8 de enero de 2011

¿CÓMO SE HA LLEGADO HASTA AQUÍ? BREVÍSIMA HISTORIA DE IMPOSICIÓN DE POLÍTICAS ECONÓMICAS NEOLIBERALES


Marshall Auerback. Revista “Sin Permiso”
Un asiduo lector de New Deal 2.0 plantea una aguda cuestión:
"Hay una cuestión que no consigo responder nunca. Muchos expertos dicen que la ideología neoliberal se abrió paso en los 80 con Reagan, Thatcher y la escuela de Chicago. Pero sigo in entender qué hizo posible tal giro en la economía política. ¿Qué elementos, qué nuevas fuerzas en los 80 pueden explicar ese cambio ideológico y las desigualdades que le siguieron?"
Asuntos, todos, muy dignos de exploración, y yo desde luego no puedo hacerles justicia en una respuesta de dos líneas más que recomendando el soberbio libro de Yves Smith Econned. El libro proporciona una excelente explicación histórica del modo en que unas teorías de todo punto infundadas pero ampliamente aceptadas llevaron a la práctica de políticas que generaron el actual estado de cosas. También ilumina la capacidad de esas filosofías para resucitar incluso cuando se acumulan pruebas concluyentes contra ellas. Documenta no sólo la creciente degradación de los economistas profesionales neoclásicos (y su concomitante tendencia a reducir la suma de la experiencia humana a una serie de ecuaciones matemáticas), sino también la manera en que fundaciones muy bien financiadas subvencionaron a universidades y think tanks que, a su vez, legitimaron y validaron esas filosofías charlatanescas. La idea de que los gobiernos democráticamente elegidos deben servirse de políticas fiscales discrecionales para contraestabilizar las fluctuaciones del ciclo del gasto no-público llegó a ser vista como algo muy cercano al socialismo. Los poderes que toman decisiones políticas fueron puestos gradualmente en manos de un cuerpo políticamente incareable de tecnócratas neoliberales que pontificaban sobre las limitaciones de los gobiernos y reforzaban las posiciones fiscalmente procíclicas, es decir: reforzaban la contracción discrecional cuando los estabilizadores automáticos llevaban a grandes déficits presupuestarios como resultado de la débil demanda no-pública.
Ese cambio en nuestras políticas públicas fue acompañado por toda una toma de control de los juristas en una larga marcha a través del poder judicial. Fue un esfuerzo, patrocinado por las grandes empresas, centrado exclusivamente en el asunto de la desregulación, y culminó con un esfuerzo titánico para abrogar las reformas del New Deal, yugular el poder de los sindicatos y atar corto al gobierno (salvo en materia de defensa, huelga decirlo, que desplegó su propio y formidable ejército de lobbistas).
Responder a la cuestión planteada por nuestro lector pasa por reconocer que este ha sido un proceso que ha durado décadas y que ha venido acompañado de enormes sumas de dinero y un vasto ejército de fuerzas empresariales, jurídicas y políticas empeñado en frustrar cualquier alternativa progresista. Ha acontecido en un trecho de tiempo de 40 años. Regulación y supervisión laxas; una creciente desigualdad que llevó a las familias a endeudarse para mantener el nivel de gasto; codicia y exhuberancia irracional y liquidez global excesiva: todos esos son síntomas del problema.
¿Pero cómo empezó todo? El análisis que realizó al final de su vida el gran economista Hyman Minsky es particularmente potente, porque permite ver esos cambios desde una vasta perspectiva histórica. Minsky llamó a la situación salida de la II Guerra Mundial "capitalismo paternalista". Se caracterizaba por un "Tesoro público enorme" (cuyo gasto equivalía al 5% del PIB) dotado de un presupuesto que oscilaba contracíclicamente a fin de estabilizar el ingreso, el empleo y los flujos de beneficios; una Reserva federal a modo de "enorme banco" que mantenía bajos los tipos de interés e intervenía como prestador de último recurso; una amplia variedad de garantías estatales (seguro de depósitos, respaldo público implícito al grueso de las hipotecas); programas de bienestar social (Seguridad Social, Ayuda a las familias con hijos dependientes, Medicaid y Medicare); estrecha supervisión y regulación de las instituciones financieras; y un abanico de programas públicos para promover la mejora de los ingresos y la igualdad de riqueza (fiscalidad progresiva, leyes de salario mínimo, protección para el trabajo sindicalmente organizado, mayor acceso a la educación y a la vivienda para las personas de bajos ingresos). Además, el Estado jugaba un papel importante en materia de financiación y refinanciación (por ejemplo, la Corporación pública para financiar la reconstrucción y la Corporación pública para el crédito y la compra de vivienda) y en la creación de un mercado hipotecario moderno para la compra de vivienda (basado en un préstamo de tipo fijo amortizable en  30 años) sostenido por empresas patrocinadas por el Estado.
