21 de diciembre de 2016

MILES DE PARISINOS SE OPONEN A LA DESRATIZACIÓN DE LA CIUDAD AL CONSIDERARLO UN "GENOCIDIO"

Título original de la noticia: PARÍS QUIERE ACABAR CON SU PLAGA DE RATAS, Y MILES DE PARISINOS SE OPONEN AL CONSIDERARLO UN "GENOCIDIO"
Mohorte. magnet.xataca.com

Pocos países tienen tanta capacidad para el escándalo dramático como Francia. No hay cuestión lo suficientemente ridícula que no merezca ser luchada, de modo que cuando el Ayuntamiento de París anunció una campaña de desinfección de ratas a gran escala, miles de parisinos asistieron indignados a los acontecimientos. "Por encima de mi cadáver", se dijeron, y allí que van, lanzados con 20.000 firmas en contra del "genocidio" de las ratas.

Ah, Francia.

El problema es mayúsculo, por lo que la reacción exagerada de la opinión pública francesa también debía ser mayúscula. A la altura de la semana pasada, el consistorio parisino había tenido que cerrar nueve parques públicos ante la ubicuidad de los roedores callejeros. Hacía más de cuatro décadas que las ratas no proliferaban con tanta alegría por las calles parisinas, llegando a hacer suyo hasta el Campo de Marte, frente a la Torre Eiffel.

En cifras: hay alrededor de 4 millones de ratas por 2.3 millones de parisinos. Es una cuestión de escala si tenemos en cuenta que, como recogía Le Parisien, un feliz matrimonio de roedores puede engendrar una prole de casi 1.000 ratitas a lo largo de dos años. Ni siquiera la inusualmente alta tasa de fertilidad francesa puede competir contra tamaña productividad. ¿Solución? La guerra.

Dos agradables ratas para cada parisino
Las ratas se han adueñado de París, si bien habían sido tradicionalmente un icono más de la ciudad (cuya iconografía se remonta a los tiempos de Víctor Hugo). La propia industria cinematográfica francesa abrazó al despreciado roedor en Ratatouille, nombre tan válido para un plato de la cocina provenzal como para una rata-cocinera que gozó de un aplauso unánime entre la audiencia internacional. Ahora, Ratatouille se multiplica por millones y, amén de dominar la noche, se deja ver a diario por las calles de París.
Las ratas forman parte del imaginario de París en el siglo XIX,
aquí ilustradas por Gustave Doré.
Entonces, ¿por qué ahora? Es quizá lo que se está preguntando el Ayuntamiento de París. Como recoge The Guardian, según las autoridades locales no hay más ratas ahora de las que ha habido siempre en la ciudad, sino que los medios de comunicación, quizá espoleados por los turistas, les han prestado más atención. Dado que las ratas sólo necesitan comida, agua y un nido donde procrear, son una consecuencia casi natural de la densidad poblacional. Y en el fondo, argumentan, no son tan malas (suerte luchando contra la memoria).

Otra posibilidad es un pequeño cambio en las regulaciones de la Unión Europea. Tradicionalmente, el consistorio había utilizado un veneno muy efectivo que, cuando se pegaba al pelo de las ratas, se trasladaba a su organismo durante su proceso de higiene (similar al de los gatos). A los pocos días, los bichos morían. Pero la UE consideró que este método era peligroso porque podía contaminar el agua corriente de la ciudad (las ratas viven en las alcantarillas).

Ciudad del amor, ciudad de las ratas.
El cambio ha motivado que el veneno, ahora, tenga que desplegarse en trampas. Esas trampas suelen ser comida, pero las ratas parisinas tienen absurdas cantidades de comida a su alrededor (sin contar a quienes, turistas o locales, deciden darles comida) sin tener que buscarla activamente.

"No en mi nombre", dice el pueblo
Pero aunque no son agresivas ni invasivas, tienen mala reputación. De modo que el mismo ayuntamiento ha tenido que elaborar planes de control poblacional. Hasta que ha surgido una mujer llamada Jo Benchetrit y ha dicho "no".

Dado el estado de sitio decretado por el ayuntamiento contra las ratas, Benchetrit, activista y psicóloga infantil, publicó una petición pública llamando a detener "la masacre" y "el genocidio" que las autoridades parisinas quieren cometer contra la población de ratas. Lejos de parecer una frivolidad, la propuesta acumula más de 20.000 cifras, y sumando.

Auschwitz, según los 20.000 firmantes.
Según la misiva, "las ratas no son peligrosas para los humanos". Y continúa: "Su única culpa es que, según los parisinos, no son demasiado bonitas. ¿Es esta una razón de preso para infringirles la pena de muerte? Soy una psicóloga infantil y estoy horrorizada por la crueldad del hombre". En el resto de la petición, los firmantes llaman a sustituir los métodos de exterminio por otros contraconceptivos que limiten la capacidad reproductiva de las ratas. Otro hito del movimiento animalista.

El caso es que la atención mediática que las ratas de París han acaparado durante los últimos días también ha proyectado, de forma paralela, la popularidad de la propuesta de Benchetrit. Por lo que sólo cabe esperar que sus peticiones sumen apoyos en el futuro a corto plazo.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
Estoy haciendo un acopio prodigioso de energía para no expresar con todas las palabras merecidas lo que realmente pienso de estos animalistas, entre otras subespecies propagadoras del regreso a valores reaccionarios, la ignorancia, la estupidez, la infantilización de las mentes y, en general, una forma de pensamiento anticientífico, que no es otra cosa que una nueva medievalización de la sociedad y de las mentes.

Parece mentira que uno deba, en el siglo XXI, poner un enlace a las enfermedades, muchas de ellas mortales, que producen las ratas. Pero lo haré con el único fin de desenmascarar, a la vez que de contribuir a prevenir los crecientes brotes de idiotez social, a esa mezcla de criminales potenciales con cretinos impenitentes que dicen que las ratas no son peligrosas. Aquí les dejo el enlace sobre las patologías provocadas por las ratas (http://es.slideshare.net/aquariustkperalta/las-ratas-y-las-enfermedades-que-transmiten). Diviértanse.

Vivimos tiempos de incremento exponencial de la majadería. Incluso parece ser que hay estudios científicos que lo avalan. Cualquier extravagancia, por muy descabellada que sea, es inmediatamente aceptada por una cohorte inmensa de tarados.

Desde las ideas más extremistas del animalismo hasta quienes afirman que una civilización extraterrestre creó la vida en la tierra, mediante ingeniería genética, o que los Illluminati gobiernan el mundo, pasando por quienes afirman que se puede vivir sin comer o beber nada, alimentándose solo de la luz del sol, los abducidos por extraterrestres, hasta los contrarios a las vacunas y los que afirman que el cáncer se cura sin medicamentos y mediante naturopatía

Todas ellas son “creencias” peligrosas, unas porque propagan la ignorancia y la necedad con la misma fuerza destructora de las pestes medievales y de la edad moderna, otras porque conducen a la muerte. Las más, por ambos motivos a la vez. Y, en consecuencia, deben ser tratadas como crímenes contra la humanidad y a quienes las elaboran como criminales.

