Echenique no se fía |
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
PROPUESTA DE EXIGENCIAS AL POSIBLE PRÓXIMO GOBIERNO DE AMPLIAS ALIANZAS
HASTA LOS COJONES DEL ASUNTO LUIS RUBIALES Y DE TODO EL SHOW
TIEMPO DE PESIMISMO (NO EXAGERAR LOS ADJETIVOS), TIEMPO DE ESPERANZA
SUMAR Y PODEMOS JUNTOS A LAS GENERALES ¿QUÉ PUEDE SALIR MAL?
30 de mayo de 2019
BRONCA EN PODEMOS: QUE DIMITA ECHENIQUE...O MONEDERO, QUE NO ES NADIE
Por
Marat
Es
sabido que durante el absolutismo los reyes, ante situaciones de
crisis que pudiera acabar afectando a la corona, sacrificaban,
mediante cese o incluso corte de cabeza a los validos, primeros
ministros o nobles que pudieran llegar a representar una amenaza a
sus reinados.
El
problema es cuando no queda ni siquiera Corte porque el matrimonio
Macbeth se basta y se sobra para serlo todo en el palacio morado.
Si se mira a la sala del reino o a las habitaciones subyacentes, todo
es un desierto. Solo en los descansillos, en los retretes y en la
cocina, que es donde está lo nutricio, tan importante en las
motivaciones reales hacia la política, se encuentran a los últimos
sobrevenidos a la Corte morada. Es la hora de los mediocres
saltimbanquis de saldo que pronto chapotearán en otra charca.
Iglesias
no ha dimitido, ni falta que hace. Dimitir es para él un nombre
propio ruso. Al fin y al cabo, Podemos es ya una ironía como marca
en el supermercado electoral de la democracia virtual. Ni siquiera
existe. Cuando apostaron por poner en la papeleta de las primeras
elecciones a las que se presentaron la imagen de un tipo con coleta y
sustituyeron, no ya militantes, que de eso ya no queda hace decenios, sino afiliados por adscritos 2.0 y fueron incubados en los
platós de televisión, asumieron que el carisma doblemente digital
-de ser dirigidos por el dedo divino del Mesías y de “existir”
como holograma- sería lo que marcase su destino.
Hoy
no es necesario ninguna conjura que ponga el puñal en la mano de un
Bruto que asesine a su miniCésar. Podemos ya no existe y no es
recuperable. Matar al padre solo podría obedecer a la venganza. No
faltan razones para ello. El listado de las carreras políticas
destruidas por los caprichos de la Divina Coleta es inmenso. No son
tiempos es los que despreciar la importancia de una suculenta nómina
mensual. Algunos de ellos se han refugiado en Más Madrid, esa marca
improvisada por arribistas que vieron a tiempo que la enseña nodriza
original tenía los días contados.
Tenía
razón Errejón, ese monumento al narcisismo del discurso vacío, cuando expuso la idea de “ventana de oportunidad”. La crisis
capitalista del 2007, antepenúltimo episodio de una crisis senil del
capitalismo iniciada en 1973, dio lugar a movimientos de protesta
protagonizados por las generaciones jóvenes de las clases medias que
sentían el aliento en sus cogotes de un futuro incierto. En ellas la
clase trabajadora, que venía perdiendo conquistas sociales y
salarios desde mucho tiempo antes fue ignorada. Se inauguró una
etapa de rabia social que quien supiera verlo podía aprovechar ¡Y
vaya si lo hicieron! Muchos pasaron de las tiendas de campaña
Quechua y las conexiones wifi en las plazas, facilitadas por
empresarios anarcocapitlistas de la comunicación (Martín
Varsavsky) a ocupar asientos en los parlamentos nacional y regionales
y en los ayuntamientos, en muchos casos como primer empleo.
Pero pasó el tiempo. Lo mismo que cerca de un 40% de la sociedad española
y de los países centrales del capitalismo no vio alterados sus
niveles de vida por la crisis porque sus salarios, contratos y
condiciones laborales no se vieron afectados, el espejismo de una
cierta recuperación económica y de mejora de niveles de vida en sectores
sociales antes golpeados por la crisis capitalista, fue provocando
que ese contradictorio y absurdo asalto a los cielos desde los
parlamentos de la burguesía se hiciera menos atractivo, quedando en
evidencia no solo la falta de estrategia y de proyecto de los
asaltacielos sino sobre todo la ausencia de un plan B que proponer
para recorrer un período de mayor despolitización y vuelta hacia el
yo privado cuando un sector de los antes indignados se viera con
dinero en el bolsillo y posibilidades de utilizar Kayak hacia las
Maldivas. El consumo mata la conciencia de clase de quienes nunca
tuvieron exceso de ella, salvo como negación de lo que no querían
ser: nuevo proletariado.
