10 de diciembre de 2011

¿EL EURO ANTE EL DERRUMBE?

Frédéric Lordon. Le Monde Diplomatique

Por experiencia se sabe que podemos mirar cómo Laurel lanza tortas a la cara de Hardy (o a la inversa) muchísimas veces y pedir que lo repitan sin cansarnos nunca, pero, ¿y las cumbres europeas?... Por un lamentable error de apreciación, aunque con la sin duda loable intención de combatir la morosidad, la Unión Europea (a la cual podría agregársele el G20) parece haber considerado que la cómica repetición era un arma posible contra la crisis. Apenas se vislumbra otra hipótesis a la altura de la asombrosa recurrencia a la payasada, convertida en la única línea firme y clara de los gobernantes europeos, totalmente pasmados.
En su descargo hay que reconocer que, en el corsé de las obligaciones presentes –monumental choque recesionista post-crisis financiera, permanente supervisión de las políticas económicas por los mercados de capitales, independencia y pusilanimidad del Banco Central Europeo (BCE), ortodoxas obsesiones alemanas, falta de soberanía unitaria–, en rigor la actual ecuación del euro no tiene solución...
Si hoy día en Europa no reina el espíritu de Laurel y Hardy, entonces quizás reine el de San Agustín: “Credo quia absurdum” –“Creo porque es absurdo”–. Es cierto que en Europa el encarnizamiento dogmático hacia y contra todas las informaciones de lo real es lo último que de verdad impresiona. Después de todo, recién estamos en la Quinta Cumbre de la Eurozona (1); la parte agustina consiste en constatar la aberración y la parte cómica en la repetición de comunicados de felicitación por haber –al fin– aportado una solución global (comprensiva) a los problemas de la zona euro… antes de tener que rehacer todo al siguiente golpe. Sabemos que el público es propenso al derroche, y sin duda es por eso que la oficina de turismo siente la necesidad de renovar el espectáculo proponiendo sensaciones cada vez más fuertes (nuevas instituciones, nuevos países a salvar, nuevas ingenierías financieras, cada vez más montos comprometidos, etc.). En verdad, no muchos tienen ganas de reír, ni siquiera en la última Cumbre del Eurogrupo del 27 de octubre de 2011 cuyos formidables (y siempre comprensivos) cumplimientos no habrán tardado una semana en quedar casi reducidos a nada por intermedio del referéndum griego, récord absoluto.



CUIDADO CON OLVIDAR
En realidad, y quizá resida allí lo propio de una época que se comparará sólo imperfectamente con la crisis de la década de 1930, las reacciones gubernamentales toman el doble carácter –en apariencia contradictorio– de una perfecta leonera donde la improvisación le disputa a la incomprensión crasa los acontecimientos en curso, y el despliegue oportunista pero muy metódico de una inflexible agenda neoliberal. Hay que tener en cuenta esta ambivalencia para justificar tanto cumbres “Helzapoppin” [N. de la R.: baile frenético popularizado en una película de Hollywood de 1941] como la impresionante resiliencia estratégica que permite al sistema actual extraer de los subsuelos de la (su) crisis la ocasión de una profundización histórica sin precedentes. En este asombroso período en que se juega el destino del neoliberalismo de modo binario, coherencia e incoherencia son, pues, partes iguales del mazazo definitivo y la explosión en pleno vuelo.
El programado impulso al olvido es tan poderoso que hay que recordar siempre cuánto los acontecimientos actuales deben su origen a la crisis de los créditos hipotecarios, perfecta expresión de una configuración del capitalismo en la cual la indefinida compresión de salarios sólo dejó como solución de apoyo a la demanda el sobreendeudamiento de las familias. De suerte que, por interposición del salvataje de los bancos y la recesión, el Estado se vio arrastrado a su pesar, consecuencia de la debacle financiera privada… demasiado feliz por verse metamorfoseada así en crisis financiera pública. Entonces, es por el lado del G20 y en sus ediciones 2009 (Londres, Pittsburgh) que se abre la secuencia de cumbres “stop-and-go”. ¿Pero quién recuerda aún los gritos de alivio que profirieron los gobernantes junto con los comentaristas, alivio probablemente proporcional al santo temor que los había dejado pasmados el otoño boreal de 2008, cuando se habían acercado al borde del abismo? En efecto, es preferible olvidar los comunicados triunfalistas, las promesas de otra regulación financiera (que tiene buena cara en 2011, cuando el sistema bancario amenaza de nuevo con la ruina total) y la seguridad de que “ahora la crisis está detrás de nosotros”, que se vacila en clasificar en la categoría de alegre provocación recurrente o de tontería astronómica. No se necesitó ni un año para que la recuperación anunciada tuviera una seria sacudida y la revelación del deterioro de las finanzas públicas griegas sirviera de detonante de lo que se recordará como el peor cambio de toda la historia de la política económica. Por un instante hubiéramos podido ilusionarnos en que los gobiernos habían sabido aprender de los errores del pasado y en especial de los desastres de la Gran Depresión, ¡pero nada de eso! La aceptación de los déficits por medio del juego de los estabilizadores automáticos (2), única estrategia de mediano plazo practicable (no era la delirante tutela de los mercados), no habría durado un año. Y Grecia fue el pretexto tan ideal como aparentemente bien fundado para cambiar todo el dispositivo de la política presupuestaria, que pasó brutalmente de la práctica razonada de los déficits a la desesperanzada empresa de su forzosa reducción.

Excepto aquellos a quienes se persiste en llamar los “responsables”, ahora conocemos demasiado –aunque eran evidentes desde el comienzo– las razones que condenan al fracaso la estrategia de la austeridad generalizada: la imposibilidad de que cada país por separado compense mediante la demanda exterior el estrangulamiento de la demanda interior, porque todos los demás optan también por el rigor, conduce fatalmente a frenar el crecimiento, así como la pérdida de ingresos fiscales destruye el efecto de la reducción de gastos. Todo se ubica bajo la mirada y la férula de inversores internacionales cuyo horizonte temporal es rigurosamente incompatible con el necesario mediano plazo para un ajuste macroeconómico de semejante amplitud. De ahí resulta este absurdo encadenamiento en el cual las alzas de las tasas de interés que desataron los ataques de pánico especulativo degradan acumulativamente los saldos presupuestarios (el servicio de la deuda profundiza el déficit que alarma a las finanzas que hacen subir las tasas que aumentan el servicio de la deuda…), a lo que las políticas económicas responden profundizando la restricción… y las deudas –de vez en cuando Standard & Poor’s o Moody’s, perfectos agentes ambientales, aportan su amable contribución al clima de locura general–. Impulsadas por el pánico financiero, tanto el alza de las tasas como las aberrantes reacciones de las políticas económicas se llaman las unas a las otras, en una sinergia tóxica que la serie de cumbres europeas intensifica cada vez más.
Sin embargo, a riesgo de constituir una paradoja, esta línea de caos se desdobla en una línea estratégica que en cada etapa ve cómo el crecimiento del desorden es acompañado de un crecimiento paralelo de los avances neoliberales.

LOS QUE GANAN CON LA CRISIS
Porque no todo el mundo pierde con la crisis. Y desde el otoño boreal de 2008 ganan no sólo los banqueros gratuitamente sacados a flote, con bonos y dividendos. Desviando la atención de las taras de las finanzas hacia el “problema de la deuda pública”, habrán llevado a su cima un cierto arte de la distracción, el escamoteo y el contraataque.
No porque nada suceda del lado de las deudas públicas –incluso muy rara vez se vio una explosión tan espectacular–. Pero no pasa nada que no sea efecto directo de la crisis financiera privada, y los banqueros que fanfarronean por no deber nada a la sociedad, ya que reembolsaron las ayudas de urgencia, como si no tuvieran nada que ver con la recesión que siguió, el hundimiento de los ingresos fiscales y la explosión de los déficits, hacen pensar en esos aprendices pirotécnicos que pretenden que, por haber pagado la pólvora, son inocentes del desastre que con ella se causó.
Los banqueros no perdieron la ocasión, ni tampoco los informados administradores de la agenda neoliberal, a quienes por lo menos se les reconocerá el real talento de haber convertido en gran avance una crisis que debería haber significado su histórica descalificación. En realidad, hace mucho tiempo que las gesticulaciones sobre el tema de “la deuda” intentan, por intermedio de los informes Pébereau (3) y Attali (4), preparar el terreno y acostumbrar a las mentes a la idea del despojo. Pero todas las comedias de la imprecación o los trémolos de la quiebra futura no podían bastar para acreditar la existencia de un problema inexistente –en todo caso hasta 2008–. Sí lo pudo la crisis financiera privada, que provocó a ojos vistas el aumento de las deudas públicas. Y como el “problema de la deuda” nunca pareció constituido tan objetivamente, una heteróclita combinación de estrategas oportunistas y creyentes de primer grado se precipitó en la brecha para proclamar, falsamente inquieta y verdaderamente encantada, la urgencia –al fin– del gran ajuste. Bajo la apariencia de una respuesta “racional” y “necesaria” de la política presupuestaria a una coyuntura particular, lo que en el verano boreal de 2010 apareció fue, en realidad, una estrategia estructural de achique, incluso habría que decir de desmantelamiento del Estado social, forzada por una situación de la cual los liberales creen poder extraer la suficiente justificación como para hacer pasar lo que hasta aquí no pasaba.
Ya conocíamos los procedimientos ordinarios de ajuste presupuestario: no reemplazar a los funcionarios que se jubilaran, disminuir sus salarios nominales, recortes salvajes en el gasto público, recorte de las prestaciones sociales, aumentos del IVA, etc., pero esta coyuntura bendita de los dioses autoriza a practicarlos a una escala sin precedentes. Ya es hora de añadir a la simple intensificación cuantitativa el cambio cualitativo. Así, no es casual que la idea del ajuste presupuestario, aparecida a inicios de 2010 bajo su forma “ordinaria” al principio, desde 2011 adoptó la forma superior de la llamada “regla de oro” (5), empresa inédita de constitucionalización del equilibrio de las finanzas públicas, colmo de la despolitización y sueño neoliberal de un ajuste automático, sustraído a la deliberación soberana, remitiendo cualquier objeción a las normas lejanas, supremas e incuestionables de la Constitución.

DERROTAS QUE SON TRIUNFOS
La propiedad más impresionante del neoliberalismo reside seguramente en su capacidad de alimentar sus avances con sus propios fracasos. Y las cumbres europeas son el escenario por excelencia de esta transmutación, que sin duda todavía no terminó. Porque la misma austeridad, adquisición sin embargo tan notable como irreversible (sólo una credulidad infantil podría creerla transitoria y limitada al “mal momento a pasar”), la austeridad, pues, conocerá el mismo calamitoso destino que los anteriores hallazgos liberales…y la misma gloriosa superación.
En efecto, esta vez, aun conservando lo que tan bien se había almacenado, habrá que cambiar de terreno, ya que hoy la contra-productividad tóxica de las austeridades europeas coordinadas es demasiado visible. Lo es para los inversores que reclaman una cosa y su contrario –la disciplina presupuestaria y el crecimiento… metódicamente destruido por la disciplina presupuestaria–. Empieza a serlo para los mismos gobiernos, totalmente a remolque de los mercados y ocupados en seguir como pueden los desplazamientos de sus sucesivas exhortaciones. Por último lo es, pero esta vez de un modo más serio, para el Fondo Monetario Internacional (FMI), que empieza a temer que la restricción mate a la recuperación (6) (y hoy la propia Christine Lagarde parece dudar de las posibilidades sincréticas de la “rilance” [de rigueur y relance, rigor y recuperación] (7) o de la Comisión Europea, cuyas previsiones de crecimiento registran los efectos del desastre anunciado. El crecimiento de la Unión Europea para 2012 se revisó de 1,75% a… 0,5% (8). Para 2011, el Reino Unido pasó de 1,7% a 0,7%, para 2012 de 2,5% (!) a 0,6%. Francia repasa sola sus propios anuncios: de 1,75% a 1%. Incluso Alemania se da cuenta al fin de que no puede sobrevivir aislada en medio de un océano de quiebras –con mayor motivo cuando alardea de su modelo de crecimiento, proveniente de las exportaciones–. En 2012 no será de 1,8% como preveía, sino de 1%, dixit el gobierno alemán, más bien de 0,8% según los institutos independientes.

¿Qué puede quedar de la estrategia de ajuste de los déficits cuando todos los incrementos se hunden en un conjunto tan encantador, y cuando incluso esta sincronización promete algunas sinergias acumulativas sangrientas? Confusamente, los gobiernos parecen tener conciencia de ello y ya pueden observarse los primeros cambios de pie, que no abandonarían las preciosas conquistas del rigor sino que les añadirían nuevos desarrollos en nuevas direcciones. Es que en realidad el neoliberalismo tiene dos obsesiones: el Estado y la resistencia del asalariado. Pero, como las cosas no podrían expresarse con esa alegre brutalidad, aplasta al primero pretextando “la deuda” y ataca al segundo hablando de “costo del trabajo y competitividad”. He aquí donde el impasse de la austeridad ofrece su propia salida: si bien el rigor se muestra calamitoso incluso desde el punto de vista de sus objetivos alegados (la reducción de los déficits), nada impide añadirle la estrategia de la recuperación del crecimiento mediante la competitividad –es decir, por la reducción del costo completo del trabajo–.

