9 de noviembre de 2013

EN LA DEFENSA DE LAS LIBERTADES, SECTARISMO NINGUNO

Por Marat

1.-Nosotros:
En la Plataforma en Defensa de las Libertades Democráticas (PDLD) hemos sostenido desde el principio de nuestro origen que “recortes sociales y recortes de las libertades son dos caras de la misma moneda”

En la PDLD hemos defendido desde el primer momento la necesidad de un decantamiento ideológico en la lucha que supere la indignación para pronunciarse en términos de clase trabajadora, de lucha de clases y de elevación del horizonte de las protestas más allá de la defensa de lo público, porque creemos que cuando el Estado del Bienestar haya desaparecido será necesario elevar el objetivo de la reivindicación: la lucha por la construcción del socialismo.

A los de la PDLD no nos busquéis en el ciudadanismo que oculta la existencia de clases sociales, disuelve sus contradicciones y busca sólo una pelea contra los políticos sin distinción de partidos o ideologías (éstas siguen existiendo y su negación es una ideología, la del poder del capital), sin pretender otra cosa que “reiniciar el sistema”, es decir, hacerlo de nuevo apetecible para quienes antes de indignarse hoy no lo hicieron antes.

Allá donde participamos, en espacios más amplios que el nuestro, defendemos esas posiciones y en alguno de ellos hemos abierto camino con un lenguaje de clase que vincula la resistencia de la clase trabajadora a los dictados del capital con la necesidad de proteger las libertades para nuestra clase. Algunos de nuestros socios son ahora especialmente débiles como para impedir ese discurso y otros ya no encuentran en el ámbito antipartido posibles socios con los que entenderse desde el respeto mutuo. 

Tenemos aliados que nos ayudan a mantener esa posición y hemos hecho lo posible para contar con otros que hubieran podido reforzarla pero no siempre quienes son llamados a cambiar correlaciones de fuerzas están a la altura de las circunstancias que les permitan asumir el riesgo de perder cierto grado de “virginidad”.

2.-El momento:
La rabia social está siendo canalizada en España por el populismo, que en gran medida refuerza los objetivos del neoliberalismo (baste ver el discurso de gran parte de los “economistas críticos” con el estado de las cosas que mejor penetran en amplias mayorías, los Gay de Liébana o los Niño Becerra, entre otros), y por partidarios de cualquier formulación anti-partidos/sindicatos de clase que den una salida positiva para las aspiraciones de la clase trabajadora. Y las izquierdas se han convertido en comparsas de ese despropósito que sólo puede acabar con ellas. El fascismo ya se perfila como oferta política y se envalentona en las calles.

En Europa ese fascismo capitaliza la ira, se presenta como alternativa, cuando no gobierna en coalición en algunos países, y sustituye en capacidad de conectar con las masas de desheredados, precarios, infraclases, lumpemproletariado, parados y clases medas que ven amenazada la comodidad de la que en la pasado habían gozado, que tuvieron en el pasado los partidos comunistas.

Este tiempo no está siendo, pese a las esperanzas que teníamos los revolucionarios en un asalto al poder del capital, el de los trabajadores como clase social ascendente que da un sentido progresivo a la historia. Los partidos revolucionarios, llamados a ser la vanguardia del proceso transformador no aparecen en el horizonte. Muchos han dejado de llamarse comunistas, si el nombre no es sólo un residuo del pasado. Algunos prefieren el indeterminado anticapitalista, que no es nada sin objetivo, o se limitan a una vida zombi.  

La socialdemocracia está representada hoy, y desde antes de la crisis, por muchos PCs. La que lo fue en origen pasó a ser social-liberal hace tiempo y hoy es derecha democrática, mientras no se vea en la obligación de dejar de serlo. En la Alemania de 1919, durante la revolución espartaquista, ya demostró hasta dónde podía llegar.

Tanto en los países centrales del capitalismo (Europa, USA, Japón,…) como en buena parte de los periféricos (algunos países de Latinoamérica) la tentación más recurrente de los Estados es el avance hacia modelos totalitarios de “derecho”; es decir, hacia sistemas que cambien su marco jurídico  democrático por vías parlamentarias y legales y lo sustituyan por dictaduras legales. Es lo que defino como golpe de Estado silencioso.

El Código Penal que pretende reformar en España el Partido Popular va a ser el mayor golpe recibido en todo el tiempo transcurrido desde el inicio de la transición contra los derechos de manifestación, reunión, expresión y opinión. Hasta donde tenemos memoria los que rozamos por arriba o por abajo los 50 años no habíamos vivido antes tal agresión al derecho a la protesta social.

La clase trabajadora necesita de esos derechos para expresar su protesta y movilizarse con el fin de defender los derechos que nos están siendo arrebatados. No olvidemos que estos tiempos de combate lo son de resistencia y que bastante sacrificio es resistir como para exigir el heroísmo de la lucha clandestina.