Pronto
nadie reivindicará a Podemos. Incluso los que desde Andalucía,
Aragón, Castilla-La Mancha u otros lugares se rebelan, aún tímidamente, contra la pareja pretoriana, ya están en otra cosa. La nave nodriza de
Podemos, con sus mil alianzas, sus cien mil nombres locales, sus
mareas, fue matando a muchos de sus socios o utilizando para su
provecho una fuerza que no era capaz de dirigir por falta de cohesión
interna y lateral y por miles de intereses contrapuestos salvo la
unitaria ambición de ocupación institucional, que no de poder,
porque la ambición de poder exige una voluntad de ruptura total y
real con el orden establecido y estos solo eran trepas.
En
cualquier caso, si la pareja Macbeth quiere aparentar en su viaje
hacia la nada -no llegarán ni a secretarios generales técnicos de
la concejalía de Abastos de Alpedrete en su ambición de entrar en
el gobierno de la nación- que no es una satrapía, puede hacer rodar
una o dos cabezas, las de los bufones, que es lo que se recurre cuando ya no hay más sacrificios que ofrecer al dios del poder, mientras sueña en su chalet de Galapagar con
tiempos pasados mejores.
La
primera podría ser la de Echenique, el secretario...de nada.
Simplemente su secretario. Como alguna vez quizá soñó Heidi
respecto a su amiga Clara podrían despeñar al mediocre pampero
desde el Cerro de los Ángeles.
La
segunda podría ser la de sacrificar a Monedero. Condenarle al
silencio de los cartujos en el Monasterio de Cazalla de la Sierra,
una zona con un magnífico aguardiente que le permita continuar
alimentando sus delirios, sería un castigo a la altura de sus
estupideces habituales.
27 de mayo de 2019
MUNICIPALES Y AUTONÓMICAS EN ESPAÑA, CONFUSIÓN. EUROPEAS: SE APROXIMA EL CAOS
La diarrea que compone este cuadro se irá descomponiendo de acuerdo al grado de oportunismo que le corforma |
Por
Marat
La
izquierda, esa que dice que el PSOE no lo es, ha sido históricamente,
al menos desde la transición política (cuando quieran hablamos de
lo que fue desde la política de reconciliación nacional el PCE, si
se atreven) el gran embuste que oponía al simbolismo celebratorio
del pasado más o menos radical (también se puede evaluar a qué
renunció para intentar ganar la guerra civil española apelando a
una existente burguesía democrática) una práctica socialdemócrata
que, cuando ha gobernado en coalición en estos últimos 40 años ha
acabado siendo social-liberal.
Cuanto
más se investiga sobre el pasado, más se conoce sobre la historia
de las ideas políticas y mejor se contrapone la relación entre
pensamiento y acción, más posible se hace entender nuestro
presente, si no se sustituye lo anterior por la mentira de las
palabras vacías, los memes y el chiste fácil del idiota gracioso en
las redes sociales.
Con
el tiempo he ido aprendiendo que la izquierda es eso que en la
Revolución Francesa se opuso al veto del Monarca a la nueva
Constitución y nada más. Un proyecto laico en lo político que
apostaba por un nuevo orden social, el de una burguesía emergente
que sustituiría al Antiguo Régimen medieval y que no iba a cambiar
la composición real del poder, el de un sistema que fue feudal en su
dominación y se convirtió en burgués pero no alteró la realidad
social de la dominación de clases Al siervo de la gleba le
sustituyó el proletario de la Revolución Industrial. Y desde
entonces, en el largo períplo de la revolución burguesa, la
izquierda ha sido la de las revoluciones republicanas europeas, la
que se entregó a la lógica de la muerte en la I Guerra Mundial, la
que se sucumbió cobardemente ante el fascismo y el nazismo, la
cómplice del imperialismo tras la II GM hasta hoy.
Desde
entonces ha sido comparsa en la Unión Europea del capital, en los
intereses de la gran potencia de los EEUU, en los procesos de entrega
de las conquistas sociales históricas de los trabajadores desde 1973
hasta el día de hoy.
La
izquierda es la entrega a la burguesía desde 1789 hasta hoy del
poder popular de las clases subalternas a la burguesía. Y en ella se
inscriben quienes dicen combatir la desigualdad, concepto en el que
se inscriben, tanto desde el reformismo histórico como desde quienes
aceptaron que el mundo se dividía en bloques tras el orden surgido a
partir de la II GM. Unos aceptaron que su papel era el de vendedores
de tiritas a favor del capital. Otros que les bastaba durante un
tiempo ser los lobos amenazantes del capitalismo. Más tarde, ser
guardianes de una consigna en la que habían dejado de creer.
Desde
entonces solo quedó el simulacro electoral. La mentira de una
promesa de futuro que jamás se concretaría. La esperanza solo para
ilusos y cómplices de la mentira que estaban dispuestos a comprar.
