12 de junio de 2013

EU/ISRAEL ESPÍAN A LOS CIUDADANOS DEL MUNDO CON SU PRISMA: GOOGLE, APPLE, FACEBOOK, MICROSOFT

Un militar de Israel mira una página de Facebook. 
El ejército de esa nación anunció recientemente que 
establecerá nuevas restricciones para los soldados en 
el uso de redes sociales Foto Ap
Alfredo Jalife-Rahme. La Jornada

Desde que el Pentágono, por ontología/teleología tecnológicas, obligó a los usuarios del planeta entero a entrar al corral del DARPA, progenitor de Internet –amplificado por la redes sociales de recolecta de datos por las militarizadas trasnacionales privadas de Israel– era previsible que algún día fueran desnudadas las trasnacionales privadas con labores públicas/ militares de espionaje global del binomio cibernético Estados Unidos/Israel.

Pese a la tormenta de medievales anatemas huecos, con antelación “Bajo la Lupa”* (De los multimedia a Internet: el control de EU/Israel, 19/8/12) había prevenido tal colusión ciberorwellianade vigilancia global por los angelicales servidores sociales: Google, Facebook, Microsoft, Verizon, Apple, Yahoo y Skype, al servicio final del programa Prisma de la National Security Agency (NSA), agencia de espionaje criptológico vinculado al Cibercomando, superescándalo reseñado explosivamente por The Guardian(5/6/13, retomado por The Washington Post (6/6/13) y con espléndido resumen de WSWS (7/6/13).

Ya habíamos advertido que “Medios islámicos fustigan el control dual de Internet y los principales servidores por Estados Unidos/Israel”: Google, Facebook, Wikipedia, Yahoo, etcétera (La mano israelí detrás de Internet; Freedom Research, junio 2009: Radio Islam)”
La Seguridad del Hogar, todo el montaje hollywoodense bushiano de su guerra contra el terrorismo islámico, sirvió de pretexto para vigilar a tirios y troyanos mediante su Prisma–calca de la vigilancia ciudadana Echelon de la anglosfera durante la guerra fría– con la connivencia del Congreso de Estados Unidos desde el 11/S y mantenido durante la gestión Obama: hoy expuesto como el Gran Hermano (Big Brother) orwelliano local/global, en lugar del sitio que le correspondía a su progenitor BabyBush, hijo de un anterior director de la CIA con reflejos pavlovianos de espía antes de la eclosión de Internet.

¿Quién, dentro del establishment en ascuas, desea dañar a Obama con tanto escándalo explosivo?

¿Quién decía que en la postmodernidad no cabían los héroes? El estadunidense Edward Snowden, otro ciberhéroe de 29 años, empleado encubierto de la CIA en la misteriosa consultora Booz Hamilton Allen (muy socorrida por Fox y Calderón), contratista de NSA, se suma a las hazañas del australiano Julian Assange y del estadunidense Bradley Manning.

El rotativo israelí Haaretz (8/6/13) cuestiona cándidamente, para no decir pérfidamente: ¿Las empresas israelíes Verint y Narus colectaron la información de las redes de comunicaciones de Estados Unidos para la NSA?

Las trasnacionales israelíes Verint y Narus han gozado de conexiones con trasnacionales de Estados Unidos y el espionaje israelí y los lazos entre las agencias de espionaje permanecen sólidas (léase: la CIA y el Mossad, entre las conocidas).

La prestigiada revista tecnológica Wired (abril, 2012) había expuesto a las dos empresas Verint y Nerus, con íntimas conexiones con la comunidad de seguridad israelí que conducen el espionaje para la NSA.

Verint, que capturó a Comverse Technology, espía a Verizon, gigante telefónico de Estados Unidos, mientras un programa de Narus recolecta las comunicaciones de los usuarios de AT&T, otro gigante telefónico estadunidense. Ori Cohen, uno los fundadores de Narus, confesó a la revista Fortune (2001) que realizaban trabajo de espionaje para el Mossad.

