11 de noviembre de 2011

DESENMASCARANDO FALSAS BANDERAS. HOY: LA "REVOLUCIÓN" ISLANDESA

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:

Dentro de las revoluciones naranjas, conducentes a callejones sin salida que bloqueen posibilidades de transformación social, económica y política reales, la “revolución” islandesa es una de las que más prestigio ha tenido hasta el momento. La ausencia de información veraz y transparente de lo que en aquel país sucedió en su día, combinada con la interesada desinformación mitificadora de quienes pretendían crear un modelo para otras falsas banderas y el marketing viral de quienes repiten como cacareantes gallinas cluecas lo que ignoran, produjo la ficción en el imaginario “progre” de que entre 2008 y 2009 hubo una “revolución ciudadana” (la palabra trabajadores repugna a las clases medias) que ha sido faro y guía, junto con las “revoluciones árabes” (la primera por su carácter ciudadano-interclasista y las segundas por el protagonismo de las plazas de los “indignados”). Una y otras están demostrando de modo palmario sus límites en cuanto a la transformación real que suponen.
De las árabes hablaremos otro día. Ahora sólo quiero referirme al embuste de la “revolución islandesa”. En algún momento me he hecho eco del inteligente y muy bien documentado artículo “DESMONTANDO EL BULO DE LA REVOLUCIÓN ISLANDESA” (http://www.elsentidodelavida.com/2011/03/desmontando-el-bulo-de-la-revolucion.html). Como quiera que alguien que reivindica a Dashiell Hammet (el autor de dicho blog) es, seguramente, comunista, y los comunistas tenemos mala prensa entre los pequeño- burgueses “democráticos”, recurriré ahora a una fuente más autorizada para el chiripitifláutico 15-M: Gunnar Skuli Armannsson, activista de la keynesiana ATTAC Islandia y uno de los “héroes” de dicha “revolución”. Sus conclusiones pueden edulcorarse pero muestran que, frente al capital, las performances islandesas, al igual que los 15-M, 15-J, 15-O, o el calendario azteca completo, son un fracaso sin paliativos porque frente al capitalismo sólo ofrecen sus “democracias asamblearias” de clases medias jugando a ser Daniel Cohn-Bendit en sus inspiradas greguerías del alegre y hippie Mayo francés.
El fracaso de las falsas banderas árabes, islandesa, de la spanishrevolution y de los Ocupa Wall Street junto con el pánico producido por el capitalismo salvaje en esta locura del sálvese quien pueda acercará antes de lo que muchos imaginan la hora de los comunistas; de aquellos comunistas que no ocultamos que lo somos ni nos avergonzamos de ello, al contrario los que se cobijan bajo siglas ideológicamente “líquidas” o bajo expresiones buenrollistas tipo “la gente de la calle”.
La vuelta al añorado por sus grandes beneficiarias, las clases medias, Estado del Bienestar es ya un imposible. Remedando a Sherlok Holmes, cabe decir: “Cuando eliminamos lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, es la verdad”. Esa verdad será el socialismo. O, si este llegara a fracasar, la terrible vuelta al fascismo. De ustedes depende saber qué les “alegra el día”

Les dejo, sin más, con el artículo que desmonta las falsas ilusiones sobre la mal llamada “revolución islandesa”:

ENTREVISTA A GUNNAR SKULI ARMANNSSON, ACTIVISTA DE ATTAC ISLANDIA
“LOS BANCOS Y LOS ACREEDORES SEGUIRÁN SU AVANCE: LA ÚNICA SALIDA ES PARARLOS”

Patricia Rivas. Rebelión (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138656)


Entrevistamos a Gunnar Skuli Armannsson el 9 de octubre en Madrid, aprovechando su participación en el Seminario “Viviendo en Deudocracia”. En estos días en que el referéndum sobre las draconianas medidas impuestas con el plan de “rescate” en Grecia pone a temblar a los bancos y sus portavoces, adquiere el máximo interés la experiencia de Islandia. Sin triunfalismos, con los pies en la tierra, este anestesista de profesión que ya padece los serios recortes que está sufriendo el principal hospital de Islandia, afirma que el rechazo, dos veces, de la ciudadanía islandesa al rescate a los bancos y la indemnización de los inversores extranjeros de un fondo quebrado es algo natural. La movilización ciudadana de Islandia en defensa de su soberanía, el dinámico proceso de autoorganización popular y de toma de conciencia ha despertado entusiasmo en todo el mundo. Pero Gunnar Skuli Armannsson advierte de que Islandia está lejos de haberse salvado, afirma que más bien se encuentra a medio camino del infierno, y explica la pesada losa que hoy en forma de créditos cautivos y mañana de deuda, el FMI están colocando sobre el país.

¿Podría resumirnos lo ocurrido en Islandia en los últimos tres años?
Antes de la crisis, Islandia era un país normal, en el sentido de que era simplemente otro país neoliberal. Tenía numerosos créditos, la gente adquiría créditos y se endeudaba, construía casas, compraba coches… la misma historia que en Irlanda, Grecia y otros países europeos. En el otoño de 2008 la crisis nos golpeó, de manera que los tres principales bancos de Islandia, se tornaron insolventes. Esos tres bancos constituían el 85% del sistema bancario de Islandia, de modo que no fue una pequeña parte del sistema financiero la que colapsó; casi la totalidad del sistema bancario se derrumbó en una semana.
La primera idea del Gobierno islandés en aquel momento fue dejar que esos tres bancos se hundieran, y fin de la historia. La primera idea fue algo ingenua. Pensamos que los bancos privados, ya que eran privados, asumirían la responsabilidad, no los contribuyentes. En el otoño de 2008 los islandeses pensaban que podrían conseguir créditos de otros países, como por ejemplo Noruega, o de otros países ricos. La gente no quería recurrir al FMI. Habíamos estado leyendo historias de lo ocurrido en otros países suramericanos, así que sabíamos lo que cabía esperar del FMI. Nuestro primer ministro de aquel momento es economista, y él sabía muy bien lo que significa el FMI.
Pero entonces estalló la disputa por los fondos Icesave entre Islandia y el Reino Unido y los ingleses aplicaron a Islandia la ley antiterrorista, en octubre de 2008 (1). Y eso significaba que los ingleses declaraban a Islandia terrorista, igual que a Al Qaeda. De modo que no podíamos acceder al dinero. Vendíamos nuestro pescado y nuestro aluminio en el exterior, pero no podíamos recaudar los pagos del exterior e ingresarlos al país, porque el dinero pasa por la City, el centro financiero de Londres, y como éramos terroristas, el dinero lo detenían allí, de modo que los islandeses no podían ni ingresar su dinero ni comprar nada en el exterior. Nadie quería hacer negocios con “terroristas”. La situación era tal que las empresas islandesas que habían hecho negocios con empresas europeas durante más de 50 años eran incapaces de obtener ningún suministro de Europa.
Así que cuando a Islandia le quedaban entre 10 y 12 días de alimento y combustible, tuvimos que rendirnos. Sufrimos un embargo financiero, igual que el que se le impuso a Haití en 1776. Tuvimos que rendirnos. Y entonces vino esta historia que tenemos en Islandia, en la que nuestro primer ministro le dijo al representante del FMI que se encontraba en Reijkiavik en el momento, tratando de convencer al Gobierno de que buscara ayuda: “Por favor, sean buenos con nosotros”. Esas fueron sus últimas palabras cuando decidió acudir al FMI. Así que tenía pleno conocimiento de lo que cabía esperar: “Por favor, sean buenos con nosotros”. No sé si esto es cierto, pero la historia cuenta que cuando este tipo (Poul Thomsen, Director del departamento de Europa del FMI y jefe de la misión del FMI para Islandia) salió del despacho del primer ministro, agarró su móvil y llamó a alguien, diciéndole: “Los tengo”.
Entonces tuvimos que adoptar un programa del FMI. El resto es historia. Es igual que en todos los demás casos. El FMI colocó a los bancos en el primer lugar, por lo que se decidió que el Gobierno islandés financiaría a tres bancos nuevos en reemplazo de los anteriores, y el costo de este rescate financiero es ya del 64% del PIB de Islandia. Y personas que saben mucho de estos temas me han dicho que esto supone un récord mundial. Ningún país ha destinado tanto dinero al sistema bancario, en relación con el PIB. De modo que el Gobierno islandés es especialmente magnánimo con los bancos.
La deuda estatal de Islandia antes de la crisis era muy baja: el 26% del PIB. Ahora es del 90% del PIB. Pero la deuda total de Islandia es del 280% del PIB.
De acuerdo con el programa del FMI, además de transferir todo este dinero a los bancos y al sistema financiero, tuvimos que empezar con los recortes en el bienestar: salud, educación, etc. Por ejemplo, yo trabajo en el principal hospital de Rejkiavik, y el presupuesto ha descendido un 25% en tres años. De modo que es un recorte real, y van a continuar recortando servicios.
A esto se sumó una historia algo complicada que ocurrió con las coronas islandesas. Antes de la crisis, muchos inversores compraban coronas islandesas porque en Islandia había un tipo alto de interés en aquel momento, de modo que era un buen negocio. Cuando la crisis nos golpeó en 2008 todo este dinero comenzó a huir del país, por lo que la corona cayó en picado: cayó un 50%. El FMI comprendió que si no aplicaba un control de capitales (corralito) en Islandia, terminaría en un desastre, porque el valor de la corona terminaría en nada. Quizás también la razón fue que no teníamos divisa extranjera para pagar a los inversores en Europa. O a lo mejor ya ni siquiera quedaban suficientes billetes en Islandia para pagar a los inversores extranjeros.
De esta forma, aplicaron los controles de capitales y después el FMI forzó a Islandia a contraer créditos. Creo que son cuatro mil quinientos millones de euros los que hemos recibido de países del FMI, dinero que está depositado en una cuenta bancaria en Washington. Nosotros no lo estamos utilizando para nada. No construimos hospitales, ni escuelas, ni hacemos nada con él. Simplemente se guarda allí. Es muy conveniente tener esta cantidad de dinero para aumentar la credibilidad de Islandia. Si tienes mucho dinero en esa cuenta bancaria, todo el mundo tendrá confianza en ti para hacer negocios.
Pero resulta que la suma del crédito es más o menos la misma cantidad de dinero que está represada dentro de Islandia, por los controles de capital. Pensamos que quizá cuando levanten los controles de capitales y el dinero empiece a salir del país de nuevo, usaremos este crédito para pagar a los inversores extranjeros. Es como lo que ocurrió en Argentina, cuando todo el dinero salió del país en pocas horas. Entonces, si eso sucede, esos créditos se convertirán en deuda en Islandia, para el futuro, porque habremos usado ese dinero. De modo que la deuda se incrementará mucho.
Entonces tuvimos la protesta en invierno de 2008-2009, que resultó en unas elecciones en la primavera de 2009. Sucedió así: los socialdemócratas eran parte del viejo Gobierno, y ahora son parte del nuevo Gobierno también, pero en lugar de a los conservadores, ahora tienen a la Izquierda Verde como socios de gobierno, y tanto los socialdemócratas como la Izquierda Verde estuvieron prometiendo cosas muy buenas a la gente en la campaña electoral. Pero han roto todas sus promesas. De modo que los islandeses hemos aprendido, igual que los irlandeses, igual que los griegos y los españoles, que cambiar el Gobierno no es la solución. No importa que haya elecciones; no tienen ningún efecto en las políticas, porque es obvio que los bancos tienen el control. Da igual que gobiernen los conservadores, los socialdemócratas o la izquierda verde, la política es siempre la misma: salvar a los bancos y que el pueblo lo pague.
Eso es lo que ocurrió en Islandia.

Pero en Islandia han atravesado por un proceso muy intenso de movilizaciones y tuvieron dos referéndums en los que la gente rechazó el rescate de los bancos.
Bueno, eso fue algo especial. El referéndum fue solamente sobre una pequeña parte de toda la deuda. La que tiene que ver con el fondo Ice Save con los Inglaterra y Holanda. Está en nuestra constitución que el presidente debe firmar las leyes que aprueba el Parlamento. Y cuando no firma una ley, entonces hay que someterla a referéndum entre la población. Así que utilizamos ese resorte. Cuando el Parlamento aprobó la ley sobre el fondo Ice Save, las élites se inclinaron a favor de pagar: querían “portarse bien” a los ojos de la Unión Europea y los acreedores. Y ese Gobierno está conformado por la Izquierda Verde y los socialdemócratas.
Nosotros recogimos firmas para una petición y conseguimos más de 30.000, una cantidad ingente. Una mañana de domingo acudimos a la casa donde vive el Presidente, a las afueras de Rejkiavic, y le entregamos todos esos nombres. Reunimos a varios miles de personas, hubo un acto público. Entonces el presidente nos dijo que no firmaría la ley, y que daría al pueblo la posibilidad de formarse su opinión.
Ésta es realmente la única singularidad de Islandia con respecto a la deuda, que el presidente tiene la posibilidad de no firmar una ley y forzar a que haya un referéndum. Si el pueblo en España tuviera la misma posibilidad, votarían exactamente igual que nosotros: dirían que no. De modo que el resultado del referéndum no es nada especial. Creo que en todas las investigaciones y sondeos de opinión, cuando le preguntan a la gente qué quiere, normalmente quieren algo diferente del Gobierno. Por eso es por lo que a los gobiernos no les gustan los referéndums.