En
este tiempo se ha producido una descomposición de la vieja clase
trabajadora, un proceso de desclasamiento de la misma, una etapa de
aburguesamiento brutal de su autopercepción, un retroceso contínuo
en sus derechos sociales, una desagregación de las categorías
sociales que la componían y el temor ante un futuro que amenazaba su
posibilidad de inserción laboral.
La
izquierda estaba en otras cosas: las identidades sexuales, la defensa
del animalismo, el feminismo desclasado, el ecologismo socialmente
neutro, la ideología social y políticamente transversal, el
cosmopolistismo oenegero, que no internacionalismo de clase,...
Y
hasta aquí hemos llegado. La izquierda es un discurso agotado. Es
una opción electoral y blanda frente al prefascismo, una alternativa
entre una dinámica más rápida hacia la absoluta y definitiva
desposesión de la clase trabajadora de sus conquistas y migajas
sociales y la más lenta que les ofrece el social-liberalismo de los
progres.
De
otro modo no se entiende ese encendido-apagado del votante pogre, que
pega una arrancada en las elecciones generales y que se desinfla en
unas autonómicas y municipales en las que lo único que se mantiene
es la vocación de las derechas clásicas (PP, C´s a la baja respecto a sus expectativas de "sorpasso" al PP, VOX
aparentemente a una baja que no lo es tanto porque carecía de
estructura y se ha ido implantando territorialmente y un nacionalismo
ultra catalán), junto con un PSOE que crece como única esperanza, a
la baja ideológicamente, frente a ese engendro cadavérico llamado
Unidas Podemos, que ya no ofrecerá a su líder ni la alternativa de
ser secretario general técnico del Ministerio de Relaciones con las
Cortes e Igualdad, quizá del de Cultura y Deporte. A los de IU de
ahora y de antes nada que decirles. Solo el desprecio de lo que
fueron en el pasado posibilitó lo que son el presente porque lo de
la traición como explicación sobre lo que les ha pasado no cuela.
Puede que aquello de "Madrid será la tumba del fascismo" se convierta en Madrid, Zaragoza, Barcelona, las ciudades de las mareas, que han acabado en resaca, la tumba de Pablito. Ironía: en Cádiz, otra ciudad donde no se ha hecho nada a favor de la clase trabajadora, se mata a Podemos y a Iglesias a través de otro matrimonio cínico, progre y anticapi en la pose.
Como los de Unidas Podemos sigan "resistiendo bien" frente a lo que les ha pasado a no se sabe quienes en Europa, acabarán por sentirse esperanzados por conseguir un concejal en Perbes.
Si Podemos llega al Vistalegre III las fraternales hostias van a ser como mazapanes y alguno perderá hasta la coleta. En Público, el panfleto digital que fue padrino de Iglesias, ya se la están cortando en el artículo de opinión de David Bollero, auténtico editorial del día titulado "¿Dónde está Pablo Iglesias?" Será más fácil encontrar a Wally. A estas alturas por fin sabemos que el pegamento que le une a su asiento de secretario general de la cosa deja al Loctite a la altura adhesiva de moco de bebé y que su querencia por un Ministerio, aunque fuera de Feminismos Varios está fuera de toda conexión con un gramo de cordura.
Si Podemos llega al Vistalegre III las fraternales hostias van a ser como mazapanes y alguno perderá hasta la coleta. En Público, el panfleto digital que fue padrino de Iglesias, ya se la están cortando en el artículo de opinión de David Bollero, auténtico editorial del día titulado "¿Dónde está Pablo Iglesias?" Será más fácil encontrar a Wally. A estas alturas por fin sabemos que el pegamento que le une a su asiento de secretario general de la cosa deja al Loctite a la altura adhesiva de moco de bebé y que su querencia por un Ministerio, aunque fuera de Feminismos Varios está fuera de toda conexión con un gramo de cordura.
Ni
en el Ayuntamiento de Madrid, ni el Sánchez Mato tan combativo pero
que tragó tanto tiempo como los de IU y los Anticapis, que ha estado
pillando cacho durante estos años y viviendo como dios, ni en la
Comunidad de Madrid tienen donde agarrarse. La basura ideológica
postpodemita que abanderan Doña Manolita y el falangista Errejón,
por mucho que haya acabado por destruir lo que merecía ser
destruído, Podemos, podrá subsistir solo a corto plazo porque depende de una señora
cuyo ego era permanecer (dijo que si perdía dejaba el ayuntamiento, luego que no y ahora, de nuevo, que sí), y que ya se ha ido, y de un sinvergüenza sin proyecto ni ideas,
salvo su sonrisa de melindre.
En la Comunidad de Madrid a los podemitas les han mojado la oreja hasta los prefascistas de VOX, esa sociedad limitada cuyos diputados autonómicos y concejales van a ser decisivos en la conformación de las mayorías de derechas allá donde suman.
