20 de septiembre de 2019

HAY ALGO QUE NO ES COMO TE CUENTAN


Mural del artista urbano Pejac
Por Marat

Venía a decir Marx que la burguesía es esa clase social que viste sus intereses de clase como intereses colectivos o generales.

Vivimos tiempos en los que frente a la realidad de una paulatina regresión de las condiciones de trabajo y de vida de las clases trabajadoras al pasado dickensiano del siglo XIX, los canales de transmisión del discurso ideológico dominante y sus siervos nos machacan con un “relato” -expresión tan del gusto de la izquierda y su hipócrita moral progre destinado a construir un neolenguaje que pervierta los hechos reales- paralelo que sirve para ocultar la realidad social.

Los ejemplos de la cuidada elaboración de un programa de distracción social son múltiples. Constituyen una muy bien elaborado simulacro de “realidad” que aparenta cerrar toda posibilidad de disidencia emancipadora desde una perspectiva de clase porque ésta queda enterrada bajo un impresionante manto de otras “urgencias” y de otras temáticas que el poder del capital, a través de sus creadores y divulgadores del sentido y del discurso hegemónico, ha convertido en asuntos de importancia pricipal.

Mientras nos aterran con un Armagedón de terribles desgracias que acabarían con una humanidad global que supuestamente es la causante del terrible cambio climático, ocultan que es la necesidad de beneficio del capitalismo el que destruye los pulmones arbóreos del mundo o licúa los hielos hasta ayer perennes.

Mientras nos presentan a heroínas de 12 años contra tan distópico futuro, desde organismos internacionales exhortan a los gobiernos de las naciones a actuar y los medios de desinformación apelan a la conciencia ciudadana a cambiar sus comportamientos de consumo, las estructuras de poder capitalista ocultan que es la necesidad de acumulación del capital la causante de la destrucción de la naturaleza y que las grandes corporaciones industriales ponderan cuál es el nivel de degradación medioambiental aceptable y compatible con un incremento sostenido del beneficio.

Mientras los gobiernos del capital -todos aquellos que aceptan gobernar bajo el sistema capitalista, sean del signo aparentemente diferenciado que digan ser- adoptan, o aparentan adoptar, medidas de contención de la contaminación y de la emisión de gases de efecto invernadero -siempre sin poner en cuestión el interés económico de las clases dominantes-, son las espaldas de la clase trabajadora las que soportan la llamada transición ecológica. Los 100.000 artilugios inventados de desplazamiento individual, la penalización y amenaza de retirada de los coches viejos de los parques móviles nacionales, los trabajadores de las plataformas de trabajo en bicicleta, que los cínicos prefieren llamar “riders” para disimular el descenso a los infiernos de sus condiciones de trabajo, la proliferación de carriles bici, la amenaza de alza de impuesto a los carburantes que intentó Macron, y que provocó la aparición de los chalecos amarillos, son unas primeras señales de este regreso al proletariado de los años 20 y 30 del pasado siglo pero ahora lo venden como “cool” y “trendi”, esas expresiones pijas de los imbéciles. Llamativamente, el nuevo ayuntamiento de derechas de Madrid se apunta al carmenismo de los carriles bici. Quizá hayan comprendido muy bien que los términos derecha e izquierda nada tienen que ver con las categorías de clase explotadores y explotados, por mucho que tanto ignorante voluntario o involuntario se empeñe en hacerlas homologables.

Mientras nos asustan con el envejecimiento de la población y la supuesta insostenibilidad, no ya de las pensiones sino del conjunto de “su” Estado del Bienestar, ocultan que el problema que nos presentan no es de falta de ingresos del Estado, que es, por definición bajo el capitalismo, capitalista, sino de la evidencia de que bajo el capitalismo ningún gobierno del signo que sea asumirá el papel de dejar de ser el consejo de administración de los intereses de la burguesía ni le impondrá el sostenimiento de las pensiones y de las formas de salario indirecto que conforman el ya sentenciado Estado del Bienestar. Y es que como dice Alberto Garzón, sin ruborizarse:

Sin embargo, convendría recordar que todo Gobierno, independientemente de su orientación ideológica, está sujeto a la dependencia estructural del capital o, dicho de otra forma, todo Gobierno bajo el capitalismo depende de que exista un beneficio esperado que estimule la inversión”.

Y, por si alguien se rompe las vestiduras ante tan sincera admisión del papel mamporrero que cumple la izquierda respecto al capital, conviene aclarar que lo dice en la web de IU

Mientras en España la opinión publicada por todo tipo de medios, conservadores, fachas, progres y mediopensionistas, se empeñan en poner a los políticos al pie de los caballos por su falta de respeto a los electores y su despreocupación por los intereses del país -de nuevo se reviste como intereses de todas la clases sociales los que solo son de una clase-, se les escapa a los voceros del capital, todos los medios, que la economía apenas se ve afectada por las crisis políticas y que tiene su propia dinámica. Si la sociedad y la economía belgas han sido capaces de sobrevivir hace ya algún tiempo durante más de 500 días, la española puede hacerlo. Pero generar ruido sobre la polítiquería ayuda a ocultar que se viene una nueva fase la crisis capitalista y que, gobierne quien gobierne, la cura de caballo que se aplicará de nuevo la pagará, como siempre, la clase trabajadora.

Mientras se nos presenta la nueva fase de la vieja crisis capitalista iniciada en 1973 como una variante de la supuesta crisis financiera que nos vendieron como explicación a sus causas en 2007, como un problema de deuda o de como una consecuencia del enfrentamiento entre proteccionistas (USA y Gran Bretaña) y librecambistas (UE) se está ocultando que la causa real se encuentra en lo que primero fue una crisis de sobreproducción y, enfrentada ésta durante los años que sucedieron a 2007, desde la privatización de lo público y la penetración del gran capital en los sectores antes ocupados por autónomos y PYMEs, y posteriormente en una dificultad para la realización del beneficio al no encontrar nuevos sectores de producción en los que llevarlo a cabo. En este sentido creo muy recomendable la lectura de dos partes de un mismo artículo de Rolando Astarita.

No importa demasiado para los creadores de la ideología del capitalismo que sus explicaciones sean falsas. Centrar en lo financiero la causa de la crisis capitalista ayuda a ocultar que es en el mundo de la producción, sea esta material (de productos) o inmaterial (de servicios), donde se produce la explotación y la sobreexplotación de la clase trabajadora, su empobrecimiento salarial creciente y la causa de una caída del consumo que nos ha ido conduciendo a donde estamos.

Mientras tanto, y respetando los progres el orden burgués, sigan vendiéndonos transversalidades inclusivas y el soniquete del “si se quiere, se puede” (ya hemos visto en qué ha acabado la "ilusión democrática") y los pseuodocomunistas, anticomunistas en su práctica política, la huida de la responsabilidad de organizar a la clase en donde viven, planteándonos la defensa de monarquías medievales orientales con ojiva nuclear o boliburguesías corruptas y criminales contra su pueblo y, en concreto, contra los sectores populares. Nos va a ir a todos de fábula y a esos impostores aún mejor.

Para terminar, creo haber expuesto varios ejemplos de falacias y lo que ocultan. Les sugiero que continúen mediante sus comentarios otras que ocultan la realidad actual de la lucha de clases, porque ésta existe aunque sea la burguesa la que se emplea a fondo en ella, y de la dominación capitalista.

1 de agosto de 2019

EL VÉRTIGO POLÍTICO DE UNOS PACTOS QUE NO FUERON


Por Marat

"Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo al abismo, también éste mira dentro de ti" (Friedrich Nietzsche. “Más allá del bien y del mal”)

A estas alturas explicar cómo fueron los juegos florales que precedieron a las dos últimas sesiones fallidas de investidura del candidato Sánchez o cuáles fueron los pasos que condujeron al doble fiasco sería ocioso. Quienes hayan seguido el proceso ya tienen sus propias configuraciones de los hechos en sus cabezas.