¿Alguien en México de los poderes Ejecutivo y Legislativo nos podría ilustrar sobre la presunta penetración de las trasnacionales de Israel mediante el ominoso programa Prisma, cuyos nueve servidores operan laxamente gracias a la apertura moderna en la recolecta de datos ciudadanos que los cocinan a su antojo para beneficiar su agenda oculta?

¿Quién protege a los indefensos ciudadanos mexicanos, primero ante su aldeano Congreso apátrida, y luego, frente el atentado permanente de los servidores de las redes sociales del binomio cibernético Estados Unidos/Israel?

Verint y Nerus operan para la unidad 8200 de espionaje del ejército israelí a cuyo cargo estuvo el comandante Hanan Gafen, quien lo confesó a Forbes (2007).

Para Israel las telecomunicaciones son un asunto jerárquico de su íntima seguridad para perseguir a sus críticos, ya no se diga sus adversarios, cuando la aceptación de Israel en el mundo se encuentra en un riesgoso 20 por ciento (solamente en Estados Unidos opera en un resbaloso 51 por ciento) y con tendencia al desplome (Electronic Intifada).

Según la histórica revelación de The Guardian, el espionaje de Gran Bretaña no se queda atrás en la compartición y compartamentalización del espionaje con la NSA mediante su macabra entidad gubernamental GCHQ.

Quienes aprobaron festiva y estruendosamente la seudomodernidad de la ominosa ley telecom en el Congreso sin una pizca de sindéresis –la pletórica cohorte milagrosa de entreguistas, apátridas y/o cándidos– nunca tomaron en cuenta nuestras advertencias sobre la ciberseguridad de México que formaba ya parte del Prisma del binomio Estados Unidos/Israel (con un presunto topo en Cofetel), antes siquiera de ser incrustada al Cibercomando de Estados Unidos.

Insolentes, los apátridas/entreguistas nos degradaron a niveles de Casandras, pero, nada ilustrados, ignoraron que la hija de Príamo y Hécuba tuvo la razón histórica en la captura de Troya, como sucede hoy bajo el Prisma de la ley telecom, donde el “México neoliberalitamita” se arrojó alocadamente a las garras de Estados Unidos/Israel.

Exhortamos a que después del destape de la cloaca cibernética que involucra la privacidad de los ciudadanos mexicanos, ya no se diga de los latinoamericanos en su conjunto, tanto los poderes Ejecutivo como Legislativo adopten las precauciones necesarias de protección civil mínimamente para sus votantes.

¿Cuáles son los límites nacionales al ciberespacio controlado por Estados Unidos/Israel cuando se han penetrado hasta las entrañas de la privacidad de los ciudadanos inermes vistos como enemigos potenciales de los gobiernos por quienes votaron, ya no se diga de los disidentes vistos como parias?

¿Dónde queda el concepto hueco de democracia frente al neototalitarismo cibernético de Estados Unidos/Israel?

Conclusión
El daño a las trasnacionales cibertecnológicas de Estados Unidos e Israel será enorme a escala local/regional/global. ¿Quién va desear comprar instrumentos electrónicos de Estados Unidos e Israel para ser pérfidamente espiado?

El costoso aprendizaje y la enseñanza de Prisma en todos los países obliga, primero, a remediar con antídotos específicos el espionaje foráneo a sus ciudadanos deliberadamente desinformados (de allí la necesidad de multimedia plurales) y, luego, a crear una intranet nacional –que ya empezó a funcionar en países con carácter y aspiraciones de supervivencia–, con garantías públicas e inalienables de sus supuestos elegidos en los poderes Ejecutivo y Legislativo, para salir de la cárcel ciberorwelliana en la que nos encajonaron involuntariamente los servidores y las redes sociales de Estados Unidos/Israel.


* Sección fija de  Alfredo Jalife-Rahme en el periódico mejicano “La Jornada”

11 de junio de 2013

LA SITUACIÓN DE LA CLASE OBRERA: ¿QUÉ HA CAMBIADO?

