5 de agosto de 2020

UN PRÓFUGO DISFRAZADO DE EXILIADO


Por Marat

Dicen que Campechano I se ha ido a la República Dominicana. Ya no está en edad de disfrutar de los encantos de ninguna mucama mulata de resort para ricos sino en todo de caso de babear mirándola. En su patético estado de momia amojamada ya no hay Viagra que arregle tal grado de ruina viril.

Por muchas amantes de pago que tuviese en el pasado, parece que ha sido el apego al dinero de clara procedencia, y aún más cierta ilegalidad, el que le ha conducido a salir por piernas, por si las leyes suizas pudiesen atreverse a lo que las españolas difícilmente hubiesen hecho: justicia.

La carta dirigida a su hijo, Felipe VI, el Robot Impávido, es una obra maestra de cinismo.

Comienza diciendo que “ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada…”. El escándalo nacido de su condición de corrupto no pertenece a su vida privada sino a la pública, como máximo embajador y encargado de negocios en el extranjero por su condición de Rey. Su labor como comisionista de grandes compañías españolas, desde las energéticas hasta las financieras, pasando por el AVE y por otras muchas, en los negocios de éstas en terceros países, pone no solo en cuestión la supuesta neutralidad que ante intereses privados de grandes empresas tendría que tener un jefe de Estado sino su condición de alcahuete muñidor de grandes pelotazos internacionales por los que se llevaba una pasta. De su vida privada nada.

Afirma también que “mi legado, y mi propia dignidad como persona, así me lo exigen”. Se refiere a su “más absoluta disponibilidad para contribuir a facilitar el ejercicio de tus funciones [las de Felipe VI el Robot Impávido], desde la tranquilidad y el sosiego que requiere tu alta responsabilidad”.

Pero su legado es el de un rey, heredero de Franco, que jugó un papel muy oscuro en el 23-F, que algún día se aclarará, y el de un chorizo mayor que practicó la fuga de capitales a paraísos fiscales como el de Panamá, algo especialmente “digno en su persona” cuando a la clase trabajadora se aplicaban las recetas de caballo más salvajes (recortes sociales, despidos, austeridad, pérdida de derechos, empobrecimiento de amplias capas de trabajadores, etc.

No es que ser un mangante en épocas de expansión económica en las que nos hubieran caído algunas migajas a los trabajadores fuese más aceptable pero sí que indigna menos al populacho acostumbrado a fútbol y casquería televisiva. Esa fue tu perdición, Campechano, creer que heredabas la condición de caudillo por la gracia de dios de Franco, que tenías camino expedito para toda acción criminal a partir de tu condición de prócer “cuasi” divino sobre tu persona construido por los lameculos palatinos de los sucesivos gobiernos, los historiadores a tanto la página, el parlamento y los consejos de redacción mediáticos.  

Hacia el final de su carta a Felipe VI, el Robot Impávido, Campechano I señala “te comunico mi meditada decisión de trasladarme, en estos momentos, fuera de España”. A ver, rey de bastos, marqués de “bribón” (suena como Borbón), qué buen nombre para tu velero, conde de cazamayor, duque del pelotazo, señor de trinquete, no te trasladas, no haces el paripé de tu abuelito Alfonso XIII, esperando el tren que le condujese a Roma tras la proclamación de la III República, te das a la fuga, por si las cosas se ponen feas y porque tu hijo, para salvar su real culo, te ha dejado claro que o te piras o te deja caer en cualquier mazmorra, si no española, del extranjero. Y sabes que te puede caer un suplicatorio de otros países y, como poco, un calvario de investigaciones en el Congreso y por parte de fiscales y acusaciones particulares.

No creo que esto sea el fin inmediato del Robot Impávido pero sí pienso que es el principio del camino hacia una nueva era de éxodo de la casa de los borbones. Está tocada, no de muerte inmediata, pero sí de una desafección que la convierte ya no en intocable sino en directamente cuestionable por los españoles de casi todas las ideologías.