Me parece mucho más interesante tratar de entender cuáles fueron las motivaciones -frenos en realidad- que llevaron a los dos protagonistas, Sánchez e Iglesias, principales del frustrado pacto de investidura a hacerlo fracasar.

El argumento aireado desde ciertos columnistas de la prensa de derechas de que Iglesias podría merendarse cuando quisiera a Sánchez en un gobierno de coalición, dada su supuesta mayor altura política, es pintorescamente falaz, dado que el Presidente del gobierno tiene siempre la potestad de nombrar y, sobre todo, de cesar ministros y hasta vicepresidentes del mismo. Recuérdese el caso de Alfonso Guerra y de su salida del gobierno González. Lo del menos sería la argumentación de los motivos, dado que en política, algo que debiera saberse, las decisiones preceden a las justificaciones.

En cualquier caso, las crisis de gobierno para cambiar a miembros o partes del ejecutivo son situaciones que los Presidentes de gobierno prefieren no verse en la necesidad de afrontar, mucho más en una situación como la que nos ocupa en la que la derecha y sus medios se han ocupado de anunciar como de administración débil, dado los apoyos que necesitaría para su constitución.

Tampoco parece que el argumento sostenido por Podemos y su entorno, “reconocido” por el propio Sánchez en noviembre de 2017 en el programa “Salvados”, espolón de proa televisivo de as progresía, de presiones por parte del IBEX (parece no haber otro capitalismo que el que representan estas empresas cotizadas para los progres) para que Podemos no entrase en el gobierno.

Es obvio que el capital tratará siempre de potenciar las posibilidades para formar gobierno a las opciones políticas que más le aseguren la continuidad en la realización de sus beneficios y de poner obstáculos a su logro por aquellos que puedan poner en peligro su acumulación de capital. Pero éste, el de Podemos, no es el caso.

No lo ha sido en el caso de la Comunidad de Castilla-La Mancha, no lo ha sido en los gobiernos municipales de Barcelona o de Madrid. En el de Madrid, la dedicación de la hasta hace muy poco socia de Podemos, señora Carmena, a reducir el gasto, también sus partidas sociales y a apoyar el pelotazo urbanístico del plan Chamartín no parecen medidas que amenacen demasiado los intereses del capital.

Por otro lado, la constante rebaja programática de Podemos desde su constitución en marzo de de 2014 indica una constante e incansable busca de la respetablidad burguesa dentro del supermercado de marcas electorales.

Si esto no fuera suficiente, el ejemplo del león griego (como le denominó Pablo Iglesias en el cierre de la campaña de Syriza en septiembre de 2015) Tsipras deja claro lo que cabe esperarse de la denominada “izquierda alternativa”.

Podemos es, como Iznogud, el califa en lugar del califa. Para entendernos la socialdemocracia que viene a llenar el hueco dejado por el social-liberalismo del PSOE, como la llamada izquierda radical europea hace con respecto a los partidos socialistas. Esto, y no otra cosa, es la izquierda de la izquierda. Y a estas alturas de la historia ya debiera quedar claro cuál ha sido el papel histórico de la socialdemocracia y su desfase actual respecto a un capitalismo que ya no necesita pacto social alguno, que da por superada la etapa del Estado del Bienestar y que en realidad es el que gobierna con títeres interpuestos, sean estos del color asumido que sean.

Al menos a Podemos, a pesar de la puesta en escena gritona e hiperventilada de sus huestes (radicales de salón), cabe admitirle una mayor dignidad que la de la Izquierda Unida de antes de Garzón y con Garzón, muchos de cuyos miembros se autodenominan comunistas, insultando a tan digna ideología, al igual que hacen los cabestros de la extrema derecha cuando tildan de comunista a Podemos. Una formación cuya autodenominación es la de “la izquierda” no es otra cosa que socialdemocracia mal disfrazada que intenta legitimarse desde el voto y su presencia en el circo parlamentario del Estado burgués. A la altura del siglo XXI los intentos de justificar su “parlamentaritis” (cretinismo parlamentario para Marx) con el recurso a la presencia de los bolcheviques en la Duma rusa prerevolucionaria indica que ni han aprendido las elecciones posteriores de la historia en cuanto a la “utilidad” que dan las lecciones a los comunistas y que ellos de tal no tienen nada.

Así pues, el argumento de las presiones de la CEOE que dio Sánchez para la no presencia de Podemos en un hipotético gobierno PSOE hace algo más de año y medio suena a cuerno quemado y a anticipación de la fase de disculpas cambiantes de estos meses para no integrarle en el mismo.

En realidad, los ataques mediáticos a Podemos y a Iglesias desde los medios de la derecha y la extrema derecha no son tan diferentes a los que le hacen al PSOE y a Sánchez, a pesar de que este partido y la izquierda no son otra cosa que una de las patas de la legitimación del orden político y económico de la burguesía y Sánchez un cínico sin escrúpulos ni ideología pero con una autoconfianza digna de mejor causa. Y es que para que la ficción de un pluralismo real funcione es necesaria una apariencia de tensión sistémica donde todo es consenso respecto al sistema de dominación del capital, cuyo instrumento de legitimación es la democracia burguesa, que cada vez se niega más a sí misma.

El motivo por el que Sánchez y el PSOE han hecho todo lo posible para evitar un auténtico gobierno de coalición no es otro que el de cobrarse la pieza de Podemos y de su dirección, acabando con este partido, al arrastrarle a unas nuevas elecciones generales.

Unas elecciones generales que le pueden costar al PSOE y a su secretario general la presidencia del gobierno, al desmovilizar a parte de su electorado, harto del espectáculo de estos meses. Pero Sánchez, animado por esa especie de Rasputín palaciego que es Iván Redondo, ha visto la ocasión para que los votos perdidos primero por Zapatero, un patético correveidile de las izquierdas, y después por el fallecido Pérez Rubalcaba, y guarecidos en Podemos durante estos años, vuelvan ahora a lo que en el pasado llamaban “la casa común de la izquierda”, el PSOE. Podemos ya cumplió su papel de guardar los votos del PSOE y ahora Sánchez pasa a recogerlos....si le sale bien la operación.

Luego habrá factores coadyuvantes y añadidos a la decisión de frustrar el pacto de gobierno de coalición por la dirección “socialista”, tales como el carácter errático e inestable de Iglesias o la imagen que pueda contaminar a un gobierno el tener un socio en descomposición política. Pero todos ellos son de orden menor y no la razón principal de la teatralización del desencuentro desde el PSOE.

Asistimos a una lenta recuperación del bipartidismo, no por la confianza en los dos grandes partidos (PP y PSOE) sino por la creciente decepción que van generando los ya no tan nuevos partidos (C´s y Podemos). La dirección del PSOE añora los viejos tiempos sino de las grandes mayorías de González sí al menos la del último Zapatero y sabe que la estabilidad la logrará en buena medida, aunque no en exclusiva (vuelve a a amenazar una nueva fase de la ya eterna crisis capitalista en el horizonte, lo que acabará con cualquier veleidad de incremento del gasto público) mediante mayoría absoluta o suficiente para gobernar cómodamente. Es la hora de que los votos del PSOE, guardados durante estos últimos 5 años en Podemos vuelvan a casa. E Iglesias también lo sabe.

Desde la actuación de Podemos la razón principal del fracaso de las negociaciones ha estado en la tensión entre la necesidad de ocupar “poder” para parar la hemorragia en sus filas y retener el máximo posible del voto que se le escapa como arena entre los dedos, por un lado, y por el otro, la intuición de Iglesias de que por mucho ministerio social que lograse, con contenido o sin él, la podadora de Bruselas iba a recortar el gasto al máximo -y sin él no el no hay política social ni reversión de anteriores recortes que valgan- y los pocos éxitos que el gobierno pudiese materializar los iba a capitalizar Sánchez y el PSOE y no el coletas ni Podemos, pues el primero sería el Presidente (él concentra la valoración de una administración) y el PSOE, por conformar la mayoría de los ministerios.