Estoy firmemente convencido de que esta pandemia de iluminados no ha aparecido de forma casual. El asalto a la razón desde la difusión a través de las redes sociales, las páginas de Internet, los programas de radio y televisión y los vídeos de teorías conspiranoicas tienen un único objetivo: la suspensión del pensamiento científico y de la racionalidad humanas y la creación de la enajenación social, con el fin de perpetuar la dominación de este sistema capitalista. Cuando algunas de las religiones principales ya no funcionan como “legitimadoras” de las históricas formas de explotación y de opresión, las nuevas supersticiones cumplen su función de vuelta al “pensamiento mágico” y la irracionalidad, que encapsulen a las personas fuera de la comprensión del mundo que les rodea y de la toma de conciencia de la necesidad de cambiarlo.

A esta miserable granuja, llamada Jo Benchetrit (psicóloga infantil dice que es, ¡pobres de los niños a los que trate!), que compara la desratización de París con el Holocausto y con Auschwitz (son palabras textuales suyas, no de magnet.xataka), le dejo este vídeo.


No, las ratas no son esos animalitos tan simpáticos que nos pintan en la película Ratatouille ni los seres humanos son ratas, a pesar de la comparación que hacen esta nazi mal disfrazada de otra cosa, llamada Jo Benchetrit, y su banda de 20.000 imbéciles cómplice-firmantes de ese manifiesto de mierda.


19 de diciembre de 2016

PROMESAS ROTAS: EL LEGADO ESTRUCTURAL DE LAS DEMOCRACIAS CAPITALISTAS


James Petras. La Haine

Este artículo empieza recordando las promesas del presidente saliente, Barack Obama y del presidente electo, Donald Trump.

Luego examinaremos las razones por las cuales la retórica populista y las promesas de paz y democracia que siempre se escuchan en las campañas se abandonan en cuanto el ganador nombra los miembros de su gabinete, comprometidos con políticas dictadas por las élites, militaristas y autoritarias, muy lejos de las expectativas de los electores.

Obama: Estilo y sustancia
Barack Obama, como todos los demagogos, prometió a los votantes estadounidenses que pondría fin a la ocupación militar de Irak, cerraría el campo de concentración de Guantánamo, acabaría con la tortura y el secretismo, defendería las libertades civiles, protegería a los poseedores de hipotecas estafados por los banqueros de Wall Street, aprobaría una verdadera reforma de la sanidad y elaboraría un procedimiento para que los trabajadores inmigrantes indocumentados y sus familias pudieran acceder a la ciudadanía.

Por encima de todo, Obama promocionó la idea de que era “el histórico presidente afroamericano” encargado de la tarea de cumplir las promesas de la revolución de los derechos civiles. Obama se dirigió a los activistas de los derechos humanos y civiles y les prometió poner fin a la violencia racial y la desigualdad. Prometió acabar con las violaciones de las libertades individuales por parte del Estado.

El “histórico presidente negro”: Una cantidad de promesas rotas sin precedente
Todos los presidentes, en mayor o menor grado, han quebrado sus compromisos electorales. Pero Barack Obama ha roto en sus dos mandatos más promesas y de mayor calado que cualquiera de sus predecesores. Su administración tenía por costumbre realizar promesas a sus seguidores para luego revisarlas inmediatamente y dar marcha atrás. Cada una de sus promesas de reforma social, atención sanitaria y política exterior basada en la diplomacia y el respeto solo sirvieron de preludio a la imposición de nuevas políticas más regresivas y nuevas guerras.

Su record es evidente: durante los ocho años de su presidencia, Obama rebajó las expectativas de todas las circunscripciones populares a las que cortejó y sedujo durante las campañas. ¡Nueve de cada diez estadounidenses negros votaron por Obama en ambas campañas! A pesar del abrumador apoyo de los afroamericanos, aumentó la desigualdad de ingresos entre trabajadores blancos y negros, aumentó la violencia policial letal contra afroamericanos y se multiplicaron los ataques de paramilitares blancos, incluyendo la quema de iglesias afroamericanas. Los afroamericanos acusados de delitos no violentos relacionados con las drogas (traficantes y consumidores) han sido encarcelados a un ritmo mucho mayor que sus homónimos blancos, mientras las gigantescas élites farmacéuticas y los médicos que prescriben narcóticos que estimulan la adicción a los opiáceos recaudaban unos beneficios cada vez mayores con total impunidad.

Obama continuó o comenzó siete guerras y docenas de operaciones violentas clandestinas, superando a su predecesor, el presidente George Bush hijo. Sus guerras provocaron la mayor cifra conjunta de africanos, árabes, asiáticos meridionales y europeos orientales desposeídos, heridos y asesinados de la historia mundial.

Obama transfirió 2 billones de dólares del Tesoro estadounidense para rescatar dos docenas de bancos de Wall Street, que a continuación siguieron ejecutando las hipotecas de 3 millones de viviendas de la clase trabajadora, en oposición a su retórica de campaña.

Las principales corporaciones multinacionales consiguieron ocultar más de 2 billones de dólares de beneficios en paraísos fiscales del extranjero. El presidente articuló en alguna ocasión una “crítica retórica edulcorada” contra los evasores de impuestos de las grandes corporaciones mientras seguía fiscalizando a los sobrecargados trabajadores, cuyos niveles de vida no paraban de caer.

Los militaristas corrompieron la administración Obama al completo hasta un punto no visto desde que los belicistas Harry Truman y Winston Churchill iniciaron cínicamente la Guerra Fría.

Obama practicó la política de rodear a Rusia de bases militares de EE.UU. y la OTAN asentadas por doquier, de los nuevos satélites bálticos estadounidenses a los Balcanes, del Mediterráneo al Cáucaso.

El régimen Obama financió los golpes de Estado violentos y las iniciativas sangrientas de “cambio de régimen” en Ucrania, Siria, Somalia, Libia, Honduras y Yemen, con resultados devastadores para millones de personas desplazadas y destituidas. Ningún otro señor de la guerra, pasado o presente, puede igualar la miseria y el caos sembrados por el régimen de Obama.

El don de lenguas de Obama
Obama, siempre camaleónico, hablaba con diferentes acentos y cadencias a las diferentes audiencias: a los jóvenes les hablaba en la jerga juvenil, se comunicaba con raperos, estrellas del baloncesto y del béisbol y famosos del cine. Con las damas negras que asisten a la iglesia, este graduado de la elitista academia Panahou y la Escuela de Derecho de Harvard, nacido y criado en Honolulu, adoptaba un acento baptista sureño, completamente ajeno a la forma de hablar de su madre y su abuela. Cuando se dirigía a los sofisticados peluqueros de perros de Chicago y a sus seguidores del sector de las finanzas, volvía a hablar con una seriedad profunda bien modulada.

Su lenguaje estaba lleno de eufemismos: el famoso pivote hacia Asia suponía un agresivo y peligroso cerco marítimo y aéreo a China, con la intención de paralizar la mayor economía asiática.

Mientras hablaba de protección al medio ambiente y derechos de los trabajadores, presionaba para lograr el Acuerdo Transpacífico de libre comercio que otorga a las corporaciones multinacionales el poder de devorar los derechos laborales o las regulaciones ambientales.

También había prometido con tono firme proteger el acceso de los nativos norteamericanos a sus tierras tradicionales, sus fuentes de agua y sus lugares culturales, comunitarios y religiosos. En la práctica, protegió los grandes proyectos de gasoductos y oleoductos que invadieron las tierras indígenas con una brutal policía militarizada y guardias de seguridad privados, que golpearon y encarcelaban a los activistas por la justicia social y amenazaron a los periodistas.