LA ILUSIÓN DEL MODELO ALEMÁN
Así, bien pronto se verá, de hecho ya se ve, cómo pivota el discurso de las políticas económicas europeas para moderar la lógica de las simples vueltas de tuerca y reemplazarla gradualmente por la idea de rebote mediante las exportaciones competitivas: la constricción de la demanda interior es hoy demasiado evidente, la salvación reside, pues, en la demanda exterior.


Rebautizada “devaluación interna” con ese sentido de maquillaje verbal que es la marca de la época, ese refrito de la desinflación competitiva de los años 80 (9) conocerá el mismo fracaso que su versión original, por al menos dos razones. En primer lugar, y suponiendo que tuviera alguna eficacia intrínseca, sólo manifestaría sus beneficios en el mediano o largo plazo (Alemania necesitó una década de deflación salarial dura para constituir su actual ventaja competitiva), es decir, en un horizonte temporal fuera de proporción con la urgencia del nuevo comienzo del crecimiento, único capaz de reducir con rapidez los ratios deuda/PIB.
Pero es la misma idea de que todos los Estados europeos adopten abiertamente esta estrategia lo que la condena más seguramente a la inutilidad, porque por definición sólo tiene un sentido unilateral. La ventaja competitiva es un dato relativo, también es muy posible querer que todos adopten el virtuoso modelo alemán, pero solamente al precio de olvidar que su generalización es en sí misma autodestructiva. Tan sólo quedaría la austeridad propiamente salarial que viene a superponerse a la austeridad presupuestaria, y una constricción suplementaria de la demanda interna que viene a agregarse a la ausencia de expansión de la demanda exterior, que se convendrá sería un resultado espléndido. Pero finalmente poco importa: como la ineficacia de las políticas neoliberales nunca fue razón suficiente para recusarlas, le quedan todas las conquistas institucionales almacenadas en el intervalo que las separa del flagrante fracaso, conquistas de las cuales el “pacto por el euro” de marzo de 2011 ya señaló los principales objetivos –reducción de las jubilaciones, facilitación de los despidos, descentralización de los acuerdos salariales, desmantelamiento de los estatutos protegidos (CDI [Contratos de Duración Ilimitada], función pública), conforme a la lógica liberal de que todo lo que puede concebirse como flexibilizante terminará flexibilizado, todos motivos que debemos hacernos a la idea de que pronto serán el nuevo e insistente estribillo de la política económica.
Pero la crisis de las deudas soberanas, cuyos desarrollos en cualquier momento pueden quedar fuera de control, ¿dejará simplemente tiempo a los gobiernos para negociar ese nuevo vuelco? Nada es menos seguro, porque en la actualidad entre las maniobras dilatorias del neoliberalismo y la dinámica de su propia descomposición se establece una carrera de velocidad.

LOS BANQUEROS LO HARÁN PEOR
Las finanzas, que hoy pasaron al modo “pánico”, amanecer de su eterna lógica de probar límites, salieron a alinear a los candidatos al salvataje uno detrás del otro –y cuanto más grandes son los potenciales trofeos, más excitantes son–. Actualmente Italia está en el centro de su atención y es de temer que ya no salga, si no es a través del rescate financiero (bail-out). El extravagante nombramiento de primeros ministros tecnócratas-banqueros, barbarismo político tan grosero que incluso los medios de comunicación se dieron cuenta, durará poco. El único mérito que podría reconocérseles a las eminentes figuras de Mario Monti y Lucas Papademos, ¿no es de ser simplemente más creíbles en el manejo de las tuercas, es decir en eso mismo en lo que están fracasando? Lo único que puede esperarse de ellos es hacer lo mismo que sus antecesores pero peor, o bien constituirse en los promotores de la “devaluación interna” llamada al mismo destino. Es verdad que hace tiempo que Monti mostró sus credenciales europeas al indicar que en el euro veía una oportunidad histórica de “germanizar el enfoque presupuestario” de Italia (10)… Entonces, de aquí a varios años, podría darse que su súbita entrada a la escena política aparezca retrospectivamente como una de esas aberraciones que atestiguan las desesperadas maniobras de un sistema que llega a su fin –ex funcionarios de Goldman Sachs y/o del BCE, ex economistas diplomados en las universidades más consagradas a transmitir la ortodoxia fallida (11), es decir, más o menos el retrato robot de todo lo que fracasó… y no por eso es menos repetido–, además del desprecio de la política democrática, como conviene a todos los gobiernos que se pretenden “expertos”. Seguramente, en la actual situación esos dos hombres providenciales no encontrarán mucho que pueda ayudarlos. Porque desde que se presenta a Italia en lo alto del tobogán, se torna muy evidente que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) ya no está a la altura de su tarea. Un rápido cálculo sugiere que tan sólo Italia agregaría 600.000 millones de euros a las potenciales cargas del FEEF –por ahora dimensionado en 440.000 millones de euros–. Es cierto, la cumbre del 27 de octubre se complació en aumentar la capacidad del Fondo en un billón… pero al anuncio no siguió ningún detalle práctico. Alemania repitió que no se comprometería más allá de su actual límite. En cuanto a los terceros países (China y las petromonarquías) a quienes se les ha pedido limosna, con gran asombro se percibe su escaso entusiasmo ante la idea de embarcarse en la balsa de la Medusa [de salvataje]. Y eso sin siquiera imaginar lo que acontecería con el pobre Fondo si por azar a Italia le sigue España o –¡vaya!– Francia…


UN FONDO DESFONDADO
Por un trágico efecto de serrucho, cada nuevo candidato al salvataje acude al FEEF dos veces: primero –evidentemente– del lado de sus desembolsos, luego del lado de sus recursos, porque ni qué decir que un país, al entrar en la lista de los socorridos, abandona ipso facto la de los salvadores. Sigue una re-nivelación de la carga de conjunto sobre los garantes que quedan… lo que evidencia con mayor crudeza los límites del principio que consiste en salvar del sobreedeudamiento a unos sobreendeudando a otros. En Francia, aun sin llegar al bail out declarado, la simple pérdida de su triple A enviaría al FEEF a pique, amenazado a su vez de perder sus fondos por culpa de su segundo principal contribuyente –y a partir de ahora vemos bien que se trata de un acontecimiento que no habría razón de excluir completamente–.


Para su desdicha, el pobre Fondo está además abrumado por misiones que no le producen nada. Dado que expertos inquietos, sin duda reunidos secretamente por algunos gobernantes en dificultades, querrían que rescatara en los mercados secundarios los títulos soberanos de los Estados miembros en dificultad, como manera de poner un dique al alza de sus tasas de interés. Pero ese tipo de operación no podría ser asunto de un Fondo que, por su esencia, tiene medios limitados –y que, por supuesto, los inversores estarían continuamente “testeando”–. Sólo un banco central, imprimiendo moneda en cantidad virtualmente infinita, puede atravesar la especulación con alguna chance de éxito. Incluso sería necesario que se decidiera a ello, y más aun, que lo dijera alto y fuerte, es decir, anunciando compromisos ilimitados, única manera de impresionar a los mercados y hacerlos retroceder. El BCE no hace ni lo uno ni lo otro. Sin duda interviene, en este mismo momento, pero tan poco como le es posible y casi avergonzado, en cualquier caso arrastrando ostensiblemente los pies, y siempre demasiado tarde, mientras que la situación ya superó sus umbrales críticos de deterioro.
Es que el BCE es una de las altas esferas de la tara europea: prisionero de dogmas absurdos, reglas paralizantes y obsesiones alemanas, es también el epicentro del problema objetivo de riesgo moral en el seno de una comunidad de políticas económicas conducidas independientemente pero solidarizadas de hecho por su común pertenencia a la Eurozona. Acorralado, hoy día el BCE intenta regular con todo el esmero que puede una posición de compromiso donde se juega su propia existencia. Intervenir masivamente, como se le pide en la actualidad, equivaldría a sus ojos a validar la inconducta de los Estados con finanzas degradadas, y lo que es más, sugiriéndoles implícitamente la posibilidad de abusar de él de nuevo, como último recurso siempre disponible –es decir, la peor incitación posible a la ortodoxia presupuestaria de la cual él se considera guardián–. Pero no intervenir es correr el riesgo de dejar que la situación de conjunto se deteriore, a tal punto que la destrucción de la zona euro se convertirá en la única salida posible, y con ella la desaparición del BCE en tanto tal.

Ser infiel a sí mismo o perecer, he ahí el dilema del cual el BCE intenta salir como puede… ¿Pero no es demasiado tarde? Y por haber sacrificado demasiado sus principios ¿el BCE no dejó atrás el punto de no retorno?
La generalización de la lógica depresionaria, inevitable correlato de austeridades ciegas, en la actualidad alumbra en todas partes hogares especulativos, de donde resultan el alza incontrolable de las tasas de interés (Italia, la última a la fecha, cuyas tasas a diez años pasaron de 5,8% a mediados de octubre a 7,5% a mediados de noviembre) y la degradación acumulativa de la deuda de Estado en cuestión. Francia, temblando, espera conocer su suerte. Sabe que está en la zona gris o, aunque todavía no abiertamente cazada, ya es un blanco en estado latente, entre rumores, “torpezas” de agencia e informes sospechosos (13). Por ahora, todas las economías que entraron en esa zona sólo salieron de ella en el tren de la desencadenada especulación, y obligadas a tomar la dirección del FEEF –pero del lado incorrecto de la ventanilla–.
De la inutilidad de las cumbres repetidas, destinadas a volver a recorrer “ad nauseam” las inextricables contradicciones de la actual moneda única, hasta los nombramientos a los más altos cargos de tecnócratas que se espera sean providenciales, pasando por la epidemia de falsas alternancias (Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, de nuevo Grecia, pronto España, y luego quizás Francia) reemplazando los mismos a los mismos, la zona euro transpira desesperación. Y empieza a apestar a muerto. ¡Quizás no sea la insurrección que llega, sino el descuartizamiento! En realidad ¿el descuartizamiento de quién? La paradoja de la época quiere que sea simultáneamente el de las poblaciones, que ya comenzó, pero quizás también el del propio neoliberalismo. Ya que este último bien podría estar tirando sus últimos cartuchos. Incluso más, porque la inepta “devaluación interna”, el gran salto federal hacia adelante, última solución susceptible de salvarnos a todos, es justo asunto de apenas una media década –no es seguro que las finanzas tengan el buen gusto de esperar hasta entonces–. El campo en ruinas que sucederá al encadenamiento de defaults soberanos y hundimientos bancarios tendrá al menos la poderosa virtud de la tabula rasa, y para todo el mundo, incluidos los liberales. Nunca se vio a un sistema de dominación rendir sus propias armas. Hay que emplear energía, mucha energía, tanto la proveniente de la onda de choque de un derrumbe sistémico como de un levantamiento interno. Que el segundo impulso acompañe al primero, y por todas sus incertidumbres, quizás no estaría tan mal: si del neoliberalismo o de las poblaciones, sólo uno de los dos debiera pasar a mejor vida, que al menos sea él.




Notas:
1. Cumbres “Grecia-1”, 9-5-10; “Irlanda-Portugal”, 28-11-10; “Pacto por el euro”, 11-3-11; “Grecia-2”, 21-7-11; “Grecia-3”, 27-10-11. 2. La profundización espontánea del déficit en fase de recesión que por sí mismo produce un efecto de reactivación. 3. Titulado con perfecta neutralidad: Rompre avec la facilité de la dette publique (La Documentation française, París, 2005). 4. Rapport pour la libération de la croissance française, La Documentation française, París, 2008. 5. Cumbre del Eurogrupo del 11-3-11. 6. Fondo Monetario Internacional, World Economic Outlook, Washington, abril de 2011. 7. Audacia contradictoria de Christine Lagarde, que quería convencer de que el rigor no contradice la reactivación. 8. European Economic Forecast, Autumn 2011, Dirección General “Asuntos Económicos y Financieros”, Comisión Europea. 9. Política que dirigió Pierre Bérégovoy de 1984 a 1993, la desinflación competitiva apunta a sustituir la compresión salarial con la devaluación del cambio para construir la ventaja competitiva en una estrategia de crecimiento originado en las exportaciones. 10. Charlemagne, “The euro’s existential worries”, The Economist, Londres, 6-5-10. 11. El Massachusetts Institute of Technology para Papademos y la Universidad Bocconi de Milán para Monti. 12. Véase “Le commencement de la fin”, La pompe à phynance, Los blogs del Dipló, 11-8-11. 13. Como el del think tank brucelense Lisbon Institute (15-11-11).
* Frédéric Lordon es economista. Autor de D’un retournement l’autre. Comédie sérieuse sur la crise financière en trois actes et en alexandrins, Le Seuil, París, 2011.

9 de diciembre de 2011

UNA GUÍA PARA ORIENTARSE EN EL LABERINTO ECONÓMICO DE LA ACTUAL CRISIS DEL EURO

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Los análisis de los keynesianos como el señor Auerback sobre la crisis capitalista tanto de la UE como USA y mundial suelen ser muy interesantes y no exentos de una gran dosis de acierto. Lástima que no nos expliquen porqué la exsocialdemocracia no suele aplicarla donde gobierna y porqué un keynesiano como Obama tampoco lo ha hecho.
¿Tendrá ello algo que ver con la pérdida de peso de la política y de la soberanía, siempre limitada dentro del orden capitalista, frente a la economía? ¿Nos aclararán algún día de qué modo lograrán recuperar ambas y aplicar sus recetas? No creo. Ello pondría en evidencia que no hay modo de aplicarle la medicina keynesiana al moribundo sistema y que el único modo sensato de actuar es acabar con el derribándolo para construir un modelo no capitalista, ni liberal ni keynesiano de “rostro humano”: el socialismo a escala mundial.


