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Firma del Tratado de disolución de la Unión Soviética
y establecimiento de la CEI. Archivo RIA Novosti |
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Disiento profundamente de la visión socialdemocratizada sobre lo que debe ser hoy un Partido Comunista, implícita en el texto del autor.
También lo hago radicalmente respecto al socialchovinismo o socialpatriotismo del PCFR, que puede acercarle peligrosamente a los nazbol o nacionalbolcheviques de Limónov que, de lo primero tienen todo, pero de lo segundo nada.
Pero sí que tengo claro que, con la desaparición de la URSS y del "socialismo real" en Europa del Este, el mundo ha cambiado radicalmente y lo ha hecho para mal, para los habitantes y trabajadores de aquellos países y para el resto de la clase trabajadora del mundo que, durante todos estos años de capitalismo en su más pura esencia, no ha podido oponer frente al capitalismo la idea de que es posible construir sociedades que no estén basadas en la preeminencia de la propiedad privada sobre la emancipación de la explotación de los oprimidos de clase por sus opresores.
El desbridado capitalismo ha demostrado que es irreformable, que sólo puede ser destruido para liberar a la clase trabajadora del dolor, la humillación y la rueda destructora basada en el beneficio privado del trabajo colectivo.
Pretender que sea posible meter al capitalismo en cintura ganando unas elecciones "democráticamente" y ocupando el gobierno, pero no tomando el poder, es tan estúpido como intentar soplar y sorber a la vez. Podrá mantenerse, por un tiempo, un partido electoral en el gobierno pero, pasando los días ese partido será desalojado de él, sin cambiar radicalmente el mundo de base, o bien acabará pactando con aquellos a los que dice combatir. La experiencia de la socialdemcracia, devenida social-liberalismo, y de los partidos comunistas, involucionados hacia la socialdemocracia, lo ha demostrado un millón de veces.
Muchas veces, cualquier gobierno que esté ligeramente más a la izquierda que el fascio-liberalismo rampante es mejor para la clase trabajadora y sus condiciones de vida, pese a lo que ladren los pseudoizquierdistas para los que la máxima del "cúmplanse nuestras propuestas o húndase el mundo" es su único objetivo, aunque sea sólo un poco mejor, pero ¿es suficiente y, en el caso de Rusia, seguro que el gobierno de un PCFR que se socialdemocratizase sería mejor que el gobierno de Putin para la clase trabajadora rusa? Está por ver.
El PCFR conserva la memoria comunista, en gran medida degenerada por la visión estalinista del leninismo, y aún así eso es mucho y bueno, pero está muy lejos del carácter revolucionario de aquella fracción bolchevique con la que Lenin abrió la esperanza no sólo para Rusia y para las que luego fueron repúblicas soviéticas fedradas sino para el mundo entero.
Sin más, les dejo con este artículo respecto al que, no por disentir de una parte del mismo, dejo de ver cuestiones valiosas sobre las que reflexionar.
Rusia también
recobra su Memoria:
La mayoría de los ciudadanos añora la URSS
José María Torres. Crónica Popular
Muchos
nos preguntamos ¿qué pasará por la mente de los ciudadanos rusos, después de
dos décadas desde la desintegración de URSS? La generación más joven no presenció
aquellos acontecimientos ni vivió el derrumbe de la economía rusa, la
inseguridad y el empobrecimiento general de una población, acostumbrada a la
protección del Estado. Sin embargo, todavía la mayoría los puede recordar como
el traumático resultado de la quiebra de sus propias vidas. Ahora que el
Presidente Putin acaba de proclamar la vuelta de Rusia al tablero mundial con
cuatro importantes triunfos – el asilo político al ex-consultor de la CIA y de la NSA Edward Snowden, el fin de la guerra en
Siria, las negociaciones con Irán y la incorporación de Ucrania al proyecto
económico compartido en la Comunidad
de Estados Independientes -,
vuelve con fuerza la memoria de una nación influyente en el mundo.
Los
avances de Rusia en la re-integración del espacio postsoviético, su decisión de
mantener los viejos aliados de la URSS en Oriente
Próximo e incluso recuperar
otros en la América Latina con indudable éxito, obligará a
Occidente a renunciar a su prepotencia y negociar las áreas de influencia. La
recuperación de Rusia en la geopolítica global infundirá, sin duda, vigor a su
sentimiento nacional, tradicionalmente internacionalista y solidario,
desquitándose de la humillación que supuso la desintegración de la URSS e incluso la pérdida del poder por
el Partido Comunista Ruso.
