11 de septiembre de 2017

A CUENTA DE DESCEREBRADOS Y 1-O

Por Marat

En 1998 codirigí, con otro técnico en investigación social y política, unas jornadas con diversos agentes políticos, sociales y económicos para la elaboración del Primer Plan Joven del Gobierno Vasco, en base a distintos grupos de discusión basados en la metodología cualitativa y en técnicas de diagnóstico y prospección social.

Aclaro, para los malintencionados, que mis trabajos como profesional independiente han sido pagados siempre por empresas privadas e instituciones políticas y sociales, del mismo modo en el que lo es el trabajo del 99% de los trabajadores ocupados.

Antes de continuar, aclaro a esos sujetos dos cuestiones más:

La primera de ellas es que no intenten buscar críticas a dicha labor por haber realizado algunos trabajos para un gobierno dirigido por la burguesía vasca porque, si tan puristas pretenden ser, a lo mejor debieran extenderlas a los funcionarios y empleados laborales de todas las administraciones públicas españolas (central, autonómicas y municipales) además de los que trabajan en empresas públicas, que alguna queda aún. Al fin y al cabo, cuando se trabaja en ellas uno conoce situaciones, unas correctas, otras absolutamente incorrectas dentro de lo público. Y hay quienes ante lo injustificable callan, la inmensa mayoría, y unos pocos a los que trabajar para otros no nos lleva a callarnos, aunque en ocasiones hayamos pagado un alto coste personal por ello.

En segundo lugar, espero que ninguno de esos descerebrados pretenda comparar el hacer un diagnóstico y una prospectiva sobre la situación de la juventud vasca en un período concreto y sobre sus necesidades, según sectores y clases sociales, con pasar a defender los intereses de las burguesías nacionalistas, sean estas españolas, catalanas o vascas, como hacen estos secuaces de las mismas.

Y ahora vuelvo sobre la cuestión esencial que viene a colación de este artículo.

Entre las sesiones de la mañana y las de las de la tarde de aquellas jornadas que les he citado, en las horas de las comidas, los técnicos que participamos en ellas comíamos con diversos participantes en las mismas.

En una de esas comidas, me tocó sentarme a la mesa con uno de esos eternos jóvenes -lo de eterno es porque el susodicho frisaba entonces los 40 años- que habían nacido de la marmita en la que se fabrica la poción mágica de los liberados de organizaciones políticas. El mentado era un dirigente de las juventudes del PNV, EGI (Euzko Gaztedi Indarra o Fuerza de la Juventud Vasca. Dejo para ustedes la consideración de a qué les suena un nombre así).

En lugar de interesarse por la metodología con la que abordábamos la investigación o por la experiencia con la que contábamos en tareas similares se fue directamente a preguntarme por mi orientación ideológica -y es que la policía orwelliana del pensamiento siempre funciona del mismo modo- Al otro no le preguntó porque ya sabía sobradamente que era de su parroquia. Le respondí que no me parecía muy oportuna su pregunta en una relación que debía ser exclusivamente profesional pero que no tenía inconveniente en aclararle que comunista. Pero no debió de convencerle la respuesta porque, tras poner un mohín un poco extraño, volvió a las andadas: “Pero ¿comunista español o comunista vasco?” Ahí ya le fui claro: “No me siento español, aunque eso dice mi carné de identidad. Y creo que si fuera vasco, tampoco me sentiría tal. Como comunista solo me siento internacionalista”. Y ya el tipo destapó el tarro de sus esencias y mostró toda su inteligencia: “Mi experiencia me dice que el que dice que no se siente nacionalista, no lo es de un lado pero sí de otro”. Ahí tenía que haberle respondido: “Mira tu eres tan gilipollas que solo tienes patrias y gudaris en tu cabeza”. Pero, como no quería poner en aprietos a mi colega de profesión por tener un compañero tan deslenguado, me limité a responderle: “El problema que tenéis los burgueses y las derechas es que ocultáis vuestros intereses de clase bajo un ropaje de intereses comunes de todos, cuando es sabido que hay clases sociales y que utilizáis las banderas para cegar a aquellos que explotáis en vuestras empresas”. Ahí se quedó la cosa y el sujeto tuvo claro que podía contenerme pero no morderme la lengua ni someterme a lamerle el culo como tantas veces he visto hacer a muchos por no atreverse a ir políticamente a contracorriente.

Gilipollas como este jeltzale de EGI me he encontrado estos días unos cuantos, no muchos porque casi nadie me ha respondido desde Cataluña y casi todos eran reBURROcionarios de alguna delegación del Procés en Jodar, Calasparra o Correpoco, por un suponer de localidades hacia las que siento todo el respeto del mundo, pero no a ellos, tras la publicación de mi anterior artículo sobre el día después del “referéndum” del 1-O. Estos figuras me han calificado como “españolazo rancio”, “un fascista”, “un infiltrado franquista”, “un facha que dice que soy comunista” o alguien al que le “ha picado el mosquito mesetero” (este es el término que más me ha gustado porque les delata ideológicamente tal y como son, xenófobos hacia los habitantes de las Castillas y lo que ellos entienden como atraso mental cuando tanto franquista militó luego en las filas de CiU (baste un ejemplo, entre muchos), el partido heredero del mencionado en las anda el amigo Puigdemont, el cuál ha tenido que reinvertar sus siglas para no acabar en el trullo por asociación para delinquir al estilo del PP).

A estas alturas me pasa como a los chicos de Estopa en cuanto a reivindicarme ante estos borderlines encanallados. La inmensa mayoría de ellos son como los bots en redes sociales (una ficción inexistente que crea opinión solo entre ignorantes vocacionales). Al fin y al cabo ni conocen mis posiciones contra el fascismo (http://www.foroporlamemoria.info/2010/08/retrato-de-“modelica-transicion”-con-sangre-al-fondo/ , https://www.lahaine.org/est_espanol.php/retrato-de-modelica-transicion-con-sangr-1, http://eljanoandaluz.blogspot.com.es/2013/03/de-gustavo-bueno-los-nazbol-pasando-por.html, http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/04/la-violencia-de-los-fascistas-de-la.html, http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2016/10/keep-calm-manten-la-calma-armesilla.html) porque solo leen lo que confirme su pobreza mental y, si lo hicieron, son lo bastante cínicos como para actuar como que no.

Algún malnacido, fabricante a sueldo de crispación, me ha comprado con la rana Jiménez Losantos. Resulta tan retarder mental e indecente que responderle sería perder mi tiempo, que se me escapa entre los dedos, como el de todos los que amamos la vida.

En cuanto al “putillo” que me ofrece las caricias de su piolet poco que decirle,


salvo que ningún cagón como él llega ni subido a un globo aerostático a la altura de un cobarde asesino como Ramón Mercader, que mató a traición al modelo de criptomencheviques con los que ahora tan ruinmente coincide en sus posiciones de lamer el culo a un sector de la burguesía del Estado español. Los encogidos como él solo son valientes en ese falso anonimato que da las redes sociales pero no valen ni para ser la sombra traidora en el mundo real que apuñala por la espalda porque se les va su testosterona de matón de discoteca por la boca. 

Si algo me confirma que el Procés es, ya no la farsa de la que hablaba Marx respecto a la repetición de la historia, sino una opera bufa que acabará en el más tremendo de los ridículos, no son solo homúnculos como el anterior, sino la estupidez de un Julian Assange, hacia el que siempre mantuve respeto y admiración hasta que salió tuiteando la imagen falsamente prefabricada de los tanques de Tiananmen con la famosa masacre que el propio Assange desmintió en 2011 en comparación con lo que él dice que el pueblo catalán no permitirá. Cuando se deja de hablar de lo que se sabe y se es papagayo de ciertos lobbies de un sector de la burguesía de un país que se desconoce, se acaba diciendo estupideces.


Del mismo modo, que un imbécil y canalla compare al Estado español con el genocida sionismo de Israel y a la “atribulada” Cataluña con la doliente y asesinada Palestina me hace darme cuenta de hasta qué punto están fuera de la realidad esta pandilla de enfermos mentales.


Frente a ello, recibo lo que me dicen amigos de Cataluña y noto una tranquilidad y un distanciamiento más que notables respecto a la tensión inducida mediática e institucionalmente.

Del mismo modo, veo entre la gente de Madrid y de otros lugares de España un relajo tremendo respecto a la Brunete mediática que clama contra el gobierno español, exigiéndole tanques, cárcel y suspensión de la autonomía.