El gobierno actual, formado por la Izquierda Verde y los socialdemócratas, después de una fuerte presión ejercida por la gente en las calles y tras ese proceso de toma de conciencia, afirma usted que está tomando las mismas medidas que tomarían los conservadores, que la única política que saben aplicar es obedecer los dictados de los bancos. ¿A qué cree que se debe esto?
Está sucediendo en Islandia. Pero si usted sigue los acontecimientos en Grecia, encuentra que el primer ministro Papandreu era un socialista, de izquierda, y tenía muy buenas ideas antes de llegar al poder. Y ahora está haciendo exactamente lo que el FMI le dice que haga.
Una razón que lo explica es que cuando un país entra a formar parte de un programa del FMI, tiene que firmar una carta de intenciones, en la que se compromete a muchas cosas. La realidad es que el FMI escribe esta carta de intenciones y el gobierno la firma. En el caso de Islandia, y en el de cualquier país que hace tratos con el FMI, hay un texto en esa carta de intenciones en el que se afirma que el Gobierno promete no hacer nada sin el consentimiento del FMI. De modo que los países entregan todos los poderes al FMI, porque prometen no hacer nada que no cuente con el beneplácito del FMI. De modo que después de firmar un programa del FMI, el país deja de ser independiente, está sujeto al FMI y al consenso de Washington. Es como lo que dijo en Islandia el representante del FMI cuando llamó a su amigo: “Los tengo”. Así que lo que pasa es que nos tienen.

Es una situación que no parece tener salidas. Usted ha afirmado que Islandia está solamente a medio camino del infierno… ¿Vislumbra alguna salida?
Es muy complicado. Pero, tal como hablamos en el seminario, tenemos que aprender del Sur. Algunos países de América Latina han tenido éxito en librarse del FMI, algunos se han negado a pagar deudas al FMI y otros las han pagado todas para liberarse, porque un hombre libre es un hombre que no tiene deudas. Así que ahí hay un camino que podemos vislumbrar.
Mi punto de vista es que es muy importante entender cómo se crea el dinero. Es un concepto que muchos de nosotros no entendemos, porque no se discute mucho sobre estos temas. Normalmente cuando se habla de economía, se hace en esos términos especializados que nadie entiende.
Pero el dinero, tal como yo lo veo, es solamente un medio de intercambio, que transporta el valor de un producto de un lugar a otro. De modo que el dinero no tiene valor en sí mismo. Es solamente una unidad, como un litro o un segundo. Y los bancos detentan el monopolio de esas unidades: son los únicos que pueden producir dinero. Y eso da el poder a los bancos. Cuando un Gobierno necesita dinero tiene que vender bonos. El Gobierno escribe en un pedazo de papel que promete pagar a los bancos esa suma, y los bancos le entregan el dinero al Gobierno. Pero cuando piensas en el dinero como una unidad, como un metro, es como si adquirieras algunos metros antes de ir a comprar.
Es difícil de explicar en una entrevista breve, pero creo que es un asunto realmente importante, que la gente piense sobre qué es el dinero y quién controla la producción de dinero. Creo que el dinero debería ser producido por los gobiernos y debería ser gratis. Y cuando se hubiera producido algo, el Gobierno incrementaría la cantidad de dinero circulando en la sociedad.
Puedes pensar en ello de esta manera: en el otoño de 2008 los tres bancos en Islandia se tornaron insolventes porque no podían obtener ningún dinero de Europa, porque dependían de este dinero que va flotando de un lugar a otro, y nuevos créditos, etcétera. Eso fue lo único que ocurrió en octubre de 2008. Todo el mundo en Islandia estaba produciendo: estábamos pescando, procesando y vendiendo el pescado, estábamos produciendo aluminio… cada islandés estaba haciendo lo que habíamos estado haciendo durante años: produciendo un montón de productos. Y había mucha gente demandando nuestros productos en todo el mundo, pero éramos incapaces de intercambiar nuestra producción porque no teníamos esa cosa llamada dinero, que transporta el valor de los bienes producidos a otro lugar o a otro tiempo.

Pero esto que está proponiendo usted es lo contrario de lo que sucede en la Unión Europea, donde los países entregan su soberanía en política monetaria al Banco Central Europeo. Y resulta que Islandia ha solicitado formalmente su ingreso en la Unión Europea y en el sistema euro.
Tiene razón. Ocurrió así: durante años los socialdemócratas tenían siempre una respuesta para todos los problemas. Si les hacías cualquier pregunta, siempre respondían: “Unión Europea”. Y tras las elecciones de 2009 estaban en situación de incorporar a la Izquierda Verde o a los conservadores a su Gobierno, de modo que forzaron a ambas partes a que aceptaran su voluntad. Los socialdemócratas eran el único partido del país que deseaba el ingreso en la Unión Europea. Todas las demás fuerzas políticas se oponían, con mayor o menor intensidad. Y los de la izquierda verde se habían opuesto con mucha claridad, pero tenían tantos deseos de entrar al Gobierno… lo habían estado esperando durante tantos años… Aceptaron solicitar el ingreso a la Unión Europea, con la idea de celebrar un referéndum. Por eso Islandia solicitó su ingreso. La gente no quiere. Solamente este partido que estaba en posición de presionar al otro. Y hubo una auténtica batalla en el Parlamento, pero se las arreglaron para aprobar su propuesta en medio del desacuerdo generalizado.

¿De modo que usted no cree que la gente acepte entrar en la Unión Europea, si se somete a referéndum?
Yo estaba viviendo en Suecia en 1995, cuando se incorporó a la Unión Europea, y la situación era muy parecida. Los suecos eran muy escépticos con la UE y muchos no querían. Pero solicitaron el ingreso y cuando se aproximaba el referéndum, llegó una campaña masiva de la Unión Europea y convirtió al pueblo sueco. Creo que lo mismo ocurriría en Islandia, igual que pasó con el Tratado de Lisboa y todo lo demás. Saben cómo hacerlo.

¿Y no siente que hay un proceso en marcha en Islandia por el que la gente está tomando conciencia, que está despertando?
Hay mucha gente activa, protestando, y muchas personas no están conformes con la situación. Pero ocurre exactamente igual que en el resto de los países: la mayoría está en su casa, sin hacer gran cosa.

La izquierda institucional está ahora en el Gobierno y debe haber un coste político por las medidas que están tomando. Supongo que en las bases de esos partidos ha habido una lucha, contradicciones, y que al mismo tiempo fuera de los partidos hay otra izquierda, hay movimientos sociales, personas que no están comprometidas con un partido, pero sí con una idea de transformación ¿Cuáles son los canales de comunicación, si es que hay alguno, entre esta izquierda institucional y las calles, las plazas y los colectivos que se autoorganizan para debatir estos temas?
Al interior de la Izquierda Verde ha habido una lucha muy intensa, porque las bases del partido están muy decepcionadas. Pero son incapaces de influir en los dirigentes. En la calle hay muchos movimientos sociales y grupos activos. El año pasado tuvimos una protesta que movilizó a 10.000 personas, el equivalente a 2 millones en España, proporcionalmente. El Gobierno se asustó un poco y prometió hacer algo, y después volvieron a romper su promesa, por lo que continuamos protestando. Así que me parece que mientras tengan el poder, seguirán haciendo lo que están haciendo. Aunque tengamos una protesta masiva, no cambia nada.

Esto comenzó como una crisis financiera, que derivó en una crisis económica y es ahora una crisis política del sistema. ¿Cree usted entonces que la solución pasa por un cambio de sistema? ¿Está eso en discusión en Islandia?
Creo que tiene que surgir un nuevo tipo de partido político que mantenga las ideas de la base, de los movimientos sociales. Porque los cuatro partidos que han estado en el poder en Islandia durante años y años están tan corruptos y apegados al sistema que dudo de que puedan cambiar nada. De forma que realmente necesitamos un partido que acceda al poder y cambie las cosas, o bien que suceda lo que ha sucedido en otros países, donde la gente toma las plazas y no las abandona hasta que el Gobierno hace lo que se le pide. Porque cuando protestas un día, durante un par de horas, y regresas a casa no tiene el mismo efecto que si tomas la plaza y permaneces hasta que hagan lo que les exiges.

¿Cómo resumiría la experiencia de Islandia, de modo que en Europa y en otros países podamos ver el resultado del proceso que ustedes han atravesado? ¿Cuál sería su mensaje hacia nosotros, en España, donde estamos justo empezando a sentir la presión política, los recortes, el asalto a nuestra Constitución, la transformación de todo lo que antes era un derecho en un privilegio?
Mi experiencia de Islandia, y tras leer también sobre otros países en Europa y la historia de Suramérica es que los bancos y los acreedores irán todo lo lejos que puedan. Avanzarán todo lo que nosotros les permitamos. La única manera de pararlos es impedirles que avancen más. Y eso significa, bueno, algún tipo de revolución. Ojalá pacífica. Pero de lo contrario, continuarán colocando la deuda sobre nuestras espaldas y recortando nuestro bienestar. Tenemos que pararlos. Es la única forma de hacerlo, tal como yo lo veo. No creo que acepten razonar ni dialogar. Es una cuestión de que tenemos que ser más poderosos que ellos, de forma que nos teman. Creo que es más o menos inútil hablar con ellos. De alguna manera, con un cambio en nuestra constitución, con un cambio en las leyes o con una revolución tenemos que devolver a la gente el poder de decidir.

NOTA:
A mediados de la pasada década, uno de los grandes bancos islandeses, Landsbanki, abrió una filial por Internet en el Reino Unido, Holanda y Alemania que tuvo un éxito fulgurante por los altos intereses que pagaba en una cuenta llamada Icesave. A principios de octubre de 2008, apenas 15 días después de la quiebra de Lehman Brothers, el Reino Unido detectó que los bancos islandeses estaban traspasando dinero de las cuentas británicas a Reikiavik y les aplicó la ley antiterrorista: congeló todos sus fondos.

Los bancos estaban sobreendeudados (sus activos suponían 12 veces el PIB), y esa decisión, junto a la crisis internacional, les llevó a la bancarrota. El Estado no los rescató. Los dejó caer, y posteriormente los nacionalizó e inyectó dinero para que siguieran operando, pero solo en Islandia. Londres y Ámsterdam pagaron a los depositantes de Icesave el 100% de los depósitos y desde entonces reclaman ese dinero, que supone un tercio del PIB islandés. El Gobierno defendía el "sí" en la consulta aduciendo que los activos del banco quebrado, cuando se liquiden, permitirán pagar la mayoría de la deuda. Los partidarios del no argumentaban que la gente no debería pagar por las locuras de sus bancos, y aducen que la legislación internacional -llena de sombras- no obliga a ningún país a asumir deudas astronómicas que sobrepasan con mucho el importe acumulado en los fondos de garantía. Los islandeses rechazaron en sendos referendos (celebrados en marzo de 2010 y en abril de 2011) la ley Icesave por la que el Gobierno habría transferido a Holanda y Reino Unido el importe de las indemnizaciones pagadas a los inversores en esos países.

