11 de agosto de 2016

DESCRÉDITO DE LOS THINK TANKS DE EEUU: CABILDEROS DE TRANSNACIONALES, SEGÚN NYT

Alfredo Jalife-Rahme. alfredojalife.com

Quienes ignoran la profundidad de los íntimos lazos pecuniarios en Estados Unidos (EEUU) entre sus transnacionales y sus no lucrativos think tankssacralizados –pretenciosos centros oraculares de pensamiento con máscara académica– se suelen postrar al estilo reptil ante sus hallazgos que, en realidad, están cocinados de antemano debido a la obligada orientación ideológica de los espurios donativos de sus interesados benefactores.

Inside Job, documental laureado con un Oscar, ya había demolido a los seudoacadémicos economistas de altas polendas, lubricados por los banksters de Wall Street, quienes habían ocultado la gravedad de la crisis financiera que estalló en 2008 (https://goo.gl/Uy63gm).

NYT y The New England Center for Investigative Reporting publicaron una reciente serie de dos artículos sobre el flagrante conflicto de intereses entre los think tanks y las transnacionales de EU (http://goo.gl/Q9KQ4n).

Del primer artículo, Hannah Gold hace una espléndida síntesis: los “ think tanks promueven agendas de las transnacionales a cambio de donativos” (http://goo.gl/0d5ulC).

Los donativos están exentos de impuestos y, al final de cuentas, los think tanksconstituyen unos vulgares cabilderos (lobistas), para no decir proxenetas ideológicos, que padecen la hipoteca mental de las contribuciones envenenadas de vulgar compraventa.

La investigación se centró en los “lazos financieros entre la Brookings Institution, próspero think tank con sede en Washington, y la empresa Lennar, una de las mayores constructoras de casas de EEUU.

A cambio de su validación (sic) pública del proyecto de bienes raíces en San Francisco, Brookings recibió 400.000 dólares de Lennar como donativos.

No se salvan los otros think tanks como AEI, CSIS y Atlantic Concil (lubricada por Fedex), en temas tan variados como ventas de armas a países foráneos, comercio internacional, manejo de sistemas de autopistas (sic) y desarrollos inmobiliarios cuando a menudo se han vuelto vehículos para la influencia de las transnacionales y sus campañas mercadotécnicas, rezuma Hannah Gold.

La senadora Elizabeth Warren inculpa que las transnacionales gigantes invierten pocas decenas de millones de dólares a cambio de influir en los resultados en Washington con los que descuelgan miles de millones de dólares, lo que pone en la picota la narrativa de los ejecutivos de los think tanks, los cuales alegan que su investigación es objetiva y académica (sic).

Otros donadores de Brookings son el mayor banco estadounidense, JP Morgan Chase (con la mayor contribución histórica), KKR (http://goo.gl/C1Orvn) –firma israelí-estadounidense global de inversiones manejada por el ex director de la CIA general David Petraeus.

Llama la atención que la investigación se haya concentrado solamente en las lubricaciones deshonestas de Brookings donde aparecen 90 empresas: desde Alcoa, pasando por General Electric, hasta el banco Wells Fargo.

Nada casualmente NYT exime de su escrutinio a los pletóricos think tanks israelí-estadounidenses vinculados a Aipac y que traslapan sus intereses con los otros 1.835 centros de EEUU.

En su segunda entrega (http://goo.gl/1KMQvo), NYT desnuda a los seudoinvestigadores de 75 think tanks y su papel dual, quienes han trabajado simultáneamente (sic) como cabilderos registrados, miembros de los consejos de administración de las transnacionales y consultores foráneos en litigios y en disputas de regulación, que tienen por objetivo ayudar a reconfigurar la política del gobierno.

Resalta el israelí-estadounidense Roger Zakheim, del think tank AEI y cabildero del Pentágono para Northrop Grumman, vinculado a BlackRock (http://goo.gl/QAElJH) y, sobre todo, hijo del siniestro rabino (literal) y anterior contralor del Pentágono Dov Shlomo Zakheim –del grupo de los Vulcanos de Condy Rice, ex asesora de Seguridad Nacional de Baby Bush (http://goo.gl/P5dJNC)–, quien fue imputado de haber birlado la estratosférica suma de 2.3 billones de dólares (http://goo.gl/uHOlc0). ¡Ya robarle al Pentágono!