El pueblo catalán siempre estuvo sobrado de seny, justo el que ha perdido la burguesía nacionalista de su tierra y sus políticos principales porque creen tener algo que ganar en una huida hacia delante que fuerce la máquina, para seguir chantajeando con la tensión que obtiene réditos económicos. Réditos que no son para el pueblo catalán en su conjunto, y menos aún para sus clases trabajadoras, sino para esas mismas burguesías que untan a sus políticos corruptos. No estaría mal analizar en relación con todo ello qué ha pasado en la estructura productiva del capitalismo catalán y cómo éste ha perdido pie en los últimos 10-15 años respecto a sus capacidades de dinamizarse y de mantener su ritmo de acumulación del capital. Entenderíamos muchas cosas pero ese análisis sería demasiado marxista y los progres “putillos”, complices del Procés nunca entendieron a Marx ni la dinámica del capitalismo.

En el pueblo español nunca ha existido seny en la misma proporción que en Cataluña pero no carece del sentido de la ironía, ese que ayuda a distanciarse más de los que creemos sus críticos y que le hace preferir cualquier estupidez de los ecos sociales antes que los comportamientos políticos que buscan la ira inducida para obtener réditos espurios.

Olvidan algunos que los gritos de taberna en las redes sociales poco tienen que ver con lo que, de verdad, pasa en la calle porque, a veces, el público menos ideologizado contempla sin orejeras la realidad tal cuál es y percibe el tongo del combate.

No soy de los que les gusta recurrir a los periódicos digitales de los progres; esos tan dados a las demandas democrático burguesas. Pero cierto texto de una publicación dependiente del Público de Roures, ese tipejo empresarial sin escrúpulos que hace comer a los podemitas de su mano, que tensa y destensa situaciones en su propio beneficio económico, me convence de que toda esta puesta en escena no es sino una cantinflada destinada a hablar mucho sin decir nada. El texto de Guillem Martínez muestra de qué modo toda esta puesta en escena es pura pose y cartón piedra.

Si tuviera que resumir de un modo principal el porqué creo que, a partir del día 2 de Octubre se verá que no habrá ni secesión, ni sedición (sí, sedición es no solo golpe de Estado sino usar tu legalidad para cambiar tus propias leyes a mitad del partido a tu favor para crear una nueva falsa legalidad que viola los mecanismos que antes aceptaste) es porque veo que la clase trabajadora catalana y española no se sienten representadas ni incluidas en toda esta mascarada entre burguesías. Saben que tanto el gobierno de CiU y luego PdCat, que incluye a los tenderos pequeñoburguses de ERC, como el de España, son los que les han jodido todos estos años de la crisis del capital con sus recortes y sus leyes involutivas y que, ahora que la burguesía logra recuperar su tasa de ganancia, no está dispuesta siquiera a ofrecerle las migajas de una mejora mínima de sus salarios o de un empleo más seguro.

Que las burguesías catalana y española hagan sus juegos de artificio, que acabarán en un concierto económico al estilo vasco, no me indigna. Lo que me revienta es el papel de de las CUP, pijoflautas de papá, y de los reBURROcionarios de salón que traicionan a la clase trabajadora sumándose a demandas democráticas institucionales y abandonando a su suerte las de clase, mientras las traicionan, apoyando un proceso dirigido por el PdCat, uno de los más recortadores de derechos sociales y económicos de toda la etapa de la crisis capitalista.

Como prueba baste el botón que publica Viento Sur, la revista de los podemitas de Anticapitalistas:

En realidad les quedan dos opciones: apoyar el proceso emancipatorio o situarse en una posición marginal durante los próximos 20 años. En una tesitura que vagamente recuerda a la actual y que ahora sería demasiado largo de explicar, el PSUC y el PSC a inicios de los 80 se equivocaron y estuvieron 23 años en la oposición.

¿Qué habría hecho Francesc Pi i Margall? Está claro. Hace más de un siglo los federales querían acabar con el caciquismo y el turnismo del régimen de la restauración monárquica de 1874. Pi i Margall planteaba una alianza entre republicanos y catalanistas. Con el término "catalanistas" se refería a la Lliga Regionalista. Hay que recordar que la Lliga era una propuesta política mucho más derechista que un PDECat que acaba de descubrir muy recientemente que es una opción republicana”.

A modo de conclusión, así acaba su artículo este cráneo privilegiado:

No sabemos qué nos ofrecerá un futuro muy, muy cercano, pero si se quiere una hegemonía política de las izquierdas los próximos veinte años hay que ser osados. Si se quiere dirigir hay que estar delante, asumiendo contradicciones, claro que sí. Esquivar la historia es suicidarse. Muchos vemos con emoción y esperanza que hay un balcón que está esperando.” (Viento Sur: Comunes, ¿y si el dilema está equivocado?”. Jordi Serrano)

Sospecho que el “balcón que está esperando” no lo va ser para proclamar la República catalana sino para arrojarse políticamente desde él, una vez que estos progres se han puesto al servicio de los intereses de la burguesía.

Estos homeópatas de la revolución son listos útiles dispuestos a recrear y revivir el papel más indecente de la socialdemocracia, que ya no es ni minireformista.

No me iré sin responder a algunos lectores de solapas de libros que compran porque hay que tenerlos para hacer méritos pero no que no abren ni siquiera hasta la introducción al mismo.

Varios “comentaristas” me han citado a Stalin como autoridad en materia de cuestión nacional y derecho de autodeterminación. Como voy más allá de las solapas de los libros y sí que me leí hace ahora unos 30 años “El marxismo y la cuestión nacional” les responderé alguna cosilla al respecto.

En el marxismo, en lo relativo a autoridad teórica sobre el derecho de autodeterminación han sido Marx y Lenin quienes más aportaron y con mayor certeza.

En cualquier caso, como el marxismo, salvo para los beatos que lo degeneran, no es una religión, no hay infalibilidad papal sobre las distintas posiciones que se han ido fijando. La validez del método está por encima de la corrección de puntos concretos y coyunturales.

Admitiendo que Dzhugashvili (Stalin) señala algunas cuestiones interesantes sobre los conceptos de nación, Estado, lengua/idioma, nacionalismo, derecho de autodeterminación, conviene aclarar a estos lectores de solapas que:
  • Stalin no dijo nada sobre el caso español, que es el primer Estado moderno europeo, del que diversas fuentes afirman que su Rey Ferrán de Aragón, Fernando el Católico, es la inspiración de Nicolás de Maquiavelo para su compendio teórico sobre la política expresado en “El Príncipe”. Evidente limitación conceptual para tomar en consideración la aportación de Stalin a los problemas de integración territorial en el Estado español.
  • Para Stalin, la represión hacia la lengua y la no enseñanza de esta en las escuelas es una de las razones principales que explican que determinados pueblos se sientan incómodos dentro de un Estado. El caso catalán, desde 1979, demuestra que esto no es así.
¿Qué es lo que inquieta especialmente a una minoría nacional?

Lo que produce el descontento de esta minoría no es la falta de una unión nacional, sino la falta del derecho a usar su lengua materna. Permitddle servirse de su lengua materna, y el descontento desaparecerá por sí solo.

Lo que produce el descontento de esta minoría no es la falta de una unión artificial, sino la falta de escuelas en su lengua materna. Dadle estas escuelas, y el descontento perderá toda base.”

Así pues cierta afirmación de Stalin en “El marxismo y la cuestión nacional” sobre la lengua de las minorías nacionales parece, como poco, inexacta e ingenua, tanto para el Imperio Ruso (su texto es de 1913), como para otras naciones, incluida España. Sobre esto es discutible si España es o no una nación pero no el que la potenciación de las lenguas propias de un territorio acabe con los problemas de integración territorial. Los propios nacionalistas han reconocido más de una vez que utilizar políticamente la lengua ayuda a trazar frontera, a integrar lo nacional, a marcar diferencias “nosotros vs- ellos” y a convertirla en ariete para la emancipación de los pueblos.

Es cierto que Stalin proclama en su texto el derecho de autodeterminación de los pueblos pero...no se sale en uno solo de sus ejemplos de los casos de naciones sometidas bajo imperios concretos, al igual que, en su día, habían hecho Marx y Lenin.
  • El ruso: Polonia, Lituania, Ucrania,..
  • El inglés: las antiguas colonias de Norteamérica que emitieron su declaración de Independencia respecto a este Imperio el 4 de Julio de 1776. Debemos añadir el caso de Irlanda,
  • El Imperio Austro-Húngaro, que ya presentaba enormes tensiones territoriales e interétnicas, antes de la guerra del 14 (I GM) y que se descompone a gran velocidad, dando lugar a la aparición de Estados separados como Austria y Hungría y Checoslovaquia, al final de la gran guerra, además de integraciones de determinados territorios del desaparecido Imperio a otros Estados como es el caso de Polonia, que proclama su independencia en noviembre de 1918, que se adjudica la región austriaca de Galitzia, entre otras recomposiciones en el este europeo.

