar en sus patéticas campañas. Algunos de sus jefes nos tratan como gente, ciudadanos y estupideces para anormales como si fuéramos bobos que no supiéramos quienes son los jefes y quienes los curritos.

Señores candidatos a su miseria de democracia para los de siempre, para los que de verdad mandan, les seleccionan y dicen que millones de trabajadores somos excedente, piezas defectuosas, inútiles para el sistema al que defienden: ustedes no me representan. Ustedes son repugnantes.

Con toda la rabia de un trabajador despreciado como parte del ejército laboral de reserva, me niego a su pantomima. Denuncio que lo que ustedes llaman precariado siempre fue proletariado. Les parece antiguo y poco “nuevo”. No sé el tiempo que me queda, ya va señalado, pero les voy a seguir combatiendo hasta que se extinga mi última energía.

Por cierto, como mantengo mi dignidad me niego a ser llamado “yayoflauta” o a que alguien con tal “nombre” se ponga en contacto conmigo. Si alguien me llama así, le meto una hostia tal que la recibida por Rajoy se queda en tarjeta de presentación. Los payasos en el circo.

Mi ira sigue intacta, mi deseo de combate también. Quiero compartirlo con mi mismo ejército de derrotados pero no vencidos

13 de diciembre de 2015

CONVOCATORIA-CONCENTRACIÓN. NO A LA GUERRA IMPERIALISTA

¡NO A LA GUERRA!

¡Ni participación ni colaboración de España en la guerra imperialista!

1. Los atentados de París nos horrorizaron y dejaron consternados por la barbarie que supone el asesinato de trabajadores y jóvenes en sus momentos de ocio. Apoyándose en aquellos actos terroristas, los gobiernos imperialistas han organizado su agenda. Quieren ocultar que el origen de esos atentados fanáticos hay que buscarlo en la guerra imperialista de saqueo y destrucción de las naciones, de los estados, de sus infraestructuras, que las descoyuntan como naciones y pretenden hacerlas volver a la Edad Media (ahí están los ejemplos de Afganistán, Libia, Irak, Yemen, Siria…). En ese sentido van también los atentados de Túnez, Estambul, etc. Y la provocación de derribar aviones rusos por cuenta del imperialismo. Quieren ocultar que en su origen el fanatismo yihadista, empezando por Al Qaida y después Daesh (ISIS), fue mimado, armado y financiado por las monarquías del Golfo Pérsico, los EEUU, Turquía, Israel, Reino Unido, etc. Se quiere ocultar que es un engendro del imperialismo para destrozar a Siria e Irak. Tapando todo eso dan rienda suelta al racismo, criminalizan a millones de personas por su religión, raza u origen.

2. En Madrid hemos sufrido las acciones terroristas y las mentiras. El 11 de marzo de 2004, tres días antes de las elecciones generales, cuando España participaba en el guerra y ocupación de Irak, las bombas en los trenes de cercanías de Madrid fueron seguidas por las mentiras del PP presidido por Aznar, que quiso sacar votos del dolor y la rabia de la población. Sembró sospechas falsas para evitar que se pudiera relacionar el atentado con la intervención de España en Irak. El pueblo de Madrid y todos los pueblos del Estado español exigieron la verdad y echaron al PP del gobierno.

3. Hoy de nuevo los gobiernos procuran utilizar el dolor causado por el terrorismo yihadista para que las poblaciones les apoyen y así imponer los recortes y la guerra para capear la crisis capitalista a costa de los trabajadores y de los pueblos. Pero hoy como entonces ningún gobierno imperialista es capaz de controlar todas las consecuencias de su política militarista y belicista. Por eso el gobierno de Rajoy intenta ocultar hasta después de las elecciones del 20 de diciembre sus compromisos de participar en la carrera belicista como exigen con urgencia Francia, la Unión Europea y la OTAN.

4. El yugo imperialista del capital financiero es cada vez más oneroso para todos los países, y hay algo que cada vez es más claro a los ojos de todos: los que en nuestros países imponen paro, precariedad y recortes en enseñanza, sanidad o pensiones, los que privatizan servicios públicos y recortan libertades y derechos laborales, sindicales y políticos, son los mismos que organizan la guerra de destrucción de las naciones. Y así como la clase obrera tiene todo el derecho a defenderse de los ataques e imposiciones del gobierno de Rajoy, también los pueblos y sus gobiernos, como el pueblo sirio, tienen derecho a tener ayuda para defenderse de la agresión exterior defendiendo su soberanía y su independencia nacional.

5 . Ni Rajoy ni las candidaturas del PSOE, Ciudadanos y Podemos quieren que se hable de los planes de participación en la guerra. El “Pacto Antiyihadista” firmado entre otros por PP, PSOE y Ciudadanos en presencia de Pablo Iglesias, es un pacto para la intervención y participación en la guerra imperialista contra los pueblos del Cercano Oriente y África, y Siria en primer lugar, tal como han señalado las maniobras organizadas por la OTAN en el estrecho de Gibraltar. Ese es el plan para después del 20 de diciembre, cuando hayan pasado las elecciones, pero en el momento presente es un pacto de silencio sobre los bombardeos, sobre la guerra y la intervención en los asuntos de países soberanos.Rajoy y su campaña temen que les ocurra lo que en 2004, tres días antes de las elecciones, cuando la clase obrera y toda la ciudadanía se percató del engaño, y estableció una relación de causa a efecto entre los atentados en los trenes y la participación del gobierno del PP en la guerra de Irak.

Nosotros, como Plataforma Global Contra las Guerras, tenemos la obligación de alertar a los trabajadores, a las organizaciones políticas y sindicales, a los movimientos sociales y a todos los demócratas sobre lo que está en juego y por eso llamamos a una

CONCENTRACIÓN ANTE EL MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES EL 16 DE DICIEMBRE, A LAS 19,30 H.