9 de noviembre de 2011

RAJOY EN 1983

Rajoy muestra su ideología en dos artículos de 1983. No se la pierdan. Llamarlo nazi, se queda corto.
Mariano Rajoy Faro de Vigo 8-11-2011 a las 16:27

www.kaosenlared.net/noticia/rajoy-en-1983

Rajoy en 1983 era un franquista ( ¿todavía? ) y un lector de ideólogos del último franquismo como Gonzalo Fernández de la Mora y su libro "La envida igualitaria" según el cual los mejores hombres del país debían ocupar los mejores puestos del país, en un elitismo total, ignorando las críticas de la izquierda, puesto que esas críticas obedecían a su envidia que era también la fuerza que estaba detrás del ansia igualadora de la izquierda.
Es dudoso que los dirigentes del Partido Popular actual hayan "evolucionado" en su pensamiento político, lo más probable es que sigan siendo franquistas y elitistas en secreto, reservando su discurso políticamente correcto y curado de franquismo para las entrevistas oficiales y los mítines televisados.
Todos sabemos que cuando mande Rajoy, obligará a los obreros a producir más, dará más facilidades a los empresarios para despedirlos y volverá al desarrollismo salvaje de los años de Aznar, que es la única solución que entra en su cabeza para salir de esta crisis económica.
Ver los artículos con Rajoy en 1983 aquí:


IGUALDAD HUMANA Y MODELOS DE SOCIEDAD
Mariano Rajoy Brey (*)
(Diputado de AP. en el Parlamento gallego)
Uno de los tópicos más en boga en el momento actual en que el modelo socialista ha sido votado mayoritariamente en nuestra patria es el que predica la igualdad humana. En nombre de la igualdad humana se aprueban cualesquiera normas y sobre las más diversas materias: incompatibilidades, fijación de horarios rígidos, impuestos –cada vez mayores y más progresivos- igualdad de retribuciones…En ellas no se atiende a criterios de eficacia, responsabilidad, capacidad, conocimientos, méritos, iniciativa o habilidad: sólo importa la igualdad. La igualdad humana es el salvoconducto que todo lo permite hacer; es el fin al que se subordinan todos los medios.
Recientemente, Luis Moure Mariño ha publicado un excelente libro sobre la igualdad humana que paradójicamente lleva por título “La desigualdad humana”. Y tal vez por ser un libro “desigual” y no sumarse al coro general, no ha tenido en lo que ahora llaman “medios intelectuales” el eco que merece. Creo que estamos ante uno de los libros más importantes que se han escrito en España en los últimos años. Constituye una prueba irrefutable de la falsedad de la afirmación de que todos los hombres son iguales, de las doctrinas basadas en la misma y por ende de las normas que son consecuencia de ellas.
Ya en épocas remotas –existen en este sentido textos del siglo VI antes de Jesucristo- se afirmaba como verdad indiscutible, que la estirpe determina al hombre, tanto en lo físico como en lo psíquico. Y estos conocimientos que el hombre tenía intuitivamente –era un hecho objetivo que los hijos de “buena estirpe”, superaban a los demás- han sido confirmados más adelante por la ciencia: desde que Mendel formulara sus famosas “Leyes” nadie pone ya en tela de juicio que el hombre es esencialmente desigual, no sólo desde el momento del nacimiento sino desde el propio de la fecundación. Cuando en la fecundación se funde el espermatozoide masculino y el óvulo femenino, cada uno de ellos aporta al huevo fecundado –punto de arranque de un nuevo ser humano- sus veinticuatro cromosomas que posteriormente, cuando se producen las biparticiones celulares, se dividen en forma matemática de suerte que las células hijas reciben exactamente los mismos cromosomas que tenía la madre: por cada par de cromosomas contenido en las células del cuerpo, uno solo pasará a la célula generatriz, el paterno o el materno, de ahí el mayor o menor parecido del hijo al padre o a la madre. El hombre, después, en cierta manera nace predestinado para lo que habrá de ser. La desigualdad natural del hombre viene escrita en el código genético, en donde se halla la raíz de todas las desigualdades humanas: en él se nos han transmitido todas nuestras condiciones, desde las físicas: salud, color de los ojos, pelo, corpulencia…hasta las llamadas psíquicas, como la inteligencia, predisposición para el arte, el estudio o los negocios. Y buena prueba de esa desigualdad originaria es que salvo el supuesto excepcional de los gemelos univitelinos, nunca ha habido dos personas iguales, ni siquiera dos seres que tuviesen la misma figura o la misma voz.
Esta búsqueda de la desigualdad, tiene múltiples manifestaciones: en la afirmación de la propia personalidad, en la forma de vestir, en el ansia de ganar –es ciertamente revelador en este sentido la referencia que Moure Mariño al afán del hombre por vencer en una Olimpiada, por batir marcas, récords…-, en la lucha por el poder, en la disputa por la obtención de premios, honores, condecoraciones, títulos nobiliarios desprovistos de cualquier contrapartida económica…Todo ello constituye demostración matemática de que el hombre no se conforma con su realidad, de que aspira a más, de que busca un mayor bienestar y además un mejor bien ser, de que, en definitiva, lucha por desigualarse.
Por eso, todos los modelos, desde el comunismo radical hasta el socialismo atenuado, que predican la igualdad de riquezas –porque como con tanta razón apunta Moure Mariño, la de inteligencia, carácter o la física no se pueden “Decretar” y establecen para ello normas como las más arriba citadas, cuya filosofía última, aunque se les quiera dar otro revestimento, es la de la imposición de la igualdad, son radicalmente contrarios a la esencia misma del hombre, a su ser peculiar, a su afán de superación y progreso y por ello, aunque se llamen así mismos “modelos progresistas” constituyen un claro atentado al progreso, porque contrarían y suprimen el natural instinto del hombre a desigualarse, que es el que ha enriquecido al mundo y elevado el nivel de vida de los pueblos, que la imposición de esa igualdad relajaría a cotas mínimas al privar a los más hábiles, a los más capaces, a los más emprendedores…de esa iniciativa más provechosa para todos que la igualdad en la miseria, que es la única que hasta la fecha de hoy han logrado imponer.


FARO DE VIGO, 4 de marzo de 1983
LA ENVIDIA IGUALITARIA
Mariano Rajoy Brey
Presidente de la Diputación de Pontevedra

Hace algunos meses “FARO DE VIGO” tuvo la gentiliza de acceder a la publicación de un artículo en el que comentábamos un libro a nuestro juicio apasionante. “”La desigualdad humana” de Luís Moure-Mariño. Hoy pretendemos descubrir otro libro no menos magistral que analiza con profusión de detalles y argumentos aquella afirmación y el consiguiente problema de la igualdad-desigualdad humana, pero que añade a este estudio el de otro tema no menos importante e íntimamente unido al primero, cual es el de la envidia, uno de los más graves y perniciosos de los pecados capitales. El libro lleva por título “La envidia igualitaria”. Su autor Gonzalo Fernández de la Mora. De entre sus pocas más de doscientas páginas, cuya lectura recomendamos a todos aquellos que quieran ampliar sus conocimientos sobre el hombre, destacaremos tres aspectos concretos y por encima de todo un mensaje general.
La primera parte de “La envidia igualitaria” tiene como objetivo básico, ampliamente logrado por cierto, el recopilar los escritos históricos sobre la envida. En ella se sintetizan los diversos estudios y opiniones que a lo largo de los tiempos ha provocado el pecado de la envidia. Desde los griegos hasta los contemporáneos pasando por los latinos, Sagrada Escritura, la patriótica, los medievales, los renacentistas, barrocos y modernos, todos los grandes pensadores han denunciado la malignidad de ese sentimiento.
En el segundo apartado del libro, Gonzalo Fernández de la Mora analiza de manera exhaustiva y profunda el problema de la envida –a la que define como “malestar que se siente ante una felicidad ajena, deseada, inalcanzable e inasimilable”-, de su utilización política (vaguedades como “la eliminación de las desigualdades excesivas”, “supresión de privilegios”, “redistribución”, “que paguen los que tienen más…” son utilizadas frecuentemente por los demagogos para así conseguir sus objetivos políticos), las defensas ante la misma (la huida, la simulación y la cortesía son medios de que tiene que valerse el “envidiado” para evitar el provocar el sentimiento), y la manera de superarla que es la autoperfección y la emulación.
Por último, el autor dedica unas brillantes páginas a demostrar el error en que incurren quienes a veces conscientemente y utilizando el sentimiento de la envida y otras sin valorar el alcance de sus aseveraciones, sostienen la opinión de que todos los hombres son iguales y en consecuencia tratan de suprimir las desigualdades: El hombre es desigual biológicamente, nadie duda hoy que se heredan los caracteres físicos como la estatura, color de la piel… y también el cociente intelectual. La igualdad biológica no es pues posible. Pero tampoco lo es la igualdad social: no es posible la igualdad del poder político (“no hay sociedad sin jerarquía”), tampoco la de la autoridad (¿sería posible equiparar la autoridad de todos los miembros de un mismo gremio, por ejemplo, de todos los pintores o los cirujanos?), o la de la actividad (es difícil imaginar un ejército en el que todos fueran generales; o una universidad en la que todos fueran rectores), o la del premio, o la de oportunidades (las circunstancias, temporales, geográficas y familiares colocan inevitablemente a los individuos en situaciones más o menos favorables, nadie tiene la misma oportunidad mental, ni histórica, ni nacional: no es igual nacer en EE.UU. que en U.R.S.S.); ni siquiera la económica: “allí donde se ha implantado una cierta igualdad pecuniaria –mediante la nacionalización de los medios de producción, la abolición de la herencia, la supresión de las rentas del capital y la equiparación de casi todos los salarios- se han radicalizado las inevitables desigualdades de poder, creadores de desigualdades económicas quizá no monetarias, pero espectaculares. Aunque la cuenta corriente de Stalin no fuera superior a la del más mísero music, nadie podría afirmar la igualdad económica de ambos. Para imponer tal igualdad habría que eliminar el poder político, lo que es imposible”.
Pero si importantes son todas y cada una de estas ideas, individualmente consideradas, a todas ellas trasciende el mensaje, o la pretensión final del autor sobre la que entiendo todos los ciudadanos y particularmente los que asumen mayores responsabilidades en la sociedad, debemos reflexionar. Demostrada de forma indiscutible que la naturaleza, que es jerárquica, engendra a todos los hombres desiguales, no tratemos de explotar la envidia y el resentimiento para asentar sobre tan negativas pulsiones la dictadura igualitaria. La experiencia ha demostrado d de modo irrefragable que la gestión estatal es menos eficaz que la privada. ¿Qué sentido tienen pues las nacionalizaciones? Principalmente el de desposeer –vid. RUMASA-, o sea, el de satisfacer la envidia igualitaria. También es un hecho que la inversión particular es mucho más rentable no subsidiaria. Entonces ¿Por qué se insiste en incrementar la participación estatal en la economía? En gran medida, para despersonalizar la propiedad, o sea, para satisfacer la envidia igualitaria. Es evidente que la mayor parte del gasto público no crea capital social, sino que se destina al consumo. ¿Por qué, entonces, arrebatar con una fiscalidad creciente a la inversión privada fracciones cada vez mayores de sus ahorros? También para que no haya ricos para satisfacer la envidia igualitaria. Lo justo es cada ciudadano tribute en proporción a sus rentas. Esto supuesto, ¿por qué, mediante la imposición progresiva, se hace pagar a unos hasta un porcentaje diez veces superior al de otros por la misma cantidad de ingresos? Para penalizar la superior capacidad, o sea, para satisfacer la envidia igualitaria. Lo equitativo es que las remuneraciones sean proporcionales a los rendimientos. En tal caso ¿por qué se insiste en aproximar los salarios? Para que nadie gane más que otro y, de este modo, satisfacer la envidia igualitaria. El supremo incentivo para estimular la productividad son las primas de producción. ¿Por qué, entonces, se exige que los incrementos salariales sean lineales? Para castigar al más laborioso y preparado, con lo que se satisface la envidia igualitaria. Y así sucesivamente. Juan Ramón Jiménez lo denunció en su verso famoso “Lo quería matar porque era distinto”; y el poeta romántico Young dio en la diana cuando afirmó “todos nacemos originales y casi todos morimos copias”. Al revés de lo que propugnaban Rousseau y Marx la gran tarea del humanismo moderno es lograr que la persona sea libre por ella misma y que el Estado no la obligue a ser un plagio. Y no es bueno cultivar el odio sino el respeto al mejor, no el rebajamiento de los superiores, sino la autorrealización propia. La igualdad implica siempre despotismo y la desigualdad es el fruto de la libertad. La aprobación por nuestras Cortes Generales de algunas leyes como la última de la Función Pública constituye un claro ejemplo de igualdad impuesta pues pretende equiparar a quien por capacidad, trabajo y méritos son claramente desiguales y sólo va a servir para satisfacer ese gran mal que constituye la envidia igualitaria. Frente a ella sólo es posible la emulación jerárquica: hagamos caso de la sentencia de Saint-Exupery “Si difiero de ti, en lugar de lesionarte te aumento”.

FARO DE VIGO, 24 de julio de 1984

1 de noviembre de 2011

CÓMO EL TEA PARTY APOYA AL MOVIMIENTO OCUPA WALL STREET

Philippe Grasset. Dedefensa.org. Reproducido y traducido al castellano por DISIDENCIA (http://la-disidencia.blogspot.com/)



Karl Denninger. Fundador del Tea Party y amigo de los "indignados" USA



La identificación y caracterización de las relaciones digamos "objetivas" entre el Tea Party y Ocupa Wall Street (OWS) constituyen un gran misterio en la saga actual cuyas dimensiones son épicas y globales (en la actualidad, la Revolución debe ser mundial, o al menos de gran alcance). Ambos movimientos, en general muy poco organizados, ¿son antagónicos, indiferentes, complementarios? Cabe señalar, tal y como nos señaló un lector y amigo servicial, la muy interesante intervención de Slavoj Zizek en Ocupa Wall Street, en particular la parte reportada por HuffingtonPost.com el 10 de octubre 2011: "Zizek aconsejó a la gente mirar al movimiento del Tea Party como un movimiento hermano - "Pueden parecer estúpidos, pero no los veáis como el enemigo", dijo . (Véase también la transcripción de la alocución de Zizek sobre el tema: "Tened cuidado, no os enamoréis de vosotros mismos”...)

Russia Today ha propuesto que se debería interrogar a Karl Denninger acerca de esta relación entre Ocupa Wall Street y el Tea Party. Dicho y hecho… El 14 de octubre de 2011 Russia Today entrevistó a Karl Denninger, que es uno de los fundadores del mismo ¿Sorpresa? Denninger apoya el movimiento Ocupa Wall Street (OWS).