3.-Las alianzas:
En ese objetivo de defender el derecho a la protesta social de nuestra clase, la Plataforma en Defensa de las Libertades Democráticas llamó a la socialdemocracia real actual, no a la que se reclama tal (aunque haya venido y nos alegremos de que esté formalmente de este lado y no del contrario) y a las organizaciones revolucionarias, a los sindicatos mayoritarios y domesticados y a los alternativos.

No encontramos respuesta alguna por parte de quienes se reclaman auténticos. Para muchos de ellos, en el fondo, defender las libertades es un asunto burgués porque conciben a éstas como meramente formales y despreciables frente a los derechos que consideran más sustantivos y porque ven en la defensa de los primeros una trampa que puede dar al traste con su pureza revolucionaria. Es como si temieran convertirse en liberales por defender derechos como los de manifestación, reunión, expresión y opinión. 

Ser antirrepresivos les parece más auténtico. No estaría de más que dieran un repaso a los textos sobre libertad de expresión y de opinión escritos por el periodista y jurista, además de filósofo, sociológico y economista, Karl Marx.  Quizá, cuando derechos tan “burgueses” y reformistas como estos desaparezcan, puedan explicarnos cómo ejercer la protesta contra la represión. Algunas posturas no se entienden si no es desde el principio del cuanto peor mejor. Así nos ha ido durante tanto tiempo de la noche oscura con estos planteamientos.  

En ese marco de respuestas la PDLD no ha podido elegir la mejor opción ni la ideal. Ha actuado a partir del principio del mal el menor. Y el gobierno del PP hoy es el mayor para la clase trabajadora -sencillamente porque es el que está gobernando-, y para su libertad de desenvolvimiento en la protesta social. Aunque algunos siempre encontrarán otro destino distinto al de la ultraderecha para sus odios.

En ocasiones la mejor opción es enemiga de la posible y la decisión se establece entre lo disponible y lo ideal.

A los comunistas fetén convendría recordarles que Lenin llegó a establecer, en su momento, alianzas ya no con los mencheviques sino con los propios liberales, del mismo modo que Stalin, después de sostener la lamentable teoría del socialfascismo, estableció los Frentes Populares, no ya con aquellos a los que antes había denominado así sino con lo que definió la Komintern como las burguesías democráticas susceptibles de incorporarse a la lucha antifascista. Y el fascismo hoy asoma las orejas con fuerza imperiosa.

A los anticapitalistas y trotskistas tampoco estará de más recordarles que fue Trotsky quien planteó la necesidad de la alianza entre socialdemócratas y comunistas en la lucha contra el nazismo en auge en Alemania.

En unos casos, esas alianzas se plantearon en procesos de avance de las fuerzas revolucionarias y en otros en situaciones de riesgo frente a los fascismos ¿porqué lo que entonces fue correcto hoy sería una “traición”?. Y sobre todo, ¿cuándo sería el preciso momento para parar el avance hacia un golpe de Estado silencioso y legal que se está consumando en la mayoría de los países?

4.-Línea política:
La PDLD no se ha visto obligada a hacer concesiones en su posición de clase dentro de la Coordinadora Paremos la Criminalización de la Protesta Social sino que ha impuesto en ella lo que otros, pretendidamente más revolucionarios, han cedido en otros marcos: el discurso de clase, la vinculación entre una protesta social, que es ante todo de la clase trabajadora, y el atentado contra los derechos de manifestación, reunión, expresión y opinión. Ni nos han colado un discurso ciudadanista ni hemos permitido que los “reiniciadores del sistema” y los sólo indignados con los políticos y mucho menos con el capital nos vendan su mercancía caducada. Como tampoco hemos admitido que ningún juez ni partido nos impidiera hablar con cualquier fuerza parlamentaria con la que considerásemos que debíamos hacerlo, entre otras Amaiur, por muy incómodo que a ellos les resultase.

Somos muy conscientes, y no nos engañamos sobre el hecho de que si hoy la Plataforma en Defensa de las Libertades Democráticas lidera la lucha contra la criminalización de la protesta social, y se admite ese liderazgo dentro de los ámbitos en los que participamos, es debido no sólo a nuestra capacidad de iniciativa sino también a debilidades ajenas y a dificultades de establecer alianzas por algunos de nuestros socios con otros colectivos desclasados y antipartidos. No negamos que de ello nos aprovechamos para intentar que nuestras posiciones sean hegemónicas. Ello es parte de la lucha de clases y por la hegemonía, un concepto gramsciano del que tanto abusan los antimarxistas últimamente. El día en que consideremos que nuestras posiciones como organización de la clase trabajadora son rechazadas por nuestros aliados nos replantearemos nuestra política de alianzas, pero no antes, porque de lo que se trata es de hacer avanzar una concepción de la lucha social y de los derechos humanos distinta a la neutra y aséptica que desde diferentes ámbitos reproductores del poder del capital se intenta imponer.