Y sobre el carácter de los movimientos nacionalistas, Stalin no se engaña:

La lucha comenzó y se extendió, en rigor, no entre las naciones en su conjunto, sino entre las clases dominantes de las naciones dominadoras y de las naciones postergadas. La lucha la libran, generalmente, la pequeña burguesía urbana de la nación oprimida contra la gran burguesía de la nación dominadora (los checos y los alemanes), o bien la burguesía rural de la nación oprimida contra los terratenientes de la nación dominante (los ucranianos en Polonia), o bien toda la burguesía "nacional" de las naciones oprimidas contra la aristocracia gobernante de la nación dominadora (Polonia, Lituania y Ucrania, en Rusia).

La burguesía es el principal personaje en acción.

El problema fundamental para la joven burguesía es el mercado. Dar salida a sus mercancías y salir vencedora en su competencia con la burguesía de otra nacionalidad: he ahí su objetivo. De aquí su deseo de asegurarse "su" mercado, un mercado "propio". El mercado es la primera escuela en que la burguesía aprende el nacionalismo.”

(…)

La burguesía de la nación oprimida, que se ve acosada por todas partes, se pone, naturalmente, en movimiento. Apela a "los de abajo de su país" y comienza a clamar acerca de la "patria", haciendo pasar su propia causa por la causa de todo el pueblo. Recluta para sí un ejército entre sus "compatriotas" en interés... de la "patria". "Los de abajo" no siempre permanecen sordos a sus llamadas, y se agrupan en torno a su bandera: la represión de arriba les afecta también a ellos, provocando su descontento.

Así comienza el movimiento nacional.

La fuerza del movimiento nacional está determinada por el grado en que participan en él las extensas capas de la nación, el proletariado y los campesinos.

Que el proletariado se coloque bajo la bandera del nacionalismo burgués, depende del grado de desarrollo de las contradicciones de clase, de la conciencia y de la organización del proletariado. El proletariado consciente tiene su propia bandera, ya probada, y no necesita marchar bajo la bandera de la burguesía.”

Esto es algo que tanto progres (podemitas, trotskos, pequeñoburgueses de ERC, pijoflautas de la CUP,...) como parte de quienes reivindican la figura de Stalin “olvidan”. No estaría de más que estos últimos leyesen más a su referente y no se limitasen al mantra de las citas para cualquier situación y ocasión. Al fin y al cabo lo hacemos muchos marxistas que no nos identificamos ni con él ni con Trotsky. Quizá aprenderían algo de poner siempre los intereses de la clase con la que dicen identificarse en primer lugar, en vez de ponerse al servicio de los intereses de las burguesías nacionalistas. Vale para Cataluña y para España.

En Mayo de 2008, la burguesía del departamento de Santa Cruz, en Bolivia, que venía azuzando a grupos indígenas para otorgar a su movimiento separatista del Estado Boliviano una “cierta base popular”, organiza un referéndum de autonomía al margen del propio Estado y contra la voluntad del gobierno del Presidente Evo Morales, que lo había declarado ilegal y no reconoció sus resultados, pobres en afluencia de votantes. El objetivo real, disfrazado de autonomía local y administrativa, era la secesión del territorio más rico del país, entre otros motivos porque rechazaba la orientación ideológica y popular del gobierno central. Los intereses especulativos y de intención privada respecto a las riquezas petroleras en ese territorio estaban detrás de toda esta comedia bufa.

No recuerdo a esos héroes no catalanes pero embajadores del referéndum de autodeterminación para Cataluña en sus respectivas zonas pronunciándose en un sentido o en otro sobre tal proceso de autodeterminación. No soy ingenuo. No creo que fuese porque esta gente fuese realmente de ideas progresivas y compartiese la orientación ideológica del gobierno boliviano, y callase para no criticar a un gobierno amigo, sino por cinismo, porque de pronunciarse en contra del proceso sedicioso de la burguesía de Santa Cruz, iban a tener una contradicción flagrante con su posición tan favorable a la libertad del pueblo catalán contra su “terrible Estado opresor”, el español, y hegemonizado por la burguesía y la derecha catalana, salvo que pretendan que ERC es socialista (quizá tras una fumada colectiva…) y que la marioneta Puigdemont es un camarada bolchevique.

A ver si aprendemos algo de la historia, amiguitos, y dejamos de hacer demagogia barata y de putillos y putillas pijoproges de las burguesías.

Déjenle ese papel de jodeobreros al gran revolucionario Gabriel Rufián, que deja bien claro en su perfil laboral de Linkedin a qué se dedicaba antes de vivir de la política y la demagogia liberadora de pueblos oprimidos.


8 de septiembre de 2017

EL DÍA DESPUÉS DEL 1-O. VAMOS A REÍRNOS UN POQUITO

Cuando tú tengas que dar la cara en lugar de tus jefes
Por Marat

He llegado a un punto en el que la convicción me dice que no tengo obligación de respetar ni al lerdo ni al que miente y tergiversa. Voy a dejar algunas nociones claras para todos estos "amigos":

a) Marx habló del derecho de autodeterminación de Irlanda, como Lenin del de Finlandia o Polonia. Ambos hablaban de dos imperios que sometían naciones: el británico y el ruso. Vale para imperios. Este argumento lo ignoráis algunos con el desprecio de vuestra infamia.

Calificar de imperialismo, un sabio término leninista que nada tiene que ver con las viejas estructuras de los antiguos imperios, a un Estado para justificar la independencia del territorio que no se estructura desde la relación metrópoli-colonia sino desde una posición de privilegio de dicho territorio respecto a otras muchas zonas de dicho Estado, entre otras motivos por las inversiones de dicho Estado hacia el supuestamente sometido, muy superiores a las del resto de las regiones, es propio de demagogos que hablan para  sectarios.

b) Cuando algunos grupúsculos, de vida cuasivirtual dicen que la independencia de Cataluña ayudaría a acabar con el régimen del 78 manipulan hasta la indecencia. Saben muy bien esos degenerados políticos que tal choque de trenes solo traerá un cierre nacionalista por la derecha en Cataluña y en España. De hecho, las derechas del PdCat (sí señores, no solo la ex CiU es derecha, también los pequeñoburgueses de ERC) y las del PP han logrado polarizar las posiciones del resto de grupos políticos en torno a la dualidad independencia vs. Estado unitario. Incluso los discursos matizados de Podem, Unidos Podemos y toda la farfolla progre no es sino un intento de equidistancia malogrado que, según matices, personas y zonas, bascula hacia uno u otro lado, dentro del eje nacionalista catalán vs. español.

c) Cataluña no es una nación oprimida sino la heredera del Reino de Aragón, entidad que, mediante pacto dinástico con el Reino de Castilla, dio lugar al nacimiento del Estado español.

d) Mientras los progres y los revolucionarios de chichinabo pequeñoburgueses os vendéis a la burguesía catalana, del mismo modo que lo han hecho las putillas de la CUP (putillas que ceden un puesto al PdCat en la Mesa  del Parlament o que apoyan los presupuestos regresivos contra los trabajadores de ese grupo), habéis logrado, con vuestra miseria moral, que no se hable de la situación de la clase trabajadora en España, del mismo modo que hacen la Vanguardia, El Periódico, la televisión catalana, las teles y los periódicos españoles y toda la basura parlamentaria de España y de Cataluña.

e) Bajo cualquier forma de Estado, capitalista o socialista, lo que ha pasado en estos últimas días en Cataluña sería tratado como una forma de sedición y sus actores obtendrían el trato pertinente.

Dicho esto, la bufonada independentista en la que no creen ni la sociedad catalana ni la del resto de España, se va a resolver con un grado mucho menor de dignidad que la que sostuvo el Lehendakari Ibarretxe cuando fue al Parlamento español a proponer su extravagante plan de libre asociación entre Euskadi y España en 2005 y le vinieron a decir aquello de “casi que no”. La sociedad vasca ha sabido, sin los superhéroes de ETA, ir viendo como renqueaba, como la española, su búsqueda del día a día.

Este breve texto no va a pasar a la memoria colectiva de los pseudorevolucionarios del cuanto peor mejor, ni de los de si algún sector de la burguesía nos facilita la labor que somos incapaces de hacer entre la clase trabajadora, le lamemos el ojete, le ponemos alfombra roja y le nombramos camarada del año.

La frustración colectiva del independentismo catalán, cuando al día siguiente del 1-O descubra que ha de seguir gestionando un gobierno autonómico no independiente hasta unas elecciones que abran paso a una coalición entre independistas de ERC con partidos españolistas de pseudoizquierda, dará lugar a una nueva fantasmagoría de mentiras políticas.

La burguesía catalana, que continuará en el gobierno, esta vez con pequeñoburgueses radicales de variado pelaje, ya no necesitará a l@s felador@s del viento de las CUP. Los rastafaris del 15M anticapis volverán a los chalets de sus papás y algunos pasarán a engrosar ciertos organismos autonómicos e incluso cargos medianamente relevantes de empresas catalanas con proyección española e internacional. Pero no llames putillas de la burguesía catalana a es@s criaturas de la CUP tan guays y modernas, no sea que ofendas a algún/a tont@ de los cojones.

