2 de septiembre de 2015

ASÍ SE HA CONVERTIDO EN ESPAÑA LA INFLACIÓN EN DEFLACIÓN, POR MÁS QUE TRATEN DE OCULTARLO

El Captor.

No aumentan. En España los precios no aumentan desde finales del año 2013. Más bien al contrario, disminuyen. Y cuando eso sucede, el concepto económico que define a este hecho estadístico se denomina “deflación”, el término opuesto a la archiconocida “inflación”.

Y no. No es una invención creada por nosotros en el blog: el Instituto Nacional de Estadística -INE- lo ha vuelto a poner de manifiesto con el último dato adelantado de agosto de 2015, donde ha reflejado una contracción interanual del 0,4% en el Índice de Precios al Consumo -IPC- de España.

Pero lo cierto es que cuando en un determinado mercado económico – España, la Zona euro, Japón, etc…- los precios no aumentan con el transcurso del tiempo, eso quiere decir que o bien se encuentran estancados o bien se encuentran en una fase de contracción. ¿Cómo denominarían entonces ustedes a dicha situación? ¿Inflación negativa? ¿Crecimiento de los precios plano? ¿Evolución positiva inversa?

Claro que sí. Empleando la misma lógica, la situación observada en el gráfico inicial para el periodo 2011-2013 no se correspondería con una evolución positiva de los precios, sino con una situación de deflación inversa en España o de descenso extemporáneamente ascendente.

Hablando en serio: entre agosto de 2014 y agosto de 2015, de los trece datos mensuales del IPC publicados por el INE, once de ellos tuvieron signo negativo y dos, tan solo dos, fueron positivos. ¿Por qué tanta resistencia entonces en la prensa económica y generalista para calificar la evolución de los precios en España por su acepción más intuitiva, “deflación”, en lugar de emplear esa extraña referencia lingüística que es “inflación negativa”?

Por varias razones. En primer lugar, porque el Banco Central Europeo -BCE-, que es la máxima autoridad monetaria de la Zona euro, y por lo tanto de España -incluso por encima del BdE-, tiene como principal cometido la estabilización de los precios en una inflación situada en el entorno del 2%. ¿Por qué tiene el BCE un objetivo de inflación del 2% y no otro? Interesante pregunta que reservaremos para otro análisis.

En segundo lugar, porque reconocer que existe deflación en la economía española supone reconocer que se está erosionando la capacidad de recaudación fiscal de la Hacienda Pública, ya que el nivel de facturación de las empresas y por lo tanto de las bases imponibles agregadas de losprincipales tributos del sector público, es previsible que experimenten también serias dificultades para aumentar.

Y terminamos con una última razón, y no porque no puedan existir múltiples razones más. En una situación de deflación, el agregado macroeconómico por excelencia de una economía, el Producto Interior Bruto -PIB-, a pesar de poder registrar un incremento positivo interanual real por causa de una mayor producción de mercancías, también puede acabar reflejando en última instancia un nivel agregado inferior del PIB nominal respecto al ejercicio anterior. Todo debido a la contracción de los precios, lo cual no sería algo tan problemático, si no fuese porque la deuda pública en porcentaje del PIB nominal ya se aproximaba hacia el entorno del 100% en aquel momento -2011,2012,2013- en que existía inflación, y en que por lo tanto más fácilmente hubiera podido aumentar el PIB nominal.

Pero no queremos resistirnos a una cuarta última razón; porque la devaluación del yuan chino, que en la práctica supone el abaratamiento de las mercancías enviadas por China al resto del mundo, podría forzar aún más a la baja la actual deflación española, agravando el conjunto de problemas recientemente explicados. ¿O quizás no y al mantenerse los precios planos las grandes corporaciones españolas seguirían ensanchando sus márgenes empresariales?

2 comentarios :

  1. Hay otro factor determinante, más allá de la ocultación que hacen los gobiernos europeos, en especial el español, de la situación de deflación y de sus posibles consecuencias. Se trata del impacto que tiene el precio del petróleo sobre los precios en países tan dependientes energéticamente como España.

    Me explico. Un crecimiento en el entorno del 3% en situación de inflación cero o con una ligera deflación es un sueño húmedo neoliberal. La demostración para quien quiera creerla de que las medidas de austeridad son una amarga medicina que termina dando sus frutos.