Obama ha reforzado los existentes operativos de vigilancia de la policía estatal a pesar de que violaban derechos constitucionales y ha impuesto una ampliación del control policial, especialmente contra los denunciantes de abusos (wistleblowers). Al mando de una de las administraciones más herméticas de la historia, es el presidente que ha perseguido, destruido y encarcelado más funcionarios heroicos, por el “delito” de sacar a la luz delitos del Estado contra la ciudadanía. Ha hecho ostentación de las leyes federales que garantizan la protección de dichos denunciantes mientras aterrorizaba al sector público, desmoralizando a lo mejor de nuestros funcionarios.

Donald Trump: Promesas electorales y traiciones poselectorales
Decidido a superar las promesas rotas del presidente Obama, el presidente electo Trump rápidamente renunció a su campaña retórica de “drenar la ciénaga” de Washington y abrazó a sus “acérrimos enemigos” con el fervor de una cortesana experta. Los políticos republicanos tradicionales, empresarios y ocupantes de Wall Street, inicialmente opuestos a “Donald”, se han subido al carro y se han lanzado a sus brazos.

Trump ya ha roto las principales promesas que realizó en campaña a sus electores. Al tiempo que anunciaba que no “encarcelará” a Hillary Clinton por sus actividades relacionadas con la Fundación Clinton cuando estaba en el poder, ha alabado su valor e integridad. Después de ser elegido, incluso ha condescendido con el antiguo presidente Bill Clinton, el del “escándalo sexual del despacho oval”. Puede que Trump haya cambiado de opinión respecto a la corrupción y los delitos de los Clinton, pero su masa de seguidores no lo ha hecho.

Trump alabó públicamente a Hillary Clinton a cambio de su decisión inicial de no enfrentarse a su victoria y “transición” electoral. Sin embargo, la utilización por parte de la señora Clinton de la candidata del Partido Verde Jill Stein para oponerse al conteo electoral y las acusaciones de la CIA y el Partido demócrata de la conspiración Rusia-Trump-FBI para influir en la campaña puede forzarle a revisar su decisión cuando de la ciénaga parecen surgir maniobras para dar un golpe de Estado palaciego.

Ha continuado con sus negocios privados, a los que prometió renunciar, para consternación de sus leales activistas de base.

Con la elección de los principales miembros de su gabinete, Trump ha lanzado señales contrapuestas: rompió sus promesas respecto a sus políticas económica, diplomática y exterior al nombrar o considerar el nombramiento de varios políticos representativos del ala republicana más convencional para ocupar puestos importantes, incluyendo a un vocal crítico como representante ante la ONU. El ala mayoritaria de los republicanos despreciaba a la masa electoral que apoyaba a Trump. Sin embargo, Pero también se ha rodeado de consejeros delegados del sector empresarial más orientados al mercado y menos militaristas que los típicos políticos del establishment demócrata y republicano.

También ha mantenido su promesa electoral de proteger el comercio y la industria estadounidenses, favoreciendo una política comercial con Rusia y pretendiendo negociar acuerdos de comercio más ventajosos con el presidente chino. Ha anunciado el nombramiento del consejero delegado de Exxon, Rex Tillerson, como secretario de Estado, una decisión claramente encaminada a finalizar las sanciones contra Rusia, que habrían cerrado las puertas de ese enorme mercado a las empresas y los gigantes de la energía estadounidenses.

Ha apelado directamente a la masa claramente partidaria de Israel, prometiendo “hacer pedazos” el acuerdo nuclear con Irán, muy impopular entre los judíos estadounidenses e israelíes militantes. A pesar de decir que era “el peor acuerdo de la historia de EE.UU.”, parece haber dado el “visto bueno” a los intereses de las grandes compañías de gas y petróleo, encantadas de firmar contratos multimillonarios con Teherán, y al gigante aeroespacial Boeing para que venda una nueva flota de aviones de pasajeros a Irán.

La demagogia electoral no es solo el triste patrimonio de Obama. La quiebra de las promesas es “la tónica dominante” de todos los presidentes demócratas y republicanos. El engaño y el lenguaje populista falso son moneda corriente porque es lo que exige la democracia capitalista a sus representantes políticos.

Las bases estructurales de la democracia capitalista
En las democracias capitalistas, los presidentes simulan dirigirse al “verdadero pueblo” mientras trabajan hábilmente a favor de los intereses de los grandes capitalistas y banqueros.

Cuando la “democracia capitalista” se ve amenazada y desacreditada, entra en acción la búsqueda de demagogos populistas. Cuando los activistas por la paz y la justicia social organizaban manifestaciones masivas contra los bancos lideradas por el movimiento “Occupy Wall Street”, los banqueros echaron mano del “primer presidente negro de EE.UU” para desviar la indignación de los propietarios de viviendas desahuciados, engañar a los estudiantes blancos, tomar el pelo a los votantes latinos, cautivar a las devotas negras y conducir a todos ellos a los brazos corrompidos del partido demócrata.

Cuando la economía obligó a millones de personas a aceptar trabajos mal pagados y sin futuro y a disminuir su nivel de vida, cuando la globalización empobreció a pequeños y medianos empresarios y tenderos locales, apareció en escena un multimillonario bocazas rey de los casinos para ladrar su hipócrita retórica populista denunciando a la Sra. secretaria Hillary Clinton por sus lazos carnales con Wall Street. ¡Y resultó elegido presidente de los EEUU!

En otras palabras, cuando el capitalismo entra en crisis, los demagogos salen de debajo de las piedras.

Extravagantes capitalistas demagogos reemplazan a los típicos mentirosos transmisores de políticas electorales corruptas. La demagogia de Obama y de Trump ganó a los discursos aburridos de Hillary Clinton y Mitt Romney. Independientemente de lo estrafalarias que sean sus mentiras, Hillary y Mitt no fueron capaces de atrapar la imaginación de los votantes. Las democracias capitalistas se han hecho más frágiles cuando las crisis económicas han arraigado y las recuperaciones son breves y débiles. El ascenso creciente de demagogos presidenciales, de Obama a Trump, refleja el rechazo de las élites capitalistas a compartir cualquier ganancia de productividad con los trabajadores o a pagar impuestos sobre los beneficios que les reportan sus empresas en el extranjero para así aliviar la carga fiscal sobre los asalariados, o de invertir en una economía productiva que proporcione empleo a trabajadores bien pagados en lugar de participar en la especulación.

La “democracia capitalista” ya no puede engañar a los votantes. La mitad de ellos se abstienen de un proceso que no refleja sus intereses. Y la mitad de los votantes reales rechazan a los políticos tradicionales. Para retener una mínima apariencia de legitimidad electoral y permitir que los capitalistas continúen su gobierno, los demagogos tienen que reemplazar a los políticos “averiados” que se han prostituido demasiado abiertamente y con demasiada frecuencia.

Más del 80 por ciento de los votantes saben que sus votos no tienen ningún impacto en las decisiones políticas relacionadas con la guerra y la paz, las desigualdades internas y la distribución de la renta: los asuntos que realmente importan.