Cuando ante tanto cinismo de su padre, Robot Impávido “desea remarcar la importancia histórica que representa el reinado de su padre, como legado y obra política e institucional de servicio a España y a la democracia”, cuando pretende colarnos como acto de limpieza la presunta renuncia a la herencia de su padre, algo imposible mientras éste esté vivo y no se abrá el documento de herederos, cuando hay sobradas sospechas de que a TODOS los miembros de la Casa Real les habrá caído algo de los negocios de papá, cuando tienes un cuñado testaferro de los negocios de tu padre que ha pasado por el trullo, está claro que tu futuro no es halagüeño.  

El fin de los borbones será como “El hundimiento de la casa Usher,” de Allan Poe. Se irá carcomiendo hasta caer con “un largo y tumultuoso estruendo, como la voz de mil cataratas”

Pero no se fíen cuando eso suceda. El ruido de la caída, mil veces televisado y repetido por todas las redes sociales de entontecimiento colectivo, tendrá poco que ver con la realidad. Para entonces el pueblo español ya habrá dado por descontada la monarquía, del mismo modo en que se cansa de una serie cuyos últimos capítulos le aburren. Al fin y al cabo, vivimos en una sociedad del espectáculo sin actores colectivos pero con millones de relatores. Todo será una más de tantas ficciones.

La derecha, que lleva años haciendo su labor de zapa a la monarquía, siendo la deslegitimadora desde unos cuernos que no pueden existir cuando no hay traición sino coalición de intereses entre una casa francesa que ha tenido ya muchos avatares peligrosos en España y un mal fin en Grecia. Y fue la primera que dio el pistoletazo de salida al cuestionamiento de una monarquía que se presentaba como inmaculada. Lo suyo fue abrir el camino del descrédito a través de lo genital. La derecha es muy de vícios privados, públicas virtudes y espionajes varios. Lo del no robarás del séptimo mandamiento, ya tal, que decía Rajoy.

Las izquierdas, reformistas por naturaleza, centradas en cambiar el orden institucional desde la Revolución Francesa hasta hoy, sin tocar el orden económico de la burguesía, basado en trabajo explotado y sobrexplotado a través del salario, celebrarán como en el exilio de Alfonso XIII e Isabel II, un supuesto triunfo en el que la correlación ideológica traerá, como mucho, más reformismo capitalista, como poco un largo período de hegemonía de la derecha. Quizá crean que renunciando a la lucha de clases, la república lo hará todo por sí misma. O, tal vez, les valga con aparentar que cambian todo para que nada cambie.  

Seguramente crean que porque cambien un rey por alguien como Macron van a lograr la república socialista, escondiendo la lucha de clases detrás de la tricolor, que es su práctica habitual, en lugar de proclamar en primer lugar la defensa de los intereses de la clase explotada contra los de sus explotadores 

Y mientras tanto, la clase trabajadora seguirá pagando los platos rotos de la crisis del capital porque lo que no se lleva es hablar con claridad de que no soporta más su situación de que necesita organizarse como clase, de que el sistema capitalista ya solo puede sobrevivir extrayendo la sangre de sus venas y de que aquél ha de ser destruido para construir una sociedad de iguales, libres y solidarios.

29 de julio de 2020

DIARIO DEL AÑO 1 DE LA PANDEMIA (1)


Por Marat

¿Se han fijado ustedes que ya no decimos coronavirus, que el término COVID-19 está en retirada y que ahora todos hablamos de “pandemia”?

El ser humano destaca por muchas cosas. Una de ellas es la estupidez gregaria de repetir los términos que se emiten desde el poder. El mediático, que es un poder eco del empresarial (los medios de comunicación y los emisores de bulos son empresas), ha fijado ya el término, al que los políticos del sistema capitalista (todos los que tienen representación electoral porque no la alcanzarían de otro modo) se han unido en Santa Alianza.  