Minsky reconoció el papel jugado por la Gran Depresión y la II Guerra Mundial en la creación de unas bases para la estabilidad financiera. En palabras de Randy Wray:
"La Depresión pulverizó y aventó el grueso de los activos y los pasivos financieros: eso permitió a las empresas y a los hogares salir con poca deuda privada. El ciclópeo gasto público durante la II Guerra Mundial creó ahorró y beneficio en el sector privado, llenando los libro de contabilidad con saneada deuda del Tesoro (60% del PIB, inmediatamente después de la Guerra). La creación de una clase media, así como el baby boom, mantuvieron alta la demanda de consumo y alimentaron un rápido crecimiento del gasto público de los estados federados y de los municipios en infraestructura y en servicios públicos deseados por los consumidores metropolitanos. La elevada demanda de los entes públicos y de los consumidores trajo a su vez consigo el que pudiera cubrirse el grueso de las necesidades de las empresas en punto a financiar el gasto interno, incluida la inversión. Así, durante las primeras décadas que siguieron a la II Guerra Mundial, el 'capital financiero' desempeñó un papel inusualmente menor. El recuerdo de la Gran Depresión generó reluctancia al endeudamiento. Los sindicatos presionaban, y a menudo obtenían más y más compensaciones, lo que permitió el crecimiento de los niveles de vida, financiados en su mayor parte sólo con los ingresos."
En la década de 1970 todo eso empezó a cambiar, como bien se explica en Econned. El gasto público comenzó a crecer más lentamente que el PIB; los salarios ajustados a la inflación se estancaron a medida que los sindicatos perdían poder; la desigualdad arrancó a crecer y las tasas de pobreza dejaron de caer; las tasas de desempleo se dispararon; y el crecimiento económico se ralentizó.
En los 70 asistimos también a los primeros esfuerzos sostenidos para escapar a las restricciones puestas por el New Deal a medida que las finanzas respondían para aprovechar las oportunidades. Tras el desastroso experimento monetarista de Volcker (1979-82), muchos de los viejos vestigios del sistema bancario establecido por el New Deal fueron arrasados. El ritmo de innovaciones se aceleró a medida que fueron adoptándose muchas prácticas financieras nuevas para proteger a las instituciones del riesgo de la tasa de interés. A despecho de todas las apologías hechas de los años de Volcker al frente de la Reserva federal, lo cierto es que sus políticas de tipos de interés altos sentaron las bases del actual sistema financiero basado en el mercado, incluidas la titulización hipotecaria, la innovación financiera en forma de derivados para cubrir el riesgo de los tipos de interés, así como muchos de los vehículos financieros "extracontables" que han proliferado en las dos últimas décadas. Se legisló para crear un tratamiento fiscal mucho más favorable a los intereses, lo cual, a su vez, estimuló las compras apalancadas para substituir activos por deuda (con la toma de control empresarial financiada con deuda que sería servida por los futuros flujos de ingresos de la empresa así controlada).
Los excedentes presupuestarios de los años de Clinton –otro ejemplo de ascendencia de una filosofía neoliberal que huyó de la política fiscal y determinó la primacía de la política monetaria— restringieron la demanda agregada, encogieron los ingresos y crearon una mayor dependencia respecto de la deuda privada como medio de sostener el crecimiento y los ingresos. Eso se vio claramente facilitado por innovaciones que ampliaron el acceso al crédito y cambiaron las criterios de las empresas y de los hogares respecto al nivel del endeudamiento prudente. El consumo llevaba la batuta, y la economía volvió finalmente a los rendimientos de los años 60. Regresó el crecimiento robusto, ahora alimentado por el déficit del gasto privado, no por el crecimiento del gasto público y el ingreso privado. Todo eso llevó a lo que Minsky llamó el capitalismo de los gestores del dinero.
Tal es el contexto histórico básico. Pero ha venido desarrollándose desde hace cerca de 40 años. Y esa es probablemente una respuesta que va más allá de lo que nuestro amable lector quería, pero su cuestión no es de las que se deja responder lacónicamente.
Marshall Auerback es un reconocido analista económico norteamericano. Investigador veterano del prestigioso Roosevelt Institute, colabora regularmente con New Economic Perspectives y con NewDeal2.0.
Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench

7 de enero de 2011

LA INTIFADA TUNECINA


CORINNE QUENTIN. REVISTA “VIENTO SUR”

A partir de que un joven parado, el 17 de diciembre, se inmolara dándose fuego, se desarrolla en Túnez la revuelta más importante desde los “motines del pan” de 1984.