¿Es correcto hacer comparaciones entre los dos grupos? Denninger dice que hasta cierto punto, las comparaciones son correctas. El movimiento Ocupa, sin embargo, puede aprender de algunos de los errores en los que según su opinión, incurrió el Tea Party. "El problema con las protestas es que es muy fácil para los políticos, no importa cuán grande sea la protesta, esperar simplemente a que la gente se vuelva a su casa", dice Denninger. "Entonces los políticos pueden ignorar a la gente.”


»Siendo tan grandes los problemas que afectan a los estadounidenses, sin embargo, dijo Denninger, es lógico que muchos ciudadanos se estén uniendo al movimiento. Denninger reconoció que muchos ciudadanos de Estados Unidos han perdido sus trabajos y hogares, y han visto el desplome de la bolsa dos veces en cuestión de pocos años. "La gente dice, '¿Sabes qué? Sé que me han jodido por todo esto; no sé cómo lo hicieron. Sólo sé que sucedió. Y todo vino de Nueva York y Washington DC’. "



Siendo el movimiento Ocupa Wall Street tan amplio como es, algunos críticos dicen que el caos y la falta de objetivos sólidos podría suponer la caída del movimiento. Denninger dice, sin embargo, que esto podría constituir una ventaja. Y como el movimiento se extiende de costa a costa y ahora también por el extranjero tal vez está en lo cierto. "Una de las cosas que el movimiento Ocupa Wall Street parece tener a su favor es que todavía no ha cambiado de dirección ni ha emitido exigencias formales y concretas", dijo Denninger. "Esta es una buena cosa, no mala. Todo el mundo está buscando un conjunto de demandas ". Denninger añadió que en el momento en que los manifestantes presenten formalmente a los bancos y el gobierno una lista de reivindicaciones," entonces alguien dirá: 'Bueno, os damos un 70 por ciento. Ahora iros a casa '".


»En el caso del Tea Party, Denninger opina que en realidad cualquier tipo de organización supondría la caída del grupo. "Una de las cosas que queríamos era el fin de los rescates a los bancos y acabar con el gasto público del Estado, y como se puede ver ello no ha ocurrido", dijo Denninger, que hoy gestiona el Ticker Market. Denninger agregó que los manifestantes de Ocupa Wall Street y sus vástagos de todo el mundo no deberían solo abandonar sus objetivos."Quedaos tan sólo con el mensaje siguiente: la corrupción no se da sólo en casos aislados", dijo. "El problema no se puede enfocar en un solo lugar. Hay que sacar el dinero de la política, lo cual es muy difícil de hacer, pero al mismo tiempo no se puede silenciar la voz de la gente. "


Denninger no está contra el movimiento Occupa Wall Street, cuyas reivindicaciones apoyaba el auténtico Tea Party. Está amargado desde hace mucho tiempo porque piensa que el Tea Party, el cual, en su momento, marchó también hacia la conquista de Wall Street, fue asesinado “ hace mucho tiempo ". (En Russia Today también, hace un año, el 22 de octubre de 2010).


El grupo Tea Party de Estados Unidos se ha convertido en una pesadilla para su fundador. Era originariamente un movimiento contra la corrupción y el gasto público, pero ahora ha pasado a centrarse en tres temas: "armas de fuego, gays y Dios." "Todo comenzó con el rescate de Bear Sterns. Entonces un puñado de personas de los nuestros, alrededor de una docena, se manifestaron en Wall Street", dijo Karl Denninger, fundador del Tea Party y Ticker Market. La intención era protestar contra el corporativismo excesivo y la corrupción y exigir al gobierno que mantuviera sus promesas de cambio.”“En cosa de un mes se convirtió en partido y fue asimilado por el grupo Republicano ", dijo. "Y todo se convirtió en armas, Dios, y gays. Que no niego sean grandes temas, pero eso no es lo que nos propusimos en un principio. "[...]" Ninguno de los así llamados candidatos del Tea Party ha dicho nada sobre esto ", dijo Denninger. "El lema que adoptamos originariamente fue" detener el saqueo y empezar a procesar “ (‘stop the looting and start the prosecuting’ ) y ahora no puedo encontrar ninguno de estos supuestos candidatos del Tea Party dispuestos a salir y decir eso en público. "


De estas manifestaciones [aparecidas en la entrevista del Russia Today] en primer lugar se puede inferir un desorden y confusión extremos: tanto respecto al historial, destino y actividad del Tea Party, como de la táctica de Occupy Wall Street en relación al Tea Party etcétera. Pero también podemos darnos cuenta de que este desorden y esta confusión favorecen este tipo de movimientos, diríamos, según la famosa frase, “sin su conocimiento y con su total aprobación". La descripción de Denninger sobre el destino de Tea Party es objetivamente falsa, no sólo en cuanto a la realidad de las situaciones sino también en cuanto los resultados obtenidos.


No ha sido el partido Republicano el que fagocitó al Tea Party; más bien al contrario, ha sido el extremismo desestabilizador y desestructurador (ídem, antisistema) del Tea Party el que literalmente ha infectado el Partido Republicano, el que lo ha subvertido, el que lo ha convertido en una máquina de guerra involuntaria e inconsciente (“sin su conocimiento y con su total aprobación”, por supuesto) contra su propio sistema monolítico. Es el que, de un cierto modo ha quebrantado el " partido único " a causa de su aversión al funcionamiento del poder en USA basado en la oposición salvaje entre sus dos alas republicana-demócrata. Pero comprendemos la amargura de Denninger: este resultado no era un objetivo para él, que quería reformas verdaderas bajo la presión exterior de Tea Party. El caso es que Denninger es un buen ciudadano USA que todavía cree en el sueño americano, y que piensa que el Sistema puede ser reformado sin ser destruido, - afirmación que no se corresponde en absoluto con nuestra opinión, porque como es sabido pensamos que hace falta que el Sistema sea destruido y, por consiguiente, el poder USA en primer lugar- . Por tanto, Denninger es desgraciado, lo cual nos entristece, y el Tea Party cumplió su oficio, lo cual nos satisface.


La idea implícita en la intervención de Denninger, es decir que, objetivamente, Ocupa Wall Street puede seguir la misma vía que el Tea Party original y que ambos movimientos son complementarios cronológicamente, es bastante exacta. Denninger aprueba la táctica estructural de OWS, que es quedarse sobre sus posiciones y bajo sus tiendas en Wall Street, rechazar las ofertas implícitas de colaboración con el Sistema, evitar ser precisa en sus reivindicaciones, funcionar sin dirigentes identificados etcétera. (Hemos definido a menudo esta táctica, que estaba ya presente, de facto, en el Tea Party, táctica que difería de la orientación racional que querían darle dirigentes como Denninger; una vez más, el hecho de que el Tea Party escapara de esta racionalidad ha sido lo que ha suscitado su eficacia y éxito).


La diferencia es que OWS, gracias al Tea Party, constituye una etapa más allá de la acción del Tea Party a causa del trabajo "inconsciente" que ha ido realizando. Está en una posición de fuerza porque ha encontrado un " Momento psicológico ", ampliamente preparado no por el programa de dicho partido sino por la tensión psicológica impuesta por el Tea Party. De hecho, ambos movimientos piensan que sus " misiones históricas " son necesariamente antisistema. Deben mucho a la dinámica antisistema, la cual han alimentado ampliamente. La posición de OWS nos conduce a pensar que la postura antisistema está enormemente extendida en USA. Los acontecimientos están muy próximos al descontrol total: ¿fracasarán o no? Pregunta formulada, pero las semanas próximas (posiblemente los días próximos, dirían los impacientes, pero hay que ser prudentes) serán interesantes. En cuanto a la campaña presidencial de 2012, será digna de seguir porque aquello que suceda en las semanas próximas, constituirá un potencial formidable y explosivo que se irá amontonando en este corazón del Sistema que es el proceso político fundamental (la elección del presidente) del sistema americano.

26 de octubre de 2011

UN BRILLANTE PORVENIR

Por Marat

"Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos, la edad de la sabiduría, el ciclo de la estupidez, la fase de la creencia, la etapa de la incredulidad, la estación de la Luz, la hora de las Sombras, era la primavera de la esperanza, el invierno de la desesperación, lo teníamos todo por delante, nada había frente a nosotros..." (“Historia de dos ciudades”. Charles Dickens)


PINCELADAS DE UN CUADRO
Hace no mucho tiempo el mundo que dicen desarrollado vivía una opulenta edad dorada del consumo y disfrutaba lo que los frívolos llaman calidad de vida para ocultar la banalidad de lo que en realidad aprecian: el lujo.

Eran tiempos de varios vehículos en cada unidad familiar, una segunda residencia en la playa, un televisor de plasma en cada espacio de la vivienda, individualizando a los miembros de la familia, hijos perfeccionando su segundo idioma en el Reino Unido o haciendo un master en USA y de 100.000 achiperres tecnológicos para honrar al narcisismo en la autoburbuja de aislamiento personal o en el exhibicionismo de ostentar la posesión de lo último.

Eran tiempos de expresiones como“divina de la muerte”,“porque yo lo valgo” y, “vanitas vanitatis”, de la belleza de “la diosa que hay en ti”.

Los sargentos ejecutivos del marketing se miraban en los espejos de los cruzados de las finanzas y pixelaban sus esperanzas de éxito en un sueño de eterna prosperidad.

Los estudios de mercado recreaban la demoscópica simulación de la realidad que afirmaba que casi todos éramos clase media, aunque fuera a costa de la tarjeta de crédito que pagaba los gastos de otra tarjeta de crédito y ésta de una tercera. El que no estaba en el ansiado centro de la campana de Gauss sencillamente no existía.

El discurso oficial del desarrollo y el bienestar social era el que reproducía la situación de unas clases medias orgullosas de la redondez del universo de sus ombligos. Era lógico que fuera así porque son principalmente ellas las que mantienen la sociedad de consumo en épocas de bonanza económica. Es sobre todo en ese público objetivo en el que piensa el marketing cuando anuncia los productos de la “sociedad del bienestar”, es a ellos a quienes habla y de quienes reproduce y performa sus estilos de vida y valores.

Las gentes combatían la inseguridad que las exigencias de la vida moderna les creaba leyendo libros de autoayuda y descansaban los fines de semana en balnearios y spás. Las farmacias dispensaban ansiolíticos y antidepresivos por toneladas para corregir los desajustes entre expectativas y realización vital y milagrosas pastillas azules permitían alcanzar el olímpico “citius, altius, fortius”a barrigudos burgueses con jóvenes y exigentes amantes.

Y sin embargo, sociólogos y filósofos post-postmodernos hablaban de la crisis del sentido en las sociedades occidentales, de la sensación de vacío vital, de la angustia derivada de las percepciones personales de lo efímero (pareja, trabajo, relaciones sociales, modas, valores, tendencias,...) y de la ausencia de asideros reales a los que agarrarse en un mundo inestable.

Gurús, santones, sectas, pitonisas televisivas, cursos de meditación transpersonal y religiones pret a porter sustituían a un casposo catolicismo que buscaba en la vuelta a lo retro la salida a un envejecimiento de su clientela y a una pérdida evidente de “sex appeal” entre los necesitados de terapias tranquilizadoras.

Las vías personales para combatir una negada infelicidad rechazaban por antiguo, ingenuo y “utópico”, con la más descarada ignorancia del significado de tal palabra, cualquier proyecto colectivo de emancipación humana y de búsqueda de superación de la fantasía de la jaula dorada de alquiler, pagadera a plazos cada final de mes.

La progresía de la época intelectualizaba la muerte de la clase obrera como realidad estructural y como clase para sí, escondiendo una visión parcelada de las luchas y reaccionaria en su aplanamiento de los proyectos de transformación social. Los “progres” gafapastas se mezclaban con los socialiberales en una supuesta confrontación teórica que ocultaba la indigencia intelectual y la falta de ideas de unos y otros. El oenegero antiglobalización podía hoy votar un partido de la “izquierda alternativa” y mañana a una “opción realista” de la izquierda. Al fin y al cabo, una y otra se nutrían básicamente de los mismos presupuestos de futuro: feminismo, altermundismo, ecologismo y otras reivindicaciones “transversales”, útiles para suavizar la realidad de una sociedad dividida en clases.

Pero bajo esta visión puramente ideológica de la realidad, reflejo mixtificado, “falsa conciencia” del mundo, se ocultaban unas condiciones sociales de producción y unas relaciones de clase que resultaban mucho menos superestructurales y culturalistas.

Casi nadie denunciaba por aquel entonces la mentira de las cifras del progreso social y de los índices de desarrollo humano de las sociedades “económicamente avanzadas”. Era mucho más fácil echar fuera, al tercer mundo, las cifras de la pobreza y de la desigualdad social. Hablar del cuarto mundo era cosa de curas rojos y de ONGs católicas y se ligaba más a cuestiones de fracaso personal en el itinerario vital, de infraclases, de familias desestructuradas, de falta de inversión social y, en general de origen secundario del injusto reparto de la riqueza, que de sus razones auténticas: las relaciones sociales de producción.