Y, mientras tanto, allá arriba en los consejos de administración de la gran burguesía, algunos capitanes de empresa y los consejeros de administración de las que de verdad cuentan en este país de mierda, se partirán el culo de risa, mientras los trabajadores obtienen aquello que se han ganado a través de la pelea por sus derechos que no hicieron: nada. 

"Quien no se mueve no siente sus cadenas" (Rosa Luxemburgo)

PD: Parece que el término "putillas" es ofensivo, no porque la CUP se haya vendido ideológicamente a la burguesía catalana por el precio de adquirir un peso mediático y de influencia política mayor del que le corresponde a su peso real en la sociedad. Parece también que el hecho de que sea un término femenino ofende aún más, aún cuando el ejercicio de tal actividad sea solo anecdóticamente también masculino. Parece incluso que el término polariza cualquier consideración sobre el resto del texto, aún cuando no haya argumentario capaz de echar abajo lo que en dicho texto se expresa. 

Pues bien, ampliaré el concepto para hacerlo más democrático y menos ofensivo a los castos oídos neoinquisidores. Diré putillas y putillos, al estilo de como hacía el lehendakari Ibarretxe con lo de los vascos y las vascas. También lo puedo poner en el lenguaje progre 15Mero de "putillxs" pero me da risa tener que retractarme ante la dictadura de lo políticamente correcto. Como dijo aquél "eppur si muove"

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Puede que también le interese: A CUENTA DE DESCEREBRADOS Y 1-O http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2017/09/a-cuenta-de-descerebrados-y-1-o.html

16 de agosto de 2017

EL TROTSKISMO ES SOCIALDEMOCRACIA

Si tienes una urna por cabeza la charlatanería paralamentaria
es lo tuyo
(el estalinismo también pero lo veremos otro día)

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG
A lo largo de este mes de Agosto me he comportado como un perro vago. Pido disculpas a mis lectores. Estaba mentalmente agotado. No tenía nada que decir ni capacidad para hacerlo.

De hecho, me han llamado en varios momentos al orden por esta desidia mía veraniega. No les falta razón a mis críticos.

Espero estar en Septiembre a la altura de las circunstancias que yo mismo he elegido como una de mis formas de militar en el comunismo.

En cualquier caso, he encontrado un texto de Rolando Astarita que deseo compartir con ustedes.

Con este autor no comparto en absoluto su crítica hacia el gobierno sirio, para mí el último bastión de civilización frente al islamismo. No, no hablo del fundamentalismo islámico sino de todas las porquerías a las que ha dado lugar esa religión, como lo han hecho el cristianismo ys sus sectas u otras supersticiones.

Tampoco el grado en el que expresa su condena y rechazo a la nunca existente “revolución bolivariana” (cae en la democratitis) y a ese engendro llamado socialismo del siglo XXI (desde el peronismo de Kirchner al ciudadanismo burgués de Correa y su falso continuador Lenín Moreno, pasando por el espejismo progre del lulismo brasileño.

Sin embargo, Astarita, es un regalo en su explicación de la economía marxista que plasma en su blog. En el 150 aniversario de “El Capital”, Astarita es una apuesta por volver a Marx, algo muy extraño a los beatos que hacen del marxismo una religión y que están dispuestos a negar que la historia de la humanidad es la de la lucha de clases y no la elección entre imperios que algunos hacen.

En este caso, Astarita al que algunos tildan de trotskista por no haberle leído apenas, golpea sobre esa corriente por sus querencias socialdemócratas, esperables en los seguidores de quien hasta el último momento antes de la revolución se resistió a pasarse a las filas bolcheviques.

Sin más, les dejo con su brevísimo e interesante texto que recuerda a quienes en España empezaron de aparentes pirómanos y han acabado de bomberos-toreros.

AGITACIÓN TROTSKISTA CONTRA LA DESOCUPACIÓN Y ROSA LUXEMBURGO
Rolando Astarita. rolandoastarita.blog

En varias entradas he planteado que es imposible eliminar la desocupación en tanto se mantenga la propiedad privada del capital (véase aquí y siguientes). He dicho que esto se desprende de la teoría de la explotación de Marx y de la experiencia histórica. Y agregué que los marxistas deben explicarlo a las masas. Claramente, lo escribí en crítica a lo que están haciendo en esta campaña electoral los candidatos del FIT y de Izquierda al Frente (al menos, la mayoría de ellos). Es que cuando hablan en la TV, o en los medios masivos, no dicen que en el marco de las relaciones capitalistas el ejército de desocupados siempre tiende a recrearse. Sí lo admiten en sus periódicos, pero no cuando se dirigen a la opinión pública en el sentido más amplio. Y no lo dicen porque si lo hicieran su discurso terminaría en la incoherencia. ¿Por qué? Pues porque es absurdo pedir el voto para que en el Parlamento se apruebe una ley para acabar con la desocupación, diciendo al mismo tiempo que es imposible acabar la desocupación con esa ley.

En otros términos, para responder a las críticas (y conservar el espíritu “rojo”) las organizaciones trotskistas admiten que la desocupación es inherente al capitalismo (véase http://www.laizquierdadiario.com/La-jornada-laboral-el-reparto-de-las-horas-y-la-relacion-de-fuerzas). Pero cuando sus candidatos van a los medios, disimulan la imposibilidad de acabar la desocupación en tanto subsista el capitalismo. Por eso el mensaje habitual en la TV y otros medios masivos es “en el Congreso vamos a proponer la ley del reparto de las horas de trabajo” y “la ley de prohibición de despidos”, para lo cual “te pedimos el voto”. El discurso de Del Caño es muy ilustrativo al respecto. Repito: lo que estoy planteando es que digan, pública y abiertamente, que la desocupación, en el sistema capitalista no se suprime votando candidatos de izquierda al Parlamento. Los diputados de izquierda ayudan a las luchas obreras y por las libertades, pero su acción parlamentaria siempre será impotente para torcer, en algún sentido fundamental, las leyes económicas del capitalismo.

Esta última idea está en la tradición del socialismo revolucionario. Por ejemplo, en Reforma o revolución, de Rosa Luxemburgo. En este libro explica, de forma sencilla y accesible para cualquier trabajador, por qué los sindicatos no pueden gobernar las leyes del capitalismo. Dice que no pueden controlar:
  • la demanda de trabajo (que depende del nivel de producción);
  • la oferta de trabajo, creada por la proletarización de las capas medias de la sociedad y la reproducción de la clase obrera;
  • el nivel de productividad.
Esto significa que el valor de la fuerza de trabajo y el nivel de empleo dependen del sistema económico, no del sistema legislativo. O sea, la explotación, dentro del sistema de trabajo asalariado, no se basa en leyes parlamentarias. Por eso Rosa Luxemburgo dice que “…las relaciones fundamentales de la dominación de la clase capitalista no pueden transformarse mediante la reforma legislativa, sobre la base de la sociedad capitalista, porque estas relaciones no han sido introducidas por las leyes burguesas, ni han recibido forma legal” (énfasis agregado).

Este sencillo mensaje es vital en la lucha por la independencia de clase y contra las ilusiones en la democracia burguesa. Subrayo la idea: las relaciones fundamentales de dominación de clase no pueden transformarse mediante reformas legislativas. Debería llegar a la opinión pública, sin vueltas.


24 de julio de 2017

HABLEMOS DE LA CLASE TRABAJADORA SIN FANTASÍAS

Por Marat

Hay un tipo de orejeras para caballos, y algunos otros équidos como el asno, que, a pesar, de su nombre, no tapan las orejas ni las enfundan sino los ojos, con el fin de que los insectos no se les cuelen y molesten.

Tomadas como metáforas, las orejeras aplicadas a los humanos serían una especie de condones mentales cuya utilidad es la de que no pongamos jamás en cuestión nuestros propios presupuestos ideológicos ni nuestros cómodos esquemas mentales.

Esas orejeras son comodísimas. Impiden que pensemos en exceso, que digamos inconveniencias, que carguemos con las consecuencias del libre pensamiento y que evitemos que nos explote la cabeza por hacer el esfuerzo absolutamente desacostumbrado de poner en duda cualquiera de nuestras certezas.

De esas orejeras no escapa ni dios. Solo en ocasiones muy contadas se nos caen los palos del sombrajo cuando la realidad desafía a nuestro pensamiento preconcebido, a nuestras construcciones ideológicas del mundo o, expresado en términos marxistas, de nuestra falsa conciencia, de nuestra conciencia deformada de la realidad.

Y ello no siempre sucede por efecto de la ideología dominante; es decir, por aquello de que “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante” (“La ideología alemana”. Feuerbach. Oposición entre las concepciones materialista e idealista. K. Marx y F. Engels).