Dejo en el tintero la perturbadora entrega del NYT de hace dos años “Las potencias extranjeras compran influencia en los think tanks” (http://goo.gl/j2eiX5).

El portal The Best Schools selecciona a los “50 más importantes think tanks de EU” (http://goo.gl/33Zm3e), donde aparecen en forma forzada los polémicos Human Rights Watch (http://goo.gl/0yt02f) y Open Society Foundation (http://goo.gl/vQ1ZjW), teledirigidos por el cruel megaespeculador con máscara de filántropo George Soros, presunto hombre de paja de los banqueros esclavistas Rothschild.

Expongo el mapa de Muckety de algunos de los más influyentes think tanks de EU: Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), vinculado al antimexicano ITAM (http://goo.gl/4b225j) y a bancos, petroleras, aseguradoras, vendedoras de armas, farmaceúticas, Reserva Federal, etcétera; Center for Strategic and International Studies (CSIS) (http://goo.gl/gZKV9c), donde brillan Kissinger y Brzezinski, ex asesores de Seguridad Nacional, además de Bill Gates, General Electric, Ford, Banco Mundial etcétera; American Enterprise Institute (AEI), ligado al ex vicepresidente Dick Cheney, los neoconservadores straussianos y Obama (http://goo.gl/38DZDF); CATO Institute (http://goo.gl/Y1wwXz); RAND Corporation, ligada a la Fundación Rockefeller, y al que los rusos colocan en el primer sitial (http://goo.gl/zCO8aN); Aspen Institute, muy activo en el “México neoliberal itamita”, donde destacan Google y Bloomberg (http://goo.gl/oJXEkz); Brookings Institution, donde destellan AT&T y Microsoft (http://goo.gl/bYnBRb); Belfer Center for Science and International Affairs, vinculado a Harvard y al secretario del Pentágono Ashton Carter (http://goo.gl/YjWGGY); Heritage Foun­dation, ligado a Searle y al feroz comentarista Sean Hannity, de Fox News (http://goo.gl/a2dDyG); Center for American Progress, donde brillan Soros, Bank of America, Deloitte, Northrop, Walmart, Facebook, Time, Coca Cola, Apple, Visa y Blackstone (http://goo.gl/o1t7kv); Woodrow Wilson Center (http://goo.gl/bq3A19); Hoover Institution (http://goo.gl/ArxYPL); Carnegie Endowment for International Peace, vinculado a ExxonMobil, Chevron, BP, Pentágono, Departamento de Estado, Departamento de Energía, General Motors (http://goo.gl/7b2TIS), y Atlantic Council (http://goo.gl/ZbJBV6).

Los think tanks del “México neoliberal itamita” que alaba EEUU por convenir a los intereses unilaterales de sus transnacionales –Comexi, Ceesp, IMCO, Cidac, Transparencia (sic) Mexicana (un seudópodo de la CIA, según Red Voltaire:(http://goo.gl/uum8BR): ¡todos los que promovieron la entrega del petróleo a las empresas anglosajonas!– son de carcajada y no resisten el análisis: guetos de propaganda barata de la plutocracia local/israelí/estadounidense. ¿Cuáles son los criterios de (s)elección? ¡Sepa Dios!

Obvio: no aparecen los centros de la UNAM ni la UAM ni el Poli, donde están concentrados los máximos pensadores del México profundo.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG: Quizá con este artículo se entiendan mejor mis afirmaciones acerca de cómo la corrupción en determinados países aparece en índices más bajos que en otros en los listados del ranking mundial de percepción percibida de Transparencia Internacional (de la que conviene saber quiénes son sus financistas). Sencillamente porque sus Estados, como es el caso de EEUU la han legalizado a través de legislaciones sobre lobbies.


Por cierto, en España los partidos emergentes están en ese proyecto.