Los mejores años del despegue económico y la orgía de consumo de los años 90 y buena parte del primer decenio del segundo milenio no redujeron las cifras de paro por debajo del 8%, la misma cifra que en USA enciende las alarmas de un desempleo inaceptable para su economía. El 58% de la población asalariada española era mileurista en 2007 y para un importante segmento de los mismos los 1.000 € eran una utopía lejana. Cerca de 10 millones de personas, según cifras de Cáritas, vivían por debajo del umbral de la pobreza antes del inicio de la crisis económica en el Estado español. El trabajo basura, que hizo florecer a las ETTs como setas en primavera, era la norma y la excepción los contratos indefinidos, que los ingenuos desinformados seguían llamando fijos y que en realidad significaban que no estaba definido el momento en el que se produciría el despido. El importe medio de las pensiones de 8.273.940 de ancianos en 2007 era de 673,69 €, siendo los que superaban dicha cuantía una cifra reducida y los que se encontraban por debajo de la misma una cuantía no desdeñable. Cientos de miles de ancianos y personas excluidas socialmente (inmigrantes, discapacitados, personas que viven solos y carentes de recursos,...) habitaban infraviviendas de chabolismo vertical con riesgos de derrumbe. Según datos del mismo año sólo el 38% de los jóvenes entre 25 y 34 años disponían de estudios superiores, que incluyen tanto los universitarios como de formación profesional superior, y de ellos sólo una cifra minoritaria inferior al 20% de ese 38% provenía de las clases subalternas (clase obrera). La “inocente” y aparentemente inconsciente imbricación entre “ser joven” y “ser universitario” demostraba no ser otra cosa que un constructo ideológico, destinado a falsear la realidad social bajo la apariencia de una superficie plana en la que no existen las cases sociales . En 2007 el 55,4% de los españoles no disfrutaban de vacaciones fuera de su residencia y, de ellos, el 46,8% confesaba no hacerlo por motivos económicos, aunque el significativo porcentaje de otras respuestas indeterminadas sugieren que la razón económica fácilmente podría llegar a alcanzar el 60%. De quienes disfrutaban de vacaciones fuera de su residencia el 81% lo hacía dentro del país y sólo el 16,4% hacía algún viaje al extranjero por motivos turísticos. Para la gran mayoría de la gente hacer turismo seguía consistiendo en ir al pueblo a pasar una semana en casa de sus familiares rurales o en dar un paseo por el parque de su ciudad. El relato de los émulos de Phileas Fogg de clase media, en su papel de correcaminos disfrazados de Capitán Tapioca, difundido masivamente por la industria turística, los medios de comunicación y las cifras oficiales de un Estado del Bienestar de que el que no viaja al extranjero es porque no quiere puede que se tambalee un tanto; salvo que no se tengan cargas familiares, una hipoteca, un sueldo de submileurista y/o se sea un joven que puede quedarse todo lo que gana para sus gastos (coche, cachivaches tecnológicos, ocio, viajes,...) porque de su manutención se encargan sus padres.

Y esto sucedía cuando las cosas parecían ir viento en popa, antes del inicio del período de la crisis. Pero de aquellas cuestiones nadie quería ni quiere saber, ni sus propias víctimas, porque la clase obrera no tiene quien la escriba y la dureza de sus vidas es la única experiencia vital que conoce.

La literatura, el cine, el arte, los medios de comunicación, los sociólogos de cabecera del poder, las marcas,...sólo nos hablado durante demasiado tiempo de esas clases medias enamoradas de su propia vaciedad ignorando que, en gran medida, esas mismas clases eran ídolillos con píes de barro que habían edificado su bienestar no en la posesión de medios de producción o de rentas familiares acomodadas sino en vidas a crédito diferido. Hasta que llegó la crisis.

Y mientras tanto, las clases trabajadoras de rentas bajas no existían ni para la historia oficial, ni para las estadísticas del éxito, ni para sus relatores oficiales. Productivos para el sistema pero mucho menos para su lubricante, el consumo, sus vidas, realidades y duras supervivencias materiales carecían del glamour necesario para ser un modelo aspiracional reproducible por los mass media y los aparatos ideológicos del capitalismo.

Y por otro lado, si el llamado Estado del Bienestar, a cuyo entierro estamos asistiendo, era un medio tan perfecto de reequilibrio de las desigualdades sociales, redistribución de la riqueza e igualdad de oportunidades ¿qué hacer entonces con todos esos tozudos datos empeñados en aguarle la fiesta a esa bucólica visión del progreso y el bienestar para todos?


“ES LA GUERRA, MÁS MADERA”
La segunda oleada de la crisis capitalista vuelve a reproducir de nuevo el ciclo de crisis financiera mundial, consecuencias devastadoras sobre las economías reales de las empresas y los hogares, salvataje de bancos y financieras, tsunamis en las bolsas, rebrotes del desempleo,...

Pero ahora la segunda parte del partido se juega con las energías de los participantes mucho más exhaustas. Las islas incontaminadas por la crisis (BRIC y otros países emergentes) empiezan a ser ya alcanzadas por la metástasis de una crisis financiera del capitalismo que ya ha parasitado e invadido a todo el sistema. Los Estados que, mediante la máquina de hacer dinero, habían prolongado la vida del sistema financiero -auténtico sistema de refrigeración, corazón y a la vez cáncer de toda la estructura económica- se endeudaron hasta límites que pusieron en riesgo su solvencia y que abrieron una cascada de quiebras fiscales imparables, que se van extendiendo de unas a otras y a cuyos rescates y préstamos acuden, ávidos de realización de beneficios, los usureros que antes habían sido salvados por los gobiernos.

El problema que impide la cuadratura del círculo es que ahora la crisis que rebotó desde el capital financiero hacia la economía real, vuelve a hacerlo pero en modo ascendente, desde ésta hacia el primero. Y es que las empresas y las familias carecen de crédito, que fue a parar a los Estados, deudores mucho más suculentos para la banca, lo que impide el consumo e incrementa el paro, ralentizando con todo ello la actividad económica. Y los Estados aquejados de mayor riesgo de insolvencia están agotando su capacidad de estímulo a la economía productiva y a las familias, estrategia keynesiana que sólo algunos han aplicado, muy moderadamente, pero que se muestra tan ineficaz como la liberal imperfecta de ayuda al capital financiero porque la recuperación, cada vez más improbable, de esta crisis sólo puede ser global ya que es sistémica y afecta, en creciente medida, a toda la economía mundial.

Desde la estrategia especuladora de la fracción capitalista dominante, la que domina el capital financiero, tampoco parece posible una salida a la crisis, fuera de algunas anecdóticas peticiones de multimillonarios franceses y de algún otro país de que se les aplique un gravamen especial sobre sus fortunas.

Esa posibilidad no existe porque no hay un plan global del capitalismo para salir de su crisis. No lo tienen los más poderosos plutócratas mundiales y lo ignoran sus economistas de cabecera. Tampoco los bancos centrales, los ministros de economía de los gobiernos estatales, ni las alianzas de tipo regional (OCDE, UE, ALADI, MERCOSUR, ASEAN,...), del mismo modo que le sucede a los expertos del FMI. Se parchea sobre la marcha y se opta por recetas que mañana serán sustituidas por otras en una táctica de palos de ciego a una piñata en movimiento. No se trata, al contrario de lo que sostiene el movimiento “indignado”, de una cuestión de voluntad. El capitalismo no tiene vocación de samurai entusiasta del harakiri. Si no aplica una solución global que permita la recuperación de la tasa de ganancia de las grandes corporaciones mundiales es porque carece de ella. Tres hechos resultan sintomáticos en este sentido.

· Algunas de las mayores fortunas del mundo están perdiendo dinero en grandes cantidades con la crisis. Warren Buffet, Carlos Slim, Larry Ellison, Lakshmi Mittal, Eike Batista, Steve Ballmer, Sheldon Adelson y un largo etcétera de archimillonarios provenientes tanto de sectores inversores múltiples, como de las tecnologías de la información, la energía o el comercio, entre otros, están recibiendo un severo varapalo desde 2008 en sus fortunas, varapalo que ha sido especialmente notable en 2011. La recesión está afectando también a los negocios de los más ricos del mundo porque la constante caída de las bolsas hace perder valor a las acciones de las principales compañías en los que ellos participan.
· La práctica de los consejeros de entidades financieras y grandes corporaciones rescatadas por los gobiernos de autorremunerarse de un modo escandaloso justo antes de la intervención pública tiene algo de jugada a la desesperada, de “coge el dinero y corre” Incrementan sus fortunas personales pero lo hacen a costa de perder, en muchos casos, el control de empresas a las que han contribuido a arruinar. Y eso representa perder un poder real, el corporativo.
· Apenas se habla ya de las teorías de evolución en L, V o W de la crisis –más bien esté siendo en O por su tendencia a la espiral en la repetición de los acontecimientos económicos que agudizan la gravedad de la situación- y se pospone, cada vez con menor convicción, el inicio de la recuperación a fechas siempre móviles, ahora 2014. Eso sí, los argumentos de esa recuperación son tan científicos como el “razonamiento” de que “no hay mal que cien años dure”. El otro día, un “experto” económico español afirmó que “en los últimos 2000 años de Historia de la Humanidad siempre se había salido de las crisis más graves y en esta ocasión sucederá lo mismo” . Si siempre he dudado del estatus científico de la economía, ahora esa duda me ha sido radicalmente despejada.

El edificio capitalista ya no amenaza derrumbe. Su situación recuerda las imágenes de las Torres Gemelas cayendo el 11-S de 2001 en un lento pero continuado e inevitable proceso de implosión. Día a día, semana a semana, mes a mes, vemos el desplome del coloso que va hincando su rodilla en tierra ante nuestros propios ojos.

Lo que hoy es miedo y angustia social mañana será horror y pánico. Las cifras actuales de paro palidecerán ante las que producirá la absoluta sequía del flujo financiero. La actividad económica se reducirá mundialmente a niveles de supervivencia. Las voces que hoy llaman al proteccionismo arancelario y comercial de los países frente a las exportaciones de sus competidores amenazarán con paralizar el comercio mundial. La crisis del euro y del dólar acabará con su fuerza como monedas mundiales y arruinará aún más sus economías.

Aún no hemos visto las imágenes de banqueros y plutócratas arrojándose por las ventanas de los despachos de sus rascacielos como sucedió en la crisis del 29. Los suicidas son aún los trabajadores y la epidemia de France Telecom el paradigma más representativo de cómo va el contador en el combate entre explotadores y explotados. Los cortafuegos del sistema capitalista son más eficaces, a corto plazo, que los casi inexistentes en el siglo pasado en el crack de Wall Street pero, al contrario que entonces, no hay solución keynesiana para esta crisis y el sistema financiero se comporta como una combinación de gusano y virus que va derribando imparablemente todas las instancias de la economía mundial, replicando de unos países a otros en un efecto dominó devastador.

Los gobiernos de los Estados no pueden hacer otra cosa que tratar de ralentizar la velocidad del desastre porque, liberado el genio de la botella, tras la deslocalización de las transnacionales, la privatización en los años 80 de las sociedades de calificación de riesgos, la eliminación de controles en el comercio mundial, la proliferación de los paraísos fiscales, la desaparición de los sectores públicos que hiciesen de contrapeso contra la economía privada, ya no es posible obligarle a que vuelva a entrar en ella y ponerle el tapón.

Los Estados ya son sólo superestructuras políticas y administrativas vaciadas de poder real e incapaces de actuar frente al capitalismo de los“condottieri”, ni siquiera en coalición. Los sucesivos fracasos del G-20, los cuchillos largos dentro del FMI (caso Domenique Strauss-Khan), las fuertes divisiones en las sucesivas rondas de los líderes de la UE, muestran que las soluciones no llegan no por los caprichos de autoinmolación de los políticos como mediadores con credibilidad para sus pueblos sino porque no hay modo de embridar a un capitalismo mundial cuya locomotora se dirige, sin frenos, a hacia el desastre.

En el hipotético caso de que los Estados pudiesen superar sus divisiones nacionales, inevitables cuando el hundimiento impone el “sálvese quien pueda”, y presentar un proyecto global del que carecen, no encontrarían enfrente un bloque homogéneo al que oponerse o con el que dialogar.

El capitalismo financiero que hoy arruina al mundo es enormemente lábil, escurridizo y cambiante. Compra, trocea y vende empresas, cambia sus inversiones bursátiles en función de los valores que en cada momento se presentan como más atractivos, se esconde detrás de sociedades opacas, mueve su dinero a velocidades electrónicas de una punta a otra del mundo, compra voluntades, maneja formidables ejércitos de mercenarios (contratistas), capaces de desestabilizar gobiernos,...y, a la vez, combate entre sí en una guerra sin cuartel del todos contra todos.

