12 de febrero de 2012

15-M, DE LA INDIGNACIÓN A LA DILUCIÓN

Por Marat

"Existo. Es algo tan dulce, tan dulce, tan lento. Y leve; como si se mantuviera solo en el aire. Se mueve. Por todas partes, roces que caen y se desvanecen. Muy suave, muy suave." (Jean-Paul Sartre. 'La Nausea')

Después del 15-O de 2011, fecha de la gran conjunción cósmico-global del movimiento indignado, el M 15M, como lo denominan sus miembros, ya no ha vuelto a ser ni siquiera un pálido reflejo de lo que fue.

Lo decíamos el mismo 15 de Octubre de 2011 con motivo de tal evento:

“En realidad el 15-O no es el inicio de nada que pueda llamarse revolución sino el cierre del círculo (tan redondo como la inicial O) desde dentro. Al mundial sólo puede sucederle, en el mejor de los casos, el mundialito. Cuando la teoría y la práctica “revolucionarias” no están dispuestas a ir más allá de lo que sus líderes (que los tienen) y sus individualistas activistas de clase media pretenden, el viaje de la locomotora no puede continuar porque le faltan energía motriz, raíles y estación de destino” (1)

El movimiento de los “indignados” que, recordemos una vez más, ya que la memoria es frágil, se inició con aquello de “unos nos consideramos más progresistas, otros más conservadores” (2). Pasado el tiempo, no han cambiado tanto las definiciones o la indefinición del movimiento que tuvo su origen “oficial” en Democracia Real Ya, aunque buena parte del 15-M diga no identificarse ni sentirse representado por esa plataforma. El modo en que se defina políticamente cada miembro del 15-M es irrelevante porque las voces del propio movimiento afirman que nadie les representa y que cada miembro se representa a sí mismo.

Su rechazo al capitalismo, puro enunciado antineoliberal, es una mera protesta dentro de los límites de un Estado capitalista del Bienestar ya muerto. La prueba del algodón para conocer qué predican los indignados consiste en tratar de encontrar un documento consensuado que resuma claramente cuál es su proyecto de sociedad y que no se quede en el absurdo aserto de una “democracia real” porque, al fin y al cabo, ¿cuál es el modelo económico de esa democracia real?

"Los movimientos espontáneos son minoritarios, ni siquiera son de izquierdas, son pura manifestación de energía, no tienen tesis ni un programa político, sólo tienen frases contundentes que no son tesis políticas, apenas eslóganes. Ahora el efecto es que los movimientos se han quedado en silencio", afirma Raffaele Simone (3), uno de tantos teóricos que ha guardado mutismo mientras el 15M y la Multinacional de Franquicias Indignadas estaba en la cresta de la ola aupada por los voceros mediáticos del capitalismo.

Pero Raféale Simone dice algo más, sumamente interesante: "Esos movimientos pueden dar impulsos. No hay discursos articulados. No tenemos más". ¿Antes teníamos menos, no? (pregunta el periodista que le entrevista) "Sí. Ahora tenemos energía, pero esta energía tiene que canalizarse en partidos. Reflexionemos sobre sus exigencias. Pero ellos no son una respuesta política".

He aquí dos de las principales –no las únicas, como veremos más adelante- fuentes del fracaso de la “indignación”: la falta de proyecto y la falta de organización, del intelectual orgánico de la concepción de partido gramsciana. Pero la ausencia de organización partidaria, por mucho que se empeñen en negar la representación y la estructura partido los asambleístas indignados, implica otras carencias que se han plasmado en el efecto souflé de un movimiento que avisaba ruina desde sus inicios, dada la carencia de materia sólida en su interior. Las ideas, si se tienen, necesitan organización. La vieja tesis leninista se impone por la terquedad de los hechos como otras veces en la historia.

Una “ideología” evanescente, apoyada en un lenguaje metapoético, pretencioso y efectista, de frases “ingeniosas” sin valor operativo alguno, mero “déjà vu” del 68 francés, un mensaje dirigido a los hijos de la clase media sin acceso al estatus que ahora empiezan a perder sus propios padres, una coordinación tan pobre como unas asambleas diseñadas para perder interminablemente el tiempo hasta que las decisiones puedan ser tomadas por los incombustibles, no podían persistir más tiempo de lo que duró la moda de la performance en plazas y barrios.

Recuerdo aún cómo se sostuvo esta burbuja con el apoyo público de premios Nobel de Economía (el keyneskiano Stiglitz), ex funcionarios del FMI (Punset), la infraestructura de telecomunicaciones prestada por magnates de las TIC multimillonarios (Martin Varsavsky), el seguimiento masivo de los principales medios de comunicación, la portada de la revista TIME 2011, el reconocimiento del vocero del capitalismo financiero global Financial Times,...Y es que esa burbuja, como la del ladrillo y la financiera primero, sólo tenía aire dentro y un sospechoso impulso externo que le hacía elevarse hacia los cielos como un globo aerostático.

Pareciera que los sectores económicos más poderosos del sistema capitalista necesitasen crearse una oposición autocontrolada (pacífica y de pensamiento no violento), interclasista e integrada que denunciase la “dictadura de los mercados”, criticase a los bancos pero mucho menos al capitalismo, se declarase anticapitalista pero no partidaria de una sociedad socialista, situando el horizonte de su R-Evolución (cualquier cosa con tal de ser moderados) con una “democracia real” a la islandesa que no ha tocado nada esencial de la propiedad privada, tomase las plazas pero no los centros de trabajo,...

Cuando un sistema económico no tiene enemigos se los inventa. En tiempos de rabia e ira sociales es necesario soltar un poco de presión de la olla para relajar tensiones y evitar, a su vez, otro tipo de respuestas menos integrables o bien estallidos sociales, sin dirección política, pero peligrosos para la “paz social”. De Reykiavik a El Cairo, de Wall Street a Londres, pasando por Madrid, ninguna protesta tocó lo esencial de una sociedad dividida en clases. En unos casos porque el islamismo era la fuerza subterránea decisiva de sus sociedades, en otros porque hace demasiado tiempo la izquierda renunció a asaltar el Palacio de Invierno para convertirse en guardias de ese mismo Palacio, mientras se dejaba corromper por los ideólogos de la sociedad liquida y el poder difuso, del antineoliberalismo de cómodo paraíso de Estado del Bienestar que ya no existe y de promesa de paz, Nueva Era y amor cósmico.