Marshall Auerback. New Economic Perspectives


Otra semana antes de que implote el euro, o eso al menos se nos dice por milésima vez. Más probable es que el BCE haga lo justo para mantener vivo el espectáculo, que siga la austeridad fiscal y que se intensifiquen las revueltas y los desórdenes en las calles de Madrid, Atenas, Roma y París. Como en la película, “habrá sangre” antes de que se produzca un cambio hacia una política sensiblemente orientada al crecimiento en la Eurozona.


Dadas las cuitas de la Eurozona, ¿cómo es que el euro se mantiene relativamente robusto? Una moneda que se supone a escasas semanas de desaparecer, ¿no debería ya cambiarse prácticamente en paridad con el dólar? Sigue sorprendiéndonos la divergencia entre la opinión y la acción real del mercado. Con toda la cháchara sobre la posibilidad de que el euro se evapore antes de Navidad, resulta asombroso que la moneda se mantenga tercamente estable en torno a los 1,34 dólares, substancialmente por encima del foso de los 1,20 dólares que se registró en mayo de 2010 (cuando casi todo el mundo predecía la inmediata paridad con el dólar).


Por lo mismo, tenemos también una paradoja por el otro lado: cada vez que asoma la posibilidad de una solución inmediata a los problemas planteados por el euro, el euro se fortalece. Después de todo, tal vez no sea eso una cosa tan sorprendente, salvo por el hecho de que la solución en la que casi todo el mundo coincide –a saber: una acción sostenida y más holística de compra de bonos por parte del Banco Central Europeo (BCE)— se presenta como una “flexibilización cuantitativa” [al estilo norteamericano]: ¿y no se nos dice una y otra vez que esa “flexibilización cuantitativa” significa “imprimir dinero”, lo que tendría que traer consigo una depreciación de la moneda? ¿No es eso lo que repetían el año pasado quienes se oponían al programa de “flexibilización cuantitativa” de la Reserva Federal de los EEUU?


Claro que, en el caso de la Unión Monetaria Europea, el presidente del BCE, Mario Draghi, insiste en que esa actividad de compra de bonos no se realizará sin seguir la debida “secuencia”, lo que para él significa: primero austeridad fiscal, luego, y sólo luego, compra de bonos. El efecto de lo primero anulará cualquier impacto de lo segundo, pues el “canal de inflación” (en la medida en que se dé inflación) sólo puede venir a través de la política fiscal. Y ciertamente, apresados en las fauces de una grave recesión, los recortes propuestos por los gobiernos clientes de Italia y Grecia (junto con el renovado asalto del presidente Sarkozy al Estado social francés) exacerbará casi con toda probabilidad las presiones profundamente deflacionarias que ahora operan en la Eurozona. Al final, no cabe duda, eso generará más inestabilidad social de fondo y más sangre, pero el impacto sobre el propio euro podría ser ínfimo.


¿QUÉ ESTÁ PASANDO REALMENTE AHORA CON EL EURO?

¿Qué está pasando realmente ahora con el euro? Tomemos un poco de distancia respecto de la cháchara del pánico. Los últimos datos procedentes del COMEX (Commodity Exchange, Inc.) sugieren que los especuladores van muy cortos de euros, no obstante lo cual, la moneda ha caído menos de un 10% respecto de sus cotas recientes más elevadas. La cuestión que podría legítimamente plantearse es esta: ¿en qué punto la actual austeridad fiscal generará mayores déficit, lo que, en teoría, traería consigo un euro más débil (en la medida en que los euros serían “más fáciles de obtener”)?


Me he estado planteando esta cuestión desde hace tiempo: ¿por qué persiste la vuelta a una moneda fuerte, a pesar de acrecidos déficit fiscales.


Por lo pronto, las compras de bonos en el mercado secundario por parte del BCE son operativamente sostenibles y no-inflacionarias. Cuando el BCE emprende su operación de compra de bonos, sus ventas de deuda se limitan simplemente a desplazar activos financieros netos, de los que es tenedora la “economía”, desde los pasivos de los Estados nacionales hacia los pasivos del BCE por la vía de los balances de compensación en el BCE. Obsérvese que ese proceso no altera ni “flujos” ni “stocks netos de euros” en la economía real.Como Warren Mosler y yo mismo hemos sostenido hace tiempo, mientras el BCE imponga términos y condiciones de austeridad, sus compras de bonos no serán inflacionarias. La inflación por ese canal viene del gasto. Sin embargo, en este caso, el apoyo del BCE viene sólo con gasto reducido por la vía de su imposición de la austeridad fiscal. El señor Draghi ha hecho eso explícito ahora, lo que casi con toda seguridad es el quid pro quo para apoyar tácitamente una propuesta de expansión del Programa del Mercado Secundario (SMP, por sus siglas en inglés). Y un gasto reducido significa una demanda agregada reducida, lo que, a su vez, significa una inflación reducida y una moneda más fuerte. Sabemos también, y nada menos que por una fuente tan autorizada como el BIS (Banco de Pagos Internacionales, por sus siglas en inglés: irónicamente las mismas que “Blood in the Streets”, sangre en las calles…) que los bancos no pueden prestar reservas, de modo que el incremento de reservas en el sistema bancario NO puede ser inflacionario per se, según, en cambio, se empeñan en alertar una y otra vez los megaaltavoces de la hiperinflación weimariana.


Repárese ahora en el canal comercial: a pesar del rápido debilitamiento actual de la economía (Europa se halla ya casi con toda certeza en recesión), no estamos viendo mucho deterioro del déficit por cuenta corriente de la Eurozona. Lo cierto es que la Eurozona parece ser una economía notablemente autocontenida y, en cierto sentido, mercantilista, harto menos proclive a importar cuando la economía patina. Así pues, aun cuando las importaciones decrecen, también declinan los déficit comerciales a causa de la caída de la demanda. Las exportaciones no caen, y aun puede ser que suban, en este tipo de ambiente. Todo eso ayuda al euro.


EL BCE, LAS AMENAZAS DE INFLACIÓN Y LA EXPANSIÓN DEL PROGRAMA DE COMPRA DE BONOS

En lo tocante a lo que podría ocurrir si el BCE expandiera significativamente su programa de compra de bonos en el mercado secundario, la idea de que el euro caería es gemela a la idea de que el dólar habría de colapsar con el segundo programa de flexibilización cuantitativa de la reserva federal. Y si esa flexibilización fuera inflacionaria, Japón se hallaría ahora mismo inmerso en un proceso de hiperinflación, con los EEUU a su zaga.


No hay el MENOR SIGNO de que la compra de bonos públicos denominados en euros por parte del BCE haya resultado en algún tipo de inflación monetaria: nada que no sean presiones deflacionistas al alza puede observarse en esta implosión de deuda en curso. La razón de que no haya inflación resultante de la compra de bonos por el BCE es que todo lo que hace éste es desplazar los títulos de que son tenedores los inversores de la deuda pública de los Estados nacionales hacia el balance del BCE, lo que no altera nada en la economía real.


Pero la cuestión que una y otra vez se plantea cuando uno aboga por un mayor papel institucional desempeñado por el BCE es si con ello podría resultar perjudicado el balance del BCE. La respuesta, desde el punto de vista de la Teoría Monetaria Moderna es: NO. No, porque si el BCE compra sus bonos, entonces, por definición, los “manirrotos” no quebrarán. Lo cierto es que, en su calidad de suministrador de euros en régimen de monopolio, el BCE podría fácilmente fijar la tasa a la que compra los bonos (digamos, un 4% para Italia), y eventualmente, podría recuperar su capital a través de los beneficios que recibiría por la compra de deuda en apuros (no que el BCE necesite capital en un sentido operativo; como de costumbre en la Eurozona, eso es un asunto político). En alguna medida, no le falta razón al Profesor Paul de Grauwe: una vez convencidos de la seriedad del BCE en punto a resolver el problema de la solvencia, los mercados empezarían de nuevo a comprar bonos dejando, efectivamente, que el BCE hiciera por ellos el trabajo más duro. A esos desjarretados niveles, no se comerciaría con bonos, a menos que se resuelva la cuestión de la solvencia, cosa que el BCE puede hacer fácilmente si se lo propone. Pero eso es una cuestión de voluntad política, no de “sostenibilidad” operativa.


LA GRAN IRONÍA DE NUESTROS DÍAS

Así pues, la gran ironía de nuestros días resulta ser ésta: mientras que no hay nada que el BCE pueda hacer para provocar inflación monetaria, aun si se lo propusiera, el BCE, temiendo la inflación, se abstiene en la compra de bonos que podría eliminar el riesgo de solvencia de los Estados nacionales pero no frenar las fuerzas monetarias deflacionarias ahora en marcha.


Muy bien; ahora, ¿quién corre con las pérdidas? Suponiendo que los bonos no vencen simultáneamente, está fuera de cuestión que un banco que venda un bono a los distorsionados niveles de hoy podría tener pérdidas, y si esas pérdidas fueron lo bastante grandes, entonces los bancos en esa situación muy bien podrían verse necesitados de un programa de recapitalización. Y en ese escenario, Alemania podría sufrir un revés, como cualquier otro Estado que se sirva de recursos fiscales nacionales para recapitalizarse. Un revés tanto más grave, cuanto que los alemanes siguen forzando la crisis hasta el límite.


LA IDEA DE QUE EL BCE ESTÁ RESTRINGIDO EN TÉRMINOS DE CAPITAL ES UNA IDEA ENFERMIZA

Pero esta es una cuestión distinta de la cuestión de si el programa de compra de bonos, "per se", supondría una amenaza para el balance contable del BCE. Pues no: una gran transferencia de ingresos de los tenedores privados de bonos hacia el BCE, por la vía de la venta, sólo significa que el BCE puede formar su capital base a través de los beneficios que realizará con la venta de esos bonos en apuros. Una vez más, la idea de que el BCE está restringido en términos de capital es una idea enfermiza.


En cambio, el statu quo resulta perjudicial para todo el mundo, incluida Alemania. El persistente rechazo de Alemania de un papel más activo y amplio por parte del BCE como prestamista de último recurso, junto con su vanílocua insistencia en quitas mayores pérdidas del sector privado contribuyen MUCHO MÁS a dañar la posición crediticia de Alemania que las medidas políticas en las que prácticamente coincide en recomendar todo el mundo en Europa. ¿Por qué habría de comprar un bono europeo cualquier tenedor privado de bonos con un mínimo de responsabilidad fiduciaria, sabiendo que las reglas del juego han cambiado y que el comprador privado podría terminar encontrándose con pérdidas unilateralmente impuestas? La única buena noticia es que, finalmente, parecen comenzar a reconocerse los peligros de ese modo de ver las cosas. Para el Wall Street Journal: “La Sra. Merkel dejó dicho el pasado jueves que está reconsiderando su énfasis en las pérdidas de los tenedores de bonos: ‘Tenemos un borrador para el Mecanismo Europeo de Estabilidad que debe cambiarse a la luz de la evolución de los acontecimientos’ en los mercados financieros desde la decisión de reestructurar la deuda griega en julio pasado, afirmó luego de su reunión con el canciller austriaco en Berlín. ”La ministra austriaca de finanzas, Maria Fekter, en una conferencia en Hamburgo el pasado viernes, fue más directa: ‘La confianza en los Tesoros públicos quedó a tal punto destruida al implicar a los inversores privados en el alivio de la deuda, que resulta asombroso el que todavía haya quien este dispuesto a comprar algún bono público’, declaró la señora Fekter.”


LA INSOSTENIBILIDAD POLÍTICA DE LA POSICIÓN DE ALEMANIA

Hay otros asuntos que hacen cada vez más insostenible la posición de Alemania, señaladamente en el frente político, y muy particularmente, en las crecientes tensiones entre Francia y Alemania. Wolf Richter observa que prácticamente todos los candidatos franceses a la Presidencia de la República defienden un papel mucho más agresivo para el BCE. Si la Canciller Merkel cree haber logrado ahora una pausa con Sarkozy, no tardará seguramente en tener que lidiar con François Hollande, el candidato socialista, favorito en todos los sondeos, y que aboga por un plan en 5 puntos que resulta anatema para la coalición gobernante en Alemania:


1) Expandir lo más posible el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF).

2) Emisión de eurobonos y distribución de los pasivos nacionales entre todos los países de la Eurozona.

3) Dejar que el BCE juegue un “papel activo”, es decir, que compre deuda soberana europea.

4) Instituir un impuesto a las transacciones financieras.

5) Lanzar iniciativas de crecimiento, en vez de aplicar medidas de austeridad.


Como observa Richter, los puntos 1), 2) y 3) son inaceptables para las elites políticas que deciden en Berlín. Aún más radicales con las opiniones del candidato socialista Arnaud Montebourg, quien ha hablado abiertamente de “anexión por la derecha prusiana de la derecha francesa”.


