Andrés
Piqueras y Wim Dierckxsens. mariwim.info
La economía capitalista mundial está quebrada
La pobre “recuperación” de la economía que hemos visto en 2015 en realidad es un espejismo. Está basada en un truco de magia: la “aparición” de dinero que se han sacado de la chistera los Bancos Centrales. También las entidades financieras privadas de todo el mundo han convertido las enormes deudas que mantienen las posibilidades de gasto de familias, empresas e instituciones, en dinero multiplicado hasta el paroxismo mediante la prestidigitación especulativa. Este es pues un dinero ficticio en una economía de magia.
Pero es una magia envenenada, pues aboca en breve a estallidos financieros sin precedentes.
Para evitar que esa espiral de deudas hiciera estallar demasiadas empresas e instituciones, los Bancos Centrales bajaron los tipos de interés hasta niveles cercanos al 0 e incluso negativos. Aun así, durante los primeros once meses del año 2015 unas cien compañías globales entraron en bancarrota de las cuales 62 fueron norteamericanas.
Pero ahora que el problema de la solvencia es peor que en 2008, la FED ya ha aumentado la tasa de interés en diciembre y tiene planeado ir alzándola más para mantener contraída la liquidez. Un aumento en la tasa de interés, por bajo que sea, afectará la capacidad de pago de la pirámide invertida de crédito existente (y de los derivados), pues la economía real, ya en recesión, no genera plusvalía suficiente como para poder soportar pagar tasas de interés en aumento. La deuda existente se tornará impagable y empezará un nuevo reguero de impagos y quiebras, que se extenderá desde las empresas hasta las familias pasando por las instituciones. En cambio, si la Reserva Federal no aumenta la tasa de interés perderá aún más credibilidad y la fuga de dólares de EE.UU. se agravará, haciendo menos creíble la economía mundial (dejando al descubierto el conjunto de trucos en los que se ha venido basando desde al menos los años 80 del siglo pasado).
La Reserva Federal se encuentra, por tanto, en la situación imposible de no poder subir ni bajar las tasas de interés en 2016. En esas circunstancias la economía queda bloqueada.
Cuando el dólar ya no da confianza la tendencia es a refugiarse en el oro y la plata. Por tanto, a que el precio de estos metales suba por las nubes. Sin embargo, en 2015 esos precios más bien bajaron. Las Grandes Corporaciones financieras han podido reducirlo mediante contratos de entrega de oro a futuro (oro en papel), muy por encima del oro físico existente. Tarde o temprano la promesa de entrega de oro físico no se va poder cumplir y esto probablemente va a hacerse realidad en 2016, año de vencimiento de esa entrega.
Cuando clientes como China, India o Rusia reclamen sus toneladas de oro físico, se podrá disparar el precio del oro y de los metales preciosos, implicando al tiempo una caída libre del precio del dólar.
En cambio una salida bélica o incluso el simple clima bélico contra acreedores como ésos puede evitar tener que pagarles. Una economía paralizada camino de entrar en quiebra sistémica, hace que los agentes de poder en juego se tornen muy peligrosos. La salida bélica adquiere cada vez posibilidades más reales. Si aumenta la desesperación, ¿podemos esperar en 2016 una operación de bandera falsa sin parangón con las que hemos visto hasta ahora (Nueva York, Londres, Madrid, París…)?
La
fortaleza del dólar es sólo un espejismo
Por otro lado, el hecho de que primero Japón y ahora la UE estén inventándose dinero sin respaldo alguno en la economía real (eso que ellos llaman elegantemente “flexibilización cuantitativa”), tiene como consecuencia que sus respectivas monedas se deprecien en favor del dólar. Ese dinero no va destinado a salvar empresas o familias europeas, sino a adquirir bonos del tesoro estadounidense para mantener artificialmente el precio del dólar y su papel como moneda de reserva de valor, unidad contable e intercambio internacional.
Por otro lado, el hecho de que primero Japón y ahora la UE estén inventándose dinero sin respaldo alguno en la economía real (eso que ellos llaman elegantemente “flexibilización cuantitativa”), tiene como consecuencia que sus respectivas monedas se deprecien en favor del dólar. Ese dinero no va destinado a salvar empresas o familias europeas, sino a adquirir bonos del tesoro estadounidense para mantener artificialmente el precio del dólar y su papel como moneda de reserva de valor, unidad contable e intercambio internacional.
Al apreciarse el dólar, el petróleo y los principales recursos energéticos y minerales se deprecian. El precio de las principales commodities se situaba al final del año 2015 en su nivel más bajo de los últimos 16 años.