CONTRA LA GUERRA, CONTRA LA PARTICIPACIÓN DE ESPAÑA EN LA MISMA,

CONTRA LA UTILIZACIÓN DE LAS BASES ESPAÑOLAS,

CONTRA TODO TIPO DE COOPERACIÓN ESPAÑOLA EN LA GUERRA IMPERIALISTA





10 de diciembre de 2015

IZQUIERDAS 3 VECES ESTÚPIDAS: FRANCIA, ARGENTINA, VENEZUELA

Por Marat

Hace algún tiempo que he decidido no fustigar a nadie con mis larguísimos textos de 11 a 16 páginas. Prometo cumplir la promesa también esta vez. En algún momento habré de recuperar aquellas largas reflexiones para mostrar que lo que parece evidente no lo es tanto, que vivimos bajo la lógica de las ideas dominantes del capital y trataré de desmontar sus falacias. Hoy será algo más apresurado. Una especie de lunch para adelantar algunas conclusiones sobre lo que le han pasado a las opciones “anticapitalistas” en estas breves y recientes semanas.

Grecia debió haber enseñado algo sobre la diferencia entre ganar unas elecciones y tomar el poder. Voy a aclarar por enésima vez qué es ocupar el poder:

La Comuna ha demostrado, sobre todo “que la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines. ” (Manifiesto Comunista. Marx y Engels. 1848).

Si te fijas en el último capítulo de mi 18 Brumario, verás que expongo como próxima tentativa de la revolución francesa, no hacer pasar de unas manos a otras la máquina burocrático-militar, como venía sucediendo hasta ahora, sino demolerla. Y esta es justamente la condición previa de toda verdadera revolución popular en el continente” (carta a Ludwing Kugelman. Karl Marx)

En esa carta fue donde Marx expresó la idea de “tomar el cielo por asalto” o “asaltar el cielo” -según traducciones- en referencia al intento de la clase obrera parisina de tomar el poder en la insurrección de la Comuna de París de 1871 tras la derrota de Napoleón III en la Guerra Franco-Prusiana. Obviamente no se refería a ninguna coleta que en año y medio pasó de incendiario del sistema a bombero preventivo de cualquier intención socialmente pirómana que pudiera aparecer en un hipotético futuro, razón por la cuál esta siendo recompensado por el capital y sus voceros.

Francia tras tal intento revolucionario, por incompleto que fuese, no ha conocido ningún otro momento que mereciese tal nombre, salvo para los hijos universitarios de la pequeña y mediana burguesía que empezaron una protesta más de indigestión que de rabia. Lo llamaron Mayo del 68 y se inició porque a los chicos de los colegios mayores no les dejaban pasar a follar con las chicas de las habitaciones cercanas. Tiempo libre+aburrimiento+rebeldía generacional (no revolución, que es otra cosa)+ “picores” acaban dando una revolución “al pedo”, que dirían los argentinos.

En nuestra Europa, a la clase trabajadora no le ha hablado nadie en muchos decenios, salvo para pedirle el voto (ya no la nombran para tal cosa) o pedirle los sindicatos mayoritarios que apoye una huelga que pronto abandonarán a la primera oferta de pacto social mínimamente ventajosa para la aristocracia obrera que dirige esas organizaciones.

Hoy Francia es un país que avanza hacia una fascistización moderna que guarda las formas del discurso; un fascismo que muchos tildarían de civilizado porque ya no viste de Hugo Boss sino de Cacharel; un fascismo que, como en los años 30 en Alemania, roba sus ideas a los comunistas. Con una terrible y desoladora diferencia: los supuestos comunistas oficiales y pseudoziquierdistas europeos han renunciado a las ideas que en el pasado defendieron los viejos comunistas y que denunciaron como intento de usurpación por parte del fascismo y del nazismo.

Hoy, mientras las izquierdas ex comunistas, los falsos izquierdistas y los social-liberales se han convertido en defensores del orden republicano y burgués, en Francia y en toda Europa los neofascistas y los neonazis aparecen como las voces que gritan la rabia social que ya las izquierdas de origen obrero no hacen.

Sí en 2013 el Front National defendía la salida de Francia de la OTAN, ¿creen ustedes que alguna de esas izquierdas defendía tal cosa? NO.

El Front National de Marine Le Pen postula la nacionalización de grandes sectores productivos, los impuestos a grandes fortunas,la salida de la UE y las coberturas sociales a los sectores más desprotegidos de la clase trabajadora.

No hay dirección política de la rabia desde las ex izquierdas francesas, hoy casi tan partidarias del orden republicano como los Republicanos de Sarkozy.

La ex izquierdas francesas, como las españolas, tampoco apelan a las necesidades subjetivas de la clase trabajadora ahora defienden un concepto vomitivamente neutro y burgués: los ciudadanos. Hace ya muchos años que Marx y Engels explicaron que la burguesía creaba conceptos universales, aparentemente para el conjunto social, con el fin de imponer sus propios intereses de clase. El ciudadanismo escamotea la existencia de clases sociales y sus antagonismos dentro de esa ciudadanía. ¿Les suena a los españoles de IU y de Podemos esta basura ideológica que les venden en torno a la Constitución sus partidos en lugar de hablar de explotación y de lucha de clases? De lo que en profundidad significan estos conceptos no podría hacer piedra de toque ningún partido fascista. He aquí un territorio de lucha política, si se quisiera defender y, si al hacerlo, no se estuviera defendiendo mera terminología vacía de contenido sino un proyecto de derribo del capitalismo.

El punto de antagonismo actual entre el fascismo europeo y la racionalidad es la xenofobia, el racismo y el antiislamismo de los que el Front National hace bandera.

Convertida en una corriente de opinión pequeñoburguesa, bienpensante y “civilizada”, la “izquierda sistémica” francesa, tan repulsiva y acobardada ideológicamente por el empuje reaccionario como la española y europea, recurre a los lugares comunes progres y “cumbayás”. Defiende, no a los árabes en tanto que tales, sino a los musulmanes, cuando pide laicismo interno en sus sociedades. Ignora que oponerse a la guerra de religiones no es aceptar que el fanatismo religioso cree “zonas liberadas” en las zonas deprimidas de las ciudades y abandona la visión unitaria de clase que impida que los desposeídos caigan en ocasiones en las peores respuestas posibles. Cuando no existe una voluntad laica de emancipación de la explotación capitalista y de voz para los marginados sociales que unifique a todos ellos por encima de credos, culturas y etnias, lo peor está por llegar.

