Se intuye el final de vida del euro y de la UE. Uno y otro tienen sus destinos unidos.
Se equivocan quienes, desde las izquierdas, saluden alborozados esta muerte anunciada. Coincidir con los objetivos del capitalismo globalizado descontrolado, que ha pulverizado el poder de actuación de los Estados y las estructuras supranacionales, no parece la posición política más correcta.
Lo que en su día se llamó la doctrina Sinatra (“my way”) para la liquidación de las economías y Estados del llamado “socialismo real” se reedita hoy para una de las megaestructuras más grandes del mundo: la UE.
Aquello iba más lejos que los intereses del Imperialismo como esto va más allá de los objetivos cortoplacistas de USA y el dólar, de los BRICS o de cualquier otra potencia emergente. En una economía mundializada en la que los Estados han dejado de ser reguladores del capital, el desembridamiento de éste, señala el inicio de la ley de la selva más cruenta. El capitalismo siempre fue eso pero ahora y, en el futuro próximo, de modo hasta el presente desconocido.
Si la UE no logró organizar y controlar los excesos sistémicos de su modelo económico, la desagregación de su conglomerado en la vuelta a la Europa de las naciones será la peor noticia que podamos imaginarnos los trabajadores.
Los Estados, infinitamente más débiles que agrupados, sufrirán a los 4 jinetes del Apocalipsis moderno:
1) Ultraproteccionismo de cada país, que traerá mayor debilitamiento de las economías nacionales y mayores sacrificios de sus clases trabajadoras, empantanadas en el patriotismo. Se incrementarán las tendencias hacia los Estados fallidos, que ya se han visto en décadas anteriores en países del Tercer Mundo e incluso en algunos emergentes. El liberalismo económico será su gran agresor.
2) Mayor aceleración de las tendencias xenófobas, racistas, antiinmgrantes y fascistas dentro de cada Estado.
3) Ataques a las monedas nacionales recuperadas de un modo infinitamente más virulento del que hemos conocido hasta ahora con el euro, con el consiguiente incremento del paro, las medidas salvajes anticrisis (hay muchas más de las que podamos imaginarnos)
4) La vuelta de la guerra a Europa, anunciada con la fraticida desmembración de la antigua Yugoslavia, como salida a la crisis sistémica; del mismo modo que el fracasado keynesianismo implantado tras el crack del 29 de pasado siglo dejó paso a la II Guerra Mundial.
Personalmente soy muy pesimista respecto al escenario que se abre en la Vieja Europa. Alguno quizá sienta la tentación del contra peor mejor por aquello de creer que acerca a la maduración de las condiciones objetivas para la explosión de las contradicciones de clase. Yo no pienso de ese modo.
Si las circunstancias hubieran sido otras para las fuerzas revolucionarias o simplemente progresistas hubiera sido posible plantear aquel escenario tan mencionado en un pasado ya añejo de una Europa de los trabajadores y no de los mercaderes. Pero los dados parecen ya echados.
La apisonadora capitalista es posible porque las izquierdas están desarmadas. Las mayoritarias y sus candidatos “anticapitalistas” y pseudorevolucionarios, que sueñan con heredar su espacio, no están por dar un salto hacia el proceso insurreccional. La rabia y la ira sociales de las clases populares y de los trabajadores sólo demandan la populista guillotina contra los políticos, no contra los capitalistas, los que de verdad deciden sobre nuestras vidas. Ese es el camino hacia la demagogia y el fascismo. Las izquierdas revolucionarias aún están en la incubadora y está por ver si ésta puede sacarlas adelante a tiempo. El tiempo se nos agota a los trabajadores. Mientras nosotros caminamos con muletas, el capital lo hace a velocidad sideral. Esa es nuestra tragedia.
Fernando Martínez. Cinco Días.