8 de agosto de 2016

BALADA TRISTE DEL NOSTÁLGICO Y DEL PRÓFUGO DE SU ENTORNO POLÍTICO INMEDIATO

Por Marat

Hace mucho tiempo que los observo y, por más que entiendo sus mecanismos psicológicos, los veo cada vez más como extraterrestres del mundo en el que viven.

Encapsulados en la burbuja de su “verdad”, parecen ajenos al dolor social más próximo. No creo que, de verdad, sea eso lo que les pasa; al menos no conscientemente para quienes dicen indignarse con la injusticia, la desigualdad, la opresión y la explotación. Pero da la impresión de que éstas les cogen siempre demasiado lejos en el tiempo y/o en el espacio.

Su distancia, en mi opinión, obedece a una renuncia consciente o inconsciente a intervenir en la realidad social, económica y política de su propio país y, más en concreto, de allí dónde viven -el barrio- o trabaja -la empresa- porque consideran muy difícil o inútil el hacerlo. No es raro escucharles el discurso de que la gente está adocenada, de que los obreros no tienen conciencia de clase -qué gran descubrimiento hacen- o de que “aquí la gente no despierta ni a tiros”. Olvidan que la primera obligación de quien quiere cambiar el mundo es precisamente centrar la mayor parte de su acción en el lugar y el momento en el que están y contribuir a elevar la conciencia de clase a quienes no la tienen.

Tanto los que continuamente alaban los tiempos pasados y perdidos como aquellos solidarios con toda causa que esté a miles de kms de sus casas comparten una misma actitud: el escapismo de quienes se sienten impotentes para cambiar la realidad.

Unos han convertido sus esperanzas y creencias en algo muerto, de tanto acudir al museo de la historia, olvidando el presente. Otros, dejan a los próximos de su misma clase social al desamparo del sistema económico en el que viven, al mirar mucho más lejos del entorno en el que se encuentran.

No se trata en absoluto de ignorar la conexión entre pasado y presente. El propio Marx afirmaba esa relación

La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos.” (Karl Marx. “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”. Capítulo I)

Tampoco se trata de desconocer que lo local y lo internacional se dan la mano en un único mundo capitalista e imperialista. Mucho antes de que la mundialización se hubiese puesto de moda, “El manifiesto comunista” proclamaba: “Proletarios de todo el mundo [o de todos los países, según traducción y preferencias], uníos”

Pero ningún revolucionario debiera ignorar que jamás atraerá para su causa a nadie -y estos son siempre quienes tenemos en nuestro entorno más próximo y forman parte de los vivos, no de los muertos, ni de los del porvenir-, si no está dispuesto a compartir sus problemas, sus necesidades y reivindicaciones inmediatas, que son las que le afligen, para elevar su conciencia más allá de la inmediatez y de sí mismos. Ningún explotado ni despojado de sus derechos sentirá apego o interés por la condena que nadie haga del imperialismo que arma al yihadismo en Siria, Libia o Irak, si quien difunde sus denuncias no centra la mayor parte de sus lucha junto al que tiene más cerca, sencillamente porque le estará mostrando un absoluto desprecio por su realidad.

Del mismo modo, centrarse de modo casi exclusivo en la defensa de lo que fueron las realizaciones de los países socialistas, en denunciar las conspiraciones que contra ellos existieron o en defender una coalición política que está muerta por méritos propios y ajenos, sirve para constituirse en guardián de las esencias del museo, pero sirve de muy poco cuando a su vez no hay compromiso con la creación de la alternativa al capitalismo hoy, con la lucha política concreta o con crear organización para esa lucha.

