11 de octubre de 2015

LA FALSA HISTORIA DE LOS “OPOSITORES MODERADOS” EN SIRIA

Miguel Fernández Martínez. Prensa Latina

La supuesta presencia de grupos opositores armados en Siria, al margen de las bandas terroristas, se está convirtiendo en una cortina de humo que Occidente emplea para desvirtuar la realidad de lo que aquí acontece.

Salir en defensa de estos supuestos grupos -de los que muchos dudan que existan-, fue la mejor manera de ocultar el fracaso de una política liderada por Estados Unidos, de crear ante los ojos del mundo, la imagen de rebeldes antigubernamentales que luchaban por derrocar un gobierno.

Hasta que los militares rusos decidieran el pasado 30 de septiembre intervenir en el conflicto armado que sufre este país árabe desde hace más de cuatro años, nadie hablaba del tema, a pesar de que el ejército sirio mantenía 400 frentes de batalla en distintos puntos de la geografía nacional.

Con su persistente apoyo financiero, logístico y con armamento de punta, las potencias occidentales y sus acólitos en el área, subestimaron la capacidad combativa de las fuerzas armadas sirias, que luchaba -y lucha- contra terroristas o contra "opositores", que no es lo mismo, pero es casi igual.

Sería interesante entonces, hacer un repaso de esos supuestos grupos armados, que ahora Estados Unidos, algunas potencias europeas y países de la región que siguen los dictados de Washington, pretenden defender como "paladines de la libertad".

El más emblemático, aunque sea el más desprestigiado entre estas agrupaciones, es el autoproclamado Ejército Libre Sirio (ELS), una organización militar que desde el principio contó con el beneplácito de la Casa Blanca y el Pentágono.

Creado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana y por los servicios secretos franceses, este "ejército" estuvo integrado originalmente por desertores de las fuerzas armadas sirias, con la asesoría de miembros de la Legión extranjera gala.
Su bandera, algo significativo, es el estandarte neocolonial del mandato francés sobre estas tierras del Levante (1923-1946) y su integración, algo dudosa, formada por muchos extranjeros, entre ellos los conocidos Mujahidines del Cáucaso.

El ELS, como otras bandas manipuladas por Occidente, Turquía, Qatar y Arabia Saudita, sucumbió prácticamente ante dos fuegos: de una parte, el ejército sirio que no les dio cuartel en las zonas donde operaban, y por otra, los grupos abiertamente terroristas Estado Islámico y Frente al-Nusra, que no aceptaron rivalidades.

En este caso están, además, el Ejército de los Hombres Libres del Levante (Ahrar al-Sham), con patrocinio de los gobiernos de Turquía y Qatar, y otras bandas que se han ido desmembrando -por no decir desmoralizando- y que terminaron engrosando las filas del EI y de al-Qaeda, representada aquí por el Frente al-Nusra.

Ninguna de estas agrupaciones tuvieron representatividad entre el pueblo sirio, aun entre los que no comulgan con el presidente al-Assad, sobre todo por sus prácticas extremistas y crueles, que en poco se diferencian de las rutinas criminales del EI.

Ahora, Washington, París y Londres, desamarran sus maquinarias propagandísticas, y pretenden presentarlos como "revolucionarios al servicio del pueblo", buscando desacreditar el efecto de los ataques aéreos rusos, que van dirigidos sobre los peores asesinos que ha conocido el pueblo sirio.

Recientemente, el presidente ruso Vladimir Putin comentó, que a propuesta de homólogo francés, Francois Hollande, "intentaría unir los esfuerzos de las tropas de Damasco y las del llamado Ejército Libre Sirio".

"El problema es que no se sabe dónde está el ESL ni quién lo encabeza", dijo, casi irónicamente, el mandatario ruso.

En cambio, los sirios si lo saben. O cruzando despavoridos las fronteras con Turquía, Israel o Jordania, o pasándose a las filas del Estado Islámico, o deponiendo las armas ante el ejército nacional.

Lo demás, es puro humo de Occidente, que no sabe cómo enfrentar el fracaso de sus políticas hegemónicas en este país que aceptó el reto de defenderse.