Esa izquierda francesa. española y europea ha dado lugar, en el mejor de los casos, a un “Sos Racismo” moñas del tipo “no toques a mi amigo”. El día en el que el dirigente del mayor sindicato de cualquier país citados del continente sea un latinoamericano, un árabe o un africano habremos avanzado algo. Sobre todo si no se trata de un asunto cosmético sino consecuencia de que la clase trabajadora, la absolutamente mayoritaria, ya no distingue a los trabajadores por su procedencia sino por la fraternidad que les lleva a elegir a los mejores de la misma como sus dirigentes sin mirar de dónde vienen.

Resultado de todo ese comportamiento político de las “izquierdas sistémicas” francesas: 43% de obreros y 38% de empleados han votado al Front National francés.

Una clase obrera que está desapareciendo y una nueva clase trabajadora cada vez más amplia, como consecuencia de la proletarización de amplias capas profesionales, ya no se reconocen en unas izquierdas defensoras del "status quo" del orden burgués que se conforman con una crítica sin daño al poder del capital. Denunciar la ausencia de “justicia social” no es otra cosa que rogar redistribución de un Estado capitalista que ya ni puede ni quiere redistribuir, pero que no cuestiona la base elemental de la desigualdad: la propiedad privada de los medios de producción y distribución.

Sin integrar a todos los oprimidos, explotados, desposeídos en un proyecto emancipador que acabe con la miseria, la necesidad, la falta de perspectivas y horizontes vitales, sin darles una bandera por la que luchar con todas sus energías, voluntades y esperanzas no se sorprendan que abracen el fascismo y el yihadismo. Les da fuerza por la que morir, cuando una ideología humanista debiera dárselas por la que luchar.

Lo peor de todo es que esas izquierdas, y más aún una sociedad mentalmente entumecida y cómplice de sus verdugos mira al nuevo fascismo con la mentalidad de pensar que ya se han civilizado, en lugar de entender que necesitan tomarse su tiempo para derramar el tarro de sus esencias.

Y ahora hablemos de Argentina y Venezuela.

Saber que un tipo serio y con el intelecto muy bien amueblado como Lula da Silva ha dicho que Podemos me recuerda los el PT de los orígenes en 1980, eso es lo que me parece ahora Podemos en Barcelona o Madrid” me hace pensar en el Lula de las luchas (cuya radicalidad y honradez ninguno de los dirigentes de Podemos alcanzaría) y en lo que ha acabado siendo su partido. Me recuerda al “OTAN de entrada no” de Felipe González y a la asistencia a la reunión antiyihadista de Madrid con Podemos de asistente pero sin su firma o al “le dí caladas -al canuto de hierba- pero no me tragué el humo” de Bill Clinton. La misma estrategia mentirosa de un reformismo hipócrita.

Sí he de reconocerle a Lula da Silva y a Dilma algo que no es posible admitirle al señor de la coleta. Han sido amigos de la revolución bolivariana hasta su final. Ya se ha producido, por mucho que sus herederos no lo admitan. Quizá la clave de esa lealtad esté en que Lula vino de la lucha obrera y Dilma de la guerrilla, mientras Iglesias venía del espacio pretencioso de la Universidad.

En común tienen Argentina y Venezuela una línea política respecto a la que parece que quienes no somos latinoamericanos no estamos en el derecho de criticar: el populismo.

Siempre he sido infinitamente más respetuoso con el populismo latinoamericano que con el europeo, aun estando muy lejos de ambos.

Mientras en Europa el populismo ha dado en el fascismo o le ha abierto sus puertas, en América Latina con frecuencia no ha sido así. En muchas ocasiones ha dado paso a gobiernos que han legislado a favor de las clases trabajadoras, el campesinado y otros sectores populares como los artesanos.

Pero en los últimos 15 años, el populismo se ha alimentado de las tonterías de un peronista como Laclau -lo de su “marxismo” es tan auténtico como la condición intelectual de Monedero- que, a partir de mitos (pueblo, nación, voluntad popular,…) ha construido una enorme ficción donde las clases sociales desaparecían dentro de un “colectivo” nosotros que no habría paso a una auténtica transformación material de la sociedad sino a un movimientismo permanente.

En ese proyecto nacional, y sólo antiimperialista como antineocolonialista (antiimperialismo nacionalista), faltaba una perspectiva de clase desde las que proyectar un sujeto transformador más ambicioso hacia otra sociedad: el socialismo.

Nacidas del pueblo (la nación. La categoría pueblo incluye a todas las clases desde la Revolución francesa), las voluntades del mal llamado socialismo del siglo XXI (Venezuela y Bolivia, principalmente), y apoyadas por sus aliados (Argentina, Brasil, Ecuador,..) dieron un impulso social, económico (en términos de mejora de situación de clase) y político (voces múltiples antes negadas) a los sectores oprimidos y pobres de América Latina, en su conjunto, mucho más allá de las naciones citadas.

Estar con aquellos proyectos era no una cuestión ideológica -había muchas razones para criticar sus insuficiencias- sino de moral revolucionaria. Un comunista formado jamás hubiera llamado a aquello socialismo, ni siquiera repúblicas populares, pero lo que estaban haciendo en favor de los desposeídos debía poner toda nuestra voluntad a su servicio: educación, salud, vivienda, acceso al transporte,…

El período de redistribución de la riqueza social fue muy dependiente en Venezuela y en Argentina de los buenos precios del petróleo y del período de transferencias de capital especulativo desde el centro a la periferia. Ambas cuestiones acabaron.