En la Comunidad de Madrid a los podemitas les han mojado la oreja hasta los prefascistas de VOX, esa sociedad limitada cuyos diputados autonómicos y concejales van a ser decisivos en la conformación de las mayorías de derechas allá donde suman.
De Carmena solo decir que gastó en el barrio Salmanca de Madrid mucho más en limpieza que en todos los barrios del Sur, que dejó llenos de socavones los barrios obreros, que esos barrios estaban desprovistos de infraestructuras, que ha sido la candidata que querían los mafiosos de la construcción. Es en los barrios populares, que se han sentido traicionados por la alcaldesa, donde se ha fraguado su derrota, lo mismo que le ha sucedido en Barcelona a Ada Colau y los comunes.
Los "disidentes" de IU sacarán pecho porque han ganado de nuevo las municipales en Zamora con ese alcalde rojísimo que solo hace unos días señaló la posibilidad de pactar con Ciudadanos si hacía falta.
El
PSOE ha ganado las elecciones municipales y autonómicas dejando que el PP salga vivo.
Me equivoqué respecto a la muerte de Casado. Sobrevivirá. La tonta del bote de Díaz Ayuso destapará el tarro de las esencias, convitiendo su gobierno regional en otra charca de ranas al estilo de la olvidada Aguirre. La próxima crisis
política golpeará a Ciudadanos, que quiso ser y no pudo porque su identidad política diferenciada frente al PP ya no existe. Solo le queda
ser suma y pegote dependiente.
Al PSOE su gobierno del país se le va a indigestar con un PP que salva los muebles, resiste en la joya territorial del país, la Comunidad de Madrid, y reconquista su ayuntamiento. Vamos hacia la inestabilidad gubernamental y una práctica política que pronto girará de nuevo hacia la derecha, tras aquello de los viernes de "política social" de su pasado gobierno en funciones.
El votante medio progre es ese sujeto que hoy se lanza indignado frente a la supuesta amenaza que le acecha y que mañana se retrae y se queda en casa. Es lo que ha sucedido entre las generales y las autonómicas y municipales. Mientras el progre evalúa, piensa y valora lo que gana o pierde, el bruto al que desprecia permanece y resiste.
Aunque
parezca que VOX ha caído, ha creado una red territorial de la que
carecía. Puede que la extrema derecha española deba recomponerse
pero ya tiene una red perfecta de abusadores sexuales, defraudores,
ladrones, falsarios e inventores del nivel de la indecencia de
Monasterio, violentos, nazis y falangistas como para ser el camino
que abra el futuro. Españoles no han de faltarles y de la peor
naturaleza.
Mientras
tanto, no faltarán ni el chantaje prefascista del nazionalismo
catalán ni el nacionalismo “sensato” vasco que jugará a lo que
sea para beneficio de su buurguesía.
¿Europa?
Se abre el camino hacia su descomposición. Ya no hay ni derecha
clásica ni izquierda llamada socialdemócrata (social-liberal) .
Marine Le Pen, la mujer que representa el prefascismo más atractivo
de Europa, ha derrotado a Macron. Ahora el “freno” al prefascismo
son liberales y verdes. Justo lo necesario para que el fascismo sea
ya pronto la alternativa. Quienes solo ofrecerán mentiras, blandura,
la peor complicidad y la puerta abierta ya no tienen nada que ofrecer ni con qué parar al monstruo. Pronto lo contrarán sus patrones económicos.
El
último español en campos de concentración nazis murió hace unos
días.
Tranquilos,
ya no hay comunistas. En el mejor de los casos sujetos que usurpan su
digno nombre. Los hay que, con 100 afiliados, y hasta con escisiones, se presentan a las eleciones y pelean por ver quien consigue la mitad de los votos de sus familiares. Si en toda España unos han conseguido 29.000 votos y le han sacado 10.000 a la escisión, ambos están justificados. Quizá unos y otros crean que deben calcular cuantos "electores" están dispuestos a validar su supuesta ideología. Alguien debiera empezar a dejar claro que esos ni son comunistas ni tienen nada que ver con el concepto, salvo su secuestro de las herramientas.
Sigan
ustedes insultando al comunismo que lucha por la vuelta a la lucha de
clases, que denuncia la explotación y la sobreexplotación de los
trabajadores y que propugna que la clase trabajadora se organice al
margen de la mentira parlamentaria que ustedes representan y traten
de vendernos su mentira de que sin representación no hay política.
Existe y acabará por enterrarles a ustedes y al podrido sistema que defienden, lo hagan bajo el ropaje político que lo hagan
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20 de mayo de 2019
CHARLATÁN
Todo es un show. La banalización de la realidad política como parte del gran circo que aliena mentes y voluntades |
Por
Marat
charlatán:
“Que habla mucho y sin sustancia...embaucador” RAE
Existe
un sector social difuso, no organizado, pero consciente, y sospecho
que creciente que se niega a tragar las píldoras “roja”
(pseudoroja) o “azul” del Matrix de nuestro presente político
colectivo.