El BCE lanzó el mensaje el jueves de que no actuará como bombero de emergencia para rebajar la tensión permanente en que vive la deuda soberana europea. El mercado ha recogido el guante y, ante la inacción de Draghi, vuelve a tensar la cuerda y a dirigir a la zona euro de nuevo hacia el filo del abismo. La jornada del viernes fue de vértigo. Si las pérdidas se concentraron el jueves en mercados como el español o el italiano, los números rojos se extendieron el viernes a todo el parqué. El Ibex cerró la última sesión de la semana con una caída del 3,1% y acumula un retroceso del 6,66% en tres días. En la semana cae un 5,11%. Se pone así fin a una racha de cuatro semanas consecutivas al alza. El selectivo cerró en 6.738,9 puntos y regresa a niveles de finales de junio.
Entre rumores de una inminente rebaja de la calificación de la solvencia de España hasta bono basura por parte de Moody's, la prima de riesgo volvió a escalar hasta niveles peligrosos, al llegar a 562 puntos. La rentabilidad exigida al bono español a 10 años franqueó la barrera del 7%, que hace saltar las alarmas en la entidad central, pero luego se moderó, aunque no demasiado, pues se quedó en el 6,95%.
Pero el castigo no se quedó ahí. Los principales índices bursátiles de la zona euro sufrieron el viernes retrocesos claramente superiores al 1%. Así, el Dax de Fráncfort cayó un 1,92%; el Cac de París cayó un 1,88%; el Footsie Mib de Milán, un 2,53%, y el Euro Stoxx, un 2,15%.
En la deuda, la huida hacia la calidad o los valores refugio fue evidente. La rentabilidad exigida al bono alemán descendió hasta niveles del 1,32%. Desde el comienzo de la crisis, Alemania se está financiando a niveles irrisorios. Las tasas de interés negativas -es decir, no es el Tesoro alemán el que paga al bonista, sino al revés- son frecuentes en los plazos más cortos de la deuda germana. No sorprende, pues, que la canciller Angela Merkel disfrute de los niveles de popularidad más elevados desde 2009.
En la deuda, la huida hacia la calidad o los valores refugio fue evidente. La rentabilidad exigida al bono alemán descendió hasta niveles del 1,32%. Desde el comienzo de la crisis, Alemania se está financiando a niveles irrisorios. Las tasas de interés negativas -es decir, no es el Tesoro alemán el que paga al bonista, sino al revés- son frecuentes en los plazos más cortos de la deuda germana. No sorprende, pues, que la canciller Angela Merkel disfrute de los niveles de popularidad más elevados desde 2009.
Pero no fue solo Alemania. También descendió el rendimiento exigido a los países de la zona euro considerados fuera de peligro, como es el caso de Francia, Bélgica, Holanda, Austria o Finlandia, cuyo Gobierno ha lanzado el órdago de que abandonará el euro si el proyecto de los eurobonos sale adelante.
Mientras tanto, los países en el alero vieron cómo la financiación se les volvía a complicar: los bonos portugueses a 10 años remuneraron en el secundario un 10,2%, después haber llegado a caer en los últimos días por debajo del 10%; Italia volvió a superar el 6% y se situó en el 6,03%; Irlanda, señalada por el propio presidente del BCE, Mario Draghi, como el alumno aplicado de Europa, alcanzó niveles del 6,3%.
Dilema para Draghi
El BCE se resiste a intervenir en los mercados. Draghi insistió en la rueda de prensa del jueves que la tarea del BCE es vigilar la estabilidad de los precios -establecida como un objetivo de inflación del 2%- y no rescatar a países en problemas. Ese es, precisamente, el desafío al que deben responder los Gobiernos. Este es un mensaje que el presidente del BCE repite desde que asumió el mando de la entidad en noviembre pasado. La autoridad central ha empleado 210.500 millones en el programa de compra de deuda pública, creado en mayo de 2010 para romper la presión del mercado sobre los países periféricos. Este programa lleva cuatro meses sin hacer ninguna compra y la intención del banco central es no volver a reactivarlo y dejar que sea el nuevo fondo de rescate europeo, el MEDE, el que asuma esa función. Sin embargo, cada vez hay más probabilidades de que el BCE tenga que acudir al rescate. El mercado le está poniendo a prueba.