Incluso si los Estados más poderosos del mundo alcanzaran algún tipo de acuerdo para sujetar a los mercados, la terapia a aplicar debiera ser tan radical, con el fin de derrotarlos e imponer la voluntad de la acción política sobre la economía, que su intervención exigiría acabar con el capitalismo. La situación es tan grave a nivel global y el capitalismo está tan desatado que ya no valen los paños calientes de una bienintencionada intervención pública welfarista. Ya hemos visto cómo el capitalismo de los globalistas se ha merendado sin dificultad al Estado del Bienestar. Y declarar fuera de la ley al capitalismo no creo que sea la voluntad de Estados asentados en legitimación de la “economía de mercado”, ¿verdad? No veo a Sarkozy, Obama, Merkel, Cameron o Berlusconi siguiendo la senda de Lenin, ni siquiera del nacionalista popular Hugo Chávez. Más bien me recuerdan a otro Marx, Groucho, corriendo de un lado para otro, con alguna frase extravagante colgada de los labios y tratando de transmitir la sensación de que están muy ocupados haciendo algo que ni ellos mismos saben en qué consiste.

ENTONCES, ¿QUÉ DEMONIOS HACER?
Si, como parece, estamos ante la madre de todas las crisis, los expertos gurús están más perdidos que un sordo en un tiroteo, los políticos no aciertan con medidas económicas eficaces ni por equivocación, nada indica que lo que hoy va mal no vaya a ir mañana mucho peor.

Es tan profundo el desastre económico y la gravedad presente y futura de sus consecuencias sociales para los sectores más débiles de la sociedad que cualquier proyecto de reacción colectiva que pretenda revertir la situación a un momento anterior a lo que ahora está sucediendo es absolutamente absurdo e irrealizable. Y muy probablemente también ingenuo o cínico o ambas cosas a la vez.

El capitalismo, señores, es esto. No hay un capitalismo bueno, el anterior, al que ha matado el malo, el actual. Para los conservadores que creen que “en el centro está la virtud de las cosas” puede que eso aún sea creíble pero lo cierto es que el capitalismo en sus etapas de desarrollo compite cada vez más salvajemente por los mercados y el beneficio y, en su interior, lleva la lógica de su destrucción. No es ésta una ley física e inmutable o una afirmación de fe. Sus escenarios de evolución pueden llevarle al derrumbe, a un avance entre crisis y períodos de prosperidad o a otras posibles salidas. Pero la tendencia actual parece abocada a un desastre total (económico, ecológico, alimentario, energético,...) del que sólo es posible salir desde la acción política.

Pero lo cierto es que las iniciativas políticas no están en manos de los Gobiernos ni de los Estados. La decisión que tendrían que afrontar para corregir la devastación que el sistema capitalista está creando les obligaría a tomar medidas que irían directamente contra el propio sistema económico porque ya no se trata de moderarle, ni de controlarle parcialmente, ya que está totalmente desatado. No es posible educar hoy a los capitalistas en los principios de un capitalismo responsable y humanitario. Han tenido más de 200 años para practicar algún aprendizaje en ese sentido y no han hecho otra cosa que poner la dinámica del modelo económico por encima de cualquier otra consideración moral y colectiva.

Sus bases utilitaristas y del egoísmo racional son el ardid ideológico de la lógica de acumulación del capital y la elevación constante de la tasa de ganancia como objetivos supremos. La realidad es más sencilla: el capitalismo no puede funcionar de otro modo. Es algo que va más allá de sus planteamientos. Cuando su proceso de realización del beneficio se quiebra o entra en crisis, el capitalismo empieza a venirse abajo y aparece de forma totalmente trasparente su rostro más feo –paro, pobreza, desigualdad creciente, encarecimiento de los precios, desestabilización económica,...-, que el resto del tiempo suele estar oculto a los ojos de la mayoría de la estructura social porque, en tiempos de bonanza, casi todos los sectores creen beneficiarse en cierto modo de la misma, aunque en muchos casos no suceda así en términos reales.

El Estado del Bienestar no es un tipo de capitalismo opuesto al liberalismo. Afirmar tal cosa es no comprender nada de lo que es realmente este sistema económico, su dinámica, procesos y evolución. El Welfare State no fue otra cosa que una etapa evolutiva y una respuesta necesaria del sistema cuando y donde las debilidades de la estructura económica provocaron crisis que exigieron la intervención del Estado para activar y dinamizar la economía. Inversión pública, reactivación del consumo, incentivación del empleo, eran partes de los elementos que componían la ecuación de la recuperación económica. Como etapa, el welfarismo ha sido superado y lo ha hecho en paralelo al modo en que las teorías económicas, las corrientes políticas y el peso de los Estados se han visto derribados. Todo forma parte de la misma estructura. La política y la economía van a la par.

La globalización fue la etapa necesaria para un despliegue completo de las fuerzas del capitalismo, liberadas de toda forma reguladora y de intervención pública. Ésta es, de momento, la última fase del capitalismo, una etapa que va más allá de las teorías de economía mixta público/privada y por supuesto de la economía clásica del liberalismo primitivo.

Por tanto, no es válido oponer una crítica al capitalismo que no conlleve siquiera unos rudimentos de alternativa radicalmente opuesta a dicho sistema.

Carece de sentido rechazar y condenar el espíritu de avaricia del capitalismo actual, como si el problema del capitalismo estuviera en la personalidad de los capitalistas y no en la naturaleza del sistema, y reclamar los “beneficios” que, mucho más para las clases medias que para los trabajadores y los sectores más débiles de la sociedad, ha aportado el modelo welfarista. En el interior del capitalismo avanzado de los Estados del Bienestar estaban los gérmenes que desarrollaron luego esa desregulación globalista de vuelta al liberalismo que algunos prefieren llamar neoliberalismo. Ya sabemos que lo que se matiza pierde una parte de su fuerza esencial.

Los primeros recortes al Estado Asistencial fueron efectuados bajo la argucia de hacerlo más “eficiente”, ese término tan propio de la cultura de “gestión” capitalista. Y ese discurso se sigue manteniendo aún hoy cuando apenas queda ya del Estado Providencia el nombre, incluso en países en los que tradicionalmente fue siempre raquítico. Sólo los liberales –neoliberales si prefieren ustedes un lenguaje más suave- y los teóricos de esta corriente económica de la época de Thatcher y Reagan hablaron claro.

Así pues, o se está contra el capitalismo como sistema general, no respecto a alguna de sus etapas particulares, o se está jugando a una hipocresía bastante deleznable.

Y cuando se está contra el capitalismo ha de apostarse claramente y sin maquillajes por un modelo de sociedad opuesto, antagónico, no simplemente reformista. Hoy ser reformista es algo tan absurdo como decir que “se está un poco contra la pena de muerte”. Se está claramente a favor o en contra de la pena de muerte o del capitalismo o se está por un parcheo ideológico de saldo y contemporizador. Ya no hay espacio para vueltas atrás a un “brillante porvenir” de bienestar y desarrollo social, que sólo lo fue para una parte en el pasado, con el Estado capitalista benefactor.

Y una apuesta contra el capitalismo exige una definición, siquiera básica del modelo de sociedad que se pretende. No basta con decir qué cosas del capitalismo no gustan y contra cuáles se está sin definir qué características fundamentales ha de tener la sociedad futura. El nombre de la cosa dice mucho de lo que se pretende que ésta sea. Cuando no lo tiene es sensato desconfiar de ciertos “anticapitalismos” de oportunidad: los surgidos justo cuando sus intereses como parte de la clase media se han visto amenazados.

No digo en absoluto que éste sea el caso –me resulta muy respetable la trayectoria política de Carlos Taibo- pero declarar, en relación al movimiento “indignado” que le gustaría que se convirtiese en “una instancia de asamblea y autogestión que plante cara con radicalidad al capitalismo desde la lucha antipatriarcal, el antiproductivismo y la solidaridad internacionalista” (1) es un modo lamentable de agarrársela con papel de fumar y de marear la perdiz para no decir qué tipo de sociedad se quiere. Lo opuesto al capitalismo es el SOCIALISMO y si la palabra se evita -salvo desde fuera por parte de algunos tenaces izquierdistas empeñados en ver revolución donde sólo hay protesta por lo perdido pero no exigencia de algo radicalmente diferente- es porque se sabe que la fracción dominante de ese movimiento es la pequeñoburguesa clase media y se prefiere nadar en la indefinición antes que romper una unidad que sólo impide el enfrentamiento abierto con el capitalismo y la propuesta de una sociedad socialista como salida a la barbarie. Las palabras no son sólo palabras. Definen el horizonte por el que se lucha.

La naturaleza y la dirección de un movimiento tiene mucho que ver con sus postulados políticos y programáticos y con los sectores sociales dominantes en él y si lo que se opone frente a las consecuencias antisociales del capitalismo en crisis es democracia, “real”, figurada o pluscuamperfecta, y afirmación del yo (individuo) dentro del movimiento, está clara cuál es la naturaleza de clase de ese movimiento y su proyecto de sociedad.

La pequeña burguesía y las clases medias tienen uncido su destino al capitalismo. No puede ser de otro modo. Sólo él, en sus períodos de crecimiento y desarrollo, les ofrece su supervivencia como clase, aunque atente contra ellas en las etapas económicas más contractivas, que tienden a dualizar las clases sociales, simplificando el enfrentamiento de intereses. La pequeña y mediana burguesía y las clases medias aspiran al bienestar material de consumo que el capitalismo les ofrece y, cuando deja de ofrecérselo, se lo reclaman pero sin ejercer la crítica de base del sistema que les ha repartido algunas de sus migajas y les ha permitido escapar a la condición proletaria. Éste es el gran fantasma de las clases medias: proletarizarse. El 15-M y el protagonismo universitario dentro de él no se entienden sin el hecho de que el Estado español sea el único de la OCDE en el que el título de estudios superiores se devalúa desde hace años como ventaja competitiva en el mercado laboral (2). De hecho, es llamativo y reconocido por los propios integrantes de los “indignados” su escasa conexión con la clase trabajadora y con sus organizaciones, más allá de lo que el minoritario “sindicalismo alternativo” les aporta.

Las clases medias nunca han hecho una revolución social. Puede que algunos de sus miembros intelectuales y políticos lo lideren pero no son la base social que “asalta los cielos” (3); lo suyo históricamente son las revoluciones políticas y “democráticas”.

Sí han tenido la virtud de tomar la iniciativa en las movilizaciones nacidas al socaire de la crisis capitalista y de convertirse en interlocutores mediáticamente mimados de los poderes políticos y, muy secundariamente económicos, si descontamos los apoyos y las simpatías declaradas de algunos de los multimillonarios más famosos del mundo. A buen seguro que como revolución socialista no los hubieran tenido, mucho menos públicamente.

Pero su recorrido no está llegando más allá de una crítica a los excesos del capitalismo, que nace más de la pérdida de status social, como consecuencia de la crisis, del sector dominante en el movimiento, que de una toma de conciencia de lo que este sistema representa; salvo que se trate de una conversión tan notable como la de Pablo de Tarso, que de perseguidor de una fe pasó a seguidor de la misma.

Cuando la crisis capitalista se agudice será el momento para ver si la respuesta sigue siendo la emocionada autoafirmación en la masa de quienes no quieren otro sistema económico, sino el mismo mejorado, o la agitación social que empuje el derribo del edificio para construir una sociedad radicalmente diferente y socialista por parte de sus principales víctimas.

Pero analizar porqué los trabajadores no han despertado hasta ahora es tarea de otro momento.




NOTAS:
(1) http://www.kaosenlared.net/noticia/entrevista-carlos-taibo-sobre-15-m-sesenta-preguntas
(2) http://www.elpais.com/articulo/sociedad/titulo/universitario/devalua/elpepusoc/20070919elpepisoc_1/Tes
(3) http://tomarelcieloporasalto.wordpress.com/2007/09/04/tomar-el-cielo-por-asalto/

15 de octubre de 2011

15-O. CERRANDO EL CÍRCULO DESDE DENTRO

Por Marat

Tan sólo cinco meses después de iniciarse la spanishrevolution llega el 15 O, convertido ahora en globalrevolution, casi un mes después de que se repitiera la acampada de Sol, ahora en Wall Street.

Lo que alguno de sus profetas llama el “ágora mundial”, en evidente persistencia sobre el concepto de “revolución ciudadana” que destierra la categoría de clase, la lucha de clases y la revolución social desde la clase, es ya el Santo Grial Indignado.