Ir
a contracorriente hoy y no comprar falsas ilusiones tiene un precio:
el de ser acusado de radical y de no ofrecer alternativas porque la
de organizarse como clase, al margen de los flautistas de Hamelín
del momento, combatir allá donde se producen y reproducen las
contradicciones capital- trabajo y preparar la resistencia,
formándose políticamente para no ser tratados como idiotas, exige
demasiado esfuerzo. Por eso para muchos en el mientras tanto, hay que
reincidir en el bucle eterno de seguir una y un millón de veces la
senda que, inevitablemente, nos lleva a la derrota porque ello
permite esquivar el sacrificio y los caminos más duros y difíciles.
Se
nos rechaza a quienes estamos en otra cosa distinta al circo del
parlamentarismo porque pone en evidencia que el rey está desnudo y
que los ilusos de la ilusión democrática son cómplices acomodados
y conscientes de la mentira que se autoadministran a sí mismos.
Pero
lo cierto es que las mentiras tienen las patas cada vez más cortas,
que los charlatanes no son parte de la solución sino de un problema
que demora la solución necesaria del enfrentamiento de clase contra
clase, vendiendo el falso elixir curalotodo del “si se quiere, se
puede”, cuando sabemos que ocupar el poder, como inquilinos sin
tomarlo, no es otra cosa que convertirse en asalariados del capital
que marca los límites del juego, sus tiempos y los ritmos de
aplicación de sus curas de caballo contra la clase trabajadora; unas
veces a cargo de progres, otra de ultraliberales y pronto de un
fascismo que llegará por abandonar la perspectiva de clase, mentir y
autoengañarse en que basta con desear el cambio social para que este
llegue y repetir lo mismo una y otra vez, esperando resultados
diferentes, que diría Albert Einstein.
El
momento político actual español, europeo y mundial es el idóneo
para los charlatanes de feria de la gran demagogia democrática,
vendedores de crecepelos para calvos, oferentes de soluciones
definitivas, fáciles y al alcance de la mano, sin sacrificio
militante alguno para el votante. De Revilluca, el aldeano, hoy
demócrata al que se le entiende todo, y ayer franquista, al
peronista Errejón, que es como un falangista pero con verborrea
hueca y pedante importada de Argentina, pasando por el siempre
crispado don Crispín Iglesias que, ante tanto desafuero, nos ofrece
como bálsamo de Fierabrás el caducado ungüento que ayer vendía el
youtuber- predicador Anguita, su maestro. Y es que no hay nada como
ir de “influencer”, aunque decreciente, en el gallinero
parlamentario.
En
esta campaña electoral, Pablo Iglesias Turrión -nada que ver con
Pablo Iglesias Posse-, sería comparar la noche con el día, no para
de repetir una media verdad que como todo el mundo sabe es peor que
una mentira. Me refiero a los supuestos derechos de la Constitución
que no se cumplen. El economista marxista Diego Guerrero también lo
aborda en el Capítulo 5 del texto “Desempleo,
keynesianismo y teoría laboral del valor”.
En el EEC (Espacio de Encuentro Comunista) lo hemos trabajado con
detenimiento. Pueden encontrarlo ustedes en el siguiente enlace:
https://encuentrocomunista.org/static/media/medialibrary/2019/05/EEC-SituacionTrabajo2019.pdf
En
lo que sigue me limito en extractar un parte del mismo con el
objetivo de por lo menos se sepa de qué está hablando el charlatán
cuando dice que la Constitución dice eso que no dice y que él dice
que dice en relación al Derecho al trabajo, al derecho a la
vivienda, etc.
Y
es que este charlatán olvida conscientemente la lógica del capital:
la de la rentabilidad sustentada en la explotación del trabajo
asalariado y esta lógica funciona sí o sí por encima de la
voluntad de las personas y por supuesto de todo gobierno por muy
progre que quiera ser. Si esto no fuera así no sería capitalismo
sino otra cosa.
Les
dejo con el extracto. Es algo largo pero clarificador.
“Las
experiencias laborales que hemos puesto en común en todo el bloque
anterior de intervenciones, nos muestran el estado actual de un
proceso que ha sido conducido sistemáticamente desde mediados de los
años setenta.
Lo
que vamos a intentar ahora es mostrar una panorámica de cómo se ha
conducido este proceso. Para ello necesitaremos entrar en varias
áreas: desde dar algunas pinceladas de derecho -como por ejemplo,
explicar por qué en la práctica no tenemos derecho al trabajo-
hasta ir viendo cómo se ha ido modificando el tipo de contratación
para que ahora se hayan generalizado las situaciones que acabamos de
poner en común. Al final del documento se incluyen los enlaces a la
legislación mencionada.