La Intifada tunecina ha nacido en un contexto de pauperización de la población y de paro de la juventud, particularmente la diplomada. Frente a ello, una primera reacción ha sido la huida hacia la emigración, y para destinos muy expresivos, pues Argelia se ha convertido en una tierra de exilio económico para ciertas poblaciones fronterizas. Una segunda consecuencia ha sido el suicidio de jóvenes parados algunos de ellos por inmolación (once suicidios de parados solo en la ciudad de Bousalem en 2010). Una tercera ha sido un ascenso de las luchas obreras, con un pico de huelgas en marzo pasado y revueltas por el empleo y contra el paro. Estas últimas han sacudido en particular de enero a junio de 2008 la región de la cuenca minera de Gafsa-Redeyef y, en 2010, la ciudad de La Skhira así como la región de Ben Guerdane.

En Sidi Bouzid, una región agrícola, los campesinos de Regueb han sido los primeros en ocupar las tierras de las que estaban amenazados de expulsión por los bancos en junio pasado. Regueb, de donde proviene la familia del joven Bouazizi, cuya inmolación, el 17 de diciembre, ha sido la chispa que ha hecho arder Túnez.

El movimiento comenzó en el centro del país, pero actualmente la población se manifiesta en todas partes espontáneamente por el empleo. Participan en el movimiento numerosos diplomados en paro y sindicalistas. El movimiento se ha ampliado a los abogados, categoría en punta en la lucha contra la dictadura, y el reinicio de las clases debería permitir la entrada en lucha de los estudiantes de secundaria y los de la universidad, condenados al paro. Los manifestantes reclaman empleos. Denuncian la corrupción, al partido en el poder, la “Trabelsia”, es decir la familia en el poder que ha saqueado la riqueza del país. Exigen la marcha de Ben Alí, presidente desde hace 23 años. Los locales odiados son atacados, saqueados o incendiados: locales de la policía, de la guardia nacional, los monumentos erigidos a la gloria de la dictadura, los locales importantes de las delegaciones del gobierno.

La respuesta del poder es la misma desde hace 23 años: despliegue policial, arrestos, tortura, procesos y agresiones físicas, particularmente a los periodistas y abogados que quieren romper la omertá. Pero la revuelta espontánea se ha transformado en resistencia. Tres semanas después del desencadenamiento del movimiento, las poblaciones continúan saliendo a la calle, a pesar de los muertos, los heridos y el estado de sitio y a pesar de la debilidad, incluso de la inexistencia, de la autoorganización.

La única fuerza que tiene implantación en todo el país, a falta de oposición con capacidad de hacerlo, es la UGTT, la central sindical única. Están en punta de las movilizaciones las mismas federaciones que habían apoyado plenamente a los inculpados de Gafsa-Redeyef: enseñanza, correos y telecomunicaciones, algunos sectores de la salud, etc. Numerosas uniones locales y regionales apoyan a la población, pero no la organizan, como lo habían hecho en 2008 los sindicalistas y los militantes de Redeyef, permitiendo al movimiento estar centralizado en esta región, a fin de construirse en el medio plazo. Hay que deplorar la actitud de la dirección confederal de la UGTT que se ha desolidarizado oficialmente de movilizaciones organizadas por algunas de sus estructuras y de las consignas hostiles al régimen que eran gritadas en ellas.

Ben Alí sabe que pueden contar con las potencias imperialistas. Por su parte, el NPA está plenamente comprometido en la ampliación del movimiento de solidaridad que se ha manifestado ya en París, Londres, Ginebra, Montreal, Berna, Bonn, Munich y el Cairo.

06/01/2011
http://www.npa2009.org/category/tout-est-à-nous/journal/hebdo-tout-est-à-nous-84-060111
Traducido por Faustino Eguberri para VIENTO SUR