Quizá uno de los acontecimientos de mayor difusión en los medios de comunicación en este inicio del otoño sea el Occupy Wall Street, un acontecimiento que se inscribe en las leyes de la física y que viene a coincidir en un punto con la teoría de los vasos comunicantes, según la cuál cuando un fluido baja en uno de los recipientes sube en el otro. De un modo más concreto, cuando el 15-M español declinaba en su fase de disolución aparecieron los “indignados” neoyorkinos para coger su relevo. ¿Son accidentales los relevos en el interés mediático del capital? ¿Y si no lo fueran a qué habría de obedecer que los hechos se sucedieran concatenadamente en el tiempo, evitando que la llama olímpica se apagara y que la cámara dejara de filmar la performance?
¿Se han preguntado ustedes porqué, en cambio, los medios de comunicación no hablan de la revolución naxalita en el segundo país más poblado del mundo, una revolución que controla el 40% del territorio de la India? ¿Hablaron mucho en su día esos mismos medios de la revolución comunista triunfante en Nepal? ¿Cuántos de ustedes conocían los hechos de los que les estoy hablando? ¿Se han preguntado ustedes porqué las movilizaciones sindicales en Italia, Portugal, el Reino Unido, las huelgas revolucionarias en Grecia o las populares en defensa de la sanidad pública o la enseñanza y llevadas a cabo por sindicatos y organizaciones de larga trayectoria en defensa de lo público son ignoradas por los medios de comunicación o cubiertas bajo el manto “indignado” sin que este movimiento haga nada para no apropiarse en exclusiva de banderas que otros agitan? ¿Se han preguntado porqué si esto es la “spanishrevolution” (rindiendo pleitesía al Imperio en su idioma) son tan pocos los “héroes” realmente reprimidos, al margen de algunas cargas, palos, multas y libertad provisional? El capital y su poder político vicario saben qué hacer con quienes realmente atentan contra su hegemonía y como reprimirles a sangre y fuego y no con cuatro azotes de los que salen corriendo como galgos los “cruzados de la indignación”.
Estos otros puede que le sirvan de estrategia diversiva, de reorientación de la rabia social hacia destinos cerrados y sin riesgo sistémico, sobre todo cuando no apunta ni alternativa, ni ataques a la base profunda en la que se asienta la opresión de unas clases sobre otras, ni otras demandas que la vuelta al estatus de los felices tiempos de prosperidad. He ahí toda la radicalidad de la protesta.

Pero no quiero desviarme de la primera línea que acabo de abrir al referirme a la transmigración del 15-M en el 15-O y de la Puerta de Sol en la “Plaza de la Libertad” (Plaza Zucotti).

Si alguna conclusión cabe extraer del paso de la “espontánea revolución ciudadana” de los Occupy Wall Street es la mimética reproducción en todos sus componentes –lenguaje, formas, conceptos, objetivos e ideología- del 15-M: campamentos, tiendas, secta Zeitgheist (1), asambleas, comisiones, cartelería en negro y amarillo (el cromatismo de los anarcocapitalistas), apelación a la “democracia” curalotodo como remedio contra las consecuencias sociales de la crisis capitalista, discurso errático lleno de eslóganes pretenciosos, interclasismo con apoyo de brokers incluido, caretas del reaccionario Guy Fawkes (2), uso y abuso de la propaganda del vídeo de tono alarmista destinado a la creación de un sentimiento colectivo de pánico (3),....Cuando se apela antes a la emoción que a la razón es que hay intención de bloquear el pensamiento y de pastorear borreguilmente a personas con escasa o nula cultura política y capacidad de análisis.

Ésta es la pretendida “espontaneidad” de la Internacional Mundial de Franquicias Indignada que hoy hace su presentación en sociedad en más de 800 ciudades del mundo: el #globalchange (¡cuánta almohadilla inventada en el ciberespacio para atemperar otros ruidos y otras voces más radicales que han de venir!). Es esclarecedor que lo que comenzó siendo “aquí” una reivindicación frente a los “excesos” de los mercados nos hable con lenguaje de “allí” de lo “global”, expresión de la cultura del marketing y la globalización y del “change” (cambio) pues sus promotores no pretenden en absoluto llegar a ninguna “revolution”. Y si alguno aún lo duda que revise porqué el poder lo tolera, fomenta, publicita, comunica, convoca y patrocina desde sus orígenes.

Cuando la carga de las protestas se detiene en la codicia de los plutócratas y en la “incompetencia” de los gobernantes lo que aflora a la superficie es su crítica a un sistema que no funciona tan bien como quisieran sus promotores y que si lo hiciera continuarían gozosamente dedicados a sus privadas actividades del pasado.

El mar de fondo no es otro que el sentimiento de estafa de unas clases medias a las que les fue prometido una utopía sin fin de consumo feliz y bienestar creciente. Y ahora encuentran, primero sus hijos y, por solidaria ternura progenitora, sus padres, la razón para decir “no es eso, no es eso”. El #globalchange mira con indignada melancolía a un mundo que pudo ser y no fue, añora un Welfare que ya no volverá pero al que exige que cumpla su pacto y se irrita, como niño chico, ante su incumplimiento. No es el esclavo Espartaco el que acude a la llamada del grito prometéico de liberación de los oprimidos. La clase no existe, sólo la ciudadanía. Lo colectivo sólo lo es en la medida en la que ensalza al individuo –la “persona”- como si ésta no naciera determinada por unas condiciones sociales de producción y de relación entre las clases sociales.

Frente a la locura de un capitalismo mundial que se despeña hacia el abismo, buscando su propia supervivencia se exige “democracia” a palo seco o “real”, como si hubiera habido democracia antes de la crisis o como si ésta pudiera saciar el hambre creciente de un proletariado –sí, proletariado, no por tener prole sino por convertirse en los que ya no pueden ofrecer más que su propio miedo para aceptar cualquier tipo de atropello- creciente que puebla las ciudades del mundo. ¿Acaso hubo democracia cuando en 1973 el gobierno de la Unidad Popular Chilena fue aplastado por los tanques? ¿Acaso era más democrática la Constitución española antes de la reforma de su artículo 135 y el modo en que aquella se impuso en un país amnésico y aplastado por el miedo y la represión? ¿Acaso la Ley de Partidos que condenó a una parte de la población vasca a no ser representada les preocupó a los “indignados” españoles? ¿Acaso ha existido alguna vez democracia en las relaciones contractuales empresario-trabajador? ¿Es posible ser libre de elegir en un mercado laboral en el que quien ofrece su fuerza de trabajo sólo puede aceptar o rechazar una oferta de empleo pero no condicionar el modo en que ésta se establece? ¿Acaso era más democrático el capitalismo con el Tratado de Libre Comercio Internacional (TILC), pero sin crisis sistémica declarada, o con el embargo a Cuba por esos tiempos? ¿Acaso era más democrática la sociedad USA antes de la explosión de las burbuja Enron y las de las financieras que luego le siguieron? ¿Acaso durante el capitalismo de los 60, 70, 80. 90, 2000 y antes no existía una incompatibilidad básica, real, cotidiana y multidimensional entre capitalismo y “democracia”?

Señores de la Franquicia Mundial Indignada, señores de las revoluciones primero naranjas y luego árabes, en las que ahora reprimen a las clases populares, amigos de los bombarderos sobre Libia: lo que está en peligro con esta crisis sistémica del capitalismo no es aún la democracia (que sólo ha sido hasta el día de hoy política, y con sus cortapisas). Lo que ha sido ya destruido hasta sus cimientos son los principios de igualdad de oportunidades y de justicia social. Los términos de solidaridad y de fraternidad están demasiado prostituidos desde hace demasiado tiempo por la “tolerancia”, la caridad institucionalizada y la lástima del superior jerárquico social para ser reivindicados hoy. Pero las ideas de justicia social e igualdad sólo tienen su pleno sentido en el SOCIALISMO, concepto y horizonte que tanto odian ustedes, líderes (que los hay en su movimiento y muy visibles, por mucho que ustedes lo nieguen) de la transnacional (multinacional) indignada, educados en las caras universidades privadas que enseñan los valores meritocráticos del “emprendedor”.

Su crítica al capitalismo no pasa de serlo al capitalismo malo, presuponiendo que hay uno bueno. Pero incluso si no fuera ese su pensamiento, su crítica al capitalismo no propone ni cómo romper con él (destruirlo) ni qué ha de sustituirlo. El motivo de ello no es que desconozcan cómo afrontar la necesidad de un proceso de toma de conciencia de los trabajadores (apenas presentes en su movimiento), ni el modo de aplicar la teoría de la acumulación de fuerzas, ni siquiera en cómo agudizar las contradicciones del capitalismo o cuál sea la mejor alternativa posible a la deshumanización trituradora de este sistema de dominación económico. Ese es un lenguaje irritante y viejo para ustedes porque es opuesto a sus intereses de clases medias. Ustedes son “lo nuevo”. Efectivamente muy “nuevo” resulta eso de que frente a la crisis agónica del capitalismo ustedes pretendan revivir las revoluciones democrático-burguesas europeas de 1848, con algún obrero parado (no doctorado Bussines School) y pobrete de comparsa para no hacer tan burdo el experimento.

La razón por la que la crítica “indignada” circunvala al capitalismo desde dentro pero no busca derribarlo sino “humanizarlo” y “democratizarlo”, como si fuera posible convertir a Al Bundi en un filántropo, es sencilla: los protagonistas del semestre del 15 no pertenecen a la clase obrera sino a las clases medias. Y sabido es que éstas, históricamente, han unido sus destinos a este sistema económico, sin el cuál no imaginan un destino social mejor ni una identidad individual y de grupo alternativa a lo que son.

La presencia de sindicatos dentro de la franquicia social indignada no niega, en absoluto lo anterior.

En el caso USA, la AFL-CIO no es precisamente un sindicato que se destaque por su carácter anticapitalista. Ha sido un sindicato contemporizador con los gobiernos intervencionistas “demócratas” en América Latina (Guatemala, Guayana, Chile, Panamá, Granada, Venezuela) y Asia durante gran parte del siglo XX como también apoyó las guerras imperialistas de Afganistán, Yugoslavia e Irak (4). Por su parte, la IWW no ha superado las consecuencias de su escisión en los inicios del siglo XX en la que decidió mantener su pureza sindical ajena a un proyecto de partido revolucionario.

Respecto al sindicalismo español pro 15-M, 15-O y todos los meses del calendario, incluida la emblemática fecha que el sindicalismo mayoritario convirtió en ceniza –el 29-S-, lleva meses empantanado en el avance “hacia” una Huelga General a la que no sólo no pone fecha sino que ni siquiera la aproxima porque no cree en ella. Y ello no sólo porque no vea posibilidades de “salvar los muebles” en su realización (el éxito está descartado) sino porque no conecta con una clase trabajadora con la que tampoco lo hace la izquierda.

Es cierto que hay una izquierda “indignada” pero esa izquierda o bien es izquierda sistémica (5), cuyo fin se agota en su supervivencia electoral y su recorrido ideológico se cierra sobre un Keynes muerto a manos de la última pirueta del capitalismo global, o bien intenta heredar a aquella que dejó de ser comunista para deslizarse a un postsocialismo que camina en una dirección tan desnortada como la de los partidos de la Segunda Internacional.

Cualquiera de esas izquierdas forman parte del discurso indignado que sostienen personajes como Stephane Hessel, un atlantista (proOTAN) anticomunista, o un José Luis Sampedro, economista del que pocos conocen sus compromisos con las primeras escuelas de negocio creadas en España y que se inviste de un buenismo santurrón, mitad “socialismo cristiano”, mitad adaptación al discurso 15-M/DRY (6).

En la izquierda alternativa “indignada” la reciente entrada en escena de Toni Negri y Michael Hard no es casual. En realidad, todo el discurso #globalrevolution o #globalchange es muy coherente con esa visión abstracta, inmaterial, mitopoética y ajena a un sujeto revolucionario enclavado en la clase. Para los autores de “Imperio” y de “Multitud”, la masa anónima, la multitud anónima, es el sujeto de su proyecto de transformación. Parecen importar muy poco los elementos estructurales en los que se integran cada uno de los miembros de esas multitudes anónimas, “lo diverso global”, “el conjunto de singularidades” (¡qué rancio olor a individualismo pequeñoburgués!), para los que su proyecto es la “democracia”, en el que ningún sector de la población queda fuera de la multitud- ¡Vaya por dios, acabaré encamado con los chicos de la JMJ! (Jornada Mundial de la Juventud de los Papistas en Madrid en el mes de Agosto), como defendía buena parte del 15-M. ¿Necesitan ustedes más aclaración” a este proyecto postsituacionista en camino hacia la nada o, lo que es peor, hacia una derrota de los desposeídos de clase conducidos por el flautista de Hamelín? Sugiero la lectura de un breve texto que les hará comprender de qué modo la pseudoizquierda ya escribía en 2005 sobre conceptos experimentados y difundidos en 2011 (7). ¿Casualidad? Yo creo que los Reyes Magos son los padres y...en ocasiones el cartero.

Sea cuál sea el impacto numérico de los asistentes hoy sábado al 15-O (seguramente mucho menor en cada país de lo que la suma a escala mundial pretenderá extrapolar) no pasará del axioma “somos muchos, estamos haciendo algo”. Pero, ¿el qué? ¿para qué?, ¿qué cambiará realmente dentro del sistema capitalista, fuera del hecho, positivo, eso sí, de que, la dimensión planetaria de las crisis sistémica del capitalismo necesita la internacionalización de las respuestas?

En realidad el 15-O no es el inicio de nada que pueda llamarse revolución sino el cierre del círculo (tan redondo como la inicial O) desde dentro. Al mundial sólo puede sucederle, en el mejor de los casos, el mundialito. Cuando la teoría y la práctica “revolucionarias” no están dispuestas a ir más allá de lo que sus líderes (que los tienen) y sus individualistas activistas de clase media pretenden, el viaje de la locomotora no puede continuar porque le faltan energía motriz, raíles y estación de destino.