La historia nos ha demostrado que, a menudo, dentro de las corrientes emancipadoras de la explotación de los seres humanos por otros seres humanos subsisten falsas percepciones de la realidad, “opiniones”, construcciones “idealistas” que enmascaran la realidad y se sustentan más en el deseo o incluso el autoengaño, que en “el análisis concreto de la realidad concreta”, dicho en términos leninistas.

En definitiva, cuando nuestras ideas sobre el mundo desafían a la realidad estamos ante una mixtificación de ésta, ante una construcción ideológica en el sentido más peyorativo que Marx le daba al concepto, como relación invertida entre nuestras representaciones mentales y esa misma realidad. Y de esas orejeras no han escapado, en buena medida, tampoco quienes se proclaman seguidores de la “teoría de la praxis”, los cuáles sostienen, con harta frecuencia, una visión del mundo, cosmovisión les gusta decir, absolutamente idealista.

Vayamos a los hechos a partir de dos ejemplos.

Hay un mito fundacional en la idea del avance progresivo en un sentido histórico, y que arranca en los tiempos modernos de Rousseau, que señala que el hombre es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que le corrompe. En consecuencia bastaría con cambiar las instituciones (no solo las políticas sino el conjunto de los organismos públicos o privados creados para realizar una determinada función, cualquiera que sea ésta) para que se despliegue esa bondad entre el conjunto de los seres humanos, es decir, de la sociedad.

Ese pensamiento, que es judeo-cristiano, en la medida en la que parte de una representación ideal de la persona a imitación de Dios, pues es el primero obra de su creación, es de una simpleza pasmosa pero tiene más seguidores de los que parece. Y olvida que la humanidad, conformada por individuos concretos, es la que crea esas instituciones.

El riesgo de tan ingenua concepción del mundo es caer en el extremo opuesto, planteado un siglo antes por Hobbes (“El Leviathán”), según el cual el hombre es malo por naturaleza y es necesario un poder absoluto para controlar su maldad.

Vuelve a ser un pensamiento tramposo, en este caso por varias razones: justifica la violencia sin límites de un grupo concreto desde el poder (en el pasado la monarquía absolutista) sobre el conjunto, exalta, desde una perspectiva moderna, el darwinismo capitalista y tampoco deja de ser una opinión poco fundamentada, excepto que aceptemos una selección interesada de algunas experiencias concretas que no pueden ser elevadas a un rango general por ninguna evidencia científica.

Parece necesario escapar de una visión reduccionista y global en términos morales para explicar la realidad, al menos desde el presente, ya que las explicaciones inmanentes y transhistóricas simplifican de tal modo el análisis que solo perciben aparentes constantes sin ver las líneas ni los elementos de ruptura que expresan las transformaciones sociales.

El ser humano es un producto histórico. Hace y deshace el mundo, destruye creativamente y reconstruye nuevos órdenes sociales más veces a su pesar que por su propia voluntad. Para Lukacs (“Historia y conciencia de clase”) en los momentos decisivos de la lucha “todo depende de la conciencia de clase, de la voluntad consciente del proletariado”. El elemento subjetivo es, para el marxista húngaro, clave.

Pero en tanto que no se produce ese momento ascendente de la historia humana, los trabajadores pueden alcanzar la mayor degradación moral en relación con el respeto que cada uno de sus miembros se debe a sí mismo y al resto de su clase. No hay un mérito perenne en la misma, ni el hecho de que sea la que objetivamente, por su posición en la producción, tiene todos los motivos para rebelarse, y con ello liberar al resto de la humanidad, convierten a sus componentes en modernos Prometeos ni mucho menos.

Durante los cerca de 10 años que ha durado la crisis capitalista, antes de que se iniciara la recuperación de sus beneficios, la clase trabajadora ha soportado con un estoicismo digno de estudio la depauperación de su nivel de vida, el recorte de sus salarios, la destrucción de sus conquistas sociales, la sobreexplotación en sus condiciones de trabajo, la desregulación de sus relaciones contractuales,…. Sus protestas y huelgas no han significado en absoluto un rechazo al capitalismo como régimen bajo el que superviven sus existencias.

Durante el período en el que se han mantenido sin grandes recortes las conquistas sociales, producto de las luchas históricas de sus precedentes, los trabajadores de la segunda mitad del siglo XX han actuado predominantemente como seres pasivos que validaban el pacto social de sus organizaciones mayoritarias, mientras se confortaban dentro del simulacro de una democracia de consumo.

El sujeto histórico no se ha comportado como tal.

Puede argüirse que no ha existido una organización (partidos, ya que la función sindical está básicamente limitada por lo salarial) de la clase realmente revolucionaria; pero lo cierto es que la relación entre la clase y sus organizaciones se ha retroalimentado durante cerca de 60 años en el mundo capitalista avanzado. Las organizaciones políticas gestionaban el capitalismo y sus bases sociales aprobaban con sus votos dichas prácticas.
Pero es que, además, sostener la tesis del reformismo como única explicación del aburguesamiento durante este largo período de la clase trabajadora supone asumir el principio antidemocrático de que las transformaciones sociales son obra de las organizaciones, no queriendo entender que aquellas las realiza la clase, y que el papel de sus organizaciones es el de la dirección de ésta, no su sustitución en los procesos de lucha.

La explicación de la alienación como teoría que justifica la dominación ideológica del capital sobre la clase trabajadora no es válida porque no estamos ante términos equivalentes, por mucho que los “izquierdistas” sin formación política los usen como sinónimos. El primero de esos términos se refiere a la enajenación del trabajador respecto al producto de su trabajo, al aislamiento de éste en relación con sus compañeros dentro de la producción (dificultad para crear conciencia de clase explotada) y a la negación del potencial humano del trabajador bajo el sistema de producción del capital. Estamos ante la prohibición del ser humano como creador. Por contra, la dominación ideológica se refiere a todos los aparatos de control y justificación del régimen de explotación laboral a través del mundo de las ideas y los valores (educación, justicia, cultura, religión, Estado como legitimador, medios de comunicación convencionales e Internet como transmisores de la ideología dominante,…)

Quedémonos con el uso ignorante del término alienación y aceptemos que la intención del mismo es la de referirse a los aparatos ideológicos de dominación y la transmisión de sus valores.

Pues bien, por mucho que la dominación ideológica explique gran parte de la falta de conciencia de clase, de la desmovilización de la clase trabajadora y de la aceptación del status quo actua,l no lo explica todo. Nunca lo hizo en otros momentos de la historia y no lo hace ahora.

Es cierto que la derrota que para la clase trabajadora en general y para los comunistas en particular supuso la desaparición de la Unión Soviética, como ejemplo de que era posible construir una sociedad no basada en el beneficio capitalista, provocó un pesimismo profundo y drástico que significó un golpe de gracia para los proyectos colectivos de clase y de carácter emancipador. Ello se plasmó en el abandono de muchos militantes revolucionarios en un contexto de involución ultraliberal mundial, agudizó las tendencias individualistas dentro de la clase trabajadora y la aceptación del discurso general del capital por parte de la misma. Pero su desclasamiento, la autoidentificación de muy amplios sectores de los trabajadores como clase media, avergonzados del rótulo obrero, y su caída en el escapismo de lo banal venía ya de los años 70 del pasado siglo, con rasgos que anunciaban estos hechos desde una década antes.

Los marxistas tendemos a entender todo desde lo social y casi nada desde lo individual. Craso error en el que incurrimos voluntariamente. Así nos va. Psicólogos comunistas como Wilhem Reich o Lev Vygotski fueron estigmatizados por la corriente dominante en aquellos años dentro del comunismo por esa estupidez de que la psicología es una doctrina burguesa -así, sin distinción de corrientes ni escuelas concretas- y que solo lo que tenía algún anclaje próximo a las ciencias sociales era susceptible de una aproximación a la concepción progresista de la historia. Esa excomunión se hizo en la inmensa mayoría de los casos desde visiones cerradamente ideológicas y un desconocimiento absoluto de las aportaciones que una concepción marxista de lo psicológico podía hacer a la de toma de conciencia de clase, construcción de teoría alternativa al capitalismo y procesos de revolución social, entre otros beneficios. Eso sin contar con la pasarela que entre lo macro y lo micro representa la psicología social.