    La realidad es que esa caída de los precios reales se sostiene en dos pilares. El primero, la mencionada caída de los precios del petróleo. Con el barril de crudo a 60$ el ahorro anual en España sería, según el Banco Central, de 15.000 millones de euros. Actualmente está por debajo de 50$, lo que arrojaría un ahorro de 18.000 millones que repercuten directamente en los precios.

    El motivo de que los precios se mantengan estables es que los sectores afectadas por la bajada de los precios, es decir, todos, aumentan su margen de beneficios. Las empresas comercializadoras de energía no reducen sus tarifas, los transportes por carretera tampoco y así con la práctica totalidad de actividades económicas.

    El otro pilar es el de las rentas del trabajo. Aumenta el número de empleados, sí, pero no aumenta en gran medida el de horas trabajadas respecto a hace algunos años. Tampoco aumenta, más bien al contrario, los sueldos. En plena supuesta recuperación la masa salarial está tan estancada como la inflación.

    ¿Qué sucede cuando una industria aumenta su facturación sin incrementar los costes? Es evidente, hay más beneficios para las rentas del capital. Y como aumentar la fuerza de producción es barato y los beneficios son mayores, se crea empleo precario.

    En pocas palabras: el liberalismo que nos meten por los ojos hasta la nausea, que rechaza las políticas intervencionistas, ha reinventado el keynesianismo. Lejos de "dejar hacer", nuestro gobierno, bajo el dictado de Berlín, hace y deshace a su antojo.

    Más allá de las políticas monetarias (QE) aplicadas por la UE, hay un grado, incalculable para mi, de inflación encubierta en el que está el foco de esta falsa creación de empleo y de crecimiento. La diferencia es que el modelo de Keynes distribuye la riqueza en alguna medida y en esta trampa neocapitalista el crecimiento aumenta la desigualdad.

    Decía que la reducción de la demanda agregada es el otro pilar de esta deflación tramposa. Las exportaciones crecen a un ritmo muy superior al de la demanda interna.

    ¿Cómo se come que, creándose empleo, el consumo apenas crezca en términos reales? Porque estamos creando trabajadores pobres por millones. Trabajadores que dejan de cubrir sus necesidades más básicas liquidando sus ahorros y por medio de la solidaridad a cubrir esas mismas necesidades a cambio de su fuerza de trabajo.

    El plan de este modelo es claro: mantener una tasa de paro elevada que mantenga los salarios bajos y al movimiento sindical desorganizado. Con esos salarios bajos, producir barato y mejorar las exportaciones. Y todo ese sacrificio ni siquiera redunda en una mejor recaudación de impuestos, en construir país y aumentar las redes de solidaridad estatles en forma de prestaciones.

    Por eso esta "inflación negativa" es un arma muy peligrosa. Por un lado, porque los aprendices de brujo que la sostienen nos abocan a una crisis más profunda si cabe. Por el otro, y me parece más importante, porque adoctrinan a las masas en las ideas neoliberales.

    El milagro del crecimiento económico sin inflación va a engañar a más trabajadores sobre las bondades del golpe de estado neoliberal que las obras completas de Hayek en tapa dura. Y, si no me equivoco mucho, ese debería ser el principal campo de batalla de comunistas, socialistas (los auténticos, no los mamarrachos liberales del PSOE), marxistas y hasta progresistas, durante los próximos años. Puede que por varias generaciones.

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  2. Un apunte que me dejaba fuera: los 18.000 millones de ahorro en energía derivados de los precios del petróleo servirían para emplear a más de 800.000 personas cobrando el salario medio actual. Y sin reducir el beneficio de las empresas, antes bien aumentándolo gracias a la producción de esos nuevos empleados.

    No aprovechar la caída de precios del petróleo para impulsar a la economía hacia un círculo virtuoso de creación de riqueza y empleo no puede ser casualidad. Hay una componente criminal de intencionalidad patente en algunas decisiones. Un interés no declarado en que la "recuperación" de la economía no se sustente en la demanda interna y, por tanto, en la mejora de condiciones de vida de los trabajadores.

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