No andan mucho mejor las cosas en el lado derecho del espectro político. El Presidente francés Nicolas Sarkozy corre el riesgo de verse superado por la dirigente del Frente Nacional, Marine Le Pen (hija de Jean Marie Le Pen), que está forjando una candidatura explícitamente antieuropea con creciente capacidad de arrastre, a medida que las nuevas políticas francesas de austeridad siguen mermando el crecimiento económico. En su fútil intento de mantener la calificación crediticia AAA de Francia con medidas de creciente austeridad fiscal, Sarko se arriesga a que le estalle el petardo entre las manos, pues el efecto más probable de esas medidas será la subida del desempleo francés hasta cifras de dos dígitos. Rendir pleitesía a los humores de Moody’s, Fitch y S&P a través de la austeridad fiscal es el equivalente económico a negociar un tratado de paz con al Qaeda.


QUÉ PASA, SI ES ALEMANIA LA QUE DECIDE ABANDONAR LA EUROZONA

Es verdad: Alemania podría perfectamente decidir que hasta aquí hemos llegado, que las acciones del BCE montan tanto como “imprimir dinero”, y comenzar un proceso de abandono de la zona euro. Pero seamos claros respecto de las consecuencias: de emprender ese curso de acción, es lo más probable que Alemania sufriera en enorme shock comercial, especialmente porque su aversión al “comportamiento fiscalmente manirroto” la condenaría a niveles más altos de desempleo (a menos que su gobierno experimentara súbitamente una conversión camino de Damasco al keynesianismo, lo que resulta harto improbable), o volviera a su vieja política de compra de dólares. También podría afectar a los niveles de vida del alemán medio, porque la gran industria alemana compraba dentro de la unión monetaria con la idea de prevenir que los otrora devaluadores crónicos de la propia moneda, como Italia, se sirvieran de esa política para lograr una mayor cuota en el comercio mundial a expensas de Alemania. Enfrentadas con la perdida de cuota de mercado, las empresas transnacionales alemanas podrían, simplemente, trasladar sus fábricas a las regiones europeas meridionales para conservar cuota de mercado y ventajas de costes, o, en último recurso, servirse de esa amenaza de externalización para presionar a la baja salarios y gastos sociales a cambio de quedarse en Alemania. Llegados a ese punto, tal vez correría sangre también en las calles de Berlín.


Resulta, en efecto, una ironía por partida doble el que Alemania castigue a sus vecinos por ser “manirrotos”, pero dependa del “estilo de vida por encima de los propios medios” de éstos para producir un excedente comercial que permite al gobierno alemán incurrir en menores déficit presupuestarios. Alemania es, de hecho, estructuralmente dependiente del des-ahorro de los demás para poder simplemente crecer. Los déficit por cuenta corriente en otras partes de la zona euro resultan de todo punto necesarios para el creamiento alemán. Es el colmo de la hipocresía que los alemanes protesten contra el exceso de gasto de los países meridionales, cuando es ese exceso de gasto lo único que ha permitido a la economía alemana crecer.


Resulta asimismo necio que los alemanes aboguen por una dura austeridad para los países meridionales e interfieran en su potencial de gasto, sin caer siquiera en la cuenta de que eso va a terminar reverberando en la propia Alemania.


MERKEL JUEGA UN PÓQUER DE ALTO RIESGO

Huelga decir que la Canciller Merkel no tiene por qué tener cabal consciencia de todo eso. Acaba de decir que las acusaciones, según las cuales Alemania busca dominar Europa, le parecen “extravagantes”. Pero para cualquier espectador objetivo es claro que el quid pro quo político de una mayor implicación del BCE en la resolución de la crisis de la solvencia nacional europea es el control alemán del comportamiento fiscal de países como Grecia, Italia, etc. Mario Draghi es italiano, pero la cabeza del BCE está jugando un juego alemán del gallina [1]: está adoptando exactamente la estrategia que el director político de Angela Merkel, Klaus Schüler, diseñó hace ya algunas semanas: sacarles a los debilitados países del “Club Mediterráneo” compromisos para la unión fiscal, a cambio de convertir al BCE en un prestamista de último recurso. De modo que, mientras muchos alemanes podrían creer que desean una zona euro más pequeña y más cohesionada, sin los países manirrotos, lo cierto es que las elites políticas reconocen que unos “Estados Unidos de Alemania”, so color de unos Estados Unidos de Europa, se aprestan realmente a realizar sus aspiraciones de dominar política y económicamente a Europa. Esa es la razón por la cual estamos viendo los borradores de un acuerdo, conforme al cual un BCE más implicado es el quid pro quo para un mayor control alemán de la política fiscal en toda la Eurozona. Es el equivalente a la regla áurea: “Quien paga, manda”.


Es una jugada de póquer de alto riesgo: un farol que terminará llevando a más derramamiento de sangre, según ha observado muy pertinentemente mi amigo Warren Mosler en un artículo reciente:

“No hay plan B. Se limitan a subir impuestos y recortar gastos, aun cuando esas políticas generan mayores déficit, no menores. De modo que, mientras se encara el problema de la solvencia y la financiación, el alivio no perdura en la medida en que la financiación sigue condicionada a la austeridad en curso y al crecimiento negativo. Y la austeridad no tiene visos de perseverar, sino de intensificarse, aun cuando la Eurozona ya se ha deslizado hacia la recesión. De lo que puede observarse, se colige, así pues, que resulta imposible que el BCE pueda financiar y, al mismo tiempo, gobernar los elevados déficits necesarios para una recuperación. En tal caso, en la única cosa que puede desembocar la austeridad es en sangre en las calles, y en cantidad suficiente para disparar el caos y un cambio en la manera de gobernar” (las cursivas son mías, M.A.).


LA RESERVA FEDERAL ESTADOUNIDENSE NO PUEDE HACER NADA POR SALVAR LA EUROZONA

Dicho sea de pasada: la sugerencia [recientemente hecha por economistas como Dean Baker y Mark Weisbrot del CEPR; N.T.] de que esa terrible dinámica podría ser frenada por la Reserva Federal norteamericana con una actuación como banquero central mundial de último recurso me parece estúpida. Como ha observado Bill Mitchel en una nota escrita estos últimos días: “Hoy, 1 Euro = 1.3294 dólares estadounidenses. De modo que limitarse a comprar deuda pública de los países PIIGS para financiar sus déficit de 2010 habría exigido que la Reserva Federal estadounidense vendiera 347.034 millones de dólares, que es cerca del 5,8% del PIB de los EEUU, durante los cuatro últimos trimestres. Es una enorme inyección de dólares estadounidenses en los mercados mundiales de divisas. El volumen de gasto que se necesitaría sería todavía mayor que las estimaciones hechas aquí. Es decir, que para resolver realmente la crisis del euro, los déficits en (probablemente) todas las naciones de la Unión Monetaria Europea tienen que crecer substancialmente. ¿Qué creen ustedes que ocurriría con el valor de la moneda estadounidense? La respuesta es que se desplomaría de manera muy significativa. Hablar de colapso mundial resultaría más apropiado que hablar de caída… Llegados a este punto de la crisis, nada se puede ganar con una depreciación masiva del dólar y con los impulsos inflacionarios que una depreciación de tamañas dimensiones traerían probablemente consigo.”


Culpar a la Reserva federal de no respaldar los bonos de la Eurozona es como culpar a un circunstante de no interponerse en la trayectoria de una bala cuando ve que a alguien coger una pistola y disparar contra otra persona. Quien dispara es quien tiene la responsabilidad última. Por lo mismo, la crisis del euro es una crisis que echa sus raíces en la malhadada arquitectura financiera de la Eurozona –nada menos que Jacques Delors acaba de admitirlo (http://www.bbc.co.uk/news/mobile/world-europe-16016131)—, y sólo puede resolverse por los europeos, y específicamente, por el BCE, que es la única institución en la UME con capacidad para gastar sin recurrir a financiación previa, y eso a causa del fatal diseño institucional del sistema monetario que se impuso a los Estados miembros al nacer la unión.


LOS CABALLOS DE TROYA YA NO SE DISFRAZAN DE GRIEGOS

Ello es que Mario Draghi acepta el "quid pro quo" político alemán: para actuar, insiste en una mayor austeridad fiscal como condición necesaria, lo que, de modo harto perverso, trae consigo la deflación de esas economías, su ulterior caída en el pozo y la generación de déficit públicos todavía más elevados. Ni que decir tiene que esa es una de las razones por las que los alemanes se sienten tan confortables con el nombramiento de un italiano para el BCE. Aparentemente, en estos tiempos que corren, los caballos de Troya no vienen ataviados de griegos. Una Europa en la que países como Italia y Grecia se convierten en Estados clientes de Alemania ofrece resultados muchos más efectivos para Alemania que, digamos, hacer lo propio mediante otra Guerra Mundial destructiva.



NOTA T.: [1] El “Juego del gallina” es una estructura matemática de la teoría de los juegos de estrategia, en la que los jugadores tienen preferencias parecidas a las de dos automovilistas que, viajando a toda velocidad en la misma dirección y en sentido opuesto, se propusieran ganar por la vía de amedrentar al otro, hasta conseguir que se apartara primero de la vía, dejando expedito el camino al ganador. El perdedor es el “gallina”. Si ambos llevan el juego hasta el final, empeñados los dos en no ser el “gallina” que da nombre al juego, el resultado es un choque catastrófico, y verosímilmente, la muerte de los dos jugadores

EE.UU. METE LA NARIZ EN LA CUMBRE EUROPEA

WASHINGTON ENVIÓ A SU SECRETARIO DEL TESORO HORAS ANTES DE QUE COMIENCE EL ENCUENTRO DE BRUSELAS

La agencia de calificación norteamericana Standard and Poor’s, otrora aliada del liberalismo europeo, puso bajo vigilancia la deuda de la Unión Europea y extendió su sanción al sistema bancario. Así sentenció el plan franco-alemán.
Final del formulario

Eduardo Febbro. Página/12

Desde París
Crisis profunda y una casi guerra abierta entre mastodontes del liberalismo planetario como son Estados Unidos y la Unión Europea se combinan en vísperas de la cumbre donde los dirigentes de la Unión Europea discutirán el proyecto de reforma promovido por Francia y Alemania con el fin de zanjar la crisis. A pocas horas de la cumbre, la agencia de calificación norteamericana Standard & Poor’s puso directamente bajo vigilancia a la Unión Europea, un hecho sin precedentes hasta hoy, sobre todo entre jugadores del ultraliberalismo. Expertos, banqueros, analistas y dirigentes del Viejo Continente miran la década a través de un prisma de caos, ajustes y recesión donde todas las alternativas son tangibles, sobre todo las peores: el fin del euro ha dejado de ser un imposible, tanto como el surgimiento de una Europa a dos velocidades compuesta, por un lado, por los países rigurosos y competitivos del Norte y, por el otro, los del Sur. Citado por el vespertino Le Monde, Jean Pisani-Ferry, una analista belga del grupo de reflexión Brueguel, reconocía que las proyecciones catastróficas semejantes a la crisis norteamericana de 1929 “no se pueden barrer de un manotazo”.
Desde que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la canciller alemana, Angela Merkel, se reunieron el lunes en París para plantear un riguroso plan de control de los déficit, las malas noticias cayeron en aluvión sobre el Viejo Continente. Los proyectiles no vienen de adentro, sino de Estados Unidos, el otro gran eje liberal. En tres movimientos, la agencia de calificación norteamericana Standard & Poor’s ha sentenciado por adelantado la eficacia de las medidas que podrían adoptarse en la cumbre de Bruselas. A principios de la semana, Standard & Poor’s colocó en una perspectiva negativa las notas de los países de la Zona Euro y puso bajo vigilancia a 15 de los 17 países de dicha zona, incluidos Alemania, Francia, Austria, Luxemburgo, Finlandia y Holanda. A mediado plazo, esto podría traducirse en los próximos meses por una de las sanciones más agudas: la pérdida de la prestigiosa AAA. Dos días después, la misma agencia sepultó el famoso fondo de rescate europeo creado especialmente para salvar de la bancarrota a los países de la UE: S&P anunció que el fondo estaba bajo “supervisión negativa”.
El último acto fue un día antes de la cumbre de Bruselas: la agencia estadounidense puso bajo vigilancia la deuda de la Unión Europea (desde 1976 tiene la prestigiosa AAA) y extendió su sanción al sistema bancario. S&P adelantó que preveía bajarles la nota a varios bancos importantes de la Zona Euro entre los que figuran, en particular, los franceses BNP Paribas, BPCE, Société Générale, BRED-Banque Populaire, Crédit Foncier de France, Crédit Lyonnais, Crédit Agricole, los alemanes Deutsche Bank y Commerzbank y el italiano UniCredito. Durante un encuentro celebrado con diputados de su mayoría, Nicolas Sarkozy ofreció una síntesis realista de la situación.
El jefe del Estado francés no sólo dijo que el “riesgo de una explosión” es tangible sino que, además, explicó que uno de los mayores límites con que choca la UE radica en que “Europa necesita financiar su deuda, pero los prestamistas no le tienen confianza”. La Eurozona es una dama que pierde sus encantos y está en pleno colapso. Pocos episodios reflejan mejor ese nerviosismo como las reacciones que desató la visita del secretario del Tesoro norteamericano, Timothy Geithner (ver recuadro). El ex presidente francés Valery Giscard d’Estaing (1974 y 1981) la calificó de “inoportuna” e “insoportable”. El ex mandatario juzgó incluso que esa visita no hará sino contribuir a que Europa sea “una víctima entregada a todos los sacerdotes mundiales”. Giscard también impugnó al papel que desempeñan las agencias de calificación como Standard & Poor’s. En otros tiempos, desde luego, esas agencias eran aliadas del liberalismo europeo, pero ahora no es el caso.
Los analistas se preguntan cómo se llegó a un desastre tan profundo. Las respuestas no son tan convergentes como el cuadro que se pinta en caso de que el euro desa-parezca del mapa. Los expertos ya se adelantaron en los cálculos: inflación, fuga de capitales, devaluación, inestabilidad, etc., etc. Si las monedas nacionales volviesen a circular los países del Sur tendrían que devaluar sus monedas en un 30 o 40 por ciento al tiempo que los ciudadanos perderían cerca de un 40 por ciento de su poder adquisitivo sin que ello sea una garantía de estabilidad. Jean Pisani-Ferry, autor del libro El despertar de los demonios, recuerda en las páginas de Le Monde el territorio de arenas movedizas que amenaza a los países de Europa en caso de desaparición del euro y destaca lo que pasó en la Argentina con la crisis del 2001. El ensayista señala que en enero de 2002 el dólar costaba 1,4 peso y que, seis meses más tarde, la moneda perdió tres cuartas partes de su valor. En Gran Bretaña, donde no circula el euro, el portal de apuestas en línea William Hill reveló que las apuestas (tres contra uno) en torno del euro van en una sola dirección: su desaparición. Nicolas Sarkozy y Angela Merkel han tomado el timón de un barco en plena tormenta. Ello les ha valido el sobrenombre de “Merkozy”. Ambos preconizan “nueva unión para la estabilidad y el crecimiento” para los 17 países del euro. Dicho plan preconiza una férrea presupuestaria para absorber los déficit y castigo para quienes no cumplan con él. El voluntarismo oportunista del eje franco-alemán no es analizado, sin embargo, como una salvación, sino como un tardío movimiento de los sectores políticos por tener influencia en la enloquecida carrera de un sistema que se mutiló a sí mismo a fuerza de excesos e impunidad.