Sin considerar el elemento individual, por supuesto afectado por la componente social, del mismo modo en el que lo personal afecta a lo colectivo, no se comprenden cuestiones tales como por qué, mientras muchos trabajadores son unos esquiroles ante una huelga general, hay una minoría de ellos que pone en riesgo su libertad, la seguridad de sus empleos o su propio desarrollo profesional, sin ser liberados sindicales, actuando como piquetes. Tampoco es posible entender porqué hay tantos chivatos en una empresa, tanto trabajador que evita comprometerse en un conflicto laboral, mientras algunos de ellos están dispuestos a llegar hasta el final. Del mismo modo, no hay manera de explicar qué lleva a un trabajador que nunca fue políticamente consciente a tomar conciencia sin una influencia externa a él fácilmente atribuible (la organización o el militante como transmisores de esa conciencia). Igualmente no es fácil deducir qué hace que un trabajador posea conciencia crítica, sin ser un militante revolucionario, ni siquiera alguien próximo a ella, y que ello no provenga ni de una experiencia ajena pero próxima (transmisión intergeneracional, grupo de referencia del tipo amistades), mientras la inmensa mayoría se mueve entre el fútbol, la preparación de sus vacaciones de verano, el chascarrillo de la última parida supuestamente graciosa y el ir cada uno a su bola.

Mientras una minoría muy reducida pero cualitativamente más que interesante por sus motivaciones, que incluso no aparece conectada a militancia alguna ni a influencias de la misma, forma parte de un segmento de trabajadores conscientes y comprometidos con la identidad y la conciencia de clase, la gran mayoría de los trabajadores carece de la misma y, en el mejor de los casos, algunos segmentos desclasados se dejan llevar según sople el viento o se vean afectados en su situación inmediata y personal. 

Empieza a ser el momento de desacralizar a la clase trabajadora por parte de los marxistas, a entender que si es la clase que puede cambiar el mundo porque la gran mayoría de los no asalariados está objetivamente comprometida con la supervivencia de un sistema que no le extrae la plusvalía, esto no la hace en absoluto eximible de su papel como aceptadora acrítica de las reglas del juego. Toca ya dejar de justificar su pasividad, su rol como cómplice de su propia esclavitud, más allá de lo duro que es el enfrentarse a su explotación o a la dominación ideológica que se ejerce sobre ella. Si hay hombres y mujeres, no tocados por el mensaje revolucionario, que se rebelan, el comportamiento del resto, la mayoría, carece de justificación porque, seguramente, las condiciones de unos y de otros no sean muy diferentes.

Establecer esa diferencia no significa hacer rangos que diferencien entre "buenos" y "malos", al estilo de Rousseau o de Hobbes. Es hacer una lectura realista sobre la clase trabajadora, sus aspiraciones y comportamientos, las formas de ser de sus componentes y tratar de entender qué hace que tantos tengan la moral del esclavo y otros pocos la de señores (Nietzsche). No hablo de clasismo al señalar la diferencia con los señores sino de autorespeto, por aquello que decía Marx de que “el obrero tiene más necesidad de respeto que de pan”.

Si las cosas son así, va siendo el momento de virar en algunas cuestiones en relación con la visión de la clase trabajadora y de sus componentes:
  • Separar el hecho de que ninguna otra clase sufre las contradicciones entre la supuesta igualdad y libertad política y el modo en que el capitalismo demuestra que niega ambos, de la factualidad de la clase en cada momento.
  • Abandonar el paternalismo que convierte en heroica a determinada clase social en tanto que no existe correspondencia entre ser sujeto histórico y su propia práctica.
  • Situar a cada miembro de la clase trabajadora ante su trayectoria de forma que nadie pueda reclamar una solidaridad que se negó a dar a quienes antes la necesitaron, del mismo modo que el trabajador combativo merece un tratamiento especial.
  • Rechazar tanto el asistencialismo, que otorga protección sin intercambio de participación, como los derechos sobrevenidos de quienes jamás formaron parte de la lucha sino que incluso la desprestigiaron. No puede ser que el esquirol, el “apolítico” pro empresarial, el ausente de la lucha, se beneficie de esta. Basta ya de que el sindicalismo represente a todos, incluido al que se opuso a la huelga.
Solo cuando cada trabajador concreto comprenda las consecuencias de su propia posición en el antagonismo de clases (indiferente o contrario a la lucha vs. comprometido, insolidario vs. solidario) y cuando entendamos los marxistas que entre necesidades objetivas y subjetivas hay una distancia enorme que cubrir y que en ella debe reflejarse también la máxima de recibir tanto como lo merecido, será posible ir construyendo una solidaridad y una conciencia interna a la clase que no llegará jamás desde la fe de que alguien tiene derecho a lo que no ha contribuido, porque de chivatos, esquiroles, desclasados e indiferentes vamos sobrados.

EPILOGO: Sin la discusión con quien está llamada a ser una gran comunista, y una persona comprometida con su clase, este texto no hubiera sido espoleado para nacer. Estoy en deuda contigo. Gracias por el debate, aunque llegara a adquirir tintes broncos.  


17 de julio de 2017

HANNAH ARENDT Y SU VISIÓN DEL IMPERIALISMO

Alejandro Teitelbaum. alainet

Hannah Arendt escribió Los orígenes del totalitarismo, obra en tres partes: 1) El antisemitismo; 2) el Imperialismo y 3) El totalitarismo. (Título original: The origins of the totalitarianism Versión española de Guillermo Solana. Grupo Santillana de Ediciones, S.A., 1974,1998. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A. 427 páginas).

Hannah Arendt habla de “La expansión por la expansión” de los imperialistas, lo que no constituye un hallazgo suyo sino que está inspirado en las tautologías heideggerianas como la “cosidad de la cosa” o que “el acontecimiento acontece”.

Pero en el tema del imperialismo prefirió ser más rigurosa y contradecir a Lenin. Escribe Arendt: “El imperialismo debe comprenderse como la primera fase de la dominación política de la burguesía, más que como la última etapa del capitalismo”. No es el lugar para argumentar una evidencia: que “El imperialismo fase superior del capitalismo”…de Lenin conserva plena vigencia y actualidad. Con la frase: “El imperialismo debe comprenderse como la primera fase de la dominación política de la burguesía, más que como la última etapa del capitalismo”, Arendt parece ignorar que el comienzo de la dominación política (y económica) de la burguesía no es un producto del imperialismo sino que puede situarse entre los siglos XVII y XVIII (las revoluciones burguesas) se consolidó con las guerras de conquista coloniales y la explotación de los recursos (humanos y materiales) de las colonias y de los países periféricos.

Y que el imperialismo como “mundialización” de la dominación económica y política del capitalismo monopolista (la reproducción ampliada del capital a escala mundial) es un fenómeno posterior, pues comenzó a manifestarse entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, como sostuvo Lenin, basándose en un estudio riguroso de los hechos y no en una mera especulación.

Pero Arendt no se queda en esta afirmación, manifiestamente contraria a los hechos históricos, y en el Prólogo a la sección de su libro dedicada al imperialismo– claramente inspirada en algunos aspectos de la obra de John Hobson El imperialismo: un estudio, (1902) escribe:

Rara vez pueden ser fechados con tanta precisión los comienzos de un período histórico y raramente fueron tan buenas las posibilidades de los observadores contemporáneos para ser testigos de su preciso final como en el caso de la era imperialista. Porque el imperialismo, que surgió del colonialismo y tuvo su origen en la incongruencia del sistema Nación- Estado con el desarrollo económico e industrial del último tercio del siglo XIX, comenzó su política de la expansión por la expansión no antes de 1884, y esta nueva versión de la política de poder era tan diferente de las conquistas nacionales en las guerras fronterizas como del estilo romano de construcción imperial. Su fin pareció inevitable tras “la liquidación del Imperio de Su Majestad” que Churchill se había negado a “presidir” y se tornó un hecho consumado con la declaración de la independencia india. El hecho de que los británicos liquidaran voluntariamente su dominación colonial sigue siendo uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia del siglo XX. De esa liquidación resultó la imposibilidad de que ninguna nación europea pudiera seguir reteniendo sus posesiones ultramarinas. La única excepción es Portugal, y su extraña capacidad para continuar una lucha a la que han tenido que renunciar todas las demás potencias coloniales europeas puede ser más debida a su atraso nacional que a la dictadura de Salazar; porque no fue sólo la mera debilidad o el cansancio debido a dos asesinas guerras en una sola generación, sino también los escrúpulos morales y las aprensiones políticas de las Naciones-Estados completamente desarrolladas, los que se pronunciaron contra medidas extremas, la introducción de “matanzas administrativas” (A. Carthill) que podían haber destrozado la rebelión no violenta en la India y contra una continuación del “gobierno de las razas sometidas” (lord Cromer) por obra del muy temido efecto de boomerang en las madres patrias. Cuando finalmente Francia, gracias a la entonces todavía intacta autoridad de De Gaulle, se atrevió a renunciar a Argelia, a la que siempre había considerado tan parte de Francia como el département de la Seine, pareció haberse llegado a un punto sin retorno. Cualesquiera que pudieran haber sido los términos de esta esperanza si la guerra caliente contra la Alemania nazi no hubiese sido seguida por la guerra fría entre la Rusia soviética y los Estados Unidos, se siente retrospectivamente la tentación de considerar las dos últimas décadas como el período durante el cual los dos países más poderosos de la Tierra pugnaron por lograr una posición en una lucha competitiva por el predominio en aquellas mismas regiones aproximadamente que habían dominado antes las naciones europeas. De la misma manera, se siente la tentación de considerar a la nueva y difícil distensión entre Rusia y América como el resultado de la aparición de una tercera potencia mundial, China, más que como la sana y natural consecuencia dela destotalitarización de Rusia tras la muerte de Stalin. Y si evoluciones posteriores confirmaran estas incipientes interpretaciones, significaría en términos históricos que hemos vuelto, en una escala enormemente ampliada, al punto en el que comenzamos, es decir, a la era imperialista y a la carrera de colisiones que condujo a la primera guerra mundial. Se ha dicho a menudo que los británicos adquirieron su imperio en un momento de distracción, como consecuencia de tendencias automáticas, aceptando lo que parecía posible y resultaba tentador, más que como resultado de una política deliberada. Si esto es cierto, entonces el camino al infierno puede no estar empedrado de intenciones como las buenas a que alude el proverbio. Y los hechos objetivos que invitan a retornar a las políticas imperialistas son, desde luego, tan fuertes hoy, que uno se inclina a creer mínimamente en la verdad a medias de la declaración, en las vacuas seguridades de buenas intenciones por parte de ambos bandos, de un lado, los “compromisos” americanos con un inviable statu quo de corrupción e incompetencia y, de otro, la jerga seudorrevolucionaria rusa acerca de las guerras de liberación nacional. El proceso de construcción nacional en zonas atrasadas, donde a la ausencia de todos los prerrequisitos para la independencia nacional corresponde un chauvinismo creciente y estéril, ha determinado unos enormes vacíos de poder en los que la competición entre las superpotencias resulta tanto más fiera cuanto que parece definitivamente desechado con el desarrollo de las armas nucleares el enfrentamiento directo”. Los subrayados son nuestros.