Hay que decir que Argentina y Venezuela son muy distintas. La primera es sólo la ficha del dominó pensada, alternativamente también Brasil, para hacer caer la ficha, ya derribada de Venezuela, con el objetivo de derribar la cubana o de chinizar económicamente ésta, algo que ya se está produciendo.

El capìtalismo jamás ha sufrido tal crisis pero tiene una vocación de Sansón derribando consigo el templo de los filisteos, mientras asume la posibilidad de acabar medioambientalmente con el Planeta, increíble. Jamás un sistema senil había llegado a tal grado de psicosis. Y con él de casi toda una población mundial cómplice de sus crímenes.

Si Argentina se agotó en el proyecto sempiterno de un populismo que amañaba hacia las clases trabajadoras, pero que sólo atendía a las clases medias, y más allá de las contradicciones del peronismo, de los efectos de la crisis y de los sucios montajes contra Cristina Kirchner, a Venezuela le pasó lo mismo tras la muerte del dirigente que galvanizaba un proyecto de construcción nacional digno pero inacabado, cuyos continuadores mediocres y aburguesados carecieron de la voluntad de dejar de hablar del socialismo y empezar a aplicarlo, pasando a una radicalización de la revolución cuando era posible. Hoy ya no.

Podría ser mucho más crítico hacia la revolución bolivariana. Públicamente no lo haré. La lealtad también pasa porque cierto grado de crítica expresada abiertamente dé un aviso a los compañeros pero no pueda ser fácilmente utilizada por nuestros enemigos.

Argentina volverá sobre su esencia “democrática” en períodos sin golpes: alternancia entre populismo que legisla para las clases medias, sin descuidar su integración en el “sistema global”, mientras ignora a las clases trabajadoras, y disciplinamiento económico bajo la más brutal dictadura del FMI contra las clases populares. No le veo salida a corto plazo.

A Venezuela le puede pasar algo mucho peor. Dependiendo de qué sectores de la MUD se impongan en la nueva situación y de que el PSUV y los sectores de izquierda resistan o no, es posible que se pase a cuchillo a los militantes bolivarianos o que la revolución pacte y se convierta en una especie de FSLN (sandinistas), ajena ya a las razones que la vieron nacer y entregados sus dirigentes a una alternancia caciquil entre élites. Hoy tú, mañana yo. La revolución no merece tal destino. Quisiera pensar en una opción distinta para un proyecto que pudo ser hermoso pero temo que ya ha sido escrito su destino.

Va siendo hora de que los comunistas cada vez tengamos más claro que una cosa son las izquierdas y otra muy distinta nosotros y que el camino de lucha hacia el socialismo pasa, de nuevo, como en el siglo XIX y en XX por diferenciarnos de ellas. 

5 de diciembre de 2015

20-D, CUANDO YA NADA SE ESPERA

Por Marat
Déjenme que les transmita mi estado de ánimo, si a ustedes no les parece mal.

Como dijo hace muchos años, y ya nadie quiere recordar, Gabriel Celaya “estamos tocando el fondo” pero no para empezar a emerger como él esperaba sino para quedarnos en el légamo profundo de nuestra propia realidad como nación.

No tengo fuerzas ni me queda inteligencia para expresar mi sentimiento de vacío.

La mentira del supermercado publicitario de marcas electorales es parte de la basura que usted gustosamente comprará eligiendo entre lo supuestamente viejo y lo pretendidamente nuevo porque tampoco es cosa de situarle ante la sencilla posibilidad de mandarles a todos ellos al carajo y abstenerse el próximo día 20. En su mente de pequeño hombrecito sólo puede caber la posibilidad de elegir entre A o B, entre la canallada y la mentira, entre los viejos y los nuevos títeres del capital.

¿Cómo expresarle a usted, ciudadano desclasado de una clase media que se va yendo a pique, sin que usted quiera aceptar que debe darse cuenta de que su enemigo es este podrido sistema económico, que le van a vender de nuevo él timo del tocomocho sea por la vía de lo “viejo” o de eso que dicen que es-ya no es “nuevo “- que es lo emergente.

A usted, tonto a las 3 de una falsa clase media, que se cree no ser trabajador porque gana más que la mayoría de los trabajadores no le han dicho que cuando se vaya al paro descubrirá a que clase pertenece.

No voy a decirle lo que debe hacer, primero porque no me simpatiza ni su mentalidad de “a ver qué me cae y cómo se arregla lo mio” ni mucho menos su clase social, tan enemiga de la mía en objetivos, valores y modos de ver el mundo. Métase su yate cutre de muy pocos metros de eslora donde le quepa.

A mí me importa mi clase social. La clase que sufre al empezar la mañana, la que se desplaza dos horas para ir a su trabajo, la que ni siquiera me mira en el metro al volver cada noche agotada y dormitando; la clase que no consigue una beca de comedor o de guardería por falta de contactos, la clase que ya ha perdido, si tuvo alguna vez, el derecho a la cobertura del paro, la clase que nunca tuvo ese derecho, la clase que no llega a fin de mes, la clase con trabajos de dos días o de unas horas; la vieja clase obrera que peleó y mucho pero ya veremos si llega a ser pensionista, la clase de los jóvenes con o sin preparación que no alcanzarán la posibilidad de llegar a ser clase de ningún tipo, la clase obrera que vivió tiempos mejores y cada vez los ve peores. Los que visten de chino no por modernez ni tontería sino como única opción. Los que compran allí los reyes de sus hijos. Las caras de hombres y mujeres inmigrantes de lejanas latitudes que me encuentro en el metro cuando vuelven tarde, siempre demasiado tarde, de trabajar, agotados, pensativos, adormecidos,...

Esa es mi gente. De ahí vengo. Me han dejado claro hace tiempo que ya no puedo salir de ese territorio ni quiero hacerlo. Así me va. No me quejo. La elección fue libre.

Sé que de nuevo volverán a engañarnos. A ofrecernos antiausteridad que ni pueden ni saben ni combatirán.