No estaría de más que los defensores de las realizaciones -que las hubo y enormes- de lo que algunos llaman “civilización socialista” tengan en cuenta que ya hay una generación que nació años después de la caída de la URSS y que pronto serán dos. Por mucho empeño que pongan en limpiar de polvo y paja la basura que sobre aquellos sistemas echó la propaganda capitalista, no lograrán más que convencer a los previamente convencidos, si no son capaces de poner en primer lugar la defensa de las condiciones de vida y el rechazo a la explotación del conjunto de la clase trabajadora y especialmente frente a la enajenación que los nuevos flautistas transversales de Hamelín les han producido con su empalagosa música de sonrisas, corazones y negación de las clases sociales y la lucha de clases. Pero eso, repito de nuevo, exige propuesta, proyecto y organización para aquí y, aunque no para el ahora, si ir poniendo las piedras hoy. Y dejarse de mirar con lágrimas en los ojos a un ayer que no volverá en la forma en la que lo conocimos. Ese es el homenaje y la fidelidad al ayer. Trabajar desde lo que nos afecta hoy para lograr lo que fue válido del pasado. Y dejar de relamerse morbosamente en las heridas, buscando reafirmarse y refugiarse en una comunidad de soldados derrotados. Es hora de construir porque el resto son pamplinas que, pretendiendo ser revolucionarias, acaban siendo reaccionarias al negarse a hacer la primera tarea de todo antiimperialista en su propio país: trabajar para romper la cadena que une a éste al sistema imperial.

Y por último, insisto para que se me entienda y no se manipulen mis palabras. No se trata de dejar de defender las causas solidarias por la soberanía de los pueblos contra el imperialismo y sus esbirros, sea en Siria, el Donbass o en Libia, por poner sólo tres ejemplos, ni de olvidar lo que significó la Unión Soviética como conquista de derechos para la clase trabajadora y de esperanza para tantos desheredados de la tierra -esas son responsabilidades que un marxista no debe abandonar-, sino de reordenar el peso que ha de dar a cada cosa un militante revolucionario. Mientras algunos claman por la nostalgia y el internacionalismo 24 horas al día -en redes sociales-, me temo que no le dedican ni media a luchar junto a su clase y en su país por los derechos de esta. Y ello, vuelvo a decir, exige construcción de proyecto, recuperación de tejido de lucha y organización para llevarla a cabo. Por difícil que parezca, y tentador en consecuencia el dedicarse a otros menesteres en su lugar, la tarea principal es esa. El resto, cuando se olvida ésta, monsergas.

2 de agosto de 2016

SE DISPARA LA TASA DE MORTALIDAD DE LA POBLACIÓN BLANCA EN EEUU

Cas Madrid

"Muertes por desesperación", el drama de los blancos de mediana edad en EEUU

La tasa de mortalidad de hombres y mujeres blancos de edad media con nivel bajo de educación se ha disparado en EEUU en los últimos 15 años un 22 % por abuso de alcohol, opiáceos y suicidios, en una tendencia bautizada como "muerte por desesperación" vinculada a problemas económicos.

En una conferencia en el centro de estudios Brookings de Washington, Anne Case, economista de la Universidad de Princeton que ha dedicado años a investigar ese alza en muertes de hombres y mujeres de raza blanca entre 45 y 54 años con sólo estudios secundarios, subrayó esta semana que, en comparación, mortalidad entre hispanos y afroamericanos ha registrado un suave declive.

"Es un mundo en el que la gente que está muriendo no debería estar muriendo", afirmó Angus Deaton, premio Nobel de Economía de 2015 y profesor de Princeton, en la misma charla en la que acompañó a Case.

El prestigioso economista precisó la cifra en 96.000 muertes al año y agregó que es de un rango "solo comparable a la epidemia de SIDA/HIV de 1980 y principios de 1990".

Deaton y Case, que están casados, elaboraron las conclusiones de un reciente estudio académico publicado en la revista especializada "Proceedings of the National Academy of Sciences" que ha recabado notable atención mediática.

Esa atención se debe a las implicaciones sobre políticas públicas y el posible reflejo de los problemas económicos que enfrenta esta categoría demográfica debido a la pérdida de trabajos que exigen baja formación ante las presiones de la globalización.

En concreto, las muertes de los blancos de entre 45 y 54 años y baja formación entre 1999 y 2013 subieron en 134,4 casos, y se ubicaron en 415 muertes por 100.000 habitantes.

Entre negros e hispanos, se registró un sostenido descenso de esos casos en el mismo periodo.

Además, apuntó Case, las enfermedades detrás de estos fallecimientos no fueron las habituales, como la diabetes o los problemas cardíacos.