Y
es que para moldear las relaciones laborales de manera que satisfagan
los intereses del capital, se hacen leyes que quitan las líneas de
protección que los trabajadores habían arrancado anteriormente con
sus luchas. Esto se lleva haciendo sistemáticamente desde el inicio
de la Transición Política en todos los ámbitos legislativos y de
negociación social, cualquiera que haya sido el partido que ocupara
el poder. Lo adornan como leyes para mejorar el empleo, luchar contra
el paro juvenil, para aumentar la competitividad del país, etc. Pero
la esencia es abaratar el factor trabajo y, como consecuencia,
incrementar la tasa de explotación y de plusvalía.
Las
leyes deben ser vistas en su conjunto, más allá del ámbito, del
título o del epígrafe donde decidan poner las palabras más
altisonantes y bonitas. Si se clasifica un derecho como fundamental
pero luego no se establece quién debe garantizar su cumplimiento, o
si la ley que lo desarrolla le quita en la práctica tal rango, el
concepto jurídico de fundamental no coincide con lo que los
trabajadores entendemos por tal. La cosa se hace más evidente si
comprobamos que los derechos del capital experimentan un trato
opuesto.
Desde
este punto de vista, lo primero que debemos poner negro sobre blanco
es que la Constitución Española no contempla como derechos
fundamentales y, por lo tanto, no garantiza ni obliga a los poderes
públicos su defensa y cumplimiento, aquellos que para cualquier
persona lo son; nos referimos, por ejemplo, a la vivienda, a la
educación en todos sus niveles y, por supuesto, el derecho al
trabajo. Teniendo presente que, en una sociedad capitalista como la
nuestra, el trabajo es lo único que te permite tener y mantener
regularmente unos ingresos y, por lo tanto, unos mínimos niveles de
subsistencia, el carecer del mismo y de la posibilidad de exigirlo es
la condición para verte sometido a las condiciones de explotación
que impongan los empresarios.
La
Constitución contempla en su artículo 53 cuáles son los derechos
de los que podemos reclamar su cumplimiento. Esta distinción entre
derechos reclamables (los derechos contemplados entre los artículos
14 y 29) y los simples derechos, es básica, ya que solo los primeros
permiten que cualquier persona puede exigir su aplicación, y son los
que los poderes públicos están obligados a proteger; el resto de
“simples” derechos sólo pueden ser reclamables si la ley que los
desarrolla lo contempla.
Vemos
por ejemplo que el derecho a la vivienda no lo contempla la
Constitución como un derecho fundamental en la práctica y, por lo
tanto, como un derecho que podamos exigir. La Constitución lo trata
en los siguientes términos en el artículo 47: “Todos
los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y
adecuada”.
Es curioso que se utilice el verbo “disfrutar”,
pero no diga “tener”
ni “poseer”.
Es decir, defiende que podamos disfrutar una vivienda cuando la
tengamos, es decir, cuando la compremos o la podamos alquilar. Todos
sabemos que, cuando no pagamos la hipoteca o no pagamos el alquiler,
los poderes públicos junto a la policía te quitan el derecho a
disfrutar de la vivienda de la que te desalojan.
Hay
un derecho que sí está catalogado como fundamental, pero con un
ámbito de actuación restringido. Nos referimos a la educación, que
solo es reclamable y gratuita en el período de enseñanza
obligatoria (Artículo 27.4), desde los 6 a los 16 años. El resto de
la enseñanza ya no es un derecho fundamental en la práctica. Ello
es lo que permite que, en la nueva educación superior, los dos
últimos años de máster estén disponibles solo para quien pueda
pagárselos, restringiendo el acceso del resto -todos ellos hijos de
trabajadores- a los futuros trabajos menos cualificados.
Para
poder apreciar el contraste, antes de entrar de lleno con el derecho
al trabajo, vamos a echar un breve vistazo a cómo se tratan los
derechos del capital. En principio, éstos figuran, junto con el
trabajo, en el mismo rango que el artículo 53 establece como no
reclamables. Sin embargo, los propios artículos que recogen los
derechos del capital se encargan de dar un rango especial a estos.
Así, el artículo 33 reconoce el derecho a la propiedad privada, y
en su apartado 3 nos aclara que “nadie
podrá ser privado de sus bienes y derechos”.
Mientras tanto, en el artículos 38 “se
reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de
mercado”
indicando seguidamente con claridad que “los
poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio”.
De esta forma quedan salvaguardados en virtud del artículo 24, que
indica que “todas
las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los
jueces y tribunales en el ejercicio de sus derecho e intereses
legítimos”.
Para que no quede nada sin atar, los códigos civiles, mercantiles y
penales refuerzan esta protección en innumerables ámbitos.