Si un efecto final ha tenido el entramado indignado es el de convertirse en una fábrica de frustración. Gentes que se acercaban al escenario público, muchos de ellos por primera vez en su vida, la mayoría muy jóvenes y sin experiencia política alguna pero sobrados de prepotencia y en posesión de su verdad, como si no hubieran existido antes movilizaciones y luchas infinitamente más combativas que las suyas, sólo porque ellos no habían estado jamás allí, son las mismas gentes que después de unos meses se han vuelto a sus casas y muy probablemente, en su mayoría, ya no vuelvan a salir de allí jamás porque ya disfrutaron su particular Mayo del 2011.

Las burguesías pequeñas y medianas no van a hacer ninguna Revolución. Ya la hicieron en 1789 y en 1848. La revolución no se hace para mantener lo que se tiene y rara vez se ha hecho cuando se teme perder algo. Ante el temor a la pérdida de estatus las burguesías reaccionaron en Europa con los fascismos. Las revoluciones se han hecho siempre con el objetivo de ganar algo distinto a lo que existe y no se entiende qué sea ello que las clases medias no tuvieran antes de que crisis capitalista estallara.

En las movilizaciones del 15-M el componente fundamental ha sido el de los jóvenes universitarios y de estudios superiores, provenientes de las clases medias urbanas, por mucho que ahora quieran recibir ayuda suplementaria de los pensionistas, yayoflautas como se hacen llamar a sí mismos. La base obrera clásica, trabajadora en categoría moderna, asalariada en términos globales, ha sido muy escasa y ello por diversas razones. La primera nace de la propia crisis de la izquierda y del domesticado movimiento sindical, muy mayoritario. Si la composición social de los indignados hubiera sido otra el discurso indignado habría sido muy diferente, su relato hubiera expresado la voz de la lucha de clases, se hubiera centrado mucho más en el mundo del trabajo y de las relaciones sociales de producción y sus proclamas hubieran tenido una radicalidad de proyecto social, aunque fuera como consigna, mucho más ambiciosas. Cabe incluso pensar que muy probablemente ese movimiento respondiera a otro nombre muy distinto al pequeño-burgués de “indignados”, nacido de la mente de un anciano anticomunista y partidario de la OTAN como Hessel. Las palabras nunca son neutras salvo para los que justamente quieren colar de matute su averiada mercancía ideológica.

Pero la clase trabajadora tampoco podía reconocerse en unas proclamas sobre políticos y banqueros que igualaban al raso a todos los primeros y limitaban la crítica al capitalismo a los segundos, quedándose siempre a las puertas de los centros de trabajo, de esos centros de trabajo con sus EREs, sus accidentes laborales, sus sobredimensionadas jornadas laborales con horas extras impagadas, sus condiciones de trabajo deterioradas, el miedo permanente al despido, el silencio ante el despotismo del superior jerárquico por temor a las represalias,...Pasado el primer calentón tras la primeras manifestaciones públicas del 15-M vieron que era demasiado exquisito este movimiento para ser capaz de acercarse sin la prepotencia del señorito universitario, que tanto ignora, a tan “vulgares” realidades.

La paradoja de las “izquierdas sistémicas” que actúan entre los indignados ha sido la de ir imponiéndose lentamente en el control (la horizontalidad es la patraña de quienes creen que los demás nunca hemos conocido como funcionan los movimientos difusos y asamblearios) del movimiento presentando una aparente radicalidad en las formas pero manteniendo un fondo de discurso tan moderado como el existente en origen. Sus propuestas de la Comisión de Economía caen del lado del más burdo keynesianismo, restablecedor de la recuperación económica capitalista, sin apuntar en ningún caso a la ruptura del orden económico del capital. Y es que en el fondo ese es el horizonte del 15-M y de la gran mayoría de las “izquierdas” que actúan dentro de él: el restablecimiento de la situación previa a la crisis y la vuelta a los momentos de bonanza económica. Una cosa son los lemas que se corean ocasionalmente y otra muy distinta las estrategias y el fondo ideológico desde el que gritan las gargantas.

Pero por si esto no fuera suficiente para ver qué defienden las “izquierdas sistémicas” dentro del 15-M baste el botón de sus planteamientos en relación con el asunto de los desahucios de hipotecados. Es llamativo que existiendo entre 2 y 3 millones de pisos vacíos sin vender, y sin ocupar, quienes defienden a los hipotecados frente al desahucio propongan la alternativa de la dación en pago, que es la garantía de la patada en el culo al desahuciado y su familia, con la gracia dadivosa de que el banco se conforme con no embargarle la cuenta hasta que satisfaga el último céntimo del préstamo. ¿Qué hacen esos 2-3 millones de pisos vacíos, señores indignados de “izquierdas”? Alguien que tuviera menos respeto a la propiedad privada que ustedes utilizaría el ariete de la patada en la puerta y colocaría dentro a la familia desahuciada. Menos radicalismo de boquilla antibanqueros y especuladores y más consecuencia. Momentos sociales y económicos dramáticos exigen respuestas contundentes.

No se intente hacer pasar como creación combativa de los indignados al movimiento YO NO PAGO. No es un producto creado por el 15-M. Ha sido importado desde Grecia por diversos sectores de los movimientos sociales que pueden estar o no ampararse bajo el paraguas nominal de indignados. Den Plirono (YO NO PAGO) existía en Grecia mucho antes de que se crease la Plataforma de Coordinación de Grupos Pro Movilización Ciudadana (luego DRY), origen aparente de todo lo que vino después. En Grecia empezó todo. La democracia y la combatividad auténticamente revolucionaria plasmada en luchas infinitamente más dignas y anticapitalistas de lo que los DRY y el 15-M han pretendido jamás. Será por eso que allí les quitaron la careta a los indignados y su “movimiento” fue flor de un día.

Aquel discurso antipartidos de los meses pasados, aquella negación de las categorías izquierda derecha y de su antagonismo, aquella afirmación de unidad de régimen –PPSOE- han contribuido al desarme de las izquierdas, a su desmovilización bajo el mendaz argumento, sólo útil para el enemigo de clase de los trabajadores, del “todos son iguales” y a una aplastante mayoría del PP en todas las instituciones cuyas consecuencias las está pagando nuestra clase con la más salvaje agresión a nuestros derechos que podamos recordar.

Por supuesto que las políticas del PSOE abrieron las puertas al triunfo del PP. Por supuesto que el PSOE merecía ser duramente castigado pero aquella campaña basura del “NO LES VOTES”, impulsada y amparada mediáticamente por los liberales y reaccionarios de toda laya y condición fue muy útil a opciones populistas como UPyD y al propio PP, cuya base social no se desmovilizó en absoluto, antes que a cualquier opción de las izquierdas. Éstas recogieron magros resultados, cuando la reacción de la derecha y el capital hubieran debido provocar la contrareacción contundente de un giro a la izquierda, como respuesta.