Sé que los sinvergüenzas que trabajan para nuestros amos, nuestros queridos empresarios, van a contarnos que debemos elegir entre lo ya conocido y lo que está por conocer.

Sé que unos y otros, los viejos y los nuevos son nuestros enemigos de clase porque en su idilio con el sistema capitalista, si capitalista, todos ellos comparten ya unos condiciones muy superiores a las nuestras.

Les voy a contar lo que me parece lo nuevo, partiendo de que lo llamado viejo es fusilable.

Dicen que para que los perros se hagan amigos antes tienen que olerse el culo. Estos dos ya lo han hecho y se han reconocido como dos filibusteros unidos por la misma y vacía ambición de encumbrar personalmente sus egos, desplazando la “vieja política” por la “emergente”. Una y otra son igualmente asquerosas: el show político del marketing capitalista en el supermercado de marcas electorales. Si hubiéramos puesto las imágenes de Rajoy y Sánchez comprobaríamos que el chalaneo puede cambiar en su puesta en escena pero no en su significado.


Esto es lo que muchos de ustedes llaman democracia -les faltá añadir la coletilla de “burguesa” pero sospecho que no es un término que suelan usar. Prefieren el de clase media- Yo lo llamo el privilegio de votar -elegir es otra cosa y ya lo han hecho por ustedes quienes, de verdad, tienen el poder, que no son los medios sino los capitales de sus consejos de administración- al que te pondrá a mirar hacia Morón. Relajen sus esfínteres.

Mientras tanto, y con sumo cariño a los jóvenes clowns “emergentes”, les dedico esta canción:

Yo, no necesito conversar
porque adivino que ya sabes como soy
tu me has conocido siempre.
Tu, cuando me miras puedes ver
dentro de mi lo que ni yo puedo entender
yo te he conocido siempre.
Amigos para siempre
Means you´ll always be my friend
Amis per sempre
Means a love that will never end
Friends for life
Not just a summer or a spring
Amigos para siempre”


Y sí, algunos, muy pocos , en general casi nadie, piden ver y escuchar a un joven -es el valor supremo de estas elecciones, ser joven, así no hay pasado- que antes estaba enamorado de una coleta sin ideología y si la campaña durase un mes más lo mismo llegaba a socialdemócrata.


En puridad de democracia burguesa debiera ser obligación que el joven Garzón pudiera acudir a a debates a cuatro (PP, PSOE, IU/UP, UpyD) puesto que son los partidos salientes y la lógica dice que eso son hechos objetivos y no unas encuestas a cada cuál más manipuladas en función de qué fracción del capital muestre intereses concretos en unos u otros partidos o combinaciones postelectorales.

Otra cosa distinta es que interese lo que pueda decir, lo que de antemano no debiera ser presupuesto -a mí personalmente me interesa exactamente nada- por quienes tienen el poder de formar la opinión. Creo que IU cumplió ya su ciclo de partido sistémico y el sistema ha decidido que ahora tocan los postmodernos Podemos y Ciudadanos, esos engendros que nos han llevado a descubrir que las clases sociales ya no existen y que lo que hay es “gente” (amorfa, y también “municipal y espesa”, que diría Unamuno) y mucho ciudadano, ciudadanos por un tubo, tantos que hasta dan para un partido.

Al ver en el día de puertas abiertas del Congreso la imagen del fatuo Pablo Iglesias sentado en el escaño del Presidente del Gobierno me vino a la mente la imagen de otro friki, mucho más entrañable él porque en su vanidosa arrogancia deja ver su lado vulnerable: Sheldon Cooper, de “The Big Bang Theory”, una serie norteamericana inteligente -ya ven que no odio todo lo que viene de allí- en la que un grupo de científicos casi cuarentones demuestran tener la madurez mental de un adolescente, uno de los males de nuestra sociedad actual. Sheldon Cooper, en lugar de mear en su territorio, lo marca con sus nalgas en el sofá del salón del piso compartido. La diferencia es que Sheldon impone por los hechos la ocupación de su asiento. Iglesias nunca estará más cerca de alcanzar el asiento anhelado que el día en el que se sentó como un escolar de 8 años en el sillón del Presidente del Gobierno. En lo que le espera en el próximo ciclo del parlamentarismo burgués será, con suerte, utillero (como en el fútbol) o monosabio (como en los toros) de un gobierno del PSOE, aunque eso no dependerá ni de él ni del PSOE sino de lo que hagan y a quien apoyen los nuevos mercachifles del politiquerío: Ciudadanos.

Cuando los mesetarios acudimos a la política local vamos viendo como la señora Carmena, a través de una táctica de gestos (el resto empieza a ser de ladrillo) va avanzando en zafiedad para darse la mano en “urbanidad” con su antecesora la señora Botella.


La realidad es que cuando se conjuga la falta de inteligencia con el pijoprogresismo y la sujeción a la dictadura de la LOEPSF (Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera) nacida del reformado artículo 135 de la Constitución se acaban haciendo estas chorradas y se descubre el carácter burgués de quienes juegan a entretener y adormecer con sus patéticas payasadas a las clases oprimidas por el capital.

Y al final, nunca caen lejos ciertas actuaciones políticas de determinadas posiciones de clase. Si el caso de Carmena es evidente muestra de cómo la pequeña burguesía arropa su futuro, lo ruin se alcanza cuando quien iba en el pasado de incendiario (virtual) de no se sabe muy bien qué acaba escondiendo, por “descuido” una cuenta con una interesante cantidad pero, al fin y al cabo, expresiva de cómo esconden ciertos “profesionales” un dinerillo al fisco.


Tardarían mucho tiempo estos descubridores de “lo nuevo” en alcanzar la corrupción del PP, no porque sean mejores que ellos sino porque ni alcanzarán el gobierno, al menos en bastante tiempo, salvo coalición, ni como pequeña burguesía que son adquieren la competencia necesaria para ser considerados interlocutores válidos para los grandes capitalistas que cortan el bacalao. Siempre les verán como sus chicos de los recados y les puentearán por socialmente mediocres.