Como la Penélope de la Odisea, que deshacía por la noche lo que tejía por el día, el Podemos negociador, favorable al pacto y hasta contemporizador, mostrándose flexible y haciendo concesiones una detrás de otra (el sacrificio del Mesías redimiendo a los suyos) era saboteada por poner la entrada en el gobierno muy por delante del acuerdo programático, las exigencias en público de ministerios concretos, la demostración ante su auditorio de la desconfianza en el candidato a socio y la actitud de vigía receloso que exhibe sus exigencias como modo de control al gobierno, papel que le está encomendada a la oposición en una sistema de democracia formal.

Ingenuo papel este último pues no hay mayor vigilante sobre el gobierno, sea monocolor o compuesto, que el poder fáctico del capital, de sus medios de opinión, de las instancias judiciales del Estado y de los poderes en la sombra de los altos estamentos del funcionariado.

La realidad es que Iglesias temía que, al asumir Podemos sus parcelas de gobernabilidad adquiriese también la factura del coste social de carecer de autonomía de lo político para llevar a cabo políticas sociales con presupuesto real y suficiente en un país semiintervenido en lo económico desde las altas instancias de la UE y del capital.

Como el asno de Buridán que muere por inanición al no saber elegir entre un montón de avena y un cubo de agua (la versión dominante habla de dos montones de heno), Iglesias (el “negociador” Echenique fue solo su brazo tonto o chico de los recados, lo que ha sido siempre) entró en catatonía y finalmente implosionó en un fracaso de unas negociaciones (ahora sigue atrapado en el bucle del gobierno de coalición sin encontrar la puerta de salida) que el tahúr Sánchez jamás se planteó llevar a buen puerto, pues solo ganaba tiempo para agotar los plazos y convocar nuevas elecciones, que ya veremos si no son un fiasco, no solo para Podemos sino también para el PSOE y el propio Sánchez.

En realidad, ninguno de los dos actores, Sánchez e Iglesias, cada uno por distinto motivo, tenía intención real de un pacto de coalición de gobierno pero, como son malos actores y abusaron de la sobreexposición de su teatro de vodevil, se les notó demasiado, lo que ha acabado con la paciencia de un tipo de votante que oscila entre el cinismo y la penosa ingenuidad de creerse que hay diferencias reales entre los gobiernos de derecha y de izquierda, máxime en tiempos de crisis capitalista, en la que el gasto es absolutamente antagónico con el beneficio y la elevación de la tasa de ganancia.

Otras consideraciones de carácter más psicológico, como la mala sintonía entre los dos machos alfa, la desconfianza mutua, la torpeza de los negociadores y otros “relatos” queden para los Peñafieles de la opinión publicada y el chascarrillo fácil.

3 de junio de 2019

OPERACIÓN ERREJÓN: UN PAN COMO UNAS HOSTIAS


Por Marat

La expresión “hacer un pan como unas hostias” proviene precisamente del mundo de la panadería y alude a una elaboración frustrada de este alimento básico en el que la masa no sube porque la levadura no ha hecho su función y en lugar de un producto con una miga alta y esponjosa nos encontramos con una torta delgada y compacta, lo que recuerda a la forma de la hostia, que ni llena ni alimenta, a menos que lo haga, para el creyente, espiritualmente.

En definitiva, la frase sugiere una idea o acto malogrado.

Esto es lo que ha ocurrido con la “operación Errejón”, que ha arrancado con menor fuerza que la que tuvo en su día la “operación coleta”.

Establecida en anteriores artículos la valoración de los resultados de la “oleada electoral” (como la definimos en el Espacio de Encuentro Comunista) de abril y mayo pasados para Podemos y su marca electoral, así como las consecuencias que ello le está trayendo, me ha parecido oportuno dedicarle al menos uno a la no demasiado feliz idea del estratego Íñigo Errejón.

Conviene conocer algunos presupuestos del ex socio de Iglesias para entender los resultados electorales de la escisión de Podemos llamada Más Madrid (como ya he analizado en su momento los resultados de la nave nodriza espero que nadie venga a importunarme con quien gana o pierde más).

Hablaba Errejón en 2017, cuando aún era secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de Podemos, de la “competición virtuosa”, una expresión según la cual era positivo que compitieran varios grupos políticos en el en el segmento progre de la oferta de marcas políticas del supermercado electoral porque, al confrontar entre sí, si posteriormente existía voluntad de acordar, orientarían la línea ideológica de la sociedad en una misma dirección -progresista, se entiende-, saliendo beneficiados ambos, mucho más con su voluntad final de acordar programáticamente.

La realidad es que la estrategia de la “competición virtuosa” en las elecciones generales, cuando ya Errejón había abandonado el barco podemita, habiendo sido elegido candidato para la Presidencia de la Comunidad de Madrid por su expartido, y puesto en marcha la formación de Más Madrid, si tuvo algo de “virtuosa” fue la de contribuir a la recuperación del voto del PSOE. No debe de sorprendernos, ya que la mayor parte del voto podemita era prestado de este partido y se asentaba principalmente en el segmento de clase media que ha venido integrando históricamente una parte del voto PSOE. La otra, mayoritaria en el caso de este partido, es la clase trabajadora, le pese a quien le pese. En el mundo real, las cosas suelen ser como son, no como quisiéramos que fueran.

Por supuesto, no es Errejón un elemento tan decisivo en la caída del voto de Podemos, por mucho que se haya pasado muchas noches maquinando su venganza frente a su antiguo amigo y compinche político del pasado. Pero ha sido el golpe de gracia definitivo sobre su anterior partido y sobre su secretario general, mucho más cuando la dimensión política que había alcanzado el ex secretario de Análisis Estratégico y Cambio Político de Podemos transcendía a lo meramente local para alcanzar dimensión nacional e incluso internacional, dadas sus relaciones con el populismo neoreformista latinoamericano del hoy descacharrado Socialismo del Siglo XXI.

Sobre las causas profundas que habrían de llevar a la crisis terminal que hoy vive Podemos escribí a lo largo de más de 20 artículos sobre este partido. Pueden consultarlos en este blog. Podemos nació en crisis. Baste recordar la primera trifulca en el primer círculo podemita, el de Lavapiés, nada más nacidos: el enfrentamiento entre horizontalidad y verticalidad, luego resuelto mediante la oligarquización máxima del mismo. Siendo la cuestión de la democracia interna un asunto central, mal camuflado con su wikidemocracia participativa, sus referenda internos y sus apelaciones a la gente, no era ésta ni con mucho, por más que se enfrentaran una visión acratoide proveniente del 15M y una bonapartista, nacida del cesarismo clásico, la razón principal de la crisis en la que hoy agoniza Podemos.

La ausencia de homogeneidad ideológica, que no monolitismo, donde 100 visiones políticas entrechocaban en cada momento, la ligazón de su crecimiento a lo electoral antes que a la construcción de militancia, algo muy distinto a los adscritos vía Internet, la cultura del activista frente a la del militante, la transversalidad política y social, que no se asienta en ninguna posición ideológica coherente y definida ni en ninguna clase concreta a la que apelar, aunque en la práctica se dirigía hacia una clase media que se ha ido estrechando, antes que a la clase trabajadora y sus necesidades inmediatas, el discurso de las identidades múltiples que no suman sino que son cacofonías dispersas y hasta contradictorias, los mil giros oportunistas que han ido desde la impugnación del régimen político, que no del sistema capitalista, hasta la exhibición de la Constitución como libro sagrado en el que esperar justicia e igualdad, cuando sus sus artículos sociales eran meramente enunciativos, la percepción para un sector de los electores de que Podemos ha sido el medio por el que convertir la protesta social en domesticación institucionalizada vía parlamentaria, han sido los principales factores que han traído a ese partido al lugar en el que se encuentra.