Nadie, y entre ese nadie, ninguna organización “antirrepresiva” puede darnos lecciones sobre nuestra coherencia ni admitimos que nos cuente que no le basta con que vayamos contra este nuevo Código Penal sin ir contra el anterior porque el que se discute ahora y el que en este preciso momento toca parar es el que se nos viene encima, salvo que la respuesta sea siempre la del órdago a la grande y el “y dos huevos duros” de los hermanos Marx. Cada cosa a su tiempo y por su orden. Hay quienes no reclamarán eliminar ni uno ni otro porque les parece reformista todo lo que no sea el no a todo.

Nosotros estamos en el pragmatismo de que no nos repriman aún más de lo que ya lo hacen. Paso a paso se va dando vuelta a la tortilla y contribuyendo a hacer que el miedo cambie de bando.

8 de noviembre de 2013

"SI SEGUIMOS ASÍ, LA DEUDA SUPERARÁ LA CAPACIDAD DE UNA UNIÓN FISCAL"

Entrevista al economista Martin Hellwig, director del Instituto Max Planck de Bonn

Rafael Poch. La Vanguardia
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Martin Helwig (Düsseldorf, 1949) es uno de los economistas alemanes más conocidos internacionalmente. Profesor en Stanford, Princeton, Harvard y Basilea, fue presidente de la comisión alemana de monopolios. Actualmente dirige el Instituto Max Planck de Bonn.

En su último libro Bankers´ New Clothes, Hellwig escribe que el “actual sistema bancario es tan peligroso y frágil como el que nos llevó a la crisis”. No ha habido un análisis serio de lo sucedido y una repetición del año 2008 es probable, dice.

¿Cuáles son los factores de riesgo que tenemos hoy? ¿En qué ha cambiado la situación con respecto al 2008?
Hay que diferenciar entre los problemas no resueltos de la crisis que dura desde 2007 y los peligros de un nuevo ciclo de expansión y quiebra. Lo segundo no se espera a corto plazo, porque los bancos aún están ocupados con la crisis anterior. Pero si se abriera una nueva fase de crecimiento excesivo, se puede temer que acabe una vez más con daños serios para la economía. Debido al alto grado de interconexión que existe, hay un gran peligro de contagio. Esto es debido a la inmensa importancia de los mercados de derivados por un lado, y por el otro a la venta in extremis de estos valores. La caída de sus precios de acuerdo al sistema de contabilidad por el valor razonable, lleva a pérdidas para todos los bancos que tienen estos papeles o similares. Como los bancos tienen pocas reservas de capital propio para absorber las perdidas, esto conduce a nuevas ventas por emergencia. Como ocurrió en 2007/2008, así se llega una nueva espiral descendente en el sistema financiero… Pero antes de todo esto está la preocupación por el hecho de que todavía no hemos resuelto la crisis actual. Muchos bancos todavía son débiles. No estoy convencido que se haya revelado ya todos las pérdidas sufridas por papeles tóxicos de EE.UU., créditos inmobiliarios problemáticos en varios países europeos, bonos de Estado problemáticos y créditos navieros. Dar largas a los problemas en la esperanza que desparezcan por si solos, en una estrategia peligrosa, como lo demuestra la experiencia japonesa. Puede llevar al estancamiento durante muchos años.

En España el público considera que la salud de la banca alemana, a diferencia de la española, es sólida, ¿es verdad? ¿Cuáles son los principales problemas de la banca alemana y en qué se diferencian de los problemas españoles?
Por lo que he oído y leído, en España la crisis se concentra en las Cajas y en un ciclo de expansión y quiebra en el mercado inmobiliario. En Alemania no hubo nada parecido en el sector inmobiliario. Los problemas alemanes tienen mucho que ver con que hay demasiada capacidad en el sector bancario, pocas salidas del mercado, y con que algunos bancos y grupos bancarios han intentado salir adelante con estrategias arriesgadas. El mercado al por menor, el ahorro personal y los créditos para las empresas pequeñas, está dominado por las cajas públicas y cooperativas que son bastante rentables y seguras. Los Landesbanken, los bancos de los estados federales, también públicos y muy activos en los grandes negocios, los créditos para grandes empresas y la financiación de grandes proyectos, nunca han sido rentables desde su fundación alrededor de 1970. Siempre han jugado en bolsa, tal como hicieron ahora en vísperas de la crisis, con papeles tóxicos. También los grandes bancos trabajan desde 1995 mas o menos con márgenes reducidos por culpa de la fuerte competencia. Por esto el Dresdner Bank jugó con papeles tóxicos y el Hypo Real Estate buscó refinanciarse a corto plazo con créditos arriesgados del mercado de dinero. Mientras hay demasiada capacidad en el mercado, los bancos tienen que jugar para poder sobrevivir, pero los Landesbanken son bancos políticos y no deberían estar sujetos a las leyes del mercado. Créditos navieros: un problema de 100.000 millones en Alemania