8 de diciembre de 2011

LOS BANCOS CENTRALES PREPARAN PLANES DE CHOQUE ANTE UNA POSIBLE RUPTURA DEL EURO

elEconomista.es. 8/12/2012

El futuro del euro se decide en la Cumbre que los líderes de la UE mantienen hoy y mañana en Bruselas. Una afirmación repetida en numerosas ocasiones, aunque ahora, con Italia y España en el ojo del huracán, las complicaciones han crecido. Por eso, algunos bancos centrales se están cubriendo las espaldas ante la posibilidad de que el resultado sea negativo y acabe provocando una ruptura de la zona euro.
Según informa hoy el diario estadounidense “The Wall Street Journal” citando a fuentes cercanas a la situación, los supervisores financieros de algunos países han comenzado a elaborar planes de choque para afrontar una posible salida de algún miembro de la región comunitaria o, incluso, una desintegración total de la eurozona.
Entre otros, el rotativo cita al banco central de Suiza, que estudia sustitutos para el euro como divisa de referencia para tratar de mantener estable el valor de su moneda. Por su parte, el Banco Central de Irlanda estaría analizando si necesitará prensas adicionales en caso de que deba imprimir nuevos billetes para una moneda nacional.
Otros países europeos al margen de la moneda única, como Montenegro o Letonia también contemplan medidas de defensa con las que protegerse ante una posible caída del euro.

Planes preliminares
Las fuentes citadas señalaron que se tratan de planes de contingencia preliminares y que en ningún caso se está dando por sentado que la zona euro vaya directa a la disolución, una opción que hasta ahora tanto los líderes europeos como los propios banqueros centrales han rechazado.
Sin embargo, los más pesimistas dudan de que la Cumbre de esta semana consiga dar un giro a la difícil situación, en vista de cómo concluyeron encuentros anteriores, y tras las declaraciones de ayer de fuentes del Gobierno germano que enfriaban los ánimos de cara a un pacto.
En este punto, con Italia y España al borde del abismo, muchos analistas y expertos consideran que un recrudecimiento de las tensiones en los mercados haría temblar los cimientos de la propia unión monetaria obligando a una separación forzosa de la región.
JP Morgan Chase difundió el miércoles un informe en el que recomienda a las empresas e inversores que estima que la probabilidad de que ello ocurra es de 20%.

7 de diciembre de 2011

LAS FIRMAS DE RATING, A LA ORDEN DE LOS FONDOS DE INVERSIÓN

Siete firmas anglosajonas coinciden en el capital de S&P y Moody's
BlackRock, JPMorgan, Invesco, Berkshire o Morgan Stanley están entre los accionistas

Fernando Martínez – Cinco Días. Madrid - 07/12/2011


Cada vez que un fuego se apaga en la extenuante crisis económica, parece que una agencia de rating acude a reavivar las llamas. Y quien centra ahora todas las miradas es la hermana mayor, la agencia Standard & Poor's, cuyo origen se remonta a las gacetillas que Henry V. Poor empezó a escribir en 1873. Inmediatamente después de que la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarzoky, anunciaran el lunes un plan para dotar a la eurozona de la flexibilidad necesaria para combatir la crisis, S&P emitió una agresiva nota en la que puso bajo vigilancia negativa el rating de toda la zona euro, con una probabilidad de "uno entre dos" de que su amenaza se cumpla. El plazo para reaccionar no serán los tres meses habituales, sino tan pronto como este mismo viernes. Máxima presión para la cumbre del día 9 en Bruselas. A río revuelto, ganancia de pescadores y, en el mercado financiero, los principales pescadores son las grandes firmas de inversión, las mismas que están detrás del accionariado de S&P y de Moody's. Hasta siete grandes instituciones comparten intereses en ambas entidades.

El grupo Capital World no solo es el principal accionista de McGraw-Hill (10,26%), la compañía propietaria de S&P, sino que su participación es incluso superior en Moody's -la compañía que John Moody fundó en 1909 tras incurrir él mismo en una suspensión de pagos-, ya que asciende al 12,6%. Otro inversor mutuo ilustre es Vanguard Group, que controla el 4,58% de McGraw-Hill y el 5,02% de Moody's, según datos de Bloomberg. El hedge fund Alliance Berstein también está presente en S&P (1,67%) y en Moody's ( 3,94%). Intech, subsidiaria de Janus Capital, comparte intereses: un 1,30% en S&P y otro 1,89% en Moody's. Con BlackRock Institutional, la famosa gestora de fondos asume el 2,46% de McGraw-Hill y el 2,18% en la segunda hermana. State Street reparte su presencia con un 3,24% en Moody's y un 4,25% en la hermana mayor. Independent Franchiser es el otro gran fondo con un pie en cada entidad: 1,86% para S&P y 2,51% para Moody's.

Más allá de nombres que se repiten, el hecho es que los grandes de la inversión están dentro de las compañías que, con sus calificaciones, condicionan el entusiasmo o el pánico de los mercados. Morgan Stanley, JP Morgan, Berkshire Hathaway -la empresa de Warren Buffett posee el 12,8% de Moody's- Invesco y Mellon BNY son algunos de los inversores de renombre.
El caso de Fitch, la tercera hermana, es diferente. Fundada por John K. Fitch en 1913, esta firma neoyorquina es ahora una subsidiaria del grupo francés Finalac.

Las agencias están sometidas a investigación en EE UU, Francia y también por la autoridad comunitaria ESMA. El comisario europeo de Mercado Interior, Michel Barnier, afirmó ayer que la opinión de S&P era "una más entre otras". Europa acaba de aprobar una regulación, más blanda que la ambición original, de las firmas de rating. Aunque se ha avanzado, las declaraciones de Barnier suenan quizá demasiado optimistas.


CRONOLOGÍA DE DECISIONES POLÉMICAS DURANTE LA CRISIS
12-03-2008. "El fin está a la vista". S&P pecó de optimismo al anunciar tan prematuramente que la crisis estaba presta a terminar, gracias al supuesto rigor del sector financiero al exponer sus riesgos.
19-01-2009. Adiós a la triple A. S&P tardó solo una semana desde que puso en perspectiva negativa el rating de España, hasta que cumplió su amenaza. Por comparar, hace más de dos años y medio que la perspectiva de Reino Unido es negativa.
15-03-2010. Castigo a la banca. La compañía de rating rebaja la calificación a toda la banca española por el riesgo económico.
23-02-2011. Más capital. Se anticipa el diagnóstico del Gobierno, previsto para marzo, y cifra en 35.000 millones las necesidades de capital de la banca. Cuando el 10 de marzo, el Gobierno las sitúa en 15.000 millones, otra agencia, Moody's, triplica ipso facto sus cálculos de necesidades de capital del sector financiero.
29-04-2011. Portugal. La agencia baja el rating luso a casi bono basura, lo que precipita la caída del país.
05-08-2011. A por EE UU. S&P quita la triple A a EE UU en una decisión llena de polémica. La Casa Blanca advirtió que las estimaciones de déficit tenían un error de dos billones (más de 1,5 veces el PIB de España). S&P restó importancia al error y se mantuvo en sus trece. El presidente del Gobierno, Barack Obama, compareció en público para afirmar que su país "siempre será triple A, diga lo que diga una agencia".
10-11-2011. Francia por error. S&P atribuye a un "error técnico" una supuesta rebaja de calificación de Francia, que sembró el pánico, pues ponía en peligro incluso la máxima calificación del fondo de rescate europeo. Francia anuncia una investigación.
05-12-2011. A por Europa. S&P pone en perspectiva negativa a toda la eurozona tras la reunión Merkel-Sarkozy.
http://www.cincodias.com/articulo/mercados/firmas-rating-orden-fondos-inversion/20111207cdscdimer_3/

6 de diciembre de 2011

LUCIO MAGRI, "FINITO"

Iñaki Urdanibia Gara

En la posguerra italiana el país con forma de bota se hallaba dominado por el catolicismo, su forma política siendo la poderosa democracia cristiana, y por el comunismo del PCI heredero de la lucha de los partisanos contra el fascismo local y contra los invasores germanos. Las generaciones de jóvenes que entonces despertaban al uso de razón política se dividían entre quienes apostaban por la justicia social bajo la óptica de la doctrina social de la Iglesia y quienes depositaban sus esperanzas en una transformación más radical que supusiese cambios en las relaciones sociales y de producción bajo la bandera roja del partido creado por Gramsci y continuado por Togliatti.

Luigi Magri (Ferrara, 1932-Zurich, 2011) perteneció a la juventud de la que hablo y en un principio se inclinó por actuar desde las filas cristianas en pos de un mayor reparto de la riqueza social; al poco, no satisfaciéndole tal militancia optó por unirse al PCI en cuyas filas ingresó en 1958 para abandonar, más bien ser expulsado de, dicha obediencia diez años después, al tratar de desarrollar una fracción dentro del partido tras haber llegado al convencimiento de que los pretendidos comunistas mantenían unas posturas reformistas ad abusum, destacando sus tendencias a conseguir el añorado «compromiso histórico» con las fuerzas políticas derechistas, y muy en concreto con la democracia cristiana -pacto luego plasmado por Enrico Berlinguer-; tales derivas hicieron que Magri, junto a Rosana Rossanda y otros, creara una revista que respondía a una política más decididamente de izquierdas: «Il Manifesto», publicación que respondía a la organización política que en torno a ella se aglutinaba; más tarde dicha revista se convirtió en diario respondiendo a la influencia creciente del grupo. Tal implantación a lo largo de los años setenta alcanzó cierto arraigo entre los sectores más conscientes de la izquierda, y hasta traspasó las fronteras italianas para cobrar relevancia en la nueva izquierda europea y mundial.
De Pirineos abajo, la influencia de Magri y su colegas se tradujo en un aluvión de traducciones que aparecieron en los cuadernos de Anagrama, también en la colección naranja de la editorial de Herralde y en algunas otras editoriales, y se conocieron sus intervenciones en revistas como «Zona Abierta» o «Cuadernos del Ruedo Ibérico». Alzando la bandera, ya agitada por Karl Marx, de que la liberación de la clase obrera sería obra de ella misma, Magri encabezó la lucha contra la burocratización sindical y partidista para ir a la base y desde allá organizar a los obreros desde las mismas fábricas, tomando posicionamientos cercanos al consejismo de los Panneckoek u otras encarnaciones similares de la izquierda comunista; esta tendencia se vio más reforzada aún tras las tropelías soviéticas con sus países vecinos y sus comportamientos aberrantes en su interior.
En estos últimos años, tras haber fundado el Partito di Unità Proletaria per il comunismo a mediados de los setenta y colaborado posteriormente, tras la fusión de esta organización con el PCI, en la refundación comunista, Partito della Refundazione comunista, y más tarde todavía participando activamente en la constitución de un Movimento dei Comunisti Unitari, organización que trataba de sustituir al PCI que se había autodisuelto en 1991. Este último intento también fue abandonado por él ante su desacuerdo a la hora de integrarse en el recién creado Democratici de Siniestra, permaneciendo él al mando del diario por él creado a finales de los sesenta.
Hace un par de años vio la luz su última obra, que aquí editó un año después «El Viejo Topo»: «El sastre de Ulm. El comunismo del siglo XX. Hechos y reflexiones», obra que en cierto sentido puede considerarse su testamento político y en la que se hacía una historia real e hipotética del comunismo en su país y por extensión en el resto de países europeos, en la que destacaba las desviaciones, traiciones que -según su tenaz visión- hicieron que las promesas de igualdad, fraternidad y futuro luminoso para la humanidad se vieran truncadas absorbidas por una visión pragmática y conciliadora con el statu quo, propia de la claudicante socialdemocracia. La decepción política le llevó a la desesperanza, que aumentó sobremanera con la desaparición de su compañera Mara a causa del cáncer; todo esto le hizo sombrear en una honda depresión que le empujó a viajar a Suiza para, aprovechando la legislación helvética, suicidarse con asistencia de médicos amigos; dos veces lo había organizado echándose atrás a última hora, y a la tercera fue la vencida: este día 28 pasado puso fin a sus combativos días.
Lucio Magri, comunista herético donde los hubiese, huyó de ortodoxias acríticas e intentó hasta el último suspiro organizar a la izquierda manteniendo verdaderas posturas de izquierda... siempre en busca de un «nuevo inicio» que retomase la rebeldía y el coraje de aquellos communards que tomaron el cielo por asalto. Lucio Magri no intentó volar en sentido estricto como el personaje de Bertold Brecht que daba título al libro aludido, ese sastre de Ulm que intentó volar y se escacharró contra el suelo, el italiano en su lucidez trató de volar, soñando en un mundo mejor, pero al constatar su fracaso o al menos al perder el principio-esperanza (pace Bloch) en la creación del instrumento que lo facilitase, él mismo «levantó la mano contra sí mismo», que diría Jean Améry.