"El alza en la mortalidad se debe a una epidemia de suicidios y afecciones derivadas de abuso de sustancias como insuficiencia hepática (cirrosis) y sobredosis de opiáceos y calmantes. Es lo que llamamos muertes por desesperación", remarcó.

Estas características llevaron a los economistas a preguntarse cuáles podrían ser las causas tras este sorprendente auge en un grupo tan específico y plantearon la posibilidad de que tuviese relación con la creciente inseguridad económica y la frustración por el empeoramiento de su calidad de vida.

"Tras la ralentización en la productividad a comienzos de la década de 1970, y con la ampliación de la desigualdad de ingresos, muchos de la generación de 'babyboomers' (nacidos en 1946 y 1964) son los primeros en encontrar, a mitad de su vida, que no van a vivir mejor que sus padres", afirman Case y Deaton en el estudio.

Para Case, otro elemento que se añade al puzzle es que esta crisis económica y de pérdida de empleos no es algo exclusivo de EEUU, ya que es un proceso con réplicas en otros países avanzados como es el caso de Europa.

"Sin embargo", remarcó la experta, "no vemos una tendencia comparable en la tasa de mortalidad en otros países. Parece un proceso únicamente estadounidense".

Aunque reconoció que existen aún muchas incógnitas, la economista aventuró dos posibles factores de esta divergencia.

Por un lado, la más endeble red de seguridad social en EEUU frente a los sistemas más robustos al otro lado del Atlántico.

Y, por otro, el fácil acceso a potentes fármacos altamente adictivos de origen opiáceo en el país norteamericano que desemboca en sobredosis.


1 de agosto de 2016

FRANCIA: EL NEOLIBERALISMO Y LA LUCHA DE CLASES

Maciek Wisniewski. La Jornada

El neoliberalismo nació como un “proyecto de clase” (D. Harvey dixit). Un proyecto de clases altas que ante la caída de los niveles de ganancia desde las décadas de los 60 y 70 querían suprimir a los trabajadores y revertir esta tendencia desmantelando todo lo colectivo y social organizado.

Desde sus inicios fue una “guerra de clases desde arriba”. Para tapar su verdadera naturaleza se ideó toda una campaña de simulaciones ideológicas. Los neoliberales, como los “nuevos conquistadores del mercado” de los que escribía alguna vez J. Berger –que son básicamente los mismos–, “invertían los signos y falseaban las direcciones para confundir a la gente” (Hold everything dear, 2008, p. 122).

Las divisiones de clases y su lucha ya son cosas del pasado”, decían; “las únicas divisiones que importan ahora son las ‘identitarias”. Así –secundados intelectualmente por algunos post-marxistas– buscaban despolitizar lo público y dejar a los trabajadores confundidos y aferrados a las únicas identidades “disponibles”: étnica, nacional y religiosa.

Una cosa bastante astuta en medio de una guerra de clases, ¿no?

En Francia, como en otros países, fue una narrativa que abrazó no solo la derecha –y de la que en la misma medida que de sus raíces protofascistas se nutre la xenofobia del Frente Nacional (FN)–, sino también los “socialistas” (PS) e incluso la izquierda “radical” (PG).

Lo mismo pasó con el trabajo. “El trabajo ya es cosa del pasado”, decían los neoliberales –secundados intelectualmente por algunos post-marxistas– y “ya no importa tanto”, cuando en realidad estaban obsesionados con él y con la idea de flexibilizar su “rígido marco legislativo” (“factory legislation”, de la que hablaba Marx en El capital).

Una cosa bastante astuta en medio del despliegue de un brutal rollback hacia los trabajadores, ¿no?

Una vez consumado el golpe en Chile –un paradigmático caso de la “diseminación” del neoliberalismo mediante el shock–, Pinochet impuso a los trabajadores chilenos un represivo Código de Trabajo que –entre otros– daba prioridad a los acuerdos laborales y salariales por empresa sobre los tradicionales, por sectores.

Más de 40 años después en Francia, Hollande –en una maniobra digna de volverse otro paradigma neoliberal– acaba de hacer lo mismo. Los acuerdos por empresa y la nueva primacía del contrato particular por encima de la vieja ley general son puntos centrales de la ya aprobada (Libération, 21/7/16) “reforma” de Loi Travail (la ley El Khomri).