Hobson en su obra hace una distinción entre el colonialismo que se aplica a territorios poblados de inmigrantes de la sociedad de origen como es el caso de Australia, Canadá y Nueva Zelandia y el imperialismo “la anexión pura y simple de territorios sin voluntad de integración”, como ocurrió a fines del siglo XIX. Hasta aquí Arendt lo sigue al pie de la letra, que la lleva a hablar de “la expansión por la expansión”. Pero Hobson hizo también un estudio económico del imperialismo y de sus móviles reales, que fueron los intereses financieros y la búsqueda de beneficios y no un simple móvil (¿psicológico?) de “la expansión por la expansión”. El trabajo de Hobson es muy importante para el estudio del imperialismo, pero tiene sus límites, señalados por Lenin en El imperialismo… y por otros autores, por ejemplo el no haber distinguido la ocupación de territorios para la explotación de los recursos naturales y humanos, propio del colonialismo y la exportación de capitales (inversiones) característico del imperialismo. Que hemos llamado más arriba “reproducción ampliada del capital a escala mundial”. Quizás fueron estas limitaciones de Hobson en el análisis del imperialismo y de la economía capitalista en general que lo llevaron, pese a las profundas críticas que hizo al mismo, a proponer para ciertos casos una especie de “buen imperialismo” consistente en que las naciones imperialistas podrían ejercer una suerte de fideicomisos en las naciones “más atrasadas”. Esta idea del “buen imperialismo” parece haber estado en la cabeza de Arendt cuando escribe: … “El proceso de construcción nacional en zonas atrasadas, donde a la ausencia de todos los prerrequisitos para la independencia nacional corresponde un chauvinismo creciente y estéril, ha determinado unos enormes vacíos de poder…” Que habría que llenar con un “buen imperialismo”.

Vale la pena recordar que las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, se han ocupado de crear “enormes vacíos de poder” desintegrando varios países, ahora sumidos en el caos, como son los casos de Irak, Libia, Siria y Afganistán. Arendt habla de “la incongruencia del sistema Nación-Estado con el desarrollo económico e industrial del último tercio del siglo XIX”. Arendt no comprendió la congruencia de un sistema mundial imperialista donde hay Estados-naciones desarrollados que tienden a reproducir sus capitales locales a escala mundial (que así devienen capitales transnacionales), ocupando, dominando, sojuzgando, oprimiendo y explotando a otros pueblos y otros Estados. Contando para ello con su potencial económico, financiero, militar, político e ideológico.

La idea del “buen imperialismo” también parece haber sido adoptada por Arendt cuando escribe que los británicos liquidaran voluntariamente su dominación colonial y… “Cuando finalmente Francia, gracias a la entonces todavía intacta autoridad de De Gaulle, se atrevió a renunciar a Argelia”, de “los escrúpulos morales y las aprensiones políticas de las Naciones-Estados completamente desarrolladas”, de la “jerga seudorrevolucionaria rusa acerca de las guerras de liberación nacional”.

De modo que guiadas por sus “escrúpulos morales” Gran Bretaña liquidó “voluntariamente” su dominación colonial y Francia “renunció” a Argelia, después de cometer reiterados crímenes contra la humanidad, entre ellos las matanzas de Sétif y Guelma el 8 de mayo de 1945 para “celebrar”, la victoria contra el nazismo (entre más de 1000 y 40000 muertos, según las fuentes). Arendt se olvidó de decir también que Francia “renunció” a Indochina después de ser derrotada militarmente en Dien Bien Phu. Para Arendt, las guerras de liberación nacional fueron “jerga revolucionaria rusa”. Todo esto la lleva a formular la tesis de que el “verdadero” imperialismo que subsiste en el tiempo está originado en regímenes totalitarios y no puede tener base de sustentación en el largo plazo en Estados democráticos como, por ejemplo, Estados Unidos. Que la teoría del “buen imperialismo” de las potencias occidentales, llenas de “escrúpulos morales” y de que el imperialismo sólo puede sustentarse en el largo plazo en un régimen totalitario y no puede durar mucho tiempo en una democracia no es, de nuestra parte, una extrapolación abusiva de la obra de Hannah Arendt, lo demuestran los párrafos siguientes del trabajo del conocido ensayista David Harvey “El “nuevo” imperialismo: acumulación por desposesión” (http://www.cronicon. net/paginas/ Documentos/No.22. pdf): …

En todos estos casos, el viraje hacia una forma liberal de imperialismo (asociada a una ideología de progreso y a una misión civilizatoria) no resultó de imperativos económicos absolutos sino de la falta de voluntad política de la burguesía para resignar alguno de sus privilegios de clase, bloqueando así la posibilidad de absorber la sobreacumulación mediante la reforma social interna. Actualmente, la fuerte oposición por parte de los propietarios del capital a cualquier política de redistribución o de mejora social interna en EUA no deja otra opción que mirar al exterior para resolver sus dificultades económicas. Este tipo de políticas de clase internas forzaron a muchos poderes europeos a mirar al exterior para resolver sus problemas entre 1884 y 1945, y esto imprimió su particular tonalidad a las formas que adoptó entonces el imperialismo europeo. Muchas figuras liberales e incluso radicales se volvieron imperialistas orgullosos durante estos años, y buena parte del movimiento obrero se persuadió de que debía apoyar el proyecto imperial como un elemento esencial para su bienestar."

Esto requirió, sin embargo, que los intereses burgueses comandaran ampliamente las políticas estatales, los aparatos ideológicos y el poder militar. En mi opinión, Hannah Arendt interpreta este imperialismo eurocéntrico correctamente como “la primera etapa del dominio político de la burguesía y no la última fase del capitalismo”, como había sido descripta por Lenin”.

Y más adelante prosigue Harvey: …

En ausencia de una fuerte revitalización de la acumulación sostenida a través de la reproducción ampliada, esto implicará una profundización de la política de acumulación por desposesión en todo el mundo, con el propósito de evitar la total parálisis del motor de la acumulación. Esta forma alternativa de imperialismo resultará difícilmente aceptable para amplias franjas de la población mundial que han vivido en el marco de (y en algunos casos comenzado a luchar contra) la acumulación por desposesión y las formas depredadoras de capitalismo a las que se han enfrentado durante las últimas décadas. La treta liberal que propone alguien como Cooper es demasiado familiar para los autores postcoloniales como para resultar atractiva. Y el militarismo flagrante que EUA propone de manera creciente, sobre el supuesto de que es la única respuesta posible al terrorismo global, no sólo está lleno de peligros (incluyendo el precedente riesgoso del “ataque preventivo”) sino que también está siendo gradualmente reconocido como una máscara para tratar de sostener una hegemonía amenazada dentro del sistema global. Pero tal vez la pregunta más interesante se refiere a la respuesta dentro de EUA. En este punto, una vez más, Hannah Arendt plantea un contundente argumento: el imperialismo no puede sostenerse por mucho tiempo sin represión activa, o incluso tiranía interna. El daño infligido a las instituciones democráticas internas puede ser sustancial (como lo aprendieron los franceses durante la lucha por la independencia de Argelia). La tradición popular dentro de EUA es anticolonial y antiimperialista y durante las últimas décadas han sido necesarios muchos ardides, cuando no el engaño declarado, para disimular el rol imperial de Norteamérica en el mundo, o al menos para revestirlo de intenciones humanitarias grandilocuentes. No resulta claro que la población estadounidense vaya a apoyar en el largo plazo un giro abierto hacia un imperio militarizado (no más que lo que terminó avalando la guerra de Vietnam)”.