Pero, paradójicamente, las propias izquierdas fueron cómplices necesarios de ese ariete llamado 15-M, utilizado contra ellas. Se ha aludido desde este movimiento con gran frecuencia a los mensajes de El Roto que, unas veces les ha adulado y que, otras, quizá aportase unos mensajes que necesitaran una segunda pensada. Aquella viñeta que decía “los jóvenes salieron a la calle y súbitamente todos los partidos envejecieron” quizá tuviera más lecturas que la interesada de quienes se han recreado en su propio ombligo durante todos estos meses. Envejecer a todos los partidos, sin distinción, es negar la esencia de la representación plural de intereses que son diversos y, cada vez más antagónicos, en nuestra sociedad. Es negar la base de la democracia política y la vertebración de la lucha política que, de otro modo, se hace amorfa e indiferenciable en objetivos, programas e ideologías.

Que los partidos de las izquierdas necesiten una profunda renovación –las derechas ya lo hacen en un baile ideológico que involuciona al siglo de Dikens en lo social y a los años 30 del siglo pasado marcando el paso de la oca alemán en lo político-, que los poderes reales de los capitalistas hayan dejado sin el mínimo resquicio de autonomía política a las instituciones –no otro han tenido siempre en la democracia burguesa- no puede significar que las formas partidarias deban ser satanizadas y disueltas bajo un transversal ciudadanismo interclasista que le saque las castañas a la pequeña burguesía urbana y a sus hijos.

La negación, de facto y de discurso, de que la crisis capitalista sólo puede tener una respuesta de clase, la de los trabajadores, en la que las organizaciones de las izquierdas son decisivas para organizar la lucha ha traído la confusión ideológica, interesadamente promovida, de las primaveras árabes y de la “revolución ciudadana islandesa”. Las primeras se han convertido ya en inviernos fundamentalistas y en revoluciones naranjas promovidas por el imperialismo y la segunda es una mera relegitimación de la democracia burguesa. La nacionalización de sus bancos no es otra cosa que la garantía del reflote de la estructura financiera de un país de clases medias en el que cerca del 30% de su población era inversora en la burbuja que les estalló tiempo antes. Nacionalizar dentro del sistema capitalista no conlleva propiedad social de los medios de producción sino sacar las castañas del fuego a empresas con pérdidas que cuando den beneficios serán devueltas a la propiedad privada. Y por supuesto no ha significado tampoco en el caso islandés un cambio en las relaciones sociales de producción. Lo que sí constituye una respuesta revolucionaria es la toma del control obrero de las empresas, como ha sucedido en el Hospital de Kilkís en Grecia (4). Eso sí supone algo radicalmente distinto al gatopardismo islandés porque es germen de socialismo.

El reformismo burgués del 15-M es, en esencia, el mismo que impregna a las izquierdas que actúan en su interior: su programa de lucha contra el capitalismo es, en palabras claves: ciudadanía, revolución islandesa, revoluciones árabes, democracia contra los mercados (como si los “mercados” no hubieran sido, desde siempre y alternativamente, perfectamente compatibles con la democracia burguesa y con la dictadura política) y Proceso Constituyente (éste entre una parte de esas izquierdas). El Proceso Constituyente que impulsan sectores de IU, algunos republicanos que están meando fuera del tiesto al dar protagonismo a la lucha por la República antes que a la lucha de clases, el grupo socialismo del Siglo XXI Y sectores de la secta trevijana del MCRC. El Proceso Constituyente representa, ante todo, una nueva Pepa (Constitución de 1812 para el siglo XXI), como colofón de una nueva revolución democrático burguesa; algo radicalmente alejado de la auténtica democracia socialista de los consejos obreros, de una política de clase, sin pactos con la burguesía, de la toma del poder económico por los trabajadores y de la construcción de un proyecto de Estado sólo por y para la clase trabajadora.

Pero los sectores más combativos de las izquierdas y del sindicalismo griegos no bebieron de las fuentes oportunistas que arrojaron a las organizaciones españolas a los brazos de un movimiento al servicio de los intereses de la pequeña burguesía, aquella que nunca se indignó antes de la crisis contra las duras condiciones de la mayoría de los trabajadores, mileuristas que nunca gozaron de sus simpatías.

Las izquierdas que participan del 15-M se han encontrado enfrente potentes corrientes, de la derecha del movimiento, la populista y, oficialmente antipartidos (en las elecciones municipales y generales han intentado poner en pie sus candidaturas reaccionarias) y también de la libertaria, rabiosamente antimarxista y siempre antipartidos. Y es cierto también que han luchado por evitar esa pauta pero lo han hecho sin combatirla frontalmente, por temor a ser acusados –lo que de cualquier modo ha ocurrido- de querer manipular al 15-M o de intentar destruirlo.

Algo empezó a cambiar en la manifestación de laicos y ateos contra la visita de Benedicto XVI en Madrid, cuando todas las izquierdas salieron con sus banderas y sus identidades a la calle (mientras la comisión de pensamiento del “movimiento” se prodigaba en abrazos con la alegre y benedictina muchachada de las JMJ), después de tener que ocultarlas en las manifestaciones del 15-M, del 15-J (Junio y Julio), por presión de los políticos antipartidos.

Continuó cambiando durante las movilizaciones de la “marea verde”, lo ha hecho después en las sucesivas manifestaciones en defensa de los servicios públicos en Madrid y contra “les retallades” en Barcelona, en las movilizaciones contra la Reforma de la Constitución y en cada sucesiva movilización que se ha producido ante las políticas antisociales del PP.

Pero este cambio se ha producido de nuevo desde el oportunismo, justo cuando el 15-M ha evidenciado su agonía tras las elecciones del 20-N, a pesar de la obstinación de los medios de comunicación de cubrir toda movilización bajo las siglas del 15-M o el nombre de indignados. Para muestra baste el último botón (5) del diario Público, cuyo titular tiene poco que ver con el desarrollo de la noticia y la evidencia de la pluralidad grupos de la última convocatoria en Sol contra la reforma laboral del PP.

El 15-M se escurre como agua entre los dedos de una mano mientras las siglas y las organizaciones van adquiriendo protagonismo. El espejismo de un 15-M vivo continuará hasta que los medios de comunicación que le dieron su bendición y relevancia decidan firmar su certificado de defunción.