En el camino hasta donde lleguen serán, ya lo son, apadrinados por quienes en el pasado han representado a una derecha con ciertas capacidades de envoltura “democrática”. He aquí un ejemplo en forma de carta al director en el periódico "El Norte de Castilla"

...aunque no siempre

No nos cuenten cuentos de asustaviejas de Iker Jimenez y las conspiraciones de los reptilianos o del Club Bilderberg. Una organización en la que esto es posible carece de ideología clara, tiene un proyecto “radical” a nivel Ned Flanders (por la derecha integrista, sí) y está protegida por un responsable de organización de nivel Homer Simpson (Sergio Pascual)

Gregorio Morán ya nos avisó de que nos íbamos a enterar quien era Manuela Carmena.

Tras las críticas de la derecha económica, política y mediática sobre las tontunas que sólo parecen de chochez de la abuelita de las magadalenas (ahora los gilipollas las llaman de otro modo) se esconde el silencio de lo que jamas cuestionarán nada que favorezca al capital.

Cuando un viejo capo de la mafia de la construcción, Juan Miguel Villar Mir, de la constructora OHL dijo en Mayo aquello de “Manuela Carmena puede ser una gran alcaldesa” era por algo. Esta gentuza no da puntadas sin hilo. Hablaba de la Operación Canalejas. Llegó. En octubre Carmena dio luz verde al pelotazo de Villar Mir y OHL Un gran pelotazo que nos irá enseñando cómo seguir el camino marcado por la ex Alcaldesa Ana Botella. Y un concejal como José Manuel Calvo como gran procurador del asunto.

Parece que hay quienes quieren ignorar que la operación de lanzamiento mediático de Ciudadanos no es distinta a la ejercida con Podemos y que la búsqueda de la confrontación de chiste Rivera-Iglesias (cualquier día se meten la lengua) no es sino el modo de reforzar a unas opciones políticas que, de otro modo, tendrían un recorrido mucho más limitado, a pesar de la evidencia de que PP y PSOE son dos caras muy envejecidas. El 20-D por la noche verán que menos agotadas de lo que parecen y la ignorancia gritará tongo o insultará al votante sin asumir que todos juegan en la misma división, con los mismos presupuestos y admitiendo las mismas reglas de juego.

En medio de todas estas miserias los desahucios continúan. Siempre denuncié que la PAH manipulaba al negarse a opciones más justas y decentes que la “dación en pago” pero nunca dejaré de reconocer la valentía que los miembros de la PAH tuvieron durante mucho tiempo, cuando impedir un desahucio era la posibilidad de ser detenido u hostiado por la policía criminal del fascista Jorge Fernández Díaz.

Pero algo ha pasado. Los desahucios, aunque los niegan la señora Colau en Barcelona y la señora Carmena en Madrid, continúan pero ahora se hacen en silencio. Recuerdo cuando el PCE en 1979 vació en Madrid y en otras ciudades al movimiento ciudadano de las asociaciones de vecinos para colocar a muchos líderes de concejales o en alguna de tantas canonjías municipales. ¿Ada Colau? ¿Miramos Madrid y su corporación?

La clase trabajadora siempre ha de estar en la oposición, gobierne quien gobierne. Es el único modo de no desarmarse. Si gobiernan los que ella eligió, ha de ser tan leal a ellos como ellos lo sean con esta clase, sin olvidar de qué realidad viene ni quienes fueron sus enemigos del pasado. Pero los que dicen representarla pueden traicionarla mañana. Y desde luego, Podemos no es es un amigo de la clase trabajadora sino de los oportunistas y aventureros de clase media que han decidido vivir a su costa.

Alfon, como tantos presos políticos, negados en su condición de tales, sigue preso. Mientras él y tantos camaradas continuen encarcelados por defender a nuestra clase, nadie tendrá derecho a decir que vivimos en una democracia. Su dictadura burguesa, la del capital y sus partidos ocasionales, los del momento. Son sólo máscaras de una dictadura del capital que cada vez es más cruel, torpe, evidente y débil, al dejar ver su condición real.

Mañana, como tantos días en los que te levantes para trabajar, pregúntate si eres yunque o martillo, si clase trabajadora o te avergüenza decir lo que eres y necesitas disfrazarte en el halloween de la falsa clase media que va muriendo. Mira dentro de muy poco tiempo y pregúntate qué serán tus hijos. Mira a tu familia, tus amigos, tus compañeros de trabajo, tus vecinos. Pregúntate durante cuánto tiempo podrás mantener esa mentira en la que te han metido que dice que el mundo es una selva y que tienes que competir con todos los que quieres. ¿No te has planteado que tus enemigos son otros, y más que personas concretas, un sistema muy determinado que te hace desgraciado y esclavo?

Y sí, cuando ya nada se espera personalmente exaltante, que decía Gabriel Celaya, lo que nos queda es el cinismo o la rebeldía. Escoge campo. ¿No crees que los trabajadores tenemos ya que pasar a otra historia muy distinta, más nuestra, más sin mentiras, más centrada en el mundo que es posible crear entre todos nosotros?

¡Ah,! que qué voy a votar. Les voy a dar el bote, sí, con B, a todos ellos

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Quizá también le interese:

"Izquierdas 3 veces estúpidas: Francia, Argentina, Venezuela": http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/12/izquierdas-3-veces-estupidas-francia.html

3 de diciembre de 2015

CUNHA PUSO EN MARCHA UN GOLPE BLANDO EN CONTRA DE DILMA

Eric Nepomuceno.Página/12

En una misma jornada, el Congreso nacional ha sido escenario de una victoria esencial para Dilma Rousseff y de una noticia que, aunque esperada, puso al país patas arriba. Con la serenidad cuidadosamente ensayada para la circunstancia, el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, del PMDB, que se supone sería el principal aliado en la base de apoyo al gobierno, convocó una rueda de prensa para anunciar que había decidido aceptar un pedido de apertura de juicio político –el impeachment– contra la presidenta.