10 de octubre de 2015

ALIANZA DE EEUU Y AL-QAIDA EN SIRIA

Robert Parry. La Haine

“Desde la perspectiva de Israel [y de EEUU], si tiene que haber un mal que llegue a prevalecer, que prevalezca el mal del terrorismo”

La sentencia clave en el artículo principal de The New York Times sobre los ataques aéreos rusos contra objetivos terroristas sirios aparece al final de la historia, cinco párrafos antes del fin, donde el Times señala de pasada que el área al norte de Homs donde ocurrieron los ataques había sido el lugar de una ofensiva de una coalición “que incluye al Frente Al Nusra”.

Lo que no dice el Times en ese contexto es que el Frente Al Nusra es la sucursal de al-Qaida en Siria, una omisión que tal vez se explica porque esa información adicional afectaría el tono justiciero del artículo, acusando a Rusia de mala fe al atacar a grupos terroristas diferentes del Estado Islámico.

Pero los rusos han dejado claro que su intención era realizar ataques aéreos contra la mezcla de grupos terroristas en los cuales al-Qaida así como el Estado Islámico ocupan papeles destacados. El Times y el resto de los medios dominantes de comunicación solo engañan cuando pretenden otra cosa.

Además, la realidad sobre la fragmentada coalición terrorista de Siria es que es virtualmente imposible distinguir entre los pocos terroristas “moderados” y los numerosos extremistas suníes. Por cierto, muchos “moderados”, entrenados y armados por la CIA y el Pentágono, se han unido al Frente al Nusra de al-Qaida, entregando armas y equipamientos estadounidenses a esa sucursal de la organización terrorista que [según esos mismos medios] atacó Nueva York y Washington el 11 de septiembre de 2001. A menos que olvidemos que fue ese evento el que [supuestamente] condujo a la intervención militar directa de EEUU en Oriente Próximo.

No obstante, en los últimos meses, el Gobierno israelí y sus aliados neoconservadores estadounidenses han estado lanzando globos sonda preguntando si al-Qaida podría ser reetiquetado como “suní moderado” y convertirse en un aliado de facto de EEUU para lograr un “cambio de régimen” en Siria, deponiendo al presidente Bashar al-Asad quien ha estado durante años casi a la cabeza de la lista negra israelí/neoconservadora.

Un tema clave de la propaganda neoconservadora ha sido propagar la teoría conspirativa de que Asad y el Estado Islámico están de alguna manera coludidos y que por lo tanto al-Qaida es el mal menor. Aunque no existe ninguna prueba que apoye esta teoría conspirativa, incluso fue mencionada por Charlie Rose en su entrevista “60 Minutes” del domingo pasado con el presidente ruso Vladimir Putin [qwue naturalmente la desmintió]. La realidad es que el Estado Islámico y al-Qaida dirigen ambos la lucha para destruir el Gobierno secular de Asad, que contraataca a ambos grupos.

Y si esos dos principales grupos terroristas vieran una posibilidad de izar sus banderas negras sobre Damasco, podrían reparar sus desavenencias tácticas. Tendrían mucho que ganar mediante el derrocamiento del régimen de Asad, que es el principal protector de cristianos, alauíes, chiíes y otros “herejes” de Siria.

El frenesí contra Putin
El jueves, un presentador de CNN se lanzó a hablar de ataques de la fuerza aérea de Putin contra “nuestros muchachos”, es decir, los terroristas entrenados por la CIA, y exigió saber qué se podría hacer para detener los ataques rusos. Ese frenesí fue nutrido por el artículo del Times, escrito por el corresponsal neoconservador de seguridad nacional Michael R. Gordon, un destacado promotor del fraude de las armas de destrucción masiva de Irak en 2002.

El artículo de The Times insistió en que los rusos estaban atacando a los inocentes terroristas “moderados” violando el supuesto compromiso de Rusia de combatir solo contra el Estado Islámico. Pero Putin nunca restringió su apoyo militar al gobierno de Asad a ataques contra el Estado Islámico.

Por cierto, incluso el Times comenzó esa parte del artículo mencionando la cita de Putin de que Rusia estaba actuando “preventivamente para combatir y destruir a combatientes y terroristas en los territorios que ya ocupaban”. Putin no limitó las acciones de Rusia al Estado Islámico.

Pero el artículo del Times argumenta como si la frase “combatientes y terroristas” pudiera aplicarse solo al Estado Islámico, escribiendo: “Pero funcionarios estadounidenses dijeron que el ataque no se dirigía contra el Estado Islámico sino contra otros grupos opositores que combatían al Gobierno [sirio]”.