El capitalismo ya no es capaz de seguir reproduciéndose mediante una maquinaria electoral falsa. Si no fuera por la predecible aparición de novedades, como el “primer presidente negro” Obama o el “famoso presentador” Trump para ocupar la Casa Blanca gracias a un voto de protesta masivo, decenas de millones de abstencionistas y votantes descontentos podrían llenar las calles, echar a patadas a los líderes sindicales impostores que “hablan” solo por el 7 por ciento de los asalariados y rechazar de plano a los dos partidos políticos unidos como uña y carne al servicio de la élite del 1 por ciento.

Conclusión
Imaginemos que los demagogos capitalistas finalmente pierden su atractivo para las masas por causa de sus repetidas promesas incumplidas. Supongamos que se produce un regreso temporal a los charlatanes políticos insulsos, responsables y cotidianos, cuando se agote este llamado “ciclo de outsiders”. El descontento de las masas no desaparecerá. A medida que crezcan la crisis económica y las desigualdades, será inevitable que se produzcan estallidos públicos extra-parlamentarios. Estas explosiones instalarán el miedo y la incertidumbre entre los banqueros, los especuladores y los fabricantes multimillonarios de dispositivos electrónicos. La tan cacareada “arquitectura de Silicon Valley” se derrumbará como castillos de arena. Puede que la clase capitalista tenga que cambiar las urnas por las balas. ¿Podrán confiar su riqueza y su estatus en las manos de miles de soldados y policías a quienes se les ordene rodear y disparar a millones de sus compatriotas trabajadores? ¿O ya están soñando con robots…?


NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
Nada que objetar al artículo de James Petras. Todo lo contrario. Salvo un “pequeño” detalle: este párrafo:

Cuando los activistas por la paz y la justicia social organizaban manifestaciones masivas contra los bancos lideradas por el movimiento “Occupy Wall Street”, los banqueros echaron mano del “primer presidente negro de EE.UU” para desviar la indignación de los propietarios de viviendas desahuciados, engañar a los estudiantes blancos, tomar el pelo a los votantes latinos, cautivar a las devotas negras y conducir a todos ellos a los brazos corrompidos del partido demócrata.”

A estas alturas, Petras debiera saber que tan engañoso como Obama fue el movimiento de disidencia controlada “Occupy Wall Street”, al igual que en España lo fue el 15M. Sí ustedes lo dudan pueden leer este largo pero sustancioso texto en el que se habla de esto https://laverdadocultablog.wordpress.com/2015/10/31/388/; una parte del mismo dedicado a dicho movimiento y a sus “organizadores”.

17 de diciembre de 2016

EL IDENTITARISMO, EL CAPITALISMO Y LA IDEOLOGÍA

Maciek Wisniewski. La Jornada

El identitarismo –multiculturalismo o mal llamada corrección política–el principal leitmotiv de las elecciones en EU, las convirtió en un choque entre sus defensores (H. Clinton) y detractores (Trump). Ahora el mismo término se convirtió en uno de los principales culpables por la derrota de los demócratas (véase: P. Krugman o M. Lilla). Lo cierto es que tanto sus limitaciones como el origen de la reacción racista-sexista del trumpismo tienen un denominador común: la perenne negativa de las élites liberales a desafiar (incluso paliar) el destructivo avance del capital.

2) Desde los 70 el identitarismo fue la principal estrategia electoral de los demócratas. Su culpa, sin embargo, no estaba en abrazarlo –al final se trataba de integrar las minorías en el sistema político–, sino en su simultánea capitulación ante el neoliberalismo, una guerra de clases desde arriba para restablecer los deseados niveles de ganancia mediante el empobrecimiento de los trabajadores y en la internalización de todas las restricciones materiales impuestas por él, junto con las únicas prácticas económicas posibles (privatización, desregulación, recortes). Lo poco que se reservaron era la crítica del racismo y el sexismo (y no por el papel sistémico que juegan en el capitalismo, sino por ofensivos). Era lo único que les podían ofrecer a sus votantes.

3) Vicenç Navarro: con este giro los demócratas abandonaron también la clase como una categoría sociopolítica y las políticas redistributivas en general; las nuevas políticas anti-discriminatorias sin sensibilidad de clase beneficiaron apenas a una fracción alta de la población, sin que las clases bajas sintieran su efecto y, en vez de cambiar el poder de la clase dominante, sólo cambiaron su color y género (“Público”, 14/11/16).

4) Jodi Dean, estudiando sus últimas mutaciones, apunta a un crucial vínculo entre el identitarismo y las redes emocionales del capitalismo comunicativo. Diseccionando el eslogan de la campaña de H. Clinton –Yo estoy con ella [#ImWithHer]–, una hashtageable declaración de identidad diseñada para hablar más del votante que del candidato (mezcla de sentimiento y opinión hecha para redes sociales, que lo hace a uno sentirse involucrado y político), subraya un importante cambio: si antes los políticos pretendían hablar por nosotros, ahora debemos hablar por nosotros mismos desde la identidad individual (raza-etnia-género) más allá de las clases [e incluso de la realidad política-social]. Hablar por sí mismo y cuidarse por sí mismo en vez de ser lo que es –síntoma de la destrucción de lo común por el juggernaut neoliberal– nos fueron revendidos como importantes actos políticos (Verso blog, 26/11/16).

5) Como subraya Nikhil Pal Singh, el último principal argumento del identitarismo y de los liberales de que este país-gobierno funcionaba era Obama: su ascenso, su presidencia post-racial y la diversificación de élites que encarnaba legitimaban al sistema y alimentaban las apariencias del progreso y el buen estándar de justicia social, incluso a pesar de las evidencias de lo contrario (guerras, deportaciones, estagnación (*), desigualdad). Ha sido un error haber creído en todo esto (“Salvage”, no. 4, 11/16).

6) El individualismo identitario –sigue Dean, que en su Crowds and party (2016) aboga por la recuperación de lo colectivo– descansa en la amplia desconfianza en las instituciones (fruto de la ofensiva ideológica neoliberal que acompañaba al desmantelamiento del Estado de bienestar) y la convicción de que uno puede contar sólo con uno mismo, haciendo que hoy el egoísmo, no la solidaridad, sea la fuente de la dignidad; el identitarismo convierte estos sentimientos en arma y nuestras facetas demográficas en trinchera de donde debemos lanzar continuos ataques para sobrevivir.

7) En el camino también los supremacistas blancos –seguidores de Trump– se apropiaron del lenguaje de la identidad. Si bien intentan presentarse como excluidos (por migrantes, negros, latinos), en realidad confunden la pérdida de privilegios raciales con estar verdaderamente oprimidos. “Éste es el contexto –bien dice Judith Butler– en que hay que entender los alegatos de la extrema derecha” (“Die Zeit”, 28/11/16).

8) Como subraya Arun Kundnani, siempre hubo una brecha entre lo imaginario del multiculturalismo y el feminismo de las élites y la vida real/brutal de la gente de color y las mujeres en los EU (ejemplificada por B. Clinton y sus recortes al sistema de bienestar, acompañados por la expansión del sistema carcelario racializado), y fue justo esta contradicción la que catapultó a Trump (Open Democracy, 19/11/16); no obstante, el golpe a una pasajera tregua racial que los liberales y conservadores declararon en torno al multiculturalismo neoliberal ya vino en 2008 con la irrupción de lo real del capital: el colapso financiero y la crisis de la vivienda, cuyas principales víctimas eran los supuestos beneficiarios del identitarismo (negros y mujeres).

9) Otra prueba de esterilidad del identitarismo fue ofrecida por la misma H. Clinton y ni siquiera cuando la plataforma construida en torno suyo fracasó, sino después de las elecciones, cuando, tras meses de asegurar que era la única salvadora de las minorías y las mujeres ante la amenaza que venía [Trump], legitimó al presidente electo (un racista y un misógino) y se las entregó sin ninguna resistencia (traicionando las políticas antirracistas y feministas).

10) No obstante, Louis Proyect –desde su mirada marxista–, ante los llamados a “enterrar al ‘identitarismo’”, llama a no tirar el bebé con al agua del baño. Citando el ejemplo de los trabajadores negros en la plagada de racismo industria metalúrgica, que sólo gracias a su propia acción afirmativa salieron de la marginalización, subraya que el simple retorno a clase –articulado p.ej. en nombre de B. Sanders por J. Stein– suena atractivo, pero es difícil de implementar dada la inherente tendencia del capitalismo a dividir a los trabajadores usando el racismo y sexismo, por lo que no hay que olvidar las demandas particulares: En términos dialécticos, negar la existencia de contradicciones y oponerse a resolverlas solo llevará a su ahondamiento (“Counterpunch”, 2/12/16).

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG

(*) Estagnación: es un ciclo económico marcado por el crecimiento del Producto Nacional Bruto de menos de un 1% por año. Se traduce por “estancamiento”. El concepto es, en sí mismo, discutible porque, cuando se prolonga durante varios años, lo que hace es dificultar enormemente la reproducción del capital y, con ello, abocar a la economía a una nueva recesión.

16 de diciembre de 2016

ESPERANDO A TRUMP. LA CRISIS SISTÉMICA GLOBAL Y ALGUNOS MANOTAZOS DESESPERADOS

Jorge Beinstein. La Haine

A partir de la victoria de Trump los medios de comunicación hegemónicos han lanzado una avalancha de referencias al “proteccionismo económico” del futuro gobierno imperial y en consecuencia al posible inicio de una era de desglobalización.

En realidad la instalación de Trump no será la causa de esa desglobalización anunciada sino más bien el resultado de un proceso que dio su primer paso con la crisis financiera de 2008 y que se aceleró desde 2014 cuando el Imperio ingresó en un recorrido descendente irresistible.

Desde el punto de vista del comercio internacional la desglobalización viene avanzando desde hace aproximadamente un lustro. Según datos del Banco Mundial en la década de los 1960 las exportaciones representaron en promedio el 12,2 % del Producto Bruto Global, en la década siguiente pasaron al 15,8 %, en los años 1980 llegaron al 18,7 % pero hacia fines de esa década el proceso se aceleró y en 2008 alcanzó su máximo nivel cuando llegó el 30,8 %, la crisis de ese año marcó el techo del fenómeno a partir del cual se produjo un descenso suave que se acentuó desde 2014-2015 (1). La propaganda acerca de que las economías se internacionalizaban cada vez más, condenadas a exportar porciones crecientes de su producción fue desmentida por la realidad desde 2008 y ahora la globalización comercial comienza a revertirse.



Pero las dos décadas de globalización acelerada fueron principalmente un movimiento de financiarización, de hegemonía total del parasitismo financiero sobre el conjunto de la economía mundial, su centro motor se encontraba en los Estados Unidos, extendiendo sus fortalezas hacia el conjunto de Occidente y el socio oriental Japón. Los llamados “productos financieros derivados”, negocios especulativos altamente volátiles, verdadero corazón del sistema, llegaban en el año 1999 a unos 80 billones (millones de millones) de dólares, aproximadamente dos veces y media el Producto Bruto Mundial, luego esa masa se expandió vertiginosamente y en 2008, un poco antes del desastre financiero tocaba los 683 billones de dólares, casi 12 veces el Producto Bruto Mundial de ese año. Allí alcanzó su techo histórico, creció luego muy poco en términos nominales de tal manera que hacia fines de 2013 llegaba a los 710 billones de dólares (9,3 veces el Producto Bruto Global de ese año), fue el comienzo del desinfle ya que en diciembre de 2015 había caído a 490 billones (6,6 veces el Producto Bruto Global de 2015). La oligarquía financiera había entrado en declinación lo que acentuó su canibalismo interno y sus tendencias depredadoras no solo en la periferia sino también en el centro del sistema.



A esos procesos económicos se agregó una profunda crisis geopolítica, el expansionismo políticomilitar del Imperio fue frenado en su principal territorio de operaciones: Asia. Los dos rivales estratégicos de Occidente: China y Rusia, estrecharon su alianza y fueron arrastrando hacia su espacio a grandes, medianos y pequeños estados de la región: desde India, hasta Irán, pasando por las naciones de Asia Central. Los recientes giros de Turquía y Filipinas alejándose de la influencia norteamericana y acercándose al espacio chino-ruso marcan desde el Mar Mediterráneo y desde el Océano Pacífico, en los dos extremos geográficos de Eurasia, el declive de la dominación periférica del imperialismo occidental. El fracaso estadounidense en Siria señala el principio del fin de su omnipotencia militar.

Sin embargo la decadencia de Occidente no implica el seguro ascenso de los capitalismos de estado ruso y chino como nuevos amos del mundo, la crisis está llegando a China, su crecimiento se va desacelerando, Rusia se encuentra en recesión, ambas potencias son afectadas por la declinación de los mercados occidentales y de Japón, sus principales clientes. Tratan entonces de compensar esas pérdidas extendiendo sus negocios y acuerdos políticos hacia la periferia, especialmente hacia el espacio asiático. Tal vez el más ambicioso proyecto chino sea el de la “Nueva Ruta de la Seda”, gigantesca masa de inversiones en infraestructura y sistemas de transporte terrestre y acuático distribuidas en Asia apuntando hacia la integración comercial del espacio eurasiático, llegaría a unos 890 mil millones de dólares según Financial Times (2). Esa cifra podría ser comparada con la del Plan Marshall que a valores actuales representaría cerca de 130 mil millones de dólares, China estaría empujando hacia esa zona inversiones equivalentes a más de seis planes Marshall.

El problema es que todas esas economías que China busca integrar están siendo golpeadas por la crisis, la caída de los precios de las materias primas deprime al conjunto de la periferia, acorralan a Rusia, a Irán, a las repúblicas centroasiáticas... mientras Europa declina.

La crisis es global, obedece a la dinámica del capitalismo como sistema planetario, a su degeneración parasitaria que degrada tanto a los países centrales como a los periféricos, emergentes o no.

America Latina es ahora víctima de esos cambios.
En su repliegue hacia el patio trasero histórico imperial los Estados Unidos vienen allí ejecutando una estrategia flexible y arrolladora de reconquista y saqueo que en unos pocos años ha conseguido desplazar a los gobiernos de Honduras, Paraguay, Brasil y Argentina, acorralar a Venezuela y poner de rodillas a la cúpula de la insurgencia colombiana. Sin embargo esa reconquista se produce en el marco de la crisis económica, social-institucional, cultural y geopolítica de Occidente que lleva hacia el pantano a los regímenes lacayos del continente. Las victorias derechistas en Paraguay, Argentina o Brasil anuncian profundas crisis de gobernabilidad, donde sus “gobiernos”, en realidad bandas de saqueadores, generan con sus acciones grandes destrucciones del tejido económico e inevitablemente el ascenso de protestas sociales masivas y crecientes. Dicho de otra manera, la actual arremetida derechista no es el comienzo de la reconversión colonial de la región, de la instauración de un nuevo orden elitista sino de una etapa de desorden, de rebeliones populares amenazando a las élites dominantes.

Mientras tanto la desglobalización sigue su curso, la élites dominantes del planeta buscan desesperadamente preservar sus posiciones, acentúan sus disputas internas, empiezan a producir salvadores pragmáticos de todo tipo. Así es como ha irrumpido un personaje grotesco como Donald Trump buscando combinar xenofobia, concentración de ingresos, reindustrialización y recomposición del esquema geopolítico global. O los neofascismos europeos emergentes y los ya instalados en América Latina. Se trata de tentativas ilusorias de recomposición de sistemas decadentes profundizando al mismo tiempo el saqueo, dinámica parasitaria ya vista a lo largo de la historia humana acompañando, acelerando las declinaciones imperiales.

NOTAS:
(1) World Bank, “World development Indicators”, 17-11-2016

(2) James Kynge, “How the Silk Road plans will be financed”, Financial Times, Mai 9, 2016.

12 de diciembre de 2016

EL YOUTUBER “MRGRANBOMBA”, SIGNO DE UN TIEMPO DE MISERIA MORAL

Por Marat

Hasta que vi el vídeo del bofetón al niñato, desconocía la existencia de tal “figura”. No me interesa el “youtuberismo” de autopromoción. Quienes desean hacerse un sitio en la notoriedad de lo banal no me motivan a perder un solo segundo de mi vida para ver sus “gracietas”.

Vivimos tiempos en los que el autobombo es un medio de convertir, mediante el chiste fácil, la provocación porque sí, la extravagancia, el frikismo o la mala uva, la efímera -la fama la mayoría de las veces lo es- popularidad de tener cientos de miles o millones de seguidores en un medio de lucro mediante el empleo en alguna página digital o, cuando menos, el patrocinio. Muchos son los que lo intentan, pocos los que lo consiguen. Seguramente El Rubius sea, por el momento, el paradigma más acabado de éxito en cuanto a estas, llamémosles, “actividades”.

Por en medio, y dependiendo lo que cada uno lleve dentro en materia moral, puede que haya quienes crean que en lo que se hace para colgar en redes sociales y/o en youtube, con el fin de autopromocionarse, vale todo. O no.

Lo cierto es que el fenómeno de la fama sin otro mérito que hacer el mamarracho no es algo que haya nacido en las redes sociales. Se hizo fuerte en la telebasura, con los programas de casquería y cotilleo macarra, hasta tal punto que ya toda la televisión es reality show, quizá con la excepción de El Tiempo.

Y fuera de la televisión la cosa no va mejor. Tenemos hasta presidentes de países que son un reality en sí mismos.

El deseo de huir de la realidad en una forma de alienación “autoelegida”, o eso creen algunos, porque no nos gusta esa realidad produce el monstruo de lo feo, lo grosero, la falso, el regüeldo como argumento y la renuncia a la inteligencia por bandera.

Hemos banalizado el mundo, repitiéndonos que toda postura u opinión es respetable, cuando lo cierto es que no es así porque hay pensamientos que llevan en sus entrañas el desprecio al otro, su humillación o incluso su eliminación física.

Tranquilos, ya entro en materia.

Que un niñato, con cazadora de las que antes gustaban a los neonazis y corte de pelocepillo al estilo militar, insulte en sus vídeos a la gente, cuando se la acerca con cualquier excusa peregrina para preguntarles por algo, no es algo trivial, ni de importancia menor. Su “gracia”, que la tendrá para los muchos sujetos que le siguen, se me escapa. No le encuentro la chispa a filmar a personas mientras las intentas humillar con tus calificativos y que una panda de descerebrados celebren y se rían luego de ese chiste y de paso de la persona ofendida. No, claro, que no Sergio Soler, hijo de un fotógrafo del diario ABC, que es uno de los que casi desde el principio de tus andanzas te hace propaganda.

Me hace menos gracia aún, Sergio Soler o MrGranBomba, como te haces llamar en esa promoción de tu marca personal, que tengas la querencia de elegir frecuentemente a personas que están trabajando por la calle para hacerlas reas de tus chistes de patoso sádico. Eso sí, logrando con ello dinerito por cada fracción de reproducciones con tu video. Cuando escribo esto ya llevas ganados unos 1.000 euros, menos de 24 horas después de haber colgado tu vídeo ¿Te merece la pena? Cuando se es alguien que tiene la indecencia de mofarse de los demás está claro que te da igual.

¿Quién te ha dado permiso para llamar “caraanchoa” a nadie o los insultos que dedicas en todos tus vídeos a los demás, incluyendo el acoso a chicas jóvenes?

Incluso si, como se ha sugerido en algún caso, se tratase de una vídeo-montaje de autopromoción del youtuber en cuestión, la vileza moral de hacer vídeos en los que se insulta a la gente para sacar lo peor de quienes se carcajean con tal acción, demuestra que hay algo que no funciona bien e esta sociedad del todo vale para trabajarse algunos su propia marca personal.

Siendo mucho lo que nos dice de sí mismo y de su total falta de calidad humana el niñato, mucho más es lo que nos dice de la gente que le ríe la gracia y que le baila el agua.

Que el trabajador que le respondió con el bofetón pueda verse en el riesgo de caer en manos de un juez que busque la forma no tanto de hacer justicia como de ganarse sus 5 minutos de fama, cogido a la cola de la notoriedad que el caso ha adquirido, diría también mucho de una justicia que mira para otro lado ante los auténticos delincuentes de esta sociedad, los desaprensivos que sobreexplotan a sus empleados, los políticos que dejan sin cobertura de desempleo a los parados, los plutócratas cuyas decisiones dejan en la miseria a millones de personas y los corruptos que se lo llevan crudo. Pero los jueces, como las leyes que aplican, son solo unos mandados del Estado de una clase social concreta, a la que seguro que los MrGranbomba quieren pertenecer. Su crueldad les define.

Que el tal Sergio Soler pueda ganar dinero impunemente ofendiendo a las personas y que, tras el parte de lesiones -¡que solo fue una bofetada!, eso sí, precisa, sonora, de una ejecución perfecta y de una belleza plástica indudable-, se permita decir que le ha denunciado en comisaría “porque sí, porque me da la gana” es indignante.

Que haya millones de individuos que le ríen la gracia es un síntoma de una sociedad enferma que ha “educado” en contravalores del todo vale, del y tú más, de la falta de respeto a las personas y del éxito a costa de lo que sea a individuos que han alcanzado lo más bajo de la escala involutiva. Esta sociedad se está fascistizando a pasos agigantados. Y eso que tenemos “la juventud más preparada de la historia”. Si lo dudan, ahí tienen a Sergio Soler y sus fans.

Solo espero una cosa. No encontrármelo por Madrid y que venga a insultarme porque le iba a faltar cielo para dar volteretas. Y luego que me apliquen el Código Penal por violento o por apología de la violencia.

Ah y no pongo el vídeo porque ya todo el mundo lo conoce y sobre todo porque no estoy dispuesto a que gane un poco más de dinero a mi costa semejante tipejo. 

Eso sí, el niñato tenía visión de futuro



10 de diciembre de 2016

TRUMP AL GOBIERNO, GOLDMAN SACHS AL PODER

Página12

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció al presidente de Goldman Sachs, Gary Cohn, hacerse cargo del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, según informó ayer, sin citar fuentes, el canal de televisión NBC News.

Cohn es un veterano directivo de Goldman Sachs que dirige en la actualidad las operaciones del banco de inversiones. La propuesta ya está encima de la mesa pero todavía no está claro que Cohn vaya a aceptarla, según las mismas fuentes, que añadieron que a finales de noviembre pasado el presidente de Goldman Sachs empezó a barajar la posibilidad de abandonar el banco. El Consejo Económico Nacional es el principal órgano económico del presidente de Estados Unidos que se encarga de coordinar la política económica de la administración, un puesto con gran influencia dentro de la Casa Blanca.

Cohn, de 56 años, fue presidente y director de operaciones de Goldman Sachs durante diez años. Comenzó su carrera en Wall Street en 1983 en la Bolsa Mercantil de Nueva York, donde vendía acciones. En 1990, se unió al grupo de Renta Fija, Divisas y Materias Primas de Goldman Sachs y siguió a Lloyd Blankfein (Director General de Goldman Sachs) en posiciones gerenciales en la División de Valores de la compañía. Cohn se reporta con Blankfein y ha sido un candidato claro para sucederle, aunque Blankfein no ha dado indicios de que planea renunciar y finalmente no padece cáncer tras someterse el año pasado a quimioterapia por un linfoma.

El nuevo papel de Cohn en el gobierno vendría con un gran beneficio, más allá de ocupar uno de los dos papeles más importantes de la política económica en la administración entrante de Trump. Bajo una regla de 1989, Cohn puede vender sus 190 millones de dólares en acciones de Goldman Sachs, lo que, gracias a un aumento en las acciones de los bancos después de las elecciones, está en su punto más alto. En la tasa más alta de impuestos, es un beneficio por valor de 38 millones de dólares en pagos atrasados a la hacienda. En 2013, Susana Craig del diario The New York Times, describió a Cohn como “El Príncipe Carlos de Wall Street”, un hombre para quien la corona parece estar más allá de su alcance. De aceptar finalmente la oferta, Cohn se convertiría en otro hombre de Goldman Sachs en entrar en la próxima administración, después de que Trump propusiera a Steven Mnuchin, ex directivo del banco, para el cargo de secretario del Tesoro. También trabajó durante años en Goldman Sachs Stephen Bannon, que fue elegido por el presidente electo como estratega jefe y consejero principal de su administración unos días después de su victorias en las elecciones del 8 de noviembre.

A su vez nombró al inversor privado multimillonario, Wilbur Ross, como Secretario de Comercio. Ross es propietario de una mina de carbón que tenía citaciones por más de 200 violaciones de seguridad, antes de que un accidente matase una docena de trabajadores. Además, es miembro de una fraternidad secreta de Wall Street, en la cual vestido con zapatillas de terciopelo, cantaba canciones de teatro burlándose de la gente pobre. Al mismo tiempo, Trump eligió a una millonaria para dirigir el Departamento de Educación, Betsy DeVos, y a un multimillonario con casi ninguna cualificación más allá de ser un multimillonario como subsecretario de comercio, Todd Ricketts, un hombre de negocios que es dueño del equipo de béisbol Chicago Cubs.

La decisión de Trump de invitar a varios empleados de Goldman Sachs a unirse a su administración, ciertamente desafía la imagen populista que cultivó mientras se postulaba para el cargo presidencial. El presidente electo cerró su campaña con un anuncio que golpeó el establishment político y financiero, emparejando clásicamente frases antisemitas con imágenes del presidente y CEO de Goldman Sachs, Lloyd Blankfein, el multimillonario George Soros, la presidenta de la Reserva Federal Janet Yellen y otras figuras financieras.

Cohn es el último de una larga lista de ex ejecutivos de Goldman Sachs para asumir cargos gubernamentales en materia de política económica y regulación financiera y se convertirá en el tercer socio de Goldman Sachs en liderar el Consejo Económico Nacional. Robert Rubin y Stephen Friedman, que sirvieron juntos como co-jefes de Goldman a principios de la década de 1990, también tuvieron el mismo trabajo. Rubin sirvió a la administración de Clinton de 1993 a 1995 y Friedman sirvió a la administración de George W. Bush de 2002 a 2004. Rubin dejó el Consejo Económico Nacional para convertirse en secretario del tesoro, un papel que tuvo otro presidente anterior de Goldman Sachs, Hank Paulson, llenado durante el Presidencia de George W. Bush.

Fuera de la rama ejecutiva, la Reserva Federal está llena de banqueros Goldman. Cuatro de las 12 sucursales regionales del banco central están dirigidas por ex ejecutivos de Goldman. La Reserva Federal es responsable de elaborar la política monetaria estadounidense y tiene importantes obligaciones regulatorias.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:

Los sectores que despreciaron la orientación ideológica y de clase tras el conglomerado que ha proyectado a Donald Trump a la Casa Blanca, y se centraron en sus declaraciones geopolíticas y geoestratégicas, empiezan a sentirse decepcionados, una vez que comprueban que las intenciones del futuro nuevo Presidente son las de romper el tándem China-Rusia, atrayéndose al segundo y combatiendo, en un primer momento, comercialmente al primero.

Los de la “multipolaridad” aún creen que hay potencias mundiales buenas y malas.

Al carácter imperialista del capitalismo le liman toda su condición económico-financiera, la principal, y priman de modo absoluto su condición belicista, que es absolutamente dependiente de la primera.

Soslayan que el imperialismo es un sistema mundial, a la vez que una forma de competencia entre las grandes potencias mundiales, por lo que limitan aquél a una sola potencia, salvando de tal carácter a cualquier otra que no sea solo Estados Unidos. Y lo hacen en función de cuestiones que son de tipo coyuntural, “olvidando” cómo se disputan en el tablero económico y geoestratégico mundial sus repartos de influencias.

En cualquier caso, el desprecio que hicieron al carácter ideológico y de clase de Trump, que no es muy distinto del de Obama, salvo en los aspectos relativos a las minorías, merece el consecuente repudio desde una posición marxista y de clase.


LIBIA: UN PUZLE SANGRIENTO

Guadi Calvo. alainet.org

Estado Islámico, al igual que en Raqqa, su capital en Siria, y en Mosul, la capital en Irak, está dando los últimos estertores de resistencia en Sirte, capital de Estado Islámico en Libia. Esta situación, de ningún modo, como en los dos primeros casos, significa la derrota de la organización del Califa Ibrahim. Y habrá que preparase, tal cual lo practica el EI en Irak, para atentados contra lugares de alta concentración de civiles y que comenzarán a ser mucho más frecuentes, ya no solo en los territorios perdidos, sino en cualquier geografía en que las condiciones le sean propicias.

Sirte, desde junio de 2015, se convirtió en el epicentro de la actividad salafista en la patria del Coronel Gadaffi, donde llegaron después de haber sido expulsados de la ciudad de Derna, 600 km al este, próxima a la frontera con Egipto.

Desde entonces diferentes fuerzas que componen el complejo entramado de organizaciones armadas en la Libia post Gadaffi, han intentado desplazar a los califados de Ibrahim, de la ciudad de Sirte, plaza comandada por el libio Usama Karama.

Desde mayo, un conjunto de fuerzas pro occidental, entre las que destaca el Congreso Nacional General (GNA), que es uno de los tantos pretendidos embriones de ejército, que se han intentado generar desde 2011.

Todos estos grupos armados han mantenido un cerco sobre el Daesh en Sirte y se han encontrado con una férrea resistencia, que en casi nueve meses no han podido vulnerar.

Como prueba de ello el hospital central de Misrata, a unos 350 km de Sirte, se encuentra desbordado por la permanente llegada de sitiadores heridos en la dura batalla.

El número de bajas solo de los combatientes del GNA, sobrepasarían los mil, mientras que los heridos se estiman en más de 4.000.

Desde este último lunes 5, han corrido serios rumores que las fuerzas GNA, habrían tomado las últimas posiciones salafistas en el barrio de Giza en el corazón de Sirte, donde un puñado de fieles combatientes del Califa, seguían resistiendo, ya sin ninguna posibilidad de escapar. Aunque en este tiempo fueron varias las oportunidades en las que se afirmó la toma de Sirte, en esta ocasión pareciera ser cierta.

Desde agosto, los sitiadores contaron con el apoyo de la aviación norteamericana que, a solicitud de Fayez Serraj, el seudo Primer Ministro, impuesto la Unión Europea y los Estados Unidos, con el obvio beneplácito de Naciones Unidas, atacaron posiciones del Daesh, sin nunca precisar el número de víctimas civiles. Es, por lo menos curioso que en el caso de los bombardeos de la aviación rusa en Siria, las ONG y los medios de información occidentales, cuentan con listados de víctimas civiles llamativamente precisos.

De ser real la caída de Sirte, el Primer Ministro Serraj, tendrá un trabajo homérico a la hora de rearmar Libia, si eso fuera de algún modo posible.

Tras el ataque e invasión de la OTAN y sus mercenarios a comienzo de 2011, y tras seis años de guerra, Occidente ha sabido una vez más construir un estado fallido en un país que tuvo los más altos índices de calidad de vida del continente. Ahora Libia es un país sin instituciones, sin economía, sin nada parecido a un sistema de salud o de educación, sin fuerzas armadas, y con una única producción, el petróleo, monopolizado por empresas occidentales que están sacando excelentes dividendos como la Eni de Italia, la austríaca OMV, la francesa Total, la británica BP, la estadounidense ExxonMobil o la griega Hellenic Petroleum, entre otra veintena.

En Libia, hoy lo único que cuenta es el poder de fuego de cada una de las 1700 bandas que operan por la libre y son contratadas por organizaciones de contrabandistas (cigarrillos y medicamentos, nafta y gasoil) y tráfico de personas (más de 110 mil personas salieron de las costas libias en lo que va del año, lo que produjo que Estado Islámico se embolsaran casi 90 millones de dólares, solo por ese rubro, mientras que la totalidad de lo “facturado” por las organizaciones de traficantes redondearían unos 300 millones de dólares) armas y obviamente droga.

Grupos de al-Qaeda y Estado Islámico, operan en todo el territorio libio y en todos los países limítrofes. Estas bandas salafistas han entrado y salido del Libia cada vez que lo ha necesitado sin ningún tipo de obstáculos, ya que los controles fronterizos han desaparecido desde el derrocamiento de Gadafi en 2011.

A Fayez Serraj, en las proximidades de Misrata, han llegado por las rutas transaharianas cerca de un millón de refugiados, provenientes de todos los rincones de África, en espera de poder embarcarse hacia el sur de Italia.

Estas bandas mafiosas siguen generado verdaderas fortunas fletando refugiados hacia Europa o hasta donde las embarcaciones naufraguen, a 2.000 dólares por plaza.
Quien quiera rearmar este puzzle sangriento, en que se ha convertido Libia, tras el derrocamiento y martirio del Coronel Mohammad Gadafi, tendrá que pugnar con las fuerzas internas que podrían pretender independizarse de Trípoli.

No solo era el petróleo
Las exigencias de los muchos centros de poder que tiene Libia harán prácticamente imposible el trabajo del pseudo Primer Ministro Serraj, de convertir ese terreno desvastado en una nación. Los deseos de Occidente chocarán con el mismo muro que han chocado en Afganistán y en Somalia.

Los analistas del Pentágono, quienes han diseñado este caos en Libia, parecen no haber entendido que la fórmula que les sirvió para horadar el poder de Gadafi, la de enfrentar a las tribus (cerca de 140, aunque son 30 las que han tenido peso político) entre si, que fueron la base de sustentación de Gadafi durante sus cuarenta y dos años en el poder, ahora están enfrentadas irremediablemente. El complejo equilibrio tribal ha sido definitivamente roto, y ese fue el único poder histórico y constante en Libia, por lo que, atomizado, no tiene posibilidades de estructurar el país como se conoció hasta el 2011.

La reconstrucción del tejido de confianza entre las tribus, tardará décadas en realizarse, y no podrá hacerlo justamente un hombre como Fayez Serraj, colocado con fórceps por los extranjeros.

No es casual que la sublevación contra Gadafi, se haya iniciado en Benghazi, capital de la provincia de Cirenaica, rival histórica de Trípoli. Benghazi, que ha declarado su autonomía, en agosto de 2013, cuenta con grupos armados propios y negocia por separado “su” petróleo con las empresas occidentales. Tobruk, donde rige un parlamento autónomo desde 2014, es la base de sustentación del controvertido general Khalifa Hafner, quien se auto postuló como el hombre fuerte de Libia, tras haber traicionado a Gadafi. Cansado de que sus pedidos de apoyo nunca hayan sido escuchados por Washington, más allá de haberle prestado grandes servicios al Pentágono y la CIA, Hafner ha cambiado de estrategia y ha iniciado una serie de reuniones con altas autoridades rusas y chinas, buscando apoyo militar y financiero.

La sureña provincia de Fezzan, desde septiembre de 2013 ha declarado su autonomía. Históricamente Fezzan, han manejado el tráfico de personas y el contrabando, actividad que diferentes tribus que se afincan en el territorio como los tuareg y los toubou siguen explotando.

En 1953, en búsqueda de yacimientos petroleros en la provincia de Fezzan, se descubrieron grandes acuíferos, estimándose que cada cuenca tiene entre los 4800 y 20000 kilómetros cúbicos de agua, lo que lo convierte en el tercer acuífero del mundo.

En 1984, el coronel Gadafi comenzó quizás su proyecto más ambicioso, el Gran Río Artificial, el proyecto de riego más grande del mundo, que proveería de agua a todo el país. Para eso fueron cavados 1300 pozos algunos de hasta 500 metros de profundidad, para bombear agua de las reservas de agua subterráneas, que era distribuida a casi siete millones de personas, llegando a Trípoli, Benghazi, Sirte y a otros puntos a través de una red de tuberías subterráneas de 4 mil kilómetros de extensión y que permitían abastecer de agua a más de 150 mil hectáreas para cultivo.

En julio de 2011, la OTAN, atacó el suministro de agua, cerca de la ciudad de Brega, e incluso destruyó la fábrica que producía las tuberías. Estos ataques dejaron sin agua al 70% de la población, que no solo la utilizaba de manera personal, sino también para el riego.

Occidente ha hecho sin duda las cosas demasiado “bien” en Libia, como que para alguien alguna vez pueda volver a armar ese puzle sangriento.