La creencia de que algo hay que hacer ciega la capacidad crítica y conduce al más burdo oportunismo a esos autoproclamados militantes de izquierda ´-básicamente sistémica o ansiosos por entrar al supermercado electoral, aunque negándolo: baste mirar con qué ansias se lanzan a recoger avales para presentarse a las elecciones generales del 20-N en el Estado español- de apoyar un movimiento con el que algunos de ellos se muestran críticos pero consideran útil. Y esta consideración les basta para disculpar la génesis del mismo, su orientación ideológica, el límite de sus contenidos reivindicativos, el horizonte político en el que se inserta (la demanda de vuelta a los buenos tiempos del Welfarismo), la hegemonía del bloque social de clase que impulsa el proyecto e incluso su condición de condón contra la aparición de otros tipos de proyectos orientados desde la clase trabajadora en sí y en clave de clase para sí.

En este estado de cosas, qué hacer cuando las únicas iniciativas parecen ser las que nacen del movimiento mundial indignado y la situación de próximo colapso del capitalismo mundial que puede aplastar a las clases trabajadoras del mundo.

En primer lugar, negar el hecho de que las únicas movilizaciones estén surgiendo desde los indignados: Grecia, Portugal, Italia, el Reino Unido,... muestran que las organizaciones de trabajadores también se movilizan y, en la gran mayoría de los casos lo hacen autónomamente, desde posiciones de clase y desde la izquierda, incluso también desde la sistémica, aunque no sólo, como lo demuestra el caso griego, donde los indignados hace meses que fueron desenmascarados en su intento de desmovilizar a la propia izquierda combativa y rupturista con el capitalismo.

En segundo lugar, aceptar el hecho de que la aceleración histórica en el proceso de descomposición del capitalismo va a ir, en cualquier caso, muy por delante de la capacidad de una respuesta realmente revolucionaria y anticapitalista, que el proyecto socialista o comunista está por reconstruir porque no existe y que la travesía del desierto será dura y terriblemente dolorosa, sea con o sin indignados que van en otra dirección, con o sin la izquierda sistémica que sólo quiere mitigar los efectos más perversos de la crisis. Baste comprobar sus programas políticos.

En tercer lugar, iniciar la puesta en pie de la reconstrucción del partido de la clase trabajadora, del Partido Comunista (no de ninguna versión de los herederos del eurocomunismo). Ello implica la vuelta a las fuentes del marxismo revolucionario, la reconstrucción de un discurso propio, la difusión de ese discurso entre las clases trabajadoras, la elaboración y socialización de escenarios ideales que hagan deseable el socialismo a nuestra clase, superando los graves errores que llevaron a la descomposición de las sociedades que se reclamaban tal pero que, a pesar de su función histórica de freno a la hegemonía total del capitalismo, cayeron, entre otras cosas porque no se instalaron en los corazones y en las mentes de sus destinatarios. Y todo ello, inevitable y necesariamente, desde la reconstrucción de la organización política, del trabajo de masas organizado, de la dirección política de los proyectos bajo un programa máximo al que el programa mínimo y la práctica política no traicionen.

Sólo desde planteamientos que contemplen estas tareas será posible enfilar el segundo decenio del siglo XXI con alguna posibilidad de sembrar las bases de una revolución socialista mundial, que rompa con la dictadura capitalista sin recurrir al eufemismo de frases huecas tipo “salgamos corriendo del capitalismo”, a la que algún irónico graffitero hubiera podido completar con la expresión “pero sin romper nada”, a tenor del beato y reaccionario pacifismo noviolento impuesto desde esa conjunción de las sectas de diseño New Age y el turismo antiglobalización sufragado por los propios globalistas (8)

De lo contrario, temo que asistiremos a algo parecido a lo que proclaman los versos de Antonio Machado:
“El vano ayer engendrará un mañana vacío y ¡por ventura! pasajero”






NOTAS:
(1) http://grantjkidney.com/the-zeitgeist-movement-plans-to-occupy-washington-d-c/
(2) http://www.youtube.com/watch?v=l6jdkpQjueo&feature=related Escuchemos también en el siguiente vídeo, a partir del minuto 1:09 a uno de los líderes de la secta Zeitgheist anunciar su posible advenimiento social : http://www.youtube.com/watch?v=vOWv1dmlYrk&feature=related
(3) http://www.youtube.com/watch?v=-r5XHt74OuA&feature=player_embedded
(4) http://www.visionesalternativas.com/index.php?option=com_deeppockets&task=contShow&id=60838
(5) http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com/2011/01/la-corporacion-y-la-izquierda-espanola.html
(6) http://www.youtube.com/watch?v=eIZrcC3IYyU Llamativo su lenguaje, sus categorías conceptuales y el modo en el que adapta su discurso a lo que venden los promotores de DRY: demagógica adulación al movimiento indignado y negación a sacar las últimas consecuencias sobre el capitalismo y su necesidad de derribarlo. En su boca, la expresión “sistema” se convierte en un genérico indefinido. Convendría compararlo con algunos de los que sostenía antes de entrar en la órbita de los ATTAC. Una crítica que parece morder pero lo hace al aire.
(7) http://www.inisoc.org/i77multi.htm
(8) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=116109

30 de septiembre de 2011

EL DULCE PÁJARO DE LA LIBERTAD

Ernesto González. Kaosenlared.net

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Conste que no soy castrista, pero considero a Cuba, con todos sus enormes defectos y carencias, uno de los pocos territorios en los que aún es posible encontrar un rastro de la justicia social en la que creo. Lejana, muy lejana aún al comunismo pero en una línea que no es divergente con ese camino, siempre que los proyectos de modernización y rectificación de Raúl no le conviertan en otro Deng Xiaoping en camino a un capitalismo de aromas chinos. Este artículo es una inteligentísima crítica, en mi opinión, de un cubano que vive en Chicago pero que sigue estando con la Revolución. Hay en su artículo una visión, de fondo, muy acertada de cómo el capitalismo, ante su bancarrota, trata de reinventarse a través de la reintroducción de las "revoluciones burguesas" de 1848 para evitar nuevos estallidos de revoluciones proletarias, tanto en el centro como en su periferia. Se les olvida que, cuando los trabajadores son desposeídos de sus derechos, y aherrojados por el yugo de la pobreza, las palabras democracia y libertad se convierten en un sarcasmo que, más temprano que tarde, acabarán sembrando las calles de rabia roja. Como decía el moro (Marx), "la historia se repite siempre dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa". En fin que, como siempre, me enrollo. Lean y disfruten el bello texto de Ernesto González: http://www.kaosenlared.net/noticia/el-dulce-pajaro-de-la-libertad








De estas mujeres que protestan en La Habana, antes por sus maridos y familiares presos, ahora por una libertad que no estoy seguro de que exista, prefiero pensar que se han llenado de ignorancia, porque no puedo creer (no completamente) que el móvil sea solo dinero. La ignorancia no permite ver la realidad total sino el segmento donde el Yo reina, reinado pequeño e insignificante que la realidad, tarde o temprano, se encarga de desmontar a través del dolor.

El respeto que siento por la femineidad, por lo que esa parte de la naturaleza humana significa y realiza en este planeta tan jodido, me lleva a pensar que más que (o además de) cobradoras de un amo, a estas damas se les ha hecho imposible saber cómo van las cosas en el mundo, y preguntarse qué es (REALMENTE) la libertad.

Quienes conocen de eso señalan que de lo único que podemos librarnos es del condicionamiento, que los seres verdaderamente libres tienen la inocencia de los niños pero la conciencia de lo vivido. ¿Sabrán ellas que ya están esclavizada$$?

Si es capitalismo lo que buscan, no han acertado a comprender que no va a ser el de Suecia, el de Francia ni el de Noruega el que llegaría a Cuba. Les sugeriría mirar hacia la reciente matanza de Monterrey, hacia la violencia EXTREMA que hay en otras islas del Caribe.

Supongamos lo imposible. Que llegan las LIBERTADE$$. Que la disidencia-fragmento-tópica (ya típica) pueda expresarse en las urnas, ¿qué propuesta llevarían? Repetirán los mismos tópicos que oímos aquí, se atacarán furiosamente por el poder, prometerán primero lo que lo$ interese$ creado$ no permitirán cumplir después, organizarán el mismo espectáculo que vemos cada cuatro años, en los Estados Hundidos, jurando cambios, mejoras, trabajos, LIBERTAD DE EXPRESIÓN, de movimiento, mercado (mucho), DERECHOS.

¿Qué quieren decir esas frases, en realidad, o sea, en la REALIDAD MUNDANA, COTIDIANA, SIMPLE del ciudadano común, qué quiere decir tener derechos? ¿Que el banco se quede con la casa que han pagado durante quince o veinte años? ¿Que de un día para otro tengan que irse a vivir bajo un puente? ¿Qué le pregunten si tienen UN SEGUNDO SEGURO médico para los co-pagos y otros drenajes que nunca terminan? ¿Que la televisión les programe los calmantes, los energizantes y los neutralizantes? ¿Que un gurú les diga lo fácil que es convertirse en millonario? ¿Que acepten que un Subaru va a darle felicidad de por vida?

Sigamos suponiendo. ¿Cómo va a afectarse la vida de estas mujeres protestonas? ¿Tienen hijos, nietos? ¿Saben lo que será de ellos? ¿Cómo los visualizan disfrutando de esa libertad que piden? ¿Trancados en una habitación cuatro horas al día, enREDados en la maravillosa Red de Redes? ¿O expuestos a las adicciones? ¿Cuántas son? ¿Las conocerán? ¿Querrán verlos gordos, embobecidos, taciturnos, paseando perros el sábado por la noche en vez de estar compartiendo con sus amigos y sus novias?
He visto jóvenes en el tren comiendo snacks, compartiéndolos con esa naturalidad que solo ellos son capaces de mantener aun en este territorio supremamente marcado por la individualidad. Esos jóvenes que no han almorzado sino un puñado de porquería salada ESTÁN DESPERTANDO; no son muchos por ahora, pero los he visto asistiendo a películas provocadoras, al Festival Cubano con T-Ché(rs) y otros símbolos intratables en esos predios, preguntándose por qué no saltan a las calles como los chilenos de su misma edad, exigentes de un gobierno que se responsabilice en algún grado con el futuro que ellos representan.

La cultura dominante ya no tiene nada que aportar como no sea condicionamiento constante que nos capacite para comprar Más, Más Rápido y de forma Más CONVENIENTE (y estar Más solos que nunca apretando teclas y ansiosos por la próxima y millonésima foto de match.com.) .Occidente implanta con la tecnología de la soledad y las compras, la Presidencia del Yo que vive en su concha donde satisface cómodamente sus necesidades biológicas, y que solo abrirá la boca para confirmarle a los demás lo bien que vive y lo feliz que le hace LO SUYO. Si esta felicidad es real, por qué entonces tanta constante intoxicación visual/líquida/polvorienta…¿? (la lista es legión).
El Yo está vacío, no puede hacer contacto con la humanidad que compartimos todos, sus paredes son cada vez más altas, como lo son sus miedos, sus angustias. Y el vacío no se llena. Es imposible.

No sé cómo se llamará el sistema económico/político/social que permita a los niños, esos recién llegados a esta debacle que hemos creado, permanecer felices más tiempo de la cuenta, aunque no sea tanto como el que merecen; no sé si ese sistema no se ha inventado, se está inventando o definitivamente es imposible de lograr. Sé que los he visto felices bajo un frío horrible, jugando con la nieve, junto a las quejas de sus padres por la congelación y la grisura que los pequeños parecen ignorar; y los he visto bajo un calor tremendo, en Cuba, correteando, riéndose, sin pensar en el último NINTENGO salido al mercado, sin saber lo que es POSEER ni identificarse con los objetos y convertirse en uno de ellos. Es como si estuvieran por encima de la pobreza, de la riqueza, de la acumulación o la dejación.

No sé tampoco cómo ha de llamarse el estilo de vida que le permita a los jóvenes conocerse sin que medie el millón de fotos de match.com o el flirt de Facebook o de otro millón de redes sociales diseñadas para tenerlos aislados (¿privacidad?) en sus habitaciones; no sé cómo se podría llamar (ni me importa nombre alguno), ese estilo de vida que permita la espontaneidad, la conversación lenta en un Malecón inmenso, los dedos que tocan una piel cercana, un beso que no mira el reloj, la interacción humana con el vecino, con el amigo y el enemigo. No sé cómo se llama ese sistema que nos permitiría a todos vivir como seres humanos y no como tragantes insaciables y cada vez más inconfesablemente infelices.

Ernesto González, escritor cubano residente en Chicago, publica artículos en revistas locales y electrónicas, ha enseñado español en la East-West University y en la escuela Cultural Exchange, y fue asesor de la prueba de español creada por Riverside Publishing Sus novelas están disponibles en amazon.com (EEUU) y lulu.com (Europa y Latinoamérica), y pueden leerse fragmentos en Google Books. Su último texto “Rosario, Fuego y Vacilón” en:

http://www.lulu.com/product/paperback/rosario-fuego-y-vacilon/16439148