¿Qué pasa con los créditos navieros de los bancos alemanes (Schiffkredite)? ¿Quién está afectado y cómo?
Hace un año el Bundesbank informó que los bancos alemanes habían concedido créditos navieros por valor de 98.000 millones de euros. El más afectado era el HSH Nordbank, con 26.000 millones. En segundo lugar viene el Commerzbank con 19.000 millones. También el NordLB y KfW Ipex se metieron fuerte. Según el diario Handelsblatt el Lloyds Bank vendió créditos navales con un descuento del 50%. Las reservas correspondientes a estos créditos para navíos deben estar claramente por debajo del 10%. Esto quiere decir que si el Lloyds Bank era realista, los bancos alemanes pueden esperar un golpe fuerte. Dicen que la crisis de las navieras acabará en 2014. No lo creo porque la sobrecapacidad en el transporte de contenedores no ha dejado de aumentar en los últimos años. Hasta 2008 se habían encargado cada vez más barcos y esos pedidos no se podían cancelar. Esos barcos están saliendo ahora de los astilleros. Para 2013 se espera un crecimiento de la capacidad del 10%, pero el comercio marítimo solo crecerá un 5%. Las navieras solo podrán hacer nuevos beneficios cuando su sobrecapacidad se haya reducido y no veo que eso vaya a suceder antes de finales de 2014.

El Frankfurter Allgemeine Zeitung observó hace unos años que la situación de la banca alemana era, “el secreto mejor guardado”. En la última campaña electoral la palabra “bancos” apenas se ha pronunciado. ¿Cómo se explica eso?
No es tan secreta, pero los medios de comunicación no se han interesado mucho por el asunto. ¿Exceso de capacidades? ¡Qué cosa más abstracta! Es más fácil indignarse por protocolos chapuceros en el asesoramiento de inversiones. Además, habría que hablar de los Landesbanken, y esto no encaja bien con la historia que todos los males vienen del Señor Ackermann y del Deutsche Bank. En la opinión pública alemana domina la historia que “los bancos” y sus apuestas son la causa de todos los males. Se olvida con frecuencia que los mayores jugadores del casino estaban en los bancos públicos. Eso se barrió debajo de la alfombra. En la política hay una gran coalición de silencio sobre este tema. Los intereses de los Länder son muy importantes para los dos grandes partidos y sus presidentes son muy poderosos. Que en 2008 el gobierno federal ayudara sin tomar el control de esos bancos, se debe al hecho que la Señora Merkel no quería conflictos con “sus” Presidentes en un año electoral. Y también al hecho que el Señor Steinbrück (SPD) como ex ministro federal de Finanzas y ex Presidente de Renania del Norte-Westfalia fue corresponsable de las pérdidas del West LB. Por eso únicamente los verdes y Die Linke hablan de bancos.
Solo el Reino Unido dedicó más dinero que Alemania a rescatar bancos

Solo el Reino Unido ha gastado más dinero que Alemania en rescatar a sus bancos (646.000 millones -25,1% del PIB- de los que utilizó 259.000 millones –equivalente al 10,1% del PIB, un poco más que España y el doble que Francia-) ¿Cuánto de todo ese dinero ha sido pagado por el contribuyente alemán, y cuanto (y durante cuánto tiempo) deberá pagar el contribuyente en el futuro? En la prensa se leen cifras y estimaciones muy dispares…
En todos estos números hay que diferenciar entre las garantías, las aportaciones de capital y las pérdidas para el contribuyente. Para Alemania hay que contabilizar las perdidas siguientes: West LB 18.000 millones de euros (según el ministro de finanzas Walter Borjans), Hypo Real Estate por lo menos 12.000 millones, Bayern LB 8.000 millones de pérdidas (10.000 millones de aportación de capital), LBBW por lo menos 4.000 millones de pérdidas (10.000 mil millones de aportación de capital), HSH Norbank 4.000 millones de pérdidas (3.000 millones de aportación de capital), Commerzbank de 3.000 a 6.000 millones de pérdidas (18.200 millones de aportación de capital).

Es evidente que las deudas del sur de Europa son impagables y que es inevitable algún tipo de quita. ¿Cómo afectaría eso a los fondos de pensiones alemanes? ¿Cuál sería la fórmula socialmente más justa para salir del atolladero?
No me gusta cuando se habla de “Europa del sur” y de “deudas”, en general. Los países y sus respectivas crisis son muy diferentes. En Grecia tenemos una clásica crisis de deuda del Estado; en España al contrario se trata de una crisis de burbuja inmobiliaria que solo llega ser una crisis de deuda del Estado cuando éste apoya a los bancos problemáticos. En principio soy de la opinión que un recorte de deudas tiene que afectar en primer lugar a los aportadores de fondos: los accionistas en los bancos, luego los que tienen acciones privilegiadas y otros papeles de deuda, luego los deudores sin seguro y los que tienen más de 100.000 euros en cuenta. En los últimos años nos hemos alejado con demasiada frecuencia de este principio. Si seguimos así puede llegar a ser muy caro, porque la deuda total superará incluso a la capacidad de una unión fiscal europea. Veo el gran peligro de que al final el recorte de deuda llegue dándole a la máquina de imprimir dinero y de la inflación –y no hay nada socialmente más injusto que la inflación: afecta sobre todo a los pequeños ahorradores que solo invierten en valores nominales.