Es significativo el modo en que la palabra indignado, ya desafortunada en su origen (6), se banaliza día a día. Cualquier protesta, al margen de su causa, que salta a los medios de comunicación se ve acompañada por el término en sus titulares. Se indignan los deportistas españoles al ser tratados por los medios franceses como yonkies, se indignan los participantes en los programas de telerealidad y casquería, se indigna el conductor multado por la avidez recaudatoria de la DGT, Mourinho está siempre indignado,...

Y, en el colmo del oportunismo, vemos ahora una sucesión de opiniones abiertamente críticas hacia los límites de proyecto del 15-M de quienes antes eran convencidos de las virtudes “revolucionarias” de la indignación (7), algunos de ellos martillos de herejes de quienes nos oponíamos desde el principio al carácter puramente regresivo de este movimiento (8).

El listado sería realmente largo, con la excepción de algún incombustible entusiasta para el que el aparente reflujo del 15-M es cosa de que hace mucho frío en invierno (como si la ola siberiana se hubiese anticipado ya desde Octubre, Noviembre, Diciembre y Enero), que en cuanto llegue la primavera se tornará florido, luminoso y masivo (9).

De cualquier modo, estos análisis ignoran que las razones que esgrimen para explicar el desinfle del 15-M son casi siempre superficiales.

Más allá del origen de este movimiento, sobre lo que no volveré porque lo hice en su día, su discurso vacío, su desconexión con quienes de verdad tienen razones para expresar no su indignación sino su rabia –la clase trabajadora-, su ataque visceral, aunque merezcan la repulsa social por pactistas y entreguistas, a los sindicatos mayoritarios, olvidando que en ellos están la inmensa mayoría de los asalariados organizados, su discurso “superador” de la contradicción izquierda-derecha, su vacío ideológico, la carencia de proyecto (el “vamos despacio porque vamos lejos” ya no tapa indigencias), la simplificación de su discurso a eslóganes y la percepción muy extendida de haber sido el caballo de Troya al servicio del PP explican dónde está hoy el 15-M.

La realidad es que, a pesar de que se intente negar la evidencia tanto DRY, como el asambleario 15-M apenas son ya un pálido reflejo de lo que fueron en las redes, en la propaganda de calle, en la asistencia a sus asambleas (muchas existen sólo nominalmente) y en los medios de comunicación que, no obstante, recogen cada última genialidad del “movimiento”.

De hecho, la aparición del periódico que se hace llamar Madrid 15-M pero que afirma que no hablará en nombre de tal sino sólo de las actividades de las asambleas (la vieja muletilla del somos pero no somos, nadie nos representa pero nos representamos todos y vaguedades similares) no es otra cosa que un intento de seguir en un candelero que se apaga en su protagonismo por momentos. La escasa presencia de gente en sus actos (decenas o algunos cientos en el mejor de los casos) se convierten finalmente en hechos irrebatibles que dicen mejor que cualquier opinión siempre discutible qué fue de aquél sarpullido primaveral indignado.

Nadie se engañe. No ignoro la dificultad de poner en pie un proyecto de revolución social contra el sistema capitalista. La ausencia de una izquierda que merezca llamarse tal, de un partido organizado de clase, fuerte, con un programa y una estrategia capaces de superar la esclerosis que atenaza tanto a reformistas como a grupos más radicales y la situación de una clase trabajadora que no se movilizará hasta que las circunstancias sociales, económicas y políticas hayan madurado suficientemente, lo impide.

Pero los hechos han convertido en obvio que el 15-M no es el la tarea de los revolucionaros “mientras tanto”, por mucho que la revista que en su día creó Manuel Sacristán le rinda entregado culto. Ni su orientación ideológica, ni sus propuestas, ni su sustrato de clase responde a un planteamiento que nos haga avanzar ni un solo centímetro en esa dirección. Más bien el 15-M se ha convertido en un virus inoculado a un sector de las izquierdas que si antes de él estaban desarmadas y presas de un pragmatismo vergonzoso, aunque con un viejo eco de utopía, ahora incluso han renunciado al horizonte que evocaba ese eco, justo en el momento en que es más necesaria que nunca la reconstrucción de la vieja/nueva, porque siempre lo es como aspiración más noble de la Humanidad, esperanza socialista.

Es necesario romper ya esa vieja trampa que consiste en creer que porque me manifiesto hago algo útil, ignorando si las propuestas con las que me manifiesto son realmente alternativas y ayudan a romper con el capitalismo y construir una nueva sociedad o son un trampantojo para entretener a incautos e impedir que se levante un proyecto con toda la radicalidad socialista necesaria para derrocar el capitalismo porque de eso se trata ya que sin la toma del poder todo es ilusión y narcótico.





Cuando acabo de redactar estas líneas Grecia está ardiendo tras dos días de combativa Huelga General, con la experiencia militante de dos largos años de proceso de acumulación de fuerzas en una dirección revolucionaria. Ellos, los trabajadores griegos, sí saben a dónde quieren ir y lo hacen sin agitar manitas al sol, ni narcóticos gandhianos sino con organización, dirección revolucionaria, mensajes claros y la convicción de no dar un paso atrás.




NOTAS:

(1) http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com/2011/10/15-o-cerrando-el-circulo-desde-dentro.html
(2) http://www.democraciarealya.es/manifiesto-comun/
(3) http://www.publico.es/culturas/420264/esta-izquierda-huele-a-derechas
(4) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144408&titular=hospital-bajo-control-obrero-
(5) http://www.publico.es/espana/421422/el-15-m-protesta-contra-la-reforma-laboral-y-los-recortes-en-igualdad
(6) http://antigonia.com/2011/10/16/por-que-no-siento-nada/
(7) http://laprisionmental.wordpress.com/2011/05/31/no-hay-objetivos-comunes-reconozcamoslo-de-una-vez-movimiento-15-m/ y también http://jsmutxamel.blogspot.com/2012/01/el-15m-mayo-noviembre-relato-de-un.html
(8) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=142551
(9) http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144178

22 comentarios :

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  2. Mira, David:
    Éste es el enlace al asunto del FMI y Punset: http://es.wikipedia.org/wiki/Eduardo_Punset.una de las tareas de este anarcocapitalista ha sido asesorar a la transición al capitalismo a los países ex socialistas del Este de Europa.
    Conocía el asunto de los debates sobre la conversión del 15-M en un partido. El mismo Carlos Taibo se ha mostrado preocupado por ello. Triunfe o no el asunto dentro de la mayoría de las asambleas lo cierto es que será una cuestión recurrente porque ya se ha planteado en otras partes y, en su origen, está también ligado, aunque no sólo a ellos, a partidos de "democracia virtual 2.0"