Sin
embargo, el derecho al trabajo, ubicado en la misma sección de no
reclamables que los del capital, no goza de la misma elevación de
rango en su desarrollo. El artículo 35 se limita a afirmar en el
punto 1 que “todos
los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al
trabajo...”
y en el punto 2 se limita a estipular que “La
ley regulará un Estatuto de los Trabajadores”.
Si nos vamos al susodicho Estatuto de los Trabajadores, que
desarrolla este supuesto derecho al trabajo, contemplamos que no hay
a quién reclamarlo y el derecho que se contempla no es el derecho al
trabajo sino el derecho a trabajar cuando tengas un empleo. El
Artículo 4 apartado 2 del Estatuto nos dice que: “en
relación al trabajo, los trabajadores tienen derecho a la ocupación
efectiva”.
Más arriba indicábamos en relación al derecho a la vivienda un
trabalenguas parecido.
La
Constitución no puede reconocer el trabajo como un derecho exigible
por dos motivos: primero, porque en el capitalismo el trabajo es una
mercancía que los trabajadores vendemos, y el legislador no puede
garantizar por decreto su venta; segundo -y no menos importante-,
porque la inseguridad al buscar trabajo es necesaria para poder sacar
el máximo provecho desde el punto de vista de la explotación. No en
vano, en el artículo 38, que ya vimos que pedía a los poderes
públicos garantizar la economía de mercado, afirma además que “los
poderes públicos también tienen que velar por la defensa de la
productividad de acuerdo con las exigencias de la economía”.
Mas adelante veremos como esta exigencia de ser productivos es una
constante.
Pero
no solo no garantizan el trabajo ni la Constitución ni el Estatuto,
sino que este último deja claros los condicionantes que aplican
cuando se tiene. En el artículo 5, apartado a) se indica que: “los
trabajadores deben cumplir las órdenes e instrucciones del
empresario en el ejercicio regular de sus facultades directivas…”,
y en el apartado e) se indica expresamente que los trabajadores
“deben
contribuir a la mejora de la productividad”.
Así que “nuestro” Estatuto no solo no hace efectivo el derecho
al trabajo, sino que se encarga de dejar clara nuestra dependencia:
cuando trabajamos debemos ser rentables y obedecer lo que diga el
empresario, que es el que tiene las facultades directivas. En este
sentido, se hace patente el juego de nombres y de discurso para que
las leyes del capital se naturalicen por parte de los trabajadores.
El nombre de Estatuto de los Trabajadores no se corresponde con su
contenido. Lo que contempla esta ley no es ni más ni menos que una
relación social entre empresarios y trabajadores, y esta relación
es una relación de explotación. De una forma mucho más apropiada,
la ley anterior al Estatuto de los Trabajadores tenía el descriptivo
título de “Ley
de Relaciones Laborales”.
A
partir de este cuerpo legal, lo que vamos a exponer brevemente a
continuación es cómo esta ley de “derechos” de los trabajadores
nació y se ha ido modificando en favor del capital y en detrimento
de los trabajadores. El conjunto de Reformas Laborales, Acuerdos de
Negociación Colectiva y todo tipo de negociaciones que se han dado
bajo el paraguas del denominado Diálogo Social -nombre que no
designa más que la aceptación falaz de que los trabajadores y
empresarios tenemos intereses comunes-, ha supuesto una constante
pérdida de derechos que en la práctica suponen un trasvase del
salario de los trabajadores en beneficio del capital. El gráfico 1
que vimos más arriba permite contemplar de un vistazo cómo, siendo
el trabajo el único que crea valor añadido -el único que crea
valor-, pierde cada año más de la mitad de él, apropiado
(expropiado legalmente), por los empresarios. Veamos el proceso.
Partimos
de una situación previa de mediados de los 70, en los que la Ley
de Relaciones Laborales, de abril de 1976,
contemplaba algunos derechos clave que protegían al trabajador. Unos
derechos que se han ido desmontando paulatinamente con las sucesivas
Reformas Laborales. Empezando esta tarea en los Pactos de la Moncloa
y en el Estatuto de los Trabajadores.
Para
ponernos en contexto: el año 1976, después de la muerte de Franco,
es cuando confluye el mayor número de huelgas que se ha dado en este
país. Es el año en el que se producen los conocidos como “sucesos
de Vitoria”, del 3 de marzo de 1976, ciudad que estaba en Huelga
General, y en los que la represión policial ordenada por los luego
demócratas Fraga y Martín Villa, provocó la muerte de seis
trabajadores. Pues bien, en ese año es cuando se consigue la mayor
protección al trabajo en España, y eso ocurre con un criminal
fascista como era el presidente Arias Navarro. No porque fuera bueno,
sino porque la presión en ese momento de tal aluvión de huelgas
tenía al régimen contra las cuerdas.