Con esta política de subir y bajar la moneda internacional de cambio, las Grandes Corporaciones financieras tienen el poder de subir o bajar las mercancías físicas en general, golpeando a discreción a los países exportadores de las mismas, que para colmo han de pagar los créditos cómodos del pasado en dólares más caros de hoy. El principal objetivo en estos momentos es debilitar la economía rusa, pero de paso también a otros BRICS y a ciertos países cercanos a ellos, como Irán, Ecuador o Venezuela.
El
ecosistema planetario está en peligro mortal
El crecimiento capitalista está basado en la reinversión del capital excedente de cada momento. Para que el capitalismo funcione hay que conseguir oportunidades de reinversión rentable para una parte del excedente producido. Al menos para el 3% aproximadamente, si nos atenemos a la tasa de crecimiento medio del capitalismo histórico. Pero esto se va haciendo crecientemente difícil según aumenta exponencialmente el excedente y a la vez se agota el espacio de expansión y los recursos. Así, si en 1950 esa expansión suponía reinvertir con esperanzas de rentabilidad unos 150.000 millones de dólares, y unos 420 millardos en 1973, encontrar oportunidades rentables de inversión global para algo más de 2 billones de dólares en la actualidad es tarea mucho más difícil. Es decir, que cuanto más se crece más difícil es seguir creciendo, especialmente cuando el crecimiento tiende a ser exponencial. Pero un capitalismo sin crecimiento es un oxímoron. Dejaría de ser capitalismo.
El crecimiento capitalista está basado en la reinversión del capital excedente de cada momento. Para que el capitalismo funcione hay que conseguir oportunidades de reinversión rentable para una parte del excedente producido. Al menos para el 3% aproximadamente, si nos atenemos a la tasa de crecimiento medio del capitalismo histórico. Pero esto se va haciendo crecientemente difícil según aumenta exponencialmente el excedente y a la vez se agota el espacio de expansión y los recursos. Así, si en 1950 esa expansión suponía reinvertir con esperanzas de rentabilidad unos 150.000 millones de dólares, y unos 420 millardos en 1973, encontrar oportunidades rentables de inversión global para algo más de 2 billones de dólares en la actualidad es tarea mucho más difícil. Es decir, que cuanto más se crece más difícil es seguir creciendo, especialmente cuando el crecimiento tiende a ser exponencial. Pero un capitalismo sin crecimiento es un oxímoron. Dejaría de ser capitalismo.
Por eso, en su desesperación las Grandes Corporaciones y Poderes mundiales ponen los ojos en los casquetes polares, los océanos profundos, los atolones, las selvas tropicales, los recursos enterrados, los bosques y montañas, la estratosfera… Todo, absolutamente todo lo que pueda ser apropiado y destruido es objeto económico, estratégico y por tanto también militar. Añadiendo con ello más fuego a la hoguera de la Guerra, además de hacer más visible la crecientemente incompatibilidad del capitalismo con la Naturaleza.
Por eso en París los líderes mundiales se han reído del planeta entero, poniéndose de acuerdo para no hacer nada frente al cambio climático, y aplaudiéndose por ello. Dejándonos a todas las poblaciones del mundo inermes frente a las consecuencias, que serán brutales. ¿Sabemos qué significa una subida media de 2 grados de temperatura? Para empezar en los países mediterráneos el fin de muchas cosechas, desertificación del territorio, sequía atroz, hongos de contaminación perennes en las ciudades y buena parte de las costas devoradas por el mar en los próximos 20 a 30 años. Más allá de que en los telediarios todo el mundo parezca contento porque en diciembre “hace buen tiempo”.
Todo esto sólo se puede enfrentar empezando a construir una gran fuerza social popular desde las raíces de la sociedad, para transformar sus cimientos.
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Nuestros queridos "izquierdistas" tienen un grave problema. ¿Qué les sucede para que después de un diagnóstico que parece muy certero y, que a todas luces apunta hacia la barbarie, no hagan una prognosis que esté a su altura y declaren abiertamente que sólo el socialismo puede salvar a la especie humana?
Viajes a ninguna parte y parches que se da a sí mismo el sistema para soltar presión social y acercarnos, tras su fracaso, a la resignación (15M, Occupy, Syriza, Podemos,...) ya hemos tenido. ¿No será el momento de proponer alternativas necesarias que vayan a la raíz de las cosas y de que no se avergüencen de nombrarlas por el nombre que les corresponde? SOCIALISMO O BARBARIE.