A menos que The New York Times ya no crea que al-Qaida sea un grupo terrorista su texto no tiene sentido. Por cierto, el Frente al Nusra de al-Qaida ha emergido como el elemento dirigente del denominado Ejército de la Conquista, una coalición de fuerzas terroristas que ha estado utilizando sofisticado armamento estadounidense incluyendo misiles TOW para lograr progresos contra el ejército sirio alrededor de la ciudad de Idlib.

El armamento proviene de aliados regionales de EEUU. Arabia Saudí, Turquía, Catar y otros estados del Golfo [aliados de EEUU] han estado apoyando a al-Qaida, al Estado Islámico y a otros grupos terroristas suníes en Siria. Esta realidad fue revelada en un informe de la Agencia de Inteligencia de la Defensa y fue mencionada sorpresivamente por el vicepresidente Joe Biden.

El 2 de octubre de 2014, Biden dijo en una conferencia en la Escuela Kennedy de Harvard: “nuestros aliados en la región fueron nuestro mayor problema en Siria… los saudíes, los emiratos, etc., ¿Qué están haciendo? Envían cientos de millones de dólares y decenas de miles de toneladas de armas a cualquiera que estuviera dispuesto a luchar contra Asad. El problema es que suministran a Al Nusra y al-Qaida y a los elementos extremistas provenientes de otras partes del mundo”.

El Frente al Nusra de al-Qaida también se benefició de una alianza de facto con Israel, que ha aceptado a combatientes heridos de al Nusra para darles tratamiento médico y luego devolverlos al campo de batalla en torno a los Altos del Golán. Israel también ha realizado ataques aéreos dentro de Siria en apoyo a los avances de al Nusra, incluyendo el asesinato de asesores de Hizbulá y de Irán que ayudaban al Gobierno sirio.

Los ataques israelíes dentro de Siria, como los realizados por EEUU y sus aliados, violan el derecho internacional porque no cuentan con el permiso del Gobierno sirio, pero esos ataques israelíes y de la coalición de EEUU son tratados como correctos por los medios de comunicación dominantes en contraste con los ataques aéreos rusos, que se califican de ilícitos a pesar de que son realizados por invitación del Gobierno legítimo de Siria.

La decisión de Obama
Preferir al-Qaida a Asad es la posición de los neoconservadores de Washington, compartida también por Israel. La prioridad para la estrategia neoconservadora/israelí ha sido buscar un “cambio de régimen” en Siria como una manera de contrarrestar a Irán y su apoyo a Hizbulá en el Líbano, ambos antiimperialistas.

Según este modo de pensar si Asad, un independiente de las presiones imperiales, puede ser derrocado, un nuevo régimen pro-EEUU en Siria destruiría las líneas de suministro de Hizbulá desde Irán y así facilitaría una actuación más agresiva de Israel contra los palestinos e Irán.

Por ejemplo, si Israel decide volver a masacrar a los palestinos o bombardear las instalaciones nucleares de Irán, actualmente tiene que preocuparse de la posibilidad de que Hizbulá en el sur del Líbano lance misiles sobre importantes ciudades israelíes. Sin embargo, si la fuente de misiles iraníes de Hizbulá es bloqueada por un nuevo régimen pro-EEUU en Damasco, la preocupación por los ataques de Hizbulá disminuiría.

La preferencia de Israel por al-Qaida en lugar de Asad ha sido reconocida por altos funcionarios israelíes durante los últimos dos años aunque nunca se ha mencionado en los medios dominantes. En septiembre de 2013, el embajador de Israel en EEUU, Michael Oren, entonces un asesor cercano del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, dijo al Jerusalem Post que Israel prefería a los extremistas en lugar de Asad.

“El mayor peligro para Israel es el arco estratégico que se extiende desde Teherán a Damasco y Beirut. Y nosotros vimos al régimen de Asad como el pilar principal en ese arco,” dijo Oren al Jerusalem Post en una entrevista. “Siempre hemos querido que Bashar al Asad se vaya, siempre preferimos a los muchachos malos frente a los muchachos buenos que eran apoyados por Irán”. Dijo que era así incluso si los “muchachos malos” estaban afiliados a al-Qaida.

Y en junio de 2014, hablando entonces como exembajador en una conferencia del Instituto Aspen, Oren entró en más detalles en su posición diciendo que Israel incluso preferiría una victoria del brutal Estado Islámico a la continuación de Asad respaldado por Irán en Siria. “Desde la perspectiva de Israel, si tiene que haber un mal que llegue a prevalecer, que prevalezca el mal del terrorismo”, dijo Oren.