No por coincidencia, el anuncio de Cunha fue hecho exactamente cuando el presidente del Senado, Renan Calheiros, del mismo PMDB, confirmaba que un proyecto de ley enviado por el Ejecutivo había sido aprobado por amplia mayoría. Ha sido quizá la mayor victoria de Dilma en el Congreso desde que se inició su segundo mandato, hace once meses. Gracias a esa aprobación, su gobierno fue autorizado a cerrar las cuentas de 2015 con un hueco descomunal, un déficit de 120 mil millones de reales, lo que significa un agujero de estruendosos 31.500 millones de dólares (al cambio de ayer). De no haber sido aprobada la modificación en el Presupuesto Nacional, Dilma Rousseff estaría incumpliendo la Ley de Responsabilidad Fiscal, lo que pondría su mandato en altísimo riesgo.

No hubo tiempo, sin embargo, para celebraciones. Renan Calheiros anunciaba el resultado de la votación cuando, en otra parte del Congreso, Eduardo Cunha comunicaba su decisión de acatar un pedido de impeachment acusando a Dilma precisamente de haber cometido crimen de responsabilidad fiscal por haber gastado, en lo que va del año, más de lo que había sido autorizado por diputados y senadores.

Cunha, quien enfrenta un juicio en el Consejo de Etica de la Cámara de Diputados, habló de manera serena e insistió, en tres ocasiones, en que la suya había sido una decisión “estrictamente técnica”. También repitió dos veces que no sentía “ninguna felicidad” por haberla adoptado. Minutos después, en su cuenta de Twitter, el mismo Cunha divulgaba alegres mensajes, asegurando que había escuchado “los pedidos de la calle”. De decisión estrictamente técnica, ninguna palabra.

Tan pronto supo de la medida adoptada por Cunha, Dilma se reunió con su núcleo duro y decidió hacer un rápido comunicado a la Nación, a través de una cadena nacional de radio y televisión. En escasos tres minutos, la presidenta manifestó que recibió “con indignación” la medida “contra el mandato que me fue concedido democráticamente por el pueblo brasileño”, aseguró que su gobierno “no practicó actos ilícitos” y rechazó cualquier fundamento en el pedido de impeachment aprobado por Cunha.

En un clarísimo mensaje al presidente de la Cámara de Diputados, que enfrenta procesos en la Corte Suprema por haber practicado evasión fiscal, lavado de dinero, fraude contra el fisco y recibido coimas millonarias, Dilma Rousseff dijo, con semblante claramente contrariado, que “no existe sobre mí ninguna sospecha de desvío de recursos públicos, no mantengo cuentas en el exterior y jamás oculté del conocimiento público la existencia de mis bienes personales”.

Luego de las palabras de Dilma, algunos de sus asesores más cercanos admitieron, en conversaciones reservadas (o casi), que “ha sido mejor así”. Se explica: el gobierno estaba virtualmente paralizado en manos de una Cámara de Diputados presidida por Cunha, que desde hace al menos siete meses actuaba de manera pendular, como forma de chantajear tanto al gobierno como a la oposición. Al gobierno lo amenazaba con aceptar un pedido de impeachment si no era atendido en sus insistentes pedidos de apoyo para mantenerse en su puesto, principalmente después de que sobre él se desató una tormenta de denuncias acompañadas de pruebas contundentes. A la oposición la amenazaba con no aceptar ninguno de los pedidos de impeachment, a menos que le asegurasen la tan requerida protección. Será más fácil, dicen los asesores, derrumbar en el Congreso la iniciativa de Cunha.

Controlando al menos cien diputados en una Legislatura de 513 que es la de peor nivel –político, intelectual, ético y moral– de los últimos treinta años en Brasil, Cunha se movió como pez en el agua hasta hace poco menos de tres meses, cuando creció de manera consistente el volumen de acusaciones contra él. Dueño de una larga carrera de escándalos, Cunha llegó a la presidencia de la Cámara gracias al apoyo de las bancadas más retrógradas, y por haber sido siempre un excelente captador de recursos –casi nunca lícitos– para ayudar a financiar campañas ajenas, además, claro, de las suyas. Con eso logró contar con la lealtad absoluta de muchos diputados inexpresivos, que lo siguen y obedecen con la fidelidad de los perros bien entrenados y alimentados.

A partir de ahora, el trámite seguirá lo que determinan las leyes, y será largo. Primero, se arma una Comisión Especial para analizar la eventual admisibilidad del pedido de impeachment. Esa comisión es formada obedeciendo a la proporcionalidad de los partidos en la Cámara. Si la comisión mantiene el pedido, el tema será llevado al Pleno, donde necesitará la aprobación de dos tercios, o sea, 342 diputados. Para impedir que eso ocurra, el gobierno tendrá de alcanzar 171 votos. Si no los consigue, Dilma Rousseff será alejada del puesto mientras se analiza el tema en el Senado, que tiene la palabra final. En tal caso, asume el vicepresidente Michel Temer. El gobierno necesitará igualmente del voto de dos tercios de los senadores.

Es muy poco probable que el gobierno, ya en la primera etapa, es decir, en la Cámara, no logre los 171 votos necesarios. Algunos analistas dicen que eso es casi imposible. De todas formas, mientras tramita el proceso –cuyo plazo es difícil de calcular, una vez que la ley establece un determinado número de sesiones para cada paso, y las sesiones no tienen fecha rígida para ocurrir–, la tensión será permanente. Con el país atravesando un cuadro económico especialmente grave, ese nuevo ingrediente en una crisis política que ya era bastante seria no hace más que dejar entrever un 2016 muy duro.

2 de diciembre de 2015

¿PERIODISMO DE GUERRA O AUTOPROMOCIÓN?