Sus críticos –con razón– hablan de “la inversión de la jerarquía de normas”.

Hasta ahora eran los trabajadores los que –gracias a los acuerdos “paritarios” que establecían estándares mínimos en cada sector productivo– tenían una ligera ventaja en la relación laboral.

La “reforma” del gobierno “socialista” cambia este balance a favor de los empresarios. Siguiendo la vieja ideología neoliberal de que “la causa de los problemas en la economía (‘falta de competitividad’, desempleo) es la ‘sobreprotección’ de los trabajadores, que ‘distorsiona’ el funcionamiento ‘natural’ del mercado”, le da más poder al capital.

El poder de individualizar las relaciones laborales y a atomizar a los trabajadores. El poder de realizar su sueño principal: que no haya nada más frente a él que “entes desnudos”, sujetos a una competencia voraz y una profunda inseguridad.

Contra sus supuestos fines, la “reforma” no viene a “combatir al desempleo”. Viene a “asentarse” en él. Es pieza clave en un modelo de control social que, haciéndose de la existencia de un vasto “ejército industrial de reserva”, domestica a los trabajadores mediante su precarización y sustituye la solidaridad gremial por el miedo individual (al despido arbitrario, a la rebaja salarial, al aumento de horas de trabajo).

Francia hasta ahora era un caso atípico en la constelación neoliberal.

Si bien desde los 80 sus tecnócratas –los “socialistas” (¡sic!) como Delors o Chavranski– eran los principales “arquitectos” detrás del desmantelamiento del “modelo social” de la UE, las mismas “reformas” en Francia avanzaban con menos vigor (pero avanzaban).

Aun así, a ojos de algunos –sobre todo a raíz de la crisis– el país, en comparación con sus vecinos, destacaba como “un (mal) ejemplo de conservación de privilegios sociales retrógrados” y/o “un peligroso caso de falta de ‘ajuste a la globalización’ que ya ocasionaba en un caos” –¡sic!– (The Guardian, 27/5/16).

Las élites europeas y francesas decidieron que “ya no había de otra”: “reformar” o “reformar” la Loi Travail, apremiando al dúo Hollande/Valls a “mantenerse firmes hasta el final”.

Así, de manera tardía, pero con estilo, Francia –y en particular su gobierno “socialista”– llegó a merecer su propio capítulo en La doctrina del shock (2007), el clásico de N. Klein, junto con casos como los de Chile o Polonia:

Por retomar de Sarkozy el “giro securitario” que desde hace unos años marca la creciente “despotización de la política” y “autoritarización del neoliberalismo” (S. Kouvelakis dixit) y plasmarlo en “estado de emergencia” que a lo largo de los meses no sirvió para prevenir ataques terroristas (Niza, Rouen, etcétera), sino para proteger al gobierno y sus políticas criminalizando a los oponentes a la ley El Khomri.

Por un impecable, creativo y combinado uso de violencia, miedo y “shock” para empujar la “reforma”: desde la brutal represión policial, uso de la “amenaza terrorista” para desmovilizar protestas, hasta mandarla a la Asamblea Nacional para su aprobación final... cuatro días después de la masacre en Niza (¡sic!).

Por confirmar por enésima vez que el neoliberalismo no necesita de la democracia y hará todo para saltársela: allí está el triple (¡super-sic!) uso del artículo 49.3 de la Constitución que –al no contar con una mayoría necesaria– le permitió al gobierno aprobar la “reforma” por decreto (¡sic!), sin debate ni voto parlamentario.

¿Y la lucha de clases? Sólo dos mensajes. Uno para la izquierda: allí está. ¡Articularla! (por si se olvidaron).

Otro para los neoliberales disgustados hoy con el auge del FN, pero que ayer la silenciaban, confundiendo a los trabajadores, precarizándolos, empobreciendo y durmiendo con cuentos “identitarios”, hasta el grado de que muchos ya solo saben identificarse con el lenguaje neo-fascista: cosechan lo que sembraron.