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  3. Mira David, la democracia virtual es a la democracia lo que el culo a las témporas. El mundo se cambia desde la práctica en la calle, en las relaciones interpersonales en directo, no desde la individualización de un voto virtual, cada uno delante de su ordenador.
    En las plazas ya no hay nadie. La democracia Second Life no funciona y por eso la proponen quienes la proponen, precisamente para que sus élites puedan seguir dominando. Conozco muy bien los principios y los grupos que impulsaron desde sus orígenes la democracia 2.0 porque los he estudiado de cerca.
    Por otro lado, lo puesto al capitalismo es el socialismo, no la democracia sólo política. El capitalismo ha vivido bien con ella y contra ella con las dictaduras militares y/o políticas.
    Sólo el auténtico socialismo desde abajo, apoyado en los consejos obreros es una auténtica democracia aunque, por supuesto, necesita equilibrarse con la representación porque una sociedad que supere los 10.000 habitantes ya no funciona asambleariamente o, al menos, no sólo asambleariamente.
    En cuanto a que me califiques de libertario me produce directamente risa. Yo creo, como marxista, en el Estado, pero en un Estado de los trabajadores y para los trabajadores, al menos durante el período de transición desde el capitalismo al socialismo y desde éste a otra sociedad superior. Y creo también en la organización partidaria porque eso permite ver quién es quién y qué posiciones defiende. El resto es caos, confusión y oportunidad para los demagogos y populistas.

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  5. Hola Marat, ayer debatimos sobre este tema y hoy tras leer el interesante artículo que has escrito. quería detallar o explicar lo que quería decir. Primeramente y hablando desde mi experiencia, fui simpatizante del 15-M durante los primeros días. En todas las capas se había instalado un pasotismo ante los problemas que debemos enfrentar y me parecía que este movimiento podría ser la chispa que iniciase un proceso de cambio en la sociedad. Sin embargo, rápidamente me defraudó por las razones que has explicado; el transversalismo "ni de derechas ni de izquierdas" y las formas neo-budistas y sectarias que se adoptaron. Sospechoso sin duda, es la gran información que han dado sobre este movimiento. Por lo tanto estoy de acuerdo con tu análisis, simplemente mi comentario se refería a que creo que no se puede condenar al conjunto de personas que acudieron o acudimos en algún momento al movimiento, y que al menos en mi ciudad, fueron personas también del mundo obrero o de las luchas vecinales.
    El movimiento ha desaparecido porque no tenía puerto al que llegar, precisamente por culpa de ese "transversalismo ideológico", yo espero que muchos de los que han participado se den cuenta de la necesidad de superación del capitalismo, pero como bien has dicho, no hay una estructura política por ahora que guíe las acciones, ni siquiera hay ni táctica ni mucho menos estrategia..
    Saludos.

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    1. Te pido disculpas entonces si fui injusto al interpretar tu comentario.
      Salud y que seamos capaces de levantar la lucha de los trabajadores

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  6. El que quiera solidarizarse con Grecia , hoy a las 20.h en la embajada. Se que al autor de este blog no le gusta Democracia Real Ya, a mí ya tampoco, pero la convocatoria está alojada en esa página
    También una pregunta: los sindicatos del estado quieren tomar el pulso el 19 en una manifestación, como preparación para una huelga general ¿vas a ir?

    https://www.facebook.com/events/170216853092437/

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  7. Muy buen análisis, y muy buena crítica al movimiento del 15M; se parece mucho a los discursos que les suelto a mis compañeros al respecto. Solamente un par de cosillas: 1a) Creo que uno de los principales "logros" que ha tenido el 15M, a parte de declararse políticamente "apolítico", es el hecho de haver sabido canalizar la rábia y la frustración (aunque sea temporalmente) en no violencia. Es curiosa la forma en como se ha podido sobrellevar en este país un 21% de paro sin que haya habido disturbios, barricadas en Madrid-Barcelona... etc cuando, recordemos, le metieron una fierísima huelga general a Franco por subir un 8% el transporte metropolitano en Barcelona.
    Segunda; no veo qué sentido tienen los partidos políticos en todo este entramado. Digamo que bevo de las tesis libertarias, y me parece que se comete un error a la hora, no ya de defender el sistema de "democracia" representatiba, sino en el hecho de pensar que la solución del cambio de una casta dirigente (y unos partidos, oiga!) apalancados y corruptos por otra, de índole izquierdista (al menos en un principio) evitará que en un futuro no muy lejano se pueda reinstaurar el mismo sistema y por los mismos mecanismos.
    Como anarquista, (sin k, me da muchísima rábia el anarquismo con "k") creo en la bondad inherente del género humano, pero también en la posibilidad que el mas íntegro de los humanos termine comprado o corrupto. El principal problema de dar poder a alguien, sea quien sea, es que no tienes ninguna garantía en que no lo utilizará por su cuenta y beneficio.

    Bueno, aunque me haya liado un poco escribiendo (termino de currar ahora y estoy un poco cansado), en resumen, felicidades por el artículo, muchas gracias por la reflexión.

    Salud!

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    2. Alaborn, estoy totalmente de acuerdo contigo en el primer apunte que me haces. No puedo estarlo en el segundo, ya que a diferencia de ti no creo en el espontaneismo ni soy libertario sino comunista marxista. La propia revolución rusa y las que luego vinieron no hubieran sido posibles sin la organización partidaria de los revolucionarios. Otra cuestión es lo que a ti te parezcan esas revoluciones, cuestión en la que no voy a entrar porque creo que hay puntos centrales en torno a ella en los que nunca nos entenderíamos. Y conste que yo soy crítico con casi todas esas revoluciones pero soy consciente que cuando las primeras que iluminaron el mundo fracasaron el capitalismo supo que ya no tenía nada que temer y fue a por todas.

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  8. David, insisto en que no soy anarquista y tampoco creo, al contrario que Rousseau, que el hombre sea bueno por naturaleza. De creerlo tomaría el "Emilio" como mi libro de cabecera. Quizá sea éste uno de los poquísmos puntos en los que no soy marxista. En el estado de naturaleza, hace demasiado tiempo superado desde que apareció la cultura én las cuevas, ya que el hombre es un ser simbólico, puede que así fuese. Pero desde que tomó conciencia bondad y maldad son caras de una misma moneda.
    No basta con creer que cambiadas las instituciones, el hombre podrá ser siempre bueno. Aquello de la "construcción del hombre nuevo" falló desde aquella base, más allá de otros factores que lo provocasen. La sociedad es mejorable, aunque para lograrlo no le basten las reformas sino que necesite las revoluciones, pero nunca perfectible. Por eso el hombre creó a los dioses y por eso Albert Camus escribió "El Mito de Sísifo". Siempre estaremos empezando.