Y sobre todo hay algo respecto a lo que no dejaré de insistir. Podemos, lejos de haber nacido como un proceso de reflexión, debate y agrupamiento militante, “vino al mundo chorreando” oportunismo mediático por los cuatro costados. Hoy es posible decir que, en gran medida los éxitos iniciales de Podemos se gestaron en la Sexta, antes, y durante un año entero con Iglesias de colaborador habitual, en Intereconomía y, sin que quepa demasiada discusión en medios progres como Público y eldiario.es. Luego ha ido viniendo primero el apagón y después la desafección mediática, conforme Podemos había cumplido su función de domesticar la protesta social en forma de representación institucional. Su tiempo se ha cumplido, como se cumplirá el de otros novísimos que, como él, envejecen tan rápido, Ciudadanos y VOX. Tiempo suficiente para que el bipartidismo se reorganice.

Pero volvamos a la operación Errejón, que es lo que toca en este caso.

Si su primera “pedrada” era la de dejar sonado a un Podemos que iba de bajada, objetivo cumplido. El resto de pasos posteriores, ya tal, que diría Rajoy.

Si la primera fase de la Operación Errejón ha sido la de sumarse a la candidata Carmena al ayuntamiento de Madrid, ésta por mucho “Manuela te queremos” que organice su grupo ha sido un acto fallido. Perder las elecciones municipales, cuando tienes a tu favor todo un aparato municipal y propagándistico, cuando has vendido tu gobierno como modernidad, tolerancia, buen rollo, alegría, cariño y sonrisas mil, es un fracaso sin paliativos, por mucho que digas que ha fallado el PSOE, que perdió dos concejales y que tú te has mantenido. Pero justamente has defraudado a los barrios del sur, desde Carabanchel hasta Villaverde, desde Vallecas Villa hasta El Pozo, desde Puente de Vallecas hasta Aluche, pasando por Usera. En todos ellos vive la clase trabajadora que fue mileurista cuando las vacas gordas de la clase media y que hoy es la pagana principal de todas las políticas austericidas y del olvido del Ayuntamiento de Madrid frente al mimo de los barrios centrales y del norte de la capital, los burgueses medios. Y no me vengan con que quiénes eran los concejales de algunos de esos barrios y distritos, que si los díscolos, que si la abuela le da al jaco. La alcaldesa era la máxima responsable de todo Madrid y quién proyectaba la imagen en todos ellos. Cuando te unes, como “nueva izquierda”, término que rehuías hace solo un año, a la línea de actuación de quien ignora quiénes son las mayorías reales, siempre olvidadas de Madrid, tu operación política es un pan como unas hostias.

Si con el objetivo de que revalide tu alcaldesa su mandato propones que, para aislar a VOX, con el que estabas dispuesto a hablar hace solo dos meses, un partido cuya amenaza antidemocrática inmediata ha caído en las municipales y autonómicas muy por debajo de las generales, estás dispuesto a llegar a acuerdos con Ciudadanos, es que te has convertido en el brazo tontiprogre español del ultraliberal Macron, el mismo que reprime salvajemente y criminaliza a los sectores populares de los chalecos amarillos. Un pan como unas hostias.

Si en las elecciones autonómicas Más Madrid, cuya papeleta llevaba tu careto y el de Carmena, que no se presentaba a esa convocatoria, para que no hubiera dudas sobre a quién se votaba, del mismo modo en que aparecías en las municipales junto al rostro de Carmena, a pesar de no presentarte, sacaste menos votos (471.538, el 14,65%) que los que consiguió tu plataforma electoral en el municipio (503.990, el 30,94 %), es que has hecho un pan como unas hostias.

Si crees que tu victoria principal es la de vencer a un muerto, tu ex partido, es que eres un necrófago mucho menos inteligente de lo que te gustaría parecer porque, al menos el engendro Podemos fue aupado por los medios del capital a partir de una potencialidad de voto muy superior, la que dejaba abierta un PSOE tras la dimisión de Rubalcaba, muchos millones de votos potenciales. Hoy el PSOE ha recuperado la mayoría de los que que les dejó en préstamo a Podemos para que se los guardase (he observado que el artículo que escribí en su día ha vuelto a ser visitado con cierta frecuencia en estas semanas) y tú intentas levantar un techo de voto a partir de los restos de un partido que ha perdido la mitad de los que tuvo en su día. Como buitre, perteneces a la parte inferior de la cadena trófica y estás haciendo un pan como unas hostias.

En un tiempo en el que todo se sabe, salvo entre los fanáticos y los desinformados que, aunque carezcan de cultura política se enteran de más de lo que parece, tu camino desde el coqueteo con Izquierda Anticapitalista, hasta tu presencia en Podemos, combatiéndoles, ahora tu posición a la derecha y enfrentado a muerte con la dirección de los podemitas, que tiene bemoles, con lo que se han ido corriendo hacia el “realismo”, y tus intentos de congraciarte con los anticapi Kichi y Teresa Rodríguez, se hace tortuoso y lleno de miserias. Es con tu imagen de trepa oportunista con la que vas labrando tu destino. Con ella estás haciendo un pan como unas hostias.

Tus zigzagueos ideológicos últimos desde el peronismo reaccionario, vía Laclau, hasta tu propuesta de partido verde y feminista, a caballo entre Dïe Grünen y Ocasio y, según sople el viento lo que toque, son una evidencia más de que eres una especie de veleta a lo Rivera, sin principios ni decencia política. Haces de tu trayectoria política un pan como unas hostias.

Que repitas el esquema estúpido de Podemos -construcción desde arriba, dependencia de los medios del capital, imágenes en las papeletas (hiperliderazgo), plataforma de amiguetes “notables” (mediocres, como en Podemos, con ambición de vivir de la política como profesión. Se os nota que leísteis a Max Weber), ausencia de línea política coherente y declarada, proyecto de alianzas de “totum revolutum” -ese en el que, en cuanto se harten de verte de gran timonel, te dejarán solo en la chalupa- y picoteo de oportunidad allá donde haya hueco, transversalidad ideológica más elástica que la del chicle Boomer- indica que tu condición de teórico de la política está la altura de cualquiera de esos vendedores del capitalismo “win-win” y de uno de tantos predicadores de las virtudes de la economía colaborativa y las “start tups”. Lo tuyo es hacer panes como hostias, aunque los vendas como si fueran de masa madre.

Pero no se fíen. Aunque los constructores de hostias que venden panes tengan las patas cortas, siempre habrá desde el poder del capital quienes no les desdeñen como posibles juguetes de la ilusión democrática para ilusos. Quizá el reloj parado acierte en su hora cuando quien dicta el sentido del tiempo decida que lo haga. La ruleta gira y gira....

30 de mayo de 2019

BRONCA EN PODEMOS: QUE DIMITA ECHENIQUE...O MONEDERO, QUE NO ES NADIE

Echenique no se fía

Por Marat

Es sabido que durante el absolutismo los reyes, ante situaciones de crisis que pudiera acabar afectando a la corona, sacrificaban, mediante cese o incluso corte de cabeza a los validos, primeros ministros o nobles que pudieran llegar a representar una amenaza a sus reinados.

El problema es cuando no queda ni siquiera Corte porque el matrimonio Macbeth se basta y se sobra para serlo todo en el palacio morado. Si se mira a la sala del reino o a las habitaciones subyacentes, todo es un desierto. Solo en los descansillos, en los retretes y en la cocina, que es donde está lo nutricio, tan importante en las motivaciones reales hacia la política, se encuentran a los últimos sobrevenidos a la Corte morada. Es la hora de los mediocres saltimbanquis de saldo que pronto chapotearán en otra charca.