Desde otoño de 2008, la idea que los deudores son responsables está mal vista por temor a una crisis sistémica pero sin esa responsabilidad los estados y la Unión Europea no podrán salir de la crisis. Se dice que muchos deudores no pueden llevar esta carga. Y que muchos de ellos han sido engañados por los bancos. Hace un año hubo sentencias en España sobre las acciones preferentes que las Cajas habían vendido a pequeños ahorradores. Yo me pregunté en aquel momento donde estaba la supervisión bancaria española cuando esos papeles se lanzaron al mercado -y también, ¿dónde estaba la supervisión bancaria alemana cuando los bancos se sustrajeron a las reglas sobre capital propio e invirtieron miles de millones en papeles tóxicos de EE.UU?  Si queremos proteger al deudor, la supervisión bancaria tiene que ser estricta. Ni la política ni el gobierno deben tener la posibilidad de frenar a la supervisión para poder utilizar a los bancos como fuente de financiación.

Hay mucho miedo a cuestionarse el euro ¿Es eso razonable? Hace poco en Roma un grupo de economistas, algunos de derecha como el Señor Hans-Olaf Henkel, otros de izquierda, firmaron un manifiesto a favor de un desmonte controlado del euro. En Alemania de eso hablan los euroescépticos de Alternative für Deutchland y el señor Lafontaine, por ejemplo ¿Por qué debería ser ese desmonte controlado más difícil de abordar que el propio proceso de fundación de la moneda única hace diez años? ¿Puede inspirar algo el precedente de Chipre?

A algunos de mis colegas les gusta decir que Grecia debería “salir del euro”, pero imagínese que el gobierno griego lleva al parlamento una propuesta de ley correspondiente. Al día siguiente – o antes aún por las indiscreciones – habría una estampida hacia los bancos griegos. Todo el mundo pediría euros en efectivo, en la esperanza que mantengan más su valor que los euros en cuenta que por ley se transformarán en dracmas. Entonces o el Banco Central Griego pondría los euros a disposición en el marco de la Emergency Liquidity Assistance, o se cerrarían los bancos griegos. Si ocurriera lo segundo, los pagos se pararían, y con ello se hundiría una gran parte de la economía. Quizás habría que parar los aparatos en los hospitales porque alguien no podría pagar el suministro de corriente… Apoyar a los bancos con el Emergency Liquidity Assistance requeriría el visto bueno del Banco Central Europeo. Pero las cantidades serían muy altas, y dudo que el Banco Central Europeo lo hiciera ante una salida inminente de la unión monetaria. Los expertos que usted cita no piensan lo suficiente en el desarrollo real de una disolución de la unión monetaria, pero quizás podrían explicarnos un día cómo regresar a los huevos en su estado original a partir de la tortilla.

7 de noviembre de 2013

[VIDEO] OCTUBRE DE SERGUÉI EISENSTEIN. EN EL 96 ANIVERSARIO DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

Boltxe Kolektiboa. La Haine

El mejor homenaje que se puede rendir a Octubre es la mayor fidelidad posible, adaptada a los años que vivimos en el siglo XXI y al lugar donde luchamos

La insurrección se puso en marcha en la noche del 6 al 7 de noviembre (24 y 25 de octubre según el calendario juliano). La Guardia Roja bolchevique tomó el control de los puentes, de las estaciones, del banco central y de la central postal y telefónica justo antes de lanzar un asalto final al Palacio de Invierno. 

La revolución rusa, el hecho más influyente y decisivo del siglo XX, no fue la toma de un palacio de invierno. Sino un proceso social que duró años, con una cadena de crisis y sucesos, pero que muchos años antes de que ocurrieran, específicamente en 1903, algunos ya tenían bastante claro de por dónde tendría que ir el curso de los acontecimientos. (Borroka Garaia)

La revolución proletaria rusa de 1917, que cumple el 7 de noviembre un nuevo aniversario, sigue siendo más que le pese a más de uno y una el hecho más influyente y decisivo del siglo XX y pese a la caída de la URSS por diferentes razones, muchas de ellas de carácter interno, el socialismo y el comunismo sigue infundiendo temor a las clases explotadoras, al imperialismo y a los diferentes reformismos y revisionismos.

Pensamos que el mejor homenaje que se puede rendir a Octubre es la mayor fidelidad posible, adaptada a los años que vivimos en el siglo XXI y al lugar donde luchamos. Continuar con las ideas liberadoras de Marx, Engels, Lenin y cientos de mujeres y hombres que aportaron ilusión y lucha a la causa del socialismo.
En ese sentido, lo mejor es ofrecer el texto del periodista y comunista norteamericano John Reed “Diez días que estremecieron al mundo” y la película que sobre la revolución se realizó en su tiempo, sin duda lo mejor y más fiel a los hechos ocurridos.