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  9. Saludos. Te refieres a uno de mis artículos (7) como oportunista (como si hubiera sido escrito recientemente), cuando lo escribí precisamente el mismo Mayo de 2011, momento en el que todos estaban embriagados de alegría y entusiasmo (tal vez por eso no se leyó demasiado: poca gente lo visitó o lo enlazó por aquel entonces). Además, en ningún momento se ha expresado en dicho blog un "convencimiento de las virtudes revolucionarias de la indignación".

    Y, a pesar de todo, el movimiento 15M tiene aspectos importantes para el aumento de la contestación social, como subrayo en otras entradas. Los procesos de orden social no son abruptos, sino graduales, y quien no quiera entender esto está abocado al fracaso o a vivir en la fantasía platónica.

    (Por cierto, por alguna razón tu blog no me da contestación sobre si el comentario que envío llega correctamente o no).

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  10. La unica virtud politica que le encuentro al 15M es que han puesto en contacto a unas generaciones educadas en el individualismo con el poder de la lucha colectiva. El buen rollito se disipa rapidamente cuando un antidisturbios te sopla dos hostias como a la muchacha del video. La pérdida de la inocencia y la toma de conciencia de que eres la gallina poniendo su puto huevo diario en su jaula puede hacer salir a esas generaciones de la Matrix virtual, que por otro lado, se desmorona a un ritmo cada vez mas veloz. La unica consigna revolucionaria que eschuché en mis experiencias con el 15M es la de que Grecia somos todos, y me parece que la mayoria del pueblo todavia no se ha percatado de lo que significa ( y augura ).Lo demas se ira creando a medida que las condiciones subjetivas cambien (y cuando,como decia M. Freytas, corra sangre en las calles). Al tiempo.

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  11. Hola Marat, me doy la bienvenida a tu blog.

    Creo que eres profundamente injusto en muchas de tus afirmaciones sobre el 15M, aunque parodójicamente son ciertas.
    El 15M no ha sido tan sólo un movimiento manuchaista, de protesta guay, asamblea inútil, estética perroflautística y anarcotontería aderezada de lucha social, etcétera, etcétera.
    Podrías haber participado (quiźas lo hayas hecho) de la asamblea de política a largo plazo donde podrías encontrar el germen de un grupo revolucionario y que no se merece toda la crítica que has escrito. Tampoco haces justicia a todos la gente peleona que lleva una vida en movimientos sociales, partidos políticos de corte marxista y sindicatos anarcosindicalistas. Muchos de ellos detenidos en los días previos a las acampadas y pendientes de un juicio, muchos de ellos detenidos en los días posteriores al 15O y también a la espera de ser juzgados. Ellos y muchos otros que han participado y han tirado del movimiento hacia la izquierda con la ilusión de hacer un proyecto de masas, entre ellos marxistas y anarquistas como tú o yo.

    Como poco, Marat, se merecen que no les metas en el saco de Democracia Real Ya y otros reformismos variados que también han formado parte del 15M y que si merecen tú crítica.

    Un saludo y enhorabuena por el blog

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  12. Querido Marat, con calma te leo. Surgen algunas reflexiones y muy poquitas certezas:

    Creo que tu análisis es certero en algunos aspectos, pero no veo tan claro lo que propones más allá de ese retirarse a los cuarteles hasta que la situación esté madura.

    He formado parte del 15M desde que empezó –y no hablo sólo de mayo, que hace mucho que esto se venía gestando, antes de que se le pusieran etiquetas más o menos afortunadas–, durante un tiempo he creído firmemente que era el camino y, aunque no puedo evitar que la decepción y la impaciencia se extiendan por mis venas, a falta de alternativas de superación me sigo aferrando a la posibilidad de movilización y desobediencia colectiva que abrimos la pasada primavera. Reconozco que ando perdido, buscando respuestas que no tengo –creo que muchos estamos en ese punto–, combino la calle con la conversación profunda, también la lectura de todo lo que cae en mis manos.

    Soy libertario y, como tal, cargo de forma congénita el recelo hacia los llamados “marxistas”, dado que prácticamente en todo intento que ha surgido en el último siglo de hacer una verdadera revolución social han sido estos los que se han encargado de hundirla o pervertirla. Sobran ejemplos que ilustran esa ‘aversión’ que tenemos los libertarios, de las colectivizaciones de Makhno a la Revolución Ibérica, del acoso y derribo a los Komandos Autónomos por parte de un marxismo de aldea y baserri a la llamada Transición, donde los cromos de la lucha popular se intercambiaron rápidamente por un patrimonio de bienes raíces en forma de locales, además de unos insignificantes asientos en los centros de poder del franquismo refundado. Pero dicho esto, añado que no me pica nada al decir que mi análisis parte del marxismo, no podía ser de otra forma, las tesis del viejo Karl no pueden estar más de actualidad.

    Cualquiera que estuviera en Sol la noche mágica del 17 de mayo y haya tenido una experiencia militante o políticamente concienciada se dio cuenta al instante de que aquello no era una revolución, pero sí nos quedó claro a la mayoría que lo que estábamos organizando más que otra mani era una revuelta. Y digo yo que la revuelta puede contener –aunque sea remotamente– el germen de una revolución, siendo que del desánimo, o del descreimiento en el que nos encontrábamos instalados, parece difícil que surja una.

    Por eso creí firmemente en lo que estábamos haciendo, aunque ya desde los primeros días sonaran voces –siempre de los más puristas y puretas de la revolución, a los que pocas veces he visto en la calle defendiendo a cuerpo algo, sino que casi siempre me los encontré disertando en asambleas o en higiénicos blogs– que hablaban de revolución naranja, de píldoras autorregulatorias del sistema y todos los demás aspectos que describes en tu exhaustivo post.

    De entrada, dudo que el asamblearismo, la alergia al liderazgo y a la disciplina de partido o de sindicato que hemos practicado en el 15M con más o menos éxito –nadie dijo que fuera fácil borrar de la noche a la mañana el seguidismo y la obediencia que tan incrustados tenemos en el hipotálamo– se pueda describir como “ideología moderada”. Por otro lado, creo que la apuesta radical por la ausencia de dinero, el apoyo mutuo y la solidaridad que cualquiera que haya pasado un rato en las plazas ha podido respirar es lo más profundamente anticapitalista y revolucionario que ha sucedido últimamente en este país a una escala no marginal, pues si bien ha durado poco se extendió rápidamente a los lugares más remotos.