http://www.gara.net/paperezkoa/20111206/307974/es/lucio-magri-finito

5 de diciembre de 2011

"LA MAYOR BURBUJA DE LA HISTORIA"

NOTA DEL EDITOR DEL BLOG
Reproducimos a continuación la entrevista al economista poskeynesiano Randall Wray sobre la burbuja de las commodities (mercancías valorizadas de tipo básico, generalmente materias primas), provocada en gran medida por la entrada de ingentes cantidades de capital especulativo proveniente de los beneficios generados los fondos de pensiones USA. Estos capitales han comprado índices de contratos futuros de las commodities, apostando a su subida de precios, lo que ha provocado que estos se disparen, provocando así la mayor burbuja especulativa de commodities de la historia.
Hasta aquí nada que objetar al análisis realizado por Randall Wray. El problema de las teorías de los poskeynesianos, neokeynesianos y en general de los seguidores de John Maynard Keynes aparece cuando hacen sus propuestas a futuro.
Wray propone reformas financieras desde las instituciones políticas que impida que las ganancias obtenidas por los especuladores se refugien en el mercado de commodities. Como ésta, existen otras propuestas de tipo neokeynesiano o, cuando menos, regulador tales como leyes que acaben con la opacidad bancaria, eliminación de los paraísos fiscales, reapropiación por parte de los Estados de las entidades de evaluación de riesgos,...
La pregunta es ¿porqué los socialiberales (ex socialdemócratas), buena parte de ellos keynesianos más o menos confesos, más o menos tibios o convencidos, no lo han hecho hasta el momento, porqué el Presidente Obama, asesorado por economistas de dicha corriente no lo ha hecho tampoco, porqué Sarkozy dimitió hace ya bastante tiempo de su voluntad de refundar el capitalismo?
¿Traición a sus propios ideales intervensionistas, que los políticos están comprados por los grandes capitalistas mundiales? ¿No les parece un poco simplista? Puede que cuando la indignación de la gente con la destrucción de las conquistas sociales se intenta elevar a categoría teórica resulte un desahogo para aquella disparar contra el pianista- político pero resulta muy poco explicativa.
Hasta que los keynesianos y sus “tribus” económicas herederas no den respuesta a cuestiones como las siguientes seguiré pensando que sólo son una escuela teórica que se resiste a morir entre un Adam Smith triunfante de nuevo a través de los Hayek, von Mises y otros potros de la cuadra liberal y un Marx que vuelve a emerger con toda su potencia explicativa del capitalismo y sus crisis y con una amenazante promesa para el desorden económico reinante de futura revolución social.
· ¿Acaso limitar la entrada del capital especulativo originario de determinadas fuentes de beneficio en otras concretas impedirá que aquél encuentre nuevas vías de especulación en otros sectores?
· ¿Si se llevase la regulación del capital financiero hasta sus últimas consecuencias no se produciría un colapso del capital circulante mundial, con su consiguiente rebrote de la crisis multiplicado 100 veces sobre toda la economía real?
· Si los Estados se limitan a emitir moneda a través de los bancos centrales pero el mayor montante del capital monetario acaba en manos de los especuladores, ¿cómo impedir que estos sean de nuevo los prestamistas ante la insolvencia de las administraciones públicas que provoca el control de una masa tan enorme de dinero en manos privadas? ¿Y cómo hacer tabla rasa de este hecho para imponer desde los Estados reformas estructurales de tipo financiero sobre los especuladores? ¿De dónde obtener el poder conativo necesario para imponerse sobre un capital absolutamente desembridado y desregulado?
· ¿Pueden los Estados actuales, con sus constituciones garantes de la “libertad” para la actividad económica privada imponer restricciones a esta suficientemente profundas y radicales para ser eficaces sin cuestionar la base del propio capitalismo en que se basan las actuales democracias burguesas?
Sinceramente, la psicosis de la fase actual de desvertebración capitalista es tal y tan poderosa que se hacen profundamente oportunas las frases con las que Pérez Galdós cierra la última entrega de sus “Episodios Nacionales”
“Alarmante es la palabra revolución. Pero, si no inventáis otra menos aterradora, no tendréis más remedio que usarla los que no queráis morir de la honda caquexia que invade el cansado cuerpo de tu Nación. Declaraos revolucionarios, díscolos, si os parece mejor esta palabra; contumaces en la rebeldía. En la situación a que llegaréis andando los años, el ideal revolucionario, la actitud indómita si queréis, constituirán el único síntoma de vida. Siga el lenguaje de los bobos llamando paz a lo que en realidad es consunción y acabamiento...”



Por lo demás, sería de agradecer que el señor Wray dejase de jugar a aprendiz de alquimista, mezclando su jerga neokeynseiana con el pensamiento o con categorías marxistas. El experimento no funciona. Otros antes que él, como Robert K. Merton, con su estructural-funcionalismo, lo intentaron antes con el único fin de colar un clon conservador del que pudieran picotear quienes deseasen castrar la fuerza revolucionaria de la teoría de la praxis. De todos ellos se burla Marx desde su tumba en Highgate cuando la Historia vuelve a darle la razón. No hay un camino intermedio entre el socialismo y el capitalismo. Sólo es “capitalismo de rostro humano” y ese ya se ha ido para no volver.





“LA MAYOR BURBUJA DE LA HISTORIA”
Javier Lewkowicz. Página 12

La entrada masiva de los fondos de pensión estadounidenses es el factor central que impulsa los precios de los commodities al alza. Esa es la explicación que el economista heterodoxo Randall Wray ofrece para analizar lo que llama “la mayor burbuja en la historia”. Wray es profesor de la Universidad de Missouri-Kansas City, en los Estados Unidos, e investigador del prestigioso Levy Institute. Discípulo de Hyman Minsky, se enrola en la corriente poskeynesiana que recupera buena parte de la tradición de Keynes y la articula con conceptos marxistas y sraffianos. Wray se especializó en teoría monetaria, mercados financieros y macroeconomía. Dialogó con Cash acerca de la magnitud de la actual tendencia a la suba de los commodities y sus causas, entre las cuales sobresale la entrada de los fondos de pensión. Analizó el impacto de China y pidió aplicar una “reforma estructural que elimine a la clase rentista”.

¿Cómo describe el fenómeno de la suba generalizada en el precio de los commodities?
–Para resumirlo, desde 2004 a 2008 experimentamos la mayor burbuja de commodities de la historia. Si se observan los 25 commodities más comercializados, los precios se han duplicado en el curso de ese período. Para los ocho productos más intercambiados, la suba fue mucho más espectacular. De acuerdo a un análisis del estratega de mercado Frank Veneroso, durante el siglo XX sólo hubo 13 episodios en los cuales el precio de un commodity en particular creció un 500 por ciento o más. Pero en 2004-2008, hubo ocho commodities cuyos precios mostraron ese desempeño: fuel-oil (suba de 1313 por ciento), níquel (1273 por ciento), petróleo crudo (1205), plomo (870), cobre (606), zinc (616), estaño (510) y trigo (500 por ciento).

También subieron mucho otros commodities.
–Sí. Muchos otros commodities agrícolas, vinculados a la energía y metalíferos también tuvieron muy importantes aumentos de precios, aunque por debajo de los ratios anteriores. Para los 25 commodities que usualmente se incluyen en los índices, la suba de precio promedio desde 2003 ha sido 203 por ciento. El Congreso de los Estados Unidos comenzó a investigar esa burbuja y los inversionistas, preocupados, retiraron una porción significativa de sus fondos especulativos, lo que produjo que la burbuja en 2008 colapsara. Sin embargo, cuando el Congreso pasó a ocuparse de la crisis, el techo de deuda de los Estados Unidos y otras cuestiones, los especuladores volvieron.

¿En qué medida la suba actual contrasta con la tendencia histórica a la baja de precios en términos relativos de los bienes primarios?
–En un paper de abril de 2011, el experto Jeremy Grantham analizó la burbuja de los commodities durante última década, trabajo que Veneroso amplió en un trabajo reciente. Toman los 33 commodities más comercializados, desde oro y petróleo hasta caucho, semillas de lino, yute, madera contrachapada y fosfato diamónico. Durante los últimos 110 años, el índice de precios compuesto por esos 33 bienes ha declinado a una tasa anual de 1,2 por ciento. A pesar de que la demanda de esos 33 commodities ha crecido mucho a lo largo del siglo, nuevas técnicas de producción, sumadas a una exploración satisfactoria, derivaron en una tendencia de precios declinante. El movimiento actual de precios es una desviación asombrosa de la tendencia general. Es un boom sin precedentes. Nada ni siquiera cercano a esto ha sucedido antes, en ningún mercado, incluyendo la burbuja tecnológica y la de las hipotecas.

¿Por qué sostiene que la operatoria de los fondos de pensión explica el movimiento de los precios?
–Los especuladores han estado siempre presentes en los mercados de futuros de los commodities. Usualmente los vendedores de commodities quieren asegurarse un precio alto, y los compradores quieren protegerse de las fluctuaciones de mercado asegurándose un precio bajo. Entonces los mercados de futuros se desarrollan para juntar a ambas partes, permitiendo que cada lado se cubra. Los especuladores llenan el espacio entre la parte vendedora y la compradora. Pero el tema es que los especuladores normales nunca son apostadores hacia un solo lado, algunos piensan que el precio va a subir y otros que va a bajar. El fenómeno inusual que se verificó en el curso de este boom de precios ha sido la entrada de fondos de un monto descomunal que tomaron una apuesta única: que los precios subieran.

¿Cómo?
–Prefiero no entrar en tecnicismos, pero estos fondos no compran directamente commodities ni tampoco contratos futuros. En lugar de ello, compran índices de contratos futuros. Es una apuesta pura que indexa los precios. El experto en esta materia, Mike Masters, los llama “especuladores de índices” y alrededor del 85 por ciento del dinero de ese negocio viene del sistema estadounidense de fondos de pensión. Estos fondos han acumulado una riqueza financiera que equivale al 75 por ciento del PIB de los Estados Unidos, así que son enormes. Si dirigen, digamos, sólo el 5 por ciento de la inversión hacia los índices de commodities, hacen subir los precios. Y por complejas razones, es el índice de precios el que determina los precios spot, el valor al que el commodity se vende en este momento. De manera que son estos especuladores los que empujan hacia arriba los precios de los commodities del mundo real.

Usted afirma que los fondos de pensión recurrieron a los commodities porque esos bienes no estaban correlacionados con otros productos financieros, lo que permite reducir el riesgo. Sin embargo, después de este proceso que describe, la vinculación entre los distintos mercados se ha vuelto más estrecha
–Distintos estudios han demostrado que los commodities y otros activos financieros no estaban correlacionados antes de 1999, por eso los fondos de pensión fueron advertidos que ante un crac de mercado podrían diversificar el riesgo si invertían en commodities. El problema es que la falta de correlación existió sólo porque a los fondos de pensión no les era permitido entrar en los mercados de commodities. Eso cambió cuando Estados Unidos aplicó la desregulación en 1999. Una vez que los fondos de pensión comenzaron a entrar en esos mercados, a través de contratos de futuro e índices, la correlación aumentó y llegó al 100 por ciento. Esta es la explicación: a medida que el mercado de activos financieros (los stocks) crece, los fondos de pensión tienen mayor riqueza financiera para invertir y entonces se mueven hacia commodities, lo que empuja sus precios. Entonces, más fondos invierten en stocks y commodities. Pero digamos que los precios de los stocks caen, los especuladores deben vender otros activos, incluyendo commodities, para cubrir desfasajes financieros en sus balances, lo que lleva a que caigan los precios de los commodities. En la crisis financiera global desatada en 2008 observamos que todos los activos tienen una correlación que se acerca a la unidad.