4 de noviembre de 2013

CONTRA LA QUINCALLA IDEOLÓGICA

Por Marat

Vengo desde hace mucho denunciando el discurso de la disidencia controlada, de la falsa indignación middle class, del reformismo que pretende vender la burra de que los únicos problemas a los que se enfrentan quienes son castigados con la cura de caballo de las políticas antisociales y de austeridad son la banca, el Estado, los “políticos” en general (donde muchos quincalleros meten a todos los partidos sin distinción), la corrupción y el expolio de lo público.

Si así fuera, bastaría con fomentar los buenos sentimientos cívicos y solidarios entre la “ciudadanía” y lograr que esa buena y filantrópica intención fuera mayoritaria para conseguir que la realidad que ahora vivimos revirtiera y el mundo fuera más humano, equitativo y bello.

Pero las cosas son un poco más complicadas.

La realidad es otra muy distinta a la que cacarea esa patulea.

Los bancos son sólo una parte del sistema económico, en el cuál han cambiado las relaciones laborales en el conjunto de las empresas hasta retroceder en derechos de la clase trabajadora hasta mucho antes de la crisis actual.

Los derechos a una jubilación digna van camino de ser eliminados bajo la excusa de una insostenibilidad del sistema público de pensiones por la inversión de la pirámide de población, cuando es un 27% de paro, la economía sumergida y los intereses de las corporaciones especializadas en planes de pensiones privados sus destructores enemigos.

No son los ciudadanos en genérico los que están perdiendo derechos sociales. Por universales que hayan sido la sanidad, la educación y el derecho al sistema público de pensiones, lo cierto es que no fueron concebidas para las clases medias patrimoniales y empresariales sino para los asalariados con el fin de crear una forma de salario indirecto que permitiese evitar los cracks sistémicos de la economía (al ayudar a que aquellos permitiesen ahorrar en las necesidades básicas para permitir el consumo de masas), como sucedió en la crisis del 29 del pasado siglo. Y son esas clases trabajadoras las más afectadas, con la voladura de lo público, sobre todo en un contexto de bajada continuada de los salarios.    

Los Estados-nación han perdido su capacidad de intervención sobre las economías nacionales y mundiales desde que se inició su desregulación mundial:

  •      En los años 70 con el fin de la paridad del dólar, que permitía la convertibilidad entre las monedas, con una paridad fija frente al dólar. Ello facilitaba cierta estabilidad en el sistema monetario mundial.
  •      En los 80 con la llegada de Thatcher y Reagan a los gobiernos, que se encargarían de poner en práctica las recetas ultraliberales de Friedman y Hayek, desregulando el sistema financiero mundial, las relaciones laborales, a la vez que reducían la intervención estatal en la economía, el gasto público y la presión fiscal.
  •      En los 90 con la desregulación del comercio mundial, a través de un GATT, que pasaría luego a llamarse OMC. A ello debe unirse la autonomía de los bancos centrales nacionales y del BCE respecto a las instituciones políticas de los Estados y de las supranacionales de la UE. Y no debemos olvidar que el Tratado de Maastrich consagró un déficit no superior al 3% y una inflación inferior al 2%
  •      La cuarta y última desregulación se produjo, ya sin necesidad de que los Estados aprobasen los cambios, con la autonomía de lo financiero sobre su función de financiar la economía productiva (industrial, de servicios,…) y convertirse el mercado financiero mundial en un fin en sí mismo, con el único objetivo de beneficiar a los grandes especuladores mundiales a través de un proceso muy complejo de ingeniería financiera, que no entienden ni sus propios diseñadores.

Si la desregulación de la economía mundial y su autonomía sobre los Estados-nación es tal, de poco sirve culpar a los gobiernos de hoy respecto a las estrategias de ayer, sobre todo si tenemos en cuenta que los Estados se han convertido en presos del capital financiero que, después de rescatarlos para evitar una quiebra mundial todo el sistema capitalista, tienen que acudir a la deuda privada de los bancos para proveerse de fondos económicos mes a mes.

No estoy diciendo que los Estados-nación y sus gobiernos carezcan de responsabilidades en el actual estado de las cosas. Lo que afirmo es que una vez producidas las desregulaciones una y dos, hace ya casi 30 años, poca oposición podían ya presentar Estados y gobiernos frente al poder económico mundial. Por encima del hecho de que los Estados representan intereses económicos de clase y bajo el capitalismo, lo son todos, en mayor o menor medida del propio sistema económico y de las burguesías dominantes, lo cierto es que no se entiende que los Estados y los gobiernos atenten contra sus legitimidades y arriesguen explosiones sociales peligrosas para la estabilidad del sistema político si no es porque están sometidos al juego del “Estado-gobierno prisioneros”.