¿Cómo
se sienten hoy el pueblo ruso y los pueblos de aquellas 15 Repúblicas asociadas
en la URSS [1]
transcurridos veinte años largos desde el cataclismo regional que provocó su
desaparición? Por cierto, para muchos de nosotros, expectantes del desenlace de
la“perestroika”, permanece imborrable el recuerdo del dramático
bombardeo del Soviet Supremo con artillería pesada, ordenado por
Boris Yeltsin en octubre de 1993. Fueron acontecimientos de enorme tensión
mundial que dieron un brusco volantazo al carro de la Historia. Durante
estos veinte años Occidente ha buscado consolidar su propio Orden Mundial, pero entra en el
año 2014 con profundas grietas en su predominio global.
La desintegración de la URSS
Aunque
la mayor parte de la documentación disponible en los servicios secretos rusos
no ha sido desclasificada, han ido apareciendo informaciones valiosas que
quedaron en el olvido o, simplemente, se silenciaron por los medios
occidentales, interesados en imponer su propia versión de la liquidación de la Unión Soviética.
Cuando, tras una derrota, se lucha por recuperar la Memoria como una tarea
colectiva, se abren las puertas para una nueva conciencia política necesaria.
La búsqueda de la verdad desde la óptica de las clases explotadas se convierte
en una prioridad.
Con la
firma del Tratado de Belovezh [2] – 8 de diciembre de 1991 – se
ponía fin a la URSS y en su lugar se creaba la Comunidad de Estados Independientes con muy poco éxito en un origen. Hoy
se puede afirmar que las reformas de Gorbachov desembocaron en una depresión
económica en Rusia y en una posterior crisis monetaria, que podía observarse ya
en el verano de 1988 en las calles de Moscú con la existencia de un mercado
negro del dólar, que acentuó la carcoma de la inflexible economía planificada
[3]. Las 15 Republicas de la URSS se separaron a una [4], como si cada
una buscara su propio destino, rompiendo los lazos comunes adquiridos en 75
años, y Occidente encontró vía libre para vender su proyecto de libertad de mercado en un espacio virgen lleno de
oportunidades para un nuevo modelo de acumulación de capital.
A
mediados del año 1992, unos meses después de finiquitada la URSS (podemos fijar este momento el 26 de
diciembre de 1991, cuando la bandera de la Rusia zarista fue izada en el Kremlin tras
arriarse la bandera soviética), habían comenzado a aplicarse bruscamente
la recetas neoliberales bajo la
Presidencia de Yeltsin y la dirección de un Gobierno (Yegor
Gaidar) en íntima coordinación con los sabios del FMI, mientras la Constitución
soviética seguía vigente en Rusia y el poder legislativo y judicial continuaban
desarrollando sus funciones [5]. Era decisivo avanzar en las reformas, pues
Rusia no podía renunciar a su papel de Estado Central en la región y, además,
resolver su profunda depresión económica. El riesgo era la explosión de una
crisis institucional que crearía un gran desorden social, con la amenaza de una
guerra civil, con consecuencias impredecibles para el equilibrio mundial y para
el Socialismo, que se dio
por muerto por Occidente.
El Parlamento (Soviet Supremo) en
1993, con sus diputados en funciones, provenientes de unas elecciones que se
habían celebrado anteriormente al Tratado
de Belovezh de 1991, se
alzaba como el poder legislativo constitucional, que además gozaba de gran
legitimidad por haberse opuesto al Autogolpe del 19 de agosto de 1991, que Yeltsin
supo capitalizar [6]. Como Boris Yeltsin viera que representaba un obstáculo a
la implantación acelerada del capitalismo en Rusia decidió ordenar su clausura,
mediante el famoso Decreto
presidencial 1400que le daba todo el poder para imponer las reformas
económicas neoliberales sin ninguna oposición institucional interior.
El
Parlamento reunido en el mes de octubre de 1993, en sesión plenaria (10º
Congreso) declaró esa disposición ilegal y recibió el total respaldo del
Tribunal Constitucional. Ambas instituciones valoraron la decisión de Yeltsin
como un intento de Golpe de Estado, lo destituyeron y nombraron Presidente de
Rusia al entonces Vicepresidente Alexander Rutskoy [7]. Bien seguro del firme
apoyo occidental, Yeltsin se opuso frontalmente a su destitución y devolvió la
amenaza al Soviet Supremo
(Parlamento). Entonces, el recién elegido Presidente – Rustkoi – llamó al
pueblo a defender el Parlamento, pero Yeltsin logró que una unidad militar
comandada por el Ministerio del Interior sacara los tanques a la calle y
resolvió el dilema bombardeando el edifico del Parlamento, mientras los
demócratas occidentales mostraban su agrado por esta acción criminal. Este
Golpe de Estado que costó cientos de víctimas (cifras oficiales de casi dos
centenares y otras estadísticas llegan hasta mil) fue silenciado y maquillado
en Occidente como un triunfo de la democracia neoliberal.