Iglesias no ha dimitido, ni falta que hace. Dimitir es para él un nombre propio ruso. Al fin y al cabo, Podemos es ya una ironía como marca en el supermercado electoral de la democracia virtual. Ni siquiera existe. Cuando apostaron por poner en la papeleta de las primeras elecciones a las que se presentaron la imagen de un tipo con coleta y sustituyeron, no ya militantes, que de eso ya no queda hace decenios, sino afiliados por adscritos 2.0 y fueron incubados en los platós de televisión, asumieron que el carisma doblemente digital -de ser dirigidos por el dedo divino del Mesías y de “existir” como holograma- sería lo que marcase su destino.

Hoy no es necesario ninguna conjura que ponga el puñal en la mano de un Bruto que asesine a su miniCésar. Podemos ya no existe y no es recuperable. Matar al padre solo podría obedecer a la venganza. No faltan razones para ello. El listado de las carreras políticas destruidas por los caprichos de la Divina Coleta es inmenso. No son tiempos es los que despreciar la importancia de una suculenta nómina mensual. Algunos de ellos se han refugiado en Más Madrid, esa marca improvisada por arribistas que vieron a tiempo que la enseña nodriza original tenía los días contados.

Tenía razón Errejón, ese monumento al narcisismo del discurso vacío, cuando expuso la idea de “ventana de oportunidad”. La crisis capitalista del 2007, antepenúltimo episodio de una crisis senil del capitalismo iniciada en 1973, dio lugar a movimientos de protesta protagonizados por las generaciones jóvenes de las clases medias que sentían el aliento en sus cogotes de un futuro incierto. En ellas la clase trabajadora, que venía perdiendo conquistas sociales y salarios desde mucho tiempo antes fue ignorada. Se inauguró una etapa de rabia social que quien supiera verlo podía aprovechar ¡Y vaya si lo hicieron! Muchos pasaron de las tiendas de campaña Quechua y las conexiones wifi en las plazas, facilitadas por empresarios anarcocapitlistas de la comunicación (Martín Varsavsky) a ocupar asientos en los parlamentos nacional y regionales y en los ayuntamientos, en muchos casos como primer empleo.

Pero pasó el tiempo. Lo mismo que cerca de un 40% de la sociedad española y de los países centrales del capitalismo no vio alterados sus niveles de vida por la crisis porque sus salarios, contratos y condiciones laborales no se vieron afectados, el espejismo de una cierta recuperación económica y de mejora de niveles de vida en sectores sociales antes golpeados por la crisis capitalista, fue provocando que ese contradictorio y absurdo asalto a los cielos desde los parlamentos de la burguesía se hiciera menos atractivo, quedando en evidencia no solo la falta de estrategia y de proyecto de los asaltacielos sino sobre todo la ausencia de un plan B que proponer para recorrer un período de mayor despolitización y vuelta hacia el yo privado cuando un sector de los antes indignados se viera con dinero en el bolsillo y posibilidades de utilizar Kayak hacia las Maldivas. El consumo mata la conciencia de clase de quienes nunca tuvieron exceso de ella, salvo como negación de lo que no querían ser: nuevo proletariado.

Pronto nadie reivindicará a Podemos. Incluso los que desde Andalucía, Aragón, Castilla-La Mancha u otros lugares se rebelan, aún tímidamente, contra la pareja pretoriana, ya están en otra cosa. La nave nodriza de Podemos, con sus mil alianzas, sus cien mil nombres locales, sus mareas, fue matando a muchos de sus socios o utilizando para su provecho una fuerza que no era capaz de dirigir por falta de cohesión interna y lateral y por miles de intereses contrapuestos salvo la unitaria ambición de ocupación institucional, que no de poder, porque la ambición de poder exige una voluntad de ruptura total y real con el orden establecido y estos solo eran trepas.

En cualquier caso, si la pareja Macbeth quiere aparentar en su viaje hacia la nada -no llegarán ni a secretarios generales técnicos de la concejalía de Abastos de Alpedrete en su ambición de entrar en el gobierno de la nación- que no es una satrapía, puede hacer rodar una o dos cabezas, las de los bufones, que es lo que se recurre cuando ya no hay más sacrificios que ofrecer al dios del poder, mientras sueña en su chalet de Galapagar con tiempos pasados mejores.

La primera podría ser la de Echenique, el secretario...de nada. Simplemente su secretario. Como alguna vez quizá soñó Heidi respecto a su amiga Clara podrían despeñar al mediocre pampero desde el Cerro de los Ángeles.

La segunda podría ser la de sacrificar a Monedero. Condenarle al silencio de los cartujos en el Monasterio de Cazalla de la Sierra, una zona con un magnífico aguardiente que le permita continuar alimentando sus delirios, sería un castigo a la altura de sus estupideces habituales.

27 de mayo de 2019

MUNICIPALES Y AUTONÓMICAS EN ESPAÑA, CONFUSIÓN. EUROPEAS: SE APROXIMA EL CAOS

La diarrea que compone este cuadro se irá descomponiendo
de acuerdo al grado de oportunismo que le corforma

Por Marat

La izquierda, esa que dice que el PSOE no lo es, ha sido históricamente, al menos desde la transición política (cuando quieran hablamos de lo que fue desde la política de reconciliación nacional el PCE, si se atreven) el gran embuste que oponía al simbolismo celebratorio del pasado más o menos radical (también se puede evaluar a qué renunció para intentar ganar la guerra civil española apelando a una existente burguesía democrática) una práctica socialdemócrata que, cuando ha gobernado en coalición en estos últimos 40 años ha acabado siendo social-liberal.

Cuanto más se investiga sobre el pasado, más se conoce sobre la historia de las ideas políticas y mejor se contrapone la relación entre pensamiento y acción, más posible se hace entender nuestro presente, si no se sustituye lo anterior por la mentira de las palabras vacías, los memes y el chiste fácil del idiota gracioso en las redes sociales.

Con el tiempo he ido aprendiendo que la izquierda es eso que en la Revolución Francesa se opuso al veto del Monarca a la nueva Constitución y nada más. Un proyecto laico en lo político que apostaba por un nuevo orden social, el de una burguesía emergente que sustituiría al Antiguo Régimen medieval y que no iba a cambiar la composición real del poder, el de un sistema que fue feudal en su dominación y se convirtió en burgués pero no alteró la realidad social de la dominación de clases Al siervo de la gleba le sustituyó el proletario de la Revolución Industrial. Y desde entonces, en el largo períplo de la revolución burguesa, la izquierda ha sido la de las revoluciones republicanas europeas, la que se entregó a la lógica de la muerte en la I Guerra Mundial, la que se sucumbió cobardemente ante el fascismo y el nazismo, la cómplice del imperialismo tras la II GM hasta hoy.

Desde entonces ha sido comparsa en la Unión Europea del capital, en los intereses de la gran potencia de los EEUU, en los procesos de entrega de las conquistas sociales históricas de los trabajadores desde 1973 hasta el día de hoy.

La izquierda es la entrega a la burguesía desde 1789 hasta hoy del poder popular de las clases subalternas a la burguesía. Y en ella se inscriben quienes dicen combatir la desigualdad, concepto en el que se inscriben, tanto desde el reformismo histórico como desde quienes aceptaron que el mundo se dividía en bloques tras el orden surgido a partir de la II GM. Unos aceptaron que su papel era el de vendedores de tiritas a favor del capital. Otros que les bastaba durante un tiempo ser los lobos amenazantes del capitalismo. Más tarde, ser guardianes de una consigna en la que habían dejado de creer.