Desde los propios Estados, el único modo de enfrentarse al riesgo de una cadena de Estados fallidos, que ya vemos producirse en los eslabones más débiles del sistema imperialista mundial, a través de conflictos interétnicos e interreligosos, sería una coordinación de aquellos a nivel mundial para imponer una cierta recuperación de la regulación de sus economías nacionales y mundiales. Pero como hemos visto ya, en las sucesivas reuniones de los G-20 y de los G-8 eso no ha dado fruto alguno. Sería ingenuo concluir que sólo por falta de voluntad pues ello atenta contra sus estabilidades fiscal y política, a corto, medio o largo plazo. Los Estados son ya enormemente débiles para combatir la desregulación económica mundial, por encima de la voluntad real que tengan, que sin duda no es mucha. Para cambiar las reglas del juego tendrían que ejercer una violencia tal sobre los principios del libre cambio mundial, los “derechos” de propiedad y de especulación que podría hacer saltar por los aires al propio capitalismo como sistema o arrostrar un retroceso hacia los nacionalismos proteccionistas o autárquicos cuyo resultado es impredecible. Y ni los Estados son partidarios de un modelo socialista, ni siquiera de capitalismo de Estado, ni la inmensa mayoría de la indignación y la disidencia controlada tampoco. Se conforman con la vuelta a los años dorados de las mal llamadas clases medias (aquellas que no son propietarias de medios de producción)

Atacar hoy al Estado y con mucho más entusiasmo a los políticos y los partidos, sin distinción alguna -ahora la indignación ya mete en la “genialidad” aquella de “la misma mierda es” a la socialdemocracia de IU. Quien con ellos se acostó, IU, recibe en la boca toda su meada- y hacer silencio cómplice con el mundo empresarial es abonar el camino a lo que algunos llaman populismo en Europa y que es mero fascismo: hace unos años los Jörg Haider en Austria, Pim Fortuyn en los Países Bajos, los hermanos Kaczynski en Polonia o Jean Marie Le Pen en Francia. Hoy los Beppe Grillo en Italia, los Marie Le Pen en Francia, los Nikolaos Michaloliakos en Grecia, los Nigel Farage en UK, las Siv Jensen en Noruega, los Jimmie Åkesson en Suecia, los Timo Soini en Finlandia o los Gábor Vona en Hungría, los Eduard Limónov en Rusia o los freaki-fascistas 2.0 del Partido X. Y mientras tanto las izquierdas descabezadas, en estado de estupor “ciudadanista”, parálisis mental perpetua y negación y rechazo hacia su vieja identidad de clase y de lucha de clases.

La desviación de la ira social hacia objetivos que no afecten a la naturaleza real del sistema capitalista produce desclasados idiotas y fascistas y en esas andamos.

La crítica al sistema político sin un cuestionamiento absoluto al sistema económico en lo referido a la transferencia de rentas del trabajo a las del capital, a las relaciones sociales de producción y con el escaqueo de ponerse etiquetas de antineoliberal o de anticapitalista sin definir sin vaguedades ni demagogia cuál es el sistema económico que se propugna es, además de una falacia, quincalla engañabobos. Ya está bien de basura ideológica como la llamada “economía del bien común”, de ese telepredicador  a tanto por conferencia llamado Christian Felber, aupado por empresarios y fundaciones globalistas, que se postula como alternativa al “capitalismo de mercado” (¿hay algún capitalismo que no sea de mercado?) y a la “economía planificada” (¡cuánta pirueta ideológica, estilo Attac, para no hablar de socialismo). El problema de los Felber y de los papagayos del “bien común” se llama socialismo y harán lo posible para que el deseo del mismo no prospere. Por eso nos hablan, cuál candorosas beatas, de valores en los que esa “economía” se basa tales como “confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión”. Pero ¿es que en casi 200 años de opresión de unas clases sobre otras y de lucha de clases no hemos aprendido a reconocer a los Felber y a sus mercancías averiadas para consumo de borregos y desclasados?

Por favor, que esa porquería ya nos la vendieron en su día los sindicatos católicos –y no hablo de la evolución de la HOAC- sino de aquellos que crearon en su día hijos de traficantes de esclavos como el segundo Marqués de Comillas, que ideó organizaciones que integraban patronos y trabajadores, como barrera frente a la combatividad de la CNT y la UGT de la época.

Es llamativo que uno de los mayores especuladores capitalistas del mundo como George Soros, que ha arruinado a países enteros, sea un impulsor de la economía del Bien Común, esa expresión de marketing, con capacidad de apelar a emociones blandas y fáciles antes que a la racionalidad que cuestiona el orden capitalista. La máxima de siente a un pobre en su mesa, para que no le robe su hacienda, se hace verdad con esta mierda ideológica.