Uno de
los trofeos ideológicos de Occidente fue la difusión de un nuevo concepto de la Historia y de su
evolución, haciendo creer al pensamiento global que el capitalismo realmente
existente había derrotado finalmente al ‘comunismo’ como sociedad que
alcanzaría la eliminación definitiva de la esclavitud asalariada y de toda
explotación y opresión, ideales que formaban parte del imaginario colectivo que
había calado en la conciencia de los trabajadores de todo el mundo desde el
siglo XIX. Se jugó con los símbolos para nublar las conciencias. Se hizo creer
a las izquierdas que esta victoria era una consecuencia lógica de la
superioridad del capitalismo sobre el socialismo, el cual había sido definitivamente
derrotado por la vía democrática. Y con ello se propagó el dogma de que los
comunistas, socialistas y toda clase de anticapitalistas nunca ganarían unas
elecciones democráticas pues su naturaleza era totalitaria y, por tanto,
anti-democrática. Quisieron imponer la simetría entre fascismo y comunismo pero
este aborto intelectual no pudo ni podrá prosperar por ser llanamente un
atentado a la inteligencia. La contra-revolución conservadora norteamericana
logró, no obstante, reducir los niveles de conciencia política en todo
Occidente y en particular en el espacio europeo.
Entrando
2014 asistimos ya al fin de la hegemonía occidental sobre los aliados de Rusia,
especialmente en Oriente Próximo. Rusia presenta hoy un sistema de economía de
intervención estatal, con un importante sector público, con unas relaciones
estrechas de apoyo al desarrollo económico y técnico de la Revolución Bolivariana,de la Revolución Popular
Sandinista [8]; un muy buen
entendimiento estratégico con China que crea dolor de cabeza a la Administración
norteamericana… siempre dispuesta a buscar una contradicción nueva para jugar
el “divide et impera” y desestabilizar a los Gobiernos. Rusia, además,
tiene hoy un fuerte Partido
Comunista con gran
implantación en las instituciones y la sociedad civil: segunda fuerza política
y primera en ascenso como revelan los datos electorales.
Los intelectuales orgánicos del
capitalismo, tras la extinción de la URSS, declararon el “Fin de la Historia” y afirmaron que la historiografía
mundial del siglo XX tenía que volver a ser escrita pues, desde el siglo XIX,
se había venido aceptando universalmente el principio de que “el socialismo
era un régimen social superior al capitalismo y que su advenimiento estaba
determinado por el propio desarrollo económico con independencia de las
voluntad de los seres humanos”. Para ellos, el fracaso de la URSS demostraba que se trataba de un “dogma
de fe” y que el socialismo era un sistema totalitario, incompatible con la
democracia y que los partidos socialistas nunca lograrían una victoria
electoral a menos que se plegaran a la doctrina del libre-mercado neoliberal.
Este era el juego.
La visión de Occidente del
Golpe de Estado de 1993 y del Autogolpe de 1991
Occidente,
priorizó como signo de la quiebra de la Constitución soviética, no al Golpe de Estado de Yeltsin de 1993 sino al Auto-Golpe de 1991 contra Gorbachov, cuando
descansaba en su residencia presidencial de Foros, en Crimea. El intento de
secuestro del entonces Presidente de la URSS fue promovido por un grupo de altos
funcionarios del Estado y del poder ejecutivo (Ministerios, KGB, Vicepresidencia y máximos
directivos de la economía planificada) en un intento de dar marcha atrás y
suprimir la “perestroika”. Los medios occidentales presentaron,
entonces, este Autogolpe fracasado como el acto determinante de
la “implosión de la URSS”.
En
realidad, este más que lamentable incidente, tragicómico y desesperado se
utilizó para desacreditar al comunismo como ideología y, por extensión, al
socialismo y demonizar todo intento popular de superar las lacras y la barbarie
depredadora del sistema capitalista occidental. Era la más clara demostración,
dijeron, de la incompatibilidad del comunismo con la democracia del pueblo. El
fracaso estrepitoso de este Autogolpe revelaba también que la burocracia del
poder del Estado estaba por encima de la capacidad de decisión del partido y
dio alas al ascenso definitivo de Yeltsin, que, ni corto ni perezoso, procedió
el 6 de noviembre a decretar su ilegalización, un mero acto de voluntarismo por
otra parte, pues esta fuerza política reaccionó rápidamente impidiendo la
aplicación de tal medida y reorganizándose. Sin embargo, tuvo un efecto
demoledor para la moral y la credibilidad de sus seguidores, amigos y asociados
en todo el mundo.
Resulta
curioso que en la Rusia
actual, la ciudadanía considere el fiasco de 1991 un acto secundario en el
proceso de quiebra del Estado que los protegía, mientras en los diarios
occidentales lo celebran como el acto desencadenante de la disolución de la URSS – e incluso del fin de los Partidos Comunistas [9]. Y al revés, los medios
occidentales pasan de puntillas del Golpe
de Estado de Yeltsin en 1993
e incluso lo califican con su característica vanidad como un acto heroico de
Yelsin, llegando hasta el colmo de culpar a los mismos parlamentarios de
responsables de la sangre derramada por negarse a abandonar el Parlamento [10]
y protegerlo con sus vidas junto con los miles de moscovitas que acudieron a defender
la legalidad, contra la tiranía.