El BCE se resiste a intervenir en los mercados. Draghi insistió en la rueda de prensa del jueves que la tarea del BCE es vigilar la estabilidad de los precios -establecida como un objetivo de inflación del 2%- y no rescatar a países en problemas. Ese es, precisamente, el desafío al que deben responder los Gobiernos. Este es un mensaje que el presidente del BCE repite desde que asumió el mando de la entidad en noviembre pasado. La autoridad central ha empleado 210.500 millones en el programa de compra de deuda pública, creado en mayo de 2010 para romper la presión del mercado sobre los países periféricos. Este programa lleva cuatro meses sin hacer ninguna compra y la intención del banco central es no volver a reactivarlo y dejar que sea el nuevo fondo de rescate europeo, el MEDE, el que asuma esa función. Sin embargo, cada vez hay más probabilidades de que el BCE tenga que acudir al rescate. El mercado le está poniendo a prueba.
Al poco de estrenarse, Draghi ordenó la intervención inmediata para salvar a España e Italia del abismo. Sucedió el pasado 10 de noviembre. Entonces, la prima de riesgo española estaba en un nivel considerado intolerable, que ahora se vería como un alivio: 425 puntos. Desde el primer consejo de gobierno de Draghi, el 3 de noviembre, el spread soberano de España con Alemania ha crecido 200 puntos, más de un 50%. Entre medias, se ha inyectado un billón de euros a la banca europea, se han realizado operaciones conjuntas con otros bancos centrales para inundar de liquidez al sistema, se ha abierto la mano con los colaterales que el BCE acepta para dar financiación y los tipos de interés han viajado del 1,5% al 0,75%. Nada de esto ha servido para reactivar el interbancario ni para normalizar los mercados.
En medio de la fuerte presión, la UE sigue avanzando a su ritmo particular. Las condiciones de la ayuda financiera a España se cerrarán este lunes pero lo que cada vez queda más claro es que la ayuda directa a la banca tendrá que esperar a un largo proceso y llegará tarde para España. Será el Estado, a través del FROB, quien tenga que asumir el impacto de la capitalización, incrementando así la carga de la deuda pública para el país (ahora en el 72,1% del PIB), lo que tendrá repercusiones inevitables en la prima de riesgo.
"Es necesario observar que en ese peligroso acercamiento a la filosofía de la historia universal Marx emplea ciertos términos cuya carga semántica es ideológicamente inexcusable: se refiere a la "civilización" occidental y a la "barbarie" de los pueblos no occidentales. A su vez, entre los países occidentales, la "civilización" es ‑—según este temprano punto de vista-— circunscripta solamente a Inglaterra, Francia y Alemania, a lo sumo extensible a Estados Unidos. No sólosolo la periferia precapitalista sino también la Europa colonial (por ejemplo, Irlanda) o atrasada (como España, Portugal e Italia) quedan en ese momento llamativamente excluidas de la "civilización"."
ResponderEliminarKohan. Marx en su (tercer) Mundo. Pag. 233
http://www.rebelion.org/docs/3413.pdf
Citado sin permiso del autor, pero es que está muy buena esta cita.
http://desdequenosdesencontramos.blogspot.com.ar/2012/04/es-necesario-observar-que-en-ese.html
Estoy de acuerdo en que fuera de la UE no hay oxígeno. Pero tampoco creo que a Alemania y Francia les interese ir hacia atrás. Entiendo que todo son maniobras políticas para presionar. Lo cierto es que España se ha ganado una imagen de país poco serio gracias a la lamentable imagen y poca talla política que está dando el PP. Claro que en Europa tampoco brillan mucho los líderes. Y lo del BCE es inexplicable, pero si tardan mucho en solucinar el problema financiero de España e Italia los demás países acabarán sufriendo el contagio.
ResponderEliminarAndo solicitando firmas para esta petición:
http://www.avaaz.org/es/petition/La_adopcion_internacional_de_la_tasa_Tobin/?cgPPZbb