    Aquí nadie invocó ni invitó al anciano Hessel, ni a Stiglitz, ni mucho menos a Punset –¡con lo pesado que es!–. El que vino fue porque quiso, como todos los demás, motivado por sus propias razones, que ni son homogéneas ni sería deseable que lo fueran. De todos modos, es de agradecer haber contado con la presencia de respetables como García-Calvo, Taibo o Galeano, que también vinieron por sus propias motivaciones y han participado en lo que han querido como individuos, no como instituciones que nadie pretende que sean.

    (sigo)

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    1. SADE, “el suave”, mucho más “suave” que otro SADE que pululaba por Kaosenlared hace ya más de un año. Pero, cuando se ha vivido bastante, se ve venir a los “suaves”, con su lenguaje melifluo y jesuítico. ¡Ah, los jesuitas, que grandes artistas de la tergiversación! Sí, tergiversación SADE porque no otra cosa has hecho en esa interpretación “creativa” e imaginativa de mi texto.
      Tengo para mí que cuando tergiversan y manipulan lo que digo es porque pica y porque lo que se dice tiene la eficacia de alterarle a más de uno los ánimos, sencillamente porque doy en la diana. No tiene virtud que lo haga ya que somos muchos los que os decimos cosas parecidas a los “indignados” todos los días.
      Pero no me quiero ir del asunto central de la tergiversación. Voy tus dos principales tejemanejes:
      1) “propones más allá de ese retirarse a los cuarteles hasta que la situación esté madura.” ¿En qué lugar he hecho yo esa propuesta? ¿Qué he dicho en mi texto que te permita sacar esas conclusiones? ¿O es que acaso señalar que vuestro “movimiento” se ha venido abajo como un soufflé significa que la única respuesta que debe darse, que habría que preparar es la vuestra? Nunca escribo en un artículo un compendio de pensamiento global porque cada parte requiere su tratamiento específico y ya se me suele acusar de ser demasiado largo en mis textos. Por si te interesa saber cómo creo veo yo la cuestión de la transformación social, lo he expuesto en dos artículos anteriores, que no invitan precisamente a “retirarse a los cuarteles”: “POR UNAS IZQUIERDAS QUE NO NOS AVERGÜENCEN”, “CONSTRUIR EL PRESENTE, DIBUJAR EL FUTURO”. Es como yo lo veo. Puede convencerte o no, que sé que no, pero en ningún momento planteo desmovilizarse. En todo caso, lo que propongo es no jugar en campo ajeno y los indignados lo sois desde mi punto de vista. Lo que buscabas no era otra cosa que tratar de tildarme de “contrarrevolucionario”, para que viniera el lumbreras de David a afirmarlo. De contrario a las revoluciones de colores claro que sí (sigo)

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    2. 2) Insinúas que yo me siento preocupado por los destinos del PSOE y de la socialdemocracia cuando dices “En cuanto al suicidio de la socialdemocracia, y cómo éste se lleva por delante las ilusiones de millones de mentes bienpensantes de la izquierda, ni me paro a comentarlo más en profundidad, aunque sólo sea por repetido a lo largo de la historia y de la geografía planetaria. No creo que alguien con un mínimo sentido crítico pueda sostener que tal suicidio haya sido en realidad un asesinato orquestado por los oscuros poderes liberales y ejecutado por el pacífico y buenrrollista 15M. Cada uno se inmola con lo que tiene a mano, y el PSOE no lo ha hecho sino con su propia gasolina...”. O no me conoces de nada o simplemente eres un cínico con artes muy rastreras. Lo que yo he dicho es lo siguiente: “Aquel discurso antipartidos de los meses pasados, aquella negación de las categorías izquierda derecha y de su antagonismo, aquella afirmación de unidad de régimen –PPSOE- han contribuido al desarme de las izquierdas, a su desmovilización bajo el mendaz argumento, sólo útil para el enemigo de clase de los trabajadores, del “todos son iguales” y a una aplastante mayoría del PP en todas las instituciones cuyas consecuencias las está pagando nuestra clase con la más salvaje agresión a nuestros derechos que podamos recordar. Por supuesto que las políticas del PSOE abrieron las puertas al triunfo del PP. Por supuesto que el PSOE merecía ser duramente castigado pero aquella campaña basura del “NO LES VOTES”, impulsada y amparada mediáticamente por los liberales y reaccionarios de toda laya y condición fue muy útil a opciones populistas como UPyD y al propio PP, cuya base social no se desmovilizó en absoluto, antes que a cualquier opción de las izquierdas. Éstas recogieron magros resultados, cuando la reacción de la derecha y el capital hubieran debido provocar la contrareacción contundente de un giro a la izquierda, como respuesta” En definitiva, ¿de qué estaba hablando? De lo siguiente: Vuestro papel al hablar de PPSOE como unidad era el de lograr que se viera el contorno fascista y de capitalismo salvaje del PP como algo menor, como algo que no debiera asustarnos tanto ¿Los del PP? Sí, unos cabrones pero como los del PSOE porque son lo mismo Pues ahora estamos probando la medicina PPera y comprobando que no eran tan malos, ¿verdad? Es algo que mucha gente ha constatado respecto a vuestro papel desmovilizador en donde machacabais hasta a los de IU (no soy de IU tampoco), cuando estaban con vosotros peleando dentro del 15-M. ¿Acaso era lo mismo el PSOE que el PP? Vuestro rollo antipartidos, muy coherente con vuestro asambleismo anarcoide y profundamente reaccionario, se acaba dando la mano con los fascistas a los que también les sobran los partidos. Nada tienen que ver las derechas con las izquierdas revolucionarias y con proyecto socialista. Ni siquiera las derechas tienen que ver con las “izquierdas sistémicas”. Hay una diferencia que sólo un acrata con su baba anticomunista, de la que ya destilaste un ratito en tu “comentario”, o un reaccionario no ve y esa diferencia la marca el grado de sufrimiento. No pasa nada cuando el sectario cree en la máxima de cuanto peor mejor. Disparar con pólvora ajena es fácil cuando el dolor provocado por la llegada de la derecha al poder lo sufren otros. Por supuesto que el PSOE era merecedor del mayor repudio pero podía significar eso oponerse a toda opción a su izquierda, fuese ésta IU o cualquier otra. No existe, es cierto, pero vuestro discurso tiende a impedir que se construya y no hablo de alternativa electoral sino de organización política de los trabajadores. La filípica va contra los anarcos y contra el asambleismo cumbayá del 15-M.