Y con
el tiempo, a medida que Rusia recupera su papel histórico, se caerá el disfraz
dejando al descubierto la vacuidad de las interpretaciones occidentales, para
reconocer justamente que fue la militancia y dirección delPartido Comunista
Ruso – hoy, el partido más
grande y mejor organizado de Rusia -, quienes tuvieron que tragar con toda la
operación de sabotaje y derribo de las instituciones soviéticas, así como del
caos económico y empobrecimiento masivo del pueblo ruso, resultante de
la aplicación de la “doctrina del Shock” [11] por el sarcástico
economista Yegor Gaidar con la inestimable ayuda del FMI, etc., etc.
Éstos
últimos fueron los facilitadores de un tropel de oligarcas que amasaron enormes
riquezas, dilapidaron los ahorros del pueblo ruso y robaron a mansalva
privatizando en tiempo record, a precios de saldo, los bienes públicos del
pueblo ruso. Resistir la destrucción de su obra, asumir la responsabilidad en
el desastre, identificar las deficiencias y reagruparse para volver a empezar:
este fue el alto precio que el Partido fundado por Lenin ha tenido que pagar
por los errores cometidos [12].
La
misma música que hoy
suena en el Reino de España: unos pocos se enriqueces saqueando al Estado y
empobreciendo a todo el pueblo. El paralelismo nos invita a conocer mejor
el caso ruso donde las cosas hoy están cambiando.
¿Cómo evoluciona la percepción
ciudadana rusa de aquel desastre nacional?
Yeltsin
gobernó Rusia con el viento de la contrarrevolución neoliberal a favor, desde
el 10 de julio de 1991 hasta el 31 de diciembre de 1999, en que, odiado por el
pueblo ruso, dejó la
Presidencia en manos de su primer ministro Vladimir Putin,
que lentamente ha sabido volver a dar un nuevo giro a la izquierda. Lejos de
adaptarse a los intereses occidentales ha sabido y logrado zafarse del
neoliberalismo occidental y poner coto a su expansionismo.
Rusia
ha recuperado bajo el liderazgo de Putin una parte de su dignidad nacional, ha
recompuesto un importante sector de economía pública, ha nacionalizado grandes
empresas y, en particular, la del sector energético y ha limitado el desarrollo
de la gran propiedad privada desbaratando la estrecha alianza entre los
oligarcas rusos y los financieros occidentales. En suma, ha reconstruido la
autoridad del Estado y ha recuperado una parte del poder sobre la geopolítica
de la antigua URSS, sin URSS. Aunque no propugna el socialismo, sí que ha
implementado un movimiento contrario al neoliberalismo occidental de
fundamentalismo de libre-mercado. Ha logrado detener la avalancha de
destrucción de las economías familiares del pueblo ruso y, a medida que la
población ha ido mejorando su condición, ha reconstruido también el viejo papel
protagónico de Rusia como Estado central de las Repúblicas periféricas que
antaño integraban la URSS.
No hay
que olvidar que Rusia es una Federación, un Estado de por si complejo de administrar
por la amplitud de su territorio – 17.075.400 km²- , poblado por unos 140 millones de
habitantes. Su seguridad depende del concierto y la cooperación con todos
ellos, por lo que tiene que desarrollar como pueblo lazos de comunidad muy
intensos que terminan por configurar la idiosincrasia cultural y la particular
psicología del pueblo ruso.
Al
respecto resulta muy ilustrativo detenerse en algunos registros reveladores de
las tendencias de opinión de los ciudadanos de estas Repúblicas. .
Una encuesta de Gallup: la mayoría de
ciudadanos añora la URSS
Nos
referimos a la noticia publicada recientemente en “Rusia Today” (22 de
diciembre de 2013), “Corazones ‘rojos’: la mayoría de los ciudadanos
ex-soviéticos añora la URSS [13], extraida de la Agencia AFP y que ha sido difundida por varios
medios alternativos [14].
La
encuesta, realizada por la consultora norteamericana Gallup, se presentó a
1.000 participantes de 11 Repúblicas post-soviéticas. Son consultas que se
hacen casi todos los años con el fin de obtener información sobre la evolución
del pensamiento y sentimiento de la población de estos nuevos países
independientes surgidos de aquel colapso. Este estado de opinión tiene gran
importancia en las elecciones legislativas y Presidenciales de cada país y
también en los programas de los candidatos.
De
ella se puede extraer la conclusión de que los encuestados añoran los niveles
de atención social y la seguridad de las Repúblicas exsoviéticas y rechazan las
políticas de privatización y de la libertad de mercado sin intervención del
Estado.