Mike Wayne y Deirdre O’Neill. Red Pepper

En 2012 un grupo de personas procedentes de la clase obrera de Manchester y Salford [un barrio de Manchester] se junta para crear un espectáculo teatral basado en sus propias experiencias y el libro de Engels La situación de la clase obrera en Inglaterra. Disponían de ocho semanas antes de estrenar. Esta película filma a los protagonistas desde el primer ensayo hasta el estreno y sitúa su lucha por poner en escena el espectáculo dentro del contexto de las luchas diarias de la gente común que se enfrenta a la crisis económica y las políticas de austeridad.

Las personas que se juntaron para montar el espectáculo se convirtieron, de ser un grupo de extraños -la mayoría de los cuales no había actuado nunca- en el “Colectivo harapiento” en poco menos de dos meses. La película, llena de pasión política e ira, es un testamento maravilloso de creatividad, determinación y camaradería de la gente obrera, lo que desmonta los estereotipos de la clase obrera que difunden los medios de comunicación.

¿Cuál fue la motivación que dio lugar a este documental?
La idea de la película surgió hace unos años. Trabajamos durante un año en Venezuela. Durante nuestra estancia leímos el libro escrito por Engels en 1844, La situación de la clase obrera en Inglaterra. Nos llamó la atención su relevancia en un momento en que el Reino Unido desmantela el Estado de bienestar para regresar a un capitalismo desenfrenado propio del siglo XIX en que la política servía a los ricos. ¿Qué ha cambiado? Algunas cosas sí han cambiado. Cuando Engels escribió el libro, la conciencia política obrera era muy grande y proliferaba una cultura obrera independiente. Hoy en día los obreros y sus organizaciones en el Reino Unido, especialmente en Inglaterra, se han desintegrado a consecuencia de los ataques que representan las políticas neoliberales. Queríamos traer a la memoria aquel espíritu revolucionario del libro de Engels y que también encontramos en Venezuela.

¿Cómo fue el proceso de filmación?
Hicimos un llamamiento abierto en Manchester y Salford de voluntarios que querían formar parte del proyecto. El objetivo fue que los participantes idearan una obra de teatro basada en sus propias experiencias y el texto de Engels, de forma que se produjeran dos elementos. En primer lugar establecerían las conexiones entre el texto de Engels y su propia vida y en segundo lugar contarían sus propias historias. Teníamos la idea de que la película siguiera el proceso de estrechar lazos, colaborar, crear, contar cuentos y destacar los temas de clase. Al mismo tiempo contextualizamos lo que ocurría en los ensayos dentro del marco de las actuales políticas de austeridad y una visión histórica de la situación de la clase obrera en el pasado al utilizar metraje de archivo y las palabras de Engels.

Los documentales, sobre todo los que tienen una estética de la observación, tienen con frecuencia un estilo que conduce a la imparcialidad; aquí hay una perspectiva definida sobre el tema. ¿Fue siempre vuestra intención permitir a los actores articular sus propias experiencias e interpretaciones del libro?
La idea de la película requería una puesta en escena que implicaba que nunca fuimos observadores imparciales accidentales. En este sentido el film se encuadra dentro de la tradición de cinéma vérité que se confunde a menudo con el cine de observación; en realidad se diferencia de éste porque permite al cineasta asumir una postura intervencionista. Esta tradición ha reaparecido también de forma corrupta en los documentales televisivos en los que los cineastas fijan tareas u objetivos competitivos a los protagonistas. La diferencia con nuestra película reside en que nosotros quisimos que las personas trabajaran juntos -en vez de unas contra otras- en un proyecto político.

¿Piensa que los tiempos actuales requieren una cultura cinematográfica o documental que plantee realmente las grandes preguntas sobre la sociedad británica?
Se está produciendo dentro de la sociedad británica una enorme transformación y los medios de comunicación dominantes no la están cubriendo. El Estado de bienestar, que se creó para proporcionar barreras protectoras entre las personas y el mercado, se está desmantelando. Volvemos al capitalismo de laissez faire del siglo XIX, otra razón por la que debemos releer a Engels hoy. Se está produciendo en este país un golpe de Estado corporativo mientras los medios de comunicación dominantes guardan un silencio implícito. Los mismos tiempos que corren producen una cultura documental que se hace grandes preguntas.