Si
nos atenemos al contrato
de trabajo,
la redacción actual del Estatuto de los Trabajadores en su artículo
15 dice: “el
contrato de trabajo podrá concertarse por tiempo indefinido o por
una duración determinada”.
Sin embargo, lo que decía la Ley de Relaciones Laborales del 76 era:
“el
contrato de trabajo se presume por tiempo concertado indefinido sin
más excepciones de las siguientes...”.
Si con la ley actual da lo mismo hacer un contrato indefinido que
temporal, antes del Estatuto de los Trabajadores todos los contratos
eran por defecto fijos, una vez pasaban el período de prueba de
quince días. Las excepciones eran las que, por su razón, hacían de
un trabajo algo temporal (vendimia, etc.). Es decir, el contrato
obedecía a las condiciones del trabajo.
¿Qué
ha hecho el Estatuto de los Trabajadores que tenemos ahora? Copiar la
redacción de la Ley de Contratos de Trabajo que tenía Franco en el
año 1942: “el
contrato de trabajo podrá celebrarse por tiempo indefinido, por
tiempo cierto, expreso, tácito o por una duración determinada”.
Después de dar la vuelta a lo largo de cuarenta años, la democracia
española coincide punto por punto con la redacción que tenía
Franco en su ley de Contratos de Trabajo de 1942”.
8 de mayo de 2019
IU Y GARZÓN TIENEN RAZÓN
Lo
más sencillo es difundir el texto sin molestarse en leer y
comprender el contenido
Por
Marat
Según
un artículo publicado en el medio Cuartopoder bajo el título
de “IU destaca la alta sintonía política con Podemos y se
reafirma en la unidad”
el coordinador de Izquierda Unida Alberto Garzón afirma que “la
unidad ha aportado diputados que, por separado, ni IU ni Podemos
habrían logrado”.
No le falta razón. Quizá le haya faltado aclarar si ese “por
separado” se
refiere, para IU, a cuando esta se mostró acobardada y se fue
achantando ante las presiones y chantajes de Podemos en el proceso en
el que este fue encumbrado mediáticamente hacia el mal amago de no
se sabe a qué asalto a los cielos. Quizá también haya faltado
aclarar porqué en las tres ocasiones en las que IU y Podemos se
presentaron juntos hayan tenido menos votos de los que hubieran
tenido por separado, en el caso de IU contando su última trayectoria
independiente, en el de Podemos la de las expectativas de voto en
solitario previas a los acuerdos electorales. Mejor no mirar de dónde
provenían los diputados que IU y Garzón se atribuyen como “logros”,
sobre todo teniendo en cuenta que buena parte de ellos eran de
Comunistes de Catalunya, de los que el gran comunista Joan Josep Nuet
ha acabado por convertirse en un adalidid del independentismo
burgués. No hay otro.
Garzón
e IU tienen razón. Por separado no hubieran logrado mejor resultado
político. Sobre todo para sus profesionales. El PCE tuvo algunos
miembros que acabaron de Ministros, diputados generales y autonómicos
del PSOE. Pero solo durante la época de González. En la etapa de
Zapatero acabaron de inspectores de abastos en grandes capitales y de
concejales en pueblos remotos. Tampoco le quedaban al PCE e IU
grandes cuadros.
Con
el tiempo veremos a los cadáveres del PCE/IU y a la metástasis en
la que se haya transformado Podemos representado el papel más triste
que quepa esperar de un bufón prosistema, no necesariamente del
PSOE. La síntesis entre falangismo y peronismo que representa
Errejón es una avanzada de lo que se avecina.
Y
en esto le viene a uno preguntarse porqué lo que ha roto con IU/PCE
lo ha hecho por la derecha (mil fragmentos aún menos derechistas) y
porqué Podemos se alió electoralmente con tanto nacionalismo
(Mareas, Compromís,...) que ahora también les abandonan. Quizá, si
el lector se interrogase por las razones encontrase la pregunta
básica ¿De verdad hay una identidad entre izquierda y clase
trabajadora?
Yo
creo que no. Creo desde hace tiempo que defender a la clase
trabajadora, la que “de verdad” madruga, no la que han estado
contado los facciosos ultraprivatizadores de todo (pensiones,
sanidad, enseñanza,...) de Vox no significa tener una posición
política electoral sino una muy básica, humana, la de defender algo principal: no ceder un milímetro más en las conquistas sociales que
un día lograron nuestros padres y abuelos. Apostar por una vida
decente, a la altura de un mundo civilizado. Y eso no nos lo van a
regalar con las papeletas de los votos. Solo lo podremos lograr
organizándonos como clase trabajadora. Lo ideológico viene
después. Los comunistas no tenemos porqué ser “políticos”, al
menos no en el sentido más indecente del término que le dan
nuestros progres y burgueses.
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