”Aproximadamente
un 51% de los encuestados, sobre todo en Armenia, Rusia y Ucrania, considera
que la desintegración del bloque comunista no ha resultado beneficiosa,
desencadenando violencia y conflictos étnicos en el espacio postsoviético,
mientras que un 24% valora la desintegración de la Unión Soviética
como algo positivo. En lo que se refiere a Rusia, un 55% cree que este cambio
geopolítico dañó a su país y sólo un 19% de los rusos cree que el colapso de la URSS mejoró su estilo de
vida.
El
estudio revela que las personas mayores de 30 años son más propensas a sentir
nostalgia por el pasado soviético y a creer que el derrumbe de la URSS perjudicó a sus países,
mientras que los jóvenes sin recuerdos del pasado soviético suelen percibir su
situación actual con más optimismo.
Según
la información estadística, un 33% de los jóvenes encuestados califican la
desintegración del bloque de ”dañina”, mientras que aproximadamente un 30% de
las personas menores de 30 años ven ciertas ventajas. A su vez, un 20% de
participantes en el sondeo no hacen estimación alguna o se niegan a contestar.
El
resultado de la encuesta sugiere que “la libertad que pensaron que podrían
obtener después de la caída de la Unión Soviética no se ha materializado”, afirma
el estudio. En este contexto, es muy notorio el caso de la república de
Tayikistán, donde un 61% de los encuestados teme dar una opinión política.
Asimismo,
el sondeo de opinión pública demuestra que una parte significativa de los
ciudadanos de las exrepúblicas soviéticas no vislumbra ninguna mejora a corto
plazo, dando por hecho que tras la desintegración de la URSS las generaciones
posteriores tendrán menos oportunidades, mientras que un 18% tienen confianza
en el futuro.
¿Cree que la desintegración de la URSS fue beneficiosa para
las repúblicas que la componían? [15]
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No, la desintegración provocó conflictos étnicos,
violencia y crisis sociales.
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68,40%
|
Resulto ser un proceso dispar, ya que algunas repúblicas
salieron mejor paradas que otras
|
22,40%
|
Sí, porque ahora la sociedad de las repúblicas
postsoviéticas tiene más libertades y oportunidades
|
9,20%
|
Cómo recuerdan los rusos el
Golpe de 1991
Centrándonos
ahora en Rusia, hemos recurrido a una encuesta que fue comentada por la Agencia rusa de noticias ITAR-TASS, de agosto de 2013
[16], de la que reproducimos algunos párrafos:
Sólo
el 10 por ciento de la población considera la victoria sobre los comunistas de
la era soviética como un triunfo de la democracia.
Hoy
en día, los rusos tienen recuerdos oscuros de la euforia que abrazó el país
después de la victoria de las fuerzas democráticas en Moscú y el fracaso del
putsch comunista el 19 de agosto de 1991. Durante los últimos veinte años, los
acontecimientos de aquellos días han caído en el olvido y la decepción.
Una
encuesta de opinión llevada a cabo por el Centro Levada en 18 a 22 julio de este año
muestra que el 39 % de los rusos consideran los acontecimientos del 19 a 22 agosto 1991 como un
episodio en la lucha de poder en niveles más altos del país, el 33 % lo
describen como un trágico evento, que tuvo consecuencias nefastas para el país
y su gente, el 13% piensa que fue la victoria de la revolución democrática, que
puso fin a la regla del PCUS, el 15% de los encuestados dudó en dar una
respuesta. Curiosamente, pero las encuestas realizadas en años anteriores
habían mostrado aproximadamente los mismos resultados. La única excepción es
que los jóvenes tienden a saber menos y menos sobre esos acontecimientos.
Durante la última encuesta, el 80 % de los jóvenes menores de 24 años no pudo
formular su actitud hacia el putsch de agosto de 1991.
Sólo
un cuarto de los rusos (25%) en comparación con un tercio (33 %) hace cinco
años creen que el país comenzó a desarrollar en el camino correcto después del
intento de golpe de Estado. Al mismo tiempo, el número de los que piensan lo
contrario ha aumentado del 40 % al 44%.
La
autoridad del Partido Comunista de la Unión Soviética
(PCUS) fue totalmente socavada por el golpe de Estado. Al mismo tiempo, Boris
Yeltsin, quien era entonces el presidente de la República Socialista
Federativa Soviética de Rusia (RSFSR), y sus seguidores consolidaron sus
posiciones.
El Partido Comunista Ruso,
principal partido de la oposición
No es
fácil encontrar fuentes objetivas que den información sobre el estado del Partido Comunista de la Federación Rusa.
En busca de la objetividad no sirve informarse de lo que este Partido Comunista
piense de si mismo, pues se acostumbra a que la propaganda prime sobre la
objetividad.