Desde entonces solo quedó el simulacro electoral. La mentira de una promesa de futuro que jamás se concretaría. La esperanza solo para ilusos y cómplices de la mentira que estaban dispuestos a comprar.

En este tiempo se ha producido una descomposición de la vieja clase trabajadora, un proceso de desclasamiento de la misma, una etapa de aburguesamiento brutal de su autopercepción, un retroceso contínuo en sus derechos sociales, una desagregación de las categorías sociales que la componían y el temor ante un futuro que amenazaba su posibilidad de inserción laboral.

La izquierda estaba en otras cosas: las identidades sexuales, la defensa del animalismo, el feminismo desclasado, el ecologismo socialmente neutro, la ideología social y políticamente transversal, el cosmopolistismo oenegero, que no internacionalismo de clase,...

Y hasta aquí hemos llegado. La izquierda es un discurso agotado. Es una opción electoral y blanda frente al prefascismo, una alternativa entre una dinámica más rápida hacia la absoluta y definitiva desposesión de la clase trabajadora de sus conquistas y migajas sociales y la más lenta que les ofrece el social-liberalismo de los progres.

De otro modo no se entiende ese encendido-apagado del votante pogre, que pega una arrancada en las elecciones generales y que se desinfla en unas autonómicas y municipales en las que lo único que se mantiene es la vocación de las derechas clásicas (PP, C´s a la baja respecto a sus expectativas de "sorpasso" al PP, VOX aparentemente a una baja que no lo es tanto porque carecía de estructura y se ha ido implantando territorialmente y un nacionalismo ultra catalán), junto con un PSOE que crece como única esperanza, a la baja ideológicamente, frente a ese engendro cadavérico llamado Unidas Podemos, que ya no ofrecerá a su líder ni la alternativa de ser secretario general técnico del Ministerio de Relaciones con las Cortes e Igualdad, quizá del de Cultura y Deporte. A los de IU de ahora y de antes nada que decirles. Solo el desprecio de lo que fueron en el pasado posibilitó lo que son el presente porque lo de la traición como explicación sobre lo que les ha pasado no cuela.

Puede que aquello de "Madrid será la tumba del fascismo" se convierta en Madrid, Zaragoza, Barcelona, las ciudades de las mareas, que han acabado en resaca, la tumba de Pablito. Ironía: en Cádiz, otra ciudad donde no se ha hecho nada a favor de la clase trabajadora, se mata a Podemos y a Iglesias a través de otro matrimonio cínico, progre y anticapi en la pose. 

Como los de Unidas Podemos sigan "resistiendo bien" frente a lo que les ha pasado a no se sabe quienes en Europa, acabarán por sentirse esperanzados por conseguir un concejal en Perbes. 

Si Podemos llega al Vistalegre III las fraternales hostias van a ser como mazapanes y alguno perderá hasta la coleta. En Público, el panfleto digital que fue padrino de Iglesias, ya se la están cortando en el artículo de opinión de David Bollero, auténtico editorial del día titulado "¿Dónde está Pablo Iglesias?" Será más fácil encontrar a Wally.  A estas alturas por fin sabemos que el pegamento que le une a su asiento de secretario general de la cosa deja al Loctite a la altura adhesiva de moco de bebé y que su querencia por un Ministerio, aunque fuera de Feminismos Varios está fuera de toda conexión con un gramo de cordura. 

Ni en el Ayuntamiento de Madrid, ni el Sánchez Mato tan combativo pero que tragó tanto tiempo como los de IU y los Anticapis, que ha estado pillando cacho durante estos años y viviendo como dios, ni en la Comunidad de Madrid tienen donde agarrarse. La basura ideológica postpodemita que abanderan Doña Manolita y el falangista Errejón, por mucho que haya acabado por destruir lo que merecía ser destruído, Podemos, podrá subsistir solo a corto plazo porque depende de una señora cuyo ego era permanecer (dijo que si perdía dejaba el ayuntamiento, luego que no y ahora, de nuevo, que sí), y que ya se ha ido, y de un sinvergüenza sin proyecto ni ideas, salvo su sonrisa de melindre. 

En la Comunidad de Madrid a los podemitas les han mojado la oreja hasta los prefascistas de VOX, esa sociedad limitada cuyos diputados autonómicos y concejales van a ser decisivos en la conformación de las mayorías de derechas allá donde suman. 

De Carmena solo decir que gastó en el barrio Salmanca de Madrid mucho más en limpieza que en todos los barrios del Sur, que dejó llenos de socavones los barrios obreros, que esos barrios estaban desprovistos de infraestructuras, que ha sido la candidata que querían los mafiosos de la construcción. Es en los barrios populares, que se han sentido traicionados por la alcaldesa, donde se ha fraguado su derrota, lo mismo que le ha sucedido en Barcelona a Ada Colau y los comunes.

Los "disidentes" de IU sacarán pecho porque han ganado de nuevo las municipales en Zamora con ese alcalde rojísimo que solo hace unos días señaló la posibilidad de pactar con Ciudadanos si hacía falta. 

El PSOE ha ganado las elecciones municipales y autonómicas dejando que el PP salga vivo. Me equivoqué respecto a la muerte de Casado. Sobrevivirá. La tonta del bote de Díaz Ayuso destapará el tarro de las esencias, convitiendo su gobierno regional en otra charca de ranas al estilo de la olvidada Aguirre. La próxima crisis política golpeará a Ciudadanos, que quiso ser y no pudo porque su identidad política diferenciada frente al PP ya no existe. Solo le queda ser suma y pegote dependiente.

Al PSOE su gobierno del país se le va a indigestar con un PP que salva los muebles, resiste en la joya territorial del país, la Comunidad de Madrid, y reconquista su ayuntamiento. Vamos hacia la inestabilidad gubernamental y una práctica política que pronto girará de  nuevo hacia la derecha, tras aquello de los viernes de "política social" de su pasado gobierno en funciones.

El votante medio progre es ese sujeto que hoy se lanza indignado frente a la supuesta amenaza que le acecha y que mañana se retrae y se queda en casa. Es lo que ha sucedido entre las generales y las autonómicas y municipales. Mientras el progre evalúa, piensa y valora lo que gana o pierde, el bruto al que desprecia permanece y resiste.

Aunque parezca que VOX ha caído, ha creado una red territorial de la que carecía. Puede que la extrema derecha española deba recomponerse pero ya tiene una red perfecta de abusadores sexuales, defraudores, ladrones, falsarios e inventores del nivel de la indecencia de Monasterio, violentos, nazis y falangistas como para ser el camino que abra el futuro. Españoles no han de faltarles y de la peor naturaleza.

Mientras tanto, no faltarán ni el chantaje prefascista del nazionalismo catalán ni el nacionalismo “sensato” vasco que jugará a lo que sea para beneficio de su buurguesía.

¿Europa? Se abre el camino hacia su descomposición. Ya no hay ni derecha clásica ni izquierda llamada socialdemócrata (social-liberal) . Marine Le Pen, la mujer que representa el prefascismo más atractivo de Europa, ha derrotado a Macron. Ahora el “freno” al prefascismo son liberales y verdes. Justo lo necesario para que el fascismo sea ya pronto la alternativa. Quienes solo ofrecerán mentiras, blandura, la peor complicidad y la puerta abierta ya no tienen nada que ofrecer ni con qué parar al monstruo. Pronto lo contrarán sus patrones económicos.

El último español en campos de concentración nazis murió hace unos días.

Tranquilos, ya no hay comunistas. En el mejor de los casos sujetos que usurpan su digno nombre. Los hay que, con 100 afiliados, y hasta con escisiones, se presentan a las eleciones y pelean por ver quien consigue la mitad de los votos de sus familiares. Si en toda España unos han conseguido 29.000 votos y le han sacado 10.000 a la escisión, ambos están justificados. Quizá unos y otros crean que deben calcular cuantos "electores" están dispuestos a validar su supuesta ideología. Alguien debiera empezar a dejar claro que esos ni son comunistas ni tienen nada que ver con el concepto, salvo su secuestro de las herramientas. 