El objetivo de la película fue hacer un paralelismo entre la situación actual y 1844. ¿Cuál es este paralelismo?
Hay un paralelismo notable entre la Inglaterra de Engels al principio de la revolución industrial y el capitalismo desbocado de hoy. Los pobres trabajan todavía a cambio de sueldos de subsistencia, habitan viviendas deficientes, están más enfermos, mueren antes, hay poca movilidad social, la educación está diseñada para prepararlos para una vida de empleos serviles, mientras la ley, como dijo Engels, “es una vara que la burguesía ha preparado para ellos.” Tomemos como ejemplo lo que escribió Engels sobre el vínculo entre la desigualdad y el crimen y las declaraciones de los representantes de la burguesía sobre “el carácter sagrado de la propiedad” después de los disturbios que sacudieron las ciudades inglesas en 2011. David Cameron describió los mismos como “criminalidad, pura y dura.”

¿Qué relevancia tiene hoy el libro de Engels?
Lo que es tan poderoso en Engels es que disecciona las relaciones fundamentales de poder de la sociedad al hablar de clase. Es de lo que no quieren hablar los políticos o sustituyen por los prejuicios de una elite ajena a la realidad que habla de “gorrones.” Mientras tanto los medios de comunicación reciclan unos estereotipos unidimensionales de clase y gran parte del mundo académico declara que la clase es un concepto arcaico. Pero la realidad es que sin este elemento de clase no podemos, literalmente, entender los impulsores principales del cambio social y los problemas sociales endémicos. El libro de Engels no es por tanto una curiosidad histórica sino un recuerdo de lo que hemos olvidado: que la clase es todavía relevante para entender la sociedad de hoy.

¿Creen que las prácticas documentales funcionan como las prácticas sociales en términos de influir en la sociedad?
Todas las prácticas culturales son prácticas sociales. Nuestra práctica cultural fue diferente porque trabajamos de otra forma. Fue fundamental para el proyecto que la gente obrera que participó contara su historia a su manera. Las historias de la clase obrera no las suelen escribir sus protagonistas, que es lo que marca la diferencia. La dominación de los medios de comunicación por parte de una clase media cada vez más alejada de las vidas y experiencias de la clase obrera significa que sus historias se filtran a través de un prisma de clase ajeno. Con el fin de influir en la sociedad en sentido progresista, es importante el proceso y no sólo el producto final. Dentro de los medios de comunicación convencionales, el proceso de producción es jerárquico; éstos se acercan a la gente obrera y se apropian, manipulan y distorsionan sus imágenes y palabras para que encajen en un discurso preexistente.

La entrevista con la joven de la zapatería en Moss Side [un barrio de Manchester] es un momento muy emotivo del documental. Pero muestra también una experiencia obrera colectivizada y multirracial.
Uno de los problemas del grupo que se juntó para llevar a cabo el proyecto dramático es que eran todos blancos. Inicialmente se juntaron unas treinta personas pero se retiró la mitad al percatarse de la importancia del compromiso requerido. Había algunas personas negras y asiáticas en el grupo inicial que luego se descolgaron. Lo que no valoramos, como londinenses, es la segregación tan grande que existe en Manchester debido a las distintas comunidades que allí residen. Esto constituye un problema en la medida de que la película trata de un grupo de personas que realiza el espectáculo y reproduce una visión homogénea de la clase obrera actual. De modo que sabíamos que teníamos que intentar corregir esto en la película. Cuando llegamos a Moss Side les entrevistados no nos dieron muchas alegrías al principio, ya que cuando los preguntábamos a qué clase pertenecían, contestaron que a la “clase del chanchullo” y no querían que los grabáramos. Y luego nos encontramos con Angie; la entrevista con ella fue increíble y sabíamos que la íbamos a utilizar y que iba a ser el centro de la película. Sí encontramos que mucha gente estaba enfadada, que había una frustración y dolor latentes debajo de la superficie; esto se veía en la entrevista con Angie. Esta dimensión psicológica y emocional de la opresión de clase es muy importante. No se trata de la “economía” o la “sociedad” en abstracto; se trata de la vida de las personas.