Cuando
se habla de la Rusia
de hoy, nos estamos refiriendo a la Federación Rusa, un Estado enorme que abarca
17.075.400 km² y
está poblado por unos 140 millones de habitantes, se compone de 83 entidades
federadas, 21 de ellas son Repúblicas, con su propia Constitución que disfrutan
de un alto grado de autonomía sobre la mayor parte de cuestiones internas y
estas corresponden a algunas minorías étnicas de Rusia (aunque no siempre sean
mayoritarias en ese territorio). El territorio restante consiste en 9 krais (unidades territoriales), 46
provincias conocidas como óblasts, 4 distritos autónomos y una óblast autónoma.
Aparte de esto, hay dos ciudades Moscú y San
Petersburgo que tienen
rango de entidad federada.
El Partido Comunista tiene presencia en todos ellos y sus
resultados electorales han ido creciendo año tras año. En todas las elecciones
presidenciales desde la caída de la Unión Soviética, el candidato comunista ha
terminado en segundo lugar y en algunas zonas es el primero. Hoy ya se ha
consolidado como el principal partido de la oposición.
Si consultamos,
por ejemplo, la enciclopedia Wikipedia [17] claramente proclive a los intereses
occidentales, obtenemos esta información (la negrita es nuestra):
El
Partido Comunista de la
Federación Rusa, asume la herencia del PCUS.
Su
ideología oficial es el marxismo-leninismo y el patriotismo.
El partido ha resaltado su carácter exclusivamente ruso y constantemente ha
invocado el patriotismo ruso, además del marxismo-leninismo oficial del PCUS.
El
electorado del partido se compone principalmente de jubilados, obreros industriales y
empleados de las organizaciones sin fines de lucro. En los últimos años
también han visto un crecimiento en su apoyo de los grupos de jóvenes
izquierdistas, como la Vanguardia de
la Juventud Roja. Un representante del PCFR estuvo presente en la Conferencia de “La Otra Rusia” de los
partidos de oposición en 2006. También las elecciones recientes de 2007 fueron
testigo de un número creciente de electores no izquierdistas que dieron sus
votos para el partido ya que no encontraron otra alternativa tangible.
Otro
dato indicativo del perfil del PCFR es el acercamiento que ha iniciado Ziuganov
a la Iglesia Ortodoxa
Rusa, renunciando al ateismo, en un claro reconocimiento de que muchos miles de
militantes comunistas son creyentes [18].
Los resultados de las
elecciones legislativas en Rusia
Un
dato bastante objetivo para evaluar la fuerza y la acogida popular del Partido Comunista de la Federación Rusa son los resultados electorales.
En
Rusia, después del maremagnun de las elecciones legislativas de 2003, a las que se
presentaron 26 formaciones políticas obteniendo diputados 13 de ellas, se elevó
el techo al 7% de los votos para obtener escaños y limitar la proliferación de
partidos.
Actualmente,
en la Duma estatal, sus 450 escaños se reparten
exclusivamente entre 4 partidos. La 5ª formación política YABLOKO pro-occidental solo obtuvo en las
últimas elecciones de 4 de diciembre de 2011, el 3,43% de los votos quedando
excluida del parlamento. Sabemos que YABLOKOha
funcionado como cabeza de
puente del neoliberalismo,
sus líderes son pro-occidentales, defienden el proyecto de Yeltsin para Rusia y
su proyecto es occidentalizar a la clase media ascendente. Diarios como EL PAIS no han podido ocultar sus simpatías
por esta formación política.
Como
puede verse en el Cuadro adjunto, el partido mayoritario RUSIA UNIDA que preside Vladimir Putin ha ido
perdiendo fuerza entre 2007 y 2011 aunque todavía supera el 50% de los escaños
de la Cámara.
Por el
contrario el Partido Comunista
de la Federación Rusa,
ha ido incrementando su presencia parlamentaria en los últimos 10 años,
consolidándose como primer partido de la oposición… y no sería de extrañar en
un futuro, aunque no inmediato- la vuelta del PC de Rusia al Gobierno de la Federación, esta vez
por la vía democrático-electoral como ha ocurrido en el caso de Nicaragua, con
el regreso del FSLN.
La
noticia de un triunfo electoral de PCFR,
daría la vuelta al mundo y estimularía sin duda la moral de la izquierda
europea, desmontaría el dogma de que los PC nunca alcanzarán la hegemonía por la
vía electoral debido a su supuesta naturaleza totalitaria y cambiaría
abrumadoramente la correlación de fuerzas a favor de la construcción del Socialismo. Es necesario
deshacer el mito neoliberal de que con sus recetas privatizadores la
economía crece para trabajadores y propietarios del capital. La experiencia ha
mostrado hasta el empacho que cuando se da plena libertad de acción a los
capitalistas privados estos se adueñan del Estado y lo hacen intervenir
únicamente a su favor, privatizan toda empresa pública rentable y destruyen el bien común de las comunidades en aras del
beneficio personal. Este fundamentalismo es simétrico del otro que sostiene que
la solución al problema de la desigualdad y la pobreza pasa por una economía
que esté por completo en manos de un Estado paternalista y todo trabajador
tenga seguridad, aunque sea un antisolidario. Incluso en Cuba ya ha caído este
mito.