Sigan ustedes insultando al comunismo que lucha por la vuelta a la lucha de clases, que denuncia la explotación y la sobreexplotación de los trabajadores y que propugna que la clase trabajadora se organice al margen de la mentira parlamentaria que ustedes representan y traten de vendernos su mentira de que sin representación no hay política. Existe y acabará por enterrarles a ustedes y al podrido sistema que defienden, lo hagan bajo el ropaje político que lo hagan

20 de mayo de 2019

CHARLATÁN

Todo es un show. La banalización de la realidad política
como parte del gran circo que aliena mentes y voluntades

Por Marat

charlatán: “Que habla mucho y sin sustancia...embaucador” RAE

Existe un sector social difuso, no organizado, pero consciente, y sospecho que creciente que se niega a tragar las píldoras “roja” (pseudoroja) o “azul” del Matrix de nuestro presente político colectivo.

Ir a contracorriente hoy y no comprar falsas ilusiones tiene un precio: el de ser acusado de radical y de no ofrecer alternativas porque la de organizarse como clase, al margen de los flautistas de Hamelín del momento, combatir allá donde se producen y reproducen las contradicciones capital- trabajo y preparar la resistencia, formándose políticamente para no ser tratados como idiotas, exige demasiado esfuerzo. Por eso para muchos en el mientras tanto, hay que reincidir en el bucle eterno de seguir una y un millón de veces la senda que, inevitablemente, nos lleva a la derrota porque ello permite esquivar el sacrificio y los caminos más duros y difíciles.

Se nos rechaza a quienes estamos en otra cosa distinta al circo del parlamentarismo porque pone en evidencia que el rey está desnudo y que los ilusos de la ilusión democrática son cómplices acomodados y conscientes de la mentira que se autoadministran a sí mismos.

Pero lo cierto es que las mentiras tienen las patas cada vez más cortas, que los charlatanes no son parte de la solución sino de un problema que demora la solución necesaria del enfrentamiento de clase contra clase, vendiendo el falso elixir curalotodo del “si se quiere, se puede”, cuando sabemos que ocupar el poder, como inquilinos sin tomarlo, no es otra cosa que convertirse en asalariados del capital que marca los límites del juego, sus tiempos y los ritmos de aplicación de sus curas de caballo contra la clase trabajadora; unas veces a cargo de progres, otra de ultraliberales y pronto de un fascismo que llegará por abandonar la perspectiva de clase, mentir y autoengañarse en que basta con desear el cambio social para que este llegue y repetir lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes, que diría Albert Einstein.

El momento político actual español, europeo y mundial es el idóneo para los charlatanes de feria de la gran demagogia democrática, vendedores de crecepelos para calvos, oferentes de soluciones definitivas, fáciles y al alcance de la mano, sin sacrificio militante alguno para el votante. De Revilluca, el aldeano, hoy demócrata al que se le entiende todo, y ayer franquista, al peronista Errejón, que es como un falangista pero con verborrea hueca y pedante importada de Argentina, pasando por el siempre crispado don Crispín Iglesias que, ante tanto desafuero, nos ofrece como bálsamo de Fierabrás el caducado ungüento que ayer vendía el youtuber- predicador Anguita, su maestro. Y es que no hay nada como ir de “influencer”, aunque decreciente, en el gallinero parlamentario.

En esta campaña electoral, Pablo Iglesias Turrión -nada que ver con Pablo Iglesias Posse-, sería comparar la noche con el día, no para de repetir una media verdad que como todo el mundo sabe es peor que una mentira. Me refiero a los supuestos derechos de la Constitución que no se cumplen. El economista marxista Diego Guerrero también lo aborda en el Capítulo 5 del texto “Desempleo, keynesianismo y teoría laboral del valor”. En el EEC (Espacio de Encuentro Comunista) lo hemos trabajado con detenimiento. Pueden encontrarlo ustedes en el siguiente enlace: https://encuentrocomunista.org/static/media/medialibrary/2019/05/EEC-SituacionTrabajo2019.pdf

En lo que sigue me limito en extractar un parte del mismo con el objetivo de por lo menos se sepa de qué está hablando el charlatán cuando dice que la Constitución dice eso que no dice y que él dice que dice en relación al Derecho al trabajo, al derecho a la vivienda, etc.

Y es que este charlatán olvida conscientemente la lógica del capital: la de la rentabilidad sustentada en la explotación del trabajo asalariado y esta lógica funciona sí o sí por encima de la voluntad de las personas y por supuesto de todo gobierno por muy progre que quiera ser. Si esto no fuera así no sería capitalismo sino otra cosa.

Les dejo con el extracto. Es algo largo pero clarificador.