Si los fondos de pensión están detrás de la suba de precios, ¿un cambio en la regulación financiera podría hacer que los precios caigan?
–Absolutamente. Los fondos de pensión representan el 85 por ciento de la especulación con índices. Si se los forzara a salir de esas inversiones, el principal impulso para la suba se iría. En el otoño de 2008, cuando los fondos de pensión sacaron un tercio de su dinero de los índices, el precio del petróleo cayó desde 150 dólares hasta 50 dólares el barril. Estoy seguro de que la especulación con los índices no es el único factor detrás del alza de los precios de los commodities, ya que una parte se explica por cuellos de botella del mundo real. De forma que no digo que todos los precios de los commodities caerían en una proporción de dos tercios. Pero el boom se terminaría.

Una explicación común es que la demanda de commodities creció fuertemente impulsada por China e India. Al menos en el caso de los alimentos, con una oferta relativamente fija y Estados Unidos que demanda biodiésel, los precios suben.
–Hay algo de eso, pero son los precios de 33 commodities los que gozan del boom, no sólo alimentos. Además, la noción de que la oferta de alimentos está fija es errónea. La mayor causa de hambre en el mundo es el acceso injusto a la comida; no la falta de capacidad para producirlo. Buena parte del mundo sólo necesita una redistribución de la tierra para incrementar la oferta de alimentos. Además, Canadá y Estados Unidos podrían incrementar enormemente su producción si la demanda efectiva fuera suficiente. Sin embargo, no defiendo la política de los Estados Unidos de subsidio a la producción de maíz y soja para producir biodiésel o carne barata. Son prácticas altamente ineficientes.

Algunos economistas explican el boom de commodities a partir de la muy baja tasa de interés de la Reserva Federal. ¿Esa hipótesis es contradictoria con la suya?
–Yo sigo a Keynes en el pedido de la eutanasia del rentista a través de una política de baja tasa de interés. El problema es que hay muchísimo dinero buscando altas tasas de retorno, en relación con las oportunidades de inversión del mundo real. La solución no es aumentar la tasa de interés de referencia, hay que borrar a la clase rentista y reducir el monto del dinero en los fondos de inversión. Este es un gran desafío, pero Hyman Minsky dijo que nos habíamos movido hacia la fase del capitalismo dominada por el dinero, una forma altamente inestable que deriva en una inequidad excesiva que es inconsistente con la democracia. La solución no es tratar de salvar a los inversores sino deshacerse de ellos a través de reformas fundamentales

4 de diciembre de 2011

¿CRISIS FINANCIERA DEL CAPITALISMO O CRISIS DE SOBREPRODUCCIÓN?

Los dos artículos que se presentan a continuación abordan desde diferentes perspectivas la crisis capitalista mundial.
El primero, de Sergio Ferrari, parece situarse en el paradigma más clásico de los enfoques económicos actuales sobre el origen de la crisis como crisis financiera, aunque con repercusiones sobre la demanda de bienes y servicios y altas tasas de paro.
El segundo, apenas un apunte, de Fernando G. Jaén, introduce interrogantes sobre el origen de la crisis como crisis de sobreproducción o, desde otro punto de vista, de subconsumo.

Posiblemente estemos ante una combinación de etiologías diferentes de la crisis capitalista –superfinanciarización descontrolada de una economía con rendimiento decreciente de beneficios en el ámbito del consumo- pero cuyo efecto sea el de una multiplicación de sus consecuencias con efecto devastador.

En todo caso, que estemos ante uno u otro origen de la crisis capitalista o ante una mezcla de ambas no es una cuestión menor ni de interés puramente académico ya que afecta a los escenarios estratégicos que puedan seguir los capitalistas y todas las formaciones políticas, de derecha e “izquierda sistémica”, y a las perspectivas de socialismo que pueda tener la izquierda revolucionaria.

Les dejo, sin más, con ambos artículos.



LAS NACIONES UNIDAS Y SU PRONÓSTICO RESERVADO PARA 2012
PERSPECTIVAS POCO HALAGÜEÑAS PARA LA ECONOMÍA MUNDIAL

Sergio Ferrari
Rebelión

Las economías de los países *enriquecidos* están al borde de un nuevo freno en razón de la crisis de la deuda; de un sector bancario fragilizado y de una demanda débil de productos asociada a tasas altas de desempleo. Así como del impacto de una cierta parálisis política y deficiencias en el orden institucional.Según el documento, “todas estas debilidades –antes mencionadas- están ya presentes, pero si uno de estos factores empeorara, podría desencadenarse un ciclo vicioso que conduzca a graves problemas financieros y a un freno económico”.El crecimiento de la economía mundial no será mayor al 2.6 % en 2012. Lo que significa un debilitamiento con respecto al 2011 (2,8%). Y un retroceso significativo con respecto al 4.0% de crecimiento constatado en 2010.Así lo afirma el Informe “Situación y perspectivas para la economía mundial 2012” cuya primera parte, relacionada a las previsiones, acaba de ser presentada en las últimas horas por las Naciones Unidas en su sede de Nueva York.El mismo es el resultado de los esfuerzos conjuntos del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales (DAES), de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (CNUCED) y de las cinco comisiones económicas regionales de las Naciones Unidas.El documento advierte que 2012 será un año decisivo, escenario de dos alternativas centrales: se endereza lentamente la economía o se produce la recaída en la recesión. Éxito o ruina, en pocas palabras.Los países en desarrollo y las economías en transición deberían continuar a sostener la economía mundial jugando un rol de “motores” anticipa como hipótesis el informe de las Naciones Unidas. Con un crecimiento medio del 5.4% en 2012 y el 5.8 en 2013 según sus previsiones.A pesar de esta tendencia, los países en desarrollo se mantienen vulnerables y expuestos a las consecuencias de las condiciones económicas de los países desarrollados, insiste el Informe. Que menciona una neta caída en su crecimiento en el segundo trimestre del año en curso.Los Estados Unidos de Norteamérica se acercarían a un crecimiento del 1.5%; Europa apenas un 0.7% y Japón al 2.0%.Según los funcionarios que presentaron el estudio preliminar, en 2012 la economía china se mantendría robusta con un 9 % - aunque algo menor que le 9.3% del 2011. Mientras que India crecería entre 7.7 % y 7.9%, en 2012 y 2013, algo menos que el 8.5 % de 2010.En cuanto a la tasa de desempleo, se ubicó en los países desarrollados en el 8.3% como media en el 2011, muy por encima del 5.8% registrado a inicio de la crisis del 2007.Según las estimaciones de la ONU, 64 millones de personas que habitan en los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), carecen de trabajo. Subrayando, a ese nivel, que las políticas nacionales actuales del Plan de Acción adoptado por el Grupo de 20 en Cannes, Francia, no implican un plus valor en materia de crecimiento del empleo.Es fundamental impulsar a nivel internacional una acción coordinada para la creación de puestos de trabajo, indica la ONU. Particularmente decisiva a la luz de la crisis de la deuda que afecta a Europa y del bloqueo de las negociaciones sobe el déficit presupuestario y la deuda en los Estados Unidos de Norteamérica.Y propone políticas basadas en la estimulación más directa de la creación de empleo, sobre las inversiones, en particular en las infraestructuras, la energía durable y la seguridad alimentaria.Queda pendiente para cuando se presente el informe completo, a inicios del 2012, el análisis detallado de la incidencia de la situación económica mundial en relación al no cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).Es de recordar que en el documento anterior correspondiente a las previsiones para el 2011, los expertos de la ONU habían anticipado con preocupación que “la crisis económica ha provocado un revés considerable en el progreso hacia los ODM, que se proponen reducir a la mitad las tasas mundiales de pobreza hasta el 2015.




NO ES LO MISMO EL HUMO QUE EL FUEGO

Fernando G. Jaén
naciodigital.cat
No es lo mismo el humo que el fuego o, al menos, no siempre fuego y humo se ven a la vez. Si las "subprimes" hipotecarias parecieron inicialmente el fuego, su limitado volumen hizo pensar después que las prácticas financieras fueron realmente el fuego de la crisis, y los bancos y el sistema financiero mundial los culpables. Más tarde se señalaron a las deudas de las administraciones públicas, pero está claro que no son la causa, en todo caso el humo del fuego. Si lo extendemos al conjunto del endeudamiento, seguimos dando vueltas a la culpabilidad del sistema financiero y podemos encontrar el chivo expiatorio en los bancos y cajas, incluso podemos poner nombres y apellidos a los acusados, ya que encima se han atribuido pagos, pensiones y otros regalitos desorbitados que incluso han permitido que no se protestara por el insultante indulto del Gobierno "socialista" a la mano derecha de Botin, presidente del Banco de Santander. Es ilustrativo el informe de Comisiones Obreras sobre la retribución escandalosa de la alta dirección en el sistema financiero español, salvo alguna excepción, y particularmente agravado en el caso de aquellas entidades que necesitan ayudas públicas. Empieza a ser preocupante que señalemos que el humo viene de aquí o de allá sin saber muy bien de dónde viene. Si la crisis financiera no es más que un fenómeno de humo, de aquellos que, como cuando hay un incendio, se convierte en parte del problema a resolver. Pero no es el fuego, quizás estamos inmersos en una crisis de sobreproducción con lectura marxista, basada en un excedente de capacidad productiva hasta ahora disimulada por la sobreexcitación de la demanda mediante el endeudamiento, como en su día, el 6 de enero de 2010, señaló el nada marxista Patrick Artus en uno de sus Flash Économie publicado por el banco Natixis. Entonces, las medidas destinadas a deshacernos del humo no servirían de mucho, pues el fuego seguiría ardiendo y puede ser avivado por lo que hacemos para deshacernos del humo. En este sentido, se podría entender más la no cooperación entre los estados, pues es lícito que cada uno intente hacer funcionar su economía doméstica, que es donde la población se siente representada políticamente.
Fernando G. Jaén es Profesor Titular Departamento de Economía y Empresa UVIC
http://www.naciodigital.cat/opinionacional/noticiaON/2669/mateix/fum/foc



3 de diciembre de 2011

DERIVADOS

Alfredo Zaiat. Página 12

Joseph Stiglitz afirmó que el International Swaps and Derivatives Association (ISDA) influye en forma determinante en las decisiones del Banco Central Europeo. En una conferencia, bajo la convocatoria “¿Puede el capitalismo ser salvado de sí mismo?”, organizada por el Instituto de Estudios Económicos de Galicia Pedro Barrié de la Maza, el Premio Nobel de Economía no construyó una teoría conspirativa sino que describió cómo intervienen los intereses del poder financiero en la actual crisis en Estados Unidos y Europa. Stiglitz explicó que en el Banco Central Europeo las medidas son inducidas por integrantes del ISDA. “Es inaceptable que se confíe la toma de decisiones a un grupo determinado de particulares, sobre todo a este grupo”, sentenció. Esa organización reúne las entidades que operan en el mercado de derivados, instrumentos financieros sofisticados y muy especulativos. Fue constituida en 1985, y hoy cuenta con 834 instituciones miembro de 57 países en seis continentes. Entre los participantes se encuentra la mayoría de las entidades financieras más grandes del mundo, además de gestores de activos, empresas de energía y materias primas, aseguradoras, bufetes de abogados y Bolsas. No pocos analistas consideran que la expansión de los derivados es una de las principales causas de la debacle de las potencias y de la dificultad para superar la crisis. En Estados Unidos, en el segundo trimestre de 2008, cuando quebró el banco de inversión Lehman Brothers precipitando una situación de estrés financiero global que aún perdura, según un relevamiento realizado por el Bank for International Settlements (BIS, el banco central de las bancas centrales), los derivados sumaban 182 billones de dólares, equivalentes a 12 veces el PIB de ese país. A nivel global la suma es impactante: 684 billones de dólares, once veces el PIB mundial de 63 billones en 2010, según el Banco Mundial.
Semejante monto explica el poder del ISDA para influir sobre gobiernos, orientar medidas de entes de regulación de los mercados y dejar al descubierto la debilidad del liderazgo político de las potencias económicas. El aspecto peculiar de la actual fase del capitalismo global es que la influencia determinante de ese grupo de poder es por un negocio financiero de sumas de dinero extravagantes que no existen. Ese dinero no tienen materialidad en billetes. Son derivados.