Sin desconocer los méritos de Harvey, se manifiesta en su trabajo una evidente contradicción: por un lado da la razón a Arendt y por el otro su análisis del imperialismo se basa fundamentalmente en el que hizo Lenin, aunque con algunas concesiones al subjetivismo como cuando habla de la falta de voluntad política de la burguesía para resignar alguno de sus privilegios de clase, bloqueando así la posibilidad de absorber la sobreacumulación mediante la reforma social interna. Y cuando da rienda suelta a su imaginación al escribir acerca de que “la tradición popular dentro de EUA es anticolonial y antiimperialista” contradiciéndose con lo que escribió algunos párrafos más arriba: “Muchas figuras liberales e incluso radicales se volvieron imperialistas orgullosos durante estos años, y buena parte del movimiento obrero se persuadió de que debía apoyar el proyecto imperial como un elemento esencial para su bienestar”. Este último es un dato objetivo que corresponde a la realidad del sistema mundial imperialista.

Como lo describió hace algunos años Ronald Mc Kinnon, profesor titular del Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad de Stanford, en un artículo publicado en el Boletín del Fondo Monetario Internacional (Fondo Monetario Internacional, Finances et Developpement junio 2001) refiriéndose a cómo una buena parte del pueblo estadounidense vive a expensas del resto del mundo:

Durante el último decenio, el ahorro de las familias (en los Estados Unidos) ha disminuido más de lo que el ahorro público (expresado por los excedentes presupuestarios) ha aumentado en el mismo período. El enorme déficit de la balanza de pagos (exportaciones versus importaciones) de las transacciones corrientes de Estados Unidos, de alrededor de 4,5% del producto nacional bruto de 2000, refleja ese desequilibrio del ahorro. Para financiar un nivel normal de inversión interior –históricamente alrededor del 17% del producto nacional bruto– Estados Unidos ha debido utilizar ampliamente el ahorro del resto del mundo. “Malas” reducciones de impuestos –las que reducen el ahorro público sin estimular el ahorro privado– podrían incrementar esa deuda con el extranjero. Desde hace más de veinte años (es decir desde antes de 1980), Estados Unidos recurre ampliamente a las reservas limitadas del ahorro mundial para sostener su alto nivel de consumo– el de la administración federal en los años 80 y el de las familias en los años 90. Las entradas netas de capitales son actualmente más importantes que en el conjunto de los países en desarrollo. Es así como Estados Unidos, que era acreedor del resto del mundo a comienzos de 1980, se ha convertido en el más grande deudor mundial: unos 2 billones 300 mil millones de dólares en 2000. Los balances de las familias y de las empresas en Estados Unidos muestran el efecto acumulado de los préstamos privados obtenidos en el exterior desde hace diez años. La deuda de las empresas es también muy elevada con relación a su flujo de caja. Sin embargo, no tienen por qué inquietarse. Estados Unidos se encuentra en una situación única y es que disponen de una línea de crédito prácticamente ilimitada, en gran parte en dólares, frente al resto del mundo. Los bancos y otras instituciones financieras de Estados Unidos están relativamente al abrigo de las tasas de cambio: sus activos […] y sus pasivos son en dólares. En cambio, otros países deudores deben acomodarse a las disparidades de las monedas: los pasivos internacionales de sus bancos y de otras empresas son en dólares y sus activos en moneda nacional”.

No hay pues, un “nuevo imperialismo”, sino un imperialismo que se adapta a las circunstancias, entre otras, a las relaciones de fuerzas, pero que mantiene su esencia depredadora, agresiva, militarista, explotadora y totalmente contraria a los derechos fundamentales del ser humano. Por cierto que a la gran mayoría del pueblo estadounidense no le agrada la idea de poner sus muertos en las guerras de agresión. Para evitar tal inconveniente, la doctrina militar estadounidense se ha enriquecido con la estrategia del “cero muerto” (zero killer: ok 1), consistente en evitar el uso de tropas de tierra y recurrir a bombardeos aéreos masivos, perfeccionados con el bombardeo por medio de drones (aviones no tripulados dirigidos electrónicamente –como un videojuego– desde los Estados Unidos), con los consiguientes “daños colaterales”. Consistentes éstos en la destrucción indiscriminada de las infraestructuras civiles y en la masacre, también indiscriminada, de la población del país agredido.

Hannah Arendt, para formular sus tesis, ha debido omitir por completo en su trabajo mencionar la política imperialista de Estados Unidos en América Latina en los últimos 170 años, que incluye anexiones, comenzando por la de una parte de México en 1845, promoción de golpes de Estado para instalar y sostener dictaduras sanguinarias, invasiones armadas, presiones económicas, etc. Y guardar silencio sobre el hecho de que en África en el momento de la descolonización y de los movimientos de liberación nacional surgieron líderes como Patrice Lumumba, Kwame Nkrumah, Amílcar Cabral, Jomo Kenyatta y más tarde Thomas Sankara, que bregaron por una vía independiente para sus pueblos, contraria a los intereses de las ex metrópolis y de sus grandes empresas. Todos ellos fueron derrocados o asesinados, como fueron los casos de Lumumba, Cabral y Sankara, y reemplazados por dirigentes dictatoriales, corruptos y fieles a las grandes potencias neocoloniales. Quizás haya sido también superfluo para Arendt recordar que las potencias europeas, como culminación de las guerras coloniales que emprendieron en África en el siglo XIX, en la Conferencia de Berlín de 1885 se distribuyeron dicho continente como una tierra de nadie, creando fronteras artificiales, y se la redistribuyeron después de la guerra 1914- 1918. Todavía se sufren los resultados de esas fronteras artificiales con las guerras interétnicas, fomentadas por las grandes potencias para seguir saqueando los recursos naturales del continente.

Otras “perlas” de Arendt en su análisis del imperialismo. … “la era del llamado imperialismo del dólar, la versión específicamente americana del imperialismo anterior a la segunda guerra mundial, que fue políticamente la menos peligrosa, está definitivamente superada. Las inversiones privadas –“las actividades de un millar de compañías norteamericanas operando en un centenar de países extranjeros” y “concentradas en los sectores más modernos, más estratégicos y más rápidamente crecientes”-crean muchos problemas políticos aunque no se hallen protegidas por el poder de la nación, pero la ayuda exterior, aunque sea otorgada por razones puramente humanitarias, es política por naturaleza precisamente porque no está motivada por la búsqueda de un beneficio. Se han gastado miles de millones de dólares en eriales políticos y económicos en donde la corrupción y la incompetencia los han hecho desaparecer antes de que se hubiera podido iniciar nada productivo, y este dinero ya no es el capital “superfluo” que no podía ser invertido productiva y beneficiosamente en la patria, sino el fantástico resultado de la pura abundancia que los países ricos, “los que tienen” en comparación con“los que no tienen”, pueden permitirse perder. En otras palabras, el motivo del beneficio, cuya importancia en la política imperialista del pasado llegó a ser sobreestimada frecuentemente, ha desaparecido ahora por completo; sólo los países muy ricos y muy poderosos pueden permitirse soportar las grandes pérdidas que supone el imperialismo”. (Arendt, Los orígenes del totalitarismo. Prólogo a la segunda parte: Imperialismo, pág. 13. Editorial Taurus, 1998). [Los subrayados son nuestros].

Un verdadero himno al carácter humanitario y desinteresado del capital monopolista transnacional y una crítica inmisericorde (por cierto en no pocos casos justificada) en lo que se refiere a los dirigentes corruptos, pero totalmente falsa en cuanto concierne a los pueblos presuntamente “beneficiarios”, víctimas del imperialismo y de sus cómplices locales.

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Aunque no comparto la tesis de Teitalbaum ni de Mc Kinnon de que sectores de la clase trabajadora norteamericana viven a expensas del resto del mundo porque supone sustentar la idea de que unos trabajadores extraen su plusvalía a otros y no el capital en cada país, lo cierto es que considero muy útil la mayor parte de este texto en la medida en la que contribuye a desenmascarar a esta vocera del capitalismo y del imperialismo (Hanna Arendt), disfrazada de lo contrario, anticomunista visceral y amante del ex nazi Martin Heiddeger. Una de dos, o los progres posmodernos y anticapis de salón son unos ignorantes absolutos o su pasión por Arendt revela que son la quinta columna del capital. O ambas cosas a la vez.