Decir pandemia es ir normalizando la excepción que nace del nombre concreto y específico de un tipo de epidemia concreto: el coronavirus SARS-CoV-2 (COVID-19). Cuando la anomalía emerge hay una necesidad de nombrarla. Es la manera de acercarse a lo que es, a su naturaleza, de indagar en su etiología, buscando el modo de combatirla.

Cuando esto no es posible porque no se disponen de los recursos económicos, aunque hayan miles de millones dispuestos para salvar, pongamos por caso al sector del automóvil (3.750 millones), ni de los técnicos, como la Comunidad de Madrid para incorporar rastreadores de la COVID-19, cuando bastaría no más de 800 encuestadores, como siempre mal pagados, pero bien formados mediante un correcto briefing técnico para hacer el seguimiento de los contactos de un infectado pero se duda durante más de un mes si se debe imponer la obligación de llevar mascarilla, que no palía lo que no se haga en inversión preventiva en equipos y medios técnicos, para no afectar negativamente al sector de la hostelería y el ocio madrileños, es mejor hablar de pandemia que de coronavirus o de COVID-19. Son fieles seguidores de lo que se ocultaba bajo la expresión “nueva normalidad” que inventó el gobierno de la nación, sugiriendo lo que éste acabaría haciendo después: la doctrina Sinatra del “My way”  (a mi manera) para cada autonomía, sabiendo que cada una de ellas buscaría el beneficio economico de su clase empresarial (no importa quién gobierne. Todo gobierno bajo el capitalismo responde a la máxima de servir a la ganancia del capital) antes que la protección de la vida.

Hay quien pretende que la inacción del gobierno español, que tan bien respondió durante el Estado de Alarma, protegiendo antes la vida que el beneficio empresarial, es un modo de demostrar que la dirección del Estado contra “el bicho” era eficaz y que los que tanto le criticaron desde la oposición política en sus gobiernos autónomos iba a mostrarse ineficaz. Seguro que hay algo de eso pero no deja de ser un comportamiento criminal por pasividad.

Sin embargo, no es esa la razón profunda de la “nueva normalidad”, consistente en mezclar preocupación en los nuevos datos de rebrote de la COVID-19 con esta especie de “laissez faire” de la descoordinación. La real es que estamos ante la peor crisis económica, que pronto será social (ya aparecen signos de protesta de sectores de trabajadores afectados por los despidos y la nueva miseria que se les viene encima), del capitalismo que hayamos conocido desde el final la II Guerra Mundial. Y hay que levantar la economía, mueran los que mueran.

Hay que agradecer al Presidente Trump su sinceridad cuando afirmó que “hay que tomar una decisión. Perdemos miles y miles de personas todos los años por la gripe, pero no apagamos el país por eso. [Hoy, 29 de Julio de 2020, Estados Unidos suma ya 148.066 muertos por el coronavirus COVID-19]. En promedio mueren 37.000 personas al año. ¿Pueden creerlo? Perdemos muchas más personas por accidentes de tránsito, pero no llamamos a las compañías a decirles que dejen de hacer autos por eso. Tenemos que volver a trabajar”.

La derecha capitalista es siempre más cruda pero más sincera sobre los intereses que defiende que la izquierda, que siempre es capitalista desde su origen en la Revolución Francesa, cuando su marca su diferencial fue cuestionar el poder del rey de vetar las decisiones de la Asamblea Nacional, no rechazar el régimen de propiedad burgués que entonces emergía. Pero explicar que comunismo e izquierda son antagónicos es como intentar destruir un acorazado con un tenedor. Los conceptos pueden contener tal nivel de ceguera emocional que impiden cualquier reflexión histórica.

La izquierda europea se inclinará por Biden, como antes lo hizo con Obama, dejando de lado lo que ya sabe: que en el circo político del capital todos responden a su mismo credo, se llamen Trump, Biden, Obama, Casado, Abascal, Sánchez o Iglesias, que se traga una trirreme romana con los galeotes en pie y los remos en alto, con tal de seguir manteniendo su estatus de representante público del capital.