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  13. Pienso que tienes razón en muchas cosas, apreciado Marat, pero también creo humildemente que algunos de tus planteamientos están profundamente trasnochados. No porque la perspectiva marxista haya sido superada –que ni de broma–, no porque ya no haya clases –como apuntan algunos posmodernos– sino porque el capitalismo se ha perfeccionado hasta tal punto que ha conseguido borrar de los explotados la conciencia de clase, que no es ni remotamente lo mismo.

    Estoy contigo en que lo ideal, y lo único que haría posible que de esta revuelta surgiera algo parecido a una revolución, sería que a la cabeza de las columnas estuvieran los trabajadores (también los desempleados, que dentro de poco los superarán en número) organizados y en lucha contra el capital y la depredación sistémica, el problema es que ese colectivo de trabajadores organizados y conscientes apenas sabemos muy bien dónde encontrarlo en estos tiempos.

    Esa “clase obrera clásica” a la que te refieres es precisamente un clásico, se encuentra en las bibliotecas, si no en esos viejos carteles de la Joven Guardia que cuidadosamente atesoras en tu estudio, pero me temo que apenas la encontrarás en los tajos, ni en las nóminas de los sindicatos domesticados, ni en el aburrido e inocuo 1º de mayo al que acudimos cada año como el día de la marmota (hala, 6 meses más de invierno). No hay enemigo más poderoso y sofisticado de la clase obrera que su propia dilución a conciencia en clase consumidora.

    Tampoco reconozco en la realidad que me rodea esa distinción que haces entre el “señorito universitario” y el currante amenazado y desregulado, imagino que también se encuentra en los archivos de hemeroteca. La realidad hoy, y desde hace mucho tiempo, es que el universitario es tan precario, desregulado y oprimido como cualquier otro trabajador, por eso es acertado hablar de que somos el 99%. No es que seamos el 99% los concienciados, pero desde luego sí los damnificados, y de esa toma de conciencia tan básica –y tan naïf para ciertos ojos– podrían surgir certezas y acciones más eficaces contra el entramado que tan meticulosamente el sistema ha instalado en nuestras cabezas.

    En cuanto al suicidio de la socialdemocracia, y cómo éste se lleva por delante las ilusiones de millones de mentes bienpensantes de la izquierda, ni me paro a comentarlo más en profundidad, aunque sólo sea por repetido a lo largo de la historia y de la geografía planetaria. No creo que alguien con un mínimo sentido crítico pueda sostener que tal suicidio haya sido en realidad un asesinato orquestado por los oscuros poderes liberales y ejecutado por el pacífico y buenrrollista 15M. Cada uno se inmola con lo que tiene a mano, y el PSOE no lo ha hecho sino con su propia gasolina...

    ¿De aquí a dónde? No tengo la más remota idea. Lo que sí sé es que no acepto profecías, que antes de levantar un dedo ya nos estaban poniendo en los brazos del capital, y más o menos cada semana se han esmerado en firmar nuestro certificado de defunción. Además, me niego a asumir que de tan inesperado estallido de desobediencia, de participación solidaria y horizontal, tengamos que pasar a la depresión clínica y la negación absoluta de lo que nos movió a levantarnos. O que terminemos como aquellos otros, ardiendo a lo bonzo –y para variar– con nuestro propio combustible.

    Hacen falta toneladas de autocrítica, táctica y estrategia, sobran kilómetros de soberbia, porque lo que hemos hecho aún no es nada, y ni siquiera es nuevo, pero en este camino que sólo empezó vamos a necesitar también litros o hectolitros de cariño, de cuidarnos, de creer en lo potencialmente infinito de nuestros anhelos, aunque aún carezcamos de certezas.

    Dormíamos… Gracias por golpearnos, Marat, a ver si es verdad que despertamos.

    Sade

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    1. Por último, yo suelo hablar de clase trabajadora (el parado también lo es, por mucho que esté desocupado: le define no poder vender su fuerza de trabajo). Muy pocas veces, alguna, de clase obrera. Y la que yo conozco (date un paseo por Villaverde, Orcasitas, el Pozo, Pan Bendito, San Blas. Son sólo algunos de los muchos ejemplos que podría darte) nada tiene que ver con la vida de los burguesitos universitarios que, sí, sí desprecian, a los trabajadores, que cuando se ven en la “terrible” circunstancia de compartir trabajo precario con esa clase trabajadora menestral y suburbial, que viste barato (no imitadoramente barato en plan gafapasta) dice cosas (las he escuchado en mis oídos) como “hay un ambiente muy cutre de la gente de mi trabajo” o ésta otra “tienen conversaciones de programas de Tele 5”. Puede que sea ciertos, que los que han sido mileuristas y menos que mileuristas (poco seducidos por el consumo han estado los que viven con coches de 12 años, en casas de vivienda protegida y con muebles, no pseudopobres del moderno-progre IKEA sino del cutre Tu Mueble), cuando tus señoritos indignados (no todos son señoritos) vivían tranquilos y sin indignarse de nada antes de que estallase la crisis. ¿Revuelta? Sí, pégate dos vueltas. Ninguna clase es revolucionaria por sí misma pero te aseguro que cuando haya una revolución socialista (sí, soy antiguo, más antiguos sois los ciudadanistas, del siglo XVIII) no la hará la clase media indignada (ella se conforma con que vuelva su Estado del Bienestar). Será la clase que no tiene nada que perder la que haga esa revolución. Vuestra clase media sí tiene que perder. Por eso veremos dónde gira) La vimos girar en esa dirección en 1917, en los años 30 en Alemania, en la Argentina del “que se vayan todos”,... Te recomiendo leer “la ideología del pequeño burgués” de Jorge Plejanov. Con esto no digo que no haya que evitar que esa clase media que ahora se indigna y que mañana pedirá autoridad no caiga en posiciones más reaccionarias pero no creo que en el bloque social transformador vaya ni deba a ser ella la que encabece las posiciones dirigentes del proceso. Yo no me moveré para sacarle las castañas del fuego a la clase media. Yo me muevo por mi clase, la trabajadora y, por cierto, donde yo me muevo, seguramente no te veo a ti...afortunadamente.

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    1. Tranquilo, David Fuente Adrian. Acabo de llegar a casa después de todo un día de machaque y aún debo leer el largo artículo del “camarada” SADE para contestarle después pero no porque tú me retes a ello (“sería mejor para todos que te explicaras”). Haría falta un estímulo de mayor altura. Lo siento, “águila no caza moscas”

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