Notas:
[1] La URSS integraba un inmenso
territorio de 15 Repúblicas declaradas todas ellas socialistas, con
Constituciones propias. Eran éstas Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Estonia,
Georgia, Kazajistán, Kirguistán, Letonia, Lituania, Moldavia, Rusia,
Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania, Uzbekistán, un inmenso territorio de
17.075.400 km2 de extensión, lleno de riquezas naturales con un estado
relativamente centralizado pero con multitud de instituciones públicas y cuyas
economías perdieron eficiencia debido a un sistema caduco de paternalismo
estatal. El referéndum decretado por Gorbachov para ver qué Repúblicas querían
seguir manteniendo la URSS
fue ganado por mayoría de votos, pero solo en 9 de ellas (Rusia, Ucrania,Bielorusia, Kazajstán,
Azerbaiyán, Uzbekistán, Kirguistán, Turkmenistán y Tayikistán), el resto
haciendo uso del derecho de autodeterminación garantizado por la Constitución de la URSS optó por separarse de
una Rusia con sus instituciones todavía soviéticas, y no participar en el
referéndum. La influencia occidental era evidente y Gorbachov no fue capaz de
detener el ritmo de desintegración institucional de la URSS, cediendo al proyecto
estadounidense que buscaba privatizar Rusia, apoderarse de sus inmensos
recursos naturales y activos de capital y dar un nuevo impulso triunfal al
neoliberalismo
[2]
Este Tratado de Belovezh – 8 de diciembre de 1991- promovido por Yeltsin ha
sido cuestionado por ilegal. De hecho, el 21 de diciembre de 1991, se firmó el
Protocolo de Almá-Atá, confirmando el desmembramiento y la consecuente
extinción de la Unión
Soviética. Por otra parte la disolución de la URSS se acordó legalmente por
el Soviet Supremo el 26 de
diciembre de1991, al
día siguiente de la renuncia de Gorbachov a la Presidencia de la URSS. Tras aceptar la
renuncia deGorbachov reconoció la desaparición de la Unión. Ese mismo día se
arrió la bandera soviética del Kremlin izándose la de la vieja Rusia de los
Zares.
[3]
Las reformas eran necesarias en una URSS de rígida planificación de la economía
donde el mercado funcionaba en la clandestinidad y el valor de las mercancías
se determinaba por el Estado. Este voluntarismo exacerbado creó grandes
desajustes y dio gran ventaja a Occidente donde triunfaba –en esos años – todo
lo contrario. El analista chino Liu Shulin, profesor del Colegio de Ciencias
Sociales de la
Universidad Tsinghua explicó el fracaso de la perestroika en un
análisis publicado el 20-may-2011, en el diario oficial de la República Popular
China (El pueblo en línea). cuatro
lecciones del derrumbe de la
Unión Soviética,
http://spanish.peopledaily.com.cn/31619/7387119.html,
[4]
Las declaraciones de independencia se precipitaron en la casi totalidad de las
Repúblicas tras el fracaso del autogolpe de estado para destituir por la fuerza
a Gorbachov en agosto de 1991
[5] La
actual Constitución de la
Federación de Rusia fue adoptada por referéndum el 12 de
diciembre de 1993 y entró en vigor el 25 de diciembre de 1993, sustituyendo a
la anterior Constitución de la República Socialista Federativa Soviética de
Rusia (RSFSR) del 12 de abril de 1978. En el simulacro de referéndum para su
aprobación solo votaron a favor 32.937.630 ciudadanos de un total 106.937.630
electores inscritos, o sea un 31,02%. Sin embargo, como la participación fue
del 54,5% el resultado del Referéndum se dio por válido. No hubo ningún control
de esos resultados ni interno de la oposición ni siquiera externo.
[6]
Ver documental en youtube Tres días de tensión: un golpe frustrado y una
nueva rusia
[7] El
vicepresidente Alexander Rustkoi, y Jazbulatov se habían opuesto al Autogolpe
de agosto 1991, en unión de todo el Soviet Supremo que presidía el mismo
Jazbulatov. En este episodio coincidieron con Yeltsin, pero éste lo aprovechó
para catapultarse a la fama de “libertador”, tópico acto de privatización del
acerbo colectivo.