¿QUÉ SON ESOS INSTRUMENTOS FINANCIEROS?
A grandes rasgos, son acuerdos que se negocian entre las partes sobre variaciones de precios relacionadas a un activo subyacente, es decir “derivan” del valor de otro activo. O sea, el inversor no compra activos como acciones o bonos de una empresa, materias primas como petróleo o soja, o créditos hipotecarios otorgados por bancos. Adquiere uno que refleja la variación de precios que pueda haber del petróleo o de acciones, por ejemplo, y que no tiene representación física, sino que sólo se registran contablemente como una operación electrónica. Son transacciones virtuales. Es un estadio superior del éxtasis de la especulación.
El Banco Morgan Stanley calculó que la capitalización en acciones (es decir, el valor del stock de papeles empresarios) en todo el mundo era de 37 billones de dólares en 1990, monto que creció hasta 51 billones en 2006. A la vez, el valor nominal de los derivados financieros en 1990 era de 5,7 billones de dólares, mientras que a finales del 2006 era de 415 billones de dólares. El valor en derivados alcanzó ocho veces más que la capitalización de acciones, mientras que en 1990 la relación era casi inversa cuando el valor de las acciones era 6,5 más grandes que los derivados.
Para los protagonistas de este negocio se trata de innovaciones financieras, creadas para que operadores y grandes empresas tengan un instrumento para la gestión de riesgo, al sostener que así cubren sus inversiones en diferentes activos con sus derivados. Dicen que lo hacen con bajos costos de intermediación: la negociación de este tipo de productos es bilateral en el denominado Over The Counter, es decir, que no se transan en un mercado organizado abierto con reglas determinadas (Bolsas). Esto permite jugar casi sin límites, fuera del alcance de los órganos de regulación del sistema formal, facilitando un apalancamiento importante. Esto significa que con poco capital se pueden realizar grandes inversiones y tener rendimientos más abultados sobre el pequeño capital inicial.
El riesgo que se asume se encuentra en la eventualidad de una evolución desfavorable del precio del activo utilizado para construir el “derivado”. Cuando bajan las cotizaciones, la inversión registra pérdidas mayores al capital comprometido, entonces se debe aportar mayor cantidad de dinero líquido para cubrir esas pérdidas del margen sufridas. Como los derivados tienen una fluctuación más volátil que el activo principal (subyacente), en contextos de crisis casi todos los protagonistas del mercado tienen problemas de capital. Por ese motivo, las bancas centrales no saben cuál es el monto potencial de las pérdidas de los bancos. En ese barril sin fondo, se van renovando e incrementando los fondos de asistencia oficial para salvarlos y para que no se obture el circuito del crédito a empresas, al consumo y entre bancos. Desde el estallido de la crisis en septiembre de 2008 ha habido varios rescates globales millonarios, como el acuerdo de las bancas centrales de las potencias anunciado esta semana.
Durante décadas, el titular del Citibank era la figura-símbolo de la banca internacional y representante del lobby de los intereses del mundo financiero. John Reed, del Citi, fue durante los ’90 un actor relevante de las finanzas globales, y detrás se ubicaban los bancos de inversión Merrill Lynch, Goldmand Sachs, entre otros. Antes, fue el Chase Manhattan con los Rockefeller, y siempre el JP Morgan. ¿Quiénes son las figuras mundiales del negocio de derivados agrupados en ISDA señaladas por Stiglitz? Su presidente entre 1988 y 1992 fue Mark C. Brickell, del JP Morgan, quien contribuyó de manera sustancial a impedir que el Congreso de los Estados Unidos apruebe leyes de regulación de los productos derivados. Hoy su presidente es Stephen O’Connor, del Morgan Stanley, y su vice es Michele Faissola, del Deutsche Bank. Pero el control del ISDA es del director ejecutivo de la institución, ejercido por Conrad Voldstad, quien comenzó su carrera en JP Morgan, luego pasó a Merrill Lynch hasta crear una compañía financiera dedicada a derivados, Arlington Colina Investment Management. El vicepresidente ejecutivo es Robert G. Pickel, que trabajó en Amerada Hess Corporation, una compañía internacional de petróleo y gas, entre 1991 y 1997. El director general adjunto es George Handjinicolaou, quien se desempeñó en varias instituciones financieras globales, incluyendo Dresdner Kleinwort Benson, Union Bank of Suiza, el Banco Mundial, Merrill Lynch y Bank of America. Fue fundador y socio director de Etolian Capital Management, en la que ofreció servicios de consultoría a las empresas de gestión de activos relacionados con derivados municipales y derivados de crédito en dificultades. Pickel reemplazará a Voldstad, que pasará a ser asesor principal, a partir del 1º de enero de 2012. Al anunciar el paso de mando afirmó que “ISDA tiene una historia increíble de trabajar en favor de los mercados de derivados OTC y sus contribuciones son inigualables entre las asociaciones de comercio a nivel mundial”. “Estoy encantado de pasar a colaborar con Bob Pickel para abordar las cuestiones clave que enfrentan nuestros mercados. Hemos dado pasos importantes con claridad y estoy seguro de que Bob es la persona adecuada para llevar adelante la Asociación hacia sus objetivos clave”, señaló Voldstad, quien sabe cuál es la tarea que su reemplazante tiene por delante. Pickel ha sido una figura muy visible en los debates para regular los derivados OTC, también ha sido un activo participante en testimonios ante el Congreso de Estados Unidos y encabeza las conversaciones con los organismos reguladores de Europa y Asia. Ellos son las personas a las que se refería Stiglitz.

NOTA ACLARATORIA DEL EDITOR DEL BLOG: Joseph Stiglitz es un economista neokeynesiano, por tanto partidario de un “capitalismo de rostro humano”. Es también una referencia intelectual y económica para la “izquierda indignada”. La búsqueda de caminos para una revolución socialista está muy lejos de las apetencias de uno y otra. Lo suyo es ser “críticos” dentro del sistema.
Los neokeynesianos actúan en sus discursos críticos con el cinismo de quienes aparentan ignorar que no hay territorio intervencionista sobre el capitalismo al que volver porque los Estados carecen de control alguno sobre la economía y si llegaran a adquirirlos tendrían que acabar con el capitalismo porque éste ya no se aviene a ningún pacto social, cosa que ni los Estados ni los propios “neokeynesianos críticos” desean. Pronto sus peroratas nos sonarán tan vacías e inútiles para resucitar al agónico enfermo capitalista como las de los liberales. ¿Qué hará entonces esa “izquierda indignada” y keynesiana que tiene a los Stiglitz como pensadores económicos de referencia? Cuando los hechos demuestren que tampoco la intervención pública resuelve las contradicciones fundamentales del capitalismo que le están llevando a su lento fin, ¿qué hará entonces esa “izquierda indignada”, llamará entonces a la revolución socialista o continuará hablando de “cambiar el modelo”, que no es otra cosa que volver a Keynes?

“Stiglitz es el autor de Whither Socialism, un libro no técnico que proporciona una introducción a las teorías que explican el fracaso de las economías socialistas en Europa del Este y al rol de la información imperfecta en los mercados...En el año 2006 publicó ¿Cómo hacer que funcione la globalización?, una crítica del actual orden económico mundial con diversas propuestas para tratar de reencauzar la globalización.” http://es.wikipedia.org/wiki/Joseph_Stiglitz

2 de diciembre de 2011

LA RESERVA FEDERAL ORQUESTÓ RESCATE SECRETO DE BANCOS INYECTANDO 7,7 BILLONES DE DÓLARES

InSurGente


La banca mundial recibió ayudas por valor de más de la mitad del PIB de EEUU sin el conocimiento del Congreso de EEUU, obteniendo con ellas un beneficio de 13.000 millones de dólares. Este rescate encubierto se organizó mediante préstamos secretos a intereses prácticamente inexistentes. Y mientras, las entidades mintieron públicamente sobre su salud financiera, se dedicaron a crecer y a seguir pagando a sus empleados salarios astronómicos.Según recoge la revista Bloomberg Markets, la FED llegó comprometer 7,77 billones de dólares entre 2007 y 2009, incluyendo garantías además de préstamos, para salvar al sistema financiero mundial. Entre los bancos que recibieron las ayudas se encuentran los españoles Santander y BBVA, que obtuvieron unos beneficios de 96,2 y 84,1 millones de dólares, respectivamente, gracias a ello.A parte de esto estaba el rescate oficial del TARP (Trouble Asset Relief Program), que ascendió a 700.000 millones de dólares.El día más terrible fue el 5 de diciembre de 2008, cuando la banca necesitó 1,2 billones de dólares. Aquel día, Wall Street cerró con subidas de más del 3% con una fuerte remontada a última hora liderada por el sector financiero, después de caer durante la mayor parte de la sesión.También en esa jornada se nombró a Ken Lewis, consejero delegado de Bank of America, banquero del año: unos días antes, el 26 de noviembre, su banco debía 86.000 millones encubiertos a la FED y había necesitado préstamos de emergencia para completar la adquisición de Merrill Lynch.Desde la FED se asegura que prácticamente todos los préstamos han sido devueltos y no ha habido pérdidas para el contribuyente. Sin embargo, su actuación siembra dudas porque permitió mantener con vida a instituciones quebradas que además aprovecharon ese dinero para crecer más y seguir repartiendo salarios y bonus desorbitados entre sus empleados.Estas nuevas revelaciones llegan gracias a que Bloomberg LP ganó un juicio contra la FED y un grupo de grandes bancos estadounidenses, lo que forzó a que se hicieran públicos los detalles de las operaciones entre el banco central y el sector financiero.La FED argumentaba que publicar estos datos en su momento crearía un estigma que cerraría el crédito a las entidades que utilizaran al banco como prestamista de último recurso.Préstamos sin interesesLa FED ha realizado préstamos de emergencia a través de la llamada ventanilla de descuentos desde su fundación en 1913, pero a partir de agosto de 2007 creó numerosas herramientas para ayudar al sector financiero, y a finales de 2008 ya había creado 11 facilidades de crédito distintas.Normalmente, estos préstamos de emergencia son más caros para que los bancos no abusen de este privilegio. Sin embargo, durante la crisis, estos préstamos de la FED fueron los más baratos del mercado, llegando a un mínimo del 0,01% en diciembre de 2008, como ya se publicó en primavera de este año.Estos programas de emergencia iban “mano a mano” con el TARP, explica Sherrill Shaffer, profesor de la Universidad de Wyoming y ex economista jefe de la FED de Nueva York. El TARP ayudó al banco central a aislarse de las pérdidas, mientras que la decisión de la FED de dar financiación ilimitada a la banca permitió que ésta no se colapsara, protegiendo a su vez el dinero que el Tesoro puso para el TARP.“Aunque el Tesoro estuviera en los titulares, era la FED quien realmente estaba orquestándolo”, añade Shaffer.Por ejemplo, Bank of America y Citigroup recibieron oficialmente 45.000 millones de dólares del TARP. Sin embargo, al mismo tiempo estaban recibiendo préstamos regalados de manera secreta por la FED, llegando tocar picos de cerca de 100.000 millones de dólares a comienzos de 2009 en ambos casos.Secretismo absolutoEl problema es que los congresistas no sabían nada de que se estuviera organizando un rescate que permitió que Morgan Stanley recibiera 107.000 millones de dólares en septiembre de 2008, poco después de la caída de Lehman Brothers. Incluso los miembros del gobierno de George W. Bush que gestionaban el TARP desconocían estas actividades.Judd Greg, ex senador republicano de New Hampshire y que encabezó las negociaciones sobre el TARP, asegura que “no sabíamos los detalles”. Gregg es ahora asesor de Goldman Sachs.Teníamos conciencia de que se estaban llevando a cabo esfuerzos de emergencia, pero no sabíamos los detalles”, añade Barney Frank, congresista demócrata que presidía el Comité de Servicios Financieros de la Cámara.Frank fue también uno de los impulsores de la reforma de Wall Street con la que se pretendía acabar con los excesos de la industria financiera. El Congreso debatió esa reforma en 2010 sin el conocimiento completo del nivel de dependencia de la FED que tenían las entidades financieras, denuncia Bloomberg.Bancos demasiado grandes para caerMientras, las grandes entidades estadounidenses siguieron creciendo y siguieron pagando a sus empleados tanto como en los momentos más álgidos de la burbuja inmobiliaria.En concreto, los activos de los seis mayores bancos crecieron un 39% entre septiembre de 2006 y septiembre de 2011, hasta alcanzar los 9,5 billones de dólares. Los empleados de estas entidades vieron crecer sus compensaciones un 20% en esos cinco años, siendo el salario media el mismo en 2010 que en 2007, antes de la crisis y los rescates.Estas ayudas encubiertas de la FED permitieron, por ejemplo, que Wells Fargo comprara Wachovia, que estaba recibiendo préstamos secretos por valor de 50.000 millones para evitar su colapso. Algo similar se hizo con Bear Stearns, que recibió 30.000 millones para mantenerse a flote y que JP Morgan pudiera finalizar su adquisición.“Cuando ves los dólares que obtuvieron los bancos es difícil decir que eran instituciones exitosas”, asegura Sherrod Brown, senador de Ohio que intentó introducir una ley en 2010 para limitar el tamaño de las entidades. “Esto es un tema que puede unir al Tea Party con Occupy Wall Street (NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: hace tiempo que esas conexiones han sido sugeridas por conocedores de la realidad de ambos movimientos: http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com/2011/11/como-el-tea-party-apoya-al-movimiento.html) . Hay congresistas en ambos partidos que cambiarían sus votos ahora”.Esta propuesta de Ley habría obligado a las seis mayores entidades a reducir su tamaño, pero la banca consiguió salirse con la suya argumentando que sería “castigar el éxito”, recuerda Brown. Pero ahora que se sabe la cantidad de dinero que necesitó el sector puede que los senadores y representantes pensaran distinto.Kauffman concluye: “No estamos en absoluto, preparados para otra crisis financiera”.Fuente: http://www.insurgente.org/index.php?option=com_content&view=article&id=9552:reserva-FEDeral-orquesto-rescate-secreto-de-bancos-inyectando-77-billones-de-dolares&catid=98:imperio&Itemid=527