Jaime Nieto. Liverdades.es
El gigante asiático ha pasado de una tasa de
crecimiento medio del 7’4% entre 2010 y 2014 a una previsión de tan solo el
2,8% para 2015 según el Banco Mundial. Esa caída de más de 1/3 en el
crecimiento de la economía China no tiene tan solo consecuencias inmediatas
para el resto de la economía mundial, sino otras indirectas. En su expansión
hacia una economía de mercado, China se convirtió en 2014 en la primera
economía por PIB a nivel mundial, superando a EE.UU., por lo que si no nos
extrañó que la crisis financiera del país americano hiciera temblar a la
economía mundial, haríamos mal en quedarnos de brazos cruzados ante esta
sacudida.
China, cuyo crecimiento se ha sostenido durante
estos años en la expansión inmobiliaria y, sobre todo, en lasexportaciones, ha
tomado la determinación de devaluar su moneda nacional (el yuán) para impulsar
a las mismas. Esto efrenta a EE.UU. a un doble problema:
La capacidad de financiación de la economía China
fue a parar en buena medida a comprar deuda estadounidense. Esta deuda se
compró con yuanes que, tras la devaluación, tienen menor valor.
EE.UU. estaba a punto de llevar a cabo una
operación para fortalecer el dólar, que se encuentra perdiendo valor frente al
Euro en los últimos años. Si ya era difícil competir con las exportaciones
chinas en la situación actual, la devaluación China hace la apreciación del
dólar más peligrosa para la economía estadounidense.
Además, China cuenta con reservas de prácticamente
todos los recursos (incluso hay recursos, de alto valor económico, cuyas
reservas se encuentran exclusivamente en territorio Chino). Las turbulencias en
su economía han hecho que los precios internacionales de los recursos se
desplomen, afectando directamente a otros grandes exportadores de recursos como
Brasil.
Pero quizá lo más grave está pasando
desapercibido. Como ya es sabido, la llegada del pico del petróleo en 2006 ha
inaugurado una etapa de alta volatilidad en los precios del crudo, haciendo las
inversiones en la búsqueda de nuevos yacimientos o nuevas técnicas de
extracción, crecientemente inciertas. Los clásicos shocks del petróleo han
respondido históricamente a su encarecimiento (crisis del 73 y del 79), pero en
el futuro, la crisis probablemente adquiera un carácter más sistemático
vinculado a la volatilidad de su precio. En la actualidad nos encontramos en
una fase bajista, con los precios del petróleo por los suelos.
El petróleo es una materia prima que, en el
mercado internacional, se comercia en dólares. Esta es una cuestión
geoestratégica de tanta importancia, que fue uno de los principales motivos de
la invasión de Irak en 2003, pues Saddam Hussein había amenazado muy seriamente
con empezar a vender en Euros su crudo. No solo es que al ralentizarse la
economía China el propio sistema socioeconómico vaya a demandar menos petróleo
para sus automóviles, aviones, industrias, etc. La devaluación del yuán, es
decir, su pérdida de valor, hace más difícil la compra de dólares para adquirir
el petróleo (máxime si la Fed lleva a cabo la apreciación de su moneda). La
doble caída de la demanda China de petróleo, es muy probable, empujará los
precios todavía más hacia abajo. Para un país importador como España esto, de
manera directa, es una buenísima noticia en términos macroeconómicos, ya que
tendría un efecto positivo sobre el crecimiento del país. No obstante, en
EE.UU. esto puede desatar una crisis de consecuencias nefastas.
La crisis china y el petróleo: la vuelta de la
Gran Recesión.
Línea de rentabilidad de los pozos de fracking. La línea
representa
el precio del petróleo hace unos meses, la barra, el precio al que
cada yacimiento es rentable.
Es difícil exagerar las consecuencias del pinchazo
de la burbuja del fracking (que habría tenido lugar de todos modos, más tarde o
más temprano, pues las tasas de agotamiento de estos pozos son exponenciales),
pues sus mismos promotores son los que la han elevado a motor económico en
EE.UU.
Nos encontramos ante un panorama de una complejidad extraordinaria y que nos conduce, aparentemente y si no cambian muchas cosas, hacia una nueva Gran Recesión.