Denis Grigoryuk. euskalherria-donbas.org

Se ha puesto de moda regresar a Donetsk. Es la nueva tendencia. Pero no se puede volver y que cada uno continúe tranquilamente con su existencia. No, eso no es suficiente. El objetivo no es solo volver a Donetsk. Convencidos de que con la guerra en Donbass no solo es posible ganarse la vida sino también promocionarse, aparecen los halcones, gente de personalidad creativa que se amontona para volver igual que se amontonaba para salir en junio, cuando la batalla en Donetsk había decaído.

Al principio de la guerra, muchos huyeron de Donetsk. Alegaron que habría política de tierra quemada y ese no era lugar para desarrollar su potencial creativo y su sutil forma de expresión. No era su guerra, decían. Sentados en sus cómodos apartamentos alquilados, o en casa de familiares, observaron desde lejos los trágicos eventos de Donetsk y Lugansk. No se encontraron bajo los bombardeos, no experimentaron la falta de agua, de suministro eléctrico, el bloqueo del sistema bancario, el desabastecimiento de alimentos, medicinas y otras consecuencias de la guerra. Se encontraban en ciudades en paz, donde veían las noticias.


En algún momento se acordaron de Hemingway y de Orwell, que escribieron sobre la guerra civil española y se hicieron famosos por ese trabajo. Con esa idea en mente, las personalidades creativas decidieron venir a Donbass y trabajar por el bien de las Repúblicas. Evidentemente, esta idea apareció después de la firma de Minsk-2, cuando Donbass comenzó a mostrar la apariencia de paz, es decir, no había grandes ataques en una buena parte del territorio sino tan solo en los lugares más cercanos al frente y las localidades adyacentes.

De vuelta a su Donetsk, ¿fueron hasta el frente para comprobar las delicias de la guerra? No. ¿Para qué, si se puede ver la guerra por televisión y escribir grandes poemas? Nadie irá a verificar dónde estabas en realidad cuando ocurrió la masacre. Lo más importante es estar en el momento adecuado y utilizar la oportunidad. ¿Hay alguna diferencia en la calidad del trabajo? Por supuesto. Quienes estuvieron en peligro y sobrevivieron de milagro ven los hechos de forma diferente y eso queda reflejado en su trabajo. No necesitan palabras bonitas para describir la guerra. Unas pocas mordaces palabras son suficientes para que quede todo claro.

Es insultante que algunos se aprovechen de la desgracia de Donbass. Que busquen otra forma de promocionarse y hacerse famosos. La forma más sencilla es subirse a la ola informativa y convertirse en un escritor militar. Es mucho más difícil interesar a los lectores con la literatura civil.

Durante las grandes batallas, cada persona mostró su verdadera identidad. Cada cual actuó de forma diferente, según su naturaleza. Pero, por desgracia, siempre hay suficientes parásitos.


1 de diciembre de 2015

MACRI Y LAS RAZONES DE SU CRUZADA ANTIBOLIVARIANA

Gerardo Szalkowicz. librered.net

La capital paraguaya se convertirá en el teatro de operaciones donde Mauricio Macri descargue su primera artillería en la arena internacional. Será el 21 de diciembre, en la XLIX Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, cuando –si cumple su palabra- proponga a sus pares que se ejerza la cláusula democrática para suspender a Venezuela del bloque.

Será un debut con los tapones de punta, que lo consagrará como el nuevo paladín de las causas imperiales y que marcará la apertura de un cambio importante en la correlación de fuerzas en el mapa geopolítico regional. Una pieza clave en el ajedrez latinoamericano como la Argentina empezará a jugar para el equipo de la “restauración conservadora”, en un escenario que sufrirá la primera baja presidencial del campo progresista producida por vía electoral desde el cambio de época que germinó a principios de siglo en América Latina.

El Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático en el Mercosur, suscrito en 1998, establece la posibilidad de suspender a un país del organismo cuando exista “una ruptura del orden constitucional” o cuando no se verifique “la plena vigencia del orden democrático”. La cláusula le fue aplicada a Paraguay tras el golpe parlamentario a Fernando Lugo en junio de 2012, medida que rigió hasta julio de 2013.

La propuesta de Macri para el caso venezolano suena descabellada. Nicolás Maduro fue electo en 2013 con el 50,61% de los votos, en un país récord en procesos electorales (19 en los 16 años de revolución bolivariana). El propio Alto Representante General del Mercosur, el brasileño Florisvaldo Fier, afirmó recientemente: “Creo que Macri tiene que informarse un poco mejor porque la cláusula democrática se aplica cuando hay un golpe de Estado”. Por si acaso, Venezuela además acaba de ser reelegida como miembro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

El argumento sobre la situación del líder opositor Leopoldo López –cuya esposa Lilian Tintori fue la invitada estrella en el bunker macrista el día del balotaje- también adolece de coherencia. López fue condenado a 13 años de prisión “por delitos que van desde la instigación a delinquir, intimidación pública y daños a la propiedad pública, hasta homicidio intencional calificado ejecutado por motivos fútiles e innobles”. Por instigar a las acciones violentas de los primeros meses de 2014 en las que fueron asesinadas 43 personas. Es decir, por golpista.

Pero además de carecer de un libreto sólido, Macri tendrá otro problema: en el Mercosur las decisiones se toman por consenso. Si bien podría caber una mínima chance de que le haga la segunda su amigo Horacio Cartes (el empresario y neoliberal presidente paraguayo), parece una quimera pensar que Tabaré Vázquez y Dilma Rousseff acompañen su iniciativa antibolivariana.

¿Qué motiva entonces al presidente electo argentino a emprender esta cruzada tan tosca y con indudable destino de fracaso? Más que la eficacia de la acción, Macri busca enviar una clara señal al Norte, al capital financiero, a los organismos de crédito internacional, al establishment global. Con esa carta de presentación, el Berlusconi argentino intentará mendigarles algún favorcito a cambio de dejarles en claro que se pone a su servicio. Y que no tendrá ningún tapujo en ocupar el lugar vacante que dejó Álvaro Uribe y calzarse el traje de principal peón de Estados Unidos en la región para hacerle el trabajo sucio en lo que hace tiempo es su principal objetivo: derrumbar la revolución bolivariana.