Nos están vendiendo una mentira indecente de “ayudas”, que no defensa de las necesidades vitales de la clase trabajadora ni de sus derechos, con la basura de 462 € (come, paga tu hipoteca o tu alquiler y el agua, luz y gas de tu hogar, sin hablar del resto de necesidades, con eso) del Ingreso Mínimo Vital y resulta que de los 600.000 que dice el Ministro de la Seguridad Social (SS), el que decía que había que separar las prestaciones no contributivas de las contributivas de la SS para asegurar su futuro, que lo han pedido se han quitado a la mitad de candidatos a cobrarlo de encima. Rechazos, personas que desisten por dificultad de comprender o llevar a cabo el proceso de petición de la ayuda, imposibilidad de ser atendido por el teléfono de contacto, negativa al anunciado derecho a cita previa,…. que ha dejado de ser un derecho ligado al trabajo y a las conquistas de la clase trabajadora. Sugiero, para entender lo que significa esta mentira que sustituye derechos por asistencialismo el siguiente enlace: https://encuentrocomunista.org/articles/comprender-el-ingreso-minimo-vital/

¿Les atienden en el SEPE? La oficina del paro, para entendernos. En Madrid ya están negando las citas previas para cualquier demanda, incluida la Renta Activa de Inserción (RAI) de la Comunidad de Madrid, como estará sucediendo en otras Comunidades Autónomas. Eso sí, si vuelves a pedir cita porque la negativa a tus derechos no aparece justificada en el correo electrónico que los funcionarios del SEPE te envían, te dejan claro que el medio para reclamar es pedir la cita que te impiden tener con ellos. Y son muy amables: acaban el correo con “un saludo”.

Quizá haya que seguir hablando de ello y seguramente este post no lo lea casi nadie y, si lo lee, se conforme con decir ¡qué cabrones!, en lugar de organizarse en defensa de los derechos que son pisoteados a muchos de nosotros que no queremos saber que somos parte de la clase que se traga lo que haga falta con tal de no tener problemas, la clase trabajadora.

De los trabajos que no están asegurados, no de los que son fundamentales para la continuidad de la actividad de las grandes empresas y de la administración, los que aparezcan como nuevas oportunidades, serán aún más crueles con tu necesidad de supervivencia y de respeto a tu dignidad. Entiendo por lo que pasas. Sé de ello. Pero no podría entender tu resignación.

No voy a hablar de los desgraciados, con o sin papeles, sobre los que hace una semana se cargaba la prueba de los nuevos infectados. Es gente que solo quiere sobrevivir. Lo indecente es que, atribuyendo al hacinamiento en su pernoctación, tras sus horas de sobreexplotados (sin contrato legal, mal pagados, con horas excesivas de trabajo, sin protección en sus condiciones de trabajo,…), esa gente que ha asegurado que tendríamos alimentos durante el confinamiento, sean ahora la oportunidad de abaratamiento de sus condiciones de vida para el empresario que los sobreexplota cuando se propone que ayuntamientos, comunidades autónomas , Estado y empresarios se repartan el coste de sus habitáculos. En Francia, incluso con Franco, nos trataban mejor a los españoles durante la vendimia.   

Ningún organismo les va a dar una cifra real de parados. Ya se han encargado desde el SEPE en impedir la cita para apuntarse al desempleo pero sospecho que estamos entre 4 y 5 millones parados reales, no de adscrit@s por aburrimiento. Entre ellos, muchos desesperados que tienen sus cuentas a cero.

Vivimos en un tiempo de propaganda. Quizá sea necesario que usted mire sobre su propia realidad y deje aparte sus simpatías políticas electorales, hoy tan pobres. Tal vez deba empezar a pensar por sí mismo sobre lo que se nos viene encima y sobre si ello tiene algo que ver con el sistema económico en el que vive.

Elige si prefieres ser un esclavo que llora y se queja en el bar o alguien que se da cuenta de que comparte con muchos su rabia social y cree, con ellos, que ya basta. Es hora de organizarse.