[8] El
Gobierno de Daniel Ortega fue el primero en reconocer la independencia de
Abjasia y Osetia del Sur, antiguas provincias de Georgia, tras la breve y
cruenta guerra con Rusia en agosto de 2008. En plena guerra, ambas provincias
lograron sus aspiraciones de convertirse en Repúblicas independientes y se
integraron en el espacio económico de Rusia. Esta decisión de Nicaragua
restableció los viejos lazos con Rusia (entonces la URSS) y reforzó la
amistad abriendo espacios de cooperación económica con Rusia.
[9]
Ver artículo de Pilar Bonet “Tres días de agosto que precipitaron el fin del
imperio soviético”,
publicado
en EL PAIS el 18-agosto-2011. Un trabajo, por lo demás, lleno de elementos de
distracción y de hábil manipulación de los hechos, pues se centra
básicamente en el Autogolpe de 1991 como determinante de todo el proceso
posterior. Cuando cita la acción dictatorial de un Yeltsin depuesto por el
Parlamento en 1993, se limita a escribir la simpleza de “La orden de
Borís Yeltsin de cañonear el parlamento en octubre de 1993 fue un terrible
trauma para el Estado que acababa de liberarse del Imperio”.
Compárese
el contenido de esta crónica claramente tendenciosa de Pilar Bonet o con el
relato sobre el Golpe de Yeltsin en 1993 publicado en youtube. “Crisis
constitucional rusa 1993”, Publicado el 10-oct-2012
[10]
Ver crónica de Ignacio Cembrero,”El gobierno español culpa de la violencia
en Moscú al disuelto parlamento ruso”http://elpais.com/diario/1993/10/07/espana/749948419_850215.html
publicado
en EL PAIS del 7 OCT 1993.
“El
jefe de la diplomacia española, Javier Solana, reiteró ayer su total apoyo al
jefe de Estado ruso ante la comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los
Diputados… El Parlamento ruso es doblemente responsable de la violencia, según
Solana, porque incumplió lo acordado en la negociación con Yeltsin e instó a la
insurrección popular”. Esta la clase de iconos que han enlodado la conciencia
de una buena parte de la izquierda española.”
En cuanto
a los muertos en el enfrentamiento las informaciones oscilan entre 200 y un
millar de víctimas
[11]
El 21 de septiembre de 1993 Yeltsin al estilo Pinochet disolvió el parlamento
“(Gorbachov)
es un líder audaz, decidido y valiente” Margarett Thacher dixit.
Relato
sobre el Autogolpe a Gorbachov en agosto de 1991 (10, 21 y 22) y del Golpe de
Estado de Yeltsin el 3 y 4 de octubre de 1993. Verlo en youtube el magnífico
documental LA DOCTRINA
DEL SHOCK
[12]
Ver
nota 3
[13]
“Corazones ‘rojos’: la mayoría de los ciudadanos ex-soviéticos añora la URSS”
Publicado:
22 dic 2013, AFP / Sergei Supinsky.
[14]
Se ha publicado en estos días en las Webs de CUBADEBATE, TERCERA-INFORMACION y otras de Latinoamérica.
[15]
Téngase en cuenta que la encuesta solo fue dirigida a ciudadanos de las
Repúblicas asociadas en la antigua URSS, excepto en Rusia
[16]
“La
mayoría de los rusos son indiferentes al intento de golpe de 1991, muchos no
han oído hablar de él en absoluto”, porAlexandrova
Lyudmila, 19 de agosto de 2013.
[17]
Ciertamente Wikipedia es una fuente de información neoliberal pero sabiendo
esto no hay que desdeñar su consulta ya que la horquilla entre realidad e
interpretación manipulable se ha cerrado mucho ante el hecho indiscutible de
que el PCFS está recibiendo un creciente apoyo popular y podría llegar a
convertirse en el partido gobernante. Sabiendo leer entre líneas es fácil
percatarse de la preocupación occidental del ascenso de este PCFR por el gran
impacto que tendría sobre todos los PCs de la Unión Europea.
[18]
Extraemos del diario EL MUNDO, alineado con la ideología neoliberal y reacio al
Socialismo, esta curiosa noticia referida a Ziuganov, publicada el 24 de
enero de 2013 poco después de celebrarse el XV Congreso del Partido Comunista
de la Federación Rusa: “El líder del PCFR es doctor en
Filosofía, ha sido cuatro veces candidato a la presidencia de Rusia, y en las
cuatro ocasiones quedó en segundo lugar. Sin embargo, los comunistas rusos están más unidos que nunca y la crisis global hace que el mundo
vuelva a girarse hacia el socialismo. O así lo han transmitido durante el
citado congreso en Moscú”.
“A
pesar de la reelección de Ziuganov, desde algunos sectores del partido se
empieza a criticar algunas de sus actitudes,
como por ejemplo su acercamiento a la Iglesia ortodoxa. El viejo debate de qué hacer
con la religión en una ideología que apenas deja espacio para lo divino es tan
viejo como la revolución bolchevique.”
“Ziuganov
seguirá liderando a los comunistas rusos, 20 años después”