Las experiencias laborales que hemos puesto en común en todo el bloque anterior de intervenciones, nos muestran el estado actual de un proceso que ha sido conducido sistemáticamente desde mediados de los años setenta.
Lo que vamos a intentar ahora es mostrar una panorámica de cómo se ha conducido este proceso. Para ello necesitaremos entrar en varias áreas: desde dar algunas pinceladas de derecho -como por ejemplo, explicar por qué en la práctica no tenemos derecho al trabajo- hasta ir viendo cómo se ha ido modificando el tipo de contratación para que ahora se hayan generalizado las situaciones que acabamos de poner en común. Al final del documento se incluyen los enlaces a la legislación mencionada.
Y es que para moldear las relaciones laborales de manera que satisfagan los intereses del capital, se hacen leyes que quitan las líneas de protección que los trabajadores habían arrancado anteriormente con sus luchas. Esto se lleva haciendo sistemáticamente desde el inicio de la Transición Política en todos los ámbitos legislativos y de negociación social, cualquiera que haya sido el partido que ocupara el poder. Lo adornan como leyes para mejorar el empleo, luchar contra el paro juvenil, para aumentar la competitividad del país, etc. Pero la esencia es abaratar el factor trabajo y, como consecuencia, incrementar la tasa de explotación y de plusvalía.
Las leyes deben ser vistas en su conjunto, más allá del ámbito, del título o del epígrafe donde decidan poner las palabras más altisonantes y bonitas. Si se clasifica un derecho como fundamental pero luego no se establece quién debe garantizar su cumplimiento, o si la ley que lo desarrolla le quita en la práctica tal rango, el concepto jurídico de fundamental no coincide con lo que los trabajadores entendemos por tal. La cosa se hace más evidente si comprobamos que los derechos del capital experimentan un trato opuesto.
Desde este punto de vista, lo primero que debemos poner negro sobre blanco es que la Constitución Española no contempla como derechos fundamentales y, por lo tanto, no garantiza ni obliga a los poderes públicos su defensa y cumplimiento, aquellos que para cualquier persona lo son; nos referimos, por ejemplo, a la vivienda, a la educación en todos sus niveles y, por supuesto, el derecho al trabajo. Teniendo presente que, en una sociedad capitalista como la nuestra, el trabajo es lo único que te permite tener y mantener regularmente unos ingresos y, por lo tanto, unos mínimos niveles de subsistencia, el carecer del mismo y de la posibilidad de exigirlo es la condición para verte sometido a las condiciones de explotación que impongan los empresarios.
La Constitución contempla en su artículo 53 cuáles son los derechos de los que podemos reclamar su cumplimiento. Esta distinción entre derechos reclamables (los derechos contemplados entre los artículos 14 y 29) y los simples derechos, es básica, ya que solo los primeros permiten que cualquier persona puede exigir su aplicación, y son los que los poderes públicos están obligados a proteger; el resto de “simples” derechos sólo pueden ser reclamables si la ley que los desarrolla lo contempla.
Vemos por ejemplo que el derecho a la vivienda no lo contempla la Constitución como un derecho fundamental en la práctica y, por lo tanto, como un derecho que podamos exigir. La Constitución lo trata en los siguientes términos en el artículo 47: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Es curioso que se utilice el verbo “disfrutar”, pero no diga “tener” ni “poseer”. Es decir, defiende que podamos disfrutar una vivienda cuando la tengamos, es decir, cuando la compremos o la podamos alquilar. Todos sabemos que, cuando no pagamos la hipoteca o no pagamos el alquiler, los poderes públicos junto a la policía te quitan el derecho a disfrutar de la vivienda de la que te desalojan.
Hay un derecho que sí está catalogado como fundamental, pero con un ámbito de actuación restringido. Nos referimos a la educación, que solo es reclamable y gratuita en el período de enseñanza obligatoria (Artículo 27.4), desde los 6 a los 16 años. El resto de la enseñanza ya no es un derecho fundamental en la práctica. Ello es lo que permite que, en la nueva educación superior, los dos últimos años de máster estén disponibles solo para quien pueda pagárselos, restringiendo el acceso del resto -todos ellos hijos de trabajadores- a los futuros trabajos menos cualificados.
Para poder apreciar el contraste, antes de entrar de lleno con el derecho al trabajo, vamos a echar un breve vistazo a cómo se tratan los derechos del capital. En principio, éstos figuran, junto con el trabajo, en el mismo rango que el artículo 53 establece como no reclamables. Sin embargo, los propios artículos que recogen los derechos del capital se encargan de dar un rango especial a estos. Así, el artículo 33 reconoce el derecho a la propiedad privada, y en su apartado 3 nos aclara que nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos. Mientras tanto, en el artículos 38 se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado indicando seguidamente con claridad que los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio. De esta forma quedan salvaguardados en virtud del artículo 24, que indica que todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de sus derecho e intereses legítimos. Para que no quede nada sin atar, los códigos civiles, mercantiles y penales refuerzan esta protección en innumerables ámbitos.
Sin embargo, el derecho al trabajo, ubicado en la misma sección de no reclamables que los del capital, no goza de la misma elevación de rango en su desarrollo. El artículo 35 se limita a afirmar en el punto 1 que “todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo...” y en el punto 2 se limita a estipular que La ley regulará un Estatuto de los Trabajadores. Si nos vamos al susodicho Estatuto de los Trabajadores, que desarrolla este supuesto derecho al trabajo, contemplamos que no hay a quién reclamarlo y el derecho que se contempla no es el derecho al trabajo sino el derecho a trabajar cuando tengas un empleo. El Artículo 4 apartado 2 del Estatuto nos dice que: en relación al trabajo, los trabajadores tienen derecho a la ocupación efectiva. Más arriba indicábamos en relación al derecho a la vivienda un trabalenguas parecido.
La Constitución no puede reconocer el trabajo como un derecho exigible por dos motivos: primero, porque en el capitalismo el trabajo es una mercancía que los trabajadores vendemos, y el legislador no puede garantizar por decreto su venta; segundo -y no menos importante-, porque la inseguridad al buscar trabajo es necesaria para poder sacar el máximo provecho desde el punto de vista de la explotación. No en vano, en el artículo 38, que ya vimos que pedía a los poderes públicos garantizar la economía de mercado, afirma además que los poderes públicos también tienen que velar por la defensa de la productividad de acuerdo con las exigencias de la economía. Mas adelante veremos como esta exigencia de ser productivos es una constante.
Pero no solo no garantizan el trabajo ni la Constitución ni el Estatuto, sino que este último deja claros los condicionantes que aplican cuando se tiene. En el artículo 5, apartado a) se indica que: los trabajadores deben cumplir las órdenes e instrucciones del empresario en el ejercicio regular de sus facultades directivas…”, y en el apartado e) se indica expresamente que los trabajadores deben contribuir a la mejora de la productividad. Así que “nuestro” Estatuto no solo no hace efectivo el derecho al trabajo, sino que se encarga de dejar clara nuestra dependencia: cuando trabajamos debemos ser rentables y obedecer lo que diga el empresario, que es el que tiene las facultades directivas. En este sentido, se hace patente el juego de nombres y de discurso para que las leyes del capital se naturalicen por parte de los trabajadores. El nombre de Estatuto de los Trabajadores no se corresponde con su contenido. Lo que contempla esta ley no es ni más ni menos que una relación social entre empresarios y trabajadores, y esta relación es una relación de explotación. De una forma mucho más apropiada, la ley anterior al Estatuto de los Trabajadores tenía el descriptivo título de “Ley de Relaciones Laborales”.
A partir de este cuerpo legal, lo que vamos a exponer brevemente a continuación es cómo esta ley de “derechos” de los trabajadores nació y se ha ido modificando en favor del capital y en detrimento de los trabajadores. El conjunto de Reformas Laborales, Acuerdos de Negociación Colectiva y todo tipo de negociaciones que se han dado bajo el paraguas del denominado Diálogo Social -nombre que no designa más que la aceptación falaz de que los trabajadores y empresarios tenemos intereses comunes-, ha supuesto una constante pérdida de derechos que en la práctica suponen un trasvase del salario de los trabajadores en beneficio del capital. El gráfico 1 que vimos más arriba permite contemplar de un vistazo cómo, siendo el trabajo el único que crea valor añadido -el único que crea valor-, pierde cada año más de la mitad de él, apropiado (expropiado legalmente), por los empresarios. Veamos el proceso.
Partimos de una situación previa de mediados de los 70, en los que la Ley de Relaciones Laborales, de abril de 1976, contemplaba algunos derechos clave que protegían al trabajador. Unos derechos que se han ido desmontando paulatinamente con las sucesivas Reformas Laborales. Empezando esta tarea en los Pactos de la Moncloa y en el Estatuto de los Trabajadores.
Para ponernos en contexto: el año 1976, después de la muerte de Franco, es cuando confluye el mayor número de huelgas que se ha dado en este país. Es el año en el que se producen los conocidos como “sucesos de Vitoria”, del 3 de marzo de 1976, ciudad que estaba en Huelga General, y en los que la represión policial ordenada por los luego demócratas Fraga y Martín Villa, provocó la muerte de seis trabajadores. Pues bien, en ese año es cuando se consigue la mayor protección al trabajo en España, y eso ocurre con un criminal fascista como era el presidente Arias Navarro. No porque fuera bueno, sino porque la presión en ese momento de tal aluvión de huelgas tenía al régimen contra las cuerdas.
Si nos atenemos al contrato de trabajo, la redacción actual del Estatuto de los Trabajadores en su artículo 15 dice: el contrato de trabajo podrá concertarse por tiempo indefinido o por una duración determinada. Sin embargo, lo que decía la Ley de Relaciones Laborales del 76 era: “el contrato de trabajo se presume por tiempo concertado indefinido sin más excepciones de las siguientes...”. Si con la ley actual da lo mismo hacer un contrato indefinido que temporal, antes del Estatuto de los Trabajadores todos los contratos eran por defecto fijos, una vez pasaban el período de prueba de quince días. Las excepciones eran las que, por su razón, hacían de un trabajo algo temporal (vendimia, etc.). Es decir, el contrato obedecía a las condiciones del trabajo.
¿Qué ha hecho el Estatuto de los Trabajadores que tenemos ahora? Copiar la redacción de la Ley de Contratos de Trabajo que tenía Franco en el año 1942: el contrato de trabajo podrá celebrarse por tiempo indefinido, por tiempo cierto, expreso, tácito o por una duración determinada. Después de dar la vuelta a lo largo de cuarenta años, la democracia española coincide punto por punto con la redacción que tenía Franco en su ley de Contratos de Trabajo de 1942”.