Sirva de referencia el hecho de que esta “teoría” (ideología en el sentido más peyorativo de la palabra) del Bien Común es una evolución del principio de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) que, de nuevo, es una evolución laica de la “caridad filantrópica” del empresario bienintencionado que, con una mano te da unas migajas de la mucha plusvalía, si señores, plusvalía, que con la otra expropia a los trabajadores. Las comunidades indígenas en Latinoamérica recuerdan muy bien el cambio modernizado de espejitos en la “cooperación” de Repsol con ellas por petróleo del mismo modo que los explotados en cochambrosos talleres de Asia conocen la práctica "respetuosa" de El Corte Inglés respecto a sus condiciones de trabajo Pero eso sí, las grandes corporaciones que aplican su “bien común” de la Responsabilidad Social Corporativa hacen bellísimas memorias anuales de sus bienintencionadas RSC.

Señores del bien común. La filfa que ustedes venden es tan vieja como el falso socialismo inglés, conocido como socialismo fabiano, el pensamiento humanista de Stuart Mill y una parte de la escuela utilitarista, o el llamado socialismo utópico del siglo XIX. Pura conciliación de clases, con sopa boba y fundaciones hoy para que los oprimidos y humillados no acabemos expropiarles sus empresas y ponerlas a funcionar en régimen de propiedad colectiva autogestionada, mientras a ustedes les ponemos a trabajar de verdad, como nosotros, con un salario de mierda.

Digan lo que digan, proclamen lo que proclamen los bucaneros del bien común, el modelo que pretenden, solapadamente, es la sustitución del llamado Estado del Bienestar, en fase de misa de difuntos, por la acción narcotizante de las damas de la caridad.

Hablar de corrupción sin plantearse cortar los hilos de la misma, encarcelando a los corruptores y persiguiendo la actividad delictiva y corruptora de las empresas es hacer fascio-liberalismo algo que, como demuestran los nuevos fascismos europeos, es perfectamente compatible: liberales en lo económico, fascistas en lo político. Ya se acabaron los tiempos del fascismo paternalista de los años 20 y 30 del pasado siglo, sencillamente porque ya no necesitan robar parte de las masas sociales a los bolcheviques, dado que estos últimos han traicionado su legado.

Hoy no hay apenas corrupción en las instituciones sin venta de lo público, contrataciones de servicios con la administración a dedo o con falsos concursos y pelotazos empresariales increíbles. No digo que fuera del capitalismo no pueda haber corrupción pero afirmo que el capitalismo no puede existir sin ella. Desconfíen de aquellos países que en el manipulado ranking de Transparencia Internacional están más abajo que España. Simplemente en muchos de ellos han legalizado esa corrupción a través de leyes que dan carta de naturaleza jurídica a los lobbys.   

Por último, no puedo dejar pasar el hacer mención a los necios que jalean todo lo que medios pseudoprogres (en realidad empresas más dañinas que el grupo Prisa porque éste ya ha sido desenmascarado) les ponen delante de la vista. Me refiero a medios como La Sexta, El Diario o Público que, amparándose en una falsa indignación teledirigida promueven indecentes subproductos de la peor estofa ideológica como el Partido X, creado para mantener viva la llama del descompuesto cadáver del 15M y antipartido, antipolíticos y antitrasnformación social de las auténticas relaciones de poder, las económicas,  o a sujetos de tan nefasto efecto político como el “economista indignado”, el señor Gay de Liébana, que nos endosa como ciencia su ideología liberal y reaccionaria, mientras que la embobada “cla progre” se traga toda su inmundicia como si fueran pasteles de La Mallorquina y le aplaude como un torero en una tarde inspirada en Las Ventas.

Una vez que se ha vendido bisutería como gemas preciosas y se ha abonado el terreno para que la semilla caiga en tierra fértil, la cosecha está asegurada.

Lo que el señor Gay de Liébana vende es bajada de impuestos (ya sabemos que sin ellos no hay Estado social que valga. Otra cuestión muy distinta es en qué se empleen esos impuestos o de qué rentas deben provenir fundamentalmente), ataque al Estado, al decir que el dinero debe estar sobre todo en manos de empresarios y “ciudadanos” (otra vez la indecente palabra que camufla las clases sociales que hay en su interior), propuestas de reducir más el Estado y priorizar el mercado (más desregulación y más recortes). Y si no me creen,  lean la reseña sobre el libro Una alternativa liberal para salir de la crisis: más mercado y menos Estado” del anarcocapitalista de la Escuela Austriaca de Economía, Juan Ramón Rallo, que aparece en el último recuadro y vean quién es el autor. Si se toman ustedes el esfuerzo en investigar por sí mismos vean quiénes son los otros “personajes” que hacen reseñas sobre tal exabrupto ideológico, que no económico.

Este sujeto, Gay de Liébana, pedía un rescate para España y un gobierno técnico no hace mucho. 

Claro como, en su “opinión”, todos los políticos son corruptos e inútiles, es bueno que la política esté en manos de empresarios, que justamente son los técnicos que él propone. Y los analfabetos políticos le aplauden hasta con las